❛ ENIGMA。

By THERINGHO

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Le vio llegar desde el acogedor balcón de sus aposentos, cuando las flores que decoraban la baranda se apreci... More

INTRO : CROWN.
Capítulo Uno
Capítulo Tres.
Capítulo Cuatro.
Capítulo Cinco.
Capítulo Seis.
Capítulo Siete.

Capítulo Dos

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By THERINGHO

Seonghwa llevaba mucho tiempo delante del espejo, mirando su propio reflejo mientras pensaba en cualquier cosa y al mismo tiempo, en nada. Por un lado tenía la mente en blanco, y por otro había un sentimiento latente que le carcomía, incluso cuando se quedó dormido siguió con aquellos detalles en mente lo cual causó que soñase incluso con ello. Se miraba en el espejo, cuestionándose con sus ojos marrones, mientras se arreglaba el cabello una y mil veces actuando por impulso, sin entenderse a sí mismo por lo que le recorría.

Tenía impregnado en la memoria los acontecimientos y eso le comenzaba a exasperar un poco… ¿Un poco? Para Seonghwa ya resultaba insoportable su propia cabeza, porque a pesar de querer reprimir esas ideas absurdas, en un rincón de sí mismo había algo que continuaba con el mismo cuento. Era como si a cada segundo, la ilustración se repitiese sin descanso, que al dormir recrease el instante en que le vio llegar en su lujoso carruaje, con sus negros y misteriosos corceles que relinchaban a la lejanía, viviendo como en el primer momento su figura bajándose de su transporte, con el cabello rubio impecable y los ojos azules como zafiros que se fijaron en su presencia de esa manera poco usual… Seonghwa lo tenía intacto, como Jeong Yunho se apareció en su palacio ganándose el corazón de todos con su porte elegante y su rostro bien parecido, con sus pecas y la piel pálida que le hacían parecer amable… A pesar de que quería tacharlo, no se veía capaz, no tenía el valor.

Pero había algo que rodeaba a Jeong Yunho, y ese algo era el causante del desconcierto del príncipe, el cual le generaba ceños fruncidos, tal como si de un dolor de cabeza se tratase. No le conocía en lo más mínimo, pero Seonghwa sentía algo… Había una cosa en el rubio que le inquietaba, le dejaba impaciente y creaba un escozor en la boca de su estómago, que lo apretaba, le asfixiaba incluso si el único contacto que habían tenido fue el de las grandes y finas manos del rubio estrechándose con las suyas… Además del empalme visual que tuvieron en distintas ocasiones mientras le guiaba hasta sus aposentos.

Creía que su mente estaba sucumbiendo ante la demencia, debido a que no era normal que estuviese obsesionándose por su causa, por su llegada y presencia que le intimidaba. Seonghwa nunca experimentó algo así por alguien… Ni siquiera por las preciosas princesas que su padre le presentaba en distintas ocasiones a lo largo de sus diecinueve años de vida… No existía un pensamiento constante sobre ninguna que denotara fastidio, enojo… Mucho menos inquietud. En su cuerpo no habitaba ni siquiera algo que le generase incomodidad cuando convivía con ellas o incluso con cualquier otro individuo desconocido para él. No se consideraba un experto en lo social, sus hermanos en cambio, sí heredaron esa cualidad, Seonghwa al contrario, se sentía a veces como la oveja negra de la familia, calmado, sonriendo obedientemente y hablando cuando se dirigían a él o cuando le indicaban que podía hacerlo.

Seonghwa a pesar de todo tenía una vida tranquila, no tenía duras obligaciones que seguir como su hermano, él simplemente debía mantenerse en calma para no recibir miradas filosas de su padre, como aquella que le brindó cuando le dijo a Yunho que sería él quien le guiaría, tajante y estremecedora. Seonghwa no tenía problema en mantenerse callado, en obedecer y en calmarse… Después de todo, su personalidad era de ese modo, pero por alguna razón, no podía mantenerse calmado cuando se trataba de cierto rubio el cual no podía arrancarse del pensamiento de una vez por todas.

Se sentía como una traición para sí mismo el no sacarse de la cabeza el instante en que Jeong Yunho le miró con seriedad… Luego con otra de esas sonrisas ladeadas que le generaban angustia y creaban un hueco en su pecho que le incomodaba. Y es que Jeong Yunho no tenía la culpa de su insolencia, Seonghwa realmente estaba considerándose como un exagerado porque tal vez el nuevo Consejero Real era un buen hombre, pero la mala espina seguía ahí… Latente.

Seonghwa frunció de nuevo el ceño y chasqueo la lengua disgustado, por supuesto que estaba desvariando, pero si no dejaba de pensarlo, terminaría por soñar nuevamente con él arribando a su palacio cuando cayera la noche.

Negó con su cabeza y con eso, peinó de nueva cuenta su cabello con los dedos, observándose, juzgándose con la mirada como si no fuese él mismo quien habitaba en su cuerpo, sino una persona trastornada por un par de ojos azules como zafiros y una sonrisa esquinada. Seonghwa dejó caer sus brazos a cada lado de su cuerpo y miró los destellos de su corona con aflicción, también la suave camisa ligera que optó para mantenerse fresco y menos agobiado, de no ser así se sofocaría, sabiendo las razones por las cuales debería salir, nuevamente, de su habitación en contra de su voluntad.

Decidió que lo mejor sería adelantarse para no ser el último en llegar a la cena, recibir las miradas de su familia le caería como un balde de agua helada sobre la cabeza y lo que menos quería era llamar la atención de alguien en especial, que aunque no quisiera nombrar en sus pensamientos directamente, causaba estragos incluso con la discreción de su recuerdo. Seonghwa se dio media vuelta y avanzó hasta las puertas, abriéndolas y cerrándolas tras de sí, tomando una larga bocanada de aire cuando una brisa fresca de rozó la cara al presentarse en el pasillo.

Fue como si la coincidencia le abofeteara, porque al dar un paso para dirigirse al comedor, un chasquido le hizo voltear hacia la derecha, vislumbrando una cabellera rubia apareciendo, una camisa ligera de color negro corrompiendo la pulcritud y la tranquilidad del blanco de las paredes con sus detalles azul real. Seonghwa se paralizó cuando le vio avanzar dos pasos, hasta que la mirada se alzó y los zafiros brillantes le escrutaron, el príncipe parpadeó y se sintió dramático al presenciar como una sonrisa amable aparecía en el rostro pecoso, porque sus dedos temblaron y consideró retroceder cuando Yunho caminó con elegancia y naturalidad hacia él, deseó escapar de allí, encerrándose en su habitación pero sin hacer escándalo alguno, para no tener que presenciar aquellos ojos, tener cerca a ese individuo que le creaba una expectativa dudosa.

No hizo nada, en su mente se manifestó su escapada triunfal y confusa, pero físicamente se mantuvo parado en ese mismo lugar, con desconcierto en su mirada cuando Jeong Yunho se plantó a su lado y le habló como si él no fuese su principal problema en ese instante… Seonghwa se golpeó en su imaginación, Yunho ni siquiera sabía lo que le acomplejaba tanto, porque incluso era inocente de todas sus acusaciones. Pero Seonghwa estaba seguro de que algo extraño habitaba en ese hombre, que algo no iba bien porque su aura lo gritaba, ese misterio… Ese modo tan demandante con el que le miraba, como si quisiera algo de él, nuevamente el príncipe se planteó que Jeong quería comunicarle alguna cosa que no tenía nada que ver con el palacio, ni con nada de eso, porque en sus ojos azules notaba un brillo que le atemorizaba.

¿Y si hablaba sobre eso con Sua…? Quizás su hermana le diría que se había vuelto loco por pensar de esa manera del nuevo Consejero, que no era propio de él juzgar a un libro por su portada… Sua seguramente reiteraría esa frase, pues en la portada de Jeong Yunho no había nada que juzgar, porque era impecable y oscura tanto como su vestimenta, pero… ¿Qué había del contenido de ese libro, entonces? ¿Acaso almacenaba algo bueno y digno de admirar al indagar entre sus páginas? Podría contraatacar con esas incógnitas, pero su hermana simplemente sonreiría, le diría que no le diera vueltas a sus cuestionamientos e intentase convivir con Yunho, conocerlo…

Seonghwa dejó escapar un deplorable sonido que dejaba en evidencia su desconcierto y saltó en su lugar extrañado cuando una mano se paseó frente a sus ojos almendrados, sacándole de sus pensamientos. No habían anillos decorando los largos dedos de aquella mano, enfocó la vista en el rostro alegre de Yunho y se lamió los labios en signo de nerviosismo cuando le vio sonreír, ¿Acaso no podía borrar esa expresión de su rostro por un segundo? Seonghwa se ahorró las ganas que tenía de bufar y alejarse de él, no quería ser grosero… No podía, porque corría el riesgo de ser acusado y reprendido.

—¿Se encuentra bien, príncipe?— Habló cortés, observándole como si quisiera detallar cada una de sus facciones al estar quieto. Seonghwa tragó saliva y se llevó las manos a la espalda, para esconder el temblor de sus dedos, jugó con estos incluso, para apaciguar su pesar.

—Me encuentro perfectamente. ¿Y usted? ¿Descansó bien, Jeong?— Se obligó a no flaquear, a no trabar sus palabras que tiñó de un tono amable y pacífico. Muy diferente a como había actuado antes, porque asi debía ser. Yunho soltó una risa baja, tan baja que le desconcertó, sonó como un pequeño gruñido que de no ser por la sonrisa amplia, hubiese pensado que su oración no fue del todo correcta. Los ojos brillaron al observarle y Seonghwa se sintió pequeño bajo su presencia.

—Muy bien, aunque al acabar la cena seguramente voy a caer rendido nuevamente, el viaje fue algo largo si me permite decir.— Seonghwa le escuchó atento y asintió, convencido con sus palabras. Yunho metió las manos en los bolsillos de su pantalón y como si nada, le siguió escudriñando.

—Quería adelantarme para llegar a tiempo, explorar un poco el castillo, con suerte podría encontrar el comedor…— Mencionó, llevando su mirada hasta los candelabros, esos segundos le sirvieron a Seonghwa para respirar, buscando algo de serenidad, pues la mirada de Yunho le quemaba y le hacía sentir asfixiado. Mientras decía sus palabras con lentitud, el príncipe no pudo evitar morderse el interior de los labios al notar el broche con el símbolo de su familia en la camisa formal, le molestó que combinara con sus orbes, los cuales, cayeron en él en picada. —¿Usted también se dirigía al comedor, príncipe?— Preguntó, haciéndole alzar las cejas en signo de que estaba prestándole su total atención. Seonghwa se sentía tan extraño… Invadido.

—De hecho…— Susurró. Yunho asintió con lucidez y nuevamente, fijó su mirada en otro lugar, luego en él, y así sucesivamente. Seonghwa frunció el ceño y ladeó la cabeza sin comprender a qué se debía ese patrón de ojeadas que le brindaba el rubio. —¿Quiere que le guíe, Jeong?— Sonrió, pero no supo de donde salió ese gesto, pues estaba tan nervioso que su voz sonó baja y algo distante, el zafiro chocó con su oscuro marrón y un estremecimiento le recorrió cuando Yunho soltó una risa a toda voz, enrojeciéndose.

—Qué vergüenza me produce, lamento si le causo algún inconveniente en pedirle que por favor me guíe, príncipe. ¡Este castillo es inmenso, me perderé al cruzar por esa puerta!— Exclamó entusiasta, pero Seonghwa pudo darse cuenta de la creciente inestabilidad en Jeong. Lo cual, logró que esa sonrisa en su cara se hiciera un tanto más notable, resultó curioso para Seonghwa ver aquella pálida piel coloreándose de un suave carmín en cuestión de segundos.

—Si tanto insiste…— Yunho hizo una pequeña reverencia a modo de disculpa y a su vez de agradecimiento, Seonghwa avanzó y Yunho le siguió al instante, poniéndose a la par.

Seonghwa empujó las puertas que les llevarían a un corredor que Yunho vislumbró como interminable, tardaría días en adaptarse a ese gran lugar, en su antiguo hogar todo quedaba al alcance, no existían tantas puertas decoradas ni candelabros exquisitos, mucho menos pasillos y corredores imponentes. Pero de todos modos estaba feliz de estar ahí, no todos los días se presentaba esa oportunidad, mucho menos el privilegio de ser del agrado del mismísimo Rey… Para Yunho era un giro en su vida muy grato, no podía evitar desbordar felicidad… Aunque el príncipe sacaba un lado de él que prefería guardar bajo llave, era simplemente, inconcebible.

Seonghwa sintió extraño el repentino silencio, miró por el rabillo del ojo a Yunho, quien no dejaba de indagar entre los cuadros desplegados por el corredor y las piezas decorativas que a su madre le encantaban. Fue tanta la bruma por la ausencia de la voz zumbando en sus oídos, que se aclaró la garganta y juntó las manos frente a él, en un gesto interesado, Yunho lo notó y Seonghwa casi se atragantó al ser observado con esos ojos que le engullían.

—Príncipe, me gustaría saber un poco mas de usted.— Seonghwa se extrañó al escuchar aquella frase, dicha con todo el interés que una persona podía expresar, pero a su vez pensó que la manera que tuvo Yunho de hablar le hizo pensar que solamente quería sacar conversación… Indagar con respeto. Lo peor era que no tenía ninguna cosa interesante que exponerle al rubio, quizás a su punto de vista pensaría que tenía una experiencia de vida fascinante, en su opinión era bastante soso. —Si me lo permite, claro.— Yunho se encogió de hombros y sonrió, Seonghwa apretó sus labios entre sí y jugó con el único anillo que acostumbraba a ponerse en su anular derecho.

—No tengo mucho que contar… No sé cómo empezar.— Yunho alzó una ceja y rió bajo, haciéndole fruncir el ceño.

—¿Eso es lo que responde cuando alguna princesa está interesada en usted?— Seonghwa parpadeó perplejo y se sintió enrojecer. ¿Cómo era capaz…? Yunho le mantuvo la mirada hasta que se dio cuenta de que los ojos del príncipe le observaron filosos.
 
—Yo soy el de las preguntas cuando de princesas se trata.— Respondió tajante, dejando de lado la amabilidad que tuvo al dirigirse a él. Pero Yunho parecía no inmutarse con nada… Incluso cuando claramente Seonghwa había soltado una mentira piadosa, pues las princesas que conocía no le preguntaban nada de eso, Seonghwa bailaba con ellas sin intercambiar palabra y luego veía como ellas reprochaban con la mirada por su silencio… No sentía nada, no tenía nada que compartir. —Usted tal vez tiene asuntos más interesantes, hábleme, señor. ¿Qué edad tiene?— Sonrió, aunque se sintió un tanto malicioso. Yunho le contempló por unos segundos, los cuales se sintieron eternos.

—Tengo veinticuatro, su alteza.— Contestó amable, pero sin quitarle la mirada inquisidora de encima. Seonghwa asintió y miró al frente, erguido, seguro… Aunque por dentro estuviese deshaciéndose en temblores, Jeong Yunho le estaba agobiando y no estaba haciendo nada más que caminar pacíficamente a su lado y hablar con esa voz suya que era suave y amable. —Me resultará cómico que me siga llamando señor al saber mi edad, no estoy tan avanzado como usted creía, ¿Cierto?— Seonghwa soltó una risa, pero ni una pizca de gracia tenía su gesto. Se volvió para observarlo y se encontró con un rostro sonriente.

¿No podía dejar de sonreír? ¿No le dolía el rostro? Seonghwa se estaba exasperando.

—Tanta formalidad hace que se me escape, ¿Le he ofendido?— Yunho examinó al príncipe y notó que sus ojos brillaban por sí solos, incluso cuando en su tono de voz se podía hacer de cuenta que había algo que le disgustaba… Algo de arrepentimiento por las palabras anteriores. Negó con la cabeza ante la pregunta efectuada y sonrió, otra vez, porque había algo en Seonghwa que le activaba ese odioso lado risueño suyo, quizás porque la corona sobre su cabeza le hacía parecer pequeño, esos diamantes que resplandecían no llegaban a sobrepasar el brillo que esos ojos oscuros tenían.

—Nada de eso, príncipe.— Barrió el perfil impecable de aquel rostro, desde las cejas delgadas hasta los pomposos labios rojizos que se apretaban entre sí constantemente. Park Seonghwa era un príncipe de facciones que iban desde lo delicado hasta lo varonil en menos de lo que duraba un parpadeo, eso dejaba en asombro a Yunho. —Creo que le convendría saber que hace tres días cumplí los veinticuatro.

—¿Hace tres días?— Seonghwa se asombró, Yunho asintió restándole importancia, era solamente un detalle de él que no valía mucho la pena contar, pero lo hizo y ver al príncipe sonreír con autenticidad le hizo sentir cálido. —Felicidades.— Yunho se inclinó un poco como signo de gratitud. Seonghwa no se esperaba una confesión de ese estilo, de repente se sintió apenado en exceso por haberle llamado de un modo erróneo, al darse cuenta que era tan joven.

—Ahora sabe algo de mí, lo justo es que sepa algo sobre usted. ¿Le gusta salir a cabalgar?— Su pregunta fue directa. Seonghwa pensó que Yunho era precipitado, pero no le molestó ya que su incógnita le sirvió para no martirizarse, al pensar en algo lógico para mencionar.

Aunque estuviesen conversando así… Esa mala espina que tenía clavada en el pecho le presionaba y en la boca de su estómago todavía existía el cosquilleo insoportable. Jeong Yunho y sus palabras le llevarían directo a la demencia.

—Lo adoro, aunque últimamente me he quedado encerrado en mi habitación, leyendo libros o simplemente mirando el jardín… Por esa razón le presté tanta atención a su llegada, Jeong.— Su rostro no había dejado de sentirse ardiente, pero al decir aquello la sensación se intensificó; cuando Yunho alzó una ceja en su dirección eso le hizo tomar una larga bocanada de aire, para poner sus pies sobre la tierra y el pensamiento un poco claro. Se lamió los labios para seguir con su relato. —Suelo cabalgar junto a mis hermanos, pero en estas épocas todo se ha vuelto… Distinto, están siguiendo responsabilidades y yo… Uhm, no me gusta hacerlo solo.— Inconscientemente abultó su labio inferior, pero se dio cuenta cuando Yunho rió bajo, tanto que el sonido fue algo ronco. Seonghwa no podía mas con su presencia, se sentía invadido en extremo aunque el mayor no estuviese haciéndole absolutamente nada.

Otra vez, respiró, pero entrecortadamente, sin saber muy bien porque Yunho le ponía tan nervioso… Era esa energía misteriosa atacándolo de nuevo, estaba seguro de que en Jeong Yunho habitaba algo que le estaba dominando.

Entrecerró los ojos al observarle, Yunho seguía con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón oscuro, caminando con total libertad y elegancia, la vista al frente que dejaba en evidencia la gran capacidad que poseía para avanzar sin titubeos… Tan seguro… Esa seguridad era la que hacía a Seonghwa flaquear, repentinamente sintió que había dicho demasiado en menos de lo estimado, y por eso enrojeció mas de ser posible, porque nadie más que sí mismo sabia la falta que le hacían esos paseos a caballo con sus hermanos… Ahora Yunho estaba informado, ni siquiera Sua lo sabía… Miró al suelo y tragó saliva pesadamente, jugando con sus dedos.

—Es algo dulce lo que acaba de decir, príncipe.— Lo que se temía, que Jeong Yunho pensara que él era dulce… Seonghwa se mordió los labios y le observó como si en su frente hubiese brotado un tercer ojo, espeluznante. El rubio se dio cuenta de su manera de observarlo y se rió, el príncipe no supo como sentirse. —No me lo tome a mal, realmente es admirable que le guste cabalgar en compañía de sus hermanos… Si alguno de estos días tiene deseos de hacerlo, dígamelo y lo acompañaré.— El menor pestañeó lento, analizando sus palabras, no podía dejar de hacer gestos con su boca y por alguna razón eso le hizo temblar, porque estaba dejando en evidencia sus nervios y la poca estabilidad que le quedaba a su quietud.

—¿También le gusta cabalgar acompañado?— Cuestionó algo esperanzado, adelantándose un paso para poder caminar de espaldas al camino, poniéndole todo su esfuerzo por mantener un par de centímetros fuera de su alcance, aunque fue un error, porque mirarle de frente y a esa distancia tan pobre le hizo sentirse acorralado… Aunque Yunho simplemente le estuviese mirando, caminando con lentitud y luciendo amable con su sonrisa de labios finos y sus pecas. Le molestó, no supo la razón, pero algo parecido al enojo se le estancó en la garganta cuando le vio negar con ese mismo gesto, pero su respuesta hablada fue la que le hizo fruncir el ceño con un desconcierto que se podía llegar a palpar.

—Me gusta hacerlo en soledad, me ayuda a pensar y despejarme cuando tengo días difíciles o algo confusos… Pero si usted me permite hacerle compañía, con gusto lo haré, así puede estar tranquilo y yo podría saber lo que se siente hablar con alguien mientras.— Seonghwa no supo porqué su voz le resultó melancólica en cierto punto, pero no se dejó enredar la mente con aquellas palabras. Retomó su caminata como una persona decente, manteniéndose erguido, el mentón en alto mientras digería la información y la propuesta proporcionada.

—Lo tendré en cuenta, gracias.— Asintió con la cabeza y por la suave risa que Yunho soltó, pensó que su voz no sonó tan tosca como se lo imaginó. —¿Ha memorizado el camino?— Y sabía que su pregunta era algo ilógica, pues Yunho se la había pasado mirándole la mayor parte del trayecto, pero ver por el rabillo del ojo como agachaba la cabeza y se enrojecía, le hizo sonreír para sus adentros.

No tenía la intención de ser un mal anfitrión, pero por alguna razón le provocaba algo de satisfacción hacerle avergonzar, pues era una manera de desquitarse por todas esas sensaciones que le provocaba, incluso por aquellas que no comprendía.

—Creo que tardaré un poco en adaptarme.— Seonghwa sonrió leve, notando como Yunho se encogía de hombros solamente un poco, pero al segundo se recompuso y le observó con total calma. —Por suerte usted es un buen guía, príncipe.

—¿Insinúa que le acompañaré a cada rincón del palacio si me lo pide, Jeong?— Dijo el menor, tratando de aguantar una sonrisa irónica mientras hablaba. Le volteó a mirar sabiendo con precisión que Yunho lo estaba haciendo también, detalló cada peca, aunque fue por instinto y se odió por eso, incluso se perdió en el azul de sus ojos, con el paso de ambos ralentizándose tortuosamente… ¿No acabarían nunca la caminata? ¿Por qué de repente el trayecto se volvía interminable cuando estaba a su lado? Yunho emanaba unas vibras que le estaban dejando anonadado… Completamente extrañado.

—No exactamente, pero podría considerarlo ya que me ha dado la idea.— Seonghwa frunció el ceño y se dio cuenta de que Yunho se lamió los labios entre el silencio que crearon por ese momento luego de decir aquello, con la voz sonando rasposa de repente. Eso le hizo tragar saliva, deseando que acabara su martirio de una vez por todas.

—Ya casi llegamos, Jeong…— Inclinó un poco la cabeza en gesto amable, usando un tono de voz distante, dejando que su desconcierto se hiciera notar. La tensión en sus hombros creció cuando Yunho sonrió ladeado nuevamente, siendo increíble para Seonghwa la manera que tenía de verse intimidante incluso con algo tan simple como eso… Quizás ya estaba enloqueciendo, los nervios le vencieron y por eso apartó la vista y se mantuvo serio, tan serio que incluso su silencio repentino fue frío.

Seonghwa adelantó un poco el paso al subir las escaleras, Yunho le siguió obedientemente, sin hacer preguntas o tan siquiera comentar algo acerca de un cuadro en donde aparecía él junto a sus hermanos, el nuevo Consejero Real sentía muy en el fondo de su ser que Seonghwa no estaba contento con su presencia y eso… Le puso ansioso, porque estaba haciendo lo posible por agradarle, quizás no era muy sociable, tal vez la excesiva confianza que la Familia Real tenía con su persona había logrado resquebrajar algo dentro del príncipe, no podía culparlo… Entendía perfectamente si necesitaba su propio tiempo para adaptarse a su presencia en el palacio.

Yunho le miró avanzar, con la cabeza gacha y pasos firmes por las escaleras, un paso que buscaba ser preciso, quizás para no flaquear. No pudo evitar detallar su figura, aunque se estuviese conteniendo, en él existía la maldita necesidad de observar, de intentar conocer más… Park Seonghwa le parecía una persona tan interesante, lo que sus ojos mostraban era intriga, incluso algo de frustración… Pudo sentirlo incluso en su manera tan drástica de cambiar su tono de voz. Yunho era consciente de que él mismo estaba abusando de su confianza… ¿Qué era eso de pedirle al príncipe que fuese su guía mientras se aclimataba al palacio? Y eso de ofrecerse a salir a cabalgar… Yunho resopló y negó con la cabeza, parecía un simple e indigno granjero de montaña por sus sandeces. Seonghwa seguramente tuvo el pensamiento de que era un cretino.

Pero sus palabras brotaron por si solas, solamente para verle sonrojarse de aquel modo que le cautivaba, Seonghwa poseía un rostro que parecía tallado por los dioses… Y estaba mal pensarlo, ¿Pero cuántas veces había admirado la belleza de un hombre…? Era inconcebible, una completa blasfemia, mas si se trataba de admirar a un príncipe… A Park Seonghwa.

Yunho se cohibió, prefirió apartar la mirada cuando sus manos temblaron cuando se fijó en el contorno de su rostro bien dotado en belleza, delicado y varonil a la vez, simplemente sublime y encantador. Era un ser hermoso, no era ciego por todos los cielos… Seonghwa era como un serafín con esa mirada de ojos grandes y almendrados que brillaban y se volvían filosos. Yunho entendía, tenía en claro que su estadía en el castillo no pasaba medio día… Comprendía a la perfección que el poco tiempo que llevaba allí no bastaba para tener una imagen tan clara del príncipe en sus pensamientos… Pero odiaba admitir que así era, y que rondaba en su cabeza desde que le vio parado en su balcón, admirándole arribar al palacio, con esos orbes poderosos que le estremecieron en esa fracción de segundo.

Para despejar el pensamiento se llevó una mano al rostro y suspiró, sintiéndose muy contrariado por sus pensamientos que no estaban haciendo nada más que aturdir su cabeza. Lo mejor sería dejar de fantasear, pues Seonghwa se veía muy serio… Como si no le agradara su presencia o tan siquiera su existencia, creer eso le desilusionó pero, así era la vida y por lo menos a una persona debía caerle diferente… Yunho siempre era simpático y lograba que cualquier persona cayera por él, formaba amistades rápidamente, el príncipe parecía ser inmune.

Seonghwa abrió la puerta del comedor y empujó levemente, buscando a Yunho con la mirada, frunció el ceño al ver como pasaba de largo, con la vista fija en el suelo, incluso el flequillo rubio llegaba a taparle la visión. Se aclaró la garganta y cerró con cautela, para no llamar la atención de quienes pudiesen aguardar dentro, soltó un bufido imperceptible cuando el Consejero alzó la cabeza y le buscó, dándose la vuelta con el rostro encendido en color carmín.

—Lo noto algo distraído, ¿Le sucede algo?— Yunho estaba comenzando a sentirse cansado de tanta formalidad…

Quería pedirle a Seonghwa que eso no resultaría necesario entre ellos porque la diferencia de edad no era mucha… Que retomara esa forma tan refinada y cordial de expresarse hacia él cuando estuvieran sus padres presentes o cualquier otro individuo para que no se inmiscuyera en problemas por culpa suya… Que de esa manera, a solas, prefería que lo llamara por su nombre y le tuteara, porque no aguantaba las ganas de escuchar cómo le nombraría… El tipo de voz que usaría cuando tuviese la amabilidad de llamarle por su nombre y no por su apellido… Pero ya le había pedido demasiadas cosas en tan poco tiempo e incluso insinuado un par más, con esa falta de clase que le atacaba cuando le tenía frente a él, porque se volvía necio e insolente por culpa de esos ojos marrones y resplandecientes.

Si sentía que le caía mal, no se imaginaba con que ojos le vería el príncipe a partir de esa petición tan poco profesional e indecente que estaba planteándose. Recordó entonces, cuando le mencionó que sería un placer coincidir con él cuando saliera al balcón… Yunho se golpeó la frente en su imaginación, reparando en Seonghwa que se mantenía ahí esperando una respuesta por su parte.

—No, no… Me perdí en el pensamiento, príncipe.— Se lamió la boca nervioso y notó como Seonghwa aferraba la mano a la manilla, observándole con esos grandes ojos marrones y oscuros que le dejaban con el corazón latiéndole en la lengua. —Al parecer no le convence mi respuesta.— Yunho se tragó el creciente nerviosismo que le causó al más bajo al observarle de esa manera… Como si intentase leerle la mente, descubrir algo que guardaba en su ser y temió porque lo consiguiera en algún momento dado, que supiese todos los pecados que guardaba bajo su nombre y que pesaban sin arrepentimientos en su alma.

En el exterior se escucharon a las aves silbar y revolotear, incluso una suave ráfaga de viento se hizo presente por la pequeña abertura de la puerta doble, meciendo el largo y lacio flequillo del príncipe, llegando a cubrir uno de sus ojos en el proceso, si fuese otra persona, si no fuese un príncipe y si el escenario en el que se encontraban no fuese el castillo, Yunho realmente se habría lanzado con cautela hasta él, para acomodar ese mechón molesto pero que le hacía lucir agraciado, detrás de su oreja. Imaginarse en esa posición le hizo tragar saliva bajo la escrutadora mirada de Park Seonghwa, repentinamente, sintiéndose pequeño… Inferior, porque eso era, una mota de polvo en comparación con la joya resplandeciente que era Seonghwa.

Podía ser el Consejero Real y habitar en el castillo… Pero de todos modos, seguía siendo un súbdito y si la situación lo requería, bajaría la cabeza ante él y no se atrevería a mirarle directamente a los ojos por el respeto que debía guardarle, y quizás, Seonghwa notó que pensó algo así, porque le vislumbró acercarse a él, con un paso ligero que le heló la sangre pero que le hizo arder a la vez, deshacerse como el vapor ante su mirada.

Seonghwa temió, sus dedos temblaron pero de todos modos se acercó a Yunho y se plantó frente a él, a centímetros de que las puntas de sus zapatos se tocasen por completo, le observó directo a las ventanas al alma y se estremeció cuando el rubio intentó apartar el rostro… ¿Ahora le trataría como un superior? ¿Le trataría como todo el mundo lo hacía? Detestó que Yunho se doblegara, pero también disfrutó de eso porque así, de esa manera, Seonghwa podía ganar algo de valor para mantenerse en pie en su presencia. El corazón acelerado en la garganta y el escozor en la boca de su estomago sacándole de quicio.

—No le mencione a mi padre que usé un tono inapropiado hace un momento, ¿Uhm?— Yunho parpadeó lento, sus ojos redondos enfocándose en los almendrados de Seonghwa, porque eso era todo lo que podía apreciar ante tan corta distancia. Sus manos temblaron, su voz interior sufrió por la presencia de ese delicado rostro tan aproximado. Frunció el ceño porque la voz sonó suave, dulce, a pesar de que el timbre que poseía era grueso y melodioso. —Porque yo no le diré que quiere que sea su guía personal… Y lo haré, no porque usted lo pidió amablemente, sino porque de todos modos me harán cargo de ello… Ya sabe, quieren que seamos buenos amigos.— Seonghwa notó como Yunho asintió con la cabeza, serio, eso le hizo sonreír leve.

Se sintió egoísta, porque se estaba aprovechando del Consejero para no recibir un sermón que acabaría en un castigo… Pero ese no era el problema, lo era el hecho de ser víctima de palabras ofuscadas que terminarían por hacerle reflexionar y pensar porqué no aguantó y le habló con amabilidad cuando tuvo la oportunidad.

—No quise ofenderlo con esa proposición, príncipe, no ocurrirá de nuevo… Y no se preocupe por ello, creo que… Puedo pedirle a alguien más que me guíe.— Ya se le estaban acabando las defensas, y ni siquiera tenía las fuerzas suficientes para sonreírle porque Seonghwa con su presencia tan cercana le estaba agobiando de una manera errónea, de una forma que no debía permitirse. Agachó la cabeza y se aclaró la garganta, notando como el menor se cruzaba de brazos.

Yunho hasta ese punto, tenía la piel de gallina y la boca seca. Porque Seonghwa estaba sacando ese lado superior que… Que calaba en sus huesos y le tentaba a seguir pensando en lo que no debía, ese lado que le hacía lucir como un miembro auténtico de la realeza. No le disgustó que sus palabras golpeasen en él como una humillación, aunque no fuese así… Aunque Seonghwa no estuviese hablándole con esa finalidad, Yunho no tendría problemas en dejarse hacer de ese modo, por él.

—¿Ahora es tímido, Jeong?— Y podía verse fuerte con las cejas alzadas y la leve sonrisa, pero por debajo de la ropa estaba temblando de miedo, porque estar tan aproximado a Yunho le estaba cortando el aire hasta el punto de ser agonizante. —Insisto, incluso me ofreceré para darle un recorrido por todo el palacio.— »¡¿Qué estás haciendo Seonghwa?!« Gritó su voz interior cuando terminó de decir aquello. Notó como Yunho alzaba la mirada nuevamente y fruncía el ceño.

—Príncipe…— Balbuceó, pero cuando quiso decir algo mas, una mano posándose en su hombro le hizo sobresaltar y ahogar una exclamación. Seonghwa se apartó rápidamente, sin darse cuenta había comenzado a aguantar la respiración al confrontar al rubio, por eso se sentía sofocado… Pero a pesar de que le estremeció hacer aquello, que causó que cada mala espina se clavara con énfasis en su ser… Le hizo sentir que tenía una manera de intimidar a ese alto hombre que ya no parecía tan sonriente como en un principio, Seonghwa se estaba dando cuenta de que sus ojos tenían el poder suficiente para doblegarlo. Se irguió y alzó el mentón al tener presentes los ojos oscuros de su padre observándole por encima del hombro del Consejero.

—¡Seonghwa, hijo mío! Me sorprendes, estas tratando a Yunho como todo un caballero, sigue así.— Su padre exclamó, apareciendo detrás de Yunho con pasos llenos de entusiasmo, quien hasta ese punto tenía el rostro pálido y los ojos como zafiros observándole buscando vitalidad… Algo de fuerza para sobrellevar la cercanía interrumpida.

—Es un gusto, padre. De hecho, estaba comentándole a nuestro Concejero que le daré un recorrido por todo el palacio.— Sonrió en grande, teniendo en cuenta como su padre caminaba hasta él mientras le miraba con orgullo.

—Me parece perfecto.— Yunho se mordió el interior de la boca mientras observaba la sonrisa inmensa que Seonghwa tenía en el rostro, por alguna razón pensó que esta no llegaba a tocar sus ojos, era despiadado.

Quiso tanto, tanto… Pero no podía ser posible, ni siquiera podía llegar a pensarlo… Tampoco debía sentirse capaz de mencionar ese nombre en pensamientos, pero ahí estaba, para atormentarlo.

El rey les empujó dentro del comedor y como novedad, su asiento coincidió con el de Seonghwa, teniéndole sentado frente a él, con su rostro bonito mostrándose serio como al principio… ¿A qué estaba jugando? Y si no era eso… ¿Qué estaba pensando?  Yunho estaba confundido, pero a su vez, quería saber hasta qué punto podría llegar el príncipe con esa propuesta que para su padre había sido tan tentadora.

Y Seonghwa notó aquello en los ojos azules de Yunho… Y temió, porque ese toque de valor que tuvo se evaporó en el instante en que Yunho cobró las fuerzas suficientes para volver a sonreír ladeado… Socarrón, al llevarse su copa a los labios, sin apartarle la mirada brillante que podían asemejarse al filo de una espada imponente reflejada por el sol de primavera.

Con mayor seguridad, debía descubrir lo que Yunho escondía bajo en esa aura oscura que le rodeaba y que tan tembloroso le volvía, aquello que con tenerle a su lado, activaba en él un temor que jamás había sentido por nadie en toda su vida, ese algo que le aceleraba aquel órgano vital situado en su pecho, que le hacía arder desde lo mas profundo de su ser… Tener con certeza, lo que en realidad era Jeong Yunho, porque no podía permitir que alguien como él llegase y le arrebatase la calma y la fuerza de esa manera…

Jeong Yunho le llevaría directo a un abismo... ¿Pero sería tan malo caer en el, como Seonghwa tanto creía?

•️ੈ۪۫✦‧₊٬٬𖧧 ❜──────────

weno weno, seonghwa mi amor no seas malo vale. en diciembre subí el primer cap, algo me dice que cada tres meses voy a subir esta joya.

espero que les esté gustando enigma tanto como a mi, en algún lugar de mi tablero está un link de spotify con una playlist inspirada en este fic, no se van a arrepentir al pasarse por ahí ♥

110323

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