La semana pasada había remodelado mi habitación, con ayuda de Nat, Sabrina, Malde, Antoni y Jayden, fue divertido.
Ahora estaba, muy tranquila en mi habitación, leyendo y escuchando música, estaba releyendo un capítulo de mi libro favorito, ya que...
— ¡Eira! — escuche el grito de mi padre — ¡Ven AHORA MISMO!
¡Ahora que quiere! Ahhhhgg.
No sé, pero es mejor que vallas, se escucha molesto.
Si mejor voy antes que pas...
— ¡EIRA!
— ¡Ya voy!
Camine rápido para llegar al salón, mi mama estaba en el sofá con la cabeza gacha y mi padre caminaba de un lado al otro furioso.
— Seño...
— ¡Me puedes explicar esto!
Me mostro su celular, tenía unas fotos de mi con otro chico, que era Jayden, pero estaba de espaldas y no se reconocía tan fácilmente, si no conoces cada parte de él, y... eso sonó mal.
Muy mal.
— Eh...
— Eh ¿Qué? ¿Vas a decir que no es tu novio? Por qué se ve muy claramente que lo es.
— Pues sí, si lo es.
— ¡Sabes que no puedes tener novio!
— Papa, ya estoy muy grande como para que me prohíbas eso...
— Cual grande ni que nada, ¡todavía eres una niña, que no sabe del mundo!
— ¡Ya soy mayor de edad puedo tomar mis decisiones!
— ¡No me contestes!
Callo, si hablo más esto va para peor.
— ¡Apenas cumpliste dieciocho hace dos meses! Sigues siendo una niña, no sabes nada del mundo, así que no te vengas hacer la madura y a venir con noviecitos.
— La edad no define la madures — dije en un murmullo.
— ¿Qué?
No puedo contestar, siento un nudo en mi garganta y la cobardía no me dejan hablar.
— Sabes que tienes que estar concentrada en tus estudios, no en estas estupideces.
El estudio no es todo.
— Estoy concentrada en mis estudios, no he bajado.
— No te puedes desviar de tu camino, ¿O como piensas que vas a entrar a la universidad que te tenemos?
Universidad que no quiero y camino que no quiero.
— Todo va bien, papa, nada ha cambiado...
— ¡Claro que no va bien! ¡Perdiste un examen y nos lo ocultaste!
— Solo fue uno y no afec...
— ¡Afecta mucho Eira! ¡No puedes ser igual de inútil que tu madre!
La mire, lagrimas caían por sus mejillas, no se atrevía a decir nada, si no me defendía a mi ella mucho menos se defendería a sí misma.
No llores, no llores, no llores — me decía a mí misma mientras mi papa hablaba — no llores.
No sé porque me decía eso si terminaba llorando. Veía borroso por las lágrimas que caían de mis ojos.
Siempre lloraba por todo y me molestaba.
No podía respirar, mis oídos me silbaban, mi corazón latía muy rápido, me iba a dar un ataque de...
No te hagas la dramática, No te hagas la dramática, Eira — me dije a mi misma — ¿Por qué haces esto? Solo cálmate, no te hagas la dramática.
— Has cambiado mucho, no sé qué te está pasando estos días y lo más seguro es que sea por ese chico.
— ¿Qué he cambiado? Sigo siendo la misma de siempre.
— ¡Si, si has cambiado! ¡Ya no eres la misma de hace un año!
Quería responderle, pero no podía el miedo me gano, siempre me gana y no quería, quería enfrentar a mi padre decirle todas sus verdades, decirle...
¡Que cambie por que madure! ¡Que no iba hacer la niña ciega de siempre! Que la vida no es color de rosas como ellos me la mostraban, para luego decirme que no se nada del mundo, ¡Claro que no se nada del mundo, porque ellos me tienen encerrada como si fuera una muñeca de porcelana!
Al menos abrí los ojos y me di cuenta que la relación de mis papas no era sana, que yo no era perfecta, que estudiar no lo es todo, que...que puedo pensar por mí misma, tomar mis decisiones y no seguir a los demás, que puedo pensar distinto y está bien, porque todos pensamos y opinamos diferente y no por eso ya voy a ser la mala del cuento.
Antes era la niña, que juzgaba y opinaba de otras personas sin pensar eso de ellas, solo lo hacía para encajar, porque así me enseñaron mis papas y no, no debería ser así.
También quería decirle a mi mama que se separar de mi papa, pero ella depende emocionalmente de él y estoy pensando que yo también y no quiero.
Puede que él sea mi papa, pero él no debería tratarla como la trata, como si no sirviera para nada, para que luego le diga que es la mejor haciendo tal cosa, que la regañe y culpe de todo lo que pasa.
Siempre me digo lo mismo una y otra vez, me repito en la cabeza como debía de responderle, ¿Para qué? Si nunca se lo diría.
— ... ¡Así que estas castigada! Y terminaras con el noviecito que tienes.
Así salió de la casa de un portazo, mi mama solos se metió a su habitación sin mirarme, yo me quede ahí plantada llorando.
Luego de un rato escuché que subían las escaleras, supuse que era mi papa y no quería verlo, corrí rápido a mi habitación y me hice la dormida por si venia, ya que no podía cerrar la puerta de mi cuarto.
Cuando no sentí a nadie cerca, miré mi celular sin saber qué hacer, le escribí a Nat y le conté casi todo, la parte importante, había pensado en hablar con Jayden, pero sabía que tenía entrenamiento y no quería molestarlo.
Nat:
Siento que no me estas contando todo.
Yo:
Que si pesada.
Nat:
Se que no soy la mejor persona para que te desahogues, porque no sé qué decirte, soy pésima amiga.
Yo:
No lo eres!!! Si, no ayudas mucho, pero igual estas acompañándome, como mil kilómetros de distancia, pero me estas escuchando.
Nat:
Luego hablamos tengo que llamar a alguien.
Yo:
Wow bueno ahora sí que eres gran amiga.
Me dejo en visto, hize una mueca de indignación como si me pudiera ver, estaba enfadada, pero no la culpo, no sabe que decir ante mi estado
Luego de un minuto recibí una llamada, pensé que era de ella, pero no, era de Jayden. conteste confusa.
— Hola.
— ¿Por qué no me dijiste que estabas mal? — sonaba preocupado.
— Gracias por saludar a tu novia.
— Eira...
— Ya, ya, lo siento, solo no quería molestarte.
— Nunca vas a ser una molesta para mí.
— Eso no decías cuando nos conocíamos.
— Era diferente y no me cambies de tema — suspiro — si no fuera por Natalia, no me hubiera enterado de que te habías paleado con tus papas y que estabas mal.
— Yo te hubiera dicho.
— Pero muy tarde, dime que paso, todo Eira, conmigo puedes decirme lo que sea.
Le conté todo y lloré, no quería que me escuchara así.
— Voy para allá.
— ¿Qué? No Jayden va a ser peor.
— No me voy a quedar aquí mientras tu estas allá llorando sin nadie a tu lado.
— E estado dieciocho años de mi vida sin nadie cuando lloro.
— Eres muy fuerte.
— Ni tanto, si lo fuera ya hubiera enfrentado a mi papa...— solté un sollozo.
— Eira, tu eres fuerte, pero todos tenemos miedo y ese es el tuyo, pero has soportado todo eso toda tu vida y sigue en pie, así que si, si eres fuerte.
Nos quedamos en silencio, no sabía que decirle.
— Pues no voy a tu casa para que tengas a alguien a tu lado para llorar, voy a tu casa a decirle unas cuantas cosas a tu papá.
— No quiero que te mate.
— Pues que me mate, pero primero me asegurare de que estés bien y salgas de ahí.
— No voy a escapar.
— Es una idea...
— No, Jayden, no podría dejar sola a mi mama, puede que yo este sufriendo, pero ahí personas que sufren peor que yo y ellas no huyen, yo tampoco lo hare.
— Okey, está bien, pero igual quiero estar contigo.
— Hay muchas posibilidades de que mueras y no hablo de mi padre, te matare si me ves como estoy y te burlas.
Emitió una risa que hizo que yo también riera, era tranquilizador escucharlo.
— Me dieron más ganas de verte y burlarme.
— Jayden...
— Ya, ya — seguía riéndose.
— ¿De qué te ríes?
— Nada, nada.
— Aja...
Seguimos hablando no sé cuánto, ahora me tocaba esperar todo el fin de semana, hasta el lunes para vernos, ya que estaba castigada y mis papas se quedaron en casa esos días.