Ex-villano: Una segunda oport...

By ZequielR1996

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Tras la victoria de los héroes sobre los temibles villanos, Touya Todoroki, el primogénito del Héroe N°1, tra... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capitulo 12
Capítulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19: Final (re-editado)
Epilogo
18.5
Capitulo especial
Ex-Villano: Pasado y presente.

Capitulo 9

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By ZequielR1996

Tártaro 

La prisión del Tártaro, una fortaleza que fue hecho para un solo propósito: Ser infranqueable.

En la mitología griega, el Tártaro fue el lugar en el que los dioses del Olimpo encerraron a los dioses primigenios, los Titanes, tras la Titano maquia. Allí encerraron a todos, menos a uno, Atlas.


20 años atrás.

Tártaro fue diseñada para resguardar a los seres más peligrosos de la Isla de Japón , pero tras el ataque de AFO y Shigaraki en conjunto, todo parecía desplomarse con cada villano que huía a la libertad para sembrar el caos y el terror en todos lados.

Tras la primer guerra y la masiva huida de criminales y villanos, Japón enteró había colapsado, tanto en su sociedad como en su economía.

El gobierno debían financiar con mucha emisión, los fondos de rescate por partes de equipos de policías y bomberos y los fondos de auxilios por parte de los mismos héroes. 

Las demás naciones del mundo habían decidido hacer la vista gorda con respecto a lo que ocurría en Japón.  Enviar ayuda económica no serviría de mucho y que las naciones del mundo se arriesgaran a enviar a sus héroes con la probabilidad de no volver, era algo que no podían simplemente aceptar. Solo 8 países de los 194 aceptaron enviar a un representante de sus naciones a la Isla para poder aligerar el peso de los héroes locales.

Para la segunda guerra entre héroes y villanos, varios héroes internacionales de las 8 naciones, inspirados en Star and Stripes, la ex-heroina N°1 de los Estados Unidos, arribaron para dar su apoyo logístico y bélico. Héroes provenientes de Gran Bretaña, Sudáfrica, Turquía, Egipto, Alemania, Rusia, Corea del Sur y  México.

Cada uno fue vital en la derrota de la Liga de Villanos. Sin embargo, solo una nación fue pionera en su aporté en la ayuda económica para el levantamiento de Japón; Corea del Sur. 

Con los fondos recibidos por su vecino de mar, el Gobierno empezó el proyecto Neo-Meiji, un programa que se asimilaba a la restauración Meiji impuesta por los Estados Unidos tras la detonación de las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki y la posterior caída del imperio Japonés.

Con el tiempo, las demás naciones financiaron por medio del Departamento de Inversión Monetaria Mundial (DIMM), la reconstrucción de las ciudades, aunque la vida de muchos no volvieron a ser las mismas.

Con el dinero, fortalecieron las cárceles, en especial el Tartaro, convirtiendolas en verdaderas fortalezas inescapables. Cada centímetro de concreto estaban bien posicionados para que no hubiera puntos ciegos para las cámaras. Afuera de las prisiones, se encontraban poderosas armas que se usarían para acabar con cualquier amenaza que volvieran a atacar las instalaciones.

La Organización de Control Criminal Superhumano, un nuevo departamento de las Naciones Unidas a cargo de Xian Gao, un genio de la tecnología, la informática y la biología, hijo de padres chino-japonesa, sacó un proyecto  de ley que se haría vigente en cada rincón del planeta; todos los supervillanos que fueron y sean capturados  deberían usar chips implantados en la médula espinal para que sus cuerpos rechacen sus poderes.  El problema ante esta situación, es que era muy difícil extraer el chip una vez implantado si no se contaba con ayuda externa y profesional. 

Por eso no era muy extraño que muchos antiguos villanos aparecieran en las noticias, de que se habían quitado la vida en un intento desesperado de volver a ser lo que los hacía poderosos.

Una de ellas fue el triste final de Himiko Toga, la primera de la Liga en caer gracias a Hawks y Uraraka. La pelirrubia no aceptaba un mundo en la que ella fuera diferente al resto. Aún no había cumplido su sueño de hacer este mundo apto en donde ella pudiera sonreír, así que en un intento de quitarse el chip por su propio esfuerzo con un par de pinzas y alambres, acabo por desangrarse y ponerle fin a su existencia.

Adentrándose en la nueva mega fortaleza del Tártaro, Touya Todoroki, primogénito de Enji y Rei Todoroki y hermano mayor de Fuyumi, Natsuo y Shoto, luego de 9 meses estando en coma, se encontraba siendo escoltado por poderosos guardias hacía su celda, con fuertes grilletes y cadenas de hierro y su chip ya implantado en su médula espinal una vez que fue dado de alta.

La celda era 24 metros cuadrado de un muro de aluminio forzado por 3 lados y una especie de puerta que se abría hacia los costados, hecho de un polímero ultra resistente, capaz de aguantar el impacto de un misil.

En el Tártaro había tres reglas, una para el prisionero y  otros 2 para los visitantes.
Para los prisioneros era la de no iniciar una trifulca o serían llevados más abajo del Tártaro, hacia celdas donde solo te inducen a caer en la locura, debido a la imposibilidad de escapar. Además de qué allí, la oscuridad es el que impera en las profundidades .

Las dos reglas para los visitantes era no llevar nada, ni siquiera alimentos, esto para evitar que casos como los de Toga y varios prisioneros más volvieran a ocurrir y la segunda era evitar hablar acerca del mundo exterior.  Los prisioneros debían permanecer lo más ignorante posible sobre lo que ocurriera fuera de las impenetrables paredes.

Los días pasaban, Touya parecía divagar en su celda. Se movía de un lado para otro, acostándose y levantándose de la cama. A veces no podía conciliar el sueño, en otras ocasiones no comía nada, teniendo que llegar guardias a retirar las bandejas de comida de la misma manera que los habian entregado, intacta. 

De vez en cuando jugaba con el vapor que emanaba de su boca hacia el polímero transparente. Buscaba dibujar, buscaba despejar lo que rondaba por su cabeza. Todo lo que había pasado en menos de un año. Su caída, su "muerte" y  resurrección, el estar 9 meses en coma y despertar como si hubiera renacido, solo para encontrar a su hermano viendo mujeres sin mucha ropa en una revista.

Eso último hizo sacar una sonrisa a Touya tras recordar ese momento cómico con Natsuo, sonrisa que llamó la atención de uno los guardias. Un joven Satō Tomeo de 27 años.

—Oye, ¿Acaso estás demente? —preguntó el joven guardia que se había acercado hasta la puerta reforzada. Touya y Tomeo se miraron fijamente.

—¿Y que si lo estoy? —respondió tajante.

—Llamarás la atención de todos aquí.

—¿Y eso estaría mal? Un poco de atención no hace mal a nadie.

—¿Eso piensas? —Desvío su mirada de Touya, llevando ambas manos a su espalda —El chico que sólo quería atención de su padre, terminó llamando la de todos por sus crímenes —Touya solo podía mirar al piso en ese momento.

No tenia la más mínima fuerza para refutar sus palabras. Todas eran ciertas y no había manera de justificar sus errores y crímenes hacía la sociedad.  Tal vez su padre lo desecho como basura, pero eso no explicaba el porqué se había vuelto un delincuente y un asesino en masa.

Siguiendo esa lógica, Shoto debería haberse vuelto un villano por todo el maltrato físico que pasó por Endeavor, pero ahí estaba él, siendo un héroe del cual su madre y hermanos pudieran estar orgullosos.

—Tienes razón. Soy un maldito cobarde de mierda, que se dejo llevar por su deseo de venganza y rencor. No soy como Shoto. Solo quería que mi padre me reconociera, pero al final ¿Qué conseguí? ¿Una maldita celda en esta maldita prisión?

—Una maldita segunda oportunidad — respondió sonriéndole — Por algo estás vivo ¿verdad?

—¿Segunda oportunidad para qué? —preguntó dudoso el peliblanco.

—De iniciar de nuevo tu vida. Pasaste por una vida difícil, pero ¿quieres saber algo? Todos tenemos dificultades en la vida, la diferencia es que algunos deciden hundirse en la miseria como la gran mayoría que se encuentran aquí, y otros deciden afrontar esas situaciones, cayendo, tropezando una y otra vez, pero  siempre se levanta y se avanza, no abandonas ni tiras la toalla.

Touya simplemente no podía hablar en esos momentos. Las palabras de él pareciera que entraban por sus oídos y retumababan en su cabeza. ¿Será este su don?. Esta era la pregunta que se hacía mentalmente.

—Sabes Todoroki, una vida fácil es una vida aburrida. Una vida llena de obstáculos, te permite crear metas, objetivos, ser alguien en la vida.

—No buscaba una vida fácil, solo una vida justa. —replicó el peliblanco.

—¿Y que es una vida justa para ti? —pregunta que dejo nuevamente sin habla.

Había tenido en mente todo este tiempo sobre una vida más justa, que jamás se detuvo a replantearse que significaba.  Le había dado tantos significados que ya ni sabía si eran correctos o no.

—Ya ni siquiera lo sé. — respondió finalmente.

—Si quieres una vida más justa, empieza por ser justo. Si quieres cambiar el mundo, primero uno debe cambiar para dar el ejemplo.

—¿Como lo hago desde esta prisión?.

—Pues... —El joven Satō no había terminado de responder cuando fue llamado la atención por su superior.

—Oye tú, deja de hablar con el prisionero!. ¡Guardias revisen dentro de la celda, si él villano no recibió nada por parte de él! — El superior tras la orden, miró a Tomeo a los ojos —Y tú, hablaremos en mi despacho ahora.

—¿Solo por hablar con un prisionero?

—¿Solo un prisionero? ¡Es Dabi, el demonio de las flamas azules, el hijo de Endeavor!

—¡Señor, despejado! — habló uno de los guardias que había inspeccionado la celda.

—Señor esto es absurdo, no hice nada más que hablaba con él porque me llamo la atención su extraña sonrisa.

—Sonríe porque esta loco —argumento el superior.

—Detrás de esa sonrisa hay dolor y sufrimiento. Lo sé, lo conozco.

—Déjese de estupideces. ¡A mi despacho ahora!.

—No. Ya hablamos lo que teníamos que hablar, usted me dijo que podía hablar con él. Váyanse ya, esta es mi orden.

El superior y los guardias parecían salir de una especie de trance tras las palabras del joven guardia.

—¿Que diablos pasó? ¿y por qué no estás hablando con el prisionero? Te di una orden.  —Touya desde su celda no podía creer lo que estaba viendo.

Satō tras hablar con su superior, volvió a donde se encontraba el peliblanco.

—Oye, ¿que carajos pasó ahí? —preguntó muy anonadado. 

—Se llama Manipulación de la Realidad. No suelo usarlo mucho, pero una vez escuché que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, creo que lo vi en una película.

—¿Tú usaste ese poder en mí?

—No. Para que el poder funcione, debo decir 'esta es mi orden', no importa si lo digo al inicio o al final de una oración.

—Asombroso — lo único que pudo decir ante tal explicación.

—Si. Bueno debo volver a trabajar. Vendré todos los días para hablar.

—¿Todos los días? ¿No tienes amigos o una novia? No te quiero quitar tu tiempo  —Sonrió el peliblanco.

—Tengo una hermana de 16 años.

Así, cada día que podían, hablaban.  Satō le aconsejaba ante cualquier situación y Touya simplemente escuchaba. A veces charlaban de ciertos temas, como deportes, política, puntos de vista filosóficos que tenían. Eso si, si Touya preguntaba lo que pasaba afuera, el guardia cambiaba de tema, pues la regla era claro en Tártaro. Así iban pasando los años, en sus charlas lo único que los separaba era ese muro transparente de polímero ultra resistente

En el transcurso del tiempo, recibía las visitas de Natsuo y Fuyumi. Sus charlas eran cortas, ya que no era lugar para civiles como ellos, pero los 3 deseaban que esto sea para siempre y muy pronto lo sería. Touya solo debía aguantar un par de años más hasta que su condena finalice.

Las únicas visitas que no aceptaba en aquél momento, eran las de sus padres y las de Shoto. Lo último que él deseaba era tener que tolerar sus palabrerías y discurso de moral.


Faltando 12 horas para que finalicé su condena, Satō,que se había convertido en  su mejor amigo, le trajo un bolso vacío y en una bolsa de compras algunas vestimentas para no estar tan desactualizado cuando esté en el mundo exterior.

Llegado el momento, Touya puso todo en su bolso y se preparó para que su celda se abriera, poniendo un pie afuera de esta después de más de 20 años.

Tras los primeros pasos, el peliblanco se encontraba dirigiéndose a la gran puerta que lo conduciría a la libertad. En su trayectoria, Satō se acercó a él para tener una ultima conversación con él.

Así que finalmente la libertad, ¿eh?

El peliblanco no respondía, habia estado esperando este momento. Estaba más enfocado en llegar a la puerta y salir de ahí que no prestaba atención a su alrededor.

Fue un placer haber charlado contigo estos años. 

Seguía sin dar respuesta, al estar perdido entre sus pensamientos.

Escucha Touya, solo espero que estos años que estuviste aquí, lo hayas reflexionado y puedas finalmente ser feliz. —El guardia le dedicó una sonrisa y alzo su pulgar.

El peliblanco había salido del trance en el que se encontraba. Aún le costaba asimilar que 20 años habían pasado volando.  Volteó la mirada para su costado encontrándose con  su ahora mejor amigo.

Gracias por haberme mantenido cuerdo Detuvo sus pasos para tenerlo frente a frente. Luego se puso a pensar, en que hace 20 años lo conocía y nunca jamás se dignó en preguntar como se llamaba. Era vergonzoso tener que preguntar, pero quería quitarse las dudas —Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?

Tomeo Satō presentándose finalmente después de 2 décadas.

Bien Satō-San, un placer —Estrechándose las manos para finalmente despedirse e irse con Burnin, la actual heroína N°5.

—El placer es mío, Todoroki Touya —Exclamó al viento, antes de volver a su deber como guardia.




La historia de un guardia y un prisionero. La historia de una amistad sincera.







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