THE MUSIC OF THE NIGHT | Fant...

By xoxolyLaura

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EN DONDE Erik debe acostumbrarse de nuevo a la penumbra de la noche, y la soledad. O EN DONDE Gabrielle deci... More

Aᴄʟᴀʀᴀᴄɪᴏ́ɴ.
Introducción.
───act one.
───prólogo.
───capítulo I.
───capítulo II.
───capítulo III.
───capítulo V.
───capitulo VI.
───capítulo VII.
───capítulo VIII.
───capítulo IX.
───capítulo X.
───capítulo XI.
───capítulo XII.
───capítulo XIII.
───capítulo XIV.
───capitulo XV.
───capítulo XVI.
───capítulo XVII.
───capítulo XVIII.
───capítulo XIX.
───capítulo XX.
───capítulo XXI.
───capítulo XXII.
───capítulo XXIII.
───capítulo XXIV.
───capítulo XXV.
───capítulo XXVI.
───capítulo XXVII.
───act two.
───prólogo II.
───capítulo XXVIII.
───capítulo XXIX.
───capítulo XXX.
----capítulo XXXI
───capítulo XXXII.
───capítulo XXXIII
Capitulo XXXIV
───capítulo XXXV.

───capitulo IV.

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By xoxolyLaura

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La ópera de París, y aquella hermosa e inspiradora ciudad, habían logrado evolucionar con el tiempo después de aquella noche perturbadora de 1874.

Las calles vecinas transitaban con normalidad, lucían como siempre, y la gran monotonía era la carga principal de esta. La ópera de Garnier no se quedaba atrás, pues tras su reforma se empezaron a buscar nuevos gerentes, colaboradores, directores musicales, y diamantes en bruto que dieran vida a cada personaje de las obras interpretadas allí.

Y hablando de nuevos gerentes, no hubo necesidad de buscar tanto, pues una persona que estuvo en aquel edificio decidió tomar las riendas de la gerencia.

Y hoy sería el día en que llegaría a la ópera a revisar instalaciones antes de tomar el cargo correspondiente.

Así es, hablamos de la gran soprano Christine Daaé, o ahora más conocida como la vizcondesa Christine de Chagny.

Aquel coche se detuvo en la entrada de la ópera. De el descendió una hermosa castaña, cuyo cabello castaño iba recogido totalmente, llevaba un sombrero señorial azul, un vestido del mismo porte. Iba sin la compañía de su amado esposo, el vizconde Raoul de Chagny.

El vehículo partió, mientras aquella mujer subía con paciencia las escaleras del edificio. Al encontrarse frente a la entrada, suspiró. Muchos recuerdos, quizá, habían inundado su mente.

Se adentró en el, hasta donde se encontraban los actuales gerentes: Firmin, y André.

—Madame Christine.— le saludó monsieur André, con un gran tono francés.

La susodicha dió una corta reverencia con su cabeza, mientras dejaba ver su encantadora sonrisa.

—Me siento afortunada en volver, ha pasado demasiado tiempo...— hizo una ligera pausa antes de continuar— La ópera estará en buenas manos, lo prometo.

—Por algo confiamos en usted, madame.

Christine arqueó una ceja de repente. Había una gran duda que inundaba la gran marea de preguntas que se acumulaban en su mente, así que llegar a la ópera, podría resolverla completamente.

—¿Les acompaño hasta la oficina?

Los tres fueron camino al despacho principal, en dónde le serían entregados a Christine papeles legales del edificio, sumado a documentos económicos del mismo. La castaña empezó a analizar todo, para así en su gerencia empezar una buena gestión.

Habían deudas a saldar, documentos que debían ser renovados, asuntos pendientes, nuevos proyectos por aceptar. En resumen, había mucho atraso. Sumado a que era bastante extraño que una obra de invierno se presentara en primavera.

—Llevaré conmigo estos documentos, para consultar con mi esposo el proceso de la renovación para tener una pronta validación de dichos.— empezó a hablar— El tema de deudas lo empezaré a manejar desde ya, para agilizar todo... Por lo pronto, haremos la anunciación de la nueva gerencia hasta que regrese nuevamente de Roma.

—¿No se encuentra usted en Francia actualmente?— preguntó el hombre de cabello blanco, André.

Christine negó.

—Desde hace cinco años me encuentro viviendo en Roma, en compañía de mi esposo y mis dos hijos.— respondió— En este momento nos encontramos de paso en París, solo para asegurar nuestra llegada de nuevo.

La soprano había dado a luz a mellizos, los cuales ella decía que eran la luz de sus ojos y de su vida. Rosalie y Carles, les habría llamado.

Christine le dio una mirada más a los documentos, fue entonces cuando se percató de aquellos veinte mil francos anotados en una de las cuentas.

—¿Estos veinte mil de dónde son?— cuestionó la castaña, los dos hombres se tensaron.

Empezaron a tartamudear buscando entre palabras voladoras una respuesta concisa para darle a aquella señora. Christine ante la ausencia de una verdadera palabra, suspendió la sesión y se marchó a su morada con aquel sabor amargo en la boca.

«¿Está vivo?» pensaba con frecuencia.

Aquella noche vino a su mente cual recuerdo fugaz.

Ella se fue aquel día con su amado Raoul en aquel bote. Pero no solamente se fueron en un bote, también se fueron de aquella ópera que se encontraba en ruinas, y de aquella ciudad parisina. Todo para sentirse a salvo, y poder llevar a cabo su matrimonio en paz.

Poco después llegó aquel rumor de que el fantasma había desaparecido del todo.

En su corazón estaba aquella espinita de la incredulidad, pero por otra parte ella deseaba que fuese cierto.

Llegó a su casa, fue recibida por su esposo, y el llanto de uno de sus hijos. Después de todo, el deber como mamá llamaba.

—Mi pequeña Lottie, ¿cómo te fue?

Le habría saludado Raoul, con aquel tono de voz lleno de amor, y ese apodo que se tenían de niñez. El vizconde traía en sus brazos a su pequeño hijo, Carles.

Christine le saludó con un beso en los labios, y aprovechó para tomar a su bebé en brazos y calmarle.

—Bien, supongo...— respondió, con un poco de incertidumbre. Dio un corto beso en la mejilla de su bebé— ¿Querías a tu mami? ¿Por qué eres tan hermoso?

Carles empezó a reírse, haciendo que sus progenitores se enternecieran un poco.

—¿Rosalie?

—Dormida, cielo.— respondió Raoul— Ven, la cena ya está lista, te estaba esperando.

Ambos fueron hasta el comedor de la planta principal. Pero antes, se cercioró de dejar a su pequeño Charles en la cuna junto a su melliza.

La cena transcurrió normal, Raoul no tocó el tema de la ópera, no quería hacerla sentir incómoda. Prefirió tocar otros temas, más íntimos de ambos.

En ocasiones las carcajadas de la castaña resonaban en aquel espacio, y era algo de lo que su esposo más amaba de ella.

—¿Cómo encontraste la ópera?

La castaña masticó rápidamente para poder contestar.

—Está mucho mejor que cuando me fui, solo que hay muchas deudas...— respondió, dio un ligero sorbo al vino— Nada parecido con el administrador que había antes de los que están.

Mientras Christine hablaba, Raoul simplemente la admiraba como aquella primera vez que la vio. Con ese mismo amor.

Y es que ningún otro color de ojos pudieron cambiar los avellanas de ella. Su corazón siempre le iba a pertenecer a su pequeña Lotte.

—No me estás prestando atención, ¿verdad?

Ambos empezaron a reír.

—Mañana podrás analizar mejor esos papeles, debes descansar.— alentó el hombre.









☃️

Gabrielle.

Un mes aproximadamente había transcurrido desde que iniciamos con nuestra temporada primaveral, y para nuestra satisfacción, todo estaba saliendo como lo esperábamos. No había día en que el teatro no se llenara. Resalto que teníamos mucho público infantil, y era lindo escuchar sus carcajadas en ocasiones.

Me he agotado bastante, a pesar de no ser la protagonista. 

Afortunadamente esta semana puedo descansar un poco del bar, aunque del todo no sería descanso para mí, tendremos dos funciones más el día domingo la cual será el cierre de esta temporada de ballet.

Y justamente me encontraba en eso.

¡Tenemos el maldito lío del siglo!

Escuchamos que Meg Giry entró gritando al aula de ensayo. Se notaba llena de preocupación, a su lado venían varios chicos cargando a Alyssa, nuestra protagonista.

La chica se encontraba llorando de dolor.

—¿Qué pasó?

Esa fue Hermione, no se tardó en preocupar. Se veía que la chica se había lesionado terriblemente.

—¿Qué le pasó a mi hermana, Meg?— cuestionó Hermione, se acercó a su hermana con rapidez.

—¡Quítate, nadie te llamó!

Abrí mis ojos en su totalidad, Alyssa siempre había tenido una actitud muy déspota al tratarse de su hermana. Me contuve de las ganas de gritarle que respetara.

La soberbia solo trae estás consecuencias, solía decir mi madre.

—Solo quería ver que... agh, da igual.— refunfuñó Hermione, se devolvió a dónde estaba yo— Soberbia de mier...

—Lenguaje.

Espeté.

Soy enemiga de las groserías en estas ocasiones, y más cuando es entre hermanas. Entiendo el disgusto de mi amiga, pero el insulto respondiendo otro insulto no se justifica.

Alyssa se quejaba constante, la enfermera que tenemos en la ópera llegó corriendo a revisarle con cuidado. Pero su diagnóstico preocupó.

—Tenemos una ligera fractura en el tobillo.

Escuché un par de gritos de decepción. Todos teníamos conocimiento de que la noche de hoy es crucial para todos.

—¡Haga algo, tengo que dar la función está noche!— ordenó Alyssa, estaba totalmente desesperada. Pero se notaba que el dolor le estaba carcomiendo el alma.

—No, Alyssa, no vas a poder.— habló Meg— Una fractura es complicada.

Si ella se sigue moviendo, va a hacer que se forme un traumatismo a nivel de huesos, dejándole una gran complicación para caminar. Lo más adecuado era mantener el pie quieto, para no lastimarlo más de lo que está.

Lo sé, porque soy enfermera también. Si se puede decir que lo soy.

La rubia se levantó, pero de inmediato cayó al suelo lamentándose del dolor. Mi mirada fue hacia su pie, definitivamente estaba totalmente desacomodado.

Con cuidado me acerqué a ella.

—Déjate ayudar.— pedí, muy amablemente.

—¿De una pueblerina como tú?

Rodé mis ojos, ella y su grosería por delante. No me importó nada, la tomé en mis brazos y la acomodé encima de donde estaba anteriormente.

Tomé unos pedazos de cartón, los acomodé a ambos lados de su pie, tomé la cinta de mi traje y empecé a colocarla alrededor de los cartones para luego apretarla un poco, cosa que no la iba a lastimar.

No permití que moviera la pierna.

—Si quieres que está fractura sane rápido, ni se te ocurra mover más el pie.— dije— Y sí, esta pueblerina estudió medicina.

Miré a la enfermera, la señora me dio su aprobación.

—Llamaré una camilla, con eso te llevamos de una vez al hospital para inmovilizar el pie.

Y la vanidad puede más que quererse curar la salud. Cielo santo.

Una vez que se llevan a la pobre Alyssa de aquí, empezamos a soportar la.paranoia de Meg. El problema ahora era quién debía reemplazarle, porque en ningún momento se pensó en una suplente para el cascanueces.

Meg estaba dando por cancelada la noche.

—Gabrielle.

Levanté la mirada.

—¿Te sabes los solos de Alyssa?— me cuestionaron— Mejor dicho, ¿te sabes bien los pasos del papel principal?

Empecé a analizar dicha propuesta, dado a qué no me gusta ser el reemplazo de alguien, pero viendo que estamos en medidas desesperadas, me veo obligada a asentir. Después de todo, con Alyssa somos las más mayores de la ópera.

No me podía negar.

—No me gustaría crear diferencias con Aly, pero si es necesario que la reemplace solo por esta noche, lo haré.

Nada más que decir, tuve que correr a mi camerino para tener una prueba rápida de vestuario. Mientras lo hacía, estaba rememorando los pasos que debía aplicar. Calentando cada parte de mi cuerpo para prevenirme algún daño.

Hermione, hermana de Alyssa y mi amiga, estuvo ahí conmigo. Puesto que Dianne y Alexandra esta noche no pudieron estar presentes por motivos familiares. Por cierto, ambas son primas.

—Te mereces más este papel que mi hermana.— comentó, mientras me ayudaba con una de mis trenzas— Siempre juegas limpio.

—¿Por qué no te animaste en interpretar el papel de Alyssa?

Hermione empezó a reírse, de una manera tierna.

—No, preciosa.— respondió— Yo seré feliz el día que protagonice una zarzuela, no soy tanto de ballet. Y lo sabes bien.

Desde aquel día que dejé en descubierto que amo cantar, Hermione se sintió en confianza de contarme que la música también era su fuerte, solo que no habían dado con su talento, siempre se lo había guardado como un secreto. Además, le encanta crear sus propias letras, tiene una poesía increíble.

¿Lo malo?, fue que ella la enviaron a la ópera solo porque le correspondió ser la sombra de su hermana. Claramente sus padres, o en este caso, su madre se fijaba en el talento de la mayor más no en el de Hermione. No sé en mi caso cómo hubiera llegado a ser la situación con mi media hermana, pero agradezco que estemos separadas.

—Luces preciosa.— halagó Hermione— Digna de la princesa que eres.

El rosado no era mi color, pero por esta noche haría la excepción. Resaltando así, que mis ojos se veían más que hermosos.

Atendí a mi llamado de la función, sentía los nervios de punta. Pero cuando la vida te da oportunidades de manera inesperada, hay que saberlas aprovechar. Y solo la vida misma te diría con el tiempo que ha de pasarte en el futuro.

Este fue mi caso, todo lo que pasará de ahora en adelante cambió mi vida por completo.














N/a: celebrando que ElaenaT vio the phantom of the opera 🥰.

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