No por compromiso ||Luberto

By Bii-Moon

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Luca Paguro era uno de los mejores empresarios de toda Europa, había crecido toda su vida para ganar el puest... More

||PROLOGO||
||Uno||
||Due||
||Tre||
||Quattro||
||Cinque||
||Sei||
||Sette||
||Otto||
||Nove||
||Dieci||
||Undici||
||Dodici||
||Tredici||
||Quattordici||
||Quindici||
||Sedici||
||Diciassette||
||Diciotto||
||Diciannove||
||Venti||
||Ventuno||
||Ventidue||
||Ventitré||
||Ventiquattro||
||Venticinque||
||Ventisei||
||Ventisette||
||Ventotto||
||Ventinove||
||Trenta||
||Trentuno||
||Trentadue||
||Trentatré||
||Trentaquattro||
||Trentacinque||
||Trentasei||
||Trentasette||
||Trentotto||
||Trentanove||
||Quaranta||
||Quarantuno||
||Quarantadue||
||Quarantatré||
||Quarantaquattro||
||Quarantacinque||
||Quarantasei||
||Quarantasette||
||Quarantotto||
//Quarante-neuf//
||Cinquanta||
||Cinquantuno||
||Cinquantadue||
||Cinquantaquattro||
||Cinquantacinque||
||Cinquantasei||
||Cinquantasette||
||Cinquantotto||
||Cinquantanove||
||NO POR COMPROMISO|EPILOGO||
||AGRADECIMIENTOS||

||Cinquantatré||

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By Bii-Moon

|53|El libro del amor

Lo observaba dormir desde hace ya un largo tiempo, se sentía culpable al verlo dormir tan cómoda y pacíficamente sobre su torso desnudo. Abrázalo como si fuera su peluche mientras que sus piernas estaban entrelazadas bajo las sabanas. La luz de la luna escabulléndose por el balcón iluminaba su blanco y pequeño cuerpo, como también hacia resaltar aquel horrible moretón de su mejilla. Ya no estaba tan hinchado como hace unas horas. Aun le costaba procesar todo el desastre que paso durante la cena familiar, no tiene la más mínima idea la razón en las que sus dos mamás comenzaron a discutir a tal punto que se metió su abuela paterna a defender a su madre Lilian mientras que Mariano intento entrar en razón a su mamá Bianca. Le dolía la cabeza con solo recordar como su padre tuvo que ayudar a Giulia con las trillizas al comenzar a llorar con fuerza al primer momento en que un vaso se estrelló contra la pared. Él estaba congelado, intentando procesar que mierda pasaba y sorprendentemente el único tranquilo de su familia era su abuelo; quien ni se inmutó ante la discusión de las damas. Aunque como empezó termino de manera espontánea, con el doloroso y fuerte sonido de un golpe que hizo que todos se quedaran en completo silencio. Bianca había golpeado por error a Luca. Nonna de la manera más calmada y elegante –como siempre– corrió a todos de su casa mientras que el tío de Luca se fue rápidamente por algo frio que pueda bajar la hinchazón del golpe de su sobrino.

Miraba su rostro tan calmado descansar después de una tormentosa noche. Con tanta delicadeza movió sus rulos oscuros de su frente antes de levantar su mirada esmeralda hacia el reloj electrónico sobre la mesita; donde hacia resaltar 4:15 de la madrugada. ¿Enserio llevaba todas esas horas sin dormir? Aunque dentro de su ser lo entendía, la culpa lo consumía por no haber protegido al hombre que oficialmente seria su esposo mañana.

Acerco el cuerpo del menor más a él e intento acariciar su mejilla golpeada, pero rápidamente alejo su mano al notar la mueca de dolor que Luca puso en medio del sueño. Logrando que lenta y pesadamente comenzaba abrir su mirada castaña. Parpadeo un par de segundos antes de mirar al mayor con preocupación y sueño.

–¿Otra pesadilla? –peguntó en un susurró cansado antes de soltar un fuerte bostezo.

–No, simplemente no podía dormir por todo lo ocurrido –respondió en un tono apagado y sin atreverse a verlo a la cara.

Un suspiro suave salió de los delgados labios de Paguro, se separó de él para luego sentarse en el borde de la cama. Alberto se sentó en medio del colchón mirándolo sin entender lo que pretendía hacer. Luca por su lado solo se estiro a encender la lámpara de noche de su lado antes de abrir el cajón y buscar algo entre sus cosas. La mirada esmeralda de Scorfano se abrió con sorpresa al ver como su amado sacaba un pequeño frasco anaranjado y sin decir absolutamente nada se la entrego. Él lo tomó quedándose sin palabras al leer su propio nombre en la etiqueta de antidepresivos.

–Luca, y-o-... –levanto su vista para aclararle, pero fue interrumpido por un corto y suave beso en sus labios.

Luca junto su frente con la de él, con cariño y compresión su mejilla acaricio su mejilla.

–Si crees que te ayudaran ahora, puedo ir por un vaso de agua para ti –musitó dulcemente antes de besar su frente y sonreírle.

–Yo... –no tenía palabras ni manera de decirle lo mal que se sentía al ser descubierto.

–¿Desde cuándo las tomas?

Alberto agachó su mirada y respondió pesadamente:

–Poco después de que rompiéramos –suspiró, apretando en su puño aquel frasco–. Ya no las tomo tanto, pero a veces me ayudan a manejar todo.

–Oook –musitó compresivo y calmado, gateó hacia él y tomó asiento en su regazo para luego sujetar ambas mejillas ajenas entre sus manos obligándolo a que lo viera–, ¿te molesta que yo sepa de su existencia?

–No es eso, solo –suspiró y lo miro directamente a los ojos para después desviarlos–...solo no me gusta la idea que pienses que soy débil o inestable.

–Berto, la mia vita, no digas estupideces –se inclinó para besar la punta de su nariz sacándole una débil risa a su prometido–, nada en este mundo me hará pensar en eso. Eres el hombre más fuerte que conozco.

–Pero no pude defenderte y te golpearon; es mi deber como esposo cuidarte.

Luca esbozó una pequeña risa y le dedicó una mirada dulce.

–Pero ¿quién te cuida a ti?

Él no contestó, a lo que el menor suspiro con tristeza soltando sus manos de su rostro. Tomó la enorme mano de Alberto y la coloco sobre la tela de su camisa, aquellas esmeraldas se abrieron con sorpresa al sentir el fuerte latido de su corazón. Sonrojado lo miro y avergonzado Luca desvió su mirada con una sonrisa tonta en su rostro.

–Miguel me contó lo que pasó detrás del escenario la noche en que te pedí matrimonio –levantó su mirada mostrando dolor en sus ojos–. Aunque te equivocaste, me hizo sentir protegido. Sé que no quieres que me hagan daño y que tienes ese mismo miedo que yo que esto termine, pero nunca lo demuestras al menos que en verdad estés roto.

Aun con su mano en su pecho observo el anillo de oro en su dedo anular y suspiró.

–No es fácil para mí.

–Lo sé, tarde en comprender tu forma de pensar, pero quiero que sepas que si quieres llorar solo, está bien, si quieres llorar en mis brazos, no es necesario que lo digas, solo abrázame y yo te diré que todo va estar bien. Yo no me enamore de ti por tu fuerza o tu sensual cuerpo –dijo lo último sacando una sonrisa al mayor–. Me enamore de ti, porque siempre sonríes a pesar de lo mierda que la estás pasando. No voy a cometer el mismo error de hace años de no pensar en tu dolor. Soy tu esposo.

–Mi futuro esposo –le corrigió con una sonrisa burlona.

–Lo sé, pero quiero que te hagas la idea que una vez casados no te alejaras de mi tan fácilmente, amore.

–¿Y quién dice que me quiero deshacerme de ti? –exclamó arrogante– Debes sentirte orgulloso de tener este cuerpo solo para ti.

–¿Y quién dice que no lo estoy? –le siguió el juego en un tono coqueto acercándose al cuerpo ajeno para lamer su manzana de Adam, logrando que su amante temblara y suspirara pesadamente–. ¿Tienes idea cuantas veces me he tocado con solo pensarte? –susurró en su oreja antes de morder levemente su lóbulo.

Las manos de Alberto lentamente se posaron en su cadera dándole pequeñas caricias por encima de la camisa que utilizaba como pijama.

–Siento que tu familia no quiere que nos casemos tras todo lo que hemos pasado en la casa de tu abuela.

Luca dejo de besar su cuello para separarse y verlo con cierta preocupación reflejada en sus ojos, no obstante no tardo en sonreírle.

–Tal vez no tenemos las reuniones más pacíficas, pero mi abuela te conoce y le has demostrado en el trabajo ser un hombre responsable y de palabra. Tiene demasiada fe en ti, que te dio un puesto demasiado alto en su empresa y nunca la has decepcionado. Antes que nos fuéramos, me aclaro que no te dejara ir y que te cuidara. Y eso es lo que hare –exclamó con orgullo antes de lanzarse a abrazarlo con cariño. Siendo correspondido al instante.

[...]

Observo aquellas dos pastillas en la palma de su mano antes de tragarlas junto con un largo trago de agua helada. Levantó su vista, analizado toda la cocina en completo silencio, el comedor y la sala aún estaban envueltas en una oscuridad solitaria. Dudaba mucho lograr poder dormir esa noche. Pensándolo bien lo mejor es que ese día se vaya a dormir muy temprano para no estar ojeroso para la ceremonia, aunque sabía que toda la atención se la llevaría el otro novio, no lo negaría hasta él solo le prestaría atención a Luca cuando lo vea caminando hacia el altar sujetado de los brazos de su abuela y tío. Ahora que pasaba por eso en su cabeza, las imágenes volvieron a su mente al recordar como nonna alardeaba con su padre que estaba preparada para entregar a su único nieto al altar. Su papá claramente se mostró incomodo, mas con el tema de ¿quién entregaría a él?

Después de eso, su mamá biológica soltó un comentario sarcástico y rápidamente fue atacada por la otra, dando comienzo a tal discusión, que hizo llorar a Mina y las trillizas. De nuevo el sonido del golpe se cruzó en su mente. Fue un accidente, lo reconocía; tenía el mismo carácter y mano pesada que su madre, pero eso no evito que Luca retrocediera ante el golpe, acariciando su mejilla con dolor.

–Berto.

La suave voz de Luca a su espalda lo sacó de su tormento, dejó salir un suspiro y volteó para verlo. Su mirada se abrió con sorpresa y casi se ahogaba con su saliva, fue un milagro que no dejara caer el vaso de agua al momento de ver aquella piel blanca expuesta. Mientras paraba de toser, sus ojos no se detenían de ver esas excelentes piernas largas y curveadas atrapadas en unas finas y sexis medias negras trasparentes. Conectadas por un par de listones que enredaban sus muslos carnosos –como si se trataran de un obsequio–, poseía un pantis de encaje que sabía muy bien que la parte trasera solo había un delgado hilo que adornaba su trasero con un pequeño moño mientras que su abdomen estaba envuelto de los mismos listones en forma de X. en su cuello tenía un collar negro de listón, sus manos estaban abrigadas por unos guantes negros y su cabellera, su jodida cabellera estaba bien peinada hacia atrás con una diadema negra. Luca desvió la mirada avergonzado, sus mejillas estaban demasiado rojas y sus manos se notaba su nerviosismo. Respiró hondo y miro a su prometido con seriedad.

–Escucha, antes que digas algo o que me cubras, odio usar esto, si, además que es incómodo –dijo tratando de acomodar uno de los listones de su muslo–, pero hago esto porque quiero y quiero consentirte. ¡Así que aprécialo tan siquiera!

Alberto rio tontamente antes de dejar su vaso en el lavadero e ir hacia él. Lo rodeó para ver más su cuerpo parecido un poco al de una mujer pequeña, delgadita y de cintura pequeña –por lo que sabía por la abuela de Luca hacia sacado la cadera de ella cuando era joven y la "juventud eterna" por parte de su familia paterna–. Luca odiaba eso de su cuerpo y Alberto lo sabía, así que se ahorró todo comentario que podría arruinar el momento, y solo tomó al menor entre sus brazos para sentarlo en la mesada de la cocina. Teniendo una estatura similar a la de él.

La lencería que usaba era simplemente atractiva y bonita, hecha para hombres. Con algo de miedo acaricio sus piernas, rozando la punta de sus dedos por la delgada tela de sus medias. Devorando cada parte de su cuerpo con la mirada antes de acercarse a su pecho y comenzar a morderlo, lamerlo y chupando su piel blanca suavidad, provocando que el menor se mordiera en labio inferior para ahogar cada jadeo y gemido mientras sus manos se aferraban al borde de la isla. Abriendo sus piernas para que Scorfano se metiera en medio y sea más cercano su contacto.

Alberto se separó lentamente para poder sonreírle a su amado como si fuera su presa –aunque estaba a nada de serlo–.

–¿Alguien más ha utilizado lencería para ti? –preguntó en un susurro Luca mientras mantenía la mirada agacha en lo metía su mano dentro del pantalón deportivo del contrario.

Él suspiró pesado al sentir las caricias sobre la tela de su bóxer. Su miembro poco a poco comenzaba a endurecerse manchando la tela con las primeras gotas de su semilla.

–¿E-en verdad quieres saberlo? –gruñó con una voz ronca al mismo tiempo se arrimaba más su pelvis a él.

–Quiero saber en qué puedo mejorar para ser mejor que tus exs.

Obtuvo una pequeña risa burlona como respuesta.

–Eres el mejor de todos en cualquier aspecto y sentido –murmuró colocando sus manos en sus mulos para apretarlos sobre la tela de los listones–. Varios de mis novios intentaron provocarme con lencería, pero nada es comparado contigo. Nadie lo luce tan magnifico como tú.

–¿Lo dices por mi cuerpo andrógino o mi edad indefinida? –inquirió sonriente mirándolo con la ceja arqueada.

Sonrió, lo tomó de su trasero y lo apegó más a su cuerpo para rosar su miembro en él. Luca suspiró excitado, abrazando su cuello para acercarse más y más a él, en búsqueda de más contacto.

–Pueda que sí, pero no es mi culpa que te veas tan joven. Siento que me veré como un anciano dentro de poco, con un esposo tan bello y joven que roba mi juventud –dramatizó frotándose un poco más sobre su trasero.

Luca cerró sus ojos dejando salir un jadeo, excitado. Escondiendo sus dedos en la cabellera dorada del mayor.

–Serias mi sugar daddy –bromeó pícaramente.

Una risa salió de los labios ajenos mientras sus grandes manos seguían recorriendo su cintura y piernas, deleitándose ante cada suspiro a su nombre.

–Ni eso, no tengo el dinero para consentir a alguien como tú, joven Paguro –murmulló con una voz gruesa.

–Entonces, porque no mejor complace a su hombre, señor Scorfano.

Él se separó lentamente para miro con incredulidad. Luca le sonrió de manera confiada; sabían que habían dejado eso por su bien, pero quería que él le hiciera el amor como antes. Como también ya se cansaba de ser el dominante de tremenda bestia.

–Alberto, quiero que me hagas tuyo, como antes.

–¿Estás seguro? –preguntó en un susurró mirándolo a los ojos.

–Lo estoy, amore mio.

[...]

Lentamente lo fue recostando en la cama, Luca lo miraba con aquellos hermosos ojos que brillaban con la luz de la lámpara de noche de su costado.

–Eres tan hermoso como la primera vez.

Él se sonrojo y desvió su mirada mientras colocaba uno de sus mechones detrás de su oreja. Alberto se agacho a su vientre para comenzar un recorrido de besos húmedos mientras sus manos recorrían sus piernas o jugaban con el elástico de sus medias. Notando de primera que él se había echado algo de loción corporal. Lentamente llego a sus pezones erectos y con una sonrisa metió uno de ellos a la boca y comenzó juguetear con él utilizando su lengua antes de comenzar a succionar. Disfrutando cada gemido ajeno. No aguanto más y se separó para verlo a los ojos dejando notar la negrura de sus pupilas dilatadas, no obstante su semblante se volvió inseguro al recordar la razón por la que no habían avanzado a ese punto.

–Lu, yo...

–Shhh –siseó el menor levantándose un poco para colocar su dedo sobre los labios del otro–, olvidémonos de todo, ¿sí?

Ante de que un pero apareciera, Luca tomó sus mejillas entre sus manos y beso sus labios de manera hambrienta. Buscando la lengua de Alberto con éxito, ambas bocas se devoraban como si su vida dependiera de ello. Alberto lo sujetaba de su cintura para arrimarlo más y más a su cuerpo; haciendo que ambas erecciones hicieran fricción. Un poco de saliva salía de la comisura de sus labios mientras que uno que otra mordía aparecía.

Excitado, Scorfano con una mano y sin romper el beso, se hinco, levantando consigo el cuerpo de su prometido; quien no tardo en enrollar sus piernas en su cintura mientras que sus brazos envolvieron su cuello. Ambos rompieron beso solo para reír juguetonamente. Alberto fue bajándose su pantalón y su bóxer para liberar por fin su miembro duro de su prensión de tela. Luca al sentir la punta húmeda rozar su trasero cerró su mirada y respiro hondo para calmar sus miedos.

–¿Seguro que quieres continuar? –preguntó el pecoso besando su mejilla.

–Muy seguro, pero puedes usar lubricante, per favore.

Él asintió y con delicadeza lo recostó en la cama, acomodándolo entre las almohadas, quería ser lo más delicado y dulce con él. Aprovecho para quitarse sus prendas y lanzarlas a un lado de la cama. Tomó asiento en el borde de la cama para poder buscar en el primer cajón la botella de lubricante que guardaba, pero su vista rápidamente se enfocó en la tira de condones.

–¿Quieres que utilice condón? –preguntó sutilmente en un murmullo, mirándolo de reojo.

–No –suspiró–, quiero que te vengas adentro como antes.

Aquella respuesta lo tomó por sorpresa, sus mejillas se sonrojaron. Todos sus problemas se olvidaban cada vez que Luca abría la boca.

–D-de acuerdo –bajó su mirada para enfocarse en lubricar su propio miembro con una pequeña cantidad del gel trasparente con sabor a fresa–. Si quieres, puedes quitarte el pantis.

–Actúas muy nervioso, amore –se burló mientras deslizaba aquella odiosa prenda de por sus medias.

–¡Tú me pones nervioso!

Abrió su mirada con sorpresa al verlo actuar así. Rio dulcemente detrás de su mano antes de abalanzarse a su espalda y besar su mejilla.

–Te amo, ¿lo sabes? –susurró de manera dulce abrazándolo por la espalda.

–Lo sééé, pero eres un hijo de puta cuando te conviene –respondió un poco más relajado.

Paguro se quedó observando como su pareja seguía aplicándose el gel con pequeños movimientos hipnóticos, el pene de Alberto era considerablemente grande a comparación del suyo; las venas estaban remarcadas y a pesar que él si tenía vello púbico, nunca le pareció asqueroso como a otros hombres con quien se acostó tiempo atrás.

–También te amo, ¿lo sabes? –habló el mayor con una pequeña sonrisa.

–Claro que lo sé.

Dicho eso, Alberto termino para luego levantarse de la cama y quedar frente a su amado; quien trago saliva al verlo por completo en su plena denudes. Rio nervioso y sonrojado, aunque no lo entendía ya que lo había visto desnudo tantas veces, tal vez el simple hecho que ahora si dejara que lo penetre era lo que lo inquietaba. No obstante todo miedo se esfumo al momento en que Alberto se agacho para estar a escasos centímetros del rostro de Luca. Los ojos de ambos se miraron deseo antes de agachar la mirada a los labios ajenos. Podía sentir el cálido aliento del otro chocar con el suyo, se sentía como la primera vez. Solo que esta vez, sabía bien que esta es su última oportunidad de ser feliz con Alberto, que esta vez al fin limpiaría todos sus miedos y pecados al entregarse al hombre amaba.

–¿Puedo besarte? –pidió permiso con una voz ronca y sensual que puso de piel de gallina a su amado.

Él asintió nervioso y cerró con fuerza sus ojos sintiendo como Alberto lo besaba con todo su cariño y calidez mientras lo recostaba suavemente contra las sabanas. Luca abrió sus piernas para darle permiso a que comenzara de una vez, pero él se tomó su tiempo para consentir con apasionado beso mientras acariciaba su piel con anhelo. Y cuando sus cuerpos rozaban y se sentía el ardor de sus pechos. Alberto se adentró en él de la manera más cuidadosa, no por miedo de hacerle daño, si no por miedo a que él se arrepintiera. Sus movimientos eran suaves, pero a la vez bruscos para entrar en lo más profundo del pequeño cuerpo de su amado.

Los gemidos se mezclaban en medio de aquel húmedo beso mientras que las caricias por parte de ambos recorrían cada parte del otro, como si quisieran descubrir más allá de su ser. Ambos se fusionaban en un mismo compás, no había rudeza ni prisas. Ambos querían disfrutar del cuerpo ajeno. Limpiar sus miedos y poder pasar de página para dejar de escribir en dos libros distintos y comenzar a escribir el suyo propio; seguir continuando con aquel libro que dejaron en el olvido cuando todo pasó. Aquel libro donde ya no solo eran dos, si no cuatro. El mismo libro que aun había demasiado que escribir juntos...iniciando una nueva vida con quien era el amor de su vida.

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