TW: interacción subida de tono, insinuaciones sexuales, corta escena explícita.
Leer con precaución.
La boda está a la vuelta de la esquina, las tres semanas que hacían falta para el evento pasaron volando como nunca, Jack no sintió tanto el peso de los preparativos gracias a la ayuda de Hércules, sin embargo, por desgracia, el pelirrojo no dejará jamás de recordarle lo mucho que le ayudó con la labor.
Es temprano cuando se levanta de su impredecible sueño, marcan las "8:17 a.m." en el reloj de su celular, ese mismo día será el matrimonio entre sus tíos y la emoción no para de golpearlo en el pecho, significaban varias cosas buenas, primero, su amigo finalmente volverá a sus antiguas ocupaciones del hogar, lo que es más tiempo juntos, segundo, ver a su tío tan alegre, en el altar con el hombre de su vida, siempre es algo bueno para él, como para toda la familia, tercero, ¡el reencuentro! Verá después de tantos años a sus demás tíos y primos, por suerte, su madrastra no podrá negarse al hecho, lo cual es espectacular, incluso si ella le demuestra su descontento con su cara, técnicamente no puede obligarlo a no socializar con nadie, es un ganar por cualquier lado. No debe perder más tiempo haciendo nada sobre su cama, debería levantarse y alistarse lo más rápido posible –mmh...– su cuerpo se detuvo al instante ante el débil quejido, ha olvidado por completo que Jack se había quedado a dormir en su habitación, por sorpresa, petición del sirviente. Pensando en las circunstancias, se aseguró de salir con sumo cuidado, deslizando su antebrazo hacia a fuera de la cabeza del mayor, tomando su nuca con su otra mano, dejando que descanse completamente sobre la almohada, un pensamiento le mosquea en la oreja, ya es demasiado tarde de la hora habitual en la que su amigo se levantaba, pero es incapaz de perturbar su sueño, hace unas semanas atrás había sufrido un colapso por el sobre esfuerzo, y ahora luce tan plácido entre las mantas de su cama.
Entró al baño sin más, Jack se merecía cada minuto que pasó del límite de su hora habitual, por ahora, su verdadera preocupación está en alistarse lo mejor posible, hoy se juntará con Abrahel a las doce y debía verse lo más presentable posible. Si bien, ya llevaba varios días saliendo con la chica, aún no ha conseguido que accediera a su invitación, siempre cortando sus palabras con la misma excusa "oh, no, todavía no estoy segura si deseo ir" y a continuación vendrá más fanfarronería para complementar su negatividad, lamentablemente, no puede hacer nada para acelerar el proceso, seguro la esbelta dama deseaba ser cortejada con propiedad, por otro lado, tampoco puede buscar a nadie más cuando la boda es hoy mismo, ya que no todas las personas que conoce son santas de la devoción de su madre, eso es un punto extra para seguir intentando con Abrahel, ya que, gracias a las amistosa conexión de la mujer con su tío Hades, sería más fácil controlar la rabieta de su madrastra, y sin tomar en cuenta a Jack, no hay mejor opción que esa en tiempo tan reducido. Termina de bañarse una vez completa su análisis interno, está a punto de usar la secadora de cabello cuando recuerda la presencia de su sirviente dentro de su habitación, sería muy descortés de su parte el causar semejante ruido cuando su prioridad es cuidar del descanso de su amigo, decide en cambio usar otra toalla para remover por encima la humedad de su cabello, ya tendrá tiempo de sobra para usar la máquina.
El débil canto de las gotas aporreando contra el suelo hacen sus pestañas revolotear perezosas, el cansancio descomunal que descansa sobre sus hombros no le permite disponer de la voluntad para levantarse de la cama, sus músculos padecen de pereza severa, incapaz de moverse siquiera un centímetro fuera de las pesadas mantas que lo apachurran, sorprendente, la sensación de peso muerto sobre su pecho no es presente como lo habitual, echando carbón a la llama, eliminando al instante su vagues, se levantó de golpe, sentándose sobre la colcha, sus ojos pasaron de una esquina a otra, sin encontrar por ningún lado a su peculiar acompañante, sus nervios saldrían disparados de no ser por aquel mínimo sonido que se escurre por los huecos de la puerta delante suya, debe darse una buena palmada y suspirar, el joven Hércules debió despertar antes y ahora solo se está bañando, pensó, ahora, por lógica, asumir que es tarde es lo correcto, perder más tiempo en el sedentarismo se compara a cometer un crimen, considerando lo primero por realizar, arregló las sábanas, planchando las telas con la palma de su mano, siguió con recoger las pertenencias del joven que se hayan perdidas de su sitio, si bien, no luce el privilegio de poseer la indumentaria en el momento, la organización siempre es la mejor forma para iniciar la limpieza, principalmente cuando su objetivo es ocuparse de algo mientras aguarda paciente la presencia de Hércules, sería impropio de un caballero largarse sin el más mínimo intercambio de palabras –¡Jack! Espero no haberte levantado– está de espaldas cuando la sonora voz de su señor le llama, las risas no son contenidas, sintiendo el buen humor avivar su cuerpo –Buenos días, sir, no hay de qué preocuparse– el sirviente le resta importancia a la preocupación del joven con sus palabras. Se mueve para verlo directamente, algo asombrado por notar la fresca imagen del menor, luce recién bañado para la hora, el impulso de rascar su cabeza es inevitable, demostrando lo confundido que está, eso genera algo de burla por parte de Hércules –olvidé decirte que hoy saldré temprano, ¿crees que podrías guardarte esa información? solo por hoy– la distancia se fue acortando entre ambos, el más joven se tomó la libertad de tomar de los hombros al sirviente, sacudiendo con apenas fuerza, si Jack no lo conociera, juraría que sus palabras eran lo más cercanas a una amenaza encubierta –solo por hoy, sir– pero, ¿Cómo podría ser grosero con él? de todas formas, salir de la casa sin avisar no es pecado, y él no es precisamente un jovenzuelo que debía notificar a cada rato para dónde se dirige, con eso en mente, sería injusto obligarlo a quedarse, también es muy de metido querer saber tal información, así que lo dejó pasar, estando dispuesto a irse de la habitación para dejar a Hércules alistarse.
–¿Jack... ya te vas? ¿no te vas a bañar? – el menor se quedó de pie, atontado mientras observa a su amigo con intenciones de largarse de la habitación, eso le dejó algo perplejo, pero no fue el único confundido, él volteó a verlo, con ambas cejas flexionadas, sus ojos ampliamente abiertos y sus labios fruncidos hacía abajo, ¿había dicho algo raro? –¿Cómo dijo, sir? ¿pretende que me bañe en su ducha?– Hércules asiente con su cabeza, provocando que la dubitativa del sirviente crezca, sintiendo algo de inquietud por tan desubicada propuesta –pero– estaba por decir algo, pero el joven le interrumpe –estaba pensando que podría hacerte algo de masajes, ya sabes, para demostrarte mi gratitud... ehhh y mi aprecio por, bueno, por tu silencio– el menor se acerca a él, frotando sus manos con claro nerviosismo, Jack no obtiene una buena impresión al respecto, mirando desde la punta de su cabeza hasta sus pies, entrecerrando sus ojos, juzgando en silencio –raro... ¿tanto así vale mi silencio?...– una ceja se alzó con intenciones de juzgarlo, Hércules no hace más que tragar con fuerza, intentando fingir su ansiedad con una sonrisa, soborno, es todo lo que Jack puede pensar, pero prefiere guardarlo para sí mismo, decide confiar en el chico y callar sus sospechas, no debía ser tan grave, y él elige quedarse con esa idea –¡No es eso, Jack! bueno, un poco si... ¡pero sobre todo! es porque te lo mereces... ha sido bastante cansado este mes entero, lo justo sería un reconocimiento a tu esfuerzo... y, es lo mínimo que te puedo ofrecer– se alza de hombros, esperando que finalmente aceptara su propuesta, el sirviente es picado por la pena, recordando sus palabras de aquella vez, reabriendo por encima la herida, no ha sido su elección el rechazar la propuesta del muchacho, era algo que se salía por completo de sus manos, pero aún se siente responsable, volver a negarse sería agregar más gestos groseros de su parte –Bueno, espero el mejor de los masajes– sale de sus labios un diminuto suspiro, finalmente accediendo al detalle demasiado particular del joven –¡Bien! deja preparo la ducha, por mientras, ve quitándote la ropa, solo en interior es suficiente– Hércules deja a solas a Jack, mudo y de pie en medio de la habitación, la vacilación es presente gracias a los nervios que le pellizcan las piernas, no está al cien por ciento seguro de querer desnudarse para su señor, principalmente por lo obsceno que suena la oración, pero, en la otra punta de la lanza, masajes gratis y relajación en una tina, no debía buscarle la quinta pata al gato, solo estará aprovechando de la comodidad de una buena ducha. El aire sale de sus pulmones, moviendo sus brazos hasta la unión de su camisa, desabrochando cada botón con tranquilidad, el tiempo es relativo, lo suficiente para darle más oportunidad de reconsiderar su decisión.
–¡Jack, ya puedes entrar!– Hércules aún trabaja en la espuma de la tina, sacudiendo con sus manos el agua para crear burbujas, había preparado todo el ambiente para el baño de su amigo, incluso usó una de las bombas olorosas con fragancia de frutos rojos, y todo en cuestión de minutos –aquí, sir...– desde el marco de la entrada, se asoma con visible timidez el cabeza del sirviente, con sus brazos pegados a la puerta, intentando suplir la función de mantenerse de pie que sus piernas temblorosas no podían cumplir, Hércules no hace más que sonreírle con todo el aprecio que puede demostrar en tan diminuto gesto, esperando ganarse la confianza de Jack para hacerlo entrar al baño, y parece que funciona, a continuación, el sirviente finalmente le indicaría a sus extremidades moverse y entrar al mismo cuarto que él, se necesita tomar varios minutos en silencio para adorar la figura delante suya, su pecho se acelera con una impresión particular sacudiendo sus sentidos, no puede explicar por qué su ánimo, no es la primera vez que observa a otro hombre desnudo, los jóvenes de la secundaria no son los más preocupados a la hora de exhibir carne, así mismo los muchachos del gimnasio, pero ninguna situación es comparable ante la imagen tan peculiar que sus ojos tienen la dicha de ver, tal vez, y solo tal vez, por ser Jack, todo es tan diferente y sin igual a nada que haya vivido –ven, el agua está tibia, espero sea de tu gusto...– extendió su brazo hacia el señor, esperando a compensar la falta de seguridad de su sirviente, lo primero que sale del contrario es un pronunciado quejido, expresando su clara incomodidad, es imposible no hacer el paralelismo con un gato, renegando y maullando enojado por el disgusto de verse obligado a bañarse, pero finalmente accede a entrar por completo al centro del baño, tomando la mano que Hércules le ofrece –gracias...– suspiró, acercándose a la tina, observando la escena tan linda del agua rosada y llena de espumas. Mientras él está enfocado en apreciar en silencio la bonita escena, el pelirrojo está profundamente perdido en la figura de Jack, es la primera vez que lo ve sin usar las capas de ropa que ocultan su piel, en especial su parte superior, puede asegurar sin probarlo que debía sentirse increíble de tocarlo, pero el detalle no muere ahí, si no, la peculiar forma del sirviente, su cuerpo es masculino, hombros anchos, espalda amplia, pero dentro de ese hombre, se ve perfectamente la feminidad, lo sabe porque tiene su experiencia en el campo, la cintura delgada de reloj invertido, caderas pronunciadas, muslos gruesos, brazos delgados, piel sin marcas, verrugas o alguna imperfección visible, toda la parte de al frente luce suave y delicado, pero firme, como cualquier mujer desearía tener, y si empieza a hacer una lista mental para describir los glúteos de Jack, le faltaría todo el respeto a su pobre amigo.
Está nervioso, todo el análisis que el joven hace con su cuerpo le remueve los intestinos, no puede describir con exactitud qué ha provocado semejante distracción en Hércules que ni una palabra a salido de su boca por más de varios minutos –Sir?...– finalmente la valentía hace sus labios moverse, apenas pronunciando una sílaba, pero lo suficiente para sacar del trance semi infinito que tenía el pelirrojo –¡Cierto! ven, ven– jaló del brazo al sirviente, tratando de fingir que no se había morboseado al pobre hombre con la mirada, guiando al contrario para entrar en la tina.
La primera vez fue extraño, los grandes manos de Hércules acariciaron sus hombros con fuerza y le hizo chillar del dolor, el joven se disculpó antes de volver a intentarlo, fue corto el primer contacto, y el segundo tampoco dejó de causar la misma impresión, sus falanges se arrastran por su espalda, esparciendo apropiadamente la espuma por toda la extensión, debe morderse la lengua para no sacudirse mientras lo acarician, otra vez reflexionando si su decisión fue la correcta. Les da paso a los segundos, aguardando en todo momento en completo silencio, hasta ahora, el joven solo se enfoca en limpiar la zona de sus hombros y su columna, sin pasar por más, asume que, debido a los efectos del nerviosismo, sus movimientos se han convertido sistemáticos, pero él tampoco hace pública su queja. Hay una pausa donde Hércules deja de tocarlo, levantándose del borde de la tina en donde está sentado, el corto momento que le deja a solas no le sienta bien, con toda la ansiedad subiendo por su garganta en forma de jugos gástricos, hace su mejor esfuerzo para tragar y regresar todo a su debido sitio, sería desagradable soltarlo todo en el agua, no puede explicar por qué está tan incomodo dentro de su comodidad, el tacto directo, el acercamiento físico sin paredes es caótico para sus nervios, notando más la falta de telas cubriendo su piel, pero por otro lado, no es culpa del joven, no le molesta que sus manos lo estrujan a su antojo, es agradable la calidez que se le brinda, pero también lo atonta por completo, ¿Cómo puede ponerse de acuerdo con sus reacciones? Era un constante debate que sucede con las partes de su cerebro, argumentando a partes iguales si se siente mal o si es placentero, de todas formas, su corto tiempo de receso termina, Hércules se sienta una vez más en el borde, lo siguiente que escucha es el ruido que la botella produce al escupir líquido.
–mmgh...~– de sus labios sale un pronunciado gemido, los dedos de Hércules encajan perfectamente en él, provocando sensaciones gratificantes que anulan sus mareos, tan grato es que su espalda no tarda en curvarse, con sus extremidades tensas por la peculiar emoción que recorre por sus venas, empieza a moverse más, arrastrando esos grandes dígitos sobre su piel, su mandíbula se afloja y de sus labios escurren más sonidos placenteros, cerrando sus ojos mientras se hace renuente a la nueva experiencia –Te gusta aquí?... – preguntó el menor, agarrando más confianza en sus movimientos, arrastrándose más adentro de él, Jack volvió a bendecirlo con un nuevo sonido, jadeos dulces que se escurren de sus labios como peces en el río, su nueva labor es asegurarse de cubrirlo con el espeso líquido para hacerlo sentir mejor –oh! ahí~!– sus dedos tocan un buen lugar, entonces sabe en dónde debe enfocar sus movimientos, iniciando a sobar de forma circular, acariciando todo por dentro –¿así?– Hércules cuestiona, pero el sirviente está demasiado ocupado para armar palabras con sentido. Los masajes en el cuero cabelludo son de lo mejor, tranquilizantes que lo ayudan a uno a sentir maravillas, puede verlo con sus ojos por las reacciones tan libertinas del sirviente, luce demasiado complacido que es inconsciente de lo realmente extraño que se comporta, pero ¿Quién es él para juzgar? se asegura de enjabonar todo el cabello de Jack con el champú hasta crear una gran espuma sobre su cabeza, pero debe detenerse cuando considera que ha estado demasiado tiempo enfocado en tratar la cabeza de su amigo.
Usando la regadera de mano, retiró el champú de sus plateados cabellos, no puede evitar sonreír al ver el resplandor del cabello limpio, resultado de su buen trabajo, ahora solo faltaba ponerle acondicionador para terminar de trabajar con la cabeza. Le unta el producto, acariciando con sus dedos los mechones por capas, luego, como indica la crema, lo deja reposar en sus puntas los minutos requeridos, aprovechando el tiempo de continuar sus caricias en otros lugares –¿Cómo te estás sintiendo, Jack? ¿relajado? – preguntó mientras aplica en sus palmas el jabón de ducha –mmmh... es bastante bueno, sir– los ojos del sirviente están cerrados, supone que es debido a la tranquilidad, eso le llena de orgullo, avanzando con más confianza que antes, sus manos toman de los hombros al contrario, amasando la piel debajo de sus pulgares, lindos gemidos gratificantes vuelven a endulzarle las orejas, ver el rostro de satisfacción de su amigo es demasiado bueno, él está sonriendo contento y embobado, con su cabeza colgando hacia atrás, seguro y despreocupado, como anhelaba hacerlo sentir, ahora, ¿por qué los pezones de Jack son tan rosados? En general, toda su piel es más pálida de lo normal, no cree que sea debido a la alimentación, pero seguramente si a su poca exposición al sol, y eso sin mencionar lo mucho que desencaja el contraste del color de sus manos contra la del sirviente, de nuevo con sus pezones, ¿ya dijo que eran muy rosados? –¿Sir? ¿todo bien? – Hércules no sabe cuándo se le distorsionó la percepción de la realidad, pero sus manos habían abandonado el lecho de los hombros del mayor, moviéndose hasta su suave pecho, con sus dedos posicionados sobre los capullos rosa claro, bien, eso es demasiado raro y sobre todo muy... poco ortodoxo –Eh... claro, ¿no te incomoda que te limpie por el frente? – trata de disimular el extraño acontecimiento, el mayor no le responde de forma explícita, más que alzarse de hombros con indiferencia, así puede respirar aliviado, ha esquivado perfectamente la situación.
Sus dedos ahora están frotándose en los pechos de Jack, si cierra sus ojos y deja su imaginación en automático podría pensar que está tocando un par de tetas, bien, ahora se está sintiendo muy raro, ¿Cómo describe la situación sin que suene mal o gay? Lo sonidos que suelta su amigo no están funcionando, ¿por qué está gimiendo tan fuerte? Más bien ¿por qué sigue acariciando los pezones de Jack? –sir, ¿puede parar?...– Hércules retiró sus manos tan rápido el mayor se lo pregunta, tragando con fuerza mientras intenta recobrar los sentidos, ambos se miran en silencio, igual de perdidos y confundidos por la descomunal perdida de raciocinio que acaban de padecer –No... no sabía que eras muy sensible ahí– su lengua está maquinando sola, desconectada de cualquier señal que su cerebro pudiera lanzarle, pero por suerte, Jack no se lo toma a mal, riéndose algo torpe mientras se lleva una de sus manos a su cabeza –¡yo menos! – el baño se llena de risas despreocupadas, imagina que cualquier malentendido acaba de quedar sellado bajo tumba, con esto, cuando terminan de abanicar la incomodidad, continua una vez más con la cabeza del mayor, acariciando las puntas y retirando el acondicionador con ayuda de la regadera de mano, y una vez terminado, quita el corcho de la tina para vaciarla, palmeando las rodillas de Jack para indicarle que habían acabado –bien, eso es todo, no vaya a ser te vuelvas una pasita– sonrió tranquilo, agitando los cabellos limpios del sirviente de forma infantil, él sonríe contento, apoyándose en los bordes de la ducha para levantarse de ahí –oh, Hércules, gracias por todo, fue bastante bueno...– suspiró, llamando la atención del pelirrojo, que no duda ni por un momento en prestarle toda su disposición –¿pasa algo? – pregunta preocupado, caminando cerca de él, cubriendo sus hombros con una toalla para secarlo.
Jack ansía no verse en la necesidad de expresar su inconformidad en voz alta, es suficiente con las palabras rondando por las paredes de su cerebro, soltarlas al exterior, además de penoso, sería ridículo, ¿Qué más le da a él a dónde va Hércules? Y podría tener en consideración la existencia de la principal obligación de su trabajo, pero sabe que eso no es más que un motivo de última posición en preocupación de su lista, quería saber a dónde va, quería saber por qué no le dice la verdad, su agobio sale en forma física con un suspiro, la preocupación del pelirrojo se agranda, le toma de los hombros y acaricia su cabeza, mirando fijo en sus ojos –Jack, si hay algo mal, por favor dime– no, no se lo va a decir, da igual lo mucho que él suplique, hay cosas que son mejores guardarlas que exponerlas al juicio de alguien diferente a su consciencia, se obligó a callar, negando en un ligero ademán con su mano, buscando apaciguar la inquietud del menor con una alentadora sonrisa –quiero que la pase bien en su salid, sir, no olvide comprarse algo bueno y no llegar tarde para boda...– es todo lo que puede sacar de sus entrañas, y lo poco que sus labios permiten salir, pero es lo suficiente para calmar la preocupación de Hércules –por supuesto, te traeré algo, lo prometo– mentiría si dice que esperó que lo abrazaran, no pudo predecir tal acción de parte del menor, no sabe en qué momento fue rodeado por los grandes y musculosos brazos de su señor, que cayeron sobre su cintura y lo atrajeron al cuerpo del contrario, palabras no bastaron para acompañar el momento, fue tan cómodo y cálido que olvidó por completo que ambos carecían de prendas, únicamente cubiertos por un interior, sin contar que Jack cargaba aún la toalla en sus hombros, no entiende por qué lo está recompensando con tal gesto lleno de afecto, pero es imposible interrumpir para hacer una pregunta tan desubicada, de todas formas, no quería separarse de Hércules, no cuando su corazón se siente tan alegre y seguro siendo abrazado por el contrario. Se separa de Jack, no sin antes plantar un beso en el puente de su nariz y sacudir sus mechones plateados, soltando ligeras adulaciones a su persona, en búsqueda de aumentar su ánimo una vez más, pero no fue mucho el tiempo invertido en la acción –toma, úsalo, así no te vas corriendo en toalla por los pasillos– se había alejado de su amigo para conseguirle una camisa grande que ofrecerle, acomodándola sobre su cuerpo para brindarle una cobertura extra, con la toalla funcionando como un faldón –Gracias, sir, entonces, me voy– aunque la despedida final fue seca, ya no había más que decir, aportar o añadir para seguir estando juntos, por mucho que ambas partes así lo desearan
(...)
–Espero esto tenga una buena excusa...– Hércules ha llegado una hora y media más tarde de la previamente acordada, Abrahel está echando humo por las orejas de la ira, significando un gran retroceso en la conquista del pelirrojo, le deja las manos atadas, no es que pueda decirle a la mujer que casi le deja plantada por estar bañando a su amigo, además de raro, heriría los sentimientos de la chica como no se podría imaginar, ¿decirle en su cara que un masaje a un amigo es más importante que ella? Incluso si es totalmente verdad, además de la paliza de su vida, le destrozaría el delicado ego a la chica –Mi coche se averió en medio del camino... perdóname, Abrahel, no llegué tarde intencionalmente– se rascó la cabeza, esperando que su muy pobre intento de disculpas rindiera frutos, y parecía que sí, ella parece relajar sus facciones, pareciendo más calmada que un inicio –como sea– apenas murmura, mirando a todos lados, cualquier cosa que fuera evitar el contacto visual, está así por unos segundos, hasta que finalmente retoma la palabra –¿a dónde saldremos? – el suspiro de alivio se hace presente cuando el ánimo del ambiente vuelve a estabilizarse, no es cómodo estar de pie en la entrada de la casa, escuchando las quejas de Abrahel, que lentamente parecía irse desinflando entre más insultos iba soltando, con la renovación de aires, finalmente puede sonreír contento, extendiendo su brazo a completa merced de la menor –¿Qué tal te suena el cordero? –
Juntos fueron a un restaurante de 5 estrellas, completa invitación de Hércules, si debe ser sincero, hoy había sido la peor cita que ha tenido, sin contar que las anteriores no eran excepcionales, normalmente ignoraría la falta de química que existe entre ambos solo por continuar saliendo con la hermosa dama que está sentado al frente suya, pero, aunque no niega su belleza, no se siente para nada interesado en seguir con ella, él es increíblemente cruel, pero se siente decepcionado, Abrahel no deja de hablar de sus múltiples viajes lujosos, o cuantas prendas caras sus ex novios le compraron, perdió ganas por completo en continuar la charla con ella, sintiendo todo más una pérdida de tiempo, si Jack estuviera con él, le contaría sobre sus diferentes conocimientos sobre platillos culinarios, diría chistes ingeniosos con los cuales él no entendería hasta que se los explicara con detalle, sería tan entretenido ver al peli plateado regañarle por ser desordenado con los cubiertos, pero ella... es aburrida, es bonita, pero sonsa –Oh, Hércules, la comida sabía tan bien, una pena que se acabó– ella intenta sacar conversación, hasta entonces, no se había dado cuenta de lo callado que ha estado en todo el tiempo que llevan comiendo –ah... bueno, el cordero no la mejor carne, pero estuvo bien– se alzó de hombros, apilando los cubiertos sobre el plato, asegurándose de pedirle la cuenta al primer mesero que se encuentra, quería irse lo más rápido posible, y parece que Abrahel lo nota al instante –oh... ¿apurado por irnos ya?~... – algo en el tono de voz que usa le inquieta, apretando sus dientes en un intento de no hacer ninguna mueca demasiado evidente –por supuesto, hoy es la boda, todavía no tengo nada listo– sale una risa incomoda de sus labios, mirando sus piernas mientras se frota las manos contra los pantalones, por qué está tan incomodo? Ella es tan bella pero no está interesado en llevarla a la cama, debía haber una razón, ¿ha estado tanto tiempo sin salir con alguien que se le han puesto las bolas azules? Pero en todo caso estaría necesitado por hacerlo, hoy definitivamente no es su día.
Las horas vuelan como pájaros en emigración, el ruido de humanos pavoneandose con ramos y telas de procedencia fina, decorados variados y propios del evento a continuación, Jack se siente más y más agitado, suficiente es correr desde la casa hasta la playa y de la playa a la casa, exprimiendo sus pulmones y piernas para adaptarse al maratón, cuando termine el evento, se ocupará de pedir unos días de descanso cuando haya coyuntura para ello, ahora, incluso con la tembladera de sus nada-deportivas piernas, debe encargarse de traer los últimos preparativos para poner el pastel matrimonial, que en cualquier momento lo traerían. No fue hasta quedar hipotéticamente desocupado que entró dentro de si el alarmante recuerdo, Hércules se había ido hace varias horas, y aún no da luces de volver, la boda está por dar apertura, y ya ha visto varias veces de Hera caminar por la mansión con rostro de pocos amigos, dando mil vueltas en los pasillos, buscando algo, y puede asumir qué es lo que intenta localizar, el mero pensamiento de ser interrogado con los agresivos modales de la señora le escuece la piel, pero entre más pasa el tiempo, la posibilidad de dicha problemática se acerca a paso rápido – ¿Nadie lo ha visto?– escucha el débil susurro de una de las jovencitas de limpieza, con sus finas manos aferradas a su delantal blanco, esta comenta ofuscada a su compañera de oficio, que luce igual de angustiada, sus cejas apuntando hacia abajo con firmeza –debe estar metido en las faldas de la tal Abrahel esa, ¡es una descarada!– Jack movió al instante su cabeza cuando el breve intercambio de diálogo de las muchachitas cruza por sus oídos, deteniendo abruptamente el paso en medio recorrido, girando sobre sus talones para ir hacía las jovencitas –Discúlpenme, my ladies, por entrometerme en su charla, ¿acaso han mencionado el nombre del joven Hércules? – preguntó cordial, inclinando su cabeza en un buen gesto de caballerosidad, las criadas intercambiaron miradas, dudando responder en un inicio, pero luego accedieron a contestar –Si, es que Doña Hera ha estado buscándolo, pero aún no viene y... nosotras lo habíamos visto antes con esta mujercita desde antes, entonces, eso...– se calló en medio trazo, alzando sus hombros mientras aprieta sus labios en una fina línea, ninguna de las dos parecían cómodas hablando del tema, algo acobardadas luego de ser cachadas con las manos en la masa, echándole tierra a la susodicha, Jack puede comprenderlo, pero la importancia no radica en los insultos, si no que Hércules le ocultó esa información, ha estado saliendo con alguien a escondidas, sin importar que eso podría meterlo en un severo problema al incumplimiento de su compromiso inicial –Gracias, my ladies... si la Mme. Hera pregunta por mí, no duden en avisarme, muchas gracias por contarme...– suspiró desilusionado, apoyando la palma de su mano en su pecho, retomando el rumbo a su dirección original, dejando a solas las siervas.
¿Por qué Hércules le ha engañado? confió en él, jamás imaginó que su salida sería para verse con aquella mujer, no pensó en cómo podía eso generar problemas en él como persona, pero no ayuda en nada el mal genio de la Señora Hera, ni mucho menos en un día tan especial, abriendo el conflicto con su moral, su corazón y su cabeza, y los argumentos presentados en cada bando se resumen de la siguiente manera, ordenados respectivamente: su trabajo era decir con quién se encuentra, en dónde y desde cuándo, para eso había sido contratado, para servir como la sombra del joven pelirrojo, también se siente adolorido, la facilidad del menor para aprovecharse de su confianza y hacer lo que quisiera a escondidas, aunque, como sea, arruinar el evento tan especial, la unión de dos personas que se aman, arruinarlo todo diciendo la verdad sería su peor error, ahora, incluso con su sentimiento de traición, comprende que era normal, el compromiso entre ambos es inexistente, Hércules sigue siendo solo el hijo de su jefa, cualquier vínculo es nulo considerando tales términos. Cada departamento en el que se divide su cerebro está maquinando para soltar la respuesta más acertada, tratando de llegar al mejor escenario para ambos, entonces así llega a su conclusión, lo mejor para todos es guardar el silencio, evitar conflicto y revelar las cosas cuando la situación de el espacio para. En ese caso, debe asegurarse de decirle a cada siervo que guardara silencio, rápido, giró sobre su eje, caminando lo más rápido que puede, buscando a las chicas que había visto antes para avisarles de su decisión.
(...)
Al final del túnel siempre hay una luz, para él, la del cuarto del hotel por la que acaba de entrar, lamentablemente, no simboliza el renacimiento, si no la decadencia de su persona, lleva sentado sobre la cama al menos veinte minutos, pensando en todo y a la vez en nada, despojado del confinamiento de sus ropajes, Abrahel está dándose la ducha del siglo, aunque eso es algo positivo para su situación, no ha conseguido ponerse duro por mucho que se toque, y eso es grave, oh, muy grave... el agarre de sus dedos sobre su longitud es flojo, su cabeza está apoyada sobre la almohada, sus piernas estiradas, todo perfecto para sentirse cómodo, pero simplemente no puede avivar la llama de su libido, y eso es vergonzoso, en cualquier momento el destino saldrá por la puerta, una candente mujer, con gotas escurriendo por sus deliciosas curvas, descendiendo por sus muslos rellenos con un jugoso brillo sobre su bronceada piel, puede que usando una toalla para aportar misticismo al encuentro, pero por mucho que fantasee con la bonita escena que en segundos va a suceder, no hay ni la más pequeña punzada recorriendo por su abdomen, simplemente no está con ganas de nada, eso le pone dos grandes incógnitas, o se ha vuelto loco o se está volviendo gay, porque la disfunción eréctil es imposible. No puede perder más tiempo, lo único que le queda es usar esas pastillas avivadoras de libido y esperar a que surja efecto lo más rápido posible. Llega la hora de la verdad, Abrahel sale del baño, a diferencia de la versión imaginaria que ha creado, la mujer sale luciendo un bonito conjunto rojo que combina con su tez, su piel no está mojada pero si resplandeciente, fresca gracias a su buena ducha, suspiró agobiado, eso confundió a la dama, que sonrió alegre al percibirlo como un gesto libertino, recorriendo sus atrevidas curvas con sus finas manos, haciendo bucles con el encaje rubí de su lencería –Disculpa... ¿te hice esperar? – pregunta, y Hércules se abstiene de responder con sinceridad, haciendo su esfuerzo para actuar como es debido –oh... la espera fue eterna, me preguntaba en qué momento ibas a venir– sonrió hacia ella, observando como camina a paso lento hasta la cama, apoyando sus rodillas sobre el borde de la cama, gateando con calma hasta el regazo de él, acariciando su glande con sus uñas acrílicas –perdona, tenía que... pero, ¿acaso no valió la pena? – susurró cerca de su oreja, frotando sus pomposos labios, él continuó con el juego –cada segundo–.
Él muele sus caderas sobre su erección palpitante, firme y constante pero tentadoramente lento, frotando sus glúteos contra él en una danza perfecta, hecha a detalle para elevarle los sentidos a su máximo esplendor, sus manos están sujetas como anclas en esa sedosa piel blancuzca, tirando y picando con sus uñas hasta dejar la carne magullada en un precioso carmesí, él se mueve bajo la tutela de sus brazos para aumentar la fricción entre ambos, restregando sus tersos pezones contra su clavícula, túmidos y suaves, moviéndose en conjunto con todo su cuerpo, el cuarto se ha vuelto una sauna gracias a los suspiros y gemidos fogosos que ambos comparten cuando sus bocas se distancian, aumentando la sensación de estar drogado por el afrodisiaco que representa tener sus labios contra los suyos, las lenguas entrelazándose en un húmedo abrazo, salpicando débiles hilos de saliva, encajando como piezas de un rompecabezas, su complemento perfecto. Sus dedos recorren esos cabellos plateados, largos, finos y empapados de sudor, tirando de ellos para abrirle campo al espacio de su delgado cuello, enterrando sus dientes sobre la carne hasta dejar las marcas de sus colmillos, un aullido lastimero sale de esos labios rotos e hinchados, con su mandíbula caída, sin miedo de ser escuchado por el mundo que lo rodea, la sinfonía es tan explicita, rellena de una ostentosa obscena, pero no pierde el toque lleno de clase que tanto lo caracteriza, acariciando los nervios de su cerebro, lanzando señales de placer profundo, su erección se realza, presionando contra las firmes posaderas del mayor, arrancando otro sonido de sus cuerdas vocales – ¡AHh~! ¡m-más~! – esas palabras son la llave clave para abrir la cerradura de su poca cordura, aferrando sus palmas en su cintura, alzando y bajando su figura, dando la simulación de fuertes estocadas en su parte íntima, más ruidos lascivos se derraman de su garganta, encantando su oreja con ellos – ¡MH-Ah! ¡H-Hércules~! ¡A-AhM~! – Todo el rato que lleva disfrutando únicamente del tacto, con sus ojos cerrados y moviéndose solo con lo que sus dedos le señalan, desea verlo, ver ese rostro perfilado sin ninguna imperfección que lo manche, con el hermoso color rojizo remplazando la blancuzca tes, sus ojos bicolores alzados hacia el cielo, derrochando excitación profunda.
Tal fue la sorpresa cuando vio la realidad, cualquier efecto de la viagra se esfumó en fracción de segundos, ha olvidado por completo que es Abrahel a quien tiene en sus brazos y no a quien tanto desea, a Jack –espera, detente, por favor, detente– las manos que alguna vez tocaron la figura de la mujer ahora están buscando necesitadamente apartarla de su regazo, eso la sacó de la situación, alzando sus cejas con asombro ante la respuesta tan repentina –¿Hércules? ¿Qué pasa? – preguntó preocupada, jadeando mientras observa como el pelirrojo se apresura en buscar su ropa, cubriendo su cuerpo con las prendas que antes había abandonado –¡¿Hércules, qué te pasa?! – alza el tono para tratar de llamar la atención del hombre, bajándose de la cama hasta llegar donde él, tomando su brazo y agitando desde él para traerlo de nuevo a sus sentidos –Abrahel, no quiero seguir, ¿de acuerdo? Arreglemos esto después– le cortó el hilo, terminando de arreglarse con la ropa, despidiéndose de ella con un rápido y seco beso en los labios, apresurándose de huir de la habitación, dejando sola a una confundida dama, presa del rechazo y desconsuelo.
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Va el resto del camino en silencio, con sus dedos presionados contra el cuero firme del volante, su pulso está acelerado, sus nervios están a flor de piel, a punto de explotar en cualquier momento, ¿por qué pensó en Jack en ese momento? Había fantaseado con tocar su cuerpo como el de una mujer, no, su problema no es solo eso, desde la ducha había estado teniendo problemas, tal vez era la impresión que le generó verle así, entonces ¿por qué rechazó a Abrahel? Nunca antes se había desinteresado, la principal razón por la que se acercó a ella era porque es bella, un cuerpo hermoso, voluptuoso y repleto de despampanantes curvas, sin embargo, nada de eso había sido suficiente para excitarlo, incluso tuvo que recurrir a un medicamento para ponerse duro, no le había causado efecto alguno en él ninguna de esas cualidades que a cualquier hombre le encantaría, pero si todos los aspectos de Jack... su amigo. El resto de viaje en automóvil fue caótico con sus pensamientos, no se siente bien luego de lo sucedió, ni siquiera se a fijado en el mensaje que Abrahel le ha enviado, está tan afligido por el extraño momento por el cual está pasando, jamás había tenido fijaciones en ninguno de sus compañeros, ni llegado a tal extremo de fantasear con ellos en medio del apogeo sexual, y terminando de sumar el tema de que es un hombre, otra vez se pregunta cuál es su problema, definitivamente se a vuelto loco, pero... ¿gay? ahora, en términos morales, es desagradable, casi comparable a una violación, por supuesto no tan grave, pero las cosas no podían seguir con el mismo ritmo con el que iba, tanto dormir con él, compartir tanto tiempo juntos, debía estar alterando sus nervios por la poca convivencia con más personas, y en castigo, su cerebro está jugando con él de la peor forma posible, pobre, oh pobre de Jack, tan inocente y adorable, servicial, dedicado y entregado, mientras él solo piensa en aprovecharse de su cuerpo para calmar sus necesidades carnales. Como si fuera producto del destino, de tanto pensar en su amigo, a provocado que otro mensaje le llegue al teléfono, y sabe de quién se trata gracias al ruido de la notificación.
>>Pr fabor, no trde en vnir.
El pulso de Hércules se aumenta, Jack jamás le manda mensajes, no luego que aclaró que iba a hacerlo únicamente cuando fuera de suma importancia, sus dedos se aferran al cuero del volante, empujando con firmeza el pedal, ignorando las multas por la infracción de límite de velocidad. Ya es tarde, las 4 pm, la boda estaba a dos horas de abrir y él no tiene nada preparado, puede que por eso su amigo le escribió, para recordarle tal importante dato, pero no puede significar solo eso, definitivamente no era solo para recordar algo tan insignificante como eso, ¿sabía su madre en dónde estaba? la mera idea de eso le llena de pánico, no solo por el castigo que podría recibir por tal infracción, si no por el peli plateado, la situación asfixiante por la cual debía estar siendo presionado, obligado a responder todas las preguntas que Hera le estaría escupiendo con gritos, sus brazos tiemblan abrumados de la ansiedad, la fuerza no le es suficiente para empujar el acelerador al máximo, presa del pavor que le recorre todo su ser.
– ¿¡DÓNDE ESTÁ!? ¡DIME DÓNDE! !!DÓNDE!! – con sus uñas enterradas en los brazos del sirviente, lo sacude como muñeco de trapo de un lado a otro, magullando sus extremidades, Jack no puede hablar, no importa cuanto lo intenta, las palabras no salen de sus labios por mucho que se esfuerza, ni siquiera tiene qué responder, con su cabeza vacía – n-no... n-no.. l-l-lo s-se... p-p-por favor... p-pare– su cuerpo entero está disparando señales negativas, no puede moverse, ni reaccionar, ni contestar, quedándose sin aliento al jadear tan rápido, atragantándose con las lágrimas que se escurren por sus mejillas a cántaros, sus rodillas flaquean tanto como su mirada, que rápidamente se vuelve borrosa, su cabeza está girando en todos lados debido a la falta de oxígeno. Está aterrado, su pecho arde como nunca, ¿Qué debería hacer? no puede decirle a Hera que Hércules está con una mujer, ¡sería su tumba! pero seguramente la mujer ya sabía de ello, pero el mayor problema es que de verdad no sabe está, ni quién es esta misteriosa susodicha, sabia tanto como ella o como cualquier siervo de la mansión, le había fallado a su jefa, a fracasado a su trabajo, era un completo desastre y todo por su culpa, porque no fue capaz de cumplir con sus obligaciones.
– !Madre, suelta a Jack!– Hércules agitado a penas alcanza a decir, corriendo hasta Hera para arrebatarle al inocente hombre que está castigando en sus brazos. No tuvo tiempo para reaccionar, llegó primero el fuerte estruendo, luego el ardor, su madrastra lo ha abofeteado.
¡Gracias a todas las personas que están leyendo mi fanfic! discúlpenme por tardar en actualizar, últimamente no he estado con la motivación de redactar nada, solo haciendo pequeños avances, hasta hoy.
El capitulo es un poco más pequeño, por el bien de mi falta de inspiración y por mantenerlos con contenido, decidí dividir el capitulo a la mitad, ¡el siguiente capitulo finalmente viene la boda PoseKoji!
Espero les guste, y muchas gracias por todos los votos, ¡nos vemos en una próxima actualización!