[Life is Strange] Mi última e...

By sakuranippah05

9.5K 478 290

Después de los sucesos que se desarrollan en el juego y a pocos minutos de que la tormenta arrase con toda la... More

1. Entre el deber y los sentimientos.
2. Un reencuentro distinto.
3. Reminiscencias: el despertar de las visiones.
4. Acercamiento ,desayuno y ¿fiesta?
5. Accidente en la piscina.
6. Estrategia anulada
7. Desenso a la locura.
8. Escape fortuito.
9.Eres más bella de lo que crees.
10. Max no juega.
11. Alteración del acuerdo: cacería.
12. Heridas del pasado.
13. De regreso al presente: ¿misión cumplida?
14. Un entorno desconocido.
15. Dualidad.
16. Investigación de campo.
17. Entre la espada y la pared: decisiones
NOTA IMPORTANTE
18. Revelaciones.
19. Sentimientos ocultos (1).
20. Sentimientos ocultos (2).
22. Haré lo que haga falta por ti.
23. Duelo.
24. Tensiones: una elección difícil.
25. Para la Max que está perdida.
26. Cierre.
27. Chivo expiatorio
28. Espíritu de venganza.
29. Paz y otros conflictos.
30. Los sentimientos que nos unen.

21. Llamas.

137 6 13
By sakuranippah05

El grito iracundo de Victoria se escuchó por todo el lugar, impactando de manera negativa a todos los presentes, salvo de ella que parecía no medir la fuerza con la que se manifestaba su cólera. Fue un espectáculo inquietante de ver cómo pasaba de una emoción a otra con la misma facilidad con la que respiraba. La rabia casi desapareció tan fugazmente como había llegado cuando revisó en sus cámaras y encontró con la sorpresa de que no había registro alguno de los crímenes anteriores, aquellos de los que tanto se ufanaba.

Los videos no estaban porque Rachel y yo decidimos apostar por ello. Pero no anticipamos que el sentimiento que sucedería a la ira de Victoria era una mezcla entre el hastío y una más que peligrosa indiferencia. Rachel y yo intercambiamos miradas preocupadas. Su reacción no se comparaba en nada a lo que habíamos imaginado.

― ¡ES TODO! ¡ME CANSÉ DE ESTA ESTUPIDEZ!

¡Bien, hasta que estamos de acuerdo en algo!

―No me importa más. Hik, Vaor, hagan con ellas lo que quieran. Me largo a mi habitación.

―Pe-pero Victoria...―Nerviosos, sus gorilas intentaron alcanzarla y razonar con ella.

― ¿Qué acaban de decir? ¡Es el colmo de la ridiculez! No quiero escuchar que me vuelvan a llamar por mi nombre.

―Lo sentimos mucho. No volverá a pasar. Pero, jefa, ¿no cree que es demasiado? Nunca hemos tenido que llegar a estos extremos. Es un punto de no retorno.

―Ustedes cabezas huecas, ¿acaso les pregunté su opinión? Simplemente háganlo. De todos modos, si no se encargan ustedes, lo haré yo. En este punto la mejor opción es deshacernos de ellas. Y por si no lo han notado, ya hemos pasado varios puntos de "no retorno". Así que no se hagan los inocentes ahora, imbéciles. No lo quiero volver a repetir.

¿Qué? No, no, no. Victoria, sé que estás loca y muy alterada, pero no serías capaz...

― ¿Y qué quiere que hagamos con esas dos? ―Preguntaron ellos al mismo tiempo.

―No lo sé y no me importa. Viólenlas. Mátenlas a golpes. Mátenlas y luego las violan. Me da lo mismo. Si no puedo grabarlas mientras las hago sentir miserables, insignificantes y que sufran para mí, entonces no me sirven para nada. Iré a mi cuarto, no quiero que me molesten. Si tienen algún problema, resuélvalo solos. Les pago por un trabajo, así que háganlo.

Rachel no pudo hacer oídos sordos a lo que Victoria dijo. Escuchar sus inclementes palabras la sacó completamente de quicio. Así como a Victoria la poseía una indiferencia total, a mi amiga ojiverde se le estaba escapando todo rastro de cordura. No parecía querer contenerse más o siquiera tener un mínimo de temor por lo que implicaban las palabras de nuestra compañera. Estaba fuera de sí. A nada se encontraba de sucumbir por el odio y la rabia.

― ¡VICTORIAAA! ―el grito desgarrado de Rachel logró llamar la atención de la aludida que se detuvo en seco mientras nos dirigía una mirada inquisidora.

No lo vi venir. Estaba demasiado aturdida con nuestro inminente final que ,por más que me empeñaba idear una manera eficaz de huir de esa situación tan desesperanzadora, no reparé en los signos que seguramente mostró Rachel antes de hacer lo que hizo. Justo cuando Victoria detuvo su marcha y se giró en la dirección de quien la llamaba de forma tan rabiosa, Rachel en cuestión de segundos extinguió la distancia que las separaba y le acertó un poderoso golpe en la cara.

La furia que mi amiga había puesto en ese puño era, sin duda, alimentada por tantas cosas que la sociópata de cabello corto nos había hecho pasar. Victoria no pudo reaccionar a tiempo y lo recibió de lleno cuyo impacto la hizo perder el equilibrio y caer patéticamente sobre su trasero. Aún atónita, escupió un poco de sangre antes de sobarse con la mano la barbilla rojiza e inflamada, lugar exacto donde recibió el golpe. Entrecerró los ojos, con disgusto.

Rachel, por su parte, sacudió su mano derecha por el daño que a su vez había recibido, pero algo tan insignificante como eso no iba a detener tan devastadora miasma que emanaba de su persona enfurecida. Tan pronto como pudo, se puso a horcadas sobre el cuerpo tumbado de Victoria y empezó a propinarle una serie de golpes frenéticos a lo que la chica acorralada solo pudo cruzar sus brazos para intentar protegerse del violento ataque.

― ¡¿QUÉ MIERDA ESTÁN HACIENDO, IDIOTAS?!―Vociferó Victoria en un grito casi animal, como el de uno que se siente en grave peligro.

― ¿Qué sucede, malnacida? ¿No eres capaz de liberarte sola? ¡¿Ahhh!? Lo sabía, no eres nada sin tus matones. ― Los puños de Rachel estaban cubiertos en sangre que, además de la de su contraria, debía pertenecerle. Los nudillos crujían con cada golpe y seguramente su piel no podía resistir tantos impactos consecutivos ni con ese grado de ferocidad.

» ―Tan solo eres basura envuelta en billetes.

― ¡No se queden ahí y quítenla de encima! ―Mandó Victoria.

Sus ruegos no tardaron en ser escuchados. Los secuaces despejaron sus mentes y se apresuraron a separarlas. Uno de ellos se encargó de asistir a Victoria y el otro gorila jaló a Rachel con su brazo flexionado hasta arrinconarla violentamente en la pared más cercana. La espalda de Rachel dio un golpe seco contra la madera y ella a su vez, soltó un quejido de dolor.

― ¡Suéltame, bastardo! ― Gritó Rachel mientras intentaba en vano liberarse de la sujeción del tipo.

―Esa fue la gota que derramó el vaso, Amber. ―Afirmó una Victoria bastante desaliñada del cabello y con visibles rastros de la furia de Rachel repartidos en cuello, cara y brazos. Uno en particular, el de la barbilla, tenía un aspecto desagradable. La piel estaba hinchada y bastante dañada por el golpe. La sangre molida había aparecido en el lado izquierdo del maxilar inferior de su rostro y parte del labio también había resultado afectado.

―Sólo aceleraste tu muerte. Serás la primera, entonces. ―Achicó los ojos con todo el rencor que le tenía a Rachel a flor de piel. No, no solo era eso. La intensidad que emanaba de su mirada era la de alguien que en verdad se estaba consumiendo en odio. En eso no se diferenciaba en la de la ojiverde, ambas tenían la misma mirada.

― Vaor, mátala. ― Ordenó al tipo del pasamontaña rojo.

Sus palabras me congelaron la sangre y dieron luz verde al tipo de hacer con ella lo que quisiera y utilizar el método de su preferencia.

Él obedeció de inmediato, pero no quiso complicarse la existencia en elaborar un plan o prolongar el sufrimiento de su víctima. Se notaba que quería terminar pronto con el delicado "trabajo" en el que habían terminado involucrados gracias a los radicales cambios de ánimo de su jefa. Así que se limitó a cambiar el sitio por donde tenía aferrada a Rachel: de la clavícula al cuello.

Con sus enormes manos envolvió su cuello como si fueran un anillo de acero que todavía no hacía la presión suficiente para ser letal. Extendió los troncos que tenía por brazos en su totalidad y lentamente los subió hasta quedar a la altura natural que le permitía su hombro. Los pies de Rachel ya se habían desprendido varios centímetros de la estabilidad del suelo y temblaban flotando debido al miedo, la rabia y la impotencia. En esas condiciones, era cuestión de segundos para que empezara a escasear el oxígeno para ella.

El desastre era inminente. Y yo no podía permitir que la amenaza de Victoria nos alcanzara. Lamentablemente, no había mucho que podía pensar o planear con un mínimo de racionalidad en medio de esa zona de guerra, por lo que, en un acto desesperado tomé el primer objeto que se me atravesó en el camino. De haberme asegurado que fuera contundente, la historia quizá hubiera sido un poco distinta. Tal vez, una más favorable para nosotras.

El material metálico de uno de los dos trípodes de Victoria hizo un escándalo notable al tambalearse como para que ella advirtiera que yo había tomado el otro y avanzaba al rescate de mi amiga. Con un gesto de su cabeza le indicó al otro matón lo que debía hacer.

El tipo con el pasamontaña azul apareció, cortándome el paso. Me arrebató el trípode de las manos y lo lanzó lejos. Después, de un movimiento rápido, consiguió rodearme, sujetó mis brazos detrás de mi espalda y me inmovilizó haciendo presión a la altura de mis muñecas. Intenté liberarme, pero no importó la fuerza que invertí en sacudir mi torso, él no aflojaba ni un poco su llave. Ni la adrenalina en mi cuerpo fue suficiente para aflojar su sujeción. Fue ahí cuando me di cuenta que ellos tenían la fuerza suficiente para exterminarnos en cualquier momento si así lo desearan. Fácil y rápidamente. Lo más descorazonador era que no podríamos defendernos.

― ¡Quítame las manos de encima, animal! ―Gruñí. Él ni se inmutó, estaba dispuesto a ignorarme. Así como el otro, quería gastar la menor cantidad de energía en un trabajo que consideraban innecesario.

Al tiempo que yo estaba ocupada en poner una resistencia casi imperceptible para mi agresor, las manos de su homólogo no habían detenido su peligroso avance. Se cerraban, morosas, para acoplarse mejor a circunferencia del frágil cuello de Rachel. Con la fuerza que habían demostrado, no le resultaría difícil fracturarlo o simplemente continuar el lento curso hasta matarla.

― ¡Su... Suéltame, puta madre! ―Le ordenó dificultosamente Rachel al tipo con el pasamontaña rojo mientras intentaba aflojar el aferre con sus manos. Fue en vano, ella no logró separar ni un centímetro los gruesos dedos de su atacante. ― ¿Tanto te divierte lastimar a los demás? Estás enferma.

―Como bien dices ―contestó Victoria con una deforme sonrisa en su hinchado rostro―, no hay nada más gratificante que esto. Ver sufrir a la persona que más aborreces es la mejor sensación del mundo. ― Se cruzó de manos altanera a escasos metros de su cómplice.

» ― De hecho,  acabo de cambiar de opinión. ―Se giró hacia mi.― Me voy a quedar y veré el momento exacto en el que te quiebras por la muerte de tu amiga para que luego la sigas de cerca. No se preocupen, me aseguraré que estén juntas incluso en la muerte: ya les tengo reservado un lugar en el basurero que tanto les gusta.

Victoria soltó una risa escalofriante al terminar esa última oración, un horrible sonido que recordaba su peligroso estado mental y me congeló la sangre por completo en medio de mi incapacidad por ayudar. Aún si me liberaba y llegaba hacía donde estaba Rachel sin que notasen mi presencia, ¿qué podría cambiar? Al acercarme tan solo les facilitaría el trabajo y moriríamos en menos de un parpadeo. Eso sin tomar en cuenta mi fatigado cuerpo. Mi nariz no había parado de sangrar y el dolor de cabeza no había desaparecido del todo desde que estuve usando el retroceso.

Señal que me estaba acercando al límite de mis poderes. Era obvio después de tanto tiempo sin usarlos.

― ¿Q-qué mierda dijiste? ―Dijo una Rachel con la voz rasposa y con un ojo a medio cerrar por el esfuerzo que le implicaba a esas alturas respirar. Pese a su actitud, su cuerpo ya no tenía energía para oponerse, así que sus manos dejaron de luchar y cayeron a sus costados. Su tez había cambiado su coloración ligeramente bronceada a una rojiza más pronunciada que la de un simple arrobo; y de la nada, comenzó a temblar de forma preocupante. La reacción fue tan adversa que llegué a pensar que estaba convulsionando por la falta de aire. Ella permaneció así unos cuantos segundos que me parecieron larguísimos. Las lágrimas comenzaban a rasgar mis ojos, pensé que lo peor había pasado súbitamente sin siquiera poder hacer algo. Pero no fue así. Aunque débil, casi imperceptible, Rachel seguía respirando.

―Eres un... puto... monstruo.―Continuó diciendo mientras sus puños se cerraban con una fuerza increíble para alguien que segundos atrás estaba casi convulsionando y, en definitiva, para alguien que estaba sometido. Ella abrió sus párpados tanto como pudo y con esa mirada suya tan desafiante fulminó a Victoria. Sus ojos resplandecían en odio puro. ― ¡VOY A MATARTE, HIJA DE PUTA!

― ¿¡Q-qué carajos?! ¡Uffh! ―El tipo que sujetaba a Rachel repentinamente empezó a maldecir mientras se quejaba. Una de sus manos soltó el cuello de Rachel como si estuviera sujetando algo hirviendo. Todo pasaba a una velocidad impresionante que apenas podía seguirle el ritmo. Fue insólito. En ese instante hasta podría jurar que ella desprendía algo de vapor. No obstante, me dije a mí misma que el miedo me estaba jodiendo la mente. La única explicación coherente era que ya estaba desvariando.

― ¡AAAAAHHHHHHHHHRRRG! ―La voz de Rachel se impuso ante toda la amalgama caótica que se suscitaba dentro de aquella cabaña remota. A todos sorprendió la potencia de su grito estallando de un momento a otro. La furia y frustración concentradas hicieron más que manifestarse sonoramente, sino que Rachel acumuló y liberó tanta energía que pudo materializar sus emociones negativas en forma de una gran llamarada.

El fuego salió disparado acompañando la voz de Rachel, un fenómeno simultáneo cuyo alcance se extendió de manera desproporcionada. Gracias a que momentos antes el sujeto había soltado parcialmente a mi amiga, la trayectoria se desvió un poco y él alcanzó a esquivarlo con un rápido movimiento en dirección opuesta a la que llevaba esa explosión de energía calórica. No sucedió lo mismo si hablamos de Victoria.

La llama no parecía obedecer a un patrón en específico, más bien carecía de control. Era como si alguna fuga de gas se hubiera propagado por un lapso corto y, por tanto, la chispa que produce el fuego no tiene la suficiente potencia para producir un incendio; más sí, en cambio, un fogonazo momentáneo. Llamarada que alcanzó la propulsión necesaria para abarcar algunos metros a la redonda de su origen, por lo que, en cuestión de un parpadeo, llegó hasta Victoria. Ésta no tardó en propagarse y consumir la mitad del rostro; cabello y piel. Con las llamas creciendo en vigor, ella corrió al baño para intentar sofocar el fuego entre agobiantes gritos de dolor.

Una sucesión de sonidos desesperados se hizo escuchar desde el cuarto de baño. La regadera corriendo, gruñidos lastimosos, sonidos metálicos, maldiciones estridentes, gavetas abriéndose y un largo etcétera. Al cabo de un rato, finalmente pararon. El silencio se asentó efímeros instantes en los que nadie atinó a reaccionar. Con la adrenalina a mil, giré a ver a Rachel y me tranquilicé un poco al comprobar que ya no la tenían cautiva. Su tez todavía se notaba algo pálida.  Respirando dificultosa y pesadamente, intentaba recuperar el aliento que casi le roban para siempre.

El tipo que la estaba estrangulando aún parecía asustado pues no despegaba la vista de ella; vigilándola en permanente estado de alerta y procurando mantenerse a una distancia segura. Asumo que no quería correr con la misma suerte que su jefa. Su compañero, en cambio, mantenía mis brazos aprisionados en mi espalda con la misma fuerza que antes. Lo pude comprobar al momento de reanudar mis tentativas de escape que fracasaron tan pronto las puse en marcha.

Victoria volvió a la sala envuelta en una toalla de baño con la que se cubría la quemadura. Con ligeros toques trataba de secar las zonas donde la piel seguía sensible, pero como era de esperarse, el dolor no le tuvo compasión y no tardó en presentarse. Ella soltó otro quejido y dejó caer la toalla a sus pies, revelando una extraña figura, en la que poco podía reconocer de la que antes era mi compañera de clase.
Seguramente los rostros de todos los que estuvimos ahí fueron una clara copia entre sí, porque no pudimos reprimir la impresión de verla en ese estado tan lamentable.

La mitad de la cara de Victoria presentaba la marca inequívoca y fresca de una quemadura. Es claro que no sé de cuestiones médicas más allá de las nociones que aprendí en la academia, pero aquellas marcas daban la impresión de haber alcanzado la dermis, por lo que un segundo grado era posible. El aspecto de la piel chamuscada tenía una tonalidad rosa generalizada y de aspecto plásticoso, asimismo que presentaba un importante hinchazón y ampollas al rojo vivo allá donde había quedado más dañada la segunda capa de piel; parte de su cabello corto lucía ennegrecido y, para mi sorpresa, aunque su ojo se había visto afectado, no perdió la visión del lado izquierdo. Tan sólo permanecía entrecerrado por el brusco cambio de textura en el párpado.

No tenía dudas que el dolor era intenso. Sus labios, no paraban de proferir gemidos.

Para agregar, hasta me resultó de cierto modo irónico que las quemaduras habían llegado a cubrir algunos de los hematomas que le dejaron los golpes de Rachel anteriormente, haciendo que en esas zonas la piel diera un aspecto un poco más grotesco, todavía. Además de la mala vibra que emanaba de Victoria, por su respiración lenta y pesada, el ambiente también se estaba viciado en un penetrante olor a piel rostizada. En resumidas cuentas: era un panorama complicado de ver.

― ¡Eso fue todo, Amber! ―Aulló ella. Unos pasos apresurados y presumiblemente furiosos emprendieron su camino mientras la chica del casimir violeta buscaba algo en los bolsillos de su falda.

Los zapatos de tacón bajo de Victoria se detuvieron en seco cuando tuvo a Rachel frente a ella. Lo siguiente que supe fue que lo que sea que había tenido en sus bolsillos, lo sujetaba en su mano y de un fugaz movimiento, lo pasó por el cuello de mi rubia amiga quien, tan cansada como alguien que se acaba de mandar un maratón, no pudo seguir el devastador ímpetu de Victoria. Nos quedamos atónitas. Rachel quiso reaccionar, pero ya era demasiado tarde. En su cara comenzaba a esbozarse una expresión aguda de dolor, sus cejas se arquearon y en sus labios se trazó una mueca mientras en un acto reflejo, se sujetó fuertemente la zona donde el acero había cortado.

No me encontraba en la mejor posición para apreciar los detalles o con la concentración requerida para apostar a la esperanza de un mejor desarrollo con la ayuda de mis poderes en mi estado tan limitado de movimiento. Sin embargo, aún en la distancia pude notar cómo la sangre salía expulsada en gran cantidad sin que la presión que Rachel ejercía sobre la herida lograse frenar el mortal flujo. Sentí la propia helarse. Una hemorragia en ese lugar era una mala noticia y la tonalidad media del color que manaba sin parar sólo podía significar que el corte había sido lo suficiente profundo como para alcanzar una arteria; impactando de paso en algún conducto yugular. Ninguna posible especulación era alentadora y, en efecto, creí que el escenario no podía empeorar. Pero lamentablemente, desde que tengo mis poderes temporales he aprendido de manera empírica que todo lo que puede salir mal, saldrá. Y siempre puede ir a peor.

― ¡¿Creíste que no sería capaz de matarte, eh, maldita?!―Gritó ella con el frenesí explotándole en las cuerdas vocales, así como en las manos temblorosas de las que se le resbaló la navaja. ―No sé qué mierda fue eso, pero te irás directo al infierno con tus brujerías por lo que me hiciste.

El silencio de las profundidades opacó los gritos fúricos de Victoria junto a los míos cuando vi que la fuerza vital de Rachel iba mermando. Sus rodillas se tambalearon, en extremo débiles y finalmente cedieron. El crujir del piso de madera recibió el golpe de sus rodillas al caer y otro ruido sordo, fue el resultante de cuando el cuerpo casi inerte de mi querida amiga caía de lleno. Entonces grité, chillé con un alarido animal que me salió desde lo más hondo de mi garganta; más allá de eso, desde mis pulmones hinchados por tanto aire entrando en ellos. Tan profundo era el nacimiento de aquella aflicción que lo sentí desgarrarme por dentro, desde mi alma angustiada por la perdida que ocurría frente a mis ojos.

Cuando ella oyó mis alaridos, volteó a verme con una risa sesgada, profanando mi dolor con burla. Me pareció el acto más atroz del mundo. Ya no la veía como una persona sino como un despiadado ser que se atrevía a regodearse con la desgracia ajena.

― ¡RACHEEEEL, NOOOOO! ―Volví a pronunciar sin respuesta de su parte y ni una pizca de empatía de la agresora.

―Oh, pobre Maxine. ¿No ves que es inútil? No importa cuanto la llames, ella ya no puede responderte. ― Pronunció extasiada con lo que para ella debía ser el sonido más dulce: el de mi llanto. Pero yo ya no la escuchaba. Estaba aturdida. Fuera de mí. Sin creer lo que indudablemente veían mis ojos.

― ¡RACHEL! ―Repetí con renovados bríos. Como si mi vida y la de ella dependieran de la vibración que provocaban mis desgastadas cuerdas vocales al pronunciar su nombre, como si de alguna milagrosa forma pudiera conservar su vida si lo hacía. Y si así fuera, estaba completamente dispuesta a desgarrarlas.  La alegría de Victoria, sin embargo, no duraría mucho. No tardó en manifestar señales de fastidio.

―Oh, ¡por favor! No es para tanto. ―Interrumpió ella, pero como ignoré por completo su presencia, su semblante decayó. Mi devastado estado no tardó en extinguir su tolerancia. Las lágrimas que no dejaban de manar de mis ojos y el intenso llanto que se escapaba incesantemente de mis labios no fueron suficientes para despertarle un poco de compasión. Todo lo contrario; no hicieron más que avivar su molestia.

― ¡Cállate, cállate ya! ―Elevó la voz para escucharse sobre la mía.

Yo grité, no paraba de gritar y llorar. Una irritada Victoria no sabía qué hacer para silenciarme. Por otro lado, mi mente no parecía entender la inutilidad de mis forcejeos ni mi cuerpo anestesiado por el dolor atendía a la fuerte presión que ejercían las manos del matón de Victoria en mis amoretados brazos. No podía seguir así. Entonces, con idéntica desesperación a la que la loca del casimir violeta recogió la navaja para ir en mi contra; mi instinto de supervivencia me gritó que hiciera algo. Que no dejara correr más los minutos y fuera al punto dónde Rachel continuaba desangrándose en lenta agonía.

De un salvaje forcejeo y con una fuerza animal de la que no me creía capaz de ejercer, logré liberarme de la pseudo llave con la que me tenía presa el tipo de la sonrisa azul estampada. Aproveché la oportunidad y me adelanté unos pasos. Pero él no tardó en alcanzarme. Me jaló de la mano izquierda hacia él mientras que con el arco del codo derecho me sujetaba firmemente a la altura del pecho para impedirme nuevamente la movilidad. Una contramedida algo precipitada pero demasiado efectiva para alguien con tan poca fuerza física como yo.

Sentí una extraña y tardía oleada de ira. Toda esa frustración de estar secuestradas, de todo lo que tuvimos que pasar para construir un tenue camino de escape, tratar de idear un plan para salvarnos y de fallar miserablemente; me golpeó de lleno en ese preciso instante. Pero quizá lo que más afectaba en esa crítica situación era estar cautiva en los momentos más difíciles de un ser querido. Por no estar al lado de Rachel. Y aún con poderes extraordinarios, no sentirme más que una pila temblorosa y miserable de basura. Incapaz de hacer nada, siquiera de salvar a una sola persona; a una querida amiga. La impotencia personificada.

Estaba fuera de mí, como poseída, mi único motor era alcanzar a Rachel a como diera lugar.

Sangre. Ese sabor lo conocía bien. No obstante, en esa ocasión no era la mía. El sabor era ligeramente diferente y harto desagradable. Hundí los dientes tan profundo como pude hasta atravesar las capas de la piel. No importaron los gritos del tipo ni las salvajes bofetadas que recibí a cambio de su parte. No le solté ni con un pie pisando el desconocimiento. Finalmente me soltó y hasta juré que le había arrancado un pedazo de carne en el proceso. No quise comprobarlo, así que simplemente escupí el cúmulo de líquido en mi boca y corrí hacía una Rachel que apenas respiraba.

Se me partió el corazón. Hasta el momento no había procesado ni la mitad de las cosas que habían sucedido en tan vertiginoso desarrollo de acontecimientos. Mi mente, adolorida, se había autoengañado de que con la ayuda de mis poderes algo podría cambiar una vez que las dos estuviéramos libres de ataduras, que teníamos un plan más o menos seguro. Pero fracasó. Todo se fue a la mierda. Subestimé la psique del enemigo. Las reacciones de Victoria habían sobrepasado todo lo estimado y sus cambios tan volubles no podían ser calculados con precisión. Ella no estaba jugando y nos dejó claro que en su demente estado era capaz de cualquier cosa. Al comprobar con pesar el delicado estado de Rachel, una cosa me quedó clara: yo también debía estar preparada para todo. No debía dudar más.

Me arrodillé junto a ella mientras que suavemente acomodé mi mano debajo de su mejilla y giré su rostro hacia mí. Rachel cubría la herida sangrante de su cuello, pero la presión que hacían sus dedos era ya tan débil que no hacía nada para detener el torrente rojizo que había alcanzado a colorearle gran parte de sus rubios cabellos, teñido sus manos y salpicado hasta la poca ropa que traía encima. En efecto, mis primeras estimaciones eran correctas, ni siquiera la vez que le disparó Jefferson la vi sangrar tanto como ahora que estábamos rodeadas en medio de un charco de su sangre, de la vida de Rachel que se debía estar escapando con cada gota perdida.

Al sentir una ajena y cálida mano, ella débilmente abrió los parpados. Su mirada estaba demasiado opacada y con cada segundo se difuminaba el brillo de sus encantadores olivos.

― ¡Rachel, perdóname! ¡Yo... yo no pude evitarlo! ―Dije entre sonoros sollozos. El llanto parecía incontrolable. Ella clavo su mirada en la mía y, aún con la expresión de dolor invadiendo cada músculo facial, el gesto de Rachel no quería reprocharme nada. Hasta parecía estar en paz, feliz de que estuviera a su lado. Simplemente esbozó una floja sonrisa de lado.

Observé sus trémulos labios; estos estaban tan pálidos y resecos por la pérdida de sangre que me costó bastante entender que en realidad intentaba decir algo, pero lo único que salió de su boca fue una tos ahogada. Enseguida le siguió la expulsión de más líquido vital que le manchó ligeramente sus comisuras y rodó por el costado derecho hasta morir en su barbilla.

―No debes esforzarte, yo... tengo que hacer algo. Verás que...―Una traicionera lágrima cayó en su mejilla, invalidando las palabras de aliento que intentaba decir.― saldremos de aquí.

Elevé mi mano izquierda, lista para rebobinar y conseguir algo de tiempo. Para luchar, para evitar el arrebato de la loca de Victoria aun a costa de mi vida. Me negaba a verla morir. No quería revivir la horrible experiencia de perder a una amiga tan importante frente a mí. No iba a aceptarlo. Quedarme sin intentar cambiar algo, era un tema fuera de discusión.

Me distrajo la sensación un extraño tacto en mi mejilla. Eran las yemas de los dedos de Rachel que me acariciaban superficialmente. En extremo frías y humedecidas por la sangre que las cubría. El contacto me sobrecogió nuevamente y contrario a lo que me dictaba la razón en ese momento, mi mano libre pronto siguió la suya para acompañarla mientras mis lágrimas se desbocaban por enésima ocasión. Por unos largos segundos, cerré mis párpados con fuerza para dedicarme a sentir esa tenue caricia que me regalaban sus dedos.

Algo muy dentro mí, me decía que lo hiciera; que disfrutara de ese momento como nunca. Cuando abrí los ojos, me encontré con los suyos y ella negó débilmente con la cabeza.

― ¿Q-qué? ¿Qué quieres decir? ―Mis ojos se ampliaron al comprender lo que significaba su negación―No puedo... No quiero dejarte así.

Con un esfuerzo sobrehumano para alguien agonizando, Rachel quiso vocalizar algo, pero de nuevo, nada. El sonido no salía de sus dañadas y debilitadas cuerdas. La consecuencia fue idéntica a su intento anterior. Tan solo tosió sangre. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a rendirse. Tan testaruda como ella sola. Aún sin voz, sus temblorosos labios se empeñaron en gesticular lo que quería trasmitir. «Escapa tú, Max», fue el mensaje que Rachel quería que yo recibiera.

La sorpresa me abordó al descubrir que lo único en lo que pensaba ella en sus últimos momentos era en mi seguridad. La contemplé con el corazón a punto de estallar por el dolor. Entrelacé mis dedos a los suyos e irremediablemente mi frente buscó la suya.

―Rach no... Por favor, no me dejes.

Ella relajó un poco el rostro. La satisfacción de haber podido comunicarse hizo que sus facciones descansaran. Pero algo no estaba bien. Su cuerpo se sentía demasiado blando y sus parpados se estaban entrecerrando. Con horror sentí que sus dedos ya no me estrechaban y cómo, lo que quedaba del brillo en sus ojos, rápidamente desaparecía. Sus hermosos olivos reflejaban mi rostro, pero ya no me veían. Estaban suspendidos.

Dejé de respirar, mi corazón se había detenido con el de ella. Pero por desgracia, no duró lo suficiente como para seguirla. Hubiera preferido eso.

―No... ¡NO! ―Me aferré con fuerza a su cuerpo exánime. El resto del calor de su cuerpo también se estaba desvaneciendo.

―Oh, pobrecita. No te apures, enseguida la seguirás en la muerte. ―Se giró Victoria para dirigirse a sus hombres. ― Mátenla.

― ¡VICTOOOORIAAA! ― Grité mientras levantaba el brazo lo más rápido que pude para evitar que ellos pudieran cumplir la tarea que les acababan de asignar. No podía hacer nada contra ellos yo sola y tampoco dejaría que me atraparan. Eso tan solo resultaría mi muerte. Si eso sucedía, entonces era todo. El verdadero final.

Debía actuar rápido si quería traer de vuelta a Rachel. Un paso a la vez.

Esta vez ya no había un plan que seguir, Victoria estaba fuera de cualquier predicción y las visiones no me estaban sirviendo de mucho. Tan solo quedaba utilizar el retroceso para salir de esa desesperada situación. Las opciones eran huir o rebobinar, pero ninguna me convencía. Me negaba rotundamente a abandonar el cuerpo de Rachel y huir tal y como ella quería, pero si retrocedía, tan solo podría conseguir unos cuantos minutos. No estaríamos a salvo realmente...

No, es seguro que no estaremos a salvo. Pero, por lo menos, Rach estará viva.

Con eso en mente y con la convicción de encontrar una tercera opción más adelante, activé mis poderes. Los cuerpos que me perseguían comenzaron a deshacer sus acciones, una por una. La distorsión del sonido. La punzada en la cabeza. Todo marchaba a la perfección, sin ningún tipo de anomalía aún con la fatiga emocional y física que soportaba.

El semblante derrumbado de Rachel lentamente recuperaba el líquido vital y el color en su semblante. Continué así, retrocediendo. Retrocediendo más y más. No parecía ser suficiente y no quería dejar de hacerlo hasta que otra aguda punzada en la cabeza me anunció que había llegado al límite de lo que podía deshacer. Había sucedido tanto en tan poco tiempo que logré llegar al momento exacto donde Victoria ordenó a sus matones que nos despacharan. Momentos antes de que Rachel se dejara llevar por el odio y comenzara a golpearla.

Mierda, mierda, mierda. En verdad, ¿esto será suficiente? Quizá si me esfuerzo en retroceder más...

Mi corazón me dictaba que debía explotar al máximo mis habilidades y tratar de retroceder más. Aun arriesgándome a cruzar límites que no sabía si soportaría. Estaba barajando la idea que, tal vez, resistiríamos mejor si conservásemos los asquerosos videos que Victoria quería. Es decir, haberlos borrado provocó que todo se fuera a la deriva en picada. Pero... ¡No! No, Max. Ese material denigrante y grotesco no debe existir. Era lo mejor para la dignidad de Rachel.

Pero y sí...

La parte más débil de mi personalidad estaba rumiando esa posibilidad. Considerando la locura de Victoria y el horror que acababa de presenciar, jugar seguro no parecía tan descabellado. Nada nos aseguraba que Chloe aparecería a tiempo o siquiera si había logrado encontrarnos. Pero ser los juguetes de nuestra demente compañera probablemente nos compraría tiempo. Sin mencionar que si no borraba los videos podía intentar saltar en el tiempo con ellos. No era seguro, pero así las posibilidades de acción se incrementaban considerablemente.

Debo confesar que esa parte había ganado la batalla. Ese último pensamiento, en realidad no era tan malo y justificaba un poco elegir el camino "más fácil". El brazo ya temblaba demasiado, incapaz de tolerar más ser el canal del poder que estaba forzando al máximo. Victoria, sus hombres y Rachel apenas retrocedían unos cuantos segundos más... minutos quizá. La cabeza me pesaba, sentía las punzadas cada vez más intensas atravesar mi cerebro sin compasión, la visión comenzó a nublárseme, el entorno se estaba oscureciendo poco a poco.

¿Qué... pasa? Esto no debería ser así. La distorsión visual sólo sucede cuando uso el salto en el tiempo. En el retroceso nunca había sucedido.

Mi conciencia se apagaba gradualmente y no entendía bien la razón. De pronto, una poderosa oleada de dolor sacudió mi cerebro. No solo lo sacudió, en verdad sentí como si fuera estrujado desde dentro. En consecuencia, mi vista pasó de la oscuridad a teñir la escena de rojo. Parpadeé varias veces un poco asustada. Entonces lo entendí, no sólo mis poderes estaban al límite de su capacidad, sino yo misma estaba a punto de desmayarme. Mi salud estaba en juego. Drené mi resistencia hasta el borde de lo absurdo y eso también hubiera significado el fin para las dos.

Estuve demasiado cerca de cometer el error que nos costaría la vida a ambas. Por tanto, abandoné la insensatez de rebobinar más allá y desactivé mis podres. La conversación de Victoria con sus secuaces continuó su curso para culminar en el resultado conocido: cuando ella les ordena que nos maten.

Aquí viene ... Pero esta vez estoy preparada.

Esperé el momento exacto. Debía advertir a Rachel pues no era conveniente que se dejara llevar y que golpeara a Victoria. Si miro en retrospectiva, estaba tan dispuesta como ella a deformarle la cara a golpes, pero ese fue uno de los tantos detonantes para que la situación se nos fuera de las manos en un santiamén. Estaba decidida a hacer los cambios necesarios para evitar subir los escalones hacia la locura de Victoria. Y si aún las cosas se complicaban, no duraría más en usar mis poderes al máximo. Tanto como me fuera posible aguantar. Es verdad que no podía incluir a Victoria en el cálculo de mis estimaciones, pero tampoco necesitábamos provocarla.

"― ¿Y qué quiere que hagamos con ellas?"

No tenía mucho tiempo. Así que tomé la mano de Rachel quien siquiera advirtió mi cercanía. Estaba atónita escuchando el increíblemente cruel discurso que Victoria le decía a sus hombres acerca de cómo podían cumplir su orden y matarnos. No tardaría en correr hacia ella y golpearla. ¿Cómo pude ser tan despistada? Las señales fueron tan claras. Supuse que yo también estaba paralizada, pero por la razón opuesta.

Observé que sus puños estaban completamente cerrados, temblando de tanta fuerza contenida. Con razón ni siquiera notó que le rocé la muñeca para llamar su atención. Para variar, su temperatura estaba lejos de haberse normalizado. En ese momento comprendí que no era una enfermedad sino una primera muestra de su poder manifestándose. Un poder extraordinario, similar al mío y del que no tenemos una puta idea del alcance que tiene o si ella es capaz de controlarlo una vez despertado.

Quise probar otra vez, pero un intenso mareo me atacó repentinamente, seguido del ya esperado dolor punzante consecuencia del uso de mis poderes y la siempre confiable hemorragia nasal. El cansancio me hizo tambalear y caer sobre mis rodillas. Acción que no pasó desapercibida para ella. De inmediato, se apresuró a asistirme.

No era lo que tenía planeado, pero me servía. Finalmente, su atención estaba fuera de Victoria.

―Hey, ¿qué pasó, Max? ¿Estás...―Sus olivos no tardaron en detallar el denso hilo rojo que nacía de mis fosas nasales― ¡Esa sangre...! No me digas que usaste tus poderes.

Contuve las ganas de sonreír. Sabía que ella no lo tomaría con humor en ese momento. Pero era impresionante lo rápido que Rachel relacionaba los hechos. Una grata sorpresa de la cual estuve agradecida porque me facilitaba el camino.

―Veo que no se te escapa nada, Rach.

―Eres una tonta. ¿No ves el estado en el que te encuentras por eso?

Sonreí de lado. Era inevitable. Me rendí en tratar de comprender cómo es que podía ser tan impetuosa e imprudente y, al mismo tiempo, preocuparse como nadie por sus amigos. ―Ja, esto es lo de siempre. Créeme, no importa. Escucha, Rach; la situación es grave. Tanto que está a punto de irse en tiempo récord a la mierda. Por eso, necesito que pongas atención a lo que te voy a contar.

Continue Reading

You'll Also Like

53.5K 4.9K 52
Pequeña aventura que continúa al final del videojuego Life is Strange, creada por Alicia y por mí, hecha con un montón de cariño. Chloe: Alicia Max:...
499K 22.1K 11
Nord es un monstruo lascivo y cruel, Indivar es una humana inocente y frágil; la combinación perfecta para una pasión desenfrenada. 🔥 *** •Sinopsis...
228K 22.3K 37
En un tiempo existe él y no ella, en otro existe ella y no él. Sólo les separaban ciento diez años y el tiempo nunca había sido tan transcendental. "...
77.2K 6.3K 51
¿Nunca has sentido la curiosidad de saber que pasa cuando Chloe y Max se marchan de Arcadia Bay? Aquí descubrirás a donde se dirigen, el futuro que l...