París, 13 de febrero del 2023.
Una mañana algo nublada se hace presente en el cielo y dos personas no pueden coexistir en esa casa. Así como lees, llegaron a París en la tarde-noche, como pudieron se escondieron bien para que la prensa no se diera cuenta del regreso de Lionel y de su acompañante, de ahí fueron hacia la casa del delantero gracias al chófer que había contratado este.
Al llegar a la casa, fue que Lionel se percató de lo incómodo que fue todo el trayecto ya que no se habían hablado en todas esas horas y ahora debía hablarle, sin saber exactamente como hablarle. Como pudo le enseñó dónde podría quedarse y se encerró en su cuarto.
Ni le preguntó si tenía hambre.
Por eso esa misma mañana, Guillermito se levantó con un humor horrible–del culo–porque desde ayer anoche tenía hambre y el que se suponía era encargado de vigilarlo no se molesto en preguntar y prefirió encerrarse en su cuarto. Agradece que mínimo le enseñó dónde va a dormir y que el cuarto tiene baño, evitaba cruzarse con ese tipo.
Ya que está en casa ajena y como su madre le ha inculcado, se encuentra acomodando la cama para no verse como un indecente y zángano, no señor, él podría ser muchas cosas pero nunca un puerco.
Al terminar su tarea, escucha levemente cómo Lionel está hablando por teléfono, ahí es su señal para mendigar comida que le fue negada un día anterior. Solo había desayunado en todo el día, su estómago ya le estaba mentando la madre, sale de su cuarto tratando de hacer el mínimo ruido posible porque al asomar su cabeza por la puerta, observa a Lionel caminar en círculos y con una cara fruncida en frustración pura.
—¡Dale ya! ¡Es lo mejor que puedo hacer!—exclama enojado Messi.
Por el rabillo del ojo alcanza a ver cómo Memo se ha sentado en la silla frente a la isla de la cocina.
—¡Memo no sabe ni en dónde está parado! No seas cabrón, Messi—regaña Guardado al otro lado de la línea.
¿Qué pasa exactamente? Pues, Messi llamó a Guardado para comentarle lo que sucede con el Memo chiquito y al contarle que lo trajo a París con él, desató la furia del principito, Guardado sabe perfectamente que Guillermo en ese entonces no le gustaba estar en lugares desconocidos con personas que apenas y conocía, a menos que estuviera con alguien de confianza.
—Mirá, yo sé lo que hago y esto es lo mejor que puedo hacer, ¡No podía dejar en Italia solo al pibe!—dice en total defensa.
—Confio en que vas a cuidar a Memo wey, pero como me entere de alguna mamada, vas a ver—sentencia el mexicano con seriedad.
—Lo sé, podés hacer lo que querás conmigo si algo le pasará a Guille. Tengo que colgar—se despide Messi con seriedad.
—Está bien, marca si necesitas algo—dice Guardado antes de colgar.
Messi camina hacia la cocina y deja su teléfono encima de la isla de la cocina, frente a Guillermo para suspirar con pesadez, el menor no se atreve a mirarlo por el enojo de no haber comido y tener que soportar al argentino de ese humor.
—Tenés hambre ¿no?—murmura Cuccittini.
—No tendría si alguien me hubiese dado de comer como debía ayer...—responde Paco mal humorado.
—No juegues con mi paciencia pibe—dice el argentino fastidiado.
—No lo haría si no tuviera hambre desde ayer—contraataca una vez más Paco.
Lionel lo mira con enojo, no puede argumentar nada en contra de eso porque sabe que es cierto, pero no puede evitar preguntarse si su novio era tan grosero de joven como ahora. "Es un pibe, al fin y al cabo está bajo mi cuidado" piensa buscando consuelo en eso.
—Bien, preparo el desayuno—murmura entre dientes.
Memo hace un ruidito en señal de que lo escuchó, están en silencio, solo se escucha el ruido de los trastes chocar y del fuego de la estufa, el mexicano agradece esa paz porque necesita aclarar su mente "Muchas dudas que no me dejan en paz" piensa soltando un suspiro. Supo que estaba en Italia, con un tipo al que conoce en un futuro y que ahora voló a Francia.
Tal vez aprendería a hablar francés una vez que regrese.
Es sacado bruscamente de sus pensamientos por recibir un plato de comida enfrente suyo junto con un vaso de ese mismo líquido raro de la otra vez, alza su vista para ver cómo Lionel se sienta frente a él para comer sin intenciones de mediar palabra alguna con él.
—Provecho...—susurra audible Ochoa aún molesto.
Pero Lionel no le contesta y eso hace que su humor empeore.
Terminan de desayunar de modo incómodo para luego Ochoa levantarse a lavar sus platos, no quiere verse como un aprovechado, una vez termina se va de ahí porque simplemente no quiere aguantar a un "viejo" amargado que parece no ser muy amigo suyo en el futuro.
Lionel solo piensa que es un mocoso grosero al no agradecer la comida.
Termina sus alimentos y revisa su teléfono para ver las noticias con respecto a la ausencia de su pareja en el partido que tenía hoy, en efecto, los italianos se dieron cuenta de esto y mostraron su indignación al equipo y al portero Sepe, al parecer querían de regreso a Ochoa. Suelta una sonrisa al ver como si es apreciado su pareja finalmente pero no puede evitar sentirse un poco mal por el otro portero.
Todos querían a Ochoa.
Por eso mismo, Messi resiente la ausencia de su pareja, le gustaría que viera como los italianos aclaman por su regreso al equipo de Salernitana, quiere pensar que Guardado ya vio esa misma noticia y está feliz de ver aquello. Pero un pensamiento amargo llega a él, Canelo tal vez vio la misma noticia igual y no sé molestaría en felicitar a Memo, al contrario, solo diría que es algo sin mucha importancia y le hablaría de sus trofeos.
"Pelotudo" solo puede pensar en esa palabra por el coraje que le trae a Saúl al menospreciar a su novio.
Cómo si no estuviera haciendo lo mismo con la versión joven de Memo.
Pasan así la tarde, evitando al otro, Messi revisa el refrigerador para comprobar que necesita comprar la despensa de la semana, no lo había hecho porque se suponía que debía estar en Salerno con Guillermo, pero está ahora nuevamente en Francia y con un Guillermo joven.
Todo por una discusión estúpida, estúpida porque él fue quien comenzó.
—¡Oye Guille!—grita en medio del pasillo.
No escucha respuesta pero quiere creer que este lo escucha.
—¡Voy a hacer las compras! ¡Vuelvo en un rato!—avisa en un grito.
Toma sus llaves y sale de la casa, no sin antes cubrir bien su rostro.
Guillermo sale de su escondite, andaba en el patio de afuera tomando un poco de aire fresco de Francia, un cielo algo nublado; ha escuchado a Messi pero no tenía mucho interés en contestar. En compañía del perro de Messi, entra a la casa para comenzar a explorarla en ausencia misma del propietario. Se había amigado con la mascota del delantero porque extrañamente este lo reconoció y estaba muy juguetón, cosa que lo alegró.
Habían muchas habitaciones, la cocina era demasiada grande junto con el comedor y la sala, habían varias plantas alrededor de la casa en macetas negras, combinando perfectamente con las paredes blancas y el piso de madera clara. Siendo solo el primer piso.
Con curiosidad se aventura al segundo piso de la casa, ahí empieza a ver varias cuadros colgados alrededor del extenso pasillo de las puertas de las habitaciones. Había una foto familiar de Messi pero con el detalle de que también estaba él, cosa que lo extrañó ya que se supone que es familiar; en otra había una foto de el equipo de Argentina, varias del perro de este llamado Hulk, así hasta encontrar una de su familia ya grandes todos.
Rozando con sus dedos el cuadro, admira el paso de los años de su familia, su hermana ya era toda una mujer fuerte, a sus papás se le veían ya las canas y las arrugas en sus rostros, cosa que lo hace sonreír con tristeza, pero su atención se dirige a qué a su lado están Messi y él. Tomados de las manos.
Siente un ligero rubor en sus mejillas, así que se aleja del cuadro, no había visto todas al llegar porque del coraje se encerró. Sabía cual era el cuarto de Messi, la última puerta al final del pasillo, con un trote ligero se dirige a esta, Hulk le sigue el paso muy contento de simplemente pasar tiempo con él. Pensar que le dió miedo en un inicio.
Con nervios abre la puerta y entra al cuarto, las paredes estaban pintadas en un tono azul cielo muy leve, la cama estaba arreglada, las cortinas blancas corridas a los lados, el ropero cerrado así como la puerta del baño.
Se acerca a la cama y ve que en la encimera de un cajón se encuentra la misma foto que había visto en Italia, mira por todos lados para tomar el cuadro con sumo cuidado, mira con detenimiento la foto y lo inusual de la cercanía.
—¿Tu sabes cómo conozco a ese wey?—pregunta con inocencia al perro.
Este solo le ladra en respuesta.
—Brotan mil preguntas con respecto a nosotros dos—murmura con seriedad.
Deja la foto en su lugar y sale enseguida del cuarto, no quería que Messi descubriera que se metió a su cuarto a husmear, baja nuevamente a la planta baja sin saber exactamente qué hacer, odiaba que lo dejarán así sin darle respuestas y en un lugar que apenas conoce.
Con un puchero se sienta en los primeros escalones de las escaleras mientras acaricia a Hulk, quien gustoso recibe las caricias del portero. Así vuela el tiempo hasta que escucha el tintineo de las llaves, Hulk se levanta de una sola para ir corriendo a la puerta principal moviendo su cola inquieto, dando aviso de que el argentino ha regresado a casa.
Mira en silencio como este abre la puerta y es atacado por su perro.
—¡Eh! ¡Hulk! ¡Pará! ¡Quieto amigo!—exclama el delantero.
Sujeta las compras con más fuerza para evitar que caigan en el suelo ante el brutal amor de su mascota, está dispuesto a regañarlo pero algo lo interrumpe.
—¡Hulk!—exclama el mexicano.
La mascota se detiene y se regresa con este, dejando a Messi perplejo. Luego se da una palmada mental al recordar que Hulk le tiene un aprecio a su pareja y suele hacerle más caso a este que a él, naturalmente le haría más caso a Memo.
—Gracias—murmura entrando a la casa.
Guillermo lo ignora y sube las escaleras en compañía de Hulk.
—Hulk traicionero...—rezonga el argentino con rencor.
Deja las compras y comienza a acomodar cada cosa en las alacenas y en el refrigerador, al terminar mira a su alrededor para ver qué Memo ha bajado nuevamente pero se ha sentado en la sala para mirar la televisión de pantalla plana que tiene.
Sus ojitos le brillan ante la innovación.
Prende la televisión y comienza a pasar los canales para ver si encuentra uno de su interés, Hulk está acostado entre sus piernas, Messi mira todo esto en silencio y empieza a sentirse culpable por su actitud, pero no ayuda la actitud del otro, por lo que el remordimiento le dura poco y se regresa para la cocina para hacer el almuerzo.
Guillermo se aburrió del encierro y quiere saber que tanto ha pasado en el mundo, su curiosidad lo lleva a la televisión para ver qué tantos canales y cuántas películas han hecho, que nuevas celebridades han salido, pero su impedimento sale. Todo está en francés y no está entendiendo nada.
Solo mira todo de modo muy superficial porque la barrera del idioma le impide disfrutar de los canales por completo, hasta que el olor de la comida atrae a su nariz y tal parece que no es el único ya que Hulk se ha levantado del suelo para mirar en dirección a la cocina. No quiere rogar comida.
No quiere rogarle a ese wey.
Se queda un rato más pasando los canales, ignorando el rugir de su estómago, sin darse cuenta que Lionel se asoma por la sala con un rostro serio.
—Oye, vení, el almuerzo está listo—llama Lionel.
Guillermo solo lo mira de reojo y voltea nuevamente a la televisión para apagarla, se levanta y pasa a un lado de él sin mirarlo, Hulk pasa detrás de este y lo ve con la lengua de afuera.
—Mínimo vos me mirás—dice para caminar hacia el comedor.
Comiendo en silencio una vez más, Messi se siente ofendido de ver cómo Guillermo una vez más no le agradece por la comida, no le dirige ni la mirada ni la palabra, siendo un infantil y grosero con él.
Se guarda su coraje y respira profundo, no sabe si están mejor o no, pero no quiere hablar del tema.
Messi decide encerrarse en su cuarto para hacer una llamada con Kun, necesitaba entretenerse con alguien y buscar consejo con el sabio de su amigo, sale al pequeño balcón que tiene con teléfono en mano para hablar con más serenidad.
Por su parte, Ochoa está jugando en el patio con Hulk con tal de distraer su mente del odioso Lionel, su mascota era mejor y mucho más divertido, o eso cree su orgullo porque no quiere hablarle al argentino por lo grosero que ha sido.
Se regresa a su cuarto a darse una ducha porque ya está a punto de anochecer y se aproximaba la hora de la cena, otro momento más incómodo donde ni masticar puede porque tiene miedo que le dé indigestión al comer así.
Con sus rizos ya secos y con ropa ya limpia, baja al comedor al alcanzar a escuchar anteriormente ruido en la cocina que le indicó que Lionel estaba cocinando, al estar ya en el comedor se sentó y comenzó a degustar la comida, voltea a ver a la puerta donde está Hulk sentado esperando como buen chico a qué terminen de comer sus dueños, Guillermo decide mirar de reojo al otro lado pero se topa con la expresión fría de Lionel que lo deja quieto al no saber la causa de esto.
Lionel ya estaba más que enojado, otra vez ignorandolo.
—¿Vos sos grosero con todo mundo?—pregunta con enojo el argentino.
—¿Qué?—contesta Memo confundido ante la hostilidad que recibe.
—¡Ahora te haces el sordo! ¡De puta madre!—sigue quejándose Lionel.
—A ver, ¿qué pedo traes conmigo?—cuestiona Guillermo con enojo.
"Mi Guille no me contestaría así" piensa de inmediato Lionel, en el momento eso lo hace enojarse.
—¡Sos un pelotudo, un grosero!—grita resaltando la palabra pelotudo.
—¡Habla bien cabrón que no te entiendo!—grita ya enojado el menor.
Ante los gritos, el can del argentino se altera y comienza a ladrar fuerte.
—¡Que sos un hijo de puta mal parido!—grita en furia.
"Ya mamaste güerito" piensa con la mandíbula tensa.
—¡Con mi mamá no pendejo! Si tanto quieres pelear, ¡te diré que el único grosero aquí eres tú!—reclama señalando de forma acusadora.
—¿Yo grosero? ¡Te recuerdo que no me has agradecido nada!—rezonga Messi dando un golpe en la mesa—¡Silencio Hulk! ¡La puta madre!—regaña al perro que se intimida.
—¡No le grites! ¿Y que es eso de que no te agradecí? ¡De las veces que intenté hablarte me ignorabas y ni me quieres realmente contigo!—se defiende levantándose de su asiento.
—¿Ignorarte?—pregunta Messi confundido.
—Quiero que me mires y me digas la verdad, hace cuánto tiempo ya que lo hacemos todo igual—exige ya harto el mexicano.
Messi empieza a recapacitar sobre sus acciones, era cierto que no se había molestado en hablarle a Guillermo o de explicarle lo fundamental de la situación, nada. Quiere hablar pero no puede por la culpa, esos ojitos desesperados que lo ven lo mortifican.
Su Guillermo estaba ahí, siendo herido una vez más por él.
—Para eso hubiera sido mejor que me dejaras en Italia—habla el arquero con un gesto de dolor.
Messi sigue sin saber que decir, el ver cómo Ochoa se está yendo del comedor pone en alerta sus sentidos. Se siente en los pies de Ochoa cuando estaban discutiendo y se siente aún peor.
Corre hacia él para tomarle la muñeca y verle en suplica.
—Conozco lo mal, conozco lo vil, conozco lo horrible que te hice sentir. Me apena esté saliendo al revés pero sin embargo quédate, por favor...—dice en un lamento, sintiendo el inicio de las lágrimas.
Guillermo tensa la mandíbula y sus manos las aprieta en puños, no sabe cómo sentirse ante la debilidad del mayor, lo confunde y lo frustra, primero es mamón con él y ahora quiere que le hable. Está a punto de rezongar pero es interrumpido.
—Podrías decir con toda razón que fue demasiado el tiempo que yo... tarde para hablarte que te traicione, que hable sin pensar, que eras vulnerable tal vez por demás...—habla con temblores en su mano—Imbécil de mi que no percibí que estaba metido adentro de ti—susurra con remordimiento.
Algo que no logra escuchar el mexicano, pero Lionel odiaba sentir aún cariño por Ochoa y que se estaba desquitando con su versión joven de manera inconsciente. Los recuerdos de su discusión llegan a su mente como el horrible recordatorio de lo hijo de puta que fue con Ochoa, por lo que se cega ante la situación y piensa que la persona frente a él se trata de su Guillermo.
Por lo tanto, el menor busca safarse del agarre en su muñeca aprovechando que se estaba debilitando, pero no esperaba que el delantero se hincara ante el sin atreverse a darle la mirada.
-—Te juro por Dios que nunca busqué haber provocado el mal que te causé. Ahora cambié, ahora ya sé y todo...—suplica un perdón que no le corresponde al menor dar, sin atreverse a decir lo último.
"Terminó..." piensa con la sangre helada, nunca dijeron de terminar, en teoría aún siguen juntos pero el pensar que tal vez Guillermo piense en terminar su relación por lo que pasó le está haciendo recapacitar.
—¡Suéltame! ¡Déjame en paz! ¡Solo me confundes y no me dices nada más que mamadas!—grita el menor al safar su mano.
Duda un minuto de huir, pero al final lo hace y corre a las escaleras directamente hacia su cuarto, siendo seguido por el can que se metió con él. Lionel alcanza a escuchar el portazo desde el segundo piso, aún tirado en el suelo comienza a dejar fluir las lágrimas por todo el cúmulo de emociones en él.
"Guille... por favor... vuelve amor..." se repite constantemente mientras da pequeños golpes al piso.
Una cena tranquila.
Anotaciones:
✅ Messi tiene como mascota a un perro que se llama Hulk.
✅ Al estar fichado en el PSG, Messi tiene una residencia en Francia.
Este capítulo tiene 3000 palabras, disfruten de lo extenso que es porque dudo mucho hacer otro capítulo de este largo jajajaja
La semana que viene estaré DEMASIADO ocupada en proyectos, exámenes y en un concurso en el que voy a participar. Pero no se quedarán sin su capítulo de los sábados, don't worry.
—Newi