Note #8.
Ya han pasado cuatro semanas.
El doctor dijo que me daría de alta. Aún no me quedaría los yesos ya que debía seguir con ellos hasta unas dos semanas más.
Podía salir.
Desde aquella vez, Jake dejo de venir y en su lugar fue Jay quién vino a cuidar de mí.
No lo entendí.
Realmente no se esforzó siquiera en excusarse. No respondía mis llamadas. No leía mis mensajes y su hermana no contestaba tampoco.
¿Qué había pasado?
Los chicos habían intentado contactarlo y tampoco funcionaba con ellos.
“¿Qué vas a hacer?”
Me preguntó Jay mientras me ayudaba a ponerme de pie. Tomé la muleta y coloque mi peso en ella.
Lo miré con seriedad.
“Iré personalmente a su casa.”
Esa misma tarde, cuando llegue a mi casa, me recibió mi solitario hogar. Mis padres trabajaban en el extranjero y mi hermano menor vivía con mis abuelos, por lo que la casa era absolutamente para mí.
Todo era oscuridad cuando entraba aquí.
Eran más 6 de la noche, aún tenía tiempo de ir a su casa.
Tomé un taxi y di la dirección que él me había dado.
No tarde más de 20 minutos en llegar.
Me pare frente a la puerta y toque dos veces.
Nada.
Toque una vez más. Se escucharon pasos acercarse y mi corazón se aceleró.
Me abrió una mujer, está me miró ligeramente confundida.
Procedí a dar las buenas tardes y paso siguiente preguntar por Jake.
Mi corazón se detuvo al escuchar lo que esa mujer me había dicho.
“Los antiguos dueños se mudaron hace dos semanas, no sé su dirección así que no podría ayudarte.”
Maldita sea, ¿Qué está pasando?
Agradecí a la señora y me despedí para emprender camino a la casa de Jay.
Cuando llegue me encontré con los demás, todos estaban reunidos y yo sabía que era para hablar sobre Jake.