La princesa del Alba

By CherryLeeUp

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El preludio de la tormenta. Ese fue el presentimiento que tuve al llegar a mi ciudad natal después de tantos... More

Antes de empezar
El sueño
Revoloteo de hadas
Fiesta
Golpe sorpresa
Intenciones
Rostros que hablan (1/2)
Rostros que hablan (2/2)
El rey negro
Guarida de lobos
Voluntades
Recuerdos velados
Acecho
La encomienda
Lo dicen las estrellas
Sombras (1/2)
Espejos (1/2)
Espejos (2/2)
Verdades a medias (1/2)
Verdades a medias (2/2)
Fuego del cambio 1/2
Fuego del cambio 2/2
Torbellino de caos (1/2)
Torbellino de caos (2/2)
Presagios (1/2)
Presagios (2/2)
Cita con el abismo
Victoria amarga
Fisuras
Lobos de azul y plateado
La Flor de la Nación
Entre diamantes, flores
Consagración
Nunca detrás
Lobo de Myridia
Máscara
Anillo de rubí
Reina negra
Historia
Mi verdadero lugar
Recipiente
Consigna
Juego
Corona vacía
Fragmentos
Reencuentros
Baile de espadas
Destino

Sombras (2/2)

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By CherryLeeUp

Un grupo de hombres, encabezados por el ministro de defensa, ingresó en el salón. Todos llevaban el cabello recogido en coletas de guerrero y lucían orgullosos los uniformes que los identificaban: cuatro portaban el vibrante azul del ejército myridio mientras que tres vestían el plateado de los Agelys. No pude evitar sonreír con satisfacción, porque entre ellos avanzaba mi fiel amigo.

Al estar frente a la familia real, otorgaron su saludo en un movimiento coordinado y bajaron la cabeza.

―Como su majestad ha ordenado, el Consejo Supremo de Guerra queda instaurado a partir de hoy ―anunció el ministro Gough.

―Generales que han demostrado valor, entrega y lealtad a nuestro país, en sus manos estará no solo la planeación de las estrategias que nos llevaran a la victoria en esta guerra... ―pronuncié y dirigí la vista al líder del Consejo de Ancianos―, también tomarán las decisiones pertinentes a la seguridad de la capital y de la familia real.

―La responsabilidad de establecer comisiones de investigación siempre ha estado en manos del Consejo de Ancianos ―expresó uno de ellos.

―Pero ya que las sospechas apuntan a Eulyon como responsable, entonces nos corresponde a nosotros formar y liderar la comisión ―respondió mi antiguo mentor con voz autoritaria, propia de un militar.

―General Loyd. ―Respondió a mi llamado y bajó la cabeza―. ¿Lograron escuchar la sugerencia del líder del Consejo con respecto al festival?

―Lo hicimos, alteza.

―¿Qué deberíamos hacer al respecto?

―En vista de lo ocurrido y las sospechas que han salido a la luz, un batallón de los Agelys tomará control de la ciudad hasta que finalicen las investigaciones. ―Se giró y miró a los nobles―. Nadie entrará o saldrá de la ciudad sin que nosotros lo sepamos. De esa manera, el festival podrá llevarse a cabo sin problema.

―¿Y con respecto a la investigación, general Maddox? ―llamé al militar pelirrojo que había convocado desde el sur.

Enseguida adoptó su posición de firme.

―Pronto anunciaremos el inicio de los interrogatorios; desde luego, esperamos que todos cooperen por el bien de la nación.

Posé mis ojos en el duque de Gorobell y no pude refrenar el deseo de girar la daga.

―Como dijo el rey en un principio, en momentos como estos, la unidad es importante para garantizar no solo la seguridad de Myridia, sino también su hegemonía. Es por ello que sus generales, incluso los del sur, están aquí. Ejemplo que todos debemos seguir.

Su rostro enrojeció y sonreí al saberme ganador de la contienda.

Con ello, mi padre se levantó y marcó el final de la asamblea. Todos comenzaron a salir de la sala del trono, momento que él aprovechó para sonreírme a modo de felicitación. Acepté el gesto, a pesar de que yo solo había ejecutado las jugadas que él había ideado.

Los problemas entre nosotros no se habían evaporado, pero aceptaba que todavía tenía mucho que aprender de ese hombre que era capaz de manipular y neutralizar instigadores de forma tan magistral.

Cuando volví a mirar hacia los pocos nobles que quedaban, fruncí el ceño al notar que Farrel se había acercado a Lilyane. Traté de mantener un paso calmo al acercarme, aunque por dentro lo que quería era tomarlo de las solapas y alejarlo de ella.

―En verdad es usted admirable y todos deberían saberlo ―le escuché decir.

―¿Ocurre algo? ―intenté por todos los medios que mi voz no reflejara mi desagrado; algo difícil cuando la mirada de Lily estaba fija en el suelo y su cuerpo parecía tiritar.

Mis ojos exigentes fueron al anciano que parecía demasiado complacido.

―Nada de qué preocuparse, alteza. Solo he dicho la verdad y he felicitado a la princesa por tan buen desempeño el día de hoy. ―Nos reverenció―. Si me disculpan, debo reunirme con los demás miembros del Consejo.

Lo observé alejarse con pomposidad antes de volver a Lily.

―¿Qué te ha dicho? ―Al no escuchar respuesta, tuve que luchar con el impulso de tocarle el mentón―. Lilyane...

―Yo solo... necesito espacio, alteza ―mencionó sin levantar la mirada―. Me iré a mis aposentos.

―Lo que necesitas es un paseo ―intenté alejar de mi voz la molestia y le ofrecí mi mano―. Ambos lo necesitamos, de hecho.

Fue doloroso ver la hesitación en sus gestos antes de aceptarla.

Afuera estaban sus escoltas como era de esperarse. Desde el ataque, los dos caballeros parecían desconfiar de cualquier myridio que se le acercara a su señora, incluso de mí y por eso se habían ganado mi respeto.

―Deseo dar un paseo por los jardines; el príncipe me hará compañía ―con voz suave, Lilyane dejó ir su petición.

El ceño oscuro de uno de ellos, el que la había sacado de la trayectoria de la flecha, se frunció; sin embargo, fue su compañero el que exteriorizó las palabras:

―Bajo estas circunstancias, creemos que lo más conveniente es que descanse...

―Sire Gerealt.

Con tan solo eso, el joven guardó silencio y dieron un paso atrás; no solo mostraron su respeto, también la lealtad hacia su señora.

―Vamos. ―Al escuchar su voz, miré a un costado donde encontré a mi prima; ella se enderezó de inmediato y se unió a la pequeña caminata que poco a poco nos llevó al exterior del palacio.

En completo y tenso silencio.

Por el rabillo del ojo la observé; sus hombros se habían hundido mucho más y podía percibir el esfuerzo por no echarse a llorar. Maldije una vez más a Farrel y tomé el camino que nos llevaría hacia un lugar donde ella podría dejar libres sus lágrimas, preocupaciones y miedos, mientras yo recuperaba el aire al tenerla entre mis brazos.

El jardín de los espirales apareció frente a nosotros y, sin detenernos, ingresamos en ese laberinto de arbustos salpicados por flores que aportaban distintos colores. Atravesamos varios arcos naturales hasta que, algunos minutos más tarde, divisé una cabeza dorada que sobresalía.

―El príncipe y yo debemos conversar. ―Los pies de Lilyane se detuvieron y sin dejar de mirar al piso, habló―: Ustedes pueden esperar aquí.

Una vez más, los escoltas se mostraron dubitativos ante la orden impartida; no obstante, ambos tomaron posición con la cara hacia el camino del cual habíamos venido.

―Estatua de Sythor y no más de diez minutos, alteza ―fueron las palabras de Rhiannon y tomó la cabecera del triángulo de protección.

Con un pequeño apretón insté a Lily a continuar; al cruzar en la siguiente esquina el centro del jardín quedó ante nuestros ojos. El gran estanque era atravesado por varios caminos de césped de los cuales parecían desprenderse espirales, que encerraban en su centro flores anaranjadas. Todos ellos convergían en una estatua dorada de un hombre con porte aristocrático y de cabellos cortos; en su derecha sostenía el cetro del saber: la representación del dios Sythor.

―Cuando me cortaron el cabello ―musité con la vista en la estatua―, al principio me sentí deshonrado, pero un día vine aquí y me dije que si un dios se mostraba ante los humanos de esa forma, ¿por qué no podía hacerlo yo?

Con frío mutismo, Lilyane se soltó de mi brazo y avanzó un par de pasos para mirarme de frente.

―Ayer te hice una promesa, Bleddyn, y tú sabes que siempre cumplo mi palabra.

―Diosa...

Ella meneó la cabeza.

―Lo de ayer, los ataques en la asamblea... La situación de Myridia es muy parecida a la que sufrimos en Lyriamir: la corte está dividida y ellos no se detendrán. Buscarán presionarte mucho más y no podemos... ―Se mordió los labios y desvió la mirada.

―¿No podemos qué, Lilyane?

Sus puños se apretaron al frente como si estuviera buscando fuerzas para decirme algo que, con seguridad, no sería de mi agrado. Tomó aire a profundidad y volvió a mirarme.

―Bleddyn, ellos lo saben.

―¿Qué es lo que saben?

―Sobre mí... y mis orígenes ―reveló con voz quebrada―. Eso fue lo que me dijo el líder del Consejo: "A pesar de sus raíces humildes, ha logrado mucho desde que llegó. En verdad es usted...".

No escuché nada más porque un pitido colérico se apoderó de mis oídos; el ritmo de mi respiración fue en aumento y pronto se volvió un resoplido irregular. La bestia de la ira clamó venganza y por los dioses que yo la complacería.

―¡No, espera! ―Envolvió mi brazo al ver que me daba la vuelta.

―Suéltame.

―¡No echarás por borda todo lo que has logrado por defenderme a mí! ¡No vale la pena!

―¿Cómo que no lo vale? ¡¿Te estás escuchando?!

Con ambas manos, me obligó a ver esos ojos que me habían enamorado por su candor, y detesté verlos cristalizados por la tristeza que parecía acompañarlos desde que llegó a Myridia.

―Lo que quiero decir es que... Eso es lo que ellos esperan, mi príncipe ―musitó con voz temblorosa―. No sé si saben de lo nuestro o no, pero después de lo que vi hoy no quiero convertirme en un motivo para que te ataquen como fue con Aodhan.

―Escúchame, Lilyane: esos ataques los provoqué yo mismo con toda intención y ya estaba preparado para enfrentarlos. Y con respecto a la corte; para que vuelva a ser una sola debo hacer caer a los instigadores primero. Esto no tiene que ver contigo.

―¡Tiene que ver conmigo si me utilizan para debilitar tu reputación! ¿Acaso no lo ves? ―gritó y se dio la vuelta.

―Si tú crees que algo como eso me doblegará, entonces no me conoces bien.

―Porque te conozco es que te lo digo. ―El sollozo que se escapó de sus labios me atravesó el pecho―. Para ti, no hay nada más importante que tu reino... Tu gente te necesita más que nunca y para eso yo... Bleddyn, lo que quiero decir es que...

―No sigas por ese camino, Lilyane.

En el tiempo que ella guardó silencio, creí que había recapacitado; sin embargo, cuando volvió a encararme con esos ojos llenos de lágrimas, supe de inmediato que vendría el golpe de gracia que me destrozaría.

―A veces, el reino exige sacrificios del corazón... y no importa la forma en la que sea, yo... Lo que quiero que entiendas es que siempre estaré de tu lado.

―No sigas.

―No debemos cerrarnos, Bleddyn... La influencia de los Teagan en la corte es bastante evidente; es un apoyo que te serviría mucho en estos momentos...

Cerré los oídos para no escuchar más porque no podía creer que ella... «A veces, hijo mío, un rey debe sacrificar su corazón por la nación», el recuerdo apareció como un destello en mi mente.

Así que de eso se trataba todo.

Una risa irónica brotó desde lo más profundo de mi ser, porque no solo se trataba de Farrel. Mi padre no era estúpido, él debía saber muy bien lo que había entre Lilyane y yo, y todavía así atacó a traición.

Otra vez.

―¿Ya terminó de recitar su guion?

―Bleddyn... ―Cuando buscó acariciar mi brazo, lo retiré en un movimiento brusco.

―Si usted, princesa, quiere un análisis de lo que a mí como príncipe de esta nación me conviene, entonces déjeme dárselo.

―¿De qué hablas?

Me erguí en toda mi altura y resguardé mis emociones detrás de esa mirada glacial que usaba para enfrentar a los nobles.

―Es cierto que la unión con Nina Teagan me proporcionará ventajas en cuanto a influencias en la corte; puede que también en algunas negociaciones con el reino de Albya, ya que el ducado colinda con ellos; sin embargo, no es comparable con los beneficios que obtendré gracias al enlace con la princesa de una nación con la cual se tiene una alianza.

―Bleddyn, no...

―Ya escuché suficiente; ahora me toca a mí hablar ―la interrumpí con un tono de voz fuerte que la hizo retroceder un paso―. El enlace con usted no solo fortalecerá la alianza; facilitará las negociaciones comerciales y también nos abrirá las puertas hacia Tenesia al poder atracar nuestros barcos en los puertos de su reino con impuestos menores, lo cual se traduce en ganancia para los myridios. ―Me crucé de brazos y solté una risa de boca cerrada que rebosaba de sarcasmo―. Ese es solo el inicio de una larga lista de favores que obtendrá Myridia al casarme yo con usted; por supuesto, debemos añadir las oportunidades de negocios que surgirán para los nobles. Todos, princesa, querrán congraciarse con la futura reina porque les facilitará las cosas: el interés les borrará la memoria y sepultará los orígenes que usted considera vergonzosos.

―¡Ya basta!

―¿Basta? ―Negué con la cabeza―. Fuiste tú quien empezó a ponderar el valor de nuestra relación hasta dejarla por el suelo, Lilyane. Así que no me pidas que me detenga ahora.

―¡¿Crees que esto es fácil?! ¡La vida de Kaira pende de un hilo mientras yo tengo que sonreír y aguantar a personas desagradables que me amenazan a la cara!

Endurecí la mirada y bajé la cabeza hasta que nuestros rostros quedaron casi a la misma altura.

―Sé cuán difícil es porque esa ha sido la lucha de mi vida.

―Quiero ser tan fuerte como tú, Bleddyn. Lo intento... en verdad lo hago, pero... ―musitó y se cubrió el rostro con las manos.

Cerré mis puños al sentir la imperiosa necesidad de abrazarla, de acariciar su cabello y susurrarle al oído que todo saldría bien; porque en esa ocasión no lo haría.

―El secreto para sobrevivir en este mundo, princesa, es dejar de pensar en lo que los demás esperan de uno. ―Respiré hondo y desvié la mirada de ella para no sucumbir―. No debes buscar la aprobación de nadie, Lilyane; ni la de tu familia y mucho menos la mía. No es egoísmo enfocarse en uno y en lo que deseamos conseguir en la vida.

―Bleddyn...

―Yo mantengo lo que he dicho desde que te conocí. ―Volví la mirada a ella y me sentí el peor de los hombres al ver que las lágrimas corrían por sus mejillas. Lágrimas que yo había provocado. Apreté mucho más las manos para no limpiárselas―. Creo en ti y lo haré siempre, pero no puedo hacer nada si te niegas a verte a ti misma. ―Di un paso atrás a pesar de saber que nos estaba hiriendo a ambos―. Te daré el espacio que solicitaste para que consideres tus opciones y, por primera vez, olvídate de lo que los demás queremos o esperamos. Solo piensa en ti.

―No, espera... ¿qué estás diciendo? ―Esa vez permití que tomara mi mano, pero mi rostro permaneció ecuánime para no dejarle ver más allá.

―Respetaré lo que decidas porque sin importar lo que pase, para mí, siempre serás la reina que tanto mi nación como yo merecemos tener.

Rompí la conexión de nuestras manos y después de realizar una reverencia, me alejé y no volteé ni una vez a pesar de que su voz partida clamó mi nombre.

Al entrar en el pasillo de setos, una mano me sujetó del brazo. Bajé la mirada iracunda y encontré el rostro lleno de confusión de Rhiannon.

―¡¿Qué demonios pasó?!

Desvié el mío y me liberé de un movimiento.

―Acompáñenla a sus aposentos.

Seguí mi camino con largas zancadas que, para mi desgracia, ella no tardó en igualar. Me detuve con las manos en las caderas y siseé el aire cual serpiente.

―No volveré a preguntar, pero imaginé que querrías saber que Owen cumplió tus órdenes y realizó los cambios que querías para protegerla.

La tensión en mi cuello era tal que apenas pude moverlo para asentir.

―Te quiero a la cabeza de sus escoltas, eso la hará sentirse más tranquila.

―¿Y tú...?

―Necesito estar solo y... pensar.

Sin esperar respuesta, continué y agradecí no escuchar sus pasos detrás de mí. Maldita sea, quería destrozar lo que estuviera a mi alcance o más bien... golpearme a mí mismo a pesar de que no fuera la soberbia, el orgullo o el dolor lo que me movió, sino la decepción.

El ahogo en mi pecho y las ganas de correr hacia ella para pedir su perdón persistían, aun así, seguí caminando porque si bien mi padre se aprovechó de su vulnerabilidad para sembrar las palabras, Lilyane permitió que germinaran.

«No volverás a entrometerte en mis asuntos», me encargaría de dejar eso en claro al rey.

Nunca más.

―¡Bleddyn! ―Al alargar la mirada por el corredor, la sonrisa de Wyn se borró al ver mi expresión. Con el ceño fruncido, avanzó los pasos que nos separaban―. ¿Sucedió algo en la audiencia?

―Todo salió como esperábamos. ―No pude evitar resoplar―. ¿Para qué me necesitas?

Cuando dio una mirada hacia los guardias reales que estaban al final del pasillo, capté que se trataba de un asunto que debía ser discutido en privado. Con un gesto le indiqué que me siguiera a mis aposentos.

―Se breve ―le dije apenas entramos―. Tengo asuntos que tratar con el rey.

Escuché el suspiro, después sus pasos moverse por la estancia y de último un tintineo; por encima del hombro lo vi sirviendo el licor ambarino en dos vasos de cristal. Se acercó en silencio y negué con la cabeza cuando me ofreció uno; volvió a insistir y... maldita sea, lo necesitaba.

―Si todo fue bien en la audiencia, imagino que todo esto tiene que ver con el asunto de tu compromiso.

Me limité a dar el primer trago; en cierto modo, el sabor frutal y el fuerte ardor que bajó por mi garganta fueron reconfortantes.

―El rey debe saberlo ―musitó mientras movía su vaso en forma circular―. Me refiero a lo tuyo con la encantadora princesa.

―Debería estar contento, ¿no? ―mascullé―. Al final, me casaré con la princesa de Lyriamir como él quería. Pero no, está empeñado en enlazarme con la chica Teagan y no le importa usar a una mujer que está atravesando por un momento de debilidad para joderme.

Apuré el resto del licor de un solo trago y tuve que controlarme para no bajar el vaso a la mesa con demasiada fuerza. En total silencio, Wyn colocó el suyo a un lado y destapó la botella de cristal para volver a llenarlos.

―No se trata de joderte y antes de que me saltes al cuello, déjame explicarte ―soltó con rapidez y me imaginé que se debió a las venas que se me habían brotado en las sienes.

―Continúa antes de que me arrepienta.

―Bleddyn, tu padre es un hombre demasiado complejo, pero si fuera yo... buscaría la manera de comprobar si la futura reina es una mujer de carácter pero abnegada al mismo tiempo. Como tu madre. No hay nadie en Myridia que no la respete porque saben que, aun siendo una reina poderosa, está dispuesta a hacer los sacrificios necesarios por la nación. ―Colocó la mano en mi hombro y sonrió―. Un muchacho flacucho me dijo una vez que no es signo de debilidad dar un paso atrás, se le llama reagruparse para volver más fuertes que antes.

Resoplé al escuchar mis propias palabras salir de su boca.

―Pero si está poniendo a prueba a Lilyane, ¿por qué sigue insistiendo con el asunto del compromiso?

Se encogió de hombros.

―El rey tuvo sus motivos para aceptar este teatrillo y no desaparecerán de la noche a la mañana, más si los que apostaron por esa unión están dispuestos a hacer lo necesario para que sea una realidad.

Tuve que darle la razón; sin embargo, Dannen ya no era de mi interés y lo sacaría del juego: hablaría con Nina Teagan y acabaría con eso de una buena vez.

―Amigo, sé que no me has pedido un consejo, pero te lo daré igualmente. ―Chocó su vaso con el mío―. Dale espacio para aclarar su mente, permítele dar ese paso atrás y cree en ella.

Apreté el puño. Eso mismo le había dicho y, por mucho que me doliera, debía cumplir. Yo siempre respetaría su decisión, aun si la alejaba de mí. Reilyner me brindó su calor en ese instante, agradable y suave, justo como se sentían las caricias de Lily. «Alentar, amar, creer», recordé la voz infantil del dios. Vaya que había fallado, pero buscaría como enmendarme.

―Tienes razón ―acepté al final―. Le daré libertad para que piense y mientras tanto buscaré solventar los problemas que nos rodean.

―No nos vayas a dejar sin rey todavía.

―Si ella decide continuar, el rey no podrá detenerla, así que no gastaré saliva en él ―dije y me levanté―. Hablaré directamente con la señorita Teagan.

―Allí no te garantizo que las cosas salgan bien.

―Pero yo tendré mi conciencia limpia al aclararle las cosas.

―Eso sí ―suspiró―. Bien, en vista de que he logrado la proeza de aplacarte, vamos a lo nuestro ―dijo y sacó un sobre de entre sus ropas para extendérmelo―. Prácticamente no dormí para tenerla antes de tiempo.

Al desplegar los papeles en el interior, encontré su prolija y elegante letra que enumeraba varios nombres, lugares y rangos de fechas. Elevé la comisura de la boca al ver quienes encabezaban la vista.

―Trevor Relley y Wyn Vaughan.

―Sí, al idiota le pareció una excelente idea que iniciara la lista de sospechosos con nosotros ―resopló.

Me reí; definitivamente, era algo que Trevor haría.

Revisé algunos de los nombres y atrajo mi atención que Folant Myrick, el distinguido hijo estrella del señor de Ariannor, estuviera allí. Rhys disfrutaría muchísimo al rondarlo para sacarle información.

Seguí leyendo por encima y cuando llegué a la parte de los sirvientes, fruncí el ceño al ver que el nombre de Gareth también estaba apuntado. Según, estuvo cerca de un mes en uno de los templos de Sythor en Creidem, donde los escribas solían resguardar documentos de gran valor.

―¿Has visto a Gareth?

―La última vez que lo vi fue hace tres días cuando le solicité información de Farrel, ¿por qué?

Negué con la cabeza.

―Necesito preguntarle algunas cosas de mi padre.

―Entonces búscalo en el despacho real, sabes que nunca sale de allí.

Ese era el problema: el día anterior no había estado en su puesto... Un mal presentimiento se sembró en mi pecho; necesitaba hablar con Owen y averiguar dónde mierdas estaba Gareth.


Bien, ahora así. ¡Feliz año nuevo para todos! Espero que hayan empezado con muy buen pie y llenos de energía.

Como vieron, este es un capítulo bastante extenso y lleno de cosas, por eso preferí dividirlo para que fuera más ligero para leer.

Hemos llegado al 2 en la cuenta regresiva y sé que muchos querrán buscarme con antorchas, pero esto es necesario para llegar a ese 1 como todos estamos esperando y será Lily quien nos narre sus pensamientos y sus descubrimientos. Repito, el capítulo 14 es uno de mis favoritos por todo lo que involucra y estoy deseosa de que lo lean, por eso no adelantaré mucho de él, solo que veremos un momento muy lindo que aun me saca lagrimitas.

Les envío un beso enorme y espero que este 2023 sea un año maravilloso para todos.

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