Brooke Grey
Pasé mi mano de nuevo por el suave pelo de Chad.
Su cabeza estaba apoyada en la almohada a mi lado con los ojos cerrados, durmiendo plácidamente.
Estaba tumbado bocabajo dejándome una perfecta vista de su espalda desnuda.
Miré el reloj de la mesa de Chad. Las 2 de la mañana. Ya era hora de dormir. Sin embargo no tenía nada de sueño.
Cerré el libro y volví a mirar a Chad mientras una pequeña y tonta sonrisa se me escapaba.
Chad era un sueño. Y cada vez que lo miraba sin que él se diera cuenta, en mi estómago crecía un fuerte sentimiento de calidez, de tranquilidad y de comodidad que nunca había sentido antes.
Había habido muchos chicos en mi vida, chicos a los que me sentía locamente atraída, chicos a los que me moría por sacarles la ropa, chicos de los que no podía separar mis manos, chicos que me hacían ver el cielo, chicos que me hacían reír y chicos que me hacían sentir cosas muy intensas y sí, alguno que otro al que había querido, o al menos la concepción del amor que una adolescente hormonal que solo había salido con completos idiotas podía tener, pero Chad no tenía nada que ver con ninguno de ellos.
Si algo tenía claro es que Chad no era un idiota más. Porque un idiota más no me haría sentir así, un idiota más no sería capaz de tenerme observándole horas mientras duerme con cara de tonta enamorada.
Pero estaba aterrada. Aterrada de que tal vez esto fuese amor.
Sentía que me había equivocado tantas veces en decir te quiero.
Sentí tantas veces que de verdad no sabía qué era el amor.
Sentí tantas veces que yo no era capaz de sentir amor.
Que tal vez ahora que lo sentía, no era capaz de creérmelo.
Dejé mi libro en su mesita de noche y me levanté de la cama esperando no hacer mucho ruido para no despertarle.
Salí a su balcón y mi piel se erizó del aire nocturno.
Estaba atrapada con mis pensamientos y mis sentimientos, pero no me veía forzada a tomar una decisión.
Él... Él me quería y se sentía tan extraño y a la vez reconfortante que mi corazón no sabía cómo reaccionar.
Había pasado una semana. Una semana desde que Chad me dijo que me quería. Desde que no le dije que yo también me sentía así. Y era una sensación horrible.
Él no había dicho nada más, no habíamos vuelto a sacar el tema, y él no me forzaba a decirlo de vuelta, pero aun así me sentía culpable.
¿Y si no le quería? ¿Y si él se pensaba que no le quería?¿Y si le había hecho daño?¿Y si iba a perderle porque no me aclaraba con mis sentimientos?¿Y si esta incomodidad se agrandaba? ¿Y si esto se convertía en el problema que rompiese nuestra relación?
Escuché el ruido de la puerta del balcón abrirse y vi a Chad apoyado en el marco de la puerta bostezando.
— ¿Te he despertado?— pregunto haciendo una mueca, ahora preocupada porque él sintiese mis dudas.
— No— niega con la cabeza pero su nuevo bostezo me decía lo contrario — ¿Qué haces aquí fuera?— dice saliendo al balcón para hacerme compañía.
— No sé. No podía dormir— digo apoyándome en la barandilla echándole un vistazo a las estrellas. Sin ser capaz de decirle el porqué de verdad no podía dormir. Porque necesitaba una respuesta de mí misma.
Porque él necesitaba una respuesta a su te quiero.
— ¿Estás bien?— pregunta con su voz ronca de recién despertado.
Yo asiento y él rodea sus brazos alrededor de mi cintura buscando algo de calor en mí, apoyando mi espalda sobre su pecho. Sabiendo que no estaba diciendo la verdad.
— Estoy bien— digo y acaricio sus brazos.— Sólo quería ver un rato las estrellas.
Él asiente somnoliento y me deja un suave beso en la mejilla antes de levantar la cabeza hacia las estrellas.
Necesitaba decirle algo.
Necesitaba decírselo.
Necesitaba sacarlo de mi pecho.
¿Pero cómo se aprende a decir te quiero?
Los dos nos quedamos en silencio abrazados, mientras el viento de la noche acariciaba nuestra piel erizándola, mientras mis pensamientos amenazaban con volverme loca, mientras él acariciaba mis brazos, intentando mantenerme caliente con su propio calor corporal, y lo estaba consiguiendo.
— Chad— digo rompiendo el silencio, haciendo que él agachase la mirada para verme.
— ¿Sí?— pregunta con dulzura.
Yo tomo una bocanada de aire y sigo mirando a las estrellas mientras me aferro a sus brazos nerviosa.
— ¿Cómo le dices a alguien que le quieres?— pregunto.
Él sonríe y me encierra con más fuerza entre sus brazos.
— A veces no es necesario decirlo — dice y vuelve a mirar al cielo — Querer a alguien no es solo palabras.
Yo me apoyé sobre su pecho, encerrada entre sus grandes brazos que me protegían, disfrutando de su tacto, de su calor, de la forma en la que su pecho subía y bajaba por su respiración. Disfrutando del silencio, de ese frío nocturno y de las estrellas.
— A veces son solo momentos. Caricias. Besos. Miradas. Que te lo dicen todo sin la necesidad de palabras. — murmura sobre mi pelo recostando su cabeza sobre la mía.
No sé qué fue. Pero había algo dentro de mí que me gritaba.
"Es él. Siempre será él"
Y sí. Estaba segura de que estaba enamorada de Chad Roberts, pero por primera vez en mi vida no me aterraba en absoluto.
Al contrario, no podría imaginarme otro momento, otra situación, otro universo, en el que yo no estuviese enamorada de él.
Levanté la mirada y tal y como otras tantas veces me encontré sus ojos mirándome, con una dulce sonrisa en su cara.
— Te quiero— susurro en un tono infantil, avergonzado.
Él aprieta su agarre de mi cintura y sonríe.
— Lo sé— me susurra de vuelta en el mismo tono y deja un beso sobre mi frente.
Sonreí y los dos volvimos al silencio, no había nada más que decir y en mi pecho una enorme calidez se instaló recordándome que todo estaba bien, que todo estaba más que bien y que nada podía estar mejor.
Y allí nos quedamos unos minutos, en silencio, sin intercambiar ni una sola palabra, hasta que el frío de la noche nos dijo que ya era suficiente. Hasta que mis nervios se tranquilizaron, hasta que sus caricias me dieron sueño.
— ¿Vamos a dormir?— pregunta en un susurro.
Yo asiento con la cabeza.
Me desenredo de sus brazos y recojo su mano entre la mía mientras él no separa su mirada de mí, con una sonrisa graciosa en la cara. Arrastro de él al interior de la habitación, compartimos una risa sin sentido cuando él suelta un comentario sarcástico y con doble sentido de los suyos.
Me vuelvo a encerrar en sus brazos cuando estamos acostados en la cama y sé que allí es dónde me gustaría vivir para siempre.
Con sus bromas, sus miradas, sus abrazos.
"Es él. Siempre será él"
Y en ese momento deseé que de verdad fuese cierto.
(...)
Anna Harries
— ¿Estáis preparados?— pregunta Brooke con un tono burlón.
— Deja de reírte— le regaña Chad a su novia.
— No llego tarde ¿verdad?— pregunta Ava llegando a mi lado.
— No. Aún no han empezado— contesto.
— Genial— dice y saca el teléfono para grabar lo que iba a ocurrir a continuación — Un segundo...— dice y me dirige una mirada curiosa — ¡Oh Dios mío! ¡Tu has besado a Ethan!
Mis mejillas se vuelve rojas y la mando callar.
¿Cómo lo sabía?
— ¡Ava!— la regaño avergonzada.
Ethan que no estaba muy lejos me dirige una mirada burlesca de reojo al escuchar el comentario de Ava.
— ¿Entonces es verdad? ¡Y no me habías dicho nada!
— Ava te juro que como sigas gritando...
— ¿Te crees que puedes librarte tan fácil de mí? Qué poco me conoces.— se avergüenza negando con la cabeza. Yo bufo frustrada por su manera de ser y dejarme en evidencia — Entonces...¿Es verdad?
Yo me mantengo en silencio no queriéndole dar la razón.
¿Cómo lo supo? ¿Cómo era capaz de saberlo? ¿Se me notaba de alguna manera? ¿Cómo se me podía notar?
Ella me da un pequeño empujón para que contesté y yo ruedo los ojos.
— Sí, es verdad— murmuro entre dientes con molestia, escondiendo mi vergüenza.
Ava sonríe ampliamente y asiente con la cabeza — Lo sabía. Se te nota.
— ¿Cómo se me nota? No es posible que se me note.
— ¿Qué hemos dicho de cuestionar mi forma de saber las cosas?— pregunta aún sosteniendo el teléfono en sus manos preparada para grabar.
Yo bufo de nuevo. Ava era insoportable.
— Te odio— murmuro y ella sonríe.
El timbre sonó y al poco tiempo la gente empezó a entrar en la cafetería, algo sorprendida de que todo Kappa Beta estuviese ya allí, ocupando un comedor vacío.
El comedor no tardó en llenarse y los chicos de Kappa Beta hablaban entre ellos algo nerviosos mientras Adam les aseguraba que eso es lo que tenían que hacer y que todo iba a salir bien.
Muy típico de Adam.
Kappa Beta no había hecho un acto de presencia de esta forma desde que el video se publicó, no habían dicho nada sobre él y nadie sabía qué significaba el video en contraste a lo que Kappa Beta era.
Todo el mundo estaba pendiente de Kappa Beta y tal y como Jude dijo, este era el mejor momento para el siguiente paso del plan.
Adam se aclaró la garganta intentando disimular sus nervios, mantener su talante serio y fuerte y todo el mundo le miró.
— Estudiantes de Harrow, creo que ya era hora de hablar sobre todo lo que ha pasado. Que ya era hora de terminar con las acusaciones y confesiones que se han dado con el nombre de Kappa Beta. — dice elevando la voz para que todo el mundo le escuche — En esta historia no somos las víctimas, ni tampoco los héroes. Hemos cometido muchos errores y difundimos durante mucho tiempo una imagen de Kappa Beta que no nos representaba, y a partir de ahora queremos hacer las cosas bien. Queremos dejar un legado de Kappa Beta que merezca la pena recordar.
Todo el mundo estaba pendiente de lo que Adam estaba diciendo, con sus teléfonos apuntando hacia él para después difundirlo.
— Así que en nombre de Kappa Beta queríamos pedir perdón.
Y la gente no tardó en empezar a murmurar.
Kappa Beta pidiendo perdón. No era algo que se viese todos los días.
— Perdón a todos los que han sufrido por nuestras humillaciones durante los años.— empezó a decir Adam.
— Perdón a todas las chicas a las que tratamos como no se lo merecían— dijo esta vez Ethan — No nos enorgullecemos de romper corazones, ni de usar a nadie, ni de engañar a nadie.
— Sentimos haberos hecho creer que éramos superiores, únicos e ideales. No lo somos— dice Chad — Somos unos niñatos, inmaduros, con muchas cosas a mejorar y con muchas cosas de las que nos avergonzamos.
— Queríamos pedir perdón a todas las personas que han estado involucradas en dramas de Kappa Beta de los que han salido perjudicados.
Las miradas de Kappa Beta danzan sobre Harper, sobre Edel, sobre Jack, sobre Celeste, sobre Brooke, sobre mí, sobre todas las personas que podían sentirse aludidas por la disculpa.
— Queríamos pedir perdón a Quinton, por los posibles daños ocasionados por parte de integrantes de Kappa Beta. — dice Adam echándole una mirada de reojo a Chad en tono de regañina.
Chad algo reacio a la disculpa mira hacia Quinton.
Quinton sonríe con orgullo y narcisismo.
— Queríamos pedir perdón a Alpha Phi, por todo lo que hemos hecho en su contra durante todos los años.
— Queríamos pedir perdón al equipo de Hockey, por no haber sido capaces de separar todos nuestros conflictos sin solucionar con el equipo. Como Capitán no estoy orgulloso de ello, y os aseguro que a partir de ahora no volverá a ocurrir. — dice Adam y se dirige a sus compañeros de equipo.
Ellos están de acuerdo y le restan importancia al asunto. Quinton no está tan de acuerdo pero le ignoran.
— Y sobre todo, queríamos pedir perdón a Keira Griffin— dice Adam haciendo que todo el comedor se sumiese en un completo silencio.
Keira se encoge en su sitio y se cruza de brazos al darse cuenta de que ahora todas las miradas están encima de ella. La han pillado desprevenida.
— Sentimos que nuestras acciones te hayan dado tanto para hablar, no era nuestra intención. No queremos esa imagen que has dado de nosotros, ni queremos esa superioridad que tú buscas arrebatarnos, ni esa popularidad que tenemos que tú tanto ansías — Adam sonríe encantado con sus propias palabras manteniendo su mirada fija en Keira y juraría que la podía ver temblar.— Puedes quedártelo todo, si es que puedes lidiar con ello.
Al rato Adam separa su mirada de Keira y ella sigue teniendo encima las miradas de todos, avergonzada, nerviosa, juzgada.
— Nos arrepentimos de muchas cosas, pero si hay algo de lo que Kappa Beta no se arrepiente es de defender a las personas que queremos. De defender nuestros ideales y defender lo que creemos que es justo e injusto, y eso sí que nos representa. Esos somos Kappa Beta. Estos somos nosotros, o la nueva versión de nosotros. — dice mirando alrededor a sus compañeros. — Para intentar remediar aunque sea una mínima parte de los errores cometidos estamos todos de acuerdo en que Kappa Beta será el primer benefactor y organizador conjunto a los organizadores de todos los años Alpha Phi de la fiesta de fin de curso— todo parecían sorprendidos por aquello, la fiesta de fin de curso de Harrow era algo grande para los de último año y todos odiaban las fiestas organizadas por Alpha Phi, a todos pareció encantarles la idea, menos evidentemente a Alpha Phi — Además, para celebrarlo, a partir de ahora las fiestas de Kappa Beta estarán abiertas a todos, no habrá restricciones y todos estáis invitados a venir a la próxima fiesta este viernes.
Increíble. Todo el mundo estaba asombrado, sin ser capaces de creerse que Kappa Beta hubiese hecho eso, hubiese quitado todas las restricciones que le separaban de la gente normal.
Las fiesta de Kappa Beta habían sido siempre exclusivas, no cualquiera podía ir, no todo el mundo era bienvenido, y que se hubiesen abierto las puertas a todo el mundo era algo raro de pensar.
Adam había acabado su discurso y todos se había sentado en la mesa para comer, todo el comedor hizo lo mismo.
Ocupé mi lugar en la mesa.
— ¿Cómo lo he hecho?— pregunta Ethan llegando a mi lado.
Yo le miro de reojo con una sonrisa sarcástica.
— Tampoco has hecho mucho, ha sido más Adam— digo.
Él se cruza de brazos ofendido y niega con la cabeza mientras todos los demás se sientan felicitando a Adam por su discurso.
— No has estado mal— digo después de unos minutos de silencio viendo que me mantenía la mirada de reprobación por mi falta de apoyo.
— Eso quería oír— me susurra de vuelta y un pequeño escalofrío me recorre el cuerpo. — Vendrás a la fiesta ¿verdad?
— No estoy segura— digo bromeando.
— Ni aunque vengas invitada por el mismo Ethan Nilsson.
— Ahora que todo el mundo puede ir tampoco me siento tan privilegiada si me invitas.— digo dedicándole una mirada graciosa.
Él encuentra mi mano por debajo de la mesa y yo trago saliva cuando él empieza a jugar con mi mano entre la suya.
— ¿Ni si quiera si vienes como mi acompañante?
Yo hago mi mayor esfuerzo por no sonrojarme.
— ¿Acompañante? ¿Eso qué significa?
— Significa que estoy a tu merced toda la noche, lo que tú quieras de mí en todo momento.— dice inclinándose peligrosamente hacia mí mientras entrelaza su mano con la mía por debajo de la mesa.
Mis mejillas ya estaban sonrojadas y no había forma de retroceder.
Se escucha a Adam aclararse la garganta al otro lado de la mesa y Ethan se separa de mí.
— Sabes las reglas, nada de cariñitos en la mesa, estamos comiendo— regaña a Ethan con una sonrisa bromista cuando ve mis mejillas sonrojadas.
— Perdón— se excusa Ethan encantado de que ahora todas las miradas estén encima de nosotros y encantado de hacerme pasar la vergüenza de mi vida.
Brooke me sonríe y niega con la cabeza emocionada por mí.
Yo sonrío de forma nerviosa y me centro en mi comida.
— ¿Entonces?— pregunta Ethan ahora desde su sitio.
Yo le ignoro como puedo haciendo como que no le he escuchado, pero él mucho más inteligente que eso y no soporta que no le preste atención.
No tarda en aferrarse a mi mano que aún sostenía bajo la mesa y acaricia con delicadeza mis nudillos causándome un escalofrío forzándome a que le preste atención.
— Vale, sí, lo acepto— digo soltando su mano bajo la mesa.
Él me sonríe y sin decir nada más se centra en su comida.
Ahora al menos tenía algo claro. Ethan no iba a dejar que nunca volviese a no prestarle atención.