"¿Cuándo va a venir Yoongi?"
Jimin se frotó los ojos con sueño. Estaba muy cansado. Había tenido que levantarse muy temprano por la mañana ese día, además, había pasado cada hora preocupado por cómo afrontar con éxito su boda. Todo aquello le estaba pasando factura, por lo que no podía evitar que el sueño lo invadiera en una noche como este. Finalmente, apoyándose en el cabecero de la cama, estaba medio dormido.
"¿Cuánto tiempo ya ha pasado desde que vine aquí?"
De repente, escuchó que la puerta se abría. Yoongi entró en el dormitorio, llevando una túnica sobre su gran cuerpo, su cabello negro y su pecho firme brillaban con gotas de agua a la luz. Sus profundos ojos grises se centraron en él como un depredador que ha localizado a su presa.
—Todavía no te has dormido.
Yoongi era tan alto y poderoso que su simple entrada en el dormitorio hizo que éste se sintiera de repente muy estrecho. Su cuerpo le intimidaba como una pantera negra gigante. Jimin se levantó de la cama, sintiendo una repentina sensación de peligro inminente.
—Sí. Te estaba esperando.
Sus ojos se agudizaron ante su respuesta extrañamente ingenua. Aunque fue una respuesta simple, fue extrañamente excitante. El ambiente del lugar se volvió tenso por expectación. Y afortunadamente Yoongi rompió el silencio primero.
—Tomemos una copa.
Tras parpadear ante la inesperada sugerencia, Jimin se dirigió a él inmediatamente. Sus acciones eran tan diferentes hoy, quizás porque su boda había salido muy bien para ambos. En su vida anterior, él no le había ofrecido compartir unos tragos. En cambio, apareció borracho, abalanzándose hacia él con locura...
... No... no había necesidad de pensar en ese doloroso recuerdo.
Jimin se sentó frente a él con calma. Yoongi inclinó la botella llenando su copa de vino, un líquido dorado era fragante, un vino caro que él prefería. Cuando la mitad de su copa estuvo llena, lo miró de repente de forma interrogativa.
— ¿Sabes beber, no?
A diferencia de Yoongi, a Jimin no le gustaba mucho el alcohol. Pero era la primera vez que Yoongi se mostraba tan amable con él, así que no quería arruinar el ambiente. Alentado por él, tomó la copa de vino. Cuando comenzó a beberse el alcohol, sintió como si su esófago se hubiera incendiado.
Habiendo vaciado su propia copa, Yoongi lo miró con determinación. Sus profundos ojos grises recurrieron su pequeño rostro, sus ojos suaves, sus mejillas ligeramente sonrojadas, y se detuvieron en sus carnosos labios, tan seductores como un pequeño capullo floreciendo.
Pero en ese momento, la frente de Yoongi se arrugó con desagrado repentinamente. Fue molesto que sintiera algún tipo de atracción sexual por él. No podía creer que estuviera deseando a un miembro de la familia Park, que tanto lo despreciaban por su ilegitimidad.
Los ojos grisáceos de Yoongi se volvieron fríos.
Jimin, que aún no se había dado cuenta de ese cambio de humor, dejó su copa y se tocó así mismo sus mejillas calientes. Cuando levantó la vista hacia él, se sobresaltó.
— ¿Por qué me miras así?
Habiendo ya estado casado con él, se dio cuenta rápidamente de que algo cambió para mal. Él no sabía por qué, pero su rostro se torció. Y en cuanto sus ojos se encontraron, él sonrió sardónicamente.
—Vamos, ahora que has bebido, dime la verdad.
— ¿Qué verdad...? —De repente, Jimin tuvo un mal presentimiento. Intentó preguntar con calma, pero Yoongi se inclinó más cerca de él, susurrando con maldad.
— ¿Sigues creyendo que puedes ser el Príncipe Heredero Consorte?
El ambiente se enfrió por un instante. Se trataba nuevamente de ese malentendido que había atormentado a Jimin durante toda su vida anterior. La acusación de que había hecho algo indecoroso para eliminar toda posible competencia para el príncipe consorte.
La primera vez, Yoongi lo había creído, y su luna de miel terminó en una fuerte discusión.
Cuando en realidad, ahora casi ni lo recordaba.
Habiendo regresado de su propia muerte, a Jimin no le importaba su matrimonio con Namjoon que había sido cancelado hace más de cinco años atrás. El rostro del príncipe heredero Namjoon, con el que una vez creyó que se casaría, era ahora un recuerdo borroso. Y ahora que lo pensaba, se alegraba de no haberse convertido en el esposo del príncipe.
Pero una cosa que siempre le había parecido muy injusta era que, hasta el día de su muerte, nunca había podido liberarse de aquellas falsas acusaciones. Aunque ahora no tenía ningún interés en ser el príncipe heredero, Jimin quería desmentir las acusaciones en contra suya. Su vida anterior había sido miserable porque nunca había tomado ninguna iniciativa.
Los grises ojos de Yoongi brillaban con frialdad. Jimin suspiró. Anteriormente había intentado defenderse cientos de veces, así que sabía que era inútil.
—Eso es un mal entendido, Yoongi. —Dijo. —Nunca hice nada de eso. Alguien me tendió una trampa.
— ¿Quién? El testimonio fue muy claro. Alguien que esperaba ser príncipe heredero debe sentirse terriblemente decepcionado de casarse con alguien como yo.
Sus protestas no fueron escuchadas. Sus ojos estaban llenos de malicia y lo miraba con total desprecio. Sin duda, había creído los rumores que había escuchado, al igual que en su vida anterior.
—Si no me crees, entonces, no tengo absolutamente nada qué decirte. —Dijo Jimin. —Ya es tarde. Descansemos y volvamos a hablar mañana.
Estaba cansado, no tenía ganas de volver a repetir la misma discusión. Se levantó para irse como solía hacer cuando Yoongi se portaba mal y quería discurtir. No tenía sentido hablar con él cuando estaba de ese modo. Por lo contrario, cuanto más se prolongara la conversación, más fea sería la discusión. Lo mejor era evitarlo antes de que comenzara.
Pero Yoongi era un recién casado, que no pensaba dejarlo ir tan fácilmente. Antes de que él lo viera venir, una gran mano le agarró su muñeca, y tiró de él hacia atrás, tal como lo había hecho en la boda.
— ¿Adónde vas en nuestra primera noche? No me hagas molestar, Jimin.
El pequeño y delgado Jimin no era rival para un fornido como Yoongi. Al caer hacía atrás por su fuerte agarre, su sedoso cabello rubio que las criadas habían cepillado con tanto cuidado se fue hasta su cara. Yoongi alargó una mano para cepillarlo con ternura. Jimin se estremeció ante la repentina muestra de afecto.
Sentía una cálida sensación cuando su gran mano acariciaba su cabello. Inconscientemente, giró la cabeza para evitar su contacto. Entonces Yoongi le agarró bruscamente del rostro, volviéndolo hacia él.
—Crees que soy un mal tipo, así que sigues evitándome. ¿Por qué? ¿Es porque no seré un futuro rey? Seguro un joven noble de la familia Park como tú, se siente asqueado sólo por mirar a un bastardo de poca importancia como yo, ¿Mhh?
Su voz era escalofriantemente dulce, pero las palabras que pronunciaba eran cada vez más hirientes. Estaba decidido a discutir con Park. A veces se acercaba a él con esa furia hirviente sólo porque sí.
Y si fuera igual como en su vida anterior, Jimin se habría ofendido ferozmente. Habrían acabado discutiendo hasta que no les quedaran palabras para herirse mutuamente.
Pero Jimin ya no tenía esa ira en él. Esas peleas inútiles lo habían agotado en su vida anterior. Aunque sus palabras lo hirieran, era igualmente doloroso devolverle el daño. Quería intentar ser un poco más sabio esta vez.
Necesitaba encontrar una mejor manera de tratar con él.
—Yoongi, por favor, suéltame.
En lugar de enfadarse, tomó suavemente la mano que le tomaba la mejilla. Y con voz tranquila, le pidió que lo soltara. Era incómodo que él lo sujetara con tanta fuerza, era un antiguo Lord General, su agarre era inusualmente fuerte.
Por supuesto, no lo dejaría ir fácilmente. El hecho de que Jimin hubiera recurrido a medios tan despreciables para intentar casarse con su hermanastro, el príncipe heredero Namjoon, sólo hizo que lo aborreciera más. Sus ojos se llenaron de un odio tan frío, que parecían agujas atravesando su piel.
Pero Jimin no le tenía miedo. En los cinco años de su anterior matrimonio, él nunca le había levantado la mano. Esta vez él sería más inteligente. Tenía una pequeña idea de cómo manejarlo.
—Suéltame, Yoongi, me duele mucho. —Susurró débilmente con sus labios temblorosos. A él le pareció que realmente le dolía, por lo que se sintió angustiado.
Sobresaltado, Yoongi retiró rápidamente su mano de su cara.
— ¿De verdad te duele?
Seguía dudando de suastucia de idiota. Su mirada examinó su rostro.