"Últimas noticias, un grupo de cuatro niños acompañados del Doctor Stephen Strange han puesto fin al villano que ha causado muchos destrozos y muchas muertes. Estos individuos han sido identificados como: Byron Love, Claude Beacons, Bryce Withingale y Candela Escribano. Estas cinco personas están siendo buscadas por la policía y son acusados de causar todos los desperfectos de la ciudad. Si los ven, avisen a la policía, podrían..."
Claude apagó la televisión en ese momento. Los cinco estaban escondidos en casa de Strange.
– Les hemos salvado el culo y así nos lo agradecen – dijo el dios del fuego, lleno de rabia.
– Nosotros hemos tenido la culpa de que la cuidad esté así – respondió Byron – es normal que quieran que no actuemos.
– Al menos podrían darnos las gracias.
Fuera de la casa se oían sirenas y coches aparcando.
– ¿Nos han encontrado? – preguntó Candela.
Golpearon la puerta con fuerza, los dioses estaban muy asustados y aterrados.
– Chicos, miradme – indicó Stephen – no os preocupéis, todo va a salir bien, quedaos aquí, yo salgo.
– ¡Sabemos que está ahí señor Strange! – ordenó un policía - ¡salga de inmediato!
El doctor abrió la puerta de la casa y salió, fuera había 3 coches de policía y dos furgonetas.
– ¿Querían algo agentes? – vaciló Strange.
– Hemos venido para advertirle, a usted y a sus críos – dijo – si ustedes vuelven a quebrar la ley de esa manera, o causan algún desperfecto de tal cantidad, serán trasladados a un instituto penitenciario.
– Tienen doce años – respondió el hechicero – no puede meterlos ahí.
– Entonces le meteremos solo a usted y a ellos a un centro de menores – aclaró el policía – no es un consejo señor Strange, es una orden, quédense al margen y no causen delincuencias.
– Doctor – dejó claro Stephen – Doctor Strange.
Los agentes se subieron a sus coches y todos se marcharon de allí. Y el Hechicero Supremo entró a su casa.
– ¿Qué te han dicho maestro? – preguntó Claude.
– Me han dicho que si volvíamos a causar daños a esa escala nos detenían, a mí en la cárcel y a vosotros a un centro de menores – explicó el mago.
– ¿Pero y si vuelve otro villano? – preguntó Bryce.
– Actuaremos por supuesto – respondió Byron.
– ¿Actuar? ¿Para defenderles a ellos? – se quejó Claude – mira cómo nos agradecen que les hayamos salvado, imagínate como nos lo agradecerían si volvemos a hacerlo, encerrándonos. No se merecen ser salvados. O por lo menos no se merecen nuestra ayuda.
– Pues no lo hagas por los humanos, hazlo por tus hermanos – dijo Byron.
El dios del fuego se cruzó de brazos y miró a otro lado, dejando claro que ya no quería participar más en esa conversación.
– Podríamos hablar sobre Candela – dijo Withingale – ¿cómo es que eres una diosa? ¿Y por qué no nos lo contaste?
– No estaba segura de sí vosotros erais dioses – explicó la chica – por eso no os conté nada, quería mantener mi identidad oculta.
Bryce asintió con la cabeza, entendiendo el razonamiento de Candela.
Más tarde, cuando se hizo de noche, todo el mundo se fue a su habitación, Candela se quedó en casa de los chicos por precaución.
– Te quedarás aquí, bajo mi protección, hasta que sea seguro que vuelvas a tu casa – le dijo anteriormente Strange a la chica.
Así que ella se instaló en la habitación del hechicero y éste se puso unas sábanas en el sofá del salón.
En mitad de la noche Byron no podía dormir, así que subió a la azotea para despejarse la mente. Allí se encontraba Stephen.
– ¿Tu tampoco puedes dormir chaval? – dijo el mago.
El dios Afuro negó con la cabeza. Se acercó a su maestro para hablar con él. Y éste estaba sentado en el borde del tejado y Byron hizo lo mismo.
– Strange tengo una pregunta.
– Dime chico, ¿qué te ocurre?
– ¿Es cierto que Bailong destruyó Érimos?
El hechicero afirmó con la cabeza.
– ¿Y por qué entonces me dijiste que chocó con un asteroide?
– Siento no haberte dicho eso, aún hay cosas que no te he contado y que ya te contaré en el futuro – explicó Strange.
– Pero quiero saberlo todo sobre los dioses y todo eso – se quejó Byron.
– Tranquilo chaval, ten paciencia, todo a su tiempo, ya te lo contaré todo, solo tienes que esperar.
– De acuerdo, buenas noches Strange – dijo el dios Afuro mientras volvía a su habitación.
– Buenas noches chaval.
Ahora con todo lo que había sucedido, Byron tenía muchas más preguntas que antes. ¿Por qué Bailong destruyó Érimos si era un dios como los demás?