- No es un lugar muy lujoso, pero sirve como guarida.
Indicó Oliver, habiendo guiado a Noah y a Nerea hacia un edificio en una zona silenciosa.
- De nuevo, muchas gracias por habernos ayudado.
Dijo Nerea, mirando sus manos, débiles por el constante uso de su poder por un largo periodo de tiempo.
- No os molestará compartir habitación, ¿no?
Cuestionó el muerto.
- El piso está en pésimas condiciones, y pocas habitaciones son las que no te dan la sensación de que el suelo se va a ir para abajo.
Explicó.
- No, no es un problema, gracias.
Negó Noah, recibiendo una sonrisa pícara por parte de Oliver.
- No has tardado mucho en pensártelo, ¿eh~?
- ¿Por qué debería? El piso está en condiciones pésimas, como has dicho. Tampoco tenemos muchas más opciones, ¿me equivoco?
Y, en efecto, a Noah no le importaba tener que compartir habitación, incluso si una chica era su acompañante. Es decir, confiaba en Nerea, por supuesto, al fin y al cabo, era su "pareja que lo había aceptado casi sin dudar", desde que empezaron con la misión.
- No hagáis mucho ruido, ¿vale? El lugar no está muy aislado, que digamos... y tampoco tenemos preservativos.
Noah rodó los ojos.
- No vamos a hacer nada de eso. Sólo descansaremos hasta que podamos retomar la misión.
Habló Nerea, tratando de que no se le notara el bochorno que estaba sintiendo a causa de los comentarios de Oliver.
- Era una broma, mujer.
Sonrió, divertido, el de cabellos, pero Noah arqueó una ceja, como si dijera "¿Estás seguro?".
- ... ¿Puedes decirle a tu novio que no me mate con la mirada?
Le susurró a la pelinegra, que, suspirando, encaró al pelinegro.
- Deja de actuar como un completo celoso.
Le "regañó", intentando parecer seria.
Noah se la quedó mirando por unos instantes, en silencio. Parpadeó una, dos, tres veces, y, luego, con una enigmática sonrisa apareciendo en su faz, se alzó de hombros.
- ... Lo que tú digas, amor.
Bisbiseó el de ojos azules, en un tono burlesco, mientras entraba al nuevo "dormitorio".
- Hay un armario con mantas, para que os podáis tapar por la noche.
Indicó Oliver, antes de dejar a los humanos solos en aquel cuarto.
- Tsk.
Siseó Noah, antes de caer al suelo, alertando a Nerea.
- ¡Noah!
Exclamó la muchacha, pero Noah la detuvo con un gesto con una mano.
- Estoy herido.
Jadeó Noah, lo suficientemente alto como para que Nerea pudiese oírlo.
- Mierda. No me había dado cuenta hasta ahora.
Maldijo, retorciéndose sobre una herida en su costado derecho, y, luego, miró a Nerea.
- Nerea.
Llamó, con una voz casi agonizante, que volvió el rostro de Nerea blanco como un papel. No hacía falta que dijera nada, ella sabía de sobra qué le iba a pedir.
- Necesito que uses tu poder, por favor.
La súplica de Noah fue tal, que Nerea no pudo negarse. Se acercó al muchacho, creó una llama, ésta vez, amarillenta, sin mucho poder. Sus ojos lucieron de aquella misma forma.
- No sabía que podías hacer otro tipo de llamas que no fueran azules.
El pelinegro parecía tratar de animar a la de ojos plateados, cosa que fracasó haciendo.
- Va a doler.
Gimió Nerea, casi sintiendo el dolor del chico en su propio costado.
- Utilizaré mi poder para engañarme a mí mismo. Mientras, quema la herida para cicatrizarla.
- A-antes deberíamos esterilizarla.
Titubeó la pelinegra, que, de un bolsillo de su traje, sacó un botecito con Betadine.
Luego, tragando saliva, dejó la parte superior del cuerpo de Noah al descubierto, para, luego, localizar la herida.
"Es muy profunda..."
Pensó, mientras su visión se iba nublando, y sentía su cabeza tambalear por momentos.
- ¡Nere, mantente consciente!
Exclamó en un susurro el pelinegro, pensando si se estaba pasando por exponer a Nerea, directamente, a una herida bastante profunda, teniendo en cuenta la fobia de la pelinegra.
Un chorro de Betadine impactó contra su herida, aunque también manchó un poco el suelo y, alguna gota, salpicó hasta casi su clavícula. Entonces, la llama de la mano de Nerea se dirigió a la herida, y, antes de tocarla, Noah utilizó su poder para suprimir cada impulso nervioso que llegara a su médula espinal o a su cerebro, relevantes al dolor.
Al cabo de unos instantes, la llama se apagó, y el cuerpo de Nerea cayó a su lado. Suerte que llegó a cogerla de los hombros antes de que pudiera chocar contra el suelo. En efecto, la herida dolía, pero no podía pedir mucho más. Nerea había salvado su vida, y, con eso, le bastaba y sobraba.
- Buen trabajo, Nere.
Felicitó contento, a pesar de que la consciencia de la chica los había dejado a él y a su cuerpo.
La herida, ahora, por lo menos, estaba cerrada. Obviamente, tenía su riesgo de volverse a abrir, pero Noah, por ahora, se conformaría con aquello.
Se levantó del suelo, con cuidado de no hacer ruido ni nada. Fue hacia el armario que les había indicado Oliver con anterioridad, y sacó unas cuantas mantas. Puso como tres o cuatro grandes a modo de colchón, luego colocó a Nerea sobre estas, y, por último, cogió otras tres mantas para taparse él y la pelinegra. Para ello, se tumbó al lado de la chica inconsciente, y colocó las tres mantas sobre sus figuras.
- Buenas noches, Nere. Descansa.
Musitó el de ojos azules, depositando un beso sobre la frente de la de ojos plenilunio.
.
.
.
- Vale, y, de nuevo ¿qué hacemos con este muerto?
Señaló Kira con la mirada. Ni con un maldito palo iba a tocar ese cadáver, qué asco.
- De momento, lo dejaremos donde lo hemos encontrado.
Indicó Celina.
- Y, ¿qué deberíamos hacer ahora? Habrá que decirles a los demás qué hemos encontrado.
Recordó Andrew, mirando a sus compañeras.
- Daniela, Abel y Coral estarán por aquí, ¿no?
- De hecho, estamos aquí.
Habló una voz, a lo que, en respuesta, miraron hacia la entrada al pasillo, encontrándose a Coral, Kurai, que volvía a ser albino; Abel y Daniela.
- ¿Qué ha pasado en este lugar?
Cuestionó Abel, extrañado por ver las plantas marchitas que, por momentos, se desprendían del techo y las paredes.
- Celina ha subido de nivel, y hemos encontrado un muerto.
Resumió Kira, y Kurai ladeó la cabeza.
- ¿Otro muerto?
Repitió.
- Acaban de encontrar mi cadáver, y resulta que, ahora, hay más muertos enterrados en el instituto...
Suspiró con pesadez.
- Como sea, ¿dónde está?
Alba señaló y, cuando Kurai lo vio, siseó, acabando de recordar algo sumamente cruel.
- Es el pedófilo.
Pensó en voz alta, mordisqueando su dedo pulgar, en un intento de calmar sus nervios.
- Repite eso, chico.
Demandó Kira. ¿Era, ese hombre, el médico acusado por abusar de menores? En ese caso, y si Kurai sabía de aquello...
- Es un antiguo enfermero de la escuela. Antes de que llegara la albina que está ahora, estaba este señor.
Hizo una breve pausa.
- No tenía una muy buena reputación, y, para desgracia de todos, era amigo de mi padre.
- ¿Tu padre movió hilos para que no le expulsaran del centro?
Interrogó Daniela, impresionada por aquella información que estaba recibiendo tan de golpe.
- Sólo me lesioné una vez... después de eso, empecé a tener un cuidado mucho mayor.
Tembló el albino, abrazándose a sí mismo. Coral lo abrazó por la espalda, dándole su apoyo.
- Entonces, Kurai... Sabes que ese hombre apareció en el periódico.
Habló Celina, cruzándose de brazos. ¿Cómo no habían preguntado sobre ese tema antes?
- Sí, y que en el periódico ponía que estaba desaparecido...
Afirmó el albino, a lo que Kira gruñó.
- ¿Y nos lo dices ahora? ¿Sabes cuánto nos hemos estado comiendo la cabeza por este tema?
- Ah, ¿que no queríais saber cosas del "incidente"?
Se "defendió" el de ojos violetas. Kira bajó un poco sus humos.
- Entonces, este tipo no tiene que ver con el "incidente", ¿no?
- Abusaba a alumnos para, del ADN extraído, saber si eran o no sobrenaturales. De ahí esa "selección" que llevó a cabo mi padre.
Todos abrieron los ojos de par en par.
- Entonces, tal vez...
Empezó Celina, para, luego, bruscamente, dirigir su mirada al ucraniano.
- Andrew.
Lo llamó, haciendo que éste se evadiera de sus pensamientos.
- ¿Conoces a este tipo?
Señaló la artista.
- ... No lo recuerdo.
- Puede tener algún tipo de amnesia por traumitas.
Teorizó la de ojos dorados.
- Igual teníamos que habernos traído a Noah.
Siseó Kira, en un tono impaciente. Necesitaba una respuesta ya mismo.
- Está en el otro mundo, ¿no? ¿No sería mejor tratar asuntos en este mundo?
- ¿Qué clase de asuntos, Kurai?
Inquirió la albina en un tono de sospecha, cosa que hizo al albino endurecer su mirada.
- No sé si ya lo sospechábais, pero hay más espectros en este centro.
- No me jodas.
Siseó la ex-bully.
- Acaba de atacarnos uno, ha hecho un pincho moruno con Alba, y dices que-
- Vamos con vosotros.
Interrumpió la albina, cuando, de pronto, Kira dio un gruñido gutural.
- ¿¡Se puede saber por qué coño me despreciáis tanto todos!? ¿Os pensáis que no tengo problemas, que no soy como vosotros? ¡Pues sí, tengo problemas, y vuestra actitud de mierda, lo único que hace es irritarme aún más!
- Kira, cálmate, Alba no pretendía-
Pero ni la voz de Daniela pudo calmar la ira de Kira.
- ¡No es sólo ahora, ha sido siempre, desde el principio! Que Celina me tenga desprecio todavía, me parece perfecto, me lo merezco, pero, ¿qué os pasa a los demás? Siempre estáis llevándome la contraria, o interrumpiéndome, ¿no sentís que hacéis algo mal, o el papel de sentirse mal sólo lo tiene que cumplir la que se ha esforzado en dejar de lado su pasado de bully?
Nadie se atrevía a decir nada. No había palabras que decir. Kira necesitaba desfogarse de sus emociones, como cualquier otra persona.
- ¿Sabéis una cosa? Os estáis convirtiendo vosotros mismos en bullies.
- Es verdad. Perdón.
Habló Celina, con una mano sobre el hombro de su ex-bully, que, aunque la miraba con sus ojos color miel de la forma más fiera del mundo, mantuvo su compostura.
- A mí se me ha subido mucho a la cabeza esto de que ya no seas una bully.
Aceptó la artista, para sorpresa de todos los presentes. Su voz parecía tan tranquila, pero firme para la situación, cosa que dio veracidad a sus palabras.
- No me malinterpretes, nunca te perdonaré por el infierno que me hiciste pasar, pero, y te lo juro por mi vida, valoro tu cambio de actitud hacia los demás.
Muy levemente, logró esbozar una leve sonrisa.
- Has cambiado, Kira, y por ello, estoy orgullosa, aunque, como he dicho, mis sentimientos hacia ti sean contradictorios de cierto modo. Ahora eres una buena compañera, y eso no te lo quita nadie.
Al fin, Kira pareció calmarse algo.
- Perdóname a mí también. No quería desencadenar ese tipo de sensación de rechazo hacia ti.
Alzó Alba la mano mientras hablaba en un tono de arrepentimiento, que, en una ocasión cualquiera hubiese fingido, sin embargo, y por esta vez, realmente se había arrepentido de sus actos.
- ... En fin.
Suspiró la bully, antes de estallar en carcajadas.
- ¡Sois unos cabrones de mucho cuidado, pero sois mis cabrones!
Exclamó entre risas que retumbaron por el lugar.
- ¿Cabras? ¿Eso no es un animal...
- No se refiere a "cabras" como tal, Abel. Cuando acabe todo esto, necesitarás unas buenas clases de castellano.
Respiró Daniela.
- En fin, ahora que Kira haya vuelto en sí, supongo que podemos continuar con lo nuestro.
Habló Celina.
- ¡Sí! ¡Vamos a por esos fantasmas del inframundo!
Exclamó eufórica la albina. Parecía que era la que más ganas tenía de patearle el trasero a los de su especie.
- Primero, había uno en el gimnasio, ¿no? Una chica un poco... estilo Kira.
Pensó Kurai en voz alta, en un tono lo suficientemente audible para los demás.
- Mira, no me seas soplapollas, ¿eh, canoso? Que bastante tengo con vuestro bullying.
- ¿Cómo sabes eso, Kurai? Lo del fantasma del gimnasio.
Cuestionó Celina, y Kurai siseó entre dientes.
- Me la encontré, incluso antes de conoceros a todos.
Los demás se quedaron perplejos ante esa información.
- ¿Y no habías dicho ni mu? ¡Yo es que te mato!
Amenazó Alba, haciendo que, en respuesta, el albino chillara y se escondiera detrás de su pareja.
- Coral, les tengo miedo...
Tembló el de ojos violetas, buscando consuelo de parte de la de mechas.
- Pero es cierto. ¿Cómo es que no has dicho nada al respecto?
- Creía que lo recordabais... ¿Os acordáis de aquel espectro que conoció Celina hace un tiempo, en el aula de plástica?
- Sí... Mencionó a más alumnos fantasmas, entre ellos, una tal Miriam, ¿no? La del gimnasio.
- ¡Sí, esa misma! ¡Muy bien, Celina!
Señaló el albino, aliviado con que la artista se acordara de aquella información tan valiosa.
- Pero, ¿cómo intentamos acercarnos a ella? Es agresiva, ¿no?
Recordó Coral, que, lo que menos quería hacer en ese momento era recibir hostias espectrales de todos lados.
- Kira, toda tuya.
Nombró Daniela, y, por un momento, todos pensaron que la ex-bully iba a decir algo al respecto, pero ésta sólo crujió sus nudillos, con una sonrisa de oreja a oreja que mostraba su dentadura.
- Jo, jooo, le voy a pegar una buena tunda a esa chavala. ¡Sólo puede haber una chica fortísima en este centro, y esa chica soy yo!
- ¡Pues dale duro, Kira!
Animó Daniela, ganando una extrañada mirada de parte de Abel.
- Estás muy enérgica...
Murmuró el rubio, pestañeando un par de veces.
- El fantasma de ese sitio no va a esperar a que la detengamos. Será mejor que vayamos cuanto antes.
Dijo Abel, con una mano rodeando la empuñadura de su espada, todavía, descansando dentro de su funda.
- El rarito ese tiene razón.
- No te ofendas, Abel. Kira es así con la gente con la que, más o menos, tiene confianza.
Le susurró Daniela, habiendo visto cómo una extraña mueca se había hecho camino por el rostro del híbrido.
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- Ah, educación física... La mejor asignatura, sin duda.
- ¿Lo dices porque es la única que apruebas?
Kira bufó ante aquella cuestión por parte de Celina.
- Me gustaría decir que sí, C, pero a Kira se le da sorprendentemente bien economía, francés, latín y literatura.
- Madre mía, Kira, ¿se te da bien francés?
La ex-bully, por un momento, pareció ponerse seria.
- El francés es muy similar al catalán, en algunos aspectos, así que no tengo mucha dificultad a la hora de aprenderlo.
- ¿Qué tiene que ver el catalán contigo?
Cuestionó Coral, ladeando su cabeza.
- No os he hablado de ello porque nunca lo creí importante, pero sólo sabéis que Helena, la enfermera, es mi hermanastra.
Empezó Kira.
- Helena me adoptó poco antes de que cumpliera los doce años, en el orfanato. Hasta entonces, la poca información que pude obtener acerca de mis padres, es que ambos eran catalanes. Les pedí a mis tutores en el orfanato que me enseñaran a hablar en catalán. De algún modo, pensaba que, en un futuro cercano, iba a necesitar saberlo por si me reencontraba con mis padres.
- Qué triste...
Sollozó Daniela.
- No es taaaaan triste. A ver, al principio, lo es, por supuesto, pero, una vez que te haces a la idea de que no tienes la culpa, ya todo te la suda.
Dijo Kira.
- Pero, bueno, no vamos a estar aquí, perdiendo el tiempo mientras otro fantasma está haciendo de las suyas.
- Cierto. Cuanto más tardemos más probabilidades habrá de tener bajas civiles.
¿Aquellas palabras, en serio, habían salido de Abel? Era difícil de creer, pero bueno, nadie podía permitirse el estar tanto tiempo prestando atención a ese detalle, así que, a paso apresurado, corrieron hasta el polideportivo.