Enseñame a amar - Min Yoongi

By ANNIACE

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Min Yoongi, un exitoso empresario, recién llegado a Seúl, junto a su pequeño hijo Min Seung. Leia, dueña de... More

PERSONAJES
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COMUNICADO IMPORTANTE

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By ANNIACE

    El sol había descendido lo suficiente para convertirse en una tarde de domingo perfecta.
Jimin decidió pasar por mí ya que era nuestro día libre. El plan era pasear cerca del puerto con nuestros patines. Solíamos hacerlo cuando éramos jóvenes. Al salir de la universidad o cuando las tardes de veranos eran parecidas a esta.
   Jimin parecía no haberlo olvidado, patinaba como si lo hiciera todos los días. Me sujete de su brazo y lo seguí.
   — ¿Hace cuánto no patinas? —Jimin miró sobre su hombro mientras reía.
   —Desde que tú te fuiste —me concentré en no caerme.
   —Endereza tu espalda. Estamparás tu cara con el piso.
   —Supongo que tú me atraparas antes de caer, ¿verdad? —enarqué una ceja.
   —Claro que no —soltó una carcajada. Me ayudo a erguir mi espalda y tomó mi mano.

    Continuamos patinando unos cuantos minutos más hasta caer sobre uno de los bancos, completamente cansados.
   —Extrañaba esto —colocó sus manos detrás de su cabeza. Contempló el atardecer.
   —Yo igual. A veces me gustaría volver el tiempo atrás. Volver a ser aquellos jóvenes...
   —Aún lo somos —me cortó.
   —Lo sé, tonto...
   —Tal vez tú seas una vieja con tu café, pero yo sigo siendo joven —bromeó. Golpeé su brazo.
   —Me refiero a que ahora somos más responsables. Tenemos nuestros departamentos. Trabajos. Deudas...
   —Deudas —se quejó—. Importante, las deudas cuando eres adulto —puso los ojos en blanco—. Tienes razón, pero creo que nos queda mucho por vivir y disfrutar. Tu trabajo no debe ser un obstáculo, Leia. Deberías disfrutar más. Salir de fiesta, divertirte. Disfrutar de tu dinero.
   —Sabes que nunca me interesó el dinero, Jimin.
   —Lo sé. Eres tacaña —rio. Golpeé nuevamente su brazo. Jimin me abrazó y besó mi frente. Nos quedamos así por un tiempo. Viendo como el sol se ocultaba detrás del rio.
    Jimin acariciaba mi hombro con cariño. Siempre lo había considerado un hermano y supongo que él a mí. Hemos vivido momentos buenos y malos, siempre hemos sido unidos, hasta que él se fue para seguir sus sueños. Ahora volvía a tener su compañía y me sentía joven otra vez.
   
   — ¿Quieres ir por un helado? —buscó mi mirada.
   —Claro. Pagas tú —levantó ambas cejas. Reí antes su reacción. Tomó mi mano y me ayudó a levantarme.
   — ¡Leia! —escuché una voz detrás de mí. Giré y unos pequeños brazos rodearon mi cintura.
   — ¡Seung! ¿Qué haces aquí?
   —Vine con mi papá —el niño señalo al hombre que caminaba detrás de él. Tenía el ceño fruncido hasta ser consciente de su expresión y relajó su rostro.
   —Yoongi —Jimin se acercó—. Qué bueno verte por aquí.
   —Igual, Jimin —palmeó su hombro—. Leia —asintió.
   —Señor Min.
   — ¿Qué hacen aquí? —Indagó el pequeño—. ¿Sabes patinar?
   —En realidad no —se apresuró a responder Jimin—. Apesta, debo volver a enseñarle.
   —No seas mentiroso —reproché—. Ya casi lo tengo.
   —Claro —alargó su respuesta—. Iremos por un helado. ¿Quieren acompañarnos?
   —No creo que... —Yoongi negó con su cabeza.
   — ¡Si! —El niño dio un brinco—. Por favor papá, quiero helado. Vamos con ellos.
   —Seung...
   —Por favor —rogó con esos enormes ojos encantadores. Yoongi soltó un suspiro.
   —Bien. Solo uno y nos vamos a casa. Ya está anocheciendo.
   El niño sonrió feliz y tomó mi mano. Fui cuidadosa de no caerme y me aferré al brazo de Jimin. Yoongi caminó detrás de nosotros pausadamente, como si sus piernas pesaran.

    Una vez en la heladería me ofrecí a pagar el helado del pequeño Min, pero su padre se negó repetidamente hasta comprarlo en mismo. Jimin decidió pagar el mío a pesar de que solo bromeaba con que lo haga él. Me senté con Seung en una pequeña mesa de un rincón. Jimin y Yoongi estaban detrás del mostrador eligiendo los sabores.
   —Te he extrañado, Leia —habló el pequeño.
   —Yo igual, Seung. ¿Mañana irás al café? —asintió rápidamente—. Bien, te esperare con... tu chocolate —susurré. El niño amplió una sonrisa mostrando sus pequeños dientes. Como los de su padre.
   —Leia —musitó. Puse mi atención en él inclinándome—. Jimin... él... ¿es tu novio? —me eché hacia atrás ante su pregunta. Fruncí el ceño al sentirme confundida ante esa interrogación. Abrí mi boca para responder.
   —Aquí están los helados —Jimin y Yoongi aparecieron. Jimin sostenía dos pequeños envases con una sonrisa de oreja a oreja. El señor Min mantuvo su semblante serio. Sentía la incomodidad. Quería irse rápido de allí, pero su pequeño hijo lo detenía—. Tu favorito, pequeña —Jimin acostumbraba a llamarme así en la universidad. Medía mucho menos que él, creo que de allí viene el apodo—. Chocolate, crema americana y granizado.
   —No lo olvidaste. Sorprendente memoria —sonreí.
   — ¿Olvidar algo de ti? Jamás —se sentó a mi lado.
Yoongi se sentó junto a su hijo. Cruzó muy pocas palabras con Jimin. Evité mirarlo, pero he captado la forma en que nos miraba a ambos. Sostuvo su atención en la puerta, como si quisiera correr hacia ella.

   Finalmente terminamos nuestros helados. Hoseok pasó a buscarlos por la heladería.
   — ¿Desean que los lleve? —Yoongi abrió la puerta para que Seung ingresara al auto.
   —No...
   —Si. Estoy cansado —Jimin me cortó—. Vamos, Leia. No te irás sola —dudé por unos segundos y acepté.
   Creí que sería la primera en bajar. Pero Yoongi cortó caminó y decidió dejar a Jimin primero. El rubio de despidió con un beso en mi mejilla. La mirada fija de Yoongi me ruborizó.
   —Yo puedo bajar aquí. Mi casa está a una cuadra —sugerí.
   —No es un problema llevarte hasta tu casa, Leia. No es bueno para ti andar sola de noche.
   —Estoy acostumbrada a hacerlo, señor —el auto arrancó. Supe que no tenía opción más que aceptar que me lleve hasta la puerta de mi casa.
   —No es necesario que me digas señor. ¿Cuántos años tienes?
   —Tengo 25.
   —Y yo 29. ¿Ves? No soy tan viejo —encogió sus hombros. Acarició el cabello de Seung que dormía sobre su regazo—. Dime Yoongi.
   —Bien, Yoongi, allí es donde vivo —señale el departamento. Yoongi levanto ambas cejas al ver el lujo del lugar. El auto se detuvo en la puerta.
   —Que descanses —rodeó mi muñeca con su mano y dijo casi en un susurro que me erizó la piel.
   —Igualmente —baje del auto sintiendo la tensión que se había formado en ese pequeño momento entre ambos.
   Min Yoongi era un hombre misterioso. Indescifrable. Con una manera muy particular de dirigirse a las personas que apenas conoce.
   Pero a la vez tenía algo que lo hacía encantador y me hacía querer conocerlo más a fondo. 

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Perdón que desaparecí. Estoy de vacaciones y acá en Argentina es verano, así que estoy disfrutando un poco. 
¿Que le va pareciendo la novela? 
¿Que opinan de los personajes? 
¿Tienen algun favorito? 
Voy a intentar actualizar más seguido. A veces estoy con falta de inspiración :/

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