ーIntenta meter la mano en el fuego sin quemarteー
𓆙
Después de hablar con el perro, se mantuvo en su sitio sentado y observando como el can caminaba a paso lento por el horizonte. Desvió la mirada al violín, habia visto al perro muy melancólico con este instrumento así que lo agarró y lo inspeccionó por si veía algo, alguna pista del paradero o de quien es esa persona a la que busca.
Se dio cuenta de que detrás del metálico violín habia un grabado, en una esquina y casi minúsculo.
" De: Mycroft
Para: El amor
verdadero de William
James Moriarty "
Se habia llevado una sorpresa ¿Sabían ya quien era? ¿Este tal Mycroft sabe cual es su nombre? No, imposible, si han cambiado el material del instrumento ¿quien dice que no han añadido su nombre para no identificar al amor verdadero? Sí, seguramente lo hicieron para eso, para no saber quien era el verdadero nombre del dueño del instrumento.
- Creía que el cerebro sería más listo que el corazón. - Pensó en voz alta al darse cuenta de que no podía recordar quien podría ser Mycroft. Su nombre lo habia escuchado antes pero ¿dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?
Agarró el palo del violín e intentó tocar algo otra vez, mal, el sonido que hacía, sin importar que nota estaba tocando, sonaban lamentos, disparos, explosiones y un susurro que se distinguía más que los lamentos:
" Enigma "
Guardó todo en la mochila y siguió su camino.
Esta vez no queria desperdiciar tanto las estrellas así que agarró unas cuantas, esperó a que toda arena fuera quitada por su saliba y pudo ver lo que le habia tocado.
Una pipa, un revolver, una calavera y una pequeña libreta vacía, todo seguía siendo de hierro.
Lo guardó todo en la mochila sin prestarles mucha atención, volvió a su caminata y volvió a ignorar a las estrellas escuchando como de ellas salía el inigualable susurro "Obvio".
Su viaje comenzó a ser muy aburrido, después de todo estaba solo en un viaje en el desierto ¿qué podía hacer para entretenerse en el desierto mientras descansa?
De pronto, se le apareció en la cabeza una idea un tanto infantil, por lo cual, fue de inmediato descartada.
Pasadas unas horas, reanudó la idea infantil, no pudo evitar el bochorno en sus mejillas con el miedo de que alguien pudiera verlo. Se puso de rodillas y dejó la mochila a un lado suyo para luego empezar a construir un castillo de arena con piedras pequeñas que encontraba a su alrededor y obviamente, arena.
- ¿Qué haces?
William se sobresaltó y de un manotazo derrumbó el castillo.
- Oh, lo siento ¿te asusté? - Preguntó el hombre frente a él.
Lo estudió rápidamente, baja estatura, ropas verdes junto a una corbata extravagante, cabello rubio ceniza y ojos marrones.
- No era mi intención.
Su comportamiento concordaba con su porte sumiso, pudo deducir fácilmente que era un hombre amable, servicial y cortés.
- No se preocupe. - Respondió aún sonrojado por la vergüenza. - ¿Quién es usted? - Preguntó, ya lo sabía todo sobre él pero quería saber cosas que solo adivinaría si él se lo dice.
- Soy John H. Watson. - Sonrió con amabilidad.
William se puso la mochila y se levantó percatandose de que era más bajo de lo que creía estando sentado.
- ¡Vaya, es usted muy alto! Me recuerda al amor de su vida, al que estas buscando. - Comentó.
William abrió con sorpresa sus ojos viendo como derepente le aparecían unas alas semejantes a las de un ángel y una aureola amarillo.
- ¿Y esto? ¿A qué hace referencia? ¿Está muerto o representa su gran carácter? - Se preguntó mentalmente mientras se ponía el dedo índice y pulgar en su barbilla pensativo. Sonrió cortesmente y le estrechó la mano. - Yo soy-
- El verdadero amor de mi mejor amigo ¿no? - Prácticamente había acertado. William asintió avergonzado.
- Mi nombre es William. - Se presentó.
- Encantado William. - Comenzó a caminar siendo seguido por este. - ¿Te comienza a gustar el sitio? Parecías feliz cuando te vi. - Comentó John.
- A-amm.. N-no y-yo. - Se comenzó a poner muy nervioso y rojo.
John se carcajeó y pidió disculpas por haberlo puesto nervioso.
- Tengo un amigo que haría lo mismo momento dado.
- ¿Es el mismo que al que estoy buscando, el amor de mi vida? - Preguntó sonrojado.
- Exacto. Es un poco infantil, sí, pero es un gran hombre.
- Sí, su mascota me lo dijo antes de irse.
- Oh sí, Copí. - Recordó John con el dedo índice alzado.
- ¿Ese es su nombre? Suena infantil pero es bonito. - Rió William.
- Lo es, pero cuando se lo regalé... - Su sonrisa se esfumó.
- ¿Es personal? - Preguntó con seriedad para saber si disculparse por su anterior risa.
- No tanto, tecnicamente deberías saberlo, ya que tu corazón insiste en que lo conozcas. - Explicó al igual que Wiggins en su momento.
- ¿La droga? - Acertó dudoso.
- Sí, lo llamó Copí cuando estaba colocado, recuerdo a la perfección que hubo dicho. - Miró al frente. - "Copí de opio y cocaína" y luego se echó a reír. Ahora lo tiene más controlado pero ya sabes, una adicción es una adicción. - Dijo John con una sonrisa dolorida. - Estarás cansado de escuchar lo bueno que es a pesar de su adicción. - Quiso reír pero al final solo amplió temporalmente su ligera sonrisa.
- No en realidad, pero sí que insisten mucho en eso. - Respondió William.
- No quieren que te rindas con él, no te conocemos en la vida real fuera de tu corazón, pero aquí sí y sabemos tu plan como El Señor del Crimen va antes que el amor. - Decía mientras desviaba la mirada del cielo a William y de William al cielo.
- De todos modos es ingenioso hasta colocado. - Bromeó sacandole a John unas risas y cambiando el tema simultáneamente. No le gustaba hablar sobre El Señor del Crimen.
- Am, - John abrió sus ojos con sorpresa al ver como cambiaba de tema. - Bueno. - Contestó sin darle tanta importancia.