He tratado de alcanzar la perfección,
y con ello sólo conseguí perderme a mí misma.
Con pies fríos y fatigados,
con un alma sombría y agonizante,
con una vida que lento se me va escapando.
He roto el espejo en millones de pedazos
y la imagen que ahora produce
es abstracta, difusa e inentendible.
Así que destrozo mi propio cuerpo,
me encajo en cada una de las piezas,
y rezo por un milagro.
Rezo por conocer la imagen que construyo,
rezo porque mi esencia se conserve
y no la corroan las desgracias.
Rezo porque la muerte no se lleve todas mis piezas
y me deje intentar reconstruirme.
Antes de que sea tarde.
Esta vez más bella.
Esta vez perfecta.