Varias manadas de criaturas mágicas rodeaban a las hadas. Estos eran más conocidos como los Shaiskots, los cuales fueron encerrados hace quinientos años y al parecer aún continuaban vivos sedientos de sangre dulce.
—¿Qué hacemos Selfya? —preguntó observando hacia todos los lados.
—No tengo idea —respondió girándose lentamente hacia todos los lados en sentido contrario al de Ácrux.
Selfya observó hacia arriba, descubriendo que se encontraban en el fondo de una cueva en forma de espiral. Según sus conocimientos sobre el Abismo Astral, este era el centro del peligro, donde las criaturas más peligrosas habitaban. En este caso, se trataba de los Shaiskots, los más grandes y poderosos. A pesar de no tener visión, su sentido del olfato y el oído eran muy desarrollados, sin dejar de mencionar sus grandes garras y colmillos que sobresalían de su gran boca. Lo único que podía detenerlos era su ama, el hada más poderosa de la oscuridad. Su poder oscuro era demasiado poderoso y temido; por esa razón había sido desterrada a dicho lugar hace miles de años, lo cual ha simbolizado una eternidad profunda y sombría.
Los Shaiskots que se encontraban en una de las partes más altas de la espiral saltaron hacia el centro donde se encontraban las hadas, el espacio entre ambos se hacía cada vez más pequeño, lo cual comenzaba a causar preocupación en estos ya que la marca de Ácrux comenzaba a activarse.
—¿Estás bien? —preguntó Selfya observando su marca la cual estaba quemándolo.
—Sí, no duele mucho —miró rápidamente hacia su derecha—. ¡Cuidado!
—¡AAA! —Selfya gritó al instante que sintió como un colmillo hería su brazo.
—¡Selfya! —Ácrux intentó acercarse rápidamente a ella; pero un Shaiskot intervino golpeándolo contra la pared de rocas.
El impacto fue tan fuerte que cayó inconsciente por unos segundos. Mientras Ácrux intentaba recuperarse del golpe, las criaturas se dirigían lentamente hacia Selfya, la cual intentaba ignorar el dolor y la sangre que corría por su brazo. Esta se levantó y caminó hacia atrás hasta que chocó contra la pared de rocas. A la izquierda había un tronco en el suelo; lo levantó e intentó luchar contra los dos Shaiskots que tenía al frente. Pero esto no resultó como esperaba, ya que cuando intentó dar el primer golpe, uno le lastimó el otro brazo y cayó rápidamente al suelo derramando mucha sangre.
—ILLUMINAM ILLUMINAM SIRI, ILLUCIS ME ET DA MEA VIRTUTEM —susurró más de tres veces; pero era imposible desde ese sitio establecer su conexión con Sirio.
Los Shaiskots se acercaron rápidamente hacia el hada; uno de estos la levantó enterrando un colmillo en su ropa logrando lastimarle el cuello. El grito de dolor que Selfya transmitía por toda la cueva hacía que estos anhelaran más su sangre, provocando que abrieran rápidamente sus bocas para tragársela viva. El hada cerró los ojos rápidamente y se encogió; esta sentía que su vida iba a acabar y de la peor manera.
—¡Apártense de ella! —dijo Ácrux captando la atención de las criaturas.
El hada cayó al suelo rápidamente. Cuando abrió los ojos, pudo observar como la marca de Ácrux brillaba intensamente. Sus ojos se habían tornado a naranja, como la luz que esparcía la estrella Helvetios por todo el planeta. En sus brazos se habían tatuado unas líneas doradas muy brillantes, lo cual provocaba que él completamente brillara.
Los Shaiskots se habían acostado en el suelo alrededor de Selfya. Esta se levantó y miró hacia arriba; algo lleno de oscuridad bajaba desde lo más alto de la espiral. Mientras más se acercaba, más fría era la temperatura. El hada colocó sus manos en sus heridas, y la sangre se había secado en cuestiones de segundos.
—¡El hada de la oscuridad! —dijo perpleja cuando la vio frente a ella.
—Llámame Feiry, lo que me llamaste suena muy malvado —sonrió.
—¡Ácrux! —vociferó Selfya intentando captar su atención; pero no reaccionaba, él seguía brillando.
—¿Quién es él? —preguntó Feiry con curiosidad.
—¿Por qué le interesa? —preguntó seriamente.
—¡Oh! —dijo el hada de la oscuridad sorprendida—. ¿Cómo te atreves a referirte a mí de esa manera?
—Disculpe, sus criaturas no han sido muy amables conmigo.
—Tienes razón, lo siento por ti y tus amigos, casi forman parte de la cena de mis mascotas —sonrió.
—¿Mis amigos? ¿Sabes dónde están? —preguntó alarmada.
—Sí hadita, justo aquí —respondió el hada mostrando una nube oscura donde se podía observar a Rygel, Lyra y Lúmina encadenados y vigilados por Shaiskots.
—¡Lo tienes de prisioneros! ¡Debes soltarlos! —dijo rápidamente.
—¿Acaso me estás dando órdenes? Este es mi reino y aquí las órdenes las doy yo —suspiró profundamente—. Ahora bien ¿Quién es el chico qué está brillando más que Helvetios?
—¡Es mi amigo!
—Bueno, tu amigo tiene un gran poder —dijo mientras se acercaba a él muy sonriente.
—¡No se acerque! —dijo Selfya mientras intentaba salir del círculo donde se encontraba.
—¡SHHH! Si te mueves del centro despierto a mis mascotas, así que mejor obedeces y te quedas donde estás —dijo Feiry advirtiendo al hada.
—Como diga —suspiró y se mantuvo en el mismo sitio.
—Ahora bien, cuéntame sobre él.
—A penas lo conozco, no puedo decirle nada sobre él.
—¿Y sobre su marca?
—Aún menos, no sabemos que significa, ni siquiera lo que es.
—Pero... —guardó silencio por unos minutos observándolo detenidamente—. ¿Si sabes cómo surgió en sus costillas?
—No —contestó fríamente.
—No mientas hada de luz, aquí la maldad la llevo yo.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó sin aliento.
—¡Sé muchas cosas! —sonrió—. ¡Ahora responde! —dijo dirigiéndose hacia ella mientras que sus ojos se tornaron a negros.
—¡Está bien! Como diga —dijo Selfya levantando su cuerpo del suelo, el cual sangraba cada vez más.
—Te escucho —dijo mientras volvía a colocar el color marrón en sus ojos para poder apreciar a Ácrux.
—Todo sucedió muy rápido. Cuando pisé el Cuadrado Elemental, Ácrux comenzó a quejarse de dolor y la marca se le formó en las costillas. Cuando nos acercamos a él una explosión surgió y de ahí decidimos no acercarnos más a él para que no sucediera más, y ahora por primera vez su poder se activó.
—Interesante —dijo sonriente.
—¿Por qué sonríes tanto?
—Bueno, hay muchos motivos para hacerlo, la profecía más poderosa se va a cumplir después de dos mil años.
—¿A qué se refiere con profecía?
—Es muy pronto para que lo sepas.
—¿Qué pasará con Ácrux? —preguntó preocupada.
—Se le pasará pronto —dijo mientras se marchaba.
—¡Espera! No te puedes marchar así, necesito respuestas.
—¡Y las tendrás! —sonrió—. Escúchame, el universo guarda un poder muy importante, peligroso y anhelado, el cual podría destruirnos por completo, hace dos mil años, esto sucedió conmigo —miró hacia el suelo—. Por esa razón acabé en la oscuridad y viviendo para siempre aquí.
—¡Eso no es suficiente! —suspiró—. ¡Tienes que decirme algo más! Por favor, sé que no eres malvada como cuentan los libros de mi reino —dijo observando al hada fijamente.
—Que un acto de amabilidad no te convenza de las intenciones ajenas, todos aparentamos cuando queremos conseguir algo.
Feiry chasqueó sus dedos y desapareció con Ácrux y los Shaiskots.
—¡NO! —gritó el hada desconsoladamente cayendo al suelo.
Todo el alrededor de Selfya se encontraba desolado y oscuro, esta comenzó a gritar por todo el lugar, provocando que su eco se esparciera; pero este no avanzaba mucho, seguía atrapado al igual que ella.
—ILLUMINAM ILLUMINAM SIRI, ILLUCIS ME ET DA MEA VIRTUTEM —gritó con todas sus fuerzas; pero no sucedió nada—. Por favor Sirio te necesito, necesito que mi alma se mezcle con tu brillo y fuerza, necesito unirme a ti para ser más fuerte, te necesito para salvar a todos. —Mientras decía esas palabras en voz alta sus lágrimas corrían por sus mejillas.
—Tal vez no sea Sirio quien te responda; pero estamos aquí contigo —comentó una voz muy conocida.
En ese instante Selfya elevó la mirada, pudiendo percibir como una gran luz aparecía frente a ella.
—¡Han vuelto! —gritó al verlos frente a ella —. ¿Cómo llegaron a aquí?
—¡Primero abrázanos! —dijo Lúmina sonriente.
El hada se levantó poco a poco para poder abrazar a sus amigos, mientras que seguía herida por los Shaiskots.
—¿Cómo están libres? —preguntó con curiosidad.
—¿A qué te refieres? —preguntó Lyra sin comprender.
—¿Feiry no los tenía encerrados? —preguntó confundida—. ¡Los vi! Ella me lo mostró.
—¿De qué hablas Selfya? —preguntó Rygel.
—¡Espera! —suspiró manteniendo su cuerpo en pie, el cual se tambaleaba—. ¿Dónde estaban?
—Cuando surgió la explosión, tú y Ácrux cayeron en este sitio y nosotros en Aistrol —respondió Lyra
—¿Aistrol? —preguntó Selfya sorprendida.
—¿Recuerdas cuándo Rygel dijo que debajo del Cuadrado Elemental había galaxias? —preguntó Lúmina.
—Sí, claro que lo recuerdo —respondió Selfya rápidamente.
—Ahí caímos nosotros. Rygel logró activar su única pulsera de localización mientras caíamos y pudimos entrar a Aistrol, esta desapareció después de su primer y último uso. Estando en aquella galaxia descubrimos lo que está planeando Alshain —dijo Lúmina sonriente.
—¿Dónde está Ácrux? —preguntó Rygel interviniendo en la conversación.
—Las cosas aquí han ido peor que en Aistrol, en resumen, el hada de la oscuridad, Feiry, se llevó a Ácrux —dijo Selfya suspirando.
—¿Cómo? ¿Cómo lo permitiste? —preguntó enfadado.
—Rygel, cálmate, sólo mira los brazos de Selfya, es notable que no pasó nada bueno aquí —respondió Lyra en defensa de su amiga.
—¡Gracias! —suspiró cayendo al suelo.
—Lo siento Selfya, me preocupa mucho su situación —dijo Rygel caminando de un lado hacia otro.
—Lo sé, a mí igual, a Ácrux por primera vez se le activaron los poderes y cuando Feiry desapareció con él aún estaba en un bucle.
—¿Quién es Feiry? —preguntó Lúmina.
—Feiry es el hada de la oscuridad del Abismo Astral. ¿La recuerdas de los libros de historia que leíamos?
—Sí, la recuerdo —asintió con tristeza—. ¿Los Shaiskots te atacaron cierto? —preguntó Lúmina tocando su brazo.
—Exacto, aún duele —suspiró.
—¿Cómo saben de todo eso y yo no? —reprochó Rygel observando a las hadas.
—¿Acaso porque leemos y tú no? —respondió Lyra.
—Puedo curarte esto —dijo Lúmina mientras observaba las heridas de Selfya.
—¿Tu magia funciona aquí? —preguntó Selfya al ver como Lúmina podía curarla.
—Sí, nunca ha dejado de funcionar, aun estando en Aistrol —dijo Lúmina mientras curaba sus heridas.
—¿La tuya no? —preguntó Lyra observando como su amiga sufría.
—No, no sé qué me sucede —dijo mientras observaba su collar de hada.
—¡Listo! Como nueva —comentó Lúmina sonriendo.
—¡Muchas gracias! —dijo Selfya sonriente—. Aún me siento extraña —suspiró—. Me preocupa Ácrux. Su magia estaba fuera de control. En sus brazos se tatuaron unas líneas doradas, su marca brillaba, sus ojos se tornaron a amarillo, era radiante como Helvetios.
—Lo que está sucediendo con él es muy extraño. ¿Por qué el hada desapareció con él? —preguntó Rygel.
—Antes de desaparecer con Ácrux dijo que era muy poderoso y contó algo de una profecía. Según ella el universo guarda un poder muy importante, peligroso y anhelado, el cual podría destruirnos por completo. Hace dos mil años esto sucedió con ella. Y por esa razón acabó en la oscuridad y viviendo aquí para siempre.
—En eso no mintió —comentó Rygel—. En Aistrol, la reina Auryn nos contó sobre la profecía.
—¿Cómo sucedieron las cosas allí? —preguntó Selfya con curiosidad.
—Volvamos a Aistrol para que lo veas con tus propios ojos —respondió Lyra sonriente.
—¿Cómo? ¿Podemos salir del Abismo Astral? —preguntó sorprendida.
—Sí, todo gracias a este brazalete que nos dio la reina Auryn —dijo Lyra señalando el brazalete que tenía en su muñeca.
—Pero, yo no tengo —suspiró.
—¿Crees que vendríamos a buscarte sin traer uno para ti? —añadió Lúmina.
—¡Vamos! —dijo Rygel mientras le acomodaba el brazalete a Selfya en la muñeca.
—¿Y Ácrux? —preguntó mirándolo a los ojos.
—Volveremos por él, te lo prometo. Es peligroso estar aquí —respondió Rygel terminando de ajustarle el brazalete.
—Rygel tiene razón —comentó Lyra observando todo su alrededor—. ¡Tenemos compañía!
El hada de la oscuridad volvía a hacerse presente entre las hadas, esta vez venía acompañada de Ácrux, el cual se encontraba inconsciente y no brillaba.
—¡Ácrux! —gritó Selfya al verlo.
—No te esfuerces querida, no te escucha —comentó mientras se reía.
—¿Qué le has hecho? —gritó Selfya furiosa.
—Tranquila, nada que no se pueda solucionar.
—¡Déjalo en paz! —ordenó Rygel acercándose a ella.
—Si fuese tú, no lo haría dos veces. ¡SHAISKOTS! —gritó con fuerza elevando sus manos desprendiendo una gran oscuridad.
—¡Oh no! —dijeron Lyra y Lúmina al mismo tiempo.
Los Shaiskots aparecieron en cuestión de segundos, bajaban en manadas por la cueva espiral. Rápidamente Rygel, Lyra y Lúmina activaron sus collares de hada y comenzaron el ataque.
Feiry observaba desde lo alto como destrozaban a sus queridas mascotas. Estaba tan enojada que no solo comenzaron a aparecer más Shaiskots, sino todo tipo de criaturas del Abismo Astral.
—¡Son demasiados! —gritó Lúmina.
—¡Tenemos que esforzarnos! —dijo Lyra sin aliento.
Mientras que la batalla se intensificaba, Selfya se encontraba refugiada en las rocas, ya que no podía utilizar su magia, esta no podía desviar su mirada de Ácrux el cual necesitaba ayuda.
—¡Selfya! —gritó Lúmina—. ¡Cuidado!
Esta vez lo que se acercaba hacia Selfya no era un Shaiskot, sino el hada oscura.
—¿Qué quieres ahora? ¿No has tenido suficiente? ¿Qué ganas haciendo todo esto?
—¡Diversión! Hace mucho tiempo no tenía invitados tan agradables, todas mis criaturas quieren entretenerse con ustedes, en especial con Ácrux —dijo muy sonriente.
Selfya se giró y lo buscó con la mirada, este se encontraba en el borde de una roca rodeado de Shaiskots. Con un solo chasquido de Feiry este sería devorado.
—Ahora, hadita, observa como mueren —dijo empujándola al suelo—. CRIATURAS DE TODO EL ABISMO ASTRAL. ¡LOS INVOCO! —gritó alzando sus brazos.
En ese instante el suelo comenzó a temblar, las criaturas de toda la galaxia estaban siendo invocadas para asesinarlos.
—¡AAA! —gritó Ácrux cayendo de las grandes rocas, ya que Feiry lo había despertado de su profundo sueño.
—¡NO! —gritó Selfya con rabia al presenciar la escena.
El hada del Sirio vio a Ácrux caer desde la roca donde se encontraba, por sus venas corrió un miedo escalofriante y una sensación sumamente extraña. Al alzar su mano una red de poder estelar se disparó y atrapó a Ácrux. Esta comenzó a respirar profundamente, como si algo dentro de ella fuese a estallar. Sus ojos se tornaron a azul celeste y el poder de su collar de hada brilló saliéndose de control.
—¡AAA! —gritó con todas sus fuerzas a medida que sus alas iban aumentando su tamaño, sentía que el poder dentro de ella se duplicaba—. ¡SIRIONIX! —gritó volando sobre todas las criaturas, esparciendo toda su magia luminosa, al instante todas desaparecieron sin dejar rastro.
El hada buscó con la mirada a Feiry la cual había iniciado su vuelo hacia su dirección.
—¡Qué comience la batalla! —dijo Feiry sonriente.
—¿Estás segura de que quieres perder?
—Ya lo veremos hadita.
—Esto comienza a tornarse negro —dijo Rygel desde el suelo.
—¡TORMENTA DE OSCURIDAD! —gritó Feiry expulsando una gran fuente de poder oscuro.
Un gran tornado se dirigía hacia Selfya. Esta contraatacó con su poder Cristal de Luz, el cual era un escudo que la protegía de cualquier oscuridad.
—¡BOMBAS DE OSCURIDAD! ¡PISTOEX! ¡NUBE OSCURA! ¡LLUVIA INFERNAL! —gritó Feiry seguidamente.
Selfya no tuvo tiempo para prevenir el impacto del hechizo, y este la golpeó con gran fuerza provocando que cayera desde lo más alto. Sus amigos se acercaron a ella para ver si estaba consciente y se encontraron con su intenso susurro.
—ILLUMINAM ILLUMINAM SIRI, ILLUCIS ME ET DA MEA VIRTUTEM —susurró Selfya.
Selfya al conectar con su estrella Sirio, se volvía aún más poderosa. Se levantó rápidamente del suelo y comenzó a atacar con bolas de luz brillante, las cuales eran tan rápidas que el hada contrincante no pudo evitar el ataque. Selfya llena de ira y poder continuó atacándola, su descarga luminosa había sido tan increíblemente potente que había desarrollado un nuevo poder. Al tener al hada mirándola fijamente a los ojos recordó como sus criaturas la habían hecho sangrar, recordó lo que le hizo a Ácrux y gritó con todas sus fuerzas.
—¡RÁFAGA LUMINOSA!
Su ataque se convirtió en una ráfaga de luz descomunal, la cual se dirigió directamente a Feiry provocando que cayera rápidamente al suelo destrozada. Selfya voló lentamente hasta el suelo y cayó arrodillada. Sus amigos velozmente la levantaron, Lyra abrió el portal hacia Aistrol antes de que Feiry tomara fuerzas y le impidiera salir del Abismo Astral. Rygel le colocó el brazalete a Ácrux para que pudiera atravesar el portal. Antes de que todos abandonaran el sitio, Feiry les dio una última mirada a Ácrux y a Selfya.
—Cuando la profecía se cumpla, dejarán de luchar mutuamente por sus vidas y ahí será cuando acaben con una de ellas —dijo Feiry sonriente.