Sirius Black estaba sentado en la esquina de su celda sin hacer casi nada cuando el revelador avance del frío indicó que un Dementor se acercaba por el estrecho pasillo hacia su celda.
Apretando los dientes, Sirius se armó de valor para la llegada de la criatura, haciendo contacto visual en el camino con su vecino, quien tenía una mueca similar en su propio rostro.
Cerrando los ojos con fuerza, Sirius inhaló y exhaló lentamente. Sabía que la criatura estaba justo afuera de su celda cuando el aire pareció congelarse en sus pulmones y cada respiración se volvió dolorosa. Escuchó a la criatura susurrar con su voz antinatural: "Visitante, Black".
Con los llamativos ojos grises abiertos de par en par en estado de shock, Sirius miró bruscamente hacia la entrada de la celda, mirando a través de los barrotes para ver al Dementor esperado pero también a un visitante inesperado.
El Dementor se alejó en silencio, llevándose consigo esa horrible sensación de pavor.
"A qué debo el placer de una visita tuya después de casi siete años", preguntó Sirius con la voz ronca por el desuso.
Albus Dumbledore estaba de pie en los barrotes de su celda, penetrantes ojos azules fijos en él desde detrás de sus familiares gafas de media luna.
El hombre sacó su varita, agitándola a su alrededor y sin duda estableciendo una barrera de privacidad a su alrededor para que nadie más pudiera ver o escuchar. Una vez que el espacio estuvo seguro, Dumbledore se inclinó, atrapando los ojos de Sirius con los suyos.
"¿Eras el guardián secreto de James y Lily?"
Manteniendo el contacto visual, Sirius respondió con los dientes apretados: “No. Peter Pettigrew lo era. Los traicionó”.
Dumbledore usó el contacto visual para zambullirse en la mente de Sirius, que no ofreció resistencia a pesar de que sabía que el hombre era un experto en oclusión. Su tiempo en Azkaban había hecho jirones en los bordes de su mente, por lo que Dumbledore simplemente hojeó lo que necesitaba, retirándose una vez que estuvo satisfecho.
Su rostro cayó de inmediato y dijo con tristeza: “Perdóname, hijo mío. Te he fallado de la manera más grave.
Sirius no dijo nada, observando al hombre con una expresión en blanco en su rostro demacrado. Sus ojos grises brillaban en las sombras de la celda, envueltos en un halo en su masa de pelo negro y enmarañado que le llegaba casi hasta los codos.
Dumbledore suspiró como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros, levantando las manos para agarrar los barrotes de la celda de Sirius.
"¿Me dirás qué pasó realmente esa noche?"
Sirius giró su cabeza hacia atrás para golpear la piedra detrás de él, manteniendo un contacto visual ininterrumpido todo el tiempo con Dumbledore.
"Te lo diré, si me dices por qué estás aquí, después de todo este tiempo, Albus".
"Harry, es por eso que estoy aquí", dijo Albus.
Sirius se sentó inmediatamente, cualquier apariencia de calma se había ido.
"¿Por qué, él está bien?" preguntó desesperadamente, tropezando con sus pies. Sus harapos de prisionero colgaban de su delgado cuerpo, haciéndolo parecer pequeño a pesar de que era un hombre alto.
Albus soltó las barras, levantando las manos como si pudiera calmar a Sirius con el mero movimiento. “Él está bien, por ahora. Pero está bajo la custodia temporal de Gareth Greengrass, un mago oscuro. Se acaba de realizar una Prueba de Herencia, y te deja a ti o a tu abuelo como sus posibles tutores.” Tomando un tono amable, de abuelo, Dumbledore preguntó: "Sirius, hijo mío, ¿por qué adoptaste mágicamente a Harry?"
“¿Por qué Gareth Greengrass tiene la custodia de mi ahijado?” preguntó Sirius, confundido, ignorando la pregunta de Dumbledore sobre la adopción mágica.
Frustrado porque Sirius ignoró la pregunta por completo, Dumbledore respondió: “Es una larga historia, Sirius, y tengo muy poco tiempo para explicar. Todo lo que necesitas saber es que por tu acción de adoptar a Harry, tu abuelo ahora obtendrá la custodia de él. A menos que aclaremos tu nombre.
Sirius inclinó la cabeza hacia un lado, como un depredador midiendo presas pequeñas. "¿Y limpiarás mi nombre, Albus?"
“Dime qué pasó, Sirius. Compartiré el recuerdo de esta conversación con el Wizengamot para que vuelvan a abrir su archivo”, subrayó Dumbledore.
Sirius volvió a sentarse en el suelo de su celda lentamente, ordenando sus pensamientos.
“Como saben, James y Lily me pidieron que fuera su guardián secreto. Sin embargo, fue idea mía usar a Peter Pettigrew en su lugar, porque creía que desorientaría a la gente, la mayoría de los cuales asumiría con justicia que yo era el guardián secreto, siendo el mejor amigo de James”.
Sirius miró directamente hacia la pared al otro lado de su celda, sus ojos grises distantes y continuó: “Cuando sonó la alarma en mi casa, pensé que debía ser un error. Pero cuando llegué a Godric's Hollow esa noche vi que la casa se había derrumbado parcialmente. Peter había traicionado a James y Lily con Voldemort. Corrí adentro. Encontré... en el rellano de las escaleras al segundo piso que estaba... James estaba-” Sirius se atragantó, haciendo una pausa para inhalar y exhalar profundamente por un momento, con el rostro enrojecido por el dolor.
Y dulce Lily, estaba acostada junto al catre de Harry. Se había arrojado entre Harry y Voldemort. Harry estaba gritando, le sangraba la frente, así que lo levanté y lo consolé. Se limpió la cabeza. Todo lo que sabía era que tenía que sacarlo de esa casa, era estructuralmente inestable. Y sus padres estaban... Necesitaba sacarlo.
Sirius respiró entrecortadamente, todavía mirando a la pared opuesta y no a Dumbledore, escuchando en silencio.
“Para cuando tropecé afuera, Rubeus Hagrid había llegado. Me dijo que le diera a Harry, que tenía órdenes de llevar a Harry con la hermana de Lily, Petunia. Discutimos y perdí los estribos. Mis amigos estaban muertos, Harry estaba llorando, y en el fondo de mi mente sabía que Peter, esa escoria traidora, probablemente estaba escapando mientras yo estaba discutiendo. Así que le di Harry a Hagrid, y también le di mi moto encantada, le dije que no la necesitaría. Iba tras Peter.
Las manos de Sirius se apretaron en puños y gruñó, “Lo rastreé durante toda la noche. Iba a hacerle pagar por lo que había hecho, a sus amigos. Lo acorraló en un pueblo muggle justo después del amanecer. Peter comienza a gritar como un maníaco que fui yo quien traicionó a James y Lily, y antes de que pudiera hacer algo, se cortó el dedo meñique y luego lanzó una maldición entre nosotros. Logré protegerme justo a tiempo, pero no pude hacer nada por los muggles que se habían reunido a nuestro alrededor”.
“Para cuando recuperé mis sentidos, la calle había sido destrozada, doce personas inocentes estaban muertas, y Peter había usado el caos para transformarse en su forma animaga de rata y desaparecer en las alcantarillas, que habían sido expuestas desde el explosión. Es un animago ilegal”, dijo Sirius, mirando a Dumbledore. Sabiendo que esto se usaría para un recuerdo de Pensieve para el Wizengamot, omitió su propia habilidad de animago y el hecho de que Dumbledore sabía sobre los experimentos de él, James y Peter. Sin mencionar a Remus, pero esa era otra historia.
Dumbledore asintió con la cabeza; agradecido Sirius no dio más detalles sobre ese punto, un brillo en sus ojos azules.
“Admito que lo perdí después de eso. Mi mejor amigo y su esposa estaban muertos, mi otro amigo los había traicionado, había matado a más personas inocentes y ahora simplemente se había escapado. Los Aurores aparecieron y me arrestaron, pero no podía dejar de reír hasta que finalmente estaba llorando. Me llevaron directamente al Ministerio. Fui llevado ante Crouch, quien me sentenció a cadena perpetua en Azkaban. No me dio un juicio. Me arrastraron y me arrojaron a esta celda”, dijo Sirius sin tono, señalando el espacio a su alrededor.
“¿Estás dispuesto a testificar bajo Veritaserum? Dumbledore preguntó con calma.
"Lo soy", respondió Sirius. "Soy inocente. Todo lo que quiero es salir de aquí y cuidar de Harry. Lo adopté, porque James y Lily querían que yo estuviera allí para Harry si les pasaba algo”.
Dumbledore inclinó la cabeza en comprensión, una sonrisa amable apareció en su rostro marchito. “Compartiré esto con el Wizengamot lo antes posible. Primero, debo informar a la Orden de la verdad y luego reunir a mis aliados dentro del Wizengamot para asegurarme de que apoyen mi moción para reabrir su archivo. Te conseguiremos un juicio y luego serás libre de asumir la tutela de Harry.
Una mirada seria cruzó el rostro de Dumbledore y dijo suavemente, “Espero que puedas perdonar a un anciano por su falta de fe, Sirius. Más bien espero que todavía puedas contar conmigo como amigo y aliado.
Sirius se encontró con los ojos de Dumbledore, grises fijos en azules mientras respondía con la misma suavidad: —Hay agua debajo del puente, Albus. Estás haciendo las paces sacándome de aquí y de vuelta con Harry.
Esos penetrantes ojos azules permanecieron fijos en Sirius por un largo momento, el silencio se extendía entre ellos. Finalmente, Dumbledore sonrió y respondió: "Una vez que estés fuera, tendremos que volver a reunir a la vieja multitud, volver a incorporarte a la Orden".
—Prefiero pensar que primero necesitaré tratamiento médico y apoyo, Albus —dijo Sirius en tono de broma, pero había una nota de tensión en sus palabras.
“Por supuesto, muchacho, por supuesto que tu salud es lo primero. Te necesitamos lo suficientemente bien como para tomar la custodia de Harry después de todo —le aseguró Dumbledore.
"Esperaré a escuchar cualquier noticia sobre mi próximo juicio, Albus", dijo Sirius, un despido implícito en sus palabras. El rostro de Dumbledore se tensó ligeramente y Sirius agregó: "No olvidaré lo que has hecho por mí".
Suavizando la expresión, Dumbledore respondió: "Te veré pronto, con suerte en tu audiencia con Wizengamot antes de que seas absuelto de todos los cargos". Probablemente ni siquiera necesitemos un juicio, si testifica bajo Veritaserum”.
Sirius asintió con la cabeza, observando cómo Dumbledore vacilaba, antes de girar sobre sus talones para irse.
Agitó la mano en una impresionante exhibición de magia sin varita, derribando la sala de privacidad cuando se fue, las túnicas índigo moviéndose a su alrededor.
Sirius se sentó en silencio por un rato, hasta que estuvo absolutamente seguro de que el hombre estaba fuera de su sección de la prisión, si es que no estaba saliendo de la isla.
Una mueca se curvó en su rostro y se pasó una mano por la frente con cansancio.
"¿Charla agradable?" preguntó su vecino al otro lado del corredor, apoyándose casualmente contra los barrotes de su propia celda, con los brazos colgando.
Sirius lanzó una mirada plana hacia el otro hombre.
Su vecino se rió un poco entrecortadamente, lo que degeneró en una tos de pecho. Su delgado cuerpo fue destrozado por unos momentos con la fuerza de su tos, antes de recuperar el aliento. Sin embargo, todavía había una sonrisa en su otrora hermoso rostro, mientras miraba de nuevo a Sirius. "¿Qué quería Dumbledore de ti?"
“Mi lealtad, creo. A cambio de que me consiga un juicio —murmuró Sirius.
"Morgana, ¿crees que si le prometo mi lealtad, me conseguirá uno?" dijo el otro hombre burlonamente, con los ojos azul cobalto muy abiertos.
"Ah, pero tú eres un mago oscuro Lestrange, y yo soy un mago oscuro que juega bien con la luz. Me temo que somos una raza completamente diferente", respondió Sirius.
"Verguenza. Piensa en mi lamentable trasero cuando estés deambulando afuera otra vez”, bromeó Lestrange.
"Haré más que pensar en ti, Lestrange", prometió Sirius en voz baja.
El joven se quedó inmóvil, sus ojos azul oscuro fijos en Sirius. "No hagas promesas que no puedas cumplir, Black".
“No lo haré,” dijo Sirius suavemente.
Rabastan Lestrange lo miró fijamente, con el rostro en blanco. Tenía solo veinticinco años, habiendo tenido dieciocho cuando fue arrestado por la tortura de Frank y Alice Longbottom, junto con su hermano mayor, su cuñada y el ahora muerto Bartemius Crouch Junior.
Pero su tiempo en Azkaban no había sido amable con el joven: Sirius era tres años mayor que él a los veintiocho años, pero parecía años más joven. Fue gracias a la habilidad de Sirius de transformarse en su forma Animagus para escapar de la presencia de los guardias Dementor la mayoría de las noches.
Rabastan Lestrange, para su crédito, en los casi siete años que habían sido vecinos, nunca había dicho una palabra sobre la habilidad de Sirius.
Sirius ni siquiera se avergonzó de admitir que había venido a ver a Rabastan Lestrange como una especie de amigo. Tal vez porque no había nadie más con quien hablar en su sección, por lo que no había otra opción si ambos no querían perder realmente la cabeza.
También era dolorosamente consciente del hecho de que Rabastan había sido muy cercano a su hermano Regulus: habían estado juntos en el mismo año en Slytherin. Sirius a veces se preguntaba si Rabastan lo miró y vio a su amigo muerto, o tal vez solo era Sirius que estaba empezando a perder el control de la realidad.
“Te mereces un juicio,” susurró Sirius en el silencio.
—También Barty —murmuró amargamente Rabastan.
En algún lugar entre las noches horriblemente frías y los largos y agonizantes días de su encarcelamiento, Sirius le había contado a Rabastan su historia, y Rabastan le había contado la suya.
Una vez furioso con el hombre por torturar a sus amigos Frank y Alice Longbottom, Sirius ahora entendía que Rabastan y 'Barty', como Rabastan llamaba a Bartemius Crouch Junior, no habían sido más que vigías esa noche. Aunque habían ayudado a derribar las protecciones de Longbottom con Rodolphus Lestrange y la prima trastornada de Sirius, Bellatrix, no habían tomado parte en la tortura de la pareja de aurores. Sin mencionar que ambos tenían dieciocho años y tenían derecho a descuentos de sentencia por ser menores de veintiún años.
Puede que sea demasiado tarde para ayudar a Barty, pero Sirius estaba decidido a que una vez que él estuviera fuera y su ahijado estuviera a salvo bajo su custodia, haría que Crouch pagara por sus acciones.
Dumbledore parecía satisfecho con lo que Sirius le había permitido ver cuidadosamente en su mente, viendo solo el daño en su cabeza y no la mente calculadora debajo. Sirius le había dicho que todo era agua debajo del puente entre ellos, pero la verdad era que Sirius ya había decidido quemar sus puentes con Dumbledore el día que el hombre lo abandonó para enfrentarse a Azkaban.
Si pensaba que darle a Harry a Sirius lo haría más accesible para Dumbledore cuando volviera Voldemort, se esperaba una sorpresa desagradable.
Sirius había terminado de pelear en la guerra de Dumbledore, y de ninguna manera iba a dejar que el anciano obligara a su ahijado a entrar en ningún conflicto.
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El paso del tiempo era algo difícil de comprender en Azkaban, pero Sirius estaba bastante seguro de que no había pasado mucho tiempo desde que Dumbledore había ido a verlo. Sin embargo, el susurro escalofriante de "Visitantes, Black" hizo que Sirius se preguntara si había pasado más tiempo sin que él se diera cuenta.
Al ver la mirada con los ojos muy abiertos de Rabastan al otro lado del pasillo, Sirius arqueó una ceja al otro hombre con incredulidad.
Sirius se inclinó hacia adelante con atención para ver el rostro familiar de su abuelo, Arcturus Black, y otro hombre a su lado que le parecía vagamente familiar a Sirius.
"Debe ser la semana más ocupada del año", murmuró Rabastan con incredulidad, captando brevemente la atención del abuelo de Sirius y del otro hombre que estaba con él.
Mientras Arcturus Black se acercaba a la celda de su nieto murmurando sobre los Dementores, y aún sin poder lanzar el encantamiento Patronus en la isla, Sirius observó cómo el hombre familiar asentía a Rabastan con un cortés "Sr. Lestrange".
"Lord Greengrass", respondió Rabastan con frialdad, con toda la dignidad que pudo reunir dada su condición.
Sirius se enderezó ante eso, sus ojos grises se clavaron en el hombre, que ahora se estaba volviendo para mirarlo. "¿Por qué tienes la custodia de mi ahijado?", exigió Sirius.
Los ojos de Lord Greengrass se deslizaron casi imperceptiblemente hacia Rabastan, y luego de regreso a Sirius. Era obvio que no iba a hablar hasta que hubiera un hechizo de privacidad en su lugar.
Rabastan puso los ojos en blanco, retirándose más atrás en su celda mientras murmuraba: "No te preocupes por mí, solo finge que no estoy aquí".
Lord Greengrass sacó su varita, lanzando los encantamientos necesarios a su alrededor que evitarían que Rabastan, o cualquier otra persona, incluidos los dementores, vieran o escucharan.
"¿Cómo sabes que tengo la custodia de Harry?" preguntó el hombre con cautela, una mirada sospechosa en sus ojos mientras miraba a Arcturus.
"Responde a mi pregunta y tal vez yo responda a la tuya", respondió Sirius con una sonrisa feroz.
“Sirius”, Arcturus suspiró con exasperación, luego tranquilizó a Lord Greengrass, “No le he dicho nada, como sabes, lucho por visitar a mi nieto tal como está. Y los reclusos de Azkaban apenas pueden recibir correo. Debe haberse enterado por alguna otra fuente.
Arcturus fijó a Sirius con sus ojos de ónix, la mirada era familiar. Podría haber funcionado en Sirius cuando era niño cuando se escapó de sus lecciones y su abuelo vino a buscarlo, pero apenas lo impactó como un hombre adulto.
Mientras Sirius obstinadamente permanecía en silencio, la expresión en el rostro de su abuelo se oscureció, y Sirius realmente sintió una punzada de vieja inquietud infantil ante esa mirada dirigida a él. Quizá todavía tenía algún control sobre él después de todo.
"No sois los únicos que han venido a visitarme esta semana", dijo Sirius a regañadientes.
Los ojos azules de Lord Greengrass se abrieron sorprendidos y preguntó: "¿Quién vino a visitarte?"
Al ver la mirada intensa de su abuelo en su periferia, y sabiendo que no tenía el verdadero poder aquí para amenazar a Lord Greengrass para que explicara por qué Harry estaba bajo su custodia, Sirius suspiró y respondió: "Dumbledore".
Arcturus escupió una maldición sorprendentemente asquerosa. La boca de Sirius se abrió y murmuró: "Abuelo". No pudo resistir la risa sorprendida que brotó al escuchar al hombre maldecir.
"Cállate la boca, Sirius, es grosero", dijo su abuelo con un resoplido de desaprobación, como si no acabara de maldecir como el mejor de los borrachos de Knockturn Alley.
“Vino a verificar su inocencia”, dijo Lord Greengrass, en lugar de preguntar.
"Y verifica que lo hizo, aunque estoy seguro de que se está tomando su dulce tiempo para llamar a la reunión de Wizengamot que me prometió, para darme una maldita prueba", murmuró Sirius.
“Entonces es verdad, nunca tuviste un juicio,” preguntó Lord Greengrass, observando el rostro de Sirius de cerca. Ni siquiera se inmutó ante la apariencia demacrada de Sirius, pareciendo estar en una reunión de negocios y no parado en Azkaban rodeado por cientos de Dementores.
"He hablado de esto suficientes veces", murmuró Sirius, repentinamente exhausto. Se pasó una mano por su cabello larguirucho y enmarañado, arrepintiéndose de inmediato. Con una mueca de desagrado, se limpió la mano en los trapos de la prisión y espetó: “Soy inocente. No traicioné a James y Lily. Peter Pettigrew lo hizo. Fui tras él. Me incriminó por su traición, se cortó un dedo, lanzó una maldición explosiva y se transformó en su forma animaga no registrada. Escapó a las alcantarillas, como la rata que es. Los Aurores me atraparon, me llevaron al Ministerio, me llevaron frente a Crouch, quien no me dio la oportunidad de hablar para defenderme antes de sentenciarme a cadena perpetua en Azkaban”.
Sirius abrió los brazos y declaró: "Ya están todos atrapados".
En lugar de ofenderse por la brusquedad de Sirius, Lord Greengrass pacientemente asintió con la cabeza y dijo: “Gracias. ¿Supongo que describió esta narración con cierto detalle para Dumbledore, y él le dijo que presentará el recuerdo de su conversación en una reunión de Wizengamot?
“Correcto,” dijo Sirius, ojos grises entrecerrados con sospecha. "Ahora, ¿por qué mi ahijado está bajo tu custodia?"
Lord Greengrass miró de soslayo a Arcturus y luego a Sirius, cuyos ojos grises nunca habían dejado su rostro. “No le he dicho a Lord Black las circunstancias exactas de cómo Harry llegó a mi custodia. Sin embargo, dado que ambos son formalmente reconocidos como posibles guardianes de Harry como su pariente directo más cercano, se me permite hablar de esto con ambos".
Antes de que Sirius pudiera volver a perder los estribos, Lord Greengrass explicó: “Soy el jefe de la Agencia de Protección Infantil. Puse a Harry bajo mi custodia temporal cuando lo alejé de sus abusivos parientes muggles la semana pasada.
Por un momento, Sirius Black pareció tallado en piedra, por toda la emoción y el movimiento que mostraba. Lord Greengrass y Arcturus se tensaron, listos para una explosión de furia.
En cambio, una mirada serena apareció en el rostro de Sirius e informó a ambos hombres con calma: "Voy a matarlos".
“Preferiría que no, nieto, si vas a ser liberado de Azkaban pronto. Sería una pena que volvieras directamente”, comentó Arcturus a la ligera, pero sus rasgos patricios estaban cargados de una especie de ira fría cuando escuchó la confirmación de Lord Greengrass de que Harry había sido abusado.
“Quiero saberlo todo,” insistió Sirius.
“No tenemos mucho tiempo,” murmuró Lord Greengrass disculpándose. "Puedo proporcionarle todo su archivo del Ministerio cuando sea liberado, como será su derecho como su padre adoptivo".
“Padrino,” insistió Sirius inmediatamente. “Tenía un padre, su nombre era James”. Había una expresión testaruda en su rostro. Entonces, de repente, una mirada perdida cruzó el rostro de Sirius. ¿Qué debe pensar de mí? graznó.
Lord Greengrass observó a Sirius por un momento, antes de meter la mano en un bolsillo y sacar un sobre sellado. Consideró el sobre por un tiempo, antes de decir suavemente: “Harry ha escrito esta carta para ti. Quería venir él mismo”, aquí Sirius hizo un sonido herido, como un animal siendo pateado. “Pero, por supuesto, los niños tienen prohibida la entrada a la isla. No sé lo que hay dentro de esta carta. Lo escribió creyendo que serías tú quien traicionaría a sus padres, así que dudo en dárselo a…
Sirius se acercó directamente a los barrotes, extendiendo su brazo a través de uno de los huecos, exigiendo la carta en silencio.
Lord Greengrass suspiró y colocó la carta en la mano extendida de Sirius. El hombre rápidamente llevó la carta a su corazón, acunándola como si fuera el objeto más preciado del mundo.
"¿Por qué Dumbledore aún no convocó una reunión de Wizengamot si cree en mi nieto?" Arcturus pidió romper el silencio que había caído cuando Sirius agarró la carta de su hijo adoptivo como un salvavidas, independientemente de su contenido.
Sirius habló para decir; “Dijo que estaba reuniendo a la Orden del Fénix primero para avisarles. Luego se pondría en contacto con sus aliados de Wizengamot para obtener su apoyo primero antes de hacer una moción para reabrir mi archivo”.
"¿La Orden todavía está activa?" Lord Greengrass preguntó atentamente.
Sirius lo miró detenidamente, antes de decidir que ya no le importaba un carajo y confirmó: “Parece que sí. Dumbledore también parece pensar que me volverá a instalar una vez que salga de prisión.
Arcturus se burló mientras Lord Greengrass cuestionaba a Sirius, "¿Piensas diferente?"
"Mi primera prioridad es Harry", le dijo Sirius al hombre con firmeza, "y cualquier confianza que tenía en Dumbledore murió hace mucho tiempo. No quiero tener nada que ver con él o su Orden.
Lord Greengrass no dijo nada, pero Sirius sintió que el hombre estaba bastante complacido con su anuncio.
"¿Así que nos sentamos aquí y jugueteamos con los pulgares mientras esperamos que Dumbledore llame para una reunión?" Arcturus preguntó con incredulidad. “¿Mientras mi nieto sufre injustamente en prisión?”
"Es mejor que sea Dumbledore quien convoque la reunión y haga la moción para reabrir mi archivo", dijo Sirius. Había un brillo calculador en sus ojos mientras continuaba, “Déjalo pensar que tiene el control de la situación. Déjalo ser el héroe, liberando al hombre inocente de Azkaban. Que piense que estoy en deuda con él y deseoso de recuperar mi lugar en su Orden. Se asegurará de que no interfiera con que Harry sea colocado conmigo. Y cuando baje la guardia, ahí es cuando haré mi movimiento”.
Ambos hombres miraron a Sirius, la expresión de su abuelo era una mezcla de orgullo y curiosidad, la de Lord Greengrass calculadora e intrigada.
Sirius sonrió lentamente, sus ojos grises brillando. “Crouch pudo haber sido el que me puso en Azkaban sin un juicio, pero lo hizo por la palabra de Dumbledore, lo sé. Dumbledore es la única persona además de Peter que sabía que James y Lily estaban bajo el hechizo Fidelius. Él era el único que sabía que se suponía que yo era el guardián secreto de James y Lily. Él es quien le dijo a Crouch que los traicioné, quien selló mi destino.
“Eso no es lo único de lo que es culpable,” murmuró Lord Greengrass.
Miró a Sirius directamente a los ojos y dijo: “Él es la razón por la que Harry terminó con los muggles. Estoy preparando un caso contra él ahora mismo, por la transferencia indebida de Harry a la familia de su madre; ni siquiera se realizó una verificación de antecedentes antes de colocar a Harry. Y Dumbledore estaba vigilando la casa, pero parecía no darse cuenta de cómo lo trataban los muggles. El día después de que tomé a Harry a mi cuidado, me envió una carta, que fue destruida tan pronto como la leí. Me dijo que volviera a poner a Harry con los muggles, a pesar de saber que lo estaban descuidando y abusando de él.
“Quiero destrozarlo,” gruñó Sirius, “de la misma manera que él destrozó a nuestra familia. He tenido mucho tiempo para pensar mientras he estado aquí. No puedo hacer nada más que pensar . Y algo de lo que me he dado cuenta es que Dumbledore nos preparó a todos para unirnos a su Orden. Éramos niños, y él se aprovechó de nosotros. Peleamos su guerra, James y Lily murieron por él, por su causa. Un anciano, enviando jóvenes a luchar y morir por él. Cuando más lo necesitaba, me dio la espalda. Y luego envió a mi ahijado a esos monstruos, lavándose las manos hasta que pudiera usarlo en el futuro. Cuando llegó la ayuda para Harry, trató de interferir y enviarlo de regreso a ese infierno”.
Sirius tembló de rabia, los ojos grises oscurecidos por el odio. “Nunca lo perdonaré por lo que ha hecho”.
"Tú tampoco deberías", declaró Arcturus. “Lo derribaremos del pedestal en el que nuestra sociedad lo ha puesto”.
“Una vez que haya terminado de construir el caso de la CPA contra Dumbledore, y estés listo para presentar tu versión de la historia, lanzaremos un ataque contra él desde todos los lados. Todavía tendrá su Orden, y posiblemente mantendrá su posición como Director en Hogwarts, pero lo destruiremos políticamente con esto”, teorizó Lord Greengrass.
Los tres hombres se estremecieron de repente cuando sintieron que un Dementor se acercaba, sin duda venía a poner fin a su breve visita.
Arcturus rápidamente sacó un pequeño objeto de su capa, algo que había introducido de contrabando. En los muelles del continente, los guardias humanos escanearon a todos los visitantes de Azkaban en busca de contrabando ilegal u objetos que pudieran usarse para ayudar a un convicto a escapar.
Presionó el objeto a través de las barras, tocándolo con su varita una vez que estuvo del otro lado. Se agrandó hasta convertirse en una caja, que Sirius tomó agradecido. Caminó rápidamente hacia la pila de mantas andrajosas en la esquina de su celda, que actuaba como una cama, y escondió la caja y la carta de Harry debajo.
Llegó justo a tiempo cuando sus respiraciones se empañaron y un Dementor se deslizó a la vista, el rostro encapuchado aparentemente observándolos a todos, aunque era difícil saberlo. Lord Greengrass dejó caer la protección de privacidad a su alrededor con un movimiento de su varita.
"Visitar", susurró la criatura, con la respiración agitada.
“Solo un poco más, Sirius,” le susurró Arcturus al hombre, estirando la mano a través de los barrotes para agarrar la mano de su nieto con fuerza.
“Te veré pronto,” dijo Lord Greengrass con un cortés movimiento de cabeza hacia Sirius.
Ambos hombres también asintieron con la cabeza a Rabastan Lestrange, quien se animó cuando cayó la protección de la privacidad. Inclinó la cabeza hacia los dos Señores, sus ojos azul cobalto miraban con interés mientras el Dementor los escoltaba por el pasillo hasta la salida.
“Parece que todo está sucediendo”, reflexionó Rabastan. "Te vas de aquí".
Sirius no dijo nada; metiendo la mano debajo de las mantas para sacar la caja que su abuelo le había dado.
“Prepárate para agarrarlo”, dijo, empujando una manta enrollada a través de los barrotes. Lo deslizó por el suelo hasta Rabastan con la facilidad de la práctica, quien hábilmente lo atrapó y lo metió en su propia celda.
"Salud, Black", dijo Rabastan, desenrollando la manta. Dentro había suficientes barras nutritivas para meses, un kit de higiene y calcetines gruesos encantados para protegerse del frío helado.
El Ministerio había informado brevemente a la madre de Rabastan, Lady Elizabeth Lestrange, que solo podía visitar Azkaban una vez al año. Así que cada dos años, uno de sus hijos se perdía la visita de su madre y se quedaba solo durante el año. Fue un mal año para Rabastan, por lo que Sirius le había pedido a su abuelo que empacara más para su vecino.
Sirius desenrolló su propia manta, guardando con cuidado sus pertenencias entre las viejas mantas andrajosas. Era importante que los Dementores no notaran ninguna mejora en las condiciones de vida: Sirius había escuchado de su abuelo que los prisioneros que fueron atrapados con comodidades externas tenían sus celdas despojadas por completo.
Una vez que todos los objetos estuvieron lo suficientemente escondidos, y la frazada gruesamente acolchada y caliente estuvo cubierta debajo de las viejas y gastadas, Sirius finalmente se sentó encima de su nido de frazadas y sacó la carta de Harry.
Rabastan lo miró con interés, pero echó un vistazo al rostro cerrado de Sirius y rápidamente se acostó en su propia pila de mantas, de cara a la pared opuesta para darle al otro hombre algo de privacidad. Sirius sintió una oleada de gratitud.
Con dedos temblorosos abrió el sobre, que Lord Greengrass debe haber hechizado para desintegrarse, de modo que no hubiera evidencia para que los Dementores la encontraran más tarde. Los envoltorios de las barras nutritivas estaban encantados de hacer lo mismo una vez consumidas.
Parecía que había una sola hoja de pergamino dentro.
Sirius tragó pesadamente, dudando en desdoblar el papel. Harry creía que había traicionado a sus padres, pensó que estaba escribiendo una carta a un monstruo. Sirius se preguntó si tenía una veta masoquista para hacerse esto a sí mismo, mientras desdoblaba lentamente la carta.
Estaba en blanco.
Sirius parpadeó, confundido, inclinando el papel hacia la izquierda y hacia la derecha, como si al hacerlo pudiera revelar algún mensaje oculto.
Se detuvo de repente, cuando se dio cuenta de lo que Harry había hecho.
Harry no tenía nada que decirle a la persona que creía que había traicionado a sus padres. No tenía palabras de enfado, de tristeza, de acusación.
Había enviado una carta vacía, porque eso era todo lo que pensaba de la persona que había causado la muerte de sus padres. No es digno de sus palabras.
Las lágrimas rodaron por las mejillas hundidas de Sirius mientras bajaba lentamente el pergamino en blanco. Inclinó la cabeza hacia atrás para que descansara contra la piedra y no pudo resistir la risa entrecortada que salió de sus labios.
Este era el hijo de James y Lily.