Los Colores de Alissa y Casper

By Millerlire

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¿Quién dijo que el amor no puede nacer en cualquier lugar? ¿Quién dijo que es imposible? Esta es la historia... More

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Epílogo

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By Millerlire

2 años después.

-hoy es el aniversario de la muerte de Casper- le comento a Gérard.

-lo recuerdo. ¿Vas a dejar sus cenizas en el lago del bosque?- juega con el pequeño Casper.

-así es. Te veré después- cargo a mi hijo, lo despido y voy a la casa de Florencia. Ambas vamos al lago y nos damos un momento para decirle algo.

-mi amor- abrazo la urna con tanto cariño. -han pasado tantas cosas en estos años. Ya soy hematóloga y mi estudio de talasemias ya pasó a ensayos clínicos, tal como queríamos- se me hace un nudo en la garganta. -ya empecé a rehacer mi vida y encontré a un doctor maravilloso, se llama Gérard y he aprendido a quererlo. Él ama a Casper como yo, ¿Ves? Es tu hijo- el pequeño toca la urna y ríe. -Tú siempre serás el amor de mi vida y él mi complemento. Mi corazón siempre te llevará dentro y nunca te olvidaré. Estoy aquí para cumplir con la promesa- arrojo las cenizas y pronto estas se mezclan con el agua y desaparecen.

Florencia y yo nos quedamos un rato viendo y luego regresamos a la ciudad.

Aproveché a contarle los últimos detalles de mi vida y ella me contó qué había sido de mis padres pues Dominique por fin se había decidido a volver a amar y se casó con una bella chica, y mi hermana se fue a Italia para hacer una maestría.

Ella me animó a ir a visitarlos y pensé que era una buena idea.

Llegué a casa y esperé a que me abrieran, hasta que mi mamá lo hizo.

-¡Alissa!- me abrazó. -¡hija! ¡Cuánto tiempo sin verte! Pasa, por favor. ¿Y ese niño?

Entro y ella se sienta conmigo.

-es mi hijo. ¿cómo están?-no le quería dar explicaciones.

-¿tu hijo con quién?- me mira sorprendida.

-con Casper- frunzo los labios. -¿cómo están?- repetí la pregunta.

-bien, ¿y tú qué tal? Ya no te volví a ver desde que...

-desde que trataron de humillar a Casper en el club, lo recuerdo perfectamente.

-perdón por todo lo que les hicimos. Me enteré que él falleció, ¿cómo estuviste después?

-es increíble que me preguntes eso-río burlona. -obvio que mal. Necesitaba de alguien que me diera consuelo y la única que estuvo ahí fue la doctora Florencia y mis hermanos que jamás me dejaron. Ustedes ni siquiera se aparecieron luego para burlarse nuevamente.

-perdón por todo lo que hicimos. Ahora entiendo lo que amabas a ese muchacho.

-y tuvo que acabar para que entendieran. Él fue el amor de mi vida y eso jamás podrá cambiar.

-pero... ¿Cómo estás ahora? ¿Trataste de rehacer tu vida?

-sigo intentándolo. Ahora estoy con alguien y él complementa lo que Casper me dio en su momento. No sabes lo triste que fue su muerte.

-algo me contó Dominique. Pobre, sufrió mucho.

-sí, pero no vine a hablar de la agonía de Casper. Solo pasaba a saludarlos y por lo visto están muy bien.

-¿no vas a esperar a tu padre? Creo que no tarda en llegar.

-no, estoy bien así. Adiós, mamá- estaba por irme cuando él llegó.

-Alissa, hija- me abraza. - qué bueno verte. ¿Cómo estás?

-¿qué mosca te picó? - digo incrédula.

-estuve tratando de localizarte pero no te encontraba por ningún lado.

-estuve en Australia por un año después de titularme en hematología.

-qué orgullo que ya seas hematóloga.

-gracias a mis propios méritos he ido avanzando. Pero ya me iba, quizá vuelva después.

-espera, hija- toma mi brazo. -quiero hablar contigo.

-sé de qué y no me interesan tus disculpas. Yo solo les pedía que aceptaran a Casper y que se dieran la oportunidad de conocerlo pero no pasó. Él ya no está y no volverá para que le pidan disculpas. No sé si pueda perdonarlos pero ya olvidé lo que hicieron. No les guardo rencor porque son mis padres pero tampoco es como que quiera tener una relación muy estrecha con ustedes.

-Hija, perdóname por ser tan estúpido y arrogante. No entendía la complejidad del asunto.

-porque dejaste que tu egoísmo y vanidad te cegaran. No hay nada que seguir hablando del tema. Vendré de vez en cuando si no les molesta, ahora me tengo que ir.

-por favor, permítenos ser parte de la vida de mi nieto- pide por último y por fin me retiro.

Salgo de casa y siento un peso menos de encima.

-ellos son tus abuelos- le digo a Casper y él solo se dedicaba a su chupón. Seguía siendo tan pequeño, no entendía nada de lo que pasaba en el mundo de los adultos.

La madre y hermano de Gérard amaban a Casper, los visitábamos algunos fines de semana pues ambos estábamos muy ocupados.

-tengo que decirte algo- le hablo a mi esposo.

-dime- él sostiene a Casper mientras pone una caricatura para él.

-tiene que ver con nuestro Casper.

-me estás asustando, Alissa.

-Casper es portador de alfa talasemia.

Él se queda congelado un segundo y luego suspira aliviado.

-bueno, eso no es malo. No necesitará de tratamiento. Gracias a Dios no heredó la beta talasemia.

-sí- también suspiro aliviada. -estaba esperando lo peor.

-pero no pasó- me da un beso en la frente.

Pasaron algunos años y mi pequeño Casper fue creciendo hasta convertirse en un niño grande. Era muy parecido a su padre, lo veía y era la viva imagen de él. Tenía el mismo brillo en sus ojos, su alborotado cabello castaño, sus pobladas cejas y pestañas. Su piel blanca y sus características pecas en la cara. Recordé a mi Casper y me llené de melancolía pues cuando tenía esa edad, todavía vivía tranquilo.

Un buen día, me senté al lado de mi esposo para hablar con él. Le conté cosas del trabajo, y le comuniqué que me habían aceptado las prácticas del estudio clínico en la asociación.

-felicidades, mi amor. Me siento muy orgulloso de ti- me da un abrazo y un beso.

-Gracias. Pero también quiero darte una noticia.

-¿otra?- hace un gesto de sorpresa.

-vamos a ser padres. Estoy embarazada- le digo emocionada.

Él se pone de pie y me abraza, me hace girar hasta que puedo pararme.

-¿de verdad? ¿Cuándo te enteraste?

-hace unos días. Estoy emocionada pero a la vez atemorizada por cómo pasé lo de Casper.

-esta vez será diferente- vuelve a abrazarme. -esta vez estaremos los dos y ya no será una pesadilla.

Sonrío esperanzada.

Pasaron algunos meses y la doctora que llevaba el control de mi embarazo nos dio la sorpresa que estábamos esperando gemelas. Nos emocionamos todavía más.
Estaba emocionada y asustada a la vez.

Hasta que nuestras pequeñas nacieron. Gérard me entregó a una y él sostenía a la otra.
Hasta este momento sentía una alegría genuina después de haber pasado por tantas dificultades. Esta vez era como un comienzo de cero.

Decidimos llamarlas Irina y Mina por eso de los nombres y las rimas de gemelos.

Así, Mina e Irina nacieron cuando Casper ya tenía 8 años. Fueron creciendo juntos y unidos.

-¿cómo están?- Gérard regresó de un largo día de trabajo y abrazó a sus hijos.
Me levanto de la mesa donde estaba trabajando y lo saludo.

Él se dedicaba más a la clínica y yo me dedicaba a la investigación y redacción de estudios.

-¿cómo te fue?- le doy una copa de vino blanco como tenía por costumbre.

Me cuenta su día y yo le cuento el mío. Así funcionaba nuestra relación.

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