Capítulo 35| Terapias, peleas y bailes de navidad
Mane
Despierto con la sensación de que algo me aplasta.
Abro los ojos muy lentamente comprobando el lugar donde estoy: mi habitación y voy haciéndome a la claridad que entra por la ventana; que cosa más rara que anoche no cerrada las cortinas. Bajo con la mirada hacia donde siento esa sensación de peso cuando de pronto me encuentro un brazo encima de mi vientre, abrazándome. Giro la cabeza encontrándome al Chico Disney plácidamente dormido y los recuerdos de la noche anterior regresan a mi mente.
Sonrío sin poder evitarlo.
«Me encantaría que me permitieras entrar en tu vida»
«Prefiero vivir sin latidos a pasar una vida sin ti»
Sus palabras se me repiten una y otra vez sin cesar. ¿De verdad querría estar en la vida de alguien que apenas puede amar? No quiero volver a hacerle daño y él mismo sabe que incluso me costara decirle te quiero... Solo de pensar en esa palabra, me tenso. ¿Y si se acaba cansando de intentar arreglar mi corazón?
"Te ha dicho que no se rendirá"
¿Y si lo hace?
"Confía. Deja tus miedos. Haz caso a Noah: quítate la venda"
El movimiento de la cama me hace volver a la realidad. Ahuyento los pensamientos y cuando siento que se ha despertado porque noto su mirada en la sien, me giro de manera que estemos frente a frente. Nuestras miradas se encuentran y lo único que me produce la suya es libertad; ahora lo veo bien. Segundos. Quizá minutos, no lo sé, pero me encanta estar así con él. No decimos nada, pero se siente perfecto.
Riley dibuja una sonrisa, que ahora sé que me encanta, antes de romper el silencio:
—Buenos días, sirenita —susurra.
—Buenos días, Chico Disney.
Sin esperarme el siguiente movimiento, este estira su brazo hasta acariciarme la mejilla. Un gesto de lo más simple, pero al mismo tiempo personal. Debo reconocer que me encanta la sensación que me invade en el cuerpo su contacto. Que me encanta estar así con él.
"Uh, bonita, ya empiezas a reconocer lo evidente"
Cállate.
La voz del castaño interrumpe mi altercado interno con mi conciencia.
—Estas preciosa recién levantada.
Cuán está a punto de besarme yo me echo para atrás dejándole confundido y con una cara graciosa que no puedo evitar carcajearme. Antes de que diga nada o piense cualquier cosa, le cuento que no quiero que me bese sin que antes me haya lavado los dientes, pues estoy segura de que no tengo buen aliento desde anoche hasta ahora.
Este se ríe y justo cuando estoy levantándome, antes de que me dé tiempo a hacerlo por completo, Riley tira de mi brazo consiguiendo que caiga en la cama y me besa sin darme tiempo a reaccionar.
No dura mucho, pero me gusta. Le golpeo el pecho varias veces de broma mientras me quejo y ruedo los ojos.
—Me gustas así. Natural. Recién levantada, sirenita.
—Idiota.
—Guapa.
Nos levantamos al mismo tiempo y haciendo el tonto, bajamos a la cocina. De un momento a otro, yo bajo las escaleras casi corriendo, intentando escapar de sus cosquillas y cuando por fin entramos en la cocina, me escondo detrás de Rosa que nos saluda sonriéndonos. Esta se une a nuestra pelea defendiéndome con la cuchara de madera en la mano como si fuese una espada.
Su voz nos hace reír cuando dice:
—Tendrás que pasar por encima de mi para atrapar a mi niña.
Desayunamos los tres juntos y he de decir que se me hace muy extraño desayunar con alguien que no sean Rosa o mis amigos, pero me encanta.
Hace como dos horas que Riley se ha marchado. Es sábado, por lo que no tengo clases ni tampoco me toca trabajar, así que me siento en el sofá después de cortar la llamada con Noah, ya que él si trabaja hoy, y veo un capítulo de Friends junto a Rosa antes de que se vaya a trabajar. Esta me sonríe cuando me ve y al verla pelando una mandarina me entra el apetito; como si me leyera la mente, Rosa me pasa un trozo que acepto sin pensar.
Por lo que me ha contado, el trabajo que ha conseguido es de limpiadora en una empresa bastante exitosa, —no sé cuál, pero creo que es un bufete no estoy segura—, y que, al ser tan grande, el sueldo es muy considerable.
Rompe el silencio que se ha formado excepto por las risas de la serie:
—Ese chico me gusta, Mane —giro la mirada para verla. Se termina la mandarina y me sonríe para luego acariciarme la cara —Sabe sacarte sonrisas que no veía desde hace mucho.
Asiento formando una sonrisa sin predecir.
Es verdad que cuando estoy con él me siento más segura, más yo. Con Riley me divierto y sonrío como nunca creí poder volver a hacerlo. Noah tiene razón en que Riley está arreglándome y, aunque eso sigue acongojándome, sé que debo quitarme la venda y confiar en él... Confiar en que él no es Marco Gulliver y que no quiere romperme.
Que me quiere como dice.
Cinco minutos después, a las once, Rosa se ha marchado ya y yo me siento un poco aburrida, excepto cuando Riley me escribe y me distraigo hablando con él. En ese instante, sus palabras vienen a mi cabeza y no evito mirar hacia arriba.
La puerta cerrada como acostumbra a ser siempre.
«Habla con él, aunque no te escuche. Solo inténtalo», sus palabras me acribillan.
Sin poder pararlas, mis piernas comienzan a moverse por voluntad propia llevándome a las escaleras (ni siquiera sé cuándo me he levantado del sofá) y en cuanto llego a ellas, me detengo unos segundos en frente antes de empezar a subir. ¿De verdad estaba a punto de hacerlo? Mi pregunta se responde sola cuando de un momento a otro me encuentro frente a esta con el brazo en alto preparada para llamar. Sin embargo, el miedo me invade y no llamo.
"¿Vamos a hacerlo?"
Eso creo, conciencia.
"Vamos, ¿a qué esperas? ¡Hazlo!"
Dame un momento.
Respiro hondo y suelto todo el aire que he estado conteniendo desde que estaba subiendo las escaleras. Cuento hasta cinco y al llegar al último, mi puño golpea la madera. Nada. No responde. Quiero rendirme y retirarme como siempre con los pensamientos negativos de que es una pérdida de tiempo, pero de nuevo sus palabras me animan a intentarlo otra vez.
La tercera vez tampoco escucho nada, así que decido armarme de valor y abrir despacio la puerta para en menos de unos segundos encontrarme dentro. Es la primera vez que entro en su habitación. Oscuridad. Me rodea una capa de oscuridad por lo que busco el interruptor y cuando se enciende la luz, un gruñido procedente de la cama, se hace notar. Miles de botellas desperdigadas por el suelo y el olor nauseabundo me marea. Empiezo a notar los ojos llenos de lágrimas mientras camino hasta su cama.
No tardó mucho en acercarme cuando suelto las primeras palabras:
—Eliot.
Gruñe, pero no se levanta de la cama; como mucho se mueve para mirar al otro lado. Barro la habitación con la mirada y vuelvo a posarla en el cuerpo de mi hermano. Siento una lágrima bajar por la mejilla, pero la ignoro y comienzo a hablar.
—Eliot... Soy Mane, tu hermanita.
Nada. No reacciona.
—Soy tú pequeña Boo —enuncio con la voz a punto de rompérseme y usando el apodo que me ponía por la niña de Monstruos S.A —Estás siendo egoísta, Eliot. Yo también he sufrido por amor y no he tenido a mi hermano mayor al lado... —empiezo a romperme. Al ver que no se mueve, empiezo a subir el tono de voz y más rota —¡Por favor, por favor, Eliot! ¡No tienes la menor idea de lo que me haces falta!
La voz se me rompe completamente.
Empiezo a llorar con cada palabra que le voy soltando. Doy la vuelta a la cama para verle la cara y hablarle de frente. Sus ojos permanecen abiertos, pero no miran a nada en concreto; esta desorbitado y seguro que no sabe ni donde se encuentra. Hinco las rodillas en el lado vacío de su cama y le rozo despacio el brazo con la mano para ver si hace algo, pero cuando veo que no, le zarandeo como cuando era pequeña y le despertaba porque había tenido una pesadilla, mientras digo su nombre varias veces.
Apenas veo ya por culpa de las lágrimas y sigo balbuceando:
—No aguanto más, Eliot. Todos los días me imagino que estás muerto y con cada día que pasa, pierdo las esperanzas de recuperarte...Quiero recuperar a mi hermano mayor, quiero volver a jugar contigo y reírnos mientras vemos Friends... Quiero que te preocupes por mí si salgo de fiesta o que me preguntes por las clases. Eso es lo que quiero.
Sollozo al ver que sigue sin funcionar nada de lo que le digo.
—No puedo con esto sola, Eliot, nunca he podido. —Hipo —Te necesito. Te necesito para volver a ser feliz. Necesito de tus abrazos de nuevo.
Silencio.
En cuanto ya no tengo nada más que decir, me lo quedo mirando. No se mueve ni reacciona, así que diciéndome a mí misma que ha sido una pérdida de tiempo, me levanto de su cama con los ojos llenos de lágrimas. Cuán estoy dispuesta a irme, escucho el muelle de la cama.
Me volteo a ver con una media sonrisa con la esperanza de que haya funcionado y se esté levantando de la cama, pero esta desaparece cuando lo único que hace es darse de nuevo la vuelta.
—Te necesito... Necesito a mi hermano mayor.
Después de las últimas palabras, —más para mí que para él—, abandono la habitación y por primera vez no me tapo la boca para amortiguar los sollozos. Me encierro en mi cuarto apoyándome en la puerta y grito. Es un grito de dolor. Suelto todo lo que llevo años conteniendo dentro. Lloro en voz alta mientras voy deslizándome por la puerta hasta el suelo.
🎧🎧🎧
Chico Disney: me siento culpable por no poder recogerte de la facultad ☹Te lo compensaré luego.
Niego con una sonrisa y cuando le respondo que no hace falta que venga siempre a por mí, su respuesta siguiente no tarda en llegar haciéndome temblar porque no me acostumbro aún a que sea tan directo.
Chico Disney: Quizá no, pero quiero hacerlo.
Entro en casa quitándome los auriculares y los dejo en el recibidor cuando cierro la puerta tras de mí para no tardar en ir a dejar las cosas a mi cuarto. Saludo a Rosa que me sonríe mientras va poniendo la mesa y subo casi corriendo las escaleras. Casi.
En cuanto estoy arriba, no puedo evitar mirar a la puerta de Eliot y recordar lo que sucedió ahí dentro ayer. Remuevo la tristeza y entro en mi habitación.
Cuando vuelvo a bajar después de ponerme cómoda, me siento junto a Rosa para comer. Esta me pregunta sobre ayer, pues sabe que me atreví a entrar donde Eliot e intenté hablar con él, pero se entristeció cuando le conté que había sido una pérdida de tiempo.
De repente, la puerta del susodicho se abre y se cierra obligándonos a mirar arriba. Eliot se halla parado frente a esta sin saber muy bien que hacer y empieza a descender por las escaleras. Va como un muerto viviente. Al principio creemos que va a la cocina, sin embargo, nos quedamos sin saber que decir y boquiabiertas cuando este, se sienta en la silla que siempre hay vacía, junto a mí.
Eliot mira hacia abajo sin decir nada.
Rosa y yo nos echamos una mirada de total estupefacción dejando las cucharas en el plato. No sabemos bien que decir. Empiezo a sentir los ojos al borde de las lágrimas y más, cuando mi hermano pronuncia unas palabras que llevo queriendo escuchar desde hace tiempo:
—Quiero ir a terapia —murmura con voz ronca.
Miro de nuevo a Rosa que también se le han llenado los ojos de lágrimas, sin embargo, por vez primera ninguna de nosotras llora de tristeza, sino que es de felicidad.
¿De verdad esto es real? ¿Eliot estaba pidiendo ayuda? Pongo mi mano sobre la suya para llamar su atención y cuando mi mirada se encuentra con la de mi hermano, le sonrío tímidamente.
Eliot intenta imitar mi sonrisa, y aunque solo consigue hacer una mueca, para mí es suficiente. Rosa se levanta y viene con otro plato para Eliot y siento mariposas en el estómago cuando nos veo a los tres comiendo nuevamente juntos.
Riley entra en Bob's con las manos en los bolsillos.
Sin poder evitarlo e ignorando que estamos en un sitio público, salgo de detrás de la barra y corro hacia él, —sorprendiéndolo con mi atrevimiento—, y le abrazo ocultando la cabeza en su cuello. No sé exactamente porque lo hago, bueno en realidad sí, y es que estoy demasiado feliz como nunca, después de la confesión de Eliot en la comida. Siento la mirada de Noah a mis espaldas y sé que estará con la boca abierta.
Cuando me separo de él, Riley se ríe antes de añadir una de sus bromas:
—Vaya, sirenita, no sabía que me echabas tanto de menos —sonrío, pero cuando ve que empiezo a llorar, este deja de bromear y me acaricia las mejillas con preocupación —Ey, ¿estas bien? ¿Te ha pasa algo, preciosa?
Niego intentando hacer desaparecer las lágrimas y comentándole que no son de tristeza sino de felicidad.
Este, al no entender a que me refiero, le cojo de la mano y camino con él detrás hasta la barra. Nos sentamos y suelto las primeras palabras:
—Eliot quiere ir a terapia.
No dice nada. En su lugar me atrapa la cara con las manos y junta nuestros labios en un sincero beso. Observo que de pronto, este se levanta y frunzo el ceño al no saber que está tramando hasta que, el castaño me obliga a levantarme de mi taburete y sin verlo venir, me coge de la cintura y me da vueltas con la atención de los clientes sobre nosotros. Noah se nos acerca en ese momento con duda en el rostro y pregunta por lo que está pasando.
Si, es verdad que a él todavía no se lo he dicho, —ni a Soph—, así que podemos decir que el primero ha sido Riley. No sé muy bien el motivo exacto que me ha llevado a ir corriendo a contárselo en cuanto a entrado, pero diría que es porque gracias a él me he atrevido a entrar en el cuarto de Eliot, decirle todo lo que siento y si no fuera por eso (creo) mi hermano no hubiera abierto los ojos para pedir ayuda.
Cuando se lo estoy contando, las caras de Noah muestran una mezcla de emociones desde la alegría hasta la sorpresa. Luego, simula cabrearse por no haber sido el primero en saberlo.
—Creía que éramos amigos, madame —Modo dramático: activado —¡Qué bonito! Soy tú mejor amigo y me tengo que enterar porque yo he preguntado.
—Lo siento —me disculpo riéndome y le doy un pico.
Vuelve a ponerse serio y continua hablando:
—Es genial, Mane. Verás como Eliot consigue salir de este pozo —Asiento, aunque de momento es muy pronto para cantar victorias, pero yo también quiero eso —¡Venga! Esta noche salimos a celebrarlo... y a ver si follo de una vez.
—No vas a dejar de decir asquerosidades, ¿verdad?
Niega y seguimos trabajando, aunque es imposible trabajar con cierta persona que no deja de distraerme o de darme besos cuando menos lo espero. En uno de esos momentos en que estoy limpiando una mesa, Riley se acerca por detrás y me susurra, abrazándome:
—No sabes lo mucho que amo tu sonrisa, sirenita.
🎧🎧🎧
Miro el tablón de anuncios de la universidad que hay justo en la entrada y leo sobre la fiesta de navidad. Han pasado tres días desde que Eliot por fin pidió ayuda y ya ha empezado la terapia (ya queda menos para terminar todos los exámenes finales). Desde el día que se sentó en la mesa con nosotras, tengo el presentimiento de que no me mira a los ojos, —supongo que por vergüenza—, pero quiero pensar que pronto irá volviendo el viejo Eliot.
Sigo caminando a mi siguiente clase cuando, al entrar al aula, el profesor Deckley me hace un gesto para que me acerque a su mesa a lo que obedezco sin entender. En cuanto estoy cerca, me cuenta que el rector me está esperando en su despacho y cuando le pregunto si sabe para qué quiere verme, al decirme que es por algo de la matrícula, me tenso porque no he podido pagar la de diciembre en la segunda semana y con el lío de cuando Eliot me hizo gastar mi último dinero... ¡Uf!
Deckley vuelve a pronunciarse:
—Mane, ¿hay algún problema? Sabes que puedes confiar en mí si lo necesitas...
—Estoy bien, profesor. Tranquilo —le corto, aunque por cómo me mira, no parece creerme.
Finalmente, hace algo que no espero. Este se levanta de su silla, manda a los demás estudiantes silencio y me obliga a salir del aula. Cuando estamos fuera, Deckley se sitúa enfrente de mí y me sujeta los brazos con sus manos en ambos lados y aunque intento no echarme a llorar, sé que la conversación será dura; más, cuando inicia.
—Mane, sé que no andas bien durante mucho tiempo y solo finges —Intento permanecer neutra y firme mientras continua hablando —Pero nunca he sido de meterme en problemas personas de alumnos, pero el rector me ha comentado que es por la matrícula por lo que quiere verte y quiero saber si... —se detiene. Mis ojos empiezan a sentir escozor y ganas de llorar —¿Tienes algún problema de dinero, Mane? Solo quiero ayudarte.
Y en el momento que las palabras de Noah hacen boomerang en mi cabeza diciéndome que Deckley quiere ayudarme y debo confiar, no puedo evitar derrumbarme delante de él tirando todo el autocontrol por la borda. Deckley me consuela abrazándome y confirma que tenía razón y que no estoy bien.
Por vez primera le cuento el problema que llevo teniendo en casa y le hablo de que tengo un hermano que acaba de empezar hace dos días terapia por el consumo de alcohol y que solo era yo quien se encargaba de los gastos y demás, por eso tuve que pedir pagar a plazos la matricula. Noah lleva razón: Deckley me escucha y no me juzga con todo lo que le cuento y cuando estoy más calmada, —o eso le digo para que no pierda más clase—, me dirijo hacia el despacho del rector.
—Mane, te doy hasta mañana —recalca Schiffler serio —No quiero hacerlo, pero sabes que es mi deber y si no la pagas, deberé cancelar tu matrícula y echarte.
Asiento, pues tiene razón y me levanto de la silla.
Después de avisarle que intentaré pagarla cuanto antes, salgo del despacho y las lágrimas vuelven a hacer acto de presencia. Aunque tengo clase, decido saltarme el día de hoy pues no tengo ningún rastro de energía para atender en estas y avisando a Noah (aunque está en clase él) de que me voy a casa y ya se lo contaré todo, salgo de la facultad. Sin embargo, no sé porque, pero no voy a casa como he dicho a mi amigo. Cuando me doy cuenta, estoy llamando a Riley, ya que necesito escuchar su voz y sé que no puedo ocultar el tono roto de mi voz, que esté me responde que vendrá a por mí sin dejarme negarme porque me corta enseguida.
La respuesta de Noah me llega en ese momento:
Noah: Tranquila, Madame 😉 Te paso los apuntes luego.
Al llegar a mi casa con Riley, me sigue pareciendo extraña la situación que ven mis ojos al entrar: Eliot fuera de su cuarto. Mas concretamente, en el sofá.
Cuando nos ve pasar al salón, intenta formar una especia de sonrisa y luego se levanta al ver a Riley detrás de mí mientras lo escanea con la mirada como un hermano mayor... Como llevo queriendo verle todo este tiempo: siendo mi hermano.
Eliot habla aun con la voz ronca.
—¿Y tú eres...?
—Eliot, él es Riley —soy yo quien le presenta a Riley, pues este ya conoce a Eliot del centro comercial —Él... me ayudó a traerte a casa esa noche.
—¿Sales con mi hermana?
Sonrío tímidamente a la vez que siento las mejillas coloradas al escuchar la palabra "hermana" salir de sus labios. Puede parecer una actitud estúpida que me ponga así por una simple palabra que es un hecho, pero para mí es otro mundo. El simple hecho de que Eliot este recuperándose y que me trate como su hermana... ¡Joder, voy a llorar!
La voz de Riley me devuelve a la realidad:
—Algo así —responde a la pregunta de Eliot —Me gusta tú hermana, así que espero que sea afirmativa.
Oír de nuevo esa palabra "me gusta", hace que me tense, sin embargo, debo me obligo a no tenerle miedo y confiar en el Chico Disney y hago desaparecer ese miedo. Eliot vuelve a pronunciarse:
—No quiero que la hagas nada, mi pequeña Boo... —me mira y un brillo de tristeza abarca sus iris —... ya ha sufrido bastante y yo no he sabido verlo jamás —De repente, mi hermano me acaricia la mejilla y se disculpa —Perdóname, Mane. No sé cómo recompensarte los malos años que has vivido...
—No pasa nada, Eliot.
Cuando pienso que va a decir algo más, me equivoco. Mi hermano cambia de tema y me pregunta porque no estoy en la facultad. Le cuento todo: Desde el momento en que el rector Schiffler me ha dicho que debe echarme sino pago la matricula y que he acabado viniendo porque estaba con las energías bajas después de la conversación.
Eliot vuelve a entristecerse y se agarra el pelo mientras camina desesperado:
—Esto es mi culpa, Mane.
Niego.
—No lo es, ¿vale? Ya encontraremos la forma de pagarla.
—Si lo es —se machaca y aunque intento repetirle que no lo es, sigue hablando —Si hubiera sabido ser mejor hermano, no estarías así. ¡Yo debía cuidarte no al revés!
Me acerco a él y le calma. Nos sentamos en el sofá, tengo las manos a ambos lados de su cara y le miro fijamente. Estoy a punto de llorar, pero quiero permanecer fuerte, pues ya he llorado demasiado al saber que me pueden quitar la matricula.
—Ojalá ser igual de fuerte que tú, hermanita.
—Poco a poco —es lo único que le digo y luego, me voy a la cocina con Riley para hablar cuando mi hermano se queda dormido en el sofá.
Riley se acerca por detrás, sobresaltándome y me abraza por la cintura para posteriormente susurrarme:
—Eres muy fuerte, sirenita.
🎧🎧🎧
—¿Por qué lo has hecho? —inquiero, aunque parece ser más una exclamación que una pregunta.
Miro a Riley que me espera como casi siempre que puede apoyado en su coche (ya está arreglado del accidente desde hace dos días). Este intenta pararme borrándosele la sonrisa que tenía al verme enfadada y supongo que ya sabe lo que me pasa.
—Escúchame, Sirenita —Camino pasando por su lado, pues no quiero ir ni con él ni hablar. Aunque este me alcanza enseguida y me coge del brazo haciendo que me detenga. No le miro cuando me lo pide. Me jode que haya pagado la matrícula entera sabiendo que odio que me hagan esas cosas —Por favor, sirenita. No quiero pelear por una tontería.
—¡No es una tontería para mí, Riley! —exclamo tan alto que los estudiantes que pasan por ahí nos miran. Bajo el tono de voz —Sabes lo mucho que odio que me paguen las cosas, lo sabes perfectamente y vas tú y... me tratas como una pobre chica que no puede pagarse la matrícula. Puedo apañármelas yo, Riley y ya te he dicho mil veces que no necesito a un hombre que me salve.
—Lo sé, amor.
El castaño se acerca más a mí y me atrapa el rostro con ambas manos. No le miro, aunque me cuesta no hacerlo, pero hago el mayor de mis esfuerzos. Riley me suplica que le mire porque odia no poder ver mis ojos, niego y vuelve a hablar.
—Sé que te ibas a enfadar, pero asumí con esa responsabilidad —ahora sí que le miro, pero vuelvo a apartar deprisa la mirada —Prefiero que me grites y que te enfades por no hacerte caso, a que dejes de estudiar lo que te gusta, sirenita. No podría ver un solo rastro de tristeza en tus ojos si te llegan a echar.
Ahora sí que le vuelvo a mirar y no aparto.
¿De verdad ha preferido que no le hable a que me echen de la universidad?
—Te quiero lo suficiente como para soportar que me grites enfadada.
—Te odio —contesto y veo que se empieza a reír —Aunque... te debo entonces las gracias y te lo pagaré, te lo prometo.
—No me debes nada. Lo he hecho porque te quiero.
—Deja de decir eso, idiota —alego refiriéndome al «te quiero» que me ha dicho, pues aún me sigue aterrando y me siento mal por no poder decírselo yo —No estoy lista para decir esa palabra ni escucharla y me haces sentir culpable.
Riley se carcajea de nuevo cerrando la poca distancia que quedaba entre nosotros y me besa después de comentarme que él va a seguir diciéndome te quiero porque es lo que siente. Quiero seguir enfadada con él, no obstante, sus besos son tan adictivos y convincentes que se me pasa el cabreo en cero coma.
Cuando nos separamos por falta de aire, vuelve a tomar la palabra:
—Es que te quiero muchísimo, amor —ruedo los ojos tratando de no tensarme al escucharla otra vez. Sus siguientes palabras, me confunden —No me importa si tardas en decirme «te quiero», solo quiero que estés lista. Haremos una cosa: tus «idiotas» serán los «te quiero» hasta que estés preparada para decirlo.
—¿Qué?
—Cada vez que quieras decirme "te quiero", dime idiota y yo sabré que me quieres, ¿te parece?
—Me parece perfecto, idiota.
Para ser sincera, sí que me parece una gran idea y le agradezco por no obligarme ni abrumarme a decir algo sin estar preparada. Riley me besa antes de rodearme los hombros y caminar de vuelta al coche.
Pruebo de nuevo a decir la palabra:
—Idiota —sonrío.
Este me detiene cuando llegamos al Mustang y encerrándome contra su puerta, me responde:
—Yo también te quiero.
Nos montamos en el coche justo cuando su móvil empieza a sonar y al cogerlo, por el altavoz sale la voz de Jupiter y Acer que, la primera, nos acaba convenciendo para ir a verlos y, aunque sus padres (más su padre) me siguen poniendo nerviosa, acabo accediendo cuando Riley me mira porque sus hermanos si me que me caen fenomenal.
Por fin, este arranca para ir hacia la casa de sus padres sin más tardar y, aunque tengo que estudiar, no importa saltarme un día por estar con él; además, me ha prometido llevarme pronto a casa, aunque voy con los nervios autoimpuestos por conocer a sus hermanos en una mejor situación (porque las otras veces han sido o videollamada o en el hospital).
🎧🎧🎧
Cuando decidimos aceptar la invitación de Jupiter fue para verlos y yo conocerlos en mejores circunstancias que en hospitales y juicios. Sin embargo, no contamos con la aparición de los padres media hora después de nosotros. Su madre se sorprendió al vernos y no dudo en preguntar a su hijo a lo que le respondió que los mellizos nos llamaron. El padre no dejó de mirarme de arriba abajo poniendo aún más tensión a la situación, pero le ignoré.
En cuanto íbamos a marcharnos, este mismo, con tono de superioridad nos invitó a merendar el bizcocho que Julia había preparada, aunque estoy segura que solo lo hizo para joder a su hijo. Riley no estuvo muy de acuerdo, pero yo accedí cuando me miró para que yo decidiera, porque no quería más tensión.
Y aquí estábamos todos en la mesa de comedor comiendo aquel delicioso bizcocho de naranja de Julia con la tensión palpándose en el aire.
La voz de Mark Steele se adueña del silencio:
—Entonces, Mane, ¿Qué estudias? —levanto la mirada al oír mi nombre.
Estoy segura de que en realidad le interesa un pepino lo que estudie, pero como no quiero parecer borde, con un nudo en la garganta por el respeto que provoca este, contesto a su pregunta:
—Psicología.
¡Dios! ¿cómo un hombre puede provocar tanto pavor a una sola persona? Mark me escanea sin ningún reparo en hacerme sentir incomoda y yo me bebo lo que me queda del agua de un solo trago pues siento la boca como una alpargata.
—Ajam, por eso sabías bien como tratar los ataques de Jupiter, ¿no? —la mencionada en ese momento, levanta su mirada y mira a su padre.
—Solo sé que, cuando alguien tiene ataques fuertes no debe sentirse abrumada o ver que los que la rodean están peor, porque pueden agobiarse aún más.
No sé el motivo, pero siento el presentimiento de que de un momento a otro la situación se volverá más fea y no me equivoco cuando suelta las siguientes palabras refiriéndose más a su hijo.
—Psicología no lo veo para tanto...
Riley hace una mueca parecida a la risa interrumpiendo a su padre:
—Para ti todas las carreras son insignificantes excepto si estudian lo que tú quieres, ¿verdad, padre? —me extraña la forma en que este trata a sus padres, pues lo hace de usted.
—Pues sí, dime: ¿Qué se puede esperar de una psicóloga?
—Pues si no fuese por ella nunca hubiéramos sabido lo que ocultaba Jupiter y ese cabrón seguiría abusando de tu hija —Miro a Jupiter, pues es el centro de la conversación y veo que tiene los ojos anegados en lágrimas y puedo leer en su rostro que no quiere hablar de ello. Aprieto por debajo de la mesa la mano de Riley y disimuladamente, señalo a su hermana para que se calme; me hace caso —Lo siento, Jupiter... No quería recordártelo.
—Y le damos las gracias por ello, al menos ella no ha dejado la carrera por unirse a una insignificante banda que va a durar lo que yo te diga...
Un golpe seco en la mesa me sobresalta al igual que los mellizos y al mirar, veo a Riley levantado con una expresión de completa ira hacia su padre. No obstante, en lugar de decir nada contra su padre, me pide con la mirada que nos vayamos ya y me levanto a la vez que los mellizos y la madre que intenta calmar la situación, sin éxito. Nos despedimos de los pequeños y sin más tardar, nos marchamos de aquella incómoda conversación.
—Sirenita, dejemos de hablar de eso —Riley aparta un mechón detrás de mi oreja y me besa, cambiando de tema.
Hace una hora que hemos llegado de casa de sus padres al estudio después de la incómoda tarde con su padre y durante el trayecto no he dejado de pensar en porque hay tanto odio entre ellos y porque este no apoya a su hijo con su vida.
Juro que quiero dejar la conversación, pero algo dentro de mí quiere saber más de él como él de mí.
Cuando separa nuestros labios, siento sed de más besos. Sonrío tratando de olvidar todo lo pasado y nos sentamos rectos en su cama con los pies en el suelo mientras seguimos besándonos. Sin embargo, no puedo olvidarlo y acabo cortando el beso, separándonos.
—Es que... Me gustaría saber más de ti, Chico Disney.
—¡Joder, sirenita! Has estado delante así que ya lo has visto y ha menospreciado tu carrera —intento calmarle acariciando su nuca —No me llevo bien y menos con él, solo voy por los mellizos. Cuando le conté que dejaba Derecho, empezó a tratarme como una mierda porque lo único que quiere Mark Steele, es que acabé en su empresa.
—Quizá si habláis más calmados, te acaba entendiendo...
—Entérate, mi viejo nunca me ha apoyado, sería una pérdida de tiempo que no pienso perder —se levanta de la cama acercándose al escritorio y se apoya —No los conoces y creo que es mejor, ¿de acuerdo?
Vuelvo a hablar:
—No, no los conozco, pero unos padres son unos padres y si les explicas que es tu pasión, tal vez te...
—¡Joder, que no! —Da un golpe a la mesa al igual que en su casa, sobresaltándome —Yo no te insistía cuando sabía que algo tramabas, ¿Por qué no puedes hacer igual? ¡Joder, yo no tengo la culpa de que los tuyos te abandonaran!
Cuando suelta aquellas palabras, algo hace crack en mí y suplico porque no sea mi corazón de nuevo. No después de habérselo confiado a él. Los ojos se me llenan de lágrimas y solo cuando alza la vista y me ve, se da cuenta que ha metido la pata. Riley intenta acercarse cuando me levanto, pero niego apartándole. Me visto rápido, tirando con irá su camiseta y cojo las cosas.
—Vete a la mierda, Steele.
Salgo del cuarto después de mandarle un mensaje a Noah con la atención de los tres puesta en nosotros. Riley me ha seguido e intenta detenerme. Aaron es el primero que ve las lágrimas en mis ojos. Cuando consigue retenerme del brazo, por acto reflejo, mi mano se dirige hacia su mejilla sonando fuerte. No dice nada, salvo acariciarse aquella zona golpeada.
Los sollozos empapan mis mejillas cuando sigo hablando:
—Si, mis padres me abandonaron y mi hermano hasta hace poco era un alcohólico que no sabía que tenía una hermana —mi voz se rompe. Intenta tocarme, pero me aparto dejándolo destrozado —Ten por seguro que no sabrías de mí si no me hubieras visto aquel día con Eliot, ¿sabes porque? Porque me he avergonzado siempre y tú lo sabes —le recuerdo la conversación en el porche —He sentido vergüenza de mi hermano, de mi patética vida y de dar pena porque apenas llegaba a fin de mes con los gastos. Puede que sea pesada, pero es que al menos tú tienes padres, ¡joder!
—Yo...
—¿Tu qué? ¿Tú que, Riley? —le interrumpo. Ya no me importa que nos miren —Muchas veces me he culpado y pensado que hice mal para que me dejaran...
—Nada. Tu no has hecho nada, Sirenita —intenta volver a tocarme, pero no me dejo.
—Has podido hacer cosas que yo no, como jugar o enfadarte con ellos —sigo hablando —Tú tienes padres y aunque no son lo mejor del mundo, están ahí. Yo no —Me limpio las lágrimas y termino diciendo —Prometiste no romperme...Prometiste hacerme latir... Muchas gracias por hacer lo que tanto miedo tenía. Te felicito, Riley Steele por romper mi corazón.
Cuando alzo la mirada firme, me doy cuento de que está a punto de llorar también. No le da tiempo a coger mi mano, cuando salgo de allí más rápido que él, sin despedirme de nadie. En cuanto estoy fuera, veo que Noah ya está esperándome en su moto y sin pedírselo siquiera, se baja y me estrecha en sus brazos. Me rompo en mil pedazos.
Escucho que me llama desde atrás y al mirarle, le veo destrozado tirándose del pelo. Abrocho mi casco y le pido una sola cosa a Noah:
—Arranca, por favor.
🎧🎧🎧
En cuanto Noah me deja en mi casa, consigo dejar de llorar. Entramos juntos y al cerrar la puerta, escuchamos el ruido que hacen dos botellas al chocar entre sí que proviene de la cocina.
Rosa aún debe estar trabajando, pues no hay rastro de ella.
Nos colamos en la cocina cuando una espalda desnuda nos recibe. Eliot no debe ser consciente de nuestra presencia hasta que el loco pervertido que tengo como amigo, silba sin ningún rodeo exclamando en alto y claro:
—Mamma mía, Madame. Como que me han entrado ganas de ser tu cuñado.
Eliot da media vuelta, sobresaltándose al oír la voz de mi amigo y nos mira sorprendido al vernos allí. Se fija en Noah sin entender muy bien las palabras de mi amigo y me temo que debo hablarle a mi hermano sobre mis amigos para que no se asuste con sus ocurrencias. Eliot sale del espasmo y nos saluda.
—Perdón, no os he oído. Estaba... Estaba tirando cosas —es en ese momento que me percato de la bolsa de basura que sostiene y que no he visto hasta ahora. Absorbo la nariz sin querer haciendo que Eliot me escanee —¿Has llorado, Mane?
Niego, pero este deja las bolsas y se acerca. Noah decide marcharse para dejarnos a solas, y aunque no molesta y se lo decimos los dos, este se marcha haciéndome prometer que se lo contaré a él también. Nos quedamos solos mi hermano y yo. Entre los dos, ayudo a Eliot a tirar las botellas que quedan mientras me pregunta porque he llorado. Le cuento todo desde que me he enfadado con Riley por pagarme la matrícula entera, —que se queda alucinado con eso—, hasta la última pelea por la cual he llorado por el tema de sus padres y las cosas que ha soltado que me han dolido.
Eliot se apoya en la encimera y me obliga a hacer lo mismo. Este me abraza por los hombros y yo dejo caer mi cabeza en su hombro.
Su voz empieza a ser menos ronca cuando dice:
—Mane, ¿no crees que debes dejar que él hable cuando quiera? Tú tardaste y apuesto a que, si no te hubiera pillado aquella noche, seguirías ocultando tu vida —Ha dado en el clavo, pues es lo mismo que yo le he dicho a Riley.
De pronto, empiezo a llorar, pero por un motivo muy diferente al de antes. Cuando mi hermano se da cuenta, se pone delante de mí y me alza la mirada con dos dedos en la barbilla para preguntar porque lloro ahora. Antes siquiera de responderle, me lanzo a abrazarle, enterrando mi cabeza en el hueco de su cuello.
—Llevo mucho tiempo queriendo estar así contigo, Eliot —este acaricia mi cabeza con delicadeza para luego sentir un beso en lo alto —Estuve a punto de perder las esperanzas...
—Lo siento, Mane. Siento mucho todo lo que te he hecho pasar —me separo lo suficiente como para poder mirarlo a los ojos. Mi hermano me acaricia la cara, cierro los ojos disfrutando su contacto y los vuelvo a abrir cuando sigue culpándose y pidiéndome perdón —Fui un egoísta, hermanita. Yo..., me encerré en mí mismo por lo de Roxanne y no vi que tú tampoco lo has pasado bien y para colmo, has tenido que apoquinar con los gastos sola y estudiando.
—Pero estás aquí, ¿no? —Asiente, entristecido —Eliot, no te vayas nunca, por favor. No quiero perderte de nuevo.
—Te prometo que no me perderás nunca más, Boo.
Nos fundimos en un abrazo de esos que hace mucho no le daba a mi propio hermano. Siento que Eliot lo está intentando por mí, está intentando redimirse para volver a ser el mismo de siempre. Solo nos separamos cuando una bolita de pelo se arremolina ante nuestros pies y Eliot alcanza a coger a Cookie con una sonrisa que hace tiempo no le veo.
Rosa llega justo en el momento que Eliot habla con la perra como si la entendiera:
—A ti también te debo miles de disculpas, Cookie. Sobre todo, por pisarte el rabo de pequeño —Le abrazo, acaricio al cachorro.
—Cookie ya te ha perdonado, cielo.
Por vez primera, nos damos un abrazo como cuando éramos pequeños entre los tres, con Cookie en medio nuestra y nos preparamos para cenar. A las diez de la noche, Riley aparece en mi casa, pero ni siquiera le abro cuando insiste en llamar varias veces al timbre ni le respondo las llamadas y cuando se rinde, le veo por la ventana marchándose en su coche. Eliot y Rosa no dicen nada, pero sé lo que están pensando. Acabamos viendo Friends en la televisión.
🎧🎧🎧
—No creo que lo dijera enserio, Madame —menciona Noah mientras preparada los batidos de una mesa.
Le estoy contando lo que sucedió ayer cuando vino a recogerme del estudio. Le devuelvo la vuelta al cliente y le deseo una buena mañana. En cuanto se marcha, miro a Noah y niego. Mi amigo sigue insistiendo que quizá solo lo dijo por la situación y porque se había cabreado, pero que, si luego se presentó en mi casa, es porque no lo decía enserio.
Cuando siente mi mirada, deja los batidos terminados sobre el mostrador y antes de continuar la conversación, me hace un gesto con el dedo para decirme que espere. ¡Como si me fuese a ir, Noah Greene! Le observo sonriendo a las personas de la mesa y despidiéndose para volver conmigo. Se sienta en el taburete frente a mí y continuamos hablando, pues no hay más clientes por atender.
Me pregunta si este es el fin de Maley y yo ruedo los ojos por el dichoso apodo que nos han puesto por nuestros nombres. Siento mucho, pero esas cursilerías de juntar dos nombres no van conmigo. Cuán estoy a punto de contestarle, Bob aparece saliendo de la parte trasera, se sienta en un taburete y ni siquiera nos regaña por estar hablando en vez de trabajar porque solo me pide un vaso de agua. Noah y yo nos miramos sin entender antes de servirle el agua.
Pongo el vaso frente a Bob que parece muy decaído y cansado.
—Gracias, Mane.
—De nada, pero jefe, ¿se encuentra bien? —decido preguntar, pues no es la primera vez que le vemos muy extraño. Callado y menos borde de lo habitual.
—Tranquila, Wilde. Solo es cansancio.
No quiero insistir, por lo que cuando devuelve el vaso vacío y se levanta para irse, yo lo meto en el lavavajillas cuando escucho unos gritos femeninos que reconozco perfectamente. Al darme la vuelta, Sophia se acerca a nosotros; ella también sabe sobre la ruptura con Riley.
Bob ya no está y Noah finge taparse los oídos antes de murmurar:
—Blancanieves, ¿quieres hacer el favor de bajar el tono de voz? —me rio y espero que nuestra amiga nos comente porque tanto alboroto —¿Has tenido sexo salvaje y estás eufórica o qué?
—No seas tonto, Thor. Desde antes de ayer que no tengo sexo.
—¿Podéis dejar de hablar de sexo por favor? —interrumpo la conversación desagradable que están teniendo y obligo a Soph a contarnos lo que ocurre — Soph, cuéntanoslo ya.
—Si, perdona. Sabéis que mañana es el baile de navidad, ¿no? —Asentimos sin entender dónde quiere llegar —Bueno, pues... ¡la universidad ha contratado a NeverLand!
Al escuchar el nombre de la banda, se me eriza la piel al recordar todo lo vivido ayer por la tarde. Ambos parecen darse cuenta, porque Soph deja de hablar y me pregunta si estoy bien. Yo asiento, aunque estoy segura de que no se lo han creído. Es Noah quien pregunta cómo es eso y Sophia nos cuenta como este año quieren hacer una despedida de las clases mucho mejor, han pedido ayuda a los estudiantes, —como el día que el rector me pidió si podía ayudar a organizar—; al final no acepte porque quise usar ese tiempo para estudiar. Soph cuenta que una de las organizadoras también es fan de la banda e hizo todo lo posible porque tocaran en la fiesta.
Al parecer lo ha conseguido de tanto insistir.
🎧🎧🎧
Salgo de la facultad.
La banda sigue tocando ahí dentro y yo no puedo continuar ni un minuto más cerca de él. Empieza a hacer fresco y para colmo se me ha olvidado dentro la chaqueta y el vestido no es que abrigue demasiado. Había escogido un vestido negro corto de tirantes con escote drapeado, pero ahora me arrepiento; debían ser las once pasadas o así. La fiesta se ha organizado en una sala enorme que casi nunca he visto usarse. Me apoyo en la barandilla que hay ahí y levanto la vista al cielo para contemplar la luna.
Acaricio mis brazos entrando en calor cuando escucho su voz muy cerca de mi oído erizándome la piel:
—Estás preciosa —me doy media vuelta dispuesta a irme cuando Riley me detiene de la muñeca —Perdóname, sirenita. Te juro que no quise decir todo eso.
—No quiero hablar, Riley. Si me disculpas tengo frío y quiero entrar.
Sin esperarme lo siguiente que hace, este se quita la chaqueta y me la tiende con miedo a que la rechace y así es, la rechazo porque no quiero nada de él.
Vuelve a pronunciarse:
—Sirenita, de verdad que lo siento. Te quiero —Se acerca hasta que apenas hay espacio entre ambos. No le miro. No quiero mirarle —Mírame, por favor. Tuve miedo y, además, estaba tan cabreado con mi padre y lo que pasó antes, que no pensé en que mis palabras podrían hacerte daño.
—Me prometiste no hacerme lo mismo que mi ex.
—Lo sé, amor y no sabes lo gilipollas que me siento. Pero va muy enserio cuando te digo que te quiero —este atrapa mi cara con ambas manos y acaricia mi labio con los pulgares. Sin darme tiempo, Riley me besa y yo ni siquiera me aparto. Nos separamos por falta de aire —Nunca he querido a nadie como te quiero a ti, sirenita.
—Creí que estabais tocando —digo, recordando que cuando yo he salido es lo que hacían.
—Digamos que he parado la canción cuando te he visto salir porque necesitaba estar a solas contigo.
—¿Has parado la actuación por mí? Estas como una cabra —me besa cuando termino de hablar.
Se ríe cuando se separa y vuelve a pronunciarse:
—Sirenita, cancelaría hasta un concierto entero solo para estar contigo. Haría mil y una locuras con tal de estar siempre contigo —Antes de continuar hablando, mira a la luna y al volver a mirarme, su mirada muestra de nuevo tristeza —Admito que temo a mi padre por eso nunca me he atrevido a explicarle que la música es mi pasión y porque sé que nunca me escucharía, pero luego dijiste algo que tienes razón: yo tengo la suerte de tenerlos y nunca me ha faltado de nada, a pesar de que no son los mejores.
Esta vez soy yo quien le besa y dios como echaba de menos hacerlo. Luego, me deja sorprendida cuando me comenta que va a intentar a hablar con sus padres y cuando le ofrezco si quiere que vaya yo con él, me levanta por la cintura para darme vueltas. Me baja y me susurra antes de volver a entrar:
—¿Te he dicho lo guapa que estás?
—Idiota —murmuro.
—También te quiero.
Volvemos a la fiesta hasta que, a las doce, Riley le pide al grupo que terminen y sin que nadie nos vea, me coge de la mano y tira de mí hacia su coche. Cuando le pregunto a donde vamos, este me responde la tontería de siempre:
—A desaparecer.
Buenas noches, Lovers! Hoy os traigo cuatro nuevas actualizaciones con mucho amor. Espero que las disfrutéis y no olvidéis votar, comentar y compartir para ayudarme a crecer en la plataforma naranja. Solo quiero decir, que con estos capítulos, cada vez nos acercamos más al final de Riley y Mane, ¿estáis ilusionadxs por ver como acaban? Yo sí, y espero que vosotros y vosotras también.
Como siempre digo, tenemos dos grupos tanto de wasap como telegram donde voy subiendo avances y fangirlear con mis historias por si os interesa uniros. Podéis conseguir los links en mi perfil o pedírmelos al privado.
Instagram: carlusky_01 (personal) y Sagaalover (wattpad)
preguntas: Eliot por fin quiere ir a terapia, ¿creéis que volverán a ser una gran familia? ¿De que lado estáis en la pelea: Riley o Mane? ¿Creéis que Riley algún momento solucionara las cosas con sus padres?
DEDICATORIA:
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