¡GAÉ BOLG!
Siete árboles cayeron al unísono del lanzamiento de un proyectil rojo carmesí, que apenas y pudieron tocar el suelo antes de que un desgarrado grito los mandara a volar desde la otra parte del bosque.
El Saber arremetía con fuertes embestidas de su espada contra el viento, el combate había sido muy reñido pero todo pareció acabar cuando, después de ser desviada innumerables veces, aquel proyectil carmín acabó apuñalando su pecho y al fin haciendo que su rostro demostrará algo más que fieras aptitudes para la batalla: dolor, cayó al piso después de vomitar su propia sangre y después de ello la lanza regresó a las manos de Cú Chulainn.
—Fuiste demasiado teatro— sentenció después de escupir un bufo de sangre de su boca.
Del combate él tampoco había salido tan ileso siendo que por todo su cuerpo se desprendían cortes y golpes fuertes que aquel otro servant le había ensestado antes de ahora, y sin mucho que decirle a un cadáver no se quizo quedar a esperar a que su cuerpo desapareciera y le dio la espalda para centrarse en localizar a Gudao.
—¡Mala idea!—
Un estruendo partió su calma en dos y apenas logró dar la vuelta para bloquear un corte de la renovada espada del Saber, y después fue acribillado con una patada al torso, azotes contra el suelo y un claro intento de decapitación por la hoja del creído muerto.
Esto no debía estar ocurriendo, un servant no debería seguir vivo después de que su Saint Graph fuese destruido.
Miro abajo y llegó al fondo de la respuesta: su corazón estaba intacto, pero Gáe Bolg penetró claramente su pecho por lo que…
—¡Maldito, ¿es ese tu noble phantasm?!—.
Por primera vez la voz de Saber resonó en una sarcástica risa, volviéndose a lanzar y reiniciando su combate con Lancer, ideando con mayor violencia ataques mucho más fuertes y veloces que antes a los cuales muchos de ellos Cú no se permitía bloquear o contraatacar, por lo que todo pronto se resumió a la huida y esperanza a un hueco en la concentración de Saber, pero no era nada fácil, pelear contra ese caballero negro era como si estuviera tratando con un Berserker en su total esplendor de madness enhancement.
Saber alzó su espada y Cú se dispuso a bloquearla pero sólo fue una finta para conectar un puñetazo en la máscara del caballero, cegandole y apenas retomando la compostura vio a Lancer en el cielo y al instante un segundo Gáe Bolg fue lanzada a quemarropa contra él, instantáneamente levantando un fuerte estallido sobre el bosque.
—Fue débil…— increpó el Saber.
Imponiéndose en medio de la explosión, espantó todo rastro de polvo en el aire con el solo azote de su espada contra el suelo, y cuando buscó con la mirada se dio cuenta que Lancer ya no se encontraba ahí.
Cerró sus ojos y no lo pensó dos veces en seguirle el paso cuando lo detectó, pero algo lo detuvo e hizo que desistiera de la batalla, desapareciendo del lugar en una estela de polvo carmín.
—¡Lancer!— se oyó la voz de Gudao a la lejanía.
El servant citado no tardó en hacerse presente saltando entre árboles y mostrarse frente al máster, junto a aquel dueto de soldados, cubierto de heridas que rápidamente alarmaron a los hombres que no lo conocían por ser un espíritu heroico.
—El Saber de negro se está alejando, parece que se cansó de pelear— Da Vinci sentenció desde el comunicador.
Cú carraspeo un suspiro fastidiado.
—Nunca he tratado con nadie que pueda soportar la maldición de Gáe Bolg, es como si ni siquiera le importara perder el corazón…—.
Desde Chaldea se logró percibir el miedo desde ese silencio incómodo que se presentó, Mash quedó consternada y Da Vinci apenas y podía permanecer tranquila sabiendo que tenían un enemigo inmune a la propia lanza maldita por excelencia.
—¿Pudiste sacar algo de él?, su nombre verdadero o…— Mash quizo ser positiva, pero el silencio que tuvo por respuesta se lo dijo todo.
Los dos soldados no entendieron mucho pero igualmente se sintieron algo afligidos al suponer que habían perdido contra el caballero negro, pero si había algo que podían hacer era.
—¿La chica del reloj quiere saber el nombre de el caballero negro?— dijo el más moreno.
Gudao rápidamente contestó.
—¡Si!, nos seria de mucha ayuda saberlo, por favor—
Las caras de los hombres se iluminaron al oír eso, y no tardaron en asentir.
—¡Muy bien!, iremos al campamento que tenemos en Riverton, estoy seguro que al señor presidente le encantará decírselos—.
Gudao musitó eso último, aunque supiera que no se trataba de Thomas Edison, no pudo evitar iluminarse con esa idea.
—¿A qué presidente nos referimos?— dijo Cú en lugar de su máster.
A lo que el otro soldado respondió agraciado.
—No se preocupen, ya les dijimos que somos de la Unión. ¡No hay otro presidente más que Benjamín Franklin!—.
Sin nada más que decir los soldados tomaron la delantera y fueron seguidos con la esperanza de llegar a una zona segura fuera de estos bosques, pero desde las instalaciones de Chaldea era un semblante muy distante. Da Vinci cortó la comunicación.
—Benjamín Franklin…— increpó intrigada.
Mash le asistió.
—Uno de los padres fundadores de América, ¿hay algo raro en eso?—.
El pintor italiano negó con la cabeza, no tenía problemas con ese gran hombre.
—Solo me parece extraño, cabe la posibilidad de que sea un servant, ¿pero entonces por qué no reconocieron a Cú Chulainn como uno también?—.
Tenía razón, aquellos dos soldados se preocuparon de heridas que, para un sirviente, no son de temer en lo absoluto.
—¿Tal vez no les ha contado sobre su invocación?— dijo Mash, intentando hacer conjeturas.
—No tendría sentido, estamos hablando de un hombre que murió ya hace más de un siglo o dos, ¿quién no lo notaría?— Da Vinci le cuestionó.
Alejados del bosque se sumergieron en el yermo antes de localizar Riverton, la presencia animal era increíblemente menor que como fue antes y hasta daba la impresión de que ni siquiera las aves pretendían sobrevolar estas zonas por demasiado tiempo, solo se lograban ver pequeños esqueletos, ninguno más grande de lo que debería ser una gallina, Gudao se acercó a los dos escoltas con esa duda en mente.
—¿Por qué todo este lugar parece…—
Pero fue interrumpido.
—¿Aislado?, ¿abandonado?— se rio uno de los hombres. —Siempre ha sido así, al menos desde que la Reina del Bosque apareció—
La atención del servant y Gudao se puso en él cuando se tocó ese nombre, fingiendo confusión a propósito dio a entender no conocer a esa tal mujer de la que ya habían escuchado.
—Mm… sabemos poco de ella, los que la han visto la han descrito como una muy hermosa mujer, de esas con las que darías la vida por hincarle un diente, ¿sabes?—
El hombre se rio entre dientes con una asquerosa perversión que fue seguida por su compañero y en menores intensidades por Lancer.
—Entonces, ¿dices que nadie sabe su identidad?; ¿un nombre o algún lugar donde encontrarla siquiera?— Gudao insistió.
El otro hombre negó con la cabeza.
—De haberlo sabido ya hubiéramos ido a por ella, esa bruja nos está quitando el ganado y mata nuestras cosechas…—
Su compañero alegó junto a él.
—A este paso tendremos que emigrar otra vez, y me niego a aprender español—
Solo podían reír a la desgracia, esta vez en compañía de Gudao al recuerdo de cierta extravagante y eufórica silueta.
—Tiene toda la pinta de ser un Divine Spirit, ¿tú que crees?— el máster miró a un lado, había escuchado la voz de Cú en su cabeza.
—No lo sé, pero hasta ahora puedo hacerme un par de ideas— respondió Gudao, de la misma forma, acabando con ese breve cruce de miradas cuando un galope entró en su rango de audición a la lejanía.
Cú se puso a la defensiva pero rápidamente fue frenado por los dos soldados al frente de él con la excusa de que eran aliados suyas, y así pareció serlo cuando un grupo de jinetes apareció desde el horizonte y los saludo, esperándolos para pronto unirse a ellos y escoltarlos más al fondo de donde se ocultaba el sol; un campamento se había montado en medio del casi desierto de Riverton y múltiples palos metálicos de alzaban cuál postes por todo el lugar.
—¿Qué son esas cosas?— dijo Gudao sin disimular su cara de desconcierto.
A lo que, después de hacer sonar un pitido en su pulsera la voz de Da Vinci explicó.
—El mayor logro de un pionero de la humanidad: pararrayos—
—¡Ptch!, entonces supongo que no tendré que ahorrarme las explicaciones con ustedes—.
—¡Bienvenidos a la estúpida morada de los patriotas!, ¿con quienes tengo el gusto?—
Los dos hombres que escoltaron a Gudao se hicieron a un lado y dejaron pasar a un anciano muy adentro de su vejez, un rostro tan profundo como demacrado que se acercaba de manera invasiva al rostro de Gudao, haciendo que este se echara para atrás y fuese olido brevemente por este.
—No hay duda— desde Chaldea, el pionero del arte estaba consternada. —Él es Benjamín Franklin, clase Caster—
Y a la par, una sonrisa espeluznantemente amable se registró en el rostro de este ser.
—Eres un mago, ¿acaso Francia respondió al fin a mi llamado?— hizo un par de muecas después, pensó, y rápidamente se apartó con la mano en la barbilla. —No, tu olor es diferente y dudo que ellos hayan enviado a un mago de tercera categoría—
Da Vinci advirtió a Gudao que lo parara, pero este estaba petrificado al igual que el resto.
—Eres… peculiar, ¿de donde vienes muchacho?— después de dar dos pasos, el anciano giró sobre su eje y volvió a centrarse fijamente en Gudao.
—Y.Yo… eh..este, mi nombre es Gudao, G..Gudao Fujimar—
El anciano le interrumpió a secas.
—Si, como lo esperaba. No vienes de una familia prestigiosa. ¿Oriental?, entonces al final si habían magos samurai y esas cosas. ¡Ah!, lo siento, chico, sigue—
El máster estuvo más dudoso que antes; desorientado por ese comportamiento tan poco esperado de… el sexto presidente de Estados Unidos.
—Yo vengo de…—
Gudao tartamudeo, incómodo por la insistente mirada del viejo, sudaba a mares y lo que empeoraba la situación era el silencio paciente con el que Franklin esperaba a su respuesta hasta que.
—¡Somos Chaldea!— la voz de Da Vinci lo salvó desde el intercomunicador.
—¡Oohh!, ¿esa dulce voz viene de ese aparato?— bufo maravillado, Benjamín. —¿Cómo lo hicieron?, si, seguramente habrán usado algún receptor mágico para retransmitir voces a larga distancia… ¿como no se me ocurrió?—.
Leonardo Da Vinci posó una sonrisa dentro de su consternado rostro, nada menos podía esperar de ese hombre.
—Realmente son retransmisiones a tiempo real en base a spiritrons, pero me sorprende que estuviera tan cerca— felicitó la célebre Caster de Chaldea.
Franklin dando cierre a eso soltó un silbido interesado.
—Quisiera echarle un ojo más tarde, de por mientras: ¿qué es Chaldea?— su voz se hizo más grave, entonando seriedad.
Gudao aún no se recuperaba del todo de su conmoción, por ello, dudó bastante de sus palabras al explicar con entendidas palabras lo que era aquella organización.
Los oyentes comenzaban a dudar, Gudao no podía trabajar bajo presión y justo cuando uno de los hombres desabrocho el seguro de su arma, esta se le fue rústicamente arrancada de sus manos y se pegó a uno de los pararrayos clavados en todo el lugar.
—No me gusta trabajar con armas — Franklin sentenció, dándose la vuelta.
Perdió el interés en la conversación y le restó importancia a una pronta respuesta del máster, volviendo a dar una vuelta sobre su eje y con un descentrado caminar invitó a los chicos a acomodarse adentro de las murallas de troncos.
—Tengo la sospecha de que me serán de utilidad, así que acomodense, hablaremos antes de la cena… ¡Welcome to disaster!—