Segundo plan: Sacar dinero del banco y así contratar otra vez a todo su equipo para salir adelante y no caer en la locura.
Ese es el nuevo plan de Kuroo antes de suicidarse. Y habla en serio, porque prefiere morir antes que enfrentar a su padre. Sigue agradeciendo porque no haya ido a su casa.
—¿A qué se refiere con que no tengo dinero?
Pero se vuelve a arruinar. Kuroo en cualquier momento va a caminar a un puente y se va a tirar.
—Su cuenta está vacía debido a su embargo. Así que no tiene dinero qué retirar —Explica cordialmente. Kuroo debe tener un tic en el ojo—. Tampoco puede pedir un préstamo, por cierto.
—Sí, ya sé cómo funcionan los bancos... —Refunfuña—. Adiós, gracias por nada.
—No hay de qué. Gracias por su consulta, ¡que tenga un buen día!
Kuroo se siente peor que alguien miserable. Ya no tiene dinero ni empresa de la cuál subsistir, todos sus amigos lo han dejado y no contesta las llamadas de su padre. La vida va de mal en peor y él no sabe cómo hará para pagarle al banco la deuda estúpida que tiene su familia. Bufa. Tampoco tiene modelos ni nadie cercano: Todos le han dado la espalda. La gente es una mierda, sus supuestos amigos en especial.
Por eso camina por la calle vacía, porque son las tres de la tarde y no hay absolutamente nadie. Horario de siesta o de trabajo, así que todas las personas que viven bien están haciendo lo que se dedican, excepto él porque es un idiota que gasta dinero de manera compulsiva. Todo es su culpa, no puede dejar de pensar.
Podría buscar trabajo... Pero ni siquiera ha dejado el suyo. Kuroo sigue caminando por la calle, vagando y pensando qué debería hacer o qué está haciendo su padre, Tooru o cualquier persona que no sufre ni tiene tantas deudas como él. Kuroo Tetsuro, oficialmente, es un indigente, pero estos tampoco tienen tanta mala suerte.
Cuando vuelve a prestar atención en el cielo, se da cuenta que es de noche. Son pasadas las ocho, lo que es sorprendente porque ni siquiera se dio cuenta. Ha caminado por muchísimo tiempo y por eso puede entender por qué le duelen tanto las piernas y especialmente los pies: Los zapatos de vestir son demasiado incómodos. Bonitos y elegantes también, pero te hacen sufrir. Y mucho.
Tetsuro, ahora mismo, se siente el ser humano más inútil de todos. Y a su vez, el más idiota.
Suspira.
—Lo que me faltaba...
No sabe cómo, pero ha llegado a una calle que no conoce. Está vacía y desolada, probablemente lejísimos de su auto. Busca con la mirada algún lugar que pueda conocer, quizás pedir ayuda en un local, pero no hay ni uno. Solo edificios que parecen abandonados y la iluminación de la parada de autobuses.
—¿Qué hice en mi otra vida para ser así de castigado en esta?
Refunfuña sacándose el saco del traje y poniéndoselo sobre su hombro.
Nunca pensó que terminaría caminando a la parada de un transporte público, con el fin de tomárselo para llegar a plena ciudad, que es donde vive. No piensa caminar por la calle a esta hora: Es tarde y el sol se escondió. Sería el blanco fácil de todos los ladrones que deben de haber por ahí... Quizás no hay, pero Kuroo es paranoico. Un rico que recién está conociendo lo que es la vida normal.
La parada está vacía y él se sienta en el cordón de la calle, pasando una mano por su rostro y suspirando ruidosamente. Piensa que ya ha llegado a su límite, Dios ha terminado de probarlo. Es hora de ponerse bien los pantalones, prender el teléfono y contestar las llamadas de su padre. Explicarle y soportar el reproche, quedarse callado y hacerle caso. Quizás así no se convertirá en la vergüenza de la familia.
Observando el suelo, piensa en qué su madre. No recuerda tanto de la biológica, porque lo abandonó a él y a su padre cuando era pequeño, casi a los ocho o nueve. Pero sí recuerda a su madrastra, aquella que considera su verdadera madre, la cual falleció cuando él tenía quince años por una enfermedad crónica. Ella siempre lo apoyó en todo y lo defendió de su padre en todo momento, protegiéndolo de los malos tratos e intentando, inútilmente, que él tenga una buena relación con el hombre. ¿Lo logró? Bueno, se soportan por respeto a su memoria. Algo es algo.
En una situación como esta, ella lo abrazaría porque sabría que no da más del estrés. Le diría que encontrarían una forma y luego lo regañaría por gastar tanto dinero en estupideces. Él incluso lo entendería y pediría disculpas si ella estuviera aquí, pero trágicamente no está y antes muerto que pisar la casa de su padre con la cabeza gacha. Simplemente no.
Jugando con un pequeño palo que encontró abajo de él, piensa en rezarle un rato en silencio. Kuroo reza mentalmente, pensando en que ella lo escucha de alguna forma, esté donde esté. Dice que la extraña y le pide ayuda de cualquier tipo. Necesita un salvavidas antes de ahogarse y le ruega que no lo lleve con su padre. Con todos menos él y por último, que lo proteja de la oscura y vacía calle desconocida en la que está sentado, finalizando con que desea que ella esté bien donde sea que esté. Que la ama con todo su corazón y que espera, algún día, hacerla sentir orgullosa.
Termina de rezar cuando siente algo a su lado. Mira ligeramente, dándose cuenta que hay una distancia considerable con un chico. Probablemente es la única persona, a parte de él, en la calle.
Tetsuro se le queda viendo. El chico mira al frente aburrido, pareciera que está cansado. Tiene el cabello teñido de un rubio poco cuidado, realmente largo porque está atado vagamente, como si lo tuviera que haber hecho rápido. Tiene piel clara y una nariz envidiable, porque es realmente bonita. Pestañas largas, ojeras cayendo y mandíbula marcada. Se nota que es delgado.
Este chico podría ser un modelo de revista tranquilamente.
Kuroo tiene ojo para esto y el desconocido parece ser que solo necesita unos retoques para tener el bolsillo rebalsado de dinero. Y a su vez, para volver a llevarlo a la cima a él.
Parpadea todavía mirándolo. ¿Será que esta es la ayuda que le pidió a su madre?
Tetsuro ve su vida pasar por delante de sus ojos y a su vez, por el costado del chico a su lado en la parada del autobús. Es simplemente hermoso; llamaría la atención de cualquier empresa y él podría representarlo tranquilamente. El desconocido podría llevarlo otra vez al salón de la fama en el cual siempre le gustó vivir.
Esta es su verdadera oportunidad.
Entonces una pequeña sonrisa comienza a asomarse por sus labios. Es una sonrisa que ve el dinero y la gloria otra vez; es la puerta de una vida nueva y completamente distinta si el desconocido lo acepta.
—Tú...
El chico a su lado gira su cabeza lentamente. Mirada realmente cansada, Tetsuro lo entiende, seguramente ser demasiado lindo es un trabajo que exhausta.
Ahora puede ver mejor mejor su rostro: ojeras violáceas, nariz pequeña y refinada, labios rosados, ojos brillantes. Parecen avellana, aunque no quiere sacar conclusiones hasta que las vea bajo la luz del sol. Este chico tiene facciones de modelo, ¿a dónde estuvo toda su vida?
—Eres muy lindo.
El desconocido parpadeó. La mirada cansada de un chico de veintitrés años cruzándose con la sorprendida y quizás divertida de un hombre que parece de veinticinco. Traje negro, corbata roja, cabello azabache y otra vez una mirada que no logra comprender por completo: ¿Está bromeando y solo quiere molestarlo o, de alguna forma, está coqueteando con un indigente?
Es un silencio incómodo y el chico se siente inseguro. Está solo en una calle con un tipo que tiene una sonrisa parecida a la de un gato y le dijo que es «muy lindo». ¿Debería correr y pedir ayuda o quedarse con él para ver si, por lo menos, esta noche duerme en una cama decente?
Lo peor de todo es que Kuroo Tetsuro lo observa como su próxima presa. El chico no sabe que lo ve como si fuera un cupón de lotería ganador. Probablemente el desconocido ni siquiera sabe quién es él. Y tampoco sería capaz de imaginarse a un hombre rico sentado en una parada de autobús. Simplemente no da con el perfil de una persona que tiene mucho dinero en el banco.
¿Pero cómo va a saber él eso?
—Soy Kuroo Tetsuro, un gusto.
Alarga su mano para estrecharla. Tiene una mirada tranquila que lo pone nervioso de todas formas.
El desconocido lo sigue mirando confundido. ¿Será buena idea tomar su mano? Quizás lo secuestra o le clava alguna aguja en el cuello, justo como le pasó a alguien que escuchó en las calles. El chico no puede confiar, pero tampoco quiere ser descortés con el hombre que le coquetea.
Termina tomando su mano.
—Soy... Kenma Kozume.
Responde intentando evitar el contacto visual.
—Qué hermoso nombre, justo como tú —Tetsuro suelta su mano pero nunca borra esa sonrisa segura de sí mismo—. Me gustaría hacerte una propuesta.
Kenma Kozume respira hondo. Esta es la parte donde el desconocido cortés y coqueto le pregunta si puede follarlo en su habitación. Aquí es cuando cualquier asunto pierde la gracia, pero se quedará a escucharlo porque hoy no tiene dinero, ni comida. Quizás acostándose con él logra comer algo y no morir de frío.
—Te daré una vida increíble si solo aceptas ser modelo de mi compañía.
Kenma parpadea.
—¿Qué?
Pregunta brusco, de golpe. Realmente pensó que le propondría tener sexo; nunca se esperó una propuesta tan... extraña.
—¿No sabes quién soy? —Niega ante la pregunta del pelinegros—. Cielos, eso destroza mi ego. Mira —Del bolsillo de su camisa saca una tarjeta—, soy Kuroo Tetsuro. Actual dueño y director de la empresa Kuroo.
—No... no sé qué es. Lo siento —Murmura leyendo la tarjeta—. ¿Para qué sirve esto?
Tetsuro se siente indignado.
—Mira, te me haces realmente atractivo. Tienes facciones que muchos modelos matarían por tener y por eso mismo, eres mi última salvación.
—¿Salvación?
Tetsuro asiente.
—Mi empresa cayó a la ruina por mi culpa y necesito alguien que me salve... Esa persona eres tú.
Kenma Kozume jamás pensó que una persona como Kuroo Tetsuro le diría algo así. Qué extraña es la vida.
Aún así no sabe si creerle. Después de todo, es un tipo que salió de la nada y le dijo que era lindo. ¿Por qué debería creerle? Quizás está borracho.
—¿Tienes teléfono?
Kenma negó, levantándose lentamente. El autobús estaba acercándose. Kuroo se paró junto a él, solo que fue más rápido.
—¿Qué tal donde vives?
—Vivo en cualquier lado.
Kuroo comienza a desesperarse. Mira a todos lados en busca de ayuda pero no hay nada más que las luces del autobús cargándolo por frenar y a Kenma Kozume comenzando a subir. Simplemente no puede dejarlo ir; ese chico es su salvación.
—¿Podemos vernos mañana aquí? —Toma su brazo, deteniéndolo. Kenma lo mira confundido—. ¿A la misma hora? ¿Por favor?
Está borracho. Kozume solo puede deducir eso.
Simplemente asiente.
—Está bien.
La mirada del tal Kuroo Tetsuro se relaja y él termina de subir. Incluso el autobús arranca y ahí es cuando el pelinegro se da cuenta de que no le agradeció.
—¡G-gracias!
Grita comenzando a correr al lado del transporte. Kenma Kozume se le queda viendo avergonzado y él agita su mano con una sonrisa.
Cuando el autobús se aleja, él sonríe. Quizás, después de todo, el día podía llegar a ser bueno.
Pero el siguiente no es lo es.
Tetsuro se queda esperando a su ángel salvador en esa calle y este nunca llega.
Quiere llorar. Este es su verdadero fin. Le falló a toda la familia y la única oportunidad de ser decente ante su padre ni siquiera llegó al lugar que acordó con él ayer. Todo le sale mal, Kuroo seriamente piensa en suicidarse si eso significa huir de sus problemas.
En su mano tiene su teléfono. El contacto de su padre brillando, listo para comenzar una llamada. Tetsuro no quiere admitirlo, pero en cualquier momento va a llorar. Se frustra conforme pasan los minutos y su estrés sube con cada segundo desperdiciado. Ya hay avisos de deuda esperando en su puerta por ser leídos, periodistas buscando respuestas y llamadas que todavía no atiende. Todo le está saliendo realmente mal; esta vez no sabe si podrá salir del pozo en el que cayó.
Y cuando está por tocar el ícono de llamada, alguien le grita.
—¡Kuroo-san!
Da un salto en su lugar y se da vuelta, parpadeando rápidamente. Ahí está Kenma Kozume, llegando claramente agitado hacia él. Parece que ha corrido.
—Yo... —Traga con fuerza—. L-lamento la tardanza... Tenía miedo de venir y que no estuviera, así que lo pensé bien y pensé que si estaba aquí, iba a esperarme por quién sabe cuánto, así que vine y... Lo siento.
Repite.
Kuroo ni siquiera lo escucha. Simplemente se levanta y se tira a sus brazos. El desconocido suelta un grito y piensa que va a caer, pero el pelinegro lo sostiene festejando.
—¡Me has salvado la vida, Kozume Kenma!
Y él no lo entiende. Claro que no. El desconocido no sabe que ha ayudado a Kuroo con todos sus problemas, que, por simplemente aceptar, le ha dado una esperanza de vida al hombre. Tetsuro ahora sí es feliz, incluso su vista está llorosa por la felicidad del momento. Puede respirar, puede sentir su pecho más vacío. Y todo gracias a Kenma Kozume.
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Buenassssss, cómo andan?
Qué les pareció el cap? Díganme!
Buen finde!
tkm tkm tkm