—¿Estás bien, Kookie? —preguntó con preocupación el mayor al ver que su amigo finalmente comenzaba a recuperarse.
El chico parpadeó un par de veces y dirigió su mirada hacia él. Había permanecido inmóvil por un momento, totalmente absorbido por la risa de La Muerte, olvidando por un instante la situación en la que se encontraban.
—Ah... eso —balbuceó nervioso, mientras trataba de encontrar una excusa plausible—. Estoy bien, no te preocupes. Solo recordé algo que tenía que decirle a mi madre hoy y se me olvidó. Lo siento —forzó una sonrisa, esperando que sonara convincente.
—Realmente me asustaste, tonto —declaró Hoseok, frunciendo el ceño mientras negaba con la cabeza.
No sabía si Yoongi le había creído, pero si no lo hizo, no dijo nada. Realmente agradecía que su mejor amigo fuera alguien de pocas palabras en momentos como ese.
De repente, recordó por qué se había generado esta inusual situación y enfocó su mirada en el lugar donde había visto a La Muerte. No podía simplemente pedirle que se quedara sin que sus amigos lo consideraran un loco que hablaba con la nada. Así que, realmente esperaba que su mirada pudiera transmitir lo desesperado que se sentía y que La Muerte lo entendiera. Anhelaba que pudiera percibir su angustia.
Afortunadamente, Vante podía hacerlo.
Este dilema dejaba al ente sumido en una profunda incertidumbre sobre cómo actuar. Podía captar la emoción ajena palpando en su propio pecho, pero no lograba comprender por qué Jungkook se encontraba en ese estado. Aquello lo desconcertaba en gran medida.
Suspiró rendido, sacudiendo la cabeza en incredulidad ante la idea de que alguien pudiera controlarlo de esta manera. Honestamente, le costaba trabajo asimilarlo por completo.
El chico entró en pánico al verlo negar, temiendo que La Muerte se marchara y no regresara. Estuvo a punto de tirar todo por la borda y simplemente rogarle que se quedara, pero antes de que pudiera decir algo, fue él quien tomó la iniciativa.
—Vendré después.
Tras esas palabras, abrió un portal, se adentró en él y desapareció.
Jungkook procesó lo que acababa de suceder, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Se sintió aliviado, quizás más de lo que esperaba, y en realidad no entendía por qué, pero su corazón estaba lleno de felicidad.
Estaba tan concentrado mirando el lugar por donde La Muerte había desaparecido que apenas notó el toque en su mejilla. Hoseok se había acercado a él, quedando completamente pegados, y frunció los ojos mientras observaba el punto que había mantenido su atención.
—¿Qué estás mirando? — preguntó finalmente—. Hoy si que estás extraño.
Jungkook no sabía qué responder; su comportamiento era realmente cuestionable y no tenía una respuesta que no lo hiciera parecer un completo demente. Sin embargo, como tantas otras veces, Yoongi vino en su ayuda.
—¿No estabas emocionado por contarle algo? —le recordó a su novio, quien abrió los ojos de par en par.
—¡Es verdad! —asintió con entusiasmo. —¡Jungkookie, no lo vas a creer!
Él en realidad, tenía muchas ganas de decirle a Hoseok que si no dejaba de sacudirlo por los hombros de esa forma, podría vomitarle encima, pero afortunadamente su amigo se detuvo a tiempo.
—¿Qué pasa? —cuestionó, sujetándose el estómago y rogando internamente que no vomitara su almuerzo. Ya bastante difícil había sido forzarse a sí mismo en comer.
—Adivina quién preguntó por ti hoy —inquirió, levantando las cejas de arriba abajo.
Jungkook pareció considerarlo seriamente. Hoseok lucía impaciente, pero aún así, quería que su amigo diera una respuesta antes de revelar de quién se trataba.
—Fue Mingyu —declaró Yoongi de repente, y Hoseok no podía creer la gran traición que su novio acababa de cometerle. Jungkook sintió la tentación de reírse ante la expresión de su mejor amigo, ya que Yoongi realmente carecía de paciencia, pero no pudo hacerlo cuando el nombre de cierto chico fue mencionado.
Cuando Jungkook comenzó su primer año en la universidad, fue cuando lo conoció por primera vez. Desde el primer instante en que vio a Mingyu, quedó cautivado por él. Con el tiempo, lograron forjar una sólida amistad, pero, a pesar de la estrecha relación que compartían, Jungkook nunca reunió el valor necesario para confesar sus sentimientos. Temía el posible rechazo y el impacto que ello podría tener en la amistad que habían construido, así que prefirió mantener su amor en secreto. A pesar de ello, no se sentía mal por ello, ya que estar cerca de Mingyu era suficiente para hacerlo feliz.
Sin embargo, cuando la vida de Jungkook dio un vuelco y tuvo que ingresar al hospital debido a su enfermedad, perdió el contacto con Mingyu. Al principio de esta difícil etapa, le costó mucho aceptar su enfermedad, lo que lo llevó a rechazar los intentos de Mingyu por acercarse a él. No quería que lo viera en el estado en el que se encontraba.
Sus mejores amigos, especialmente Hoseok, fueron quienes más insistieron en que no se alejara de él. Mingyu preguntaba sobre como estaba todos los días, pero después de un tiempo dejó de hacerlo, quizás comprendiendo que Jungkook no estaba dispuesto a dejarse ver en su estado. Y a pesar de que Yoongi y Hoseok hubieran querido intervenir, decidieron respetar sus decisiones.
Por eso, Jungkook se sorprendió mucho de saber, que después de un tiempo, Mingyu volvió a preguntar por él. No sabía cómo sentirse al respecto; en realidad, no le hizo feliz porque no podía evitar culparse por muchas de las decisiones que había tomado en el pasado. Si hubiera tenido la madurez que tenía ahora en ese momento, las cosas podrían haber sido diferentes, y él y Mingyu aún serían amigos.
Pero el hubiera ya no existe, y el pasado ya no se podía cambiar. Por lo que Jungkook tenía que cargar con eso.
—Uhmm, ya veo.
La sonrisa de Hoseok desapareció al notar la falta de emoción en su mejor amigo. Sabía muy bien cuánto a Jungkook le gustaba Mingyu hace tiempo, y había esperado que la noticia lo llenara de alegría. Sin embargo, la reacción de Jungkook resultó ser mucho más distante de lo que había anticipado.
—¿Es todo lo que dirás?
Jungkook se encogió de hombros. —¿Debería decir algo más?
—No lo sé, pero... pensé que...
—Hobi —interrumpió Yoongi. Hoseok se volteó para mirarlo y vio cómo su novio le negaba levemente con la cabeza indicándole que no insistiera más.
El moreno apretó los labios, formando una línea en su boca, y muy a su pesar no dijo nada más.
Jungkook no tenía la intención de crear un ambiente incómodo, pero de verdad le costaba entender por qué sus amigos no podían aceptar el hecho de que no sería capaz de salir y reconstruir su vida nuevamente. Comprendía que quizás era doloroso aceptarlo, pero habría preferido que en lugar de forjarse expectativas positivas sobre algo que no sucedería, dedicaran ese tiempo a prepararse para su inevitable partida.
Porque, si había algo que le rompía el corazón, era la idea de que su partida les causaría un gran dolor.
Vante había estado observando todo desde su torre, intrigado por la reacción de Jungkook. Desde que le encargaron su alma, notó que el chico era un maestro en ocultar sus verdaderas emociones, siempre priorizando el bienestar de los demás por encima del suyo propio. Por lo tanto, la situación resultaba sumamente interesante para él.
Luego de aquella conversación, la atmósfera se tornó un tanto incómoda entre Jungkook y sus amigos. Fue por eso que, al llegar Seokjin, la pareja decidió marcharse.
Vante no podía sentir el flujo del tiempo, ya que en el Inframundo todo permanecía estático, pero de alguna manera, estar conectado al alma de Jungkook lo hacía más consciente de ello. No supo que era una persona impaciente, hasta que se encontró a sí mismo esperando a que Jungkook se quedara solo para finalmente ir a verlo.
Deseaba sinceramente que ese joven dejara de provocarle tantas emociones. ¿Quizás se debía a que se había involucrado demasiado con él? Al parecer, vivir tanto tiempo como Muerte le había arrebatado la capacidad de pensar como lo haría un humano normal.
Tuvo que esperar hasta que el mayor de los Jeon saliera de la habitación. Una vez lo hizo, sin dudarlo, se vistió con su túnica, tomó su guadaña y abrió un portal.
Cuando llegó al cuarto, se sintió perplejo por la oleada de emociones que le invadió el pecho. Jungkook parecía estar inmerso en una lucha interna tan intensa que ni siquiera se dio cuenta de su presencia. Se acercó al joven, que observaba la ciudad con tanta intensidad, y solo notó su presencia cuando sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo.
Vante detuvo su andar en el momento en que la mirada de Jungkook se posó en él. No sabía cómo interpretar lo que acababa de suceder, ya que todas las preocupaciones que atormentaban al chico parecieron desvanecerse, reemplazadas por una sensación de calma. Además, notó una pequeña sonrisa que se formó en su rostro.
—Volviste —declaró Jungkook con alivio.
El ente inclinó la cabeza, ligeramente confundido, y asintió. —Dije que lo haría.
Podía sentir que Jungkook estaba nervioso y realmente deseaba comprender por qué su presencia le generaba esas emociones, aunque no podía decir que fuera miedo, ya que conocía perfectamente ese sentimiento. Sin embargo, había algo que no lograba identificar.
Hasta que...
—Lo siento —declaró el menor, bajando la mirada hacia sus manos mientras jugaba con sus dedos, como si fueran lo más interesante del mundo. —La última vez, no quise incomodarte. Perdón si me excedí.
El azabache hizo memoria, recordando los eventos pasados, y finalmente su mente conectó los puntos. Al parecer, Jungkook se sentía apenado por el incidente con la túnica. Si bien había entrado en pánico y se había retirado en ese momento, nunca se había sentido molesto con él. Era comprensible que Jungkook tuviera curiosidad por verlo; no podía culparlo por eso. Sin embargo, parecía que el joven le estaba dando demasiada importancia al asunto.
Vante se acercó a Jungkook y se sentó a su lado. Llevó su mano hasta la mejilla del otro y no pudo evitar sonreír al notar cómo Jungkook se recostaba en su palma y cerraba los ojos, disfrutando del frío que emanaba de su piel. Notó cómo el rostro de Jungkook encajaba a la perfección en su mano, ya que era pequeño y delicado, algo que, por alguna razón, le agradaba enormemente.
—¿Esto quiere decir que me perdonas? —cuestionó, abriendo los ojos para intentar ver a Vante, aunque debido a la túnica no podía visualizar su rostro.
—No hay razón para perdonar, no estaba molesto —respondió honestamente, lo que hizo que Jungkook se enderezara inmediatamente. La ausencia en su mano le molestó un poco, pero no hizo nada más que retraerla.
Jungkook parpadeó varias veces mientras lo observaba, La Muerte encontrándolo sinceramente tierno en ese momento. Finalmente, dejó escapar un suspiro profundo y Vante se preocupó un poco cuando lo vio frotarse el rostro con fuerza. ¿No se daba cuenta de que podía lastimarse?
—Estuve realmente preocupado por eso. Pensé que te habías molestado conmigo.
Oh.
Así que esa era la razón por la que estaba inquieto, solo estaba preocupado de haber cometido un error. Ahora podía entender mejor por qué él... Espera. En ese momento, algo cruzó por su mente. ¿Por qué le preocupaba que estuviera molesto? Duda tras duda, eso era lo que Jungkook generaba en él.
Quería preguntar, definitivamente deseaba hacerlo, pero se sentía incapaz de intentarlo siquiera. Por lo tanto, prefirió quedarse en silencio mientras lo observaba. Se estableció un silencio entre ambos, y Jungkook parecía querer decir algo, pero estaba vacilante sobre si realmente debía hacerlo.
—¿Estás bien? —preguntó finalmente La Muerte al darse cuenta de que Jungkook no hablaría.
El menor se quedó pensativo un momento más, y Vante realmente desearía tener la capacidad de poder leerle la mente, porque esto le estaba generando demasiada ansiedad.
—¿En verdad no puedo verte?
Bien, eso sí que no se lo esperaba.
—¿Tienes curiosidad de cómo lucimos?
—¿Lucimos? —replicó sorprendido. —¿Quieres decir que existen más Muertes? —preguntó, mostrando su curiosidad.
Para cuando Vante se dio cuenta de su error, ya era demasiado tarde. De todos modos, en este punto, no lo consideraba un problema, ya que sentía que realmente podía confiar en Jungkook.
—Somos muchos; una sola Muerte no sería capaz de hacerlo todo por sí sola.
—Wow, siempre creí que la muerte era algo así como un ser omnipresente. Nunca hubiera imaginado que existiera más de una. ¿Y todas lucen igual? Es decir, bajo la túnica, ¿todas tienen el mismo aspecto?
El brillo en los ojos de Jungkook era fascinante para Vante, y su curiosidad iluminaba todo su rostro de una manera encantadora. Por eso, aunque no debía hacerlo, simplemente no pudo contenerse.
—No, todos tenemos aspecto propio.
La expresión de Jungkook cambió a una de sorpresa, formando una "o" con los labios y alzando las cejas. Vante ni siquiera se había dado cuenta de que eso lo había hecho sonreír.
—¿Y tienes un nombre?
La Muerte consideró esto. ¿Qué tan problemático sería que Jungkook conociera más acerca de él? Tampoco es como si alguien fuera a saber que estaba rompiendo todas estas reglas si él no decía nada. De todas formas, ya había dicho demasiado. ¿Qué más daba?
—Me suelen llamar Vante.
Jungkook parpadeó confundido. —Entonces... ¿no es tu nombre real? Tú... ¿alguna vez tuviste una vida aquí?
El azabache tensó su cuerpo al escuchar aquello. Podría hablar con Jungkook sobre temas relacionados con el Inframundo y su rol como Muerte, pero hablar sobre su vida personal era algo que ni siquiera entre las Muertes se hacía. El hecho de que le preguntara tan casualmente le incomodó en extremo. Sabía que el chico solo estaba siendo curioso, pero eso no era suficiente para eliminar esa inquietud.
Jungkook pudo sentir la tensión en el ambiente y cuando notó que La Muerte hizo amago de levantarse, entró en pánico, pues lo último que quería era que se marchara nuevamente.
—¡Espera! —pidió alarmado, tomando la túnica de La Muerte para evitar que se pusiera de pie. —No te vayas, por favor. Lo siento, no quería preguntar algo que no debía. A veces soy demasiado impulsivo y no me doy cuenta de lo que hago hasta que ya arruiné todo. Fue como lo que pasó con la túnica, solo tenía ganas de verte sonreír y no pude contenerme —farfulló con desesperación.
¿Verlo sonreír? Eso realmente lo sorprendió. Jungkook, de hecho, no dejaba de sorprenderlo. Siempre que creía saber lo que pensaba y por qué hacía las cosas, terminaba dándose cuenta de que estaba equivocado.
Cualquier humano tendría curiosidad por conocer el aspecto físico de La Muerte; está en su naturaleza ser curiosos. Realmente creyó que Jungkook no era la excepción, pero al parecer lo era, ya que su curiosidad estaba centrada en su sonrisa.
¿Por qué?
—¿Querías verme sonreír? —preguntó intrigado.
Jungkook recapituló sus palabras, sin siquiera darse cuenta de cuándo había dejado escapar eso tan espontáneamente. Su rostro se tiñó de un rubor ardiente, y Vante no lo pasó desapercibido, ya que en alguien tan pálido como Jungkook debido a su enfermedad, era algo que destacaba con facilidad.
Sin embargo, de alguna manera, encontró esa situación encantadora.
«Bonito», pensó para sí mismo, Jungkook era realmente hermoso.
—Y-yo, este... verás... —tartamudeó el chico nervioso, evitando mirar directamente a La Muerte, mientras sus palabras se enredaban en su torpeza.
Vante ya no pudo contenerse y estalló en una carcajada estruendosa que llenó la habitación por completo. Esto desconcertó al joven aún más, ya que las risas que había escuchado de La Muerte en el pasado no se comparaban en absoluto con esta. Su corazón latía con una fuerza inusitada, algo que incluso La Muerte pareció percibir, ya que su risa se extinguió gradualmente y llevó una mano a su propio pecho.
La reacción de La Muerte dejó a Jungkook perplejo, ¿acaso él... podía sentirlo? No tenía sentido, ¿verdad? Pero, entonces, ¿qué parte de toda esta situación realmente lo tenía?
Por alguna inexplicable razón, el latido ajeno que percibía en su pecho se había transformado en una sensación placentera. Además, ahora comprendía que esta sensación se desencadenaba cuando Jungkook escuchaba su risa, lo que aumentaba su deseo de ver su sonrisa. Con una timidez titubeante, el menor extendió su mano y la introdujo con gran delicadeza en la túnica del otro. El ser se quedó expectante, y, tal como la primera vez, pudo sentir los dedos del chico rozar sus labios. Vante quedó completamente hechizado por aquel suave toque.
—¿Por qué no puedo verte? —musitó Jungkook con desánimo, una sensación que a La Muerte no le agradaba sentir en el menor. —¿Sucedería algo malo si lo hiciera?
En realidad, no es que el mundo estuviera al borde del colapso si Jungkook pudiera verlo; sino que desde tiempos inmemoriales, se había mantenido una estricta separación entre los asuntos del Inframundo y el plano terrenal. Ellos les permitirían a los humanos creer lo que quisieran acerca de La Muerte; nunca intervendrían ni se manifestarían para revelar la verdad.
Las reglas eran claras: debían limitarse a cumplir su deber de transportar almas y nada más. Algo que Vante había decidido ignorar cuando se le encomendó la tarea de llevarse el alma de Jungkook.
—¿Quizás crees que eres feo y por eso te avergüenzas? —preguntó, y el contrario no pudo evitar soltar una risa suave ante la ocurrencia.
Los ojos de Jungkook se abrieron en sorpresa, sus dedos acariciaron involuntariamente la comisura elevada de sus labios. La idea de cómo se vería la sonrisa de alguien cuya risa tenía el poder de cautivar a cualquiera seguía rondando por su mente.
Jungkook tragó saliva con dificultad y retiró su mano lentamente. La Muerte no entendía por qué, pero cada vez que le soltaba, experimentaba una extraña sensación en su interior. Jungkook dudó, consciente de que tal vez estuviera a punto de arruinarlo todo de nuevo, pero sentía una necesidad urgente de intentarlo. Por eso, su mano se desplazó con determinación hasta agarrar la capucha de la túnica. Esperó un momento, anticipando la posibilidad de un rechazo, recordando la última vez que había intentado algo similar. Sin embargo, esta vez, para su alegría, no encontró ninguna reacción negativa por parte de La Muerte. Con extrema delicadeza y lentitud, comenzó a deslizar la capucha hacia atrás.
Notó cómo la oscuridad se disipaba lentamente, revelando hebras azabache que parecían tan sedosas como las había sentido entre sus dedos. Finalmente, dejó al descubierto el rostro ajeno y quedó completamente inmóvil ante la impactante apariencia que se reveló ante él. La mirada de La Muerte era profunda, con ojos tan oscuros como la tela de su túnica, el cabello negro como la noche pero brillante como las estrellas, cejas rellenas y definidas, una nariz pequeña y perfectamente perfilada. No pudo evitar esbozar una sonrisa al notar que, sin lugar a dudas, los labios de Vante tenían forma de corazón.
Cautivado, esa era la única forma de describir cómo se sentía Jungkook en ese momento.
Al notar la fascinación en el rostro de Jungkook dirigida hacia él, Vante sintió un cálido cosquilleo recorrer su ser, una sensación que nunca había experimentado antes. Y sin poder evitarlo más, sonrió.
—Tan bonito... —musitó el ser, sin darse cuenta, y Jungkook se sintió como si estuviera hecho de papel.
¿Qué era este sentimiento?
AAAAAAAAAAAA YA LO VIOOOOOOO, tenía muchas ganas de llegar a este momento c: es de mis favoritos sin duda alguna c':♥
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó? Yo sigo bien emocionada como si fuera la primera vez jajaja xd
En la nota pasada de este capítulo hablaba sobre la canción que Hobi había sacado c': dejaré esa parte solo para recordar ese momento:
¿Están haciendo Stream? Yo amé demasiado pero DEMASIADO la canción de Hobi, por fi apoyémosle, es un hermoso regalo que nos dio♥
STREAM ON THE STREET♥
Bueno, volveré mañana. Hasta entonces, manténganse sanos~
𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.