Conforme los días pasaban, sus nervios se hacían más grandes. Aún no había noticias de su padre y temía que algunos de ellos tres salieran heridos.
Por otro lado, Draken estaba sumamente extraño, pasaba demasiado tiempo con Takemichi y aún no le decía que estaba una pandilla o porque su amigo había regresado. El rubio la había estado evitando durante todo ése tiempo.
Yamafishi, Akkun, Makoto y Takuya jugaban a las cartas mientras ella terminaba de ordenar la oficina del taller, saliendo irían los cinco al cine a ver una nueva película de héroes extranjeros.
La campana de la entrada sonó y se preocupó al darse cuenta de que las risas de sus amigos habían parado. Al salir de la oficina se dió cuenta del porqué.
- ¡No te la vas a volver a llevar! -exclamó de pronto Akkun.
- ¡No chicos!, ¡esperen! -se puso entre ellos para evitar un conflicto- No es lo que parece, les voy a explicar pero por favor, no digan nada y quédense aquí.
- E-está bien. -tartamudeó Yamagishi.
- Pero si te atreves a ponerle una mano encima... -Makoto lo señaló.
- ¿Qué? -Rindō respondió desafiante, el azabache retrocedió unos pasos- Patético. Eso pensé.
- Ven conmigo. -Haitani la siguió hasta la oficina y comenzó a juguetear con los adornos que tenía en el escritorio- ¿Qué ha pasado?
- Lo haremos mañana. Es muy importante que no te expongas, si es posible, no salgas de tu casa. Nos estamos metiendo con tipos muy peligrosos.
- Entiendo. ¿Algo más?, ¿puedo ayudar con algo?
- No, en nada. Sólo eso. Ran está preocupado por ti, así que sólo no te expongas, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
- Y me pidió que te entregara esto. -dejó un bulto sobre mesa- Sólo es por si las dudas, por si tienes que defenderte.
- ¿Qué es? -apenas se dió cuenta le soltó- No puedo tener un arma, mucho menos aquí. Si por alguna razón alguien la encuentra pondría en duda el buen nombre de mis abuelos.
- Entonces en tu casa, llévala contigo, no sé, guárdala bajo llave. Pero Ran quiere que la tengas sólo por si acaso, en especial ahora que estamos tan cerca de hacerlo... No quiere perderte. Y Rōnin tampoco.
- Rōnin, lo hizo hace mucho tiempo. -tomó la pistola y la guardó en un cajón con llave.
- No creo que sea bueno que lo apartes así.
- Es lo mejor para todos. -bufó- Cuídense mucho. No quiero que ninguno salga herido.
- No tienes que darme consejos, lo sabes. -salieron de la oficina juntos, sus amigos aún estaban esperando y tan confundidos cómo al principio- Cuando esté hecho te buscaré.
- Gracias... Dale mis saludos a ambos.
- Ya lo creo. -miró con superioridad a los otros y salió de la tienda asegurándose que nadie lo viera. Pero Draken y Takemichi estaban detrás de un carro, escondidos desde que llegó. Ken ya sabía de las varias visitas que Rindō le hacía, pero le reventaba el estómago de coraje al ver que ella no le decía nada, incluso mentía. Por otro lado, Takemichi, aún nervioso por lo que había ocurrido en el futuro se preguntó si era buena idea unir a los Haitani y Rōnin con Raku, solo por si llegaba a necesitarlo.
La pelirroja, les explicó a los cuatro que se trataba de un asunto con Rōnin y su padre, pero al no querer verse, utilizaban a Rindō como medio de comunicación.
- Así que por favor, por favor, por favor. No le digan nada de esto a Draken, nada. Él no debe de enterarse que Rindō estuvo aquí, aún no.
- ¿Y el mayor? -preguntó Takuya- Agh, ¿cuál era su nombre?
- Ran. -dijo Yamawishi- ¿Él ha venido?
- Sí, y si Ken no debe de saber de las visitas de Rindō, mucho menos debe de saber de las de Ran, ¿entendido?
- Entendido. -musitaron los cuatro al unísono.
La puerta de la tienda se abrió, Ken y Takemichi entraron, el mayor con una cara de poco amigos, había escuchado todo, ¿por qué le estaba escondiendo tantas cosas?
- ¿Qué hacen aquí?
- Yo también te extrañé.
- Sabes a lo que me refiero, últimamente están con todos esos misterios y juntos de un lado a otro. -casi sonaba a una acusación- ¿Por fin me van a decir qué es lo qué traen entre manos?
- Raku, yo... Yo no he encontrado el valor para decírtelo, por eso le pedí a él que te contara.
- ¿Contarme qué?
- Porqué volví.
- Hoy no. He quedado con los chicos, iremos a ver una película. -tomó su chaqueta del perchero y abrió la puerta. Esos temas que agobiaban a ambos en soledad los ponían en defensa con el otro, peleaban por todo y por nada, especialmente estaban más celosos que nunca.
- Eh, Raku-chan. -le llamó Makoto y por primera vez vió en el un semblante más serio y maduro- No sabemos de qué hablan, pero parece ser importante. Creo que lo mejor es que dejemos esto para más tarde, o mañana. Tal vez el fin de semana, ¿qué dicen?
- Estoy de acuerdo. -Akkun le sonrió dulcemente- No te apures, mañana vamos temprano. Pasamos por ti, ¿si?
- Agh, está bien.
- Takemicchi, lo mejor es que vayas con ellos.
- ¿Eh?, ¿por qué?
- Por tu bien.
Los cinco salieron de la tienda despidiéndose la furiosa pelirroja que allí dejaban. Ken se acercó a la puerta y cambió el letrero de "abierto" a "cerrado".
- ¿Qué demonios hacía aquí?
- ¿De qué hablas?
- Ya no me mientas más, dímelo.
- ¿De qué estás hablando?
- Deja de repetir lo que estoy diciendo,¡dímelo!
- ¿Y cómo se supone qué voy a responder a una preguntal mal hecha? -preguntó aún más alterada- ¿Podrías ser más específico?
- Haitani, ha estado viniendo. ¿Por qué?
- Ése es mi problema. -y por primera vez en los últimos dos años, volvió a ver a la Raku de la primera vez que salieron. La de los fuegos artificiales que se guardaba sus problemas, esa misma que estaba rota por dentro, la que dejó de existir cuando Keisuke apareció en su vida. Entonces, el corazón de Ken también se rompió.
- ¿Tu problema?
- Sí, es mi problema. Así cómo es tu problema ser parte de una pandilla cómo Brahman. -y nuevamente creyó que su corazón dejó de latir- Eso pensé. Ni siquiera puedes negarlo, si tú te guardas tus problemas, yo también puedo hacerlo, ¿ó no?
- ¿Desde cuándo lo sabes?
- Desde el día que Ran vino a verme.
- ¿Ran? -llevó ambas manos a su boca cómo si eso fuera a borrar lo qué dijo- ¿Él también vino a verte?
- Sí, escuché todo cuándo su líder y el otro le pedían a Takemichi que se uniera.
- ¿Por qué no me lo dijiste? -estaba a nada de soltarse a llorar.
- Porque estaba esperando que me dijeras que eras parte de Brahman. -respondió ofendida- Últimamente pasas mucho tiempo con ellos.
- Porque Senju me lo pide, está un poco alterada últimamente.
- ¿Alterada? ¡¿Tú líder es una chica?! -sus ojos se llenaron de lágrimas- ¡Pues con razón estás así!, ¡tan distante!
- ¡¿Y tú qué me dices?! Hace tiempo no eres la misma, ¡dímelo! ¡Con Baji-kun jamás te portaste así! -exclamó y las lágrimas comenzaron a brotar una tras otra- Dime la verdad, Raku, por favor. ¿Qué hace Ran y Rindō aquí? -la pelirroja se cruzó de brazos y apartó la mirada, ambos guardaron silencio por un rato- Morí en el futuro, por eso Takemicchy volvió. Otra vez está intentando salvarnos. -un inaudible "¿Qué?" escapó de sus labios- Teníamos una buena vida, pero algo pasó que no me pudo decir porque se soltó a llorar, algo pasó y morí. Tú desapareciste y nadie supo que pasó con nuestro hijo.
- ¿Hijo?
- Estabas embarazada. Lo teníamos todo, Raku. -volvieron a conectar miradas y verlo así, llorando por ella frente suyo le destrozó el alma, pensó que nada podía herirla más, pero verlo de esa manera lo hacía.
Sus ojos miel volvieron a la vida por un instante y se dejó resbalar oor la pared hasta golpear el piso, abrazó sus piernas y se soltó a llorar cómo si eso fuera lo único que sabía hacer. Él tomó asiento a un lado, y la envolvió en un abrazo, también llorando aunque no estaba seguro de que le ocurría.
- Perdóname. -besó su cabello- Quise decírtelo pero no sé cómo. ToMan fue una parte importante en mi vida y me sentí casi sin rumbo. De no ser por Mickey, sería un perdedor y que nos haya dejado me dolió tanto que busqué la manera de traerlo de vuelta por medio de una pandilla. -buscó su rostro y pudo ver en su mirada lo herida que estaba- No quise esconderte nada, no quería que pensaras que no estaba satisfecho.
- Jamás lo habría pensado. Es cómo si Hina me apartara de su lado. -respondió aún berreando.
- Perdóname, por favor perdóname.
Raku pasó sus piernas por encima de las de él y se quedaron así sentados, mientras los dos aún lloraban.
- Hiroki, mi padre, va a salir de prisión. Hay un hombre que está intentando ayudarlo, por eso vinieron. -explicó cuándo por fin estuvo más calmada, miró sus manos y comenzó a tallarlas con fuerza podía jurar ver la sangre de su madre en ellas- Van a matar al hombre antes de que logre ayudarlo, querían saber mi opinión.
- ¿Tienes miedo?
- Mucho. -confesó- Ya me quitó una vez lo que más quise, no quiero que vuelva a ocurrir. -lo tomó del rostro y lo obligó a mirarla- No quiero perderte, Ken-chin. Ni hoy, ni mañana, ni en un futuro trágico.
- Yo tampoco quiero hacerlo.
- Quiero envejecer contigo. Y escucha bien lo que voy a decir: no eres Baji. Deja de compararte con él.
- Es que, entiéndeme. Si él siguiera aquí ni siquiera me voltearías a ver.
- Oye, yo jamás dije que me fuera indiferente en un principio y el punto está en que Kei murió. No puedes seguir compitiendo con un fantasma, yo no lo hago.