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🧬 RIDE OR DIE !
sixty—four; tú & yo
Regresar a Alexandria siempre será placentero, es mi hogar y siempre será así. Alexandria está lleno de tantos recuerdos que nunca podré olvidar. Recuerdos buenos, como recuerdos malos, pero todos esos son lo que hace tan especial a Alexandria.
Suspiré, recargando mi espalda sobre el respaldo de la silla al estar tanto tiempo agachada cuidando a Glenn, que por cierto, apenas comenzó a gatear y la emoción de ver a tu hijo comenzar a hacer cosas por sí solo es emocionante, pero a la vez nostálgico al verlo crecer tan rápido.
—Estar tanto tiempo en esa posición hará que tengas problemas con tu columna, Nydia —volteé al escuchar la voz de Eugene detrás de mí.
—Buenos días para ti también, Eugene —le sonreí con ironía y le agradecí cuando me lanzó una manzana —. Creo que mi columna puede resistir un tiempo más después de cargar a dos niños dentro de mí por nueve meses.
Él rió, sentándose en el piso para jugar con Glenny. —¿Y Max?
—En clases. Después irá a casa de Aaron a pasar la noche con Gracie, ella realmente me suplicó para que fuera.
Ambos volteamos al escuchar la puerta abrirse y mi sonrisa se agrandó cuando vi a mi mamá con mi hermana entre sus brazos. —Hay reunión familiar y no avisan. A eso lo llamo caer bajo.
Me levanté del sofá para ir a abrazarlas, ella me recibió el abrazo con gusto. Hace tiempo que no sentía la cálidez de abrazar a mi madre después de la muerte de Henry... Al ya no tenerlo aquí traté de tener la mente despejada en otras cosas, principalmente en cuidar a los niños, Carl dice que comencé a sobreprotegerlos pero es inevitable hacerlo. Ya perdí a un hijo, no pienso perder a otro.
Tomé a Coco entre mis brazos, meciéndola de un lado a otro. —Extraño cuando Max y Glenn eran así de pequeños —murmuré con nostalgia, acariciando la mejilla de mi pequeña hermana de tres meses.
—Los niños aún son pequeños —habló mi madre, acariciando mi hombro con suavidad.
Asentí, ladeando un poco mi cabeza. —Lo sé... Es solo que han pasado muchas cosas últimamente, y ambos están creciendo más rápido de lo que pensé. Max ya está aprendiendo a usar armas y Glenn... él en poco tiempo comenzará a caminar por sí solo.
—Cariño, todas las madres pasamos por eso... Yo lo pasé cuando Abraham te enseñó a usar una pistola por primera vez y cuando comenzaste a salir con Carl. El día de tu boda supe que la niña que crié había crecido y ya no me necesitaba más... Y en un abrir y cerrar de ojos mi hija ya es madre. ¿En qué momento? No lo sé. Lo único que tengo claro es que tus hijos siempre serán esos niños pequeños que viste crecer, y son una parte de ti que nadie puede quitarte, apesar de que ya no estén aquí.
Abracé a mi esposo con fuerza una vez que los demás del consejo salieron de la habitación. Él recostó su cabeza en mi pecho, aferrándose a mi cintura. Pasé mis dedos por su cabello, dejando mimos que logran tranquilizarlo pues dejó de estar tenso a relajar sus músculos y su respiración dejó de ser pesada para volverse serena.
Apenas es medio día y el estrés comienza desde que uno despierta. El tema de los susurradores tiene a muchos en pánico al tener a la hija de Alpha entre nuestros muros, pero Lydia es solo una niña que no tiene la culpa de las acciones de su madre, y es por esa razón que Carl y yo tenemos todos los ojos puestos sobre nosotros por acceder al último deseo de mi hijo antes de morir.
—Estoy agotado —musitó, separándose levemente de mí para tomar mi cadera y sentarme sobre su regazo —. La gente está volviéndose loca, y yo comienzo a hacerlo. Una señora me aventó una papa a la cabeza, ¿puedes creer eso? —sus labios se entre abrieron con indignación.
Reí un poco, rodeando su cuello con mis manos. —Bueno, puedo decirle a Gabriel o Siddiq que te reemplacen por el resto del día y pases ese tiempo a solas con tu esposa, Max está con Gracie y Glenn con Eugene. Sin hijos. Sólo tú y yo.
Una sonrisa ladina se mostró en sus labios. —Eso suena perfecto —dijo en un susurro, metiendo sus finos dedos por debajo de mi camisa para acariciar mi piel.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando Carl trazaba líneas en mi espalda con las yemas de sus dedos. —Así que... Sólo tú y yo, ehh.
Reí por lo bajo, golpeando su pecho con suavidad, él como respuesta se aferró más a mí como koala. —Eres como un bebé llorón, un gigantesco bebé llorón.
—Bueno, al menos soy tú bebé llorón.
Las caricias de mi esposo sobre mi abdomen hacían que mi piel se enchinara ante el frío tacto de sus dedos con mi cálida piel. Su aliento chocaba con mi cuello pues él se encontraba recostado sobre mí, abrazándome y recorriendo con sus dedos de mis muslos a mi abdomen, haciéndolo una y otra vez.
—Aún te pones nerviosa cuando te toco —susurró en mi oído.
Sonreí con nerviosismo, jalando su camisa para estampar sus labios sobre los míos de forma desesperada. Su agarre de mi cadera se hizo más fuerte que juraría que cuando quite sus dedos de mi cadera se quedarían marcados en mi piel.
Nuestros labios se movían con sincronía pero de una manera acelerada, bajé mi mano de su camisa para meterla debajo de esta, acariciando con las yemas de mis dedos la piel de su torso marcado. Él se separó primero para soltar un suspiro echando su cabeza hacia atrás dejando su cuello y su mandíbula marcada a mi vista, sonreí con satisfacción al saber sus puntos débiles de su cuerpo y las sensaciones que estas provocan en él y en mí. En el descuido de mi esposo rodé para quedar a horcajadas sobre él. Sonrió ladinamente, agarrando mi cintura pegándome más a él.
Incliné mi cuerpo hacia el frente haciendo que nuestros pechos chocaran, mis labios llegaron a su cuello donde comencé a repartir besos húmedos desde su mandíbula hasta sus clavículas. La respiración de él se volvió pesada, soltando suspiros cada vez más fuertes sintiendo como su cuerpo se tensaba con cada movimiento que yo hacía sobre él.
—Mierda... —musitó entre suspiros cuando succioné la piel de su cuello.
Cuando iba a dejar la cuarta marca sobre su piel mi esposo jaló mi cabello con suavidad obligándome a separarme de él. —Mi turno —susurró en mi oído, mordiendo el lóbulo de mi oído.
Carl giró con algo de brusquedad mi cuerpo para que quedara debajo de él pero antes de acercarse a mi cuerpo retiró mi playera aventándola a cualquier lugar de nuestra habitación, de igual manera hice lo mismo con su camisa, así quedando ambos con nuestros torsos desnudos. El contacto de su piel fría con la mía hizo que arqueara la espalda en busca de su contacto.
—No te alejes —susurré, rodeando su cuello con mis manos.
Él negó, acariciando mi rostro con delicadeza, su mano enrolló mi cuello de la misma manera en la que yo tenía mis manos. Sus labios trazaron un camino húmedo de mi mandíbula hasta el inicio de mis pechos, a la vez que jugueteaba con los tirantes de mi sostén.
Carl rodeó mi cintura con una de sus manos, alzándome con suavidad mientras que con la otra logró desabrochar mi sostén con facilidad, tirándolo a un lado de la cama dejando mi torso totalmente desnudo ante él.
El calor en la habitación realmente se podía sentir. Mi esposo se separó levemente de mí para despojarse de sus pantalones y de su ropa interior, haciendo lo mismo con los míos y con mis bragas.
—Eres hermosa —murmuró embobado, mirándome con esa mirada azulada que provocaba mil emociones en mí, mientras recorría mi cintura y mis muslos con sus manos.
Su cadera se pegó a la mía sintiendo su desesperación de que nuestros cuerpos se unan. Jadeé en su oído al sentirlo tan cerca. Carl incrustó sus dedos en mi cintura provocando un quejido por mi parte, a él no le importó mucho eso pues buscó mis labios con desesperación, besándome con rudeza y mordiendo mis labios con suavidad. Él se separó de mí, dejando que lo mirara con detenimiento.
Sonreí embobada recordando nuestra primera vez. Ha pasado demasiado tiempo de eso y por obvias razones nuestros cuerpos han cambiado. La mandíbula de Carl se definió más, y ahora allí comienza a salirle barba, su cabello corto lo hace ver más maduro y más atractivo.
Suspiré, saliendo de mis pensamientos al sentir las manos de mi esposo sobre mis pechos. Balbuceé su nombre, echando la cabeza hacia atrás dejándole paso directo a toda esta zona haciendo que él no dudara ni un segundo en pegar sus labios sobre la piel de mi pecho, dejando besos húmedos y marcas de sus dientes. Enredé mis dedos sobre su cabello, enrollando mis piernas sobre su cadera para sentirlo más cerca comenzando a sentir la gigantesca desesperación de tenerlo.
—Carl —dije su nombre entre gemidos, sintiendo espamos recorrer mi cuerpo cuando su rodilla rozó mi entre pierna.
—Estás tan desesperada de que te dé atención —musitó, rozando nuestros labios —. Yo estoy igual.
Respondió entre jadeos, separándose levemente de mí para extender su brazo hacia un cajón donde sacó un preservativo, no tardó nada en abrirlo y colocarlo por todo su miembro. Se acercó nuevamente hacia mí, posicionando mis piernas en cada lado de su cadera. Sus labios rozaron los míos hasta unirlos en un beso totalmente desesperado a la vez que entraba en mí, me separé del beso para soltar el gemido retenido cuando comenzó a moverse en un vaivén lento y tortuoso.
Encajé mis uñas en su ancha espalda al sentir mi vista nublarse con lágrimas ante el placer que estaba sintiendo cuando él aceleró sus movimientos provocando que su cadera chocara constantemente contra mi punto más sensible.
Lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de nuestros cuerpos chocar de manera desenfrenada, nuestras respiraciones agitadas y los jadeos y gemidos que provenían de ambos. Una ligera capa de sudor nos cubría a ambos por lo que nuestro cabello se adhería a nuestras frentes, dirigí una de mis manos para retirar los mechones, sin embargo, Carl quitó mi mano con rapidez para estamparla contra las sabanas y entrelazarla con la suya sintiendo como se tensaba al estar tan cerca de venirse. Apreté su agarré, encajando mis uñas en el dorso de su mano, echando la cabeza hacia atrás dando más acceso a mi cuello repleto de sus marcas, jadeé cuando sus labios volvieron a besar la piel de mi cuello.
Apreté con más fuerza mis piernas alrededor de su cadera y arqueé mi espalda sintiendo como tocaba mi punto G. Sus estocadas pasaron de ser rápidas a hacer lentas pero con fuerza, empujando todo de él hacia mí, sentí mis piernas temblar y el nudo en mi vientre que pedía a gritos que se liberara. Fue cuestión de algunos minutos para que ambos llegaramos al tan esperado clímax, dejando salir nuestros gemidos de alivio.
Carl salió de mí, dejándose caer sobre mi pecho tratando de controlar nuestras respiraciones agitadas. Él se levantó, retirando el preservativo y amarrándolo para botarlo en el cesto de basura y de inmediato regresó a la posición que segundos antes se encontraba.
Abracé a mi esposo, acariciando sus brazos y besando su cabeza. Él se acurrucó entre mi pecho, cerrando su ojo tratando de regular su respiración al igual que yo, realmente sentía que los latidos de mi corazón sumamente fuertes que podía escucharlos, y Carl también pues sonrió mientras dejaba un besito en mi pecho.
—Te amo, amor —balbuceé, recorriendo toda su espalda desnuda con las yemas de mis dedos.
—Te amo, cariño.
────── (🪐) AUTOR'S NOTE
si me funan recuerden que son mayores de edad, casados y con dos hijos 😠
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diivolved ♡