La mañana siguiente lo primero que vi fue el rostro de Gabriel dormido plácidamente, sonreí al recordar la pasión con la que nos entregamos y la promesa de estar juntos en éste nuevo camino que se nos presentaba. Lentamente me levanté de la cama tomé una toalla me envolví en ella y salí de la habitación, fui a la cocina y recordé que tanto tiempo sin habitar éste pequeño departamento se encontraba sin alimento que ofrecer, me dirigí al cuarto de nuevo y busqué entre la ropa algo cómodo, terminé escogiendo un jeans y una franela para así salir del departamento con una estúpida sonrisa que no podía ocultar, caminé hasta el café más cercano, ordené comida para llevar y regresé, entré y una cara conocida me esperaba en la sala, con cara de pocos amigos, y esa maldita sonrisa diabólica.
- Danilo. -
- ¿Pensaste que podías huir? - Habló de forma irónica e impaciente. -
- Mi intención sólo era regresar a mi ciudad, confiaba en que me rastrearías. - Le di la espalda para llevar el desayuno a la cocina e intentar mantener una actitud desafiante y aparentar que no me ponía nerviosa su presencia. Con todas mis fuerzas me sobreponía a la intimidación y las ganas naturales de salir corriendo, gritar o intentar asesinarlo, pero sabía que ninguna terminaría bien, segura o conveniente. Así que decidí actuar lo más normal posible, y obviar el hecho que era Danilo quién estaba en la sala del departamento. -
- ¿Regresar a tu ciudad o acostarte con tu mascota? -
- Eso no debería ser relevante para ti. -
- Tienes razón, no me es relevante con quién desees compartir tu lecho, sólo cuando se mezcla con sentimientos y terminan arriesgando mis planes. - Me crucé de brazos molesta por la absurda discordia. -
- Eso no va a suceder, él y yo somos un equipo, trabajamos juntos, y más allá de eso estamos juntos en todo, no deberá preocuparte, no modifica nuestro acuerdo. - Danilo me detalló sopesando mis palabras y luego asintió. -
- En ese caso su primera misión ya está en marcha, toma - Me ofreció una hoja la cuál tomé y observé, tenía escrito en una letra totalmente perfecta y uniforme una especie de conjuros y dibujados unos símbolos que no reconocí. - Son conjuros, los necesitarás siempre así que deberás recordarlos permanentemente; ellos ayudan a contener la fuerza de un sin alma, como lo son los vampiros. – Y como si leyera mis pensamientos, respondió a la pregunta que me había hecho. –No Elena, eso no funciona conmigo. – Ambos nos miramos y luego de segundos él siguió hablando. – Éste objetivo es especialmente complicado, tiene muchos a su mando y claro, es muy anciano, así que es importante que te aprendas lo que te escribí allí. Además sirven para nuestra amiga Victoria. -
- ¿Cómo sabré cuál es el vampiro y dónde estará? -
- Al reverso de la hoja están unas coordenadas, allí se encontrarán en tres días, deben hacer un ritual de iniciación a su clan así que necesariamente estarán todos allí. -
- Nos estas enviando a una misión suicida, todo un clan estará en el maldito sitio muchos antiguos estarán allí también. -
- Elena aun no entiendo tu falta de fe. -
- ¿En quién? ¿En ti? – Ironicé. -
- No. En ti. - Puntualizó. Hubo un silencio en el cuál sentía mi sangre hervir. - El hecho es que van a ir a ese lugar y asesinarán a los que allí se encuentren, por sobre todo al idiota de cabello amarillo y ojos azul celeste. -
- ¿Ahora matamos por celos? - Hablé de forma irónica y de inmediato sentí sus manos en mi cuello. -
- Te aclaro dos cosas; la primera es que tu vida y la de tu amante están en mis manos, la segunda es que conmigo no se juega ¿Entendiste? - Asentí rápidamente y me soltó empujándome hacia el mueble que estaba a un lado. - Los conjuros que tienes en la mano te ayudarán a tomar el control de la situación, Eduardo es el ser más fácil de matar, el muy idiota no tiene suficientes poderes, por eso es que tiene a sus propios guardaespaldas son los que en todo caso te darán más trabajo. – Habló tranquilamente y sumido en sus pensamientos. - Quiero un trabajo limpio, luego de eso te entregaré a tu amiguita Victoria, ya está causando algunos inconvenientes y me fastidia mis planes. - Se pellizcó el puente de la nariz y yo me aclaré la garganta para hablar.-
- Tengo una duda. - Me miró expectativo. - Exactamente ¿Qué tipo de poderes tienen ellos y como esto que me das los reprime? - Su sonrisa se acentuó dejando más oscura su mirada. -
- ¿Te preocupa que puedan tener los poderes con los que logro dominar a tu mascota? - Evaluó mi reacción y siguió hablando sin permitirme responder. - Entiendo, Elena no soy igual a esos fracasados, digamos que soy; especial y lo que llevo de vida me ha permitido adquirir ciertos beneficios para lograr mis propósitos, por ahora tus objetivos serán muy fáciles y sé que podrás con ellos.-
- ¿Por qué Gabriel no percibe el peligro en ti? –
- Ya te dije Elena, soy diferente a los sin alma, soy muy antiguo, muy anciano y tengo mis propias mañas. - Se quedó observando el entorno y caminó a la puerta principal. - Estaré en contacto constante contigo, no olvides nuestro trato. –
- Como si eso fuera posible. – Dije al viento, ya Danilo había salido por la puerta. –
Miré nerviosa la hoja que me dejó, leí varias veces lo que allí decía y pensé en un plan para salir airosos de aquella sentencia de muerte y lo único que se me ocurrió fue decirle a Agatha, era la única realmente capacitada para afrontar la situación junto a nosotros. Suspiré, doblé el pequeño papel y lo metí en el bolsillo posterior del pantalón, fui al cuarto, comprobando que Gabriel aún estaba dormido, me acerqué a él y me hice espacio en la cama, lo abracé y él comenzó a despertar, abrió los ojos y sonrió al verme, me acarició el cabello y me abrazó.
- Buenos días hermosa. –
- Buen día dormilón. –
Me dio un casto beso en la frente y se dirigió al lavabo, yo me dirigí a la cocina para servir el desayuno, al cabo de un rato ambos estábamos sentados en el sofá escuchando un poco de música, besándonos y jugando a que esta felicidad sería eterna. Después de un rato y de volver a intimar sexualmente, decidí comentarle lo ocurrido esa misma mañana con Danilo, su reacción me dejó un poco desconcertada, su silencio envolvió la estancia por minutos que se me hicieron interminables y luego dio un golpe al mueble evidentemente molesto. Me incomodó su actitud pero entendía que estaba molesto consigo mismo, me fui al lavabo dejando la puerta abierta, me desvestí y entré a la regadera, si él quería seguir molesto por que sus instintos no funcionaban con Danilo y se sentía amenazado no era mi problema, prefiero a la fiera seductora.
Las primeras gotas de agua cayeron en mi espalda relajándome de inmediato y mientras llenaba mi cuerpo de jabón, ponía en orden mis ideas; claramente necesitaríamos ayuda y la más idónea era Agatha. Serían demasiados vampiros para nosotros dos, y no era lógico ir únicamente Gabriel y yo, la mejor opción era incluir al menos a un tercero, esta misma tarde debería ir a casa de Gabriel, aunque no quisiera encontrarme con Alex pero de igual forma él estaría allí siempre, más aun sabiendo que Xavier estaría en la casa también, quisiera o no allí siempre estaría. El ruido de la puerta me sacó de mis pensamientos, Gabriel había entrado y se desvestía para entrar conmigo a la ducha.
- ¿Ya no estas molesto? -
- Lo lamento, es que me siento indefenso y tengo mis dudas en éste nuevo propósito, además ¿Cómo demonios piensa él que saldremos victoriosos ante todo esto? Justamente eso es lo que me preocupa, esta situación me tiene pensando sin parar. - Nos quedamos en silencio por unos minutos, le besé la frente y lo miré a los ojos para darle un poco más de confianza. -
- Sé cómo vamos a salir de todo esto, Agatha nos ayudará, relájate, deja esta vez todo en mis manos. –
- No quiero exponer a más nadie niña, mucho menos a Agatha. –
- Solos no podemos, al menos con ella siento que hay más probabilidades. –
- Y ¿Qué le vas a decir? ¿Qué hicimos un trato con el vampiro más anciano? –
- No. Que asesinaremos vampiros. -
Juntos nos duchamos y él pareció relajarse un poco, estuvimos en completo silencio todo el rato, luego de vestirnos rompió el silencio con la pregunta más incómoda.
- ¿Vendrás a mi casa a sabiendas que Alex estará allá? - Su mirada era penetrante y levemente acusatoria, creo que el sentimiento predominante eran celos, intenté cuadrar mis hombros para parecer segura, y me aclaré la garganta antes de contestar. -
- Si, iré porque no tengo nada que temer, no he hecho nada malo y hasta donde sé, esa casa es tuya, no de él. - Él sólo asintió con un movimiento leve y salió del departamento, le seguí y de nuevo se instaló un silencio extraño entre nosotros.
Ya en el auto rumbo a su casa, se limitó a conducir, y a mitad del trayecto tomó mi mano la besó y no la soltó en lo que quedó de camino. Al llegar a su casa mi corazón comenzó a desesperase, estaba ansiosa y lo peor es que sabía que Gabriel se había dado cuenta, bajamos del auto y caminamos hasta la entrada principal, él me detuvo antes de que mis manos tomaran el cerrojo y me sorprendió con un beso.
- Sé que estas nerviosa y no te culpo, quiero que sepas que te amo Elena Woodsky, y la promesa de estar juntos en todo sigue en pie, me importa muy poco lo que Alex o algún otro imbécil juzgue lo que sentimos el uno por el otro, eres quién desearía ver cada mañana al despertarme, eres la mujer que quiero hacer mía cada noche, y es a nosotros a quienes les debemos explicaciones ¿Me entendiste? - No sabía que decir, mi corazón explotaba de dicha ¡Dios como no me di cuenta de esto antes! Lo besé y comencé a reír como tonta, lo abracé y lo besé de nuevo, él sonrió abiertamente y besó mi frente -
- Siempre dices cosas tan perfectas, que no sé qué responder. -
- Expreso lo que pienso, y es lo que espero de ti, ahora vamos a entrar, tenemos que resolver ciertos asuntos para ese jefe tuyo que le gusta irrumpir moradas. -
No pude evitar reír, él tenía razón, lo de Danilo era más importante. Abrió la puerta y entramos al salón principal el cual estaba vacío, Gabriel caminó hacia la cocina y yo le seguí, al abrir la puerta me encontré con los ojos de mi amiga Anny quién corrió hacia mí y me abrazó demasiado fuerte, miré a mi alrededor y además de ella estaba Omar quién me saludó de forma casual, minutos después Annelí me soltó y me dejó respirar, me tomó de la mano y me arrastró hasta su cuarto hablando desesperadamente, al llegar a su cuarto me sentó en su cama y me ahogó en preguntas las cuales algunas no presté atención y otras no escuche bien, mi mente trabajaba lento y ella no dejaba de hablar e incluso reprocharme la amistad que tenía con Agatha, me solté a reír e intenté calmarla, me abrazó de nuevo y luego sollozó por unos instantes, ya sabía lo de Victoria y todo su plan para matarnos, tampoco lograba entenderla, y al igual que yo, temía lo peor.
Pasé horas hablando con Annelí y explicándole algunos detalles de lo ocurrido, claro, omitiendo mucha información que seguramente la pondrían más histérica de lo que estaba, pero en realidad lo que quería hacer en ese instante era buscar de una buena vez a Agatha y explicarle lo que no podía decirle a Annelí, que de ahora en adelante seriamos sicarios del vampiro que había convertido a Victoria, y que necesitaba su ayuda para no morir en manos de él o de sus osados planes.