Después de ese incidente, se había dejado de saber tanto como de Rubius como el remitente desconocido.
Pero había otro problema agregado a su lista de complicaciones en la vida de Luzu Vlogs.
Y eso era nada más ni nada menos que la actitud del pato.
Hace días que trataba de visitarlo en donde se supone, era su ala médica, pero siempre se lo encontraba hablando con otros pacientes.
"Esta bien que socialice pero.. ¿Y que hay de mi? ¿Se habrá olvidado de mi..?"
Sacudió su cabeza varias veces, no sabía porque siquiera le daba tantas vueltas al asunto. Solo quería que las cosas volvieran a ser como antes.
Por su parte, los mensajes de su acosador habían parado. Hizo bien en darle una advertencia a Rubius, creía que al haberse deshecho de él estaría más tranquilo y.. Sin embargo..
. . .
"Termino de atender a los que me quedan.. Y veo a Quacks.."
Se dirigio una sonrisa a si mismo, después de tantas cosas, por fin aprovecharía su tiempo al máximo. Estaría con su ángel, estaba decidido.
Este, en parte, era consciente de que algún día tendría que ver a Luzu.. Pero no a solas.
Al menos por ahora, trataría de reunir coraje.
Actualmente se escondía en la sala en donde se encontraba uno de sus nuevos amigos, Missa, junto con otro híbrido que le recordaba a Rub: Spreen.
Y hablando de Rubius..
─ Y.. flaco, no sé que decirte. Nadie sabe nada sobre él, yo solo espero que este bien, se notaba que era buen pibe.
La respuesta del híbrido no animó para nada a Quackity, era suficiente como para asumir que se había ido de su vida, para siempre. Sintió que no habia aprovechado su tiempo con él, y ahora no podía hacer nada para traerlo de vuelta.
Spreen notó la mirada vacía del pato y Missa le dio un codazo por detrás, en señal de que haga algo.
"Bueno, vos la cagaste, Spreen.."
Dijo el pelinegro para si mismo antes de palmear la espalda del más bajo, luego las manos del osezno subieron hacia su cabeza. Quackity notó lo que trataba de hacer y no pudo evitar reírse, claramente consolar no era lo suyo.
─ Mira.. Capaz no levantaste la pala en tu vida y por eso no sabes nada, pero Rubius no puede renunciar a su trabajo por whatsapp. Tiene que venir acá y traer su carta de renuncia, así que si o si va a volver.
Ahora esas palabras si habían subido los ánimos del azabache. Si bien puede que sea una mentira, la posibilidad de ver a su viejo amigo le traía un poco de serotonina. La emoción volvió al rostro del mexicano, por lo cual, Spreen se dijo a si mismo que hizo un buen trabajo antes de acomodar sus lentes y volver a hablar con Missa.
Pero tuvo que mencionar ese pequeño detalle.
─ Muy linda la charla y todo, pato, pero en cinco tenes que volver a tu sala que si el director te ve en otra que no sea la tuya, yo voy a ser el responsable de tus acciones, loco.
Quackity bajó la mirada, asintiendo con la cabeza. Ahora mismo preferiría quedarse allí, pero era inevitable que en algún momento del día, iba a tener que volver allí.
Volver a ver a Lusu le aterraba pero.. Si no iba pronto..
─ Ya me.. vo-vo-v... voy..
Spreen y Missa se voltearon a verle, depositando su atencion en el mismo, quien esbozo una sonrisa antes de retirarse de alli. Los dos se despidieron del pato antes de volver a lo suyo y Quackity por unos segundos deseo estar en la misma situación que Missa.
Y claro que en esos días que estuvo alejado de Luzio, había notado que no eran normales algunos aspectos de sus juegos. Más que eso, el pato no era torpe, podía no entender una o dos cosas, el sentimiento de incomodidad prevalecía ante el cariño que le tenía al castaño.
Quackity lo quería mucho, en verdad. Aún cuando era recitente con todo lo que tenía que ver con el tacto, no lo interrumpía porque lo quería. Pero no de esa forma, Quackity, a diferencia del otro, no se encontraba en posición de disfrutar de aquellos momentos en donde si bien no sabía lo que pasaba: Algo malo ocurría.
Por eso no quería marcharse de la sala de su amigo, Missa. Lo de este último fue una casualidad enorme y en cuanto menos lo pensó, ya hace tres días pasaba más tiempo con Spreen, Missa y Roier. Este último estaba muy mal de salud, por lo cual, pocas eran las veces que podía saludarlo, evidentemente no le tenían mucha fé.
Mientras daba pasos de tortuga hacia las escaleras, recordó el primer encuentro con el chico de bandana azul.
Estaba en la terraza con el Dr. Buhajeruk y su amigo, Missa. Antes de que empezaran los turnos de la tarde del osezno, habia prometido a ambos llevarlos a un lugar "secreto"
Y sí, habia mentido. No era tan secreto, pero eso no quitaba el hecho de que estaba tan poco aglomerado que aprovecharon para tener un mini almuerzo cada uno. Spreen se quejaba constantemente, pues tuvo que pagarle un café con leche al chico pato, pero claro, no lo iba a dejar sin comer.
. . .
─ Era broma, pato. No jodas, no me cambia la economía de mierda comprarte algo que vale menos que ambas de nuestras vidas.
─ Pst.. ─Chistó Quackity, asomando su lengua en forma de burla. Fueron interrumpidos por un par de ruidos que parecían quejidos venir por las escaleras, y Quackity juró que la mirada del pelinegro se volvió una daga, así de afilada que no le dio el tiempo de preguntar por ese ruido.
La imponente silueta de Spreen apareció en un par de microsegundos después, jalando de una silla de ruedas en donde se encontraba un chico.. ¿De su misma edad? Ahora el pato tenía varias preguntas que hacer.
─ ¡Missaaaaaa! ¡Hola! Gracias, amor, no podía hacerlo sin vos. ~
─ ¿Podes cerrar el orto? Hay gente de más.
Y entonces cruzó miradas con Quackity. Un silencio cómodo pero inquietante se instaló entre ellos, el pato notó la mirada fría y evaluadora de Spreen aunque no lo estuviese viendo.
El chico en la silla de ruedas lo miró con curiosidad, ahora sin ayuda del osezno se acercó al híbrido de pato. Sorprendentemente fue este último quien se esmeró en romper el hielo.
─ A..ah.. Hola..
─ ¡Hola, mi rey! Me llamo Roier, ¿eres el patito del que me hablaba Missa, no? ─Dijo el castaño con una sonrisa de oreja a oreja, Quackity se sintió aliviado de que la conversación por el momento estuviera fluyendo bien, además, el tal Roier tenía unas vibras que, aún sin conocerlo, sabía que iba a agradarle el chico. Se arriesgaba a esa premisa.
─ ¡S.. S-sí! Quack.. ity..
El azabache se sorprendió al analizar las palabras del desconocido, ¿Missa hablaba con otras personas sobre él? Eso era algo que no esperaba. Pero su atención no se fue a ese minusculo detalle, tal vez pueda preguntarselo más tarde. Su mirada se desvió al aparato en donde Roier estaba sentado, no sabía disimular muy bien al parecer pues el híbrido arácnido notó la curiosidad de Quackity.
─ Ah, esta chingadera.. Tengo una enfermedad rara que me impide caminar, ¡pero estoy bien!
Spreen explotó al oír esa oración salir de la boca del chico araña, interrumpiendo la primera interacción entre Quackity y el mencionado, además de darle un buen susto al pato, quien aún no se acostumbraba a los sonidos fuertes.
─ ¿¡De qué mierda estas hablan..?! Ugh, Roier, ¿que haces acá, boludo? Quedamos en que después ibamos a ir a tu sala.
El pelinegro de gafas y de mirada intimidante exclamó, dandole un leve zape en la cabeza al castaño, quien le hizo pucheros.
─ Ay, pero mi amor, ¡se estan divirtiendo sin mi por mucho tiempo! Y además es aburrido, ¿acaso ya te conseguiste a otras zorras, eh?
Los dos expectadores ahora, Missa y Quackity pudieron observar un leve sonrojo de parte de Spreen, seguido de unos minutos de silencio, en donde Roier volvió a atacar.
─ ¿Eh? ¿El pato te comió la boca acaso?
. . .
─ ¿¡Pero que carajos decís, pelotudo..?!
Aún estando dejados de lado de aquella acalorada conversación, Missa se animó a darle un codazo a Spreen, quien en segundos cambió esa expresión irritada a una más relajada.
─ Spreen, estas haciendo sentir incómodo a Quackity. Los dos, de hecho.
─ Bueno, entonces que se vaya.
─ ¡Pero acompañalo! Chingas a tu madre, Spreen.
El pelinegro suspiro, irritado, ahora dirigiendole una fría mirada al pato, quien lo sintió como si le estuvieran clavando una daga. Claramente, el argentino no estaba de humor. Missa creyó haber ayudado a Quackity a huir de esa situación, sin embargo, le era díficil aún acostumbrarse a la presencia de otros doctores. Incluyendo a uno con un temperamento tan complicado como Spreen.
─ Vamos, pato. Te acompaño y vuelvo.
─ P.. Puedo ir sol..
Fue interrumpido por unos brazos más fuertes que los suyos que practicamente lo arrastraron hacia las escaleras. El silencio en todo el trayecto fue incómodo, se notaba que el mayor estaba apurado por sacarselo de encima. Y eso solo le hizo merodear por su propia burbuja de pensamientos negativos.
Y todos aquellos pensamientos llegaban a una conclusión: Extrañaba a Rubius.
Era complicado, no quería estar solo en su sala médica pero tampoco quería estar con Luzu. Por eso, en cuanto se despidio del osezno, no pudo más.
Al estar solo, se arrodilló en el suelo, dejando que todas esas emociones que estaba reteniendo le consumieran. Su cuerpo estaba temblando entre sollozos, la desesperación por no saber de a quien consideraba su primer amigo lo terminó por destrozar.
Lo que no sabía Quackity es que mientras él trataba de regular su respiración con los ojos vidriosos, alguien seguía detrás de su puerta.
Y ese alguien era nada más ni nada menos que Spreen.
─ . . .
"Pato, ¿que puede ser tan doloroso para vos?"
Suspiro frustrado. No debería entrometerse demasiado, sin embargo, mentiría si dijera que no estaba genuinamente preocupado. Y al no tener las herramientas necesarias en ese momento, solo se marchó.
En su lado, Quackity, después de un largo episodio de llanto, logró calmarse. Su respiración aún estaba un poco agitada, pero se estaba volviendo más regular con cada inhalación.
─ La próxima vez que te vea, Lusu, seré.. sniffs.. M... Más.. d..di..recto..
Y a pesar de ser una promesa que se hizo a si mismo, planeaba cumplirla.
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WAAAAAAAA, EL SPROIER DE AMOEBA VA A SER TOTALMENTE UNA IDA DE LOCOS. Pero nada, gracias por el apoyo, also, por pura curiosidad descubrí que una IA podía continuar mis fanfics y yo de en plan, a ver, continuame Amoeba:
ES EL DÍA CONTRARIO O QUE ONDA???
Anygays, nos vemos en los próximos días^^