Maratón 1/10
Nelson.
Me desesperaba el verla acostada en una camilla de hospital. Sí, al parecer fue mucho tiempo el que pasamos hasta que pudimos encontrarla tirada en el suelo. Sus ojos cerrados me enervan, pero es común supongo. No quiero que nada malo pase y menos sabiendo que fue por nuestra culpa, no me lo perdonaría.
Puede que tenga bastante mayoría de edad, pero que se joda el mundo con eso. Una persona es una persona, y por más que conozca a Lany poco después de mi viaje es importante para mí. Digamos que Jack me ha contado muchas cosas de ella, tanto su fanatismo por los calcetines de Disney como su odio a la carrot cake.
En eso sí la considero rara. ¿A quién no le gusta la carrot cake? A Lany nada más.
— Nelson, ¿qué haces aquí solo?— llega Daniel y se posa a mi lado.
— Lo que ustedes deberían de estar haciendo— gruño.
— El médico nos prohibió estar aquí, hermano, ¿no lo entiendes o qué? Ya peleamos bastante con ellos. Jack está harto de seguir esperando y que nada nos digan.
— Me importa una mierda, ¿es que no lo entiendes? Me voy a quedar aquí tenga que pasar por encima de las autoridades o por el mismo Rey del mundo. No es tan difícil de entender, hermanito— dejo que mi lado sarcástico salga a la luz mientras oigo como mí teléfono suena sobre la mesa junto a ella.
— Tú padre.
— Que espere— me limito a decir pero parece que eso a Daniel le resbala.
— Buenos días, Daniel al teléfono de Nelson, ¿qué pasa?— ruedo los ojos y me siento en la silla junto a la camilla.
— Deja ese maldito aparatejo, Daniel— bufo mientras veo como sigue escuchando lo que padre dice.
— Ajá, aquí está, ¿te paso con él?— niego repetidas veces advirtiéndole—. Obvio que quiere hablar contigo, aquí está pidiendo que te pase el teléfono.
— No saco el arma por respeto a Lany— susurro entre dientes y agarro el aparato—. ¿Sí?
— Hijo, ¿qué tal?— suspiro con pesar al oír su voz—. ¿No querías atenderme?
No Massimo, obvio que no quiero.
— Cómo vas a pensar eso de tu hijo al cual no llamas hace más de dos años— bufo mientras me levanto sin ganas del asiento en el cual estaba bastante cómodo—. Obvio que no quería hablar contigo. Solo me llamas si me necesitas.
— ¿Qué tal están los muchachos?
— Mis hermanos bastante bien, al igual que mis padres, ¿por qué? ¿los vas a matar o qué?— ironizo mientras me escabullo por una habitación alejada.
— Nelson, sabes bien que eres el único que no perteneces a los FischMey, ¿puedes entenderlo de una vez?— suspiro pasándome las manos por la cara.
— Porque tú lo digas no significa que no lo sea. Entiéndelo de una vez por todas, Massimo.
— Te prohíbo que me hables así.
— ¿Vas a matar a tu hijo por desobedecerte?— sé que odia que lo rete, pero no me hará nada, no le dan los huevos.
— Hablamos otr...— no lo dejo terminar cuando ya estoy yendo a la habitación de nuevo.
— ¿Qué pasó?
— Vuelvo a repetir: no te mato por respeto a Lany, el hospital también me importa una mierda.
— Oye, no puede ser tan malo después de todo. Es tu padre. Sabes que mis padres te consideran como un hijo y nosotros a ti como un hermano, es sólo para que lo vuelvas a...
— No pienso volver a verlo. Quería escucharme, ya me escuchó, ahora que no venga a romperme la polla diciendo que quiere algo de mí, ¿estamos?
— Lo entiendo, y deja de discutir que Lany está mal.
— No me hables más de él y no volveremos a pelear, hermanito— paso por su lado y vuelvo a sentarme en la silla junto a ella.
— Me voy por algo de café— Daniel se va de la habitación luego de detallar el rostro adormecido de Lany.
Los minutos pasan y yo ya no sé qué hacer. Sigo sintiéndome mal porque por mi culpa está así. Sus ojos están cerrados y su tez está más pálida. He tocado su cuerpo por las dudas pero sigue con temperatura normal, no creo que por un ataque de asma muera.
— Ag...agua— su voz debilitada hace que una presión en mi pecho aparezca de repente.
— Aquí tienes— me acerco con el vaso que dejaron sobre la mesa y le ayudo con la pajilla. Asiente en modo de agradecimiento—. ¿Te sientes mejor?
— Algo— susurra y vuelve a beber unos tragos.
— No hables mucho, yo llamaré al médico— antes de salir de la habitación me quedo estático con lo que dice.
— Lo siento mucho.
— ¿Qué?
— No...no lo voy a repetir, Nelson— susurra con gracia mientras me devuelvo.
— También lo siento. Por mí y por mis hermanos— ella me mira sin ninguna emoción.
— ¿Por qué lo hacen?— cuestiona intrigada.
— No es algo que pueda decir yo solo. Hay muchas partes aquí, hermosa. Cuando estemos todos juntos y te recuperes podremos hablar correctamente.
— Bien.
— ¿De verdad entiendes la situación?— con una sonrisa levanta su mano. Me acerco y cuando nuestras pieles se rozan entrelaza nuestros dedos.
— Está claro que entiendo lo que pasa, Nelson...— su voz se debilita y comienza a toser.
— Lany no te...
— Quiero decirte que entiendo que ustedes tengan sus cosas y no quieran hablar conmigo de cada una de ellas, pero también entiéndanme. No sabía que los hombres con los cuales estaba conviviendo prácticamente fueran asesinos— cuando termina de hablar su respiración se agita.
— Voy a llamar al médico— camino rápido hasta la puerta y cuando llego me detengo. Volteo—. Y gracias por contarme cómo te sentías. No te culpo, yo también me alejaría pero no puedo alejarme de alguien cuando es como yo soy.
— Tranqui...lo.
— También tengo que contarte algo importante pero ellos no tienen nada que ver. Se trata de mi antigua familia— dudo un poco antes de decidir si realmente contar esto.
— ¿Antigua familia?
— Yo no soy hermano biológico de los FischMey— su rostro palidece mientras que trago en seco. Cuánto deseo poder estar dentro de su mente ahora mismo—. Tampoco te voy a matar, tranquila.
— ¿Cómo es tu verdadero apellido?— su pregunta me hace dudar.
No sé si decirle ahora o esperar la charla que teníamos planeada con los muchachos. Digo, por mí hablaría de todo con ella pero no soy solo yo el que tiene que tomar decisiones.
— Es mejor que lo hablemos después. Ahora descansa que yo llamaré al médico.
— No tardes, me gusta hablar contigo. Con ustedes— se corrige y veo aparecer ese color rosa que la caracteriza aunque nunca se sonroje.
— Por supuesto, enseguida vuelvo, ¿quieres que te traiga algo específico?— asiente y se acomoda.
— Mí móvil, lo necesito para hablar con Sally.
— Tranquila, ya lo hemos hecho nosotros. Tú descansa hasta que venga el médico y luego veremos qué hará— sonríe y cierra sus ojos volviendo a tranquilizarse.
Salgo de la sala y voy a un tipo de recepción que hay en todos los pisos. Allí diviso al médico encargado de Lany hablando muy coquetamente con la recepcionista que parece ser una enfermera de turno. Frunzo el ceño y cuando la mujer se percata de que voy vuelve a su posición de trabajo.
— Doctor, la paciente Lany Beddell acaba de despertar. Lo que quería era agua y le di, ahora está descansando. Me gustaría que se apresure a verla y me diga si puede darle el alta o no.
— Claro— comienzo a seguirlo y pasamos ambos a la sala bajo la mirada expectante de los FischMey.
Minutos después del chequeo el médico vuelve a hablar—: He revisado algunas cosas y lo que le enviaré sería un corticosteroides inhalados para que tome cada vez que se sienta mal o no pueda respirar, ¿está claro?
— Yo mismo me encargaré de que sean suministrados con atención y cuando sea debido, no se preocupe.
— Por lo del alta, ya puede irse. En diez minutos vengo para que termine de firmar la paciente y ya se retiran. Permiso— el hombre desaparece y veo como Lany intenta levantarse sola.
— Oh no. No vas a hace fuerza alguna cuando estamos nosotros aquí para ayudarte— ella sonríe pero se abstiene a aceptar mí ayuda.
— No voy a vivir dependiente de ustedes, ya fue mucho— concreta cuando le da un manotazo a mi brazo para luego terminar de pararse.
— Eres terca.
— Todavía no me conocen en esa faceta, y menos cuando realmente me hacen enojar. No me subestimes, Nelson.
Esta mujer me vuelve completamente loco.