-Resuelvan estos tres ejercicios y me los entregan al finalizar la clase - habló la molesta profesora Anny escribiendo números en el tablero con una letra enorme, para que nosotros no tuviéramos la excusa de estar ciegos.
La apariencia de Anny era bastante distinta a lo que se esperaría que fuese un monstruo, de hecho era bastante tierna físicamente, su cabello era dorado y corto, su estatura bastante alta y sus ojos color azul cielo.
Pero el problema era, ¿Cómo demonios iba a resolver las operaciones? Sin duda alguna solo entendí las matemáticas hasta que empezaron a ponerles letras.
Trataría de hacerlo, me tocaba hacerlo, aunque la verdad era que ninguna de esas operaciones nos servirá en la vida, ¿Por qué nos las enseñaban? ¿Por qué nos hacen perder tiempo en esas cosas? Solo si quisieras ser maestro de matemáticas las usarías; en conclusión, no servian.
Tendría que preguntarle a Amber, no quería molestarla con cosas de la escuela, sería como aprovecharme de su inteligencia, pero en este caso se trataba de preguntarle o empezar a perder la materia, no era como si tuviese opción.
-Amber - le susurré.
-Dime.
-¿Cómo se supone que haga esto?
-Es fácil, a2 = b2 + c2 - 2cb ⋅ cos a.
-¿Qué? - fruncí mi ceño ante su confusa e incomprensible respuesta, me había perdido más de lo que estaba.
-Es como si hicieras el teorema de Pitágoras, solo que A es recto - dijo con obviedad -. Es fácil.
-Gracias - me resumí a decir.
Al parecer lo que dijo Amber era cierto, era fácil si lo entendías y la diferencia era que yo no lo hacía. Pero no quería seguir molestándola, así que hice lo que pude y respondí el primer número que se me vino a la mente.
-Entréguenme sus ejercicios - dijo Anny en la puerta a punto de irse.
Sin duda me había equivocado, en el momento que se lo entregue a la maestra frunció su ceño tratando de comprenderlo de alguna manera.
Regrese a aquella esquina en la que se encontraba mi puesto de mala gana, frustrado más que todo.
-Oye y... ¿Cómo te fue? - me preguntó Amber al regresar a su asiento junto a mí.
-Pues, Anny me miró como si estuviera loco, por darme ese resultado - respondí con una risa agria -. Pero bien - dije con sarcasmo.
-No me entendiste nada, ¿Verdad? - negué algo avergonzado -. Puedo enseñarte si quieres, ¿podrías venir a mi casa?
-Si, claro - dije en un tartamudeo - ¿Cuál es tu dirección?
Tomó un pequeño papel igual al que me dio con su teléfono, en donde escribió su dirección y me lo entrego.
-Aquí está, aunque nos podemos ir juntos, si quieres.
-Si, claro.
Hicimos contacto visual, como si solo estuviéramos nosotros en el mundo, era perfecto aquel momento.
-Chicos, al coliseo rápido - dijo la profesora de educación física al ingresar al aula.
Lo irónico es que los maestros de educación física nunca hacen ejercicio, siempre me había causado gracia, era como una jerarquía, el rey mandaba, pero nunca hacía algo por cuenta propia.
-Ay, ¿Por qué? - murmuró Amber con flojera.
Amber se dirigió con Ava hacia el coliseo, yo detrás de ellas viendo el caminar de la chica.
Llegamos al coliseo, tenía un techo alto con algunos balones en él, la parte izquierda de este estaba ocupado por graderías de distintos tonos de gris y en el frente había una pequeña tarima.
-Primeros 20 estudiantes de la lista serán el primer equipo y los demás el segundo - dijo la maestra en un grito -. Jugaremos quemados.
Esas reglas me favorecían, McCarty y Spooner serían sin duda alguna del segundo grupo de estudiantes.
El sonido del silbato ensordeció a todos dando por iniciado el juego.
Los balones iban de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, bombardeando a la persona que se le atravesase. Amber tiraba algunos sin éxito y otros a duras penas, los esquivaba, perdería pronto si seguía así, además tenía una pésima puntería.
Hasta que vi un balón del equipo oponente en la dirección justa hacia Amber, al parecer ella no se había percatado de lo que ocurriría, así que no tuve más remedio que tomarla del brazo y atraerla hacia mi cuerpo.
El balón continuó sin rumbo alguno hacia la punta del coliseo. Y Amber a mi lado con la respiración agitada por el ejercicio.
-¿McCarty y Spooner van a besarse? o me dejarán continuar con mi clase - la voz rasposa de la maestra interrumpió nuestro momento.
Ella era todo lo contrario a Anny, , el cabello rojizo siempre llevado en una moña desarreglada; Leire no se inmutaba en ocultar su maldad.
Así que tuvimos que separarnos el uno del otro con una pequeña sonrisa algo apenada por parte de ella y una de verdadera alegría de la mía. Estaba tan concentrado en sus lindos ojos que no había notado que se había ruborizado por el momento, realmente le pasaba muy seguido.
-Gracias - dijo Amber en un susurro apenas audible.
-De nada.
Al parecer los estudiantes de Harrow eran lo suficientemente chismosos y metidos como para detener su juego de guerra y prestarnos atencion. El juego continuo.
Terminó la clase, sin duda alguna fue eterna, me había preocupado más por Amber que por defenderme.
-Oye... Gracias en serio - dijo Amber mientras nos dirigimos de nuevo hacia nuestra aula habitual.
-En serio no es problema, siempre puedes contar conmigo, en lo que sea - dije con tono dulce.
-Ustedes van a terminar juntos - dijo Ava interviniendo en nuestra conversación.
-Ya cállate Ava - le reprocho Amber.
Ava simplemente rodó los ojos con una sonrisa.
-Pero quiero tener un cuñado - acto seguido le susurro algo al oído Ava.
-Te dije que te callaras - dijo dirigiéndose a su amiga.
--------------------------------------------------------------------------------------
Por fin había llegado la hora del almuerzo, estar a solas con Amber, y dejar de oír a los maestros diciendo que éramos el futuro del planeta. Me había dirigido rápidamente hacia la cafetería para comprarle un chocolate, a mamá le gustaba comer chocolate en sus días, así que de seguro le servirá a Amber. Pues lo único con lo que los humanos han acertado acerca de los vampiros, es que podemos percibir la sangre.
-Amber - la llamé en el momento en que la vi entrar por las puertas de la cafetería -. Te compré un chocolate, sé que ayudan con los cólicos.
-Tú ¿Cómo sabes que estoy en mis días? - dijo frunciendo su ceño. Ya la había embarrado.
-Vi una toalla en tu bolsillo - balbuceé, ya me había delatado, no había vuelta atrás o excusa que sirviera.
-Gracias - dijo dirigiéndose a mí plantando un beso en mi mejilla. Hizo que me enrojeciera, sus labios eran tan cálidos y suaves, nunca pensé que podría llegar a sentirlos.
-Puedes venir con nosotras, si quieres - propuso Amber -. Siempre estás solo.
-Si, me encantaría.
Comenzamos a caminar por los pasillos de Harrow hasta detenernos en unas mesas en el gran jardín, sus mesas eran blancas e impecables y alrededor nos rodeaban flores de todas la formas y colores, todos comíamos la misma elección de ingredientes para nuestro almuerzo, pasta, pollo, arroz y papas a la francesa.
-Así que Charles, tendrás que responder algunas preguntas para demostrar que eres apto para salir con mi mejor amiga - dijo Ava cortando el silencio, mientras Amber le daba una mirada como si no tuviese remedio.
-Ok, ¿Qué tengo que responder?
-¿Si la invitas al cine que película verían? - eso era difícil de que fuese posible, ir me mataría lentamente.
Aunque me daba cuenta de algo, estaba admitiendo que me gustaba Amber respondiendo a las preguntas de Ava sobre "salir".
-La que ella quiera, aunque sé que no le gustan las películas, ni mucho menos ir al cine.
-Wow, Amber es perfecto, sabe tu desacuerdo con las películas - dijo algo impresionada.
-Los libros siempre serán mejores que las películas y nadie me lo negara - intervino Amber.
Esa información me servía de mucho, es decir que su regalo perfecto eran los libros, ya sabia que darle en su cumpleaños.
-Amber, ¿Cuándo es tu cumpleaños? - pregunte para tener claro para cuando llevarla a una librería.
-3 de octubre - respondió con una sonrisa, haciendo notar sus dos hoyuelos.
-¿Qué le regalarías para su cumpleaños? - preguntó Ava continuando con el tema.
-Libros - contesté sin dudar.
-Amber cásate con él, lo sabe todo de ti.
-Ava no tienes algo más importante que hacer - dijo Amber echando a su amiga -. No te gustaría ir a ver qué está haciendo James, de seguro ya está besándose con una linda porrista.
-Lo de la porrista fue solo una vez, pero claro me iré, los novios necesitan estar a solas - dijo jocosa -. Y Charles aprobaste el examen, puedes salir con ella.
Realmente era muy fastidiosa e insistente.
-Lo siento por eso - se disculpó Amber -. A veces Ava es muy intensa.
-Me di cuenta - dije con una risilla - Tranquila, no pasa nada; aunque la echaste cuando ya se acabó el descanso. Vamos al salón para ver las últimas clases.
-------------------------------------------------------------
El sonido del timbre se escuchó por todo Harrow, nunca había ansiado tanto que sonara, aún me parecía imposible que pasaría la tarde con Amber.
-Charles - Amber me llamó - Vamos - dijo apuntando a la dirección opuesta.
Tomé la patineta entre mis brazos y me dirigí hacia su dirección.
-¿Es muy lejos? - le pregunté.
-No, está como a diez minutos - explicó - Y ... ¿La tuya?
-Si está algo lejos, por eso voy en patineta.
-¿Puedo intentar? - dijo señalando el objeto.
Asentí y la tomé de los brazos para equilibrarla sobre la patineta. Se mantuvo de pie por unos segundos y luego tropezó, instintivamente moví mi cuerpo hasta evitar que cayera.
-Sabes, esta es la segunda vez que te salvó hoy.
-Gracias, de nuevo - dijo con una sonrisa.
-Al parecer le tendré que dar clases, maestra.
-¿Tienes novia o te gusta alguien? - pregunto fingiendo desinterés y que la pregunta no le fuese relevante.
-No tengo novia - hice una leve pausa para agregarle algo de suspenso y misterio -. Pero si me gusta alguien.
-¿Por qué lo preguntas?
-No, nada, solo me causó interés - dijo continuando con el mismo tono de desinterés - Y ... ¿Quién es?
-No te lo diré, pero es muy hermosa - ella simplemente rodó los ojos con anodina e incluso pude ver en sus ojos un poco de tristeza.
Con esa pregunta y respuesta desinteresada, llegué a preguntarme si Amber sentía algo por mí, no interesaba si era muy poco.
Llegamos a su casa después de diez minutos como ella había predicho. Era bastante amplia y moderna, al ingresar te encontrabas con la sala, tenía un gran sofá, una mesita de café y dos sillas, a los lados se encontraban las habitaciones, más en el fondo la cocina y el comedor; contaba con tres pisos, el segundo y tercero solo contaban con la mitad de la planta, el segundo un cuarto de estudio con una pequeña biblioteca y en el tercero una terraza con un telescopio y algunas plantas.
-Hola mamá, el es Charles, un compañero, vino a estudiar, ya comenzó a perder matemáticas - le dijo a la mujer de su foto de perfil, realmente se parecían, tenían el mismo color de cabello y la misma contextura.
-De acuerdo hija - Amber asintió. Al parecer de su padre había heredado los ojos verdes.
Nos dirigimos a la segunda planta, tenía un escritorio, un computador, una silla columpio y una repisa con libros. Ella se dirigió hacia la repisa y tomó un gran libro entre sus manos y me lo dio.
Matemáticas de primer grado, leí en su portada.
-En la página 61 está la explicación - dijo ella tomándolo en sus manos buscando la página.
Comenzó a leer en un tono de maestra dulce, aunque no podía desconcentrarme, si o si tenía que entenderle.
-Eres una maestra muy linda, sabes, mucho mejor que Anny - le dije en cuanto hizo una pausa para cambiar de hoja. Ella sonrió y continuó, pero esta vez con una explicación de ella misma. Era la única persona a la que podía entenderle.
-Puedo hacer que te hagan un recuperatorio de la actividad, si quieres - dijo al notar mi entendimiento e intervenciones.
-¿Cómo? - pregunté desconcertado.
-Soy buena amiga de los profesores.
-Sí, gracias.
Su madre llegó informando que saldría a comprar algo.
La clase terminó después de un rato, le daría un tema para hablar, no quería irme, quería seguir con ella. Así que vi la excusa perfecta, en su escritorio vi un libro Un paseo por las estrellas.
-Yo también leí ese libro - dije señalando.
-Es muy bueno - continuó ella.
-Apaga la luz, eleva la mirada y asómate al universo en una noche estrellada - hundió sus cejas algo sorprendida -. También me gusta la poesía - le expliqué.
Ahí una idea me vino a la mente como a las caricaturas con un foco en la cabeza, tuve que haber puesto cara de imbécil, pero pensé que en casa había un libro de poesías, le dedicaría una a Amber, una que me recordara a ella, a su timidez, su belleza, su manera de pensar.
Nos quedamos hablando de libros y poemas por al menos 40 minutos, hasta que decidí irme para buscar su poema.
Llegué a casa después de casi una hora.
-Hola mamá - la saludé dulce.
-Hijo, ¿Dónde has estado? - pregunto confusa.
-Estaba estudiando, en la casa de la chica que te dije.
-No hables tan fuerte, tu tío está en casa, sabes que te obligaría a ignorarla.
-De acuerdo - dije dandole un beso en su frente - Te amo.
Me dirigí hacia la puerta del sotano, rumbo hacia la biblioteca. Encendí las luces viendo el lomo de cada libro para encontrar el que quería, en una punta de la estantería se encontraba el libro que tanto añoraba Pablo Neruda: 20 poemas, la canción desesperada y 100 sonetos de amor. Su carátula era de tonos grisáceos y una foto del escritor.
Lo leí todo en unas dos horas aproximadamente y me decidí completamente por el poema 15, trataba del silencio de una mujer y Amber era bastante tímida y callada, así que serviría.
Entre menos sean las palabras que se digan, más importantes serán las que compartas.
Lo escribí en un papel reciclado para darle una apariencia antigua, lo doble y lo guardé en uno de los bolsillos de mi mochila. Mañana se lo daría, quizá eso recompensaría la pregunta que me hizo.
---------------------------------------------------------