Fruto Prohibido

By Jborahae

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Es 1862, una época de hambruna, desesperanza, enfermedades y nuevos descubrimientos para la sociedad que dará... More

BOOKTRAILER
PRÓLOGO
Capítulo uno: Creer
Capítulo dos: Un ella
Capítulo tres: ¿Sangras?
Capítulo cuatro: Secretos
Capítulo cinco: luz y calor
Capítulo seis: Impuro
Capítulo siete: deseos
Capítulo ocho: sonrisas cómplices
Capítulo nueve: Expiación.
Capítulo once: Infierno
Capítulo doce: pecado hecho carne
Capítulo trece: luces naranjas.
Capítulo catorce: brillos, destellos y luces.
Capítulo quince: llamas del infierno.
Capítulo dieciséis: engaño
Capítulo diecisiete: crecimiento
Capítulo dieciocho: vida
Extra
Agradecimientos

Capítulo diez: Asombro

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By Jborahae

Demasiado bullicio, personas por doquier, calles extensas, edificios gigantes y carruajes demasiado elegantes. Con tantas cosas por ver, quizá le faltaría tener más capacidad en sus ojos para captar cada detalle, porque todo aquello no era posible grabarlo en sus recuerdos con tan solo unos cuantos segundos. Jimin entreabría los labios cada vez que se maravillaba con algo y para Yoongi eso era la mejor de las vistas.

Escucharlo asombrándose era mucho mejor que el tener sus repetitivas quejas sobre lo cansado que se encontraba, pidiendo cada cierto tiempo el detenerse. Definitivamente, no era alguien que estuviera acostumbrado a viajes extensos y mucho menos de esa manera, aunque Jimin insistiera que estaba más que familiarizado con esos recorridos.

Habían tenido suerte porque en su camino un comerciante se apiadó de dos, casi moribundos, viajeros, les compartió un poco de comida, la cual sería la primera en muchas horas para el mayor, ya que las provisiones de comida no fueron las suficientes para ambos y Yoongi podía resistir un poco el hambre, mas no estaba del todo seguro que Jimin soportara algo como eso. El mayor no vio problema en darle todo el alimento al menor quejumbroso, no sería la primera vez que aguantaba hambre.

— Yoongi, esto es increíble – exclamó Jimin con la vista fija en los edificios altos, Yoongi podía jurar que en cualquier momento eso le provocaría dolor horrible en cuello, aunque no lo detendría de ver todo lo que les rodeaba.

— Tu hermano parece que nunca había visto la ciudad – se burló el hombre que había sido su salvador.

— Ha pasado toda la vida en un pequeño pueblo, esta es su primera vez.

— Oh, ya veo. Entonces será mejor que tengas cuidado con él. Las grandes ciudades son capaces de deslumbrar a cualquiera, podría extraviarse con facilidad. Créeme aquí tu menor preocupación serán las bandas de ladrones en el camino.

Quizá habían mentido al hombre que ahora los transportaba en su carretón con mercancía con tal de apelar a su lado humano. Era muy fácil decir algo como haber sufrido un acto vandálico que los dejó sin un transporte o comida, la historia se hacía mucho más gracias al pequeño encuentro violento con Jimin que aún seguía presente en su rostro, el cual se había tornado morado, según Jeon era un golpe ligero, sin importancia esas eran las palabras del doctor, una fácil descripción que minimizaba el dolor.

Yoongi no podía decir de lo mismo, mucho menos mencionar que ya no dolía, aunque en esos momentos eso no tenía mucha importancia, no cuando de pronto la emoción de Jimin se exteriorizó hasta llegar a halar de su brazo para que prestara atención a eso que le había provocado ese estado de efusividad.

— Yoongi, mira eso – Jimin señalaba con entusiasmo un edificio en particular con unas enormes letras deletreando la palabra "LIBROS" – tenías razón, aquí todo es más grande.

— No te emociones mucho, muchacho, así como puede parecer enorme, la ciudad es capaz de perderte de distintas maneras.

Por alguna extraña razón que desconocía Yoongi, el menor que tanto irradiaba felicidad, de pronto se vio decaído, como si las palabras del hombre le afectaran más de lo que debería. Jimin se quedó en completo silencio en la parte trasera del carretón, mientras que el mayor le hacía compañía a aquel hombre que les había dado una pequeña ayuda por el simple precio de absolutamente nada. Bastaría con un pequeño trueque de servicios.

Llegarían a la zona comercial, donde descargarían toda la mercancía y ese sería su pago por llevarlos hasta ahí. Ni bien se detuvieron, el mayor bajó de inmediato, no esperando que el menor ya se encontrara abajo, tomando los bultos con los cuales ayudarían. Algunos costales de papa, harina y otros vegetales más fueron colocados con cuidado en el suelo después de algunos minutos, terminando así su pago. Tanto Yoongi como Jimin se despidieron de manera cortes del buen hombre y emprendieron su camino hacia la tienda de libros.

Existía un silencio asfixiante que solo era llenado por los gritos de los comerciantes para llamar la atención de cualquiera que pasara frente de ellos para dar a conocer sus productos frescos, Jimin se distrajo por unos segundos al observar a un padre con su hijo, el pequeño estaba siendo regañado duramente hasta el punto de intentar contener su llanto. El hombre sacudía al niño constantemente exigiendo algo hasta que finalmente le brindó una bofetada en el rostro para que dejara de llorar, dejando sorprendido a Jimin.

Un recuerdo amargo se asomó desde lo más profundo de sus memorias, donde su padre actuaba de la misma manera, amenazándolo con golpearlo por recoger flores o bien al verlo emocionarse por las telas bonitas de las modistas.

— A un lado niño – la voz de alguien lo hizo regresar al presente, sintiendo el tirón en su pequeño equipaje, el cual casi le fue arrebatado de las manos.

— Suelta eso – exclamó el reportero sosteniendo sus pertenecías y arrebatándoselo al ladrón carterista que intentaba aprovecharse de la distracción del menor. Aquel muchacho se dio a la fuga ni bien pudo, Yoongi le regresó las cosas a Jimin aun sin quitar la mirada intensa o su tono de voz, el cual fue un poco tosco – ¿estás bien?

— S-sí.

— No tienes que distraerte, aquí no es como en el pueblo, esto es la ciudad donde existen peores ratas que un reportero oportunista – el menor abultó sus labios, abrazándose al equipaje, bajando la cabeza al sentirse avergonzado –. Hey, está bien, no tienes que sentirte mal, ¿de acuerdo? Es solo un consejo para sobrevivir aquí.

— Lo siento, casi nos quedamos sin nuestras cosas por distraerme.

— ¿Con qué te distrajiste? – Jimin no mencionó nada, pero su mirada se desvió de nuevo hacia el lugar donde aquel pequeño seguía llorando, quitando sus lágrimas con búsqueda, provocando que sus mejillas se mancharan de suciedad y se pusieran más rojas.

— No fue nada – Yoongi pudo apreciar una sonrisa forzada, junto con algo que parecía un brillo extraño en los ojos de Jimin – andando, tenemos que ir a la tienda y encontrar un lugar donde hospedarnos.

El menor volvió a tener esa actitud vivaz, llena de energía, tomando la mano del reportero para arrastrarlo por toda la calle, mientras abrazaba con fuerza el equipaje contra su pecho. Su labio no dejó de temblar en todo el recorrido, pero sus dientes hacían un buen trabajo al evitar que salieran sus sollozos, ocultándolos perfectamente de la vista de Yoongi.

Siguieron avanzando hasta entrar al lugar que los recibió con el tintineo de una campana, al abrir la puerta, un hombre muy mayor les dio la bienvenida, preguntando qué era lo que buscaban. Ni bien mencionaron lo que necesitaban, todas sus esperanzas se vieron derrumbadas gracias a que todos esos libros no los tenían en tiendas normales.

Las escuelas de medicina eran celosas con sus libros, así que todo se encontraba en las grandes bibliotecas de esos lugares, sin embargo, el hombre les entregó un libro de enfermedades extrañas con casos que los grandes médicos habían descartado a través de los años, ya fuera porque le habían encontrado una cura o bien no había más detalles respecto a estas.

— ¿Ahora qué haremos? ¿Regresamos al pueblo? – cuestionó Jimin una vez pusieron un pie fuera de la tienda, Yoongi intentaba pensar en una solución, no podían regresar con las manos vacías, el hombre del lugar les dio aquel diario por unas cuantas monedas, pero no era suficiente – ¿Yoongi?

— Creo que debemos ir a una posada y descansar. Luego pensaremos qué hacer.

El mayor intentaba encontrar un plan perfecto que le permitiera obtener un poco de información, ya no solo por ayudar al doctor, sino por la curiosidad de saber por su cuenta lo que ocurría con el chico. Fue capaz de notar la manera en la que escondían la verdad frente a sus narices, no se quedaría de brazos cruzados.

Siempre mantenían un constante intercambio de miradas a las cuales les seguían esas sonrisas instantáneas que resguardaban secretos, Jeon ocultaba algo junto con Taehyung, era completamente inexplicable, pero imposible de ignorar, al menos para alguien como él que no haría ojos ciegos.

— Jimin, ¡Cuidado! – Yoongi abrazó al menor en un intento de protegerlo, su agarre era fuerte sobre los brazos delgados del cuerpo ajeno, pues poco más y el menor hubiera sido arrollado por un carruaje – ¿te encuentras bien? – Jimin simplemente asintió aun estando en shock, el reportero lo acercó a él, abrazándolo –. Por la corona ten más cuidado. Yo te protejo ¿de acuerdo?, pero también necesito que te mantengas atento.

— De acuerdo.

Las calles de la ciudad eran un caos, pero para alguien que pasó en ese lugar por semanas se le hacía muy fácil encontrar lo que necesitaban después de avanzar por algunos callejones. Se trataba de una pequeña posada donde tenía cierto grado de amistad con la encargada del lugar, además de que el dueño le debía un favor enorme después de ciertos inconvenientes, era una deuda de por vida la cual le brindaba ciertos beneficios y obviamente utilizaría en ese momento.

Jimin se sintió un poco temeroso al notar la calle en la que se encontraban, era alejada de la avenida principal y a su alrededor no veía caras felices, sin embargo, sus pasos siguieron al mayor sin dudar, buscando refugio de toda esa hostilidad excesiva una vez atravesó la puerta de ese sitio.

El lugar le recordaba a la taberna de Seokjin, pero un poco más grandes, con un ambiente lúgubre, con demasiados hombres alcoholizados gritando, varias mesas con apuestas de los juegos de póker con artículos provenientes de algún trato clandestino, una que otra pelea y escupitajos asquerosos. Jimin se aferró al brazo del mayor, quien se rio bajo por su actitud al buscar refugio en él.

— Vaya, miren lo que trajo a mí el viento del oeste – mencionó la mujer detrás de la barra, sonriendo de manera seductora hacia Yoongi, quien se sentó en uno de los bancos altos – qué te trae por aquí, pensé que habías dicho que aquella vez sería la última.

— No vengo con ese fin Ciara, necesitamos una habitación – Jimin tenía un semblante serio al notar la manera despectiva en la que la mujer lo veía, ni siquiera era tan bonita, parecía una mujerzuela con todo lo que llevaba encima estaba seguro de que él se vería mil veces mejor incluso usando ese feo vestido que tenía puesto – ¿tienes habitaciones dobles?

— Solo tengo una disponible y es la tuya.

— ¿Sabías que vendría?

— Esperaba que regresaras a mí – la mujer alzó una llave sosteniéndola entre sus dedos después de buscar la correcta, balanceándola de un lado al otro, mostrándosela a Yoongi con una mirada devoradora –. Si gustas puedo tener consideración especial y curar ese golpe que traes en la cara.

— Necesito una habitación doble, Ciara, Jimin viene conmigo, no dejaré que se hospede en otro lugar que no sea conmigo.

— Pues lo lamento no hay más, es la tuya o te vas – Yoongi lo pensó por algunos segundos, debía ser una trampa de esa mujer y no le quedó duda cuando notó esa sonrisa suya – claro que puedes quedarte en mi habitación si así lo deseas.

— Bien nos vamos.

Yoongi bajó del banco alto dejando sorprendido tanto al menor como a la mujer que esperaba una respuesta diferente, pero el reportero no caería en su sucio juego, solo debía presionar un poco para que ella cediera y les brindara una habitación con dos camas. Era cuestión de tiempo, en unos cuantos pasos escucharía lo que deseaba, eso le daría a él y a Jimin un espacio donde tendrían un merecido descanso.

— Yoongi no puedes dejarme así – alzó de nuevo la voz Ciara, sintiendo su enojo haciendo estragos con ella misma, casi saliendo del lugar para perseguir a ese obstinado inglés – si tú no la tomas se la daré a alguien más. Es tu última oportunidad. Decide de una buena vez.

— La toma – la voz de Jimin se escuchó, haciendo detener los pasos del mayor de manera abrupta. No, no, no – tomaremos la habitación, no me importa compartir con mi hermano, lo hemos hecho toda la vida.

— ¿Él es tu hermano? – cuestionó la mujer alejando la llave del alcance de Jimin quien entrecerró los ojos, arrebatándole la llave.

— Y ¿Qué si lo soy? Tiene algún problema con eso. Lamento si pensaba acostarse con mi tonto hermano esta noche, pero tendrá que cerrar las piernas por estas noches o buscar alguien más que le haga el favor. No dudo que se le dificulte...

— De acuerdo, es suficiente – Yoongi le cubrió la boca con su mano al menor, sonriendo incómodo frente a Ciara quien mordía su mejilla interna, desviando su vista del hombre frente a ella – tomaremos la habitación, gracias Ciara.

No hizo falta el ser guiado hacia las habitaciones, pues él conocía el lugar, sin embargo, se le hacía difícil avanzar con un niño inquieto entre sus brazos que solo sabía quejarse para que lo soltara, retorciéndose como si de un gusano se tratara. Jimin terminó por lamer la palma de la mano del mayor, sabiéndole horrible a suciedad y sabrá el señor a qué más, pero obteniendo por fin su ansiada libertad.

— Quieres dejar de meternos en problemas y de comportarte como un niño.

— ¿Yo? Le recuerdo que no soy yo el que estaba coqueteando con una mujer de dudosa procedencia que intentaba insinuarse para que se metiera entre sus piernas.

— Y eso qué.

— Entonces lo acepta, ¿es su amante?

— Por supuesto que no, ahora deja de ser tan infantil y camina.

Siguieron avanzando por el pasillo oscuro hasta la última habitación, donde Yoongi se encargó de quitar el seguro, dando paso al lugar, el cual tenía una cama bastante amplia, una ventana lo suficientemente grande como para tener unas cortinas elegantes que caían hasta el suelo. Jimin se aventuró a entrar, observando todo a su alrededor, sintiéndose fuera de lugar, parecía que alguna familia de la realeza se alojaría ahí y no un simple chico de un pueblo.

Todo en esa habitación le hacía recordar a esas historias de la esposa de su padre, diciendo que los grandes señores se hospedaban en casas elegantes, donde los pisos tenían tapetes extensos, muebles con maderas finas y telas por todas partes. Eso parecía ser un símbolo del estatus, justo como lo demostraba el espacio en el cual se encontraba.

El ropero era enorme, también había un baúl de madera tallada, cosas que jamás había visto, incluso la cama tenía una estructura con pilares de madera y una tela que caía, como si cubriera el espacio para brindarles mayor privacidad, un cordel dorado era lo único que impedía que esa bonita tela cayera hasta ocultar la cama ¿para qué necesitaría eso una habitación? Aunque eso no le quitaba lo bonito.

También había una chimenea la cual se veía que no fue utilizada en un tiempo, no tenían tocones de madera para encenderla, lo que les dejaba con dos opciones, pedir un poco a esa horrible mujer o bien soportar la fría noche, Jimin prefería la segunda; ni siquiera había un solo rastro de hollín en toda la superficie gris y las pocas cenizas parecían bastante reducidas, casi fusionándose con el polvo del suelo.

El sonido de algo arrastrándose por el suelo lo hizo estremecerse buscando de inmediato el motivo del ruido, encontrando a Yoongi empujando un mueble hacia una de las paredes de la habitación.

— Puedes ayudarme y no solo quedarte ahí viendo – se quejó el mayor, teniendo una respuesta inmediata de Jimin, ayudando a empujar el pesado mueble.

— ¿Por qué hacemos esto?

— Al otro lado hay una puerta, es una entrada secreta desde la otra habitación – Yoongi se limpió el poco sudor de la frente, incorporándose y terminando de empujar contra la pared la cómoda – Ciara siempre intenta entrar por ese lado por las noches, pero se le ha hecho imposible gracias a que la descubrí. Por eso no quería esta habitación, no sería cómodo para ti.

— Bromeas, tiene una cama gigante y esa mujer se morirá de envidia porque te tengo para mí solito, es lo mejor que podemos tener para pasar las noches.

Jimin corrió hacia la cama, echándose sobre esta, regocijándose por la suavidad del colchón, comenzando a rodar por la superficie que lo invitaba a dormir durante las próximas horas o días. El mayor se acercó hasta la orilla de la cama donde no se encontraba el menor, tomando un espacio para descansar de igual manera. Verdaderamente, era tan amplia como para tener su propio espacio por las noches, sin embargo, entre el gozo que había invadido a Jimin terminó por rodar encima del cuerpo de Yoongi.

— ¿Qué haces? – cuestionó el mayor al no saber muy bien cómo reaccionar, no sabía si tocarlo para quitarlo de encima o dejarlo ahí porque aquella parte que había sido vilmente rozada estaba reaccionando.

— Lo siento, no me di cuenta el momento en el que subiste a la cama – Jimin mordió su labio inferior aun sin saber muy bien cómo moverse. Aquel recorrido que realizó la lengua del menor sobre sus abultados belfos fue más que llamativo para el reportero – ¿Por qué me ves así?

— ¿Cómo?

— Como si siempre pensaras en cosas indecorosas cuando me tienes cerca.

Yoongi desvió la mira de inmediato, sintiendo cómo el peso sobre él desaparecía, dejándole un frío extraño, carente de ese contacto particular que le provocó un cosquilleo con ese simple roce. Ni bien estuvo liberado del pequeño cuerpo, se incorporó entre movimientos bruscos, se colocó de pie y se dirigió hacia el equipaje que habían dejado en una de las sillas de la habitación.

Sacó una pequeña bolsa que contenía las monedas que utilizarían para pagar los gastos de su estadía y sacó unas cuantas. Regresó la mirada hacia Jimin que aún se encontraba con una mirada curiosa, observando cada movimiento desde la comodidad de la cama.

— ¿Te vas? ¿Me dejarás solo? – parecía angustiado en esa declaración, Yoongi pudo apreciar algo en su mirada suplicante –. No pienso quedarme en este lugar, si estás pensando en abandonarme.

— Hey, detén ahí tu carro de carreras – mencionó el mayor. Jimin se estremeció al notar el semblante contrario, tenía su ceño fruncido, podía apostar que estaba confundido sin comprender a qué se debía esa actitud –. No te dejaré solo o al menos no como lo piensas. Descansa, yo iré a pagar la estadía y los tiempos de comida. Cuando tengas hambre baja, Ciara te servirá un plato caliente de lo que sea que haya preparado.

— De esa mujer me puedo esperar hasta que envenene mi comida – el mayor no respondió, se limitó a meter las pocas monedas en sus bolsillos y dejó la llave de la habitación sobre la cómoda – prefiero esperar a que regreses.

— Volveré tarde, quizá. Así que no te quedes sin comer y ten cuidado con la llave.

Así, sin mediar más palabra, el mayor salió de la habitación, dejando a Jimin con un sentimiento extraño de abandono. Con un suspiro largo terminó tumbándose sobre la superficie blanda, la cual se hundió con su peso, tomó una de las almohadas para abrazarse a esta descubriendo que era muy suave, decidió no darle importancia a lo que estaba sintiendo en esos momentos y prefirió dejarse caer en un sueño profundo.

Qué tonto había sido al pensar que esa hermosa creatura de belleza idílica merecía un halago como bonito, no existía una palabra que describiera a la persona que se encontraba a su lado, era verdaderamente fascinante notar el asombro en esos preciosos ojos que destellaban con la luz del amanecer mientras observaba el paisaje a través de la ventana.

Taehyung le tomó de la mano para expresar lo emocionado que se sentía al notar la amplitud del campo lleno de rebaños, algunos parches llenos de flores y el cielo adornado de bonitos colores naranjas, amarillos y algunas bandadas de pájaros.

El doctor regresó la mirada hacia sus manos entrelazadas, la tela de encaje le hacía sentir extraño al tacto, los hilos aún se sentían suaves gracias a la falta de uso lo hacían lucir de la clase alta, de hecho, todo el atuendo del menor se veía demasiado elegante perfecto para ser tratado como una digna dama de sociedad. El color del vestido era uno que utilizaría una mujer casada, con ese hermoso color verde oscuro, sus guantes elegantes cubrían sus delicadas manos y el detalle de un sombrero hacía su trabajo en ocultar su rostro con solo bajar un poco la cabeza.

— Jungkook, esto es... impresionante – susurró apenas para que nadie le escuchara, no había tantas personas en el vagón junto a ellos, pero debía guardar las apariencias – gracias.

— ¿Por qué agradeces?

— Por darme la oportunidad de ver esto. Subirme al tren, ver todo este espacio libre. No sabía que los pueblos vecinos se encontraran tan cercanos, bueno algo así.

— Si esto es de tu agrado, espera a que lleguemos al pueblo y cuando estemos en Inglaterra, verás muchas más cosas asombrosas.

— De verdad espero que sí – mencionó el menor con una mirada suplicante y brillante por la acumulación de lágrimas, pronto un hombre se acercó por el pasillo haciendo que Taehyung se sobresaltara y regresara la mirada hacia la ventana.

— Pronto llegaremos a la última estación, señor – mencionó el encargado del vagón, intentando tener una pequeña vista de Taehyung, quien se sentía renuente a complacer esos deseos – espero que la dama se haya sentido a gusto en su viaje.

— Le agradezco por su preocupación, la verdad hemos tenido un buen viaje – Jungkook intentaba no perder la razón al notar la insistencia del hombre en querer ver el rostro de Taehyung – mi esposa y yo quedamos más que maravillados.

Taehyung se tensó al escuchar aquellas palabras, casi regresó la mirada hacia Jungkook, pero el apretón en su mano le hizo recordar el no perder su fachada. No importaba el cosquilleo que se formaba en su estómago, debía seguir en su papel de una dama de sociedad que ahora parecía estar casada con el hombre a su lado.

— Me da gusto escucharlo, caballero. Espero que el milagro de la vida pronto se dé en ustedes – el desconcierto de Jungkook junto con la tensión en su cuerpo fue más que notoria para el hombre – oh, no tiene nada de qué alarmarse, se conoce que el pueblo del que ustedes partieron es donde muchos visitantes han llegado por la noticia de un chico milagroso que les ha concedido la gracia de Dios a quienes lo visitan, muchas parejas han pasado por estos vagones con la emoción de por fin lograr eso que tanto desean. Una descendencia.

El silbato sonó, llamando la atención de Jungkook, observando que estaban por llegar al pueblo, el paisaje del campo había cambiado por el de estructuras junto con un grupo de personas aglomerándose en una estación donde se esperaban para abordar en el siguiente viaje.

— Muy bien, me retiro.

Ni bien el hombre quedó fuera de su vista, Taehyung de inmediato encaró a Jungkook, quien estaba sonriendo de lado, como si ya esperara aquella reacción por parte de él.

— Tú... – Jungkook decidió arriesgar un poco más en aquel momento, dejando un beso efímero en los labios de Taehyung.

— No olvides que no puedes hablar, estaremos bien mientras no llamemos la atención, aunque contigo vestido así, dudo mucho que sea posible. Parece que fuiste creado para obtener todas las miradas, la mía, sobre todo. Ahora, ¿estás listo? – el menor apenas atinó a asentir lentamente, temiendo que aquello fuera una especie de sueño. Jungkook tomó los listones debajo de su barbilla para ajustar el nudo de su sombrero y enderezándolo un poco más –. Sé que dije que serías presentado como mi prima, pero será mejor hacerte pasar por... mi esposa.

— ¿Por qué?

— El vestido que llevas puesto es utilizado por damas casadas, los colores representan una mujer madura – el menor se observó en un simple vistazo no pudiendo evitar morder su labio inferior –. Solo debemos ser más precavidos, será mejor el mantener este papel para nosotros, te dará cierto nivel de respeto, también evitaremos miradas innecesarias.

El tren se detuvo en la estación dando el llamado para que todos los pasajeros bajaran de los vagones, afortunadamente el viaje no tomaba mucho tiempo, eran tres horas cansadas, pero con la compañía adecuada se hacía mucho más ameno.

Al bajar, Jungkook de nuevo tuvo la visión de Taehyung asombrándose por todo, señalaba hacia todas partes, los barcos, las grandes estructuras, los carruajes, las personas, todo era un motivo de asombro. Tenía muy claro lo que debía hacer y a dónde dirigirse, pero le fue casi imposible no complacer los pedidos silenciosos del menor cuando lo tomó de la mano hasta llevarlo a una vitrina de la casa de empeño del pueblo.

— Este es el lugar donde mi padre compró el reloj – susurró cerca del oído de Jungkook mientras cubría con su mano la mitad de su rostro –. Mi padre me describió la casa, pero jamás esperé que se viera así. Pensé que sería como una "casa", parece más una tienda común donde hay muchas cosas antiguas. ¿Por qué tiene ese nombre?

— Lo desconozco, quizá porque muy posiblemente todo empezó en una casa hasta llegar a apropiarse del nombre, todos los lugares que hacen este tipo de cambios de dinero por pertenencias costosas.

— ¿Las personas dejan aquí sus cosas para obtener algo? – el mayor asintió, se acercó un poco más a la vitrina para señalar lo que ocurría justo en ese momento, donde un hombre entregaba un collar de perlas y el hombre detrás del mostrador revisaba cada pieza – ¿qué les dan a cambio?

— Dinero, normalmente cuando buscas obtener algunas monedas rápidas vienes a estos lugares, aunque también tienes la oportunidad de comprar.

Taehyung fue testigo de cómo le era extendida una buena cantidad de monedas al hombre del collar de perlas, llamando su atención el hecho de que alguien se deshiciera de sus pertenencias por necesidad, mientras que otros se aprovechaban de comprar algo que posiblemente tenía un significado profundo, quizá no dándole la misma importancia que el primer dueño.

— Mi padre dijo que el reloj fue un regalo el cual compró para mí. Tendré que cuidarlo mejor, ¿no te parece? Pienso que, a quien sea que haya pertenecido, le gustaría eso.

— Me parece algo muy acertado, todos queremos ser apreciados, los objetos terminan siendo pequeñas partes de nosotros – el menor sonrió de lado, regalándole esa vista a Jungkook, su favorita últimamente –. Hablando del señor Kim, ¿Tu padre viene muy seguido aquí al pueblo?

— No, es solo por temporadas, cuando surgen trabajos en el embarcadero o en alguna de las posadas, lo cual no ocurre mucho.

— Entiendo.

Taehyung siguió admirando todo a su alrededor sin saber muy bien donde posar su mirada, todo era nuevo, algunas cosas eran bastante conocidas, pero el encontrarlo en otro ambiente le daba un toque sorprendente.

— Ya que estamos aquí, ¿te gustaría conocer el lugar? Solo he estado un par de veces, pero supongo que podría ser de tu agrado ver algo más que solo campo.

— ¿Intentaras convencerme de que la civilización es mejor que el campo?

— ¿Puede ser? ¿Qué dice señorita Sophie?

— Señora Jeon, por favor – Taehyung cubrió su rostro después de murmurar aquello, sintiendo la vergüenza apoderándose de su cuerpo junto con ese sonrojo, el cual ocultó con una de sus manos, mientras que su brazo se entrelazaba con el de Jungkook quien no pudo evitar reír de igual manera.

— Por supuesto, mi lady.

Taehyung era eso que sin esperar o pensarlo se convertía en lo que necesitaba, esa chispa que de pronto iluminó algo que no sabía que estaba oculto en su interior. Como esas olas arrasadoras que derriban todo a su paso e impulsan el movimiento de los barcos con la brisa fresca del mar. Nada se comparaba a esas miradas por parte del menor que lo inundaban de un sinfín de emociones y pensamientos, ahogándolo en un océano de preguntas sin respuestas, en un mar cargado de ansiedad, un lago cristalino en el cual podía ver perfectamente el fondo, sin nada que ocultar, un cauce que lo llevaba a desbocar en ese delito llamado amor.

Estaba ahogado, con el agua hasta el cuello, pero él mismo decidía hundirse sin importar cuantas veces necesitara respirar, prefería tomar los suspiros ajenos como burbujas de oxígeno con tal de no perderse o alejarse de Taehyung. Él era eso que ahora sería imposible dejar de querer, dejar de sentir, porque había empezado a quererle sin esperarlo, sin razón y sin medida.

Con el correr de las horas su paseo se alargó hasta perderse en una especie de sueño donde olvidaron aquello que los ataba a algo. El hecho de repetir siempre que Taehyung era su esposa le hacía estremecer, haciendo que su mente lo concibiera como una verdad fundamentada.

Ahora incluso aquel pañuelo que guardaba en su bolsillo con el fin de secar en ocasiones su sudor obtenía un nuevo sentido de existir en el momento que Taehyung manchó la comisura de sus labios con rastros de azúcar del panecillo que estaba comiendo con tanto gusto.

— Permíteme – murmuró Jungkook al acercar el trozo de tela hacia los labios abultados del menor, quien se quedó quieto al notar su acercamiento, fueron toques delicados los que dio, apenas imperceptibles, pero suficientes para hacerlo estremecer – tenías algunas migajas de pan. Habría preferido quitarlos de otra manera, pero no es correcto hacer eso en público, incluso si eres mi esposa, aunque puedo hacer algo diferente.

El doctor tomó la mano de Taehyung con delicadeza, llevándola a sus labios, dejando un delicado beso para luego entrelazar sus dedos, provocando un rubor intenso en el menor. Taehyung podía ver cómo los ojos de Jungkook de pronto parecían tener demasiado brillo, sus pupilas estaban dilatadas, era algo que había aprendido recientemente con él, así que le resultó fascinante el hecho de poder verlo en la mirada ajena.

— Disculpe señor – la dulce voz de una niña se hizo escuchar a su lado, llamando la atención de los mayores – ¿le gustaría comprar una flor para la señorita?

La niña llevaba una pequeña canasta con algunas flores de color rosa intenso, Jungkook nunca las había visto, parecían silvestres, a decir verdad, pero el notar cómo Taehyung se ocultaba detrás de él intentando que la niña no lo mirara de más le causó un poco de diversión.

— ¿Cuánto cuestan?

— 10 peniques – no era mucho a decir verdad y la cantidad de flores que llevaba la menor tampoco llegaban a ser demasiadas para obtener grandes ganancias.

— Parece que es un buen precio para tan bellas flores, dime, ¿has logrado vender alguna hoy? – la niña negó lentamente mientras abultaba sus labios.

— Interesante, te diré algo, si puedes ponerles un bonito listón a las flores colocándolas en un ramo las compraré todas.

— Eso serían tres chelines, señor – mencionó la niña totalmente emocionada, con sus ojos abiertos de par en par.

— Un precio justo, ¿no es así? – murmuró Jungkook teniendo una bonita sonrisa en sus labios – entonces, ¿puedes hacer eso por mí?

— Sí – la menor dejó la canasta en el suelo y comenzó a buscar en el fondo de esta justo lo que había pedido Jungkook.

Era un listón verde, bastante largo de esos que utilizaban las modistas para realizar bonitas confecciones en los vestidos, uno que había sido prácticamente desechado porque no era del color que cierta mujer pidió tener para realizar sus próximos trabajos, accesorios que eran descartados por desperfectos pequeños y que ahora tendría un nuevo propósito.

La niña comenzó a enrollar el listón en los tallos, haciendo un pequeño nudo que terminó con un moño bastante desprolijo, pero que no le quitaba la belleza a las flores, las cuales le fueron entregadas a Jungkook con gran emoción y este pagó el precio acordado junto con algo más, uno de los panecillos que había comprado para Taehyung, pues el menor le había insistido entre susurros que se lo entregara.

El ver la felicidad de la niña al tomar las monedas para luego salir corriendo hasta llegar junto a una mujer que sostenía a un bebé en brazos, mientras que otro pequeño se aferraba a su falda fue una escena bastante enternecedora, así como chocante, pues incluso lograron observar el momento en el que repartieron el panecillo entre ambos hermanos, mientras que su madre agradecía el gesto.

— Eso fue un hermoso gesto de tu parte – susurró Taehyung apenas en el odio de Jungkook, quien de inmediato le regresó la mirada, extendiéndole el pequeño ramo que había hecho la niña.

— Quería ser caballeroso con mi esposa, aunque no esperaba hacer tanto bien con un acto egoísta.

— ¿Egoísta?

— Quería verte sonreír, mi pequeña flor del campo, pero la recompensa fue doble. Hicimos feliz a una familia que lo necesitaba y de paso espero ganarme un beso de mi acompañante.

Taehyung sonrió, sintiéndose tímido porque se encontraban en la calle, rodeados de personas que estaban muy ocupados en sus actividades diarias como para prestarle atención a dos... ¿Enamorados? No, ellos no eran eso, pero eran algo ¿verdad?, de pronto el no saber muy bien aquello le hizo borrar la sonrisa al menor, recibiendo una caricia en su mejilla hasta hacerlo levantar la mirada.

— ¿Qué sucede? ¿Fue muy atrevido de mi parte?

— No.

El doctor dudó por algunos segundos, no comprendiendo el cambio de humor tan repentino en Taehyung, pues parecía que algo le había perturbado al punto hacerlo ver triste.

Su pecho se apretó al sentirse confundido por no comprender lo que ocurría, habría seguido inmerso en encontrar la razón del malestar de Taehyung, pero un pequeño con una boina le hizo desviar la mirada, no porque fuera un simple niño corriendo y chocando con las personas, sino porque llevaba un maletín que lo identificaba como repartidor, un cartero para ser específico, haciéndolo recordar algo importante. Se había olvidado completamente que debía entrar al edificio de paquetería, esperaba encontrar aquella carta que había prometido su maestro con más información e incluso con libros, la cual parecía estar extraviada.

— ¿Jungkook?

— La carta – Taehyung ladeó la cabeza expresando toda su confusión – debemos ir por la información faltante.

— Entonces qué hacemos aquí parados. Vamos, tú también tienes algo por entregar.

Tomar la mano de Taehyung debía ser la mejor medicina que jamás hubiera sido capaz de descubrir por sí solo, porque parecía que el menor tenía una especie de tacto curativo. Encontraba divertido la manera en la cual sujetaba su falda, avanzando entre la multitud de personas, abriéndose paso con movimientos ágiles y aun así sus manos nunca dejaban de estar entrelazadas.

No era capaz de poner atención a las miradas juzgonas que parecían tener opiniones específicas respecto al comportamiento que debería tener una dama de sociedad, como lo aparentaba ser Taehyung. Todo estaba bien cuando se trataba de él, porque, aunque intentara encontrar algo que le diera una idea equivocada, todas serían descartadas en el mismo instante.

La vida se sentía diferente, aferrado a un agarre firme que no dudaba en tomarlo en cada ocasión ¿Por qué él debía sentir inseguridad? ¿Qué importaba el resto de la sociedad? ¿A quién le importaría poner atención a dos enamorados? La respiración se le atoró en el medio de un nudo difícil de tragar en el momento que llegó a esa conclusión.

Se había enamorado.

— ¿Qué esperas? Entra antes que se haga más tarde – murmuró Taehyung colocándose detrás de Jungkook, empujándolo un poco para que avanzara y por fin diera un paso dentro del edificio de paquetería – sabes que no puedo hablar por ti, así que intenta ignorar cualquier comentario sobre los ingleses o si comienzan a hablar en gaélico, procura no ponerte de mal humor porque no lograrás nada. Toma, esta es la carta para tu madre – el mayor no movía ni una sola de sus extremidades haciendo dudar a Taehyung el porqué de su actuar – ¿Ocurre algo?

— Tú – mencionó sin más haciendo sonreír al menor, quien cubrió con su mano la sonrisa tímida que surcó sus labios.

— Basta, esto es serio, tenemos una misión, qué cumplir, ¿recuerdas?

— Sí, lo siento, me distraje un momento – Jungkook sonrió ampliamente, deslumbrando a Taehyung mientras que sus mejillas se ruborizaban más al notar cómo le era extendida una mano para tomarla – ¿Cómo debería llamarte? ¿Lady Sophie? O ¿mi bella flor del campo?

— Me bastaría con que entremos y dejes de hacer estas escenas – el mayor le tomó la mano para llevarla hacia sus labios, dejando un tierno beso contra el delicado encaje.

— Después de usted.

Ambos entraron al lugar, encontrándose con un ambiente bastante agitado, donde las personas iban de un lado a otro, gritando cosas. Existía una sección de cartas, exclusivamente para que personas cualificadas escribieran aquellas notas para las personas que no tenían los conocimientos de leer y mucho menos escribir, justo donde debían acudir para enviar su carta.

En otra sección podían ver la zona de entrega de paquetes y cartas donde un hombre bastante mayor y malhumorado exigía a un grupo de trabajadores el realizar un trabajo bien hecho, amenazando con que les quitaría algunas monedas de su paga si llegaban a extraviar alguna de las entregas que estaban a su cargo.

Ni bien preguntaron por la carta extraviada, el hombre prácticamente se sintió indignado de aquella acusación, jactándose de que su equipo de entrega era el más eficiente y jamás habían perdido una carta. Jungkook no podía dejar de ser víctima de aquellos tratos despectivos, pues no hacía falta que mencionara algo como ser extranjero, porque su acento inglés lo delataba de inmediato y eso era suficiente para que en ese país lo hicieran a un lado.

— Por favor, señor, la carta viene desde Inglaterra, sé que tiene que estar aquí con ustedes.

— La correspondencia inglesa siempre es deficiente, cosas tan simples como cartas tienden a perderse mucho antes de llegar a nuestras costas.

— Debe haber una posibilidad, algún registro de entregas que al menos muestre la llegada de esa carta – el hombre arrugó más su rostro, moviendo su bigote de lado a lado y cruzando los brazos sobre su pecho, como si con eso quisiera mostrar que era superior a Jungkook – por favor. Es verdaderamente importante para mi esposa.

— Quizá encuentren algo en la sección de cartas. Yo solo me encargo de paquetes – el hombre observó con curiosidad a Taehyung, quien intentaba ocultarse detrás de Jungkook, mientras que su rostro era cubierto por un bonito abanico, un obsequio que cierto doctor no dudó en darle para que practicara el uso de este – disculpe por no poder resolver el problema, señora, pero me temo que no está en mí poder resolver pequeñeces como una carta extraviada.

La mirada de aquel hombre los puso un tanto nerviosos, motivo por el cual, después de un breve agradecimiento, no dudaron en alejarse de ahí para por fin acercarse hasta la sección mencionada, donde se encontraron de nuevo con la negativa de no tener registro de la carta. Los ingresos de la correspondencia inglesa eran muy pocos, en especial porque los barcos que se encargaban de eso habían sido restringidos en las costas irlandesas.

— ¿A qué se refiere con que no hay barcos que vengan de Inglaterra? – cuestionó Jungkook esperando que aquello no fuera a repercutir en sus planes.

— Problemas territoriales en el mar están evitando que embarcaciones lleguen hasta nuestras costas – la tensión en sus cuerpos fue imperceptible para la mujer que les brindaba la información necesaria, sin embargo, ellos sí que se dieron cuenta de la reacción contraria – lamentablemente cada barco que proviene de Inglaterra es regresado a sus costas o bien saqueado antes de tocar las nuestras.

Su tarde había terminado con una tanda de malas noticias, empezando con no tener éxito de tener información de la carta, le siguió el no encontrar un boleto para el próximo tren, ya que estaban sobre tiempo para abordar en el último viaje. Lo único que lograron tener fue un boleto para media mañana del siguiente día, no es como si Jungkook detestara la idea, pero seguramente cierto Padre no estaría contento a su regreso.

Por supuesto que en un primer instante fue motivo de desánimo porque debían regresar al pueblo al anochecer, es decir que debían tomar el tren de la tarde, pero considerando mejor la situación podría estar más tiempo a solas con Taehyung, pues ni bien pusieran un pie en el pueblo estaba seguro de que no tendrían privacidad.

Quizá esta era una buena oportunidad para ellos, porque después del encuentro la noche anterior podía notar cierto sonrojo diferente en Taehyung cada vez que rozaban sus manos, buscaban más contacto del otro sin darse cuenta, era como si no pudiesen despegarse del lado del otro y el hecho de que el menor durante todo el día no se separó de su lado fue un recuerdo constante de lo que se estaba creando.

— Hey, ¿Por qué tienes esa cara triste? – cuestionó Jungkook una vez pagaron los boletos para el siguiente día, prestándole completa atención a Taehyung. Tenía un brillo diferente en sus ojos debido a la acumulación de lágrimas.

— Perdimos el tren por mi culpa.

— Eso no es verdad, lo perdimos por mi culpa, pero lo solucionaremos ¿de acuerdo? – el mayor quitó con delicadeza la humedad de las lágrimas que intentaban hacer un recorrido, deslizándose por las mejillas del menor –. Por ahora será mejor que busquemos algún capitán para saber si no hay viajes a Inglaterra y luego... – el doctor se interrumpió a sí mismo cuando notó cierto gesto en Taehyung – ¿Qué ocurre, bonito?

— Estoy cansado – murmuró apenas, tenía una sonrisa de lado, ya que se sentía conmovido por el nombre de cariño con el que le había llamado. No es que no le gustaran los otros, pero este en específico le hacía sentir que se refería a él – llevamos horas caminando de aquí a allá.

—Tienes razón – Jungkook observó a su alrededor encontrando dos cosas. La primera, una posada donde podrían pasar la noche si se apresuraban en buscar una habitación y la segunda, un barco con la bandera de Inglaterra. Memorizó el barco y algunos rostros de quienes bajaron de aquel navío para luego regresar la mirada a Taehyung – deberíamos descansar, ¿no lo crees? Vamos, bonito, mereces dormir algunas horas o al menos tomar una siesta antes de la cena.

Al llegar al lugar donde podrían hospedarse una mujer regordeta les recibió con una enorme sonrisa, se veía elegante con sus plumas en el tocado que llevaba en el pelo, además el vestido era de un color rojo muy intenso, pero lo que más impresionó a Taehyung fue poder ver el pecho de la mujer sobresaliendo, casi mostrándose de manera descarada.

Le sonreía a Jungkook cada vez que hablaba sobre la habitación, el costo de esta y de cuántos días se quedarían; que si sería una habitación doble o una simple la que necesitaban, a lo que casi pudo notar cómo decaía el semblante en la mujer cuando Jungkook mencionó que quería una habitación para compartir con él.

— No tenemos habitaciones como la que necesita, podría darles dos individuales que estén cerca de la otra, eso es todo – el menor se aferró al brazo de Jungkook, sintiéndose inquieto por el pensamiento de ser separados.

— Verá, venimos desde muy lejos y mi esposa está realmente cansada. Perdimos el tren y no podremos seguir con nuestro viaje nupcial hasta mañana – Jungkook tenía un tono muy suave como si esa manera de hablar hiciera el efecto que él necesitaba – sé que esta es de las posadas más popular en este pueblo, por favor se lo ruego. Debe haber alguna disponible, no importa si es alguna con una cama pequeña.

— Bueno, quizá haya alguna, pero debo revisar – la mujer lo pensó por algunos segundos, mientras se acercaba más a Jungkook, quien no ponía atención en las insinuaciones descaradas de la mujer, pero Taehyung sí y no dejaría que alguien más captara la atención del doctor.

— Por favor, se lo ruego, solo necesitamos descansar por esta noche – Taehyung comenzó a hablar en ese tan poco conocido gaélico con el cual Jungkook no estaba familiarizado, sin embargo, eso no era lo que le dejaba impresionado, mas bien se trataba del tono de voz que utilizaba el menor lo que provocaba ese desconcierto en el doctor, era muy delicado estaba tratando de hacerlo sonar lo más suave que le era posible – no hemos podido compartir cama desde que nos casamos, solo deseamos poder tener una buena noche de descanso.

— No sabía que hablaba perfecto el gaélico, mi lady. Su esposo es muy afortunado al tener una mujer tan virtuosa.

— De hecho, soy yo quien se siente más que afortunada, pero temo que nuestro viaje nupcial se convirtió en una travesía para cumplir con el trabajo de mi esposo y no hemos tenido descanso.

— ¿Segura que descanso es lo que está buscando mi lady? – cuestionó la mujer con una mirada diferente hacia el menor, dejando desconcertado a Jungkook, quien era ajeno a toda la conversación, pero el notar cierto sonrojo en el rostro de Taehyung le confundió aún más – a mí me parece que busca otra forma de pasar su tiempo aquí, ¿dejarse caer en placeres del reciente matrimonio, quizá?

— No ha sucedido nada de eso. Fue llamado por trabajo, así que nada de eso se ha consumado.

La mujer observó a la pareja, parecían bastante unidos, algo poco usual en las parejas de esa clase social. El traje que portaba Jungkook era bastante elegante, lo hacía ver como alguien importante, esa fue la razón para que ella tuviera cierto interés en él, pero el ver a esa bonita dama que no se separaba de su lado y ahora con aquel pedido, quizá podría hacer una excepción.

— De acuerdo, creo que podemos solucionar eso.

— Disculpe, ¿Qué fue lo que le dijo? – interrogó de inmediato el doctor al sentirse nervioso por aquella complicidad con la que la mujer veía ahora a Taehyung.

— Su bella esposa..., disculpe aún no sé su nombre.

— Sophie – mencionó sin más Taehyung ruborizándose aún más cuando le fue brindada una sonrisa por parte de la mujer.

— Lady Sophie mencionó que han hecho un largo viaje, así que no me molestara darles una habitación cómoda para pasar la noche – la mujer salió detrás del mostrador en el que se encontraba, tomando una llave entre sus dedos –. Síganme por este lado.

— ¿Qué le dijiste? – susurró Jungkook hacia Taehyung, quien simplemente mordió su labio, intentando ocultar un poco la vergüenza de la cual estaba siendo víctima.

— Solo insistí en que estábamos cansados, eso es todo – Jungkook se acercó a su oído, pasando su mano por detrás de su espalda para hacerlo avanzar detrás de la mujer que los guiaría a su habitación.

— Tendré que sentirme un poco incrédulo, porque este sonrojo tuyo solo surge cuando haces alguna manipulación, de esas que te avergüenzan, pero que no te arrepientes.

Era un secreto a voces, esos que se ocultaba en sus sonrisas ahora era perceptible para todo aquel que les rodeara y se diera cuenta de la manera de comportarse cerca del otro. Las miradas, los toques, los ligeros sonrojos y sonrisas que no podían evitar hacerse el uno al otro cuando cruzaban por una mínima de segundos sus miradas. Tan obvio, tan transparentes con el otro, que no existía barrera que oscureciera u opacara los sentimientos que afloraban en cada uno.

La mujer los llevó hasta el tercer piso de la posada, donde incluso el pasillo era diferente a los otros, parecía mucho más elegante, mucho más iluminado y definitivamente más costoso.

— Disculpe, esto cuánto costará.

— No se preocupe, señor... lo lamento cómo dijo que se llamaba.

— Jeon.

— Descuide, señor Jeon, no debe preocuparse por el costo, haré una excepción especial para ustedes, ya que solo se quedarán una noche – la mujer se detuvo frente a una de las puertas, tenía detalles tallados, los cuales Taehyung reconoció de inmediato, eran hechos por su padre, aquel lugar debía ser de los pocos trabajos bien pagados – espero que esta habitación sea lo suficientemente cómoda para ambos.

La habitación era totalmente digna de alojar a un duque, pero ¿ellos podían estar ahí? Era más que perfecta para pasar la noche, de eso no cabía duda alguna. Tenían una cama enorme a su disposición, con dinteles y un dosel de bonita tela cayendo como una cascada, había una gran chimenea la cual fue prontamente encendida por la mujer quien comenzó a murmurar cosas como lo fría que estaría la noche y lo importante que era mantenerlos cálidos durante su estadía.

Unos toques en la puerta hicieron que la mujer alzara la voz para hacer pasar a la persona que se encontraba detrás, cumpliendo con aquello que se le había pedido llevar a esa habitación, trayendo en sus manos una jarra de agua fresca, junto con algunas prendas, las cuales fueron colocadas sobre la cama.

— Si necesitan algo más no duden en llamar – mencionó la mujer mientras señalaba una pequeña cuerda – tendrán a alguien acudiendo a su llamado de inmediato de acuerdo a lo que necesiten. La primera es para llamar a mi persona y la segunda para la cocina. Disfruten su corta estadía.

Jungkook agradeció brevemente la hospitalidad de la mujer, quien se retiró de la habitación para darles privacidad. El doctor se tomó algunos segundos observando cómo Taehyung se perdía en los detalles de la habitación, había un banco a los pies de la cama el cual sus dedos no resistieron tocar al igual que la madera de la estructura de la cama.

No se contuvo en tocar la suavidad de las sábanas, junto con aquellas prendas que parecían ser dos pijamas, regresó la mirada hacia Jungkook, quien le sonrió de inmediato y le extendió una mano para que se acercara hacia él, cosa que no dudó en hacer, siendo rodeado de inmediato por los brazos del doctor.

— Te he dicho lo bonito que te ves con tu atuendo el día de hoy.

— No lo mencionaste, pero lo pude ver en tus ojos. Supe casi al instante que te gustó el cómo me veo porque tus pupilas hicieron eso de agrandarse cuando ves algo que llama tu atención.

— Ah, muy observadora, mi estimada Lady Sophie – el menor se sonrojó, sintiéndose tímido de pronto porque si bien todo el día se había referido así a él no terminaba de acostumbrarse. Jungkook comenzó a desatar el nudo de los listones del sombrero, quitándoselo con parsimonia, notando que el cabello castaño de Taehyung se encontraba bastante asentado y con uno que otro rizo fuera de sitio – parece que tu cabello no está acostumbrado a estar oculto.

— ¿Se mira mal?

— No, solo ha dejado de ser esponjoso – Jungkook dejó un delicado beso en la mejilla del menor después de colocar el ramo de flores sobre la cómoda, al igual que el sombrero – me gusta más al natural, notarlo un poco esponjado, con uno que otro rizo rebelde, indomable, con mucha personalidad justo como tú, aun así, tu cabello no evita que sigas viéndote bonito.

Taehyung bajó la mirada al escuchar de nuevo aquel apodo con el que era llamado tan de pronto, acción que notó de inmediato el mayor, haciéndolo alzar la cabeza para cruzar miradas con ese firmamento que opacaba a todas las estrellas en el cielo. Esos ojos representaban el océano más profundo al cual podía enfrentarse y, sin embargo, no temía en lo absoluto.

Comenzó dando algunos besos en cada mejilla sonrojada, acercándolo más a él con toques delicados que sus dedos realizaban en el rostro ajeno, obteniendo un pequeño jadeo, pero a diferencia de otras veces Taehyung no siguió el delicado beso.

— ¿Qué sucede? ¿Hice algo que no fue de tu agrado? ¿Tae? – el menor abultó su labio, en un acto caprichoso que solo demostraba lo inconforme que se sentía, acción que Jungkook borró con un beso en sus labios – ¿Por qué tan de repente estás así?

— Me dijiste Tae – el doctor rio divertido ante lo que escuchaba, no pudiendo ocultar su semblante incrédulo –. Me has llamado de tantas maneras este día que parece que has olvidado mi nombre y hasta ahora comienzas a recordarlo. No es justo que después de tan bonitos nombres vuelva a ser solo Taehyung, si sigues así tendré que inventarte muchos sobrenombres a ti también para olvidarme de tu nombre.

— Así que los nombres son el problema – Taehyung asintió un poco tímido, colocando los brazos alrededor del cuello del mayor, quien no dudó en darle algunos besos más en sus labios como si aquello fuera algo tan natural, como si lo hubieran hecho durante toda su vida y es que no existía un antes de Taehyung, tampoco quería que hubiera un después de él, no lo soportaría – ¿Cómo debo llamarte entonces?

Taehyung sabía perfectamente cómo quería ser llamado, pero le encantaba hacer divagar a Jungkook cada vez que buscaba una respuesta, siempre llegando a una conclusión diferente.

— ¿Qué te parece Taehyung? – el menor torció un poco la boca, sintiéndose no muy cómodo con eso –, ah, ya veo, no te agrada.

— Ese solo es mi nombre, ya te lo he dicho antes.

— Entonces, Tae – una pequeña sonrisa intentó ser la protagonista en esos labios abultados, pero de nuevo Taehyung la supo contener – o quizá te esté gustando que te diga Sophie.

— No... es decir, me gusta, pero no me siento yo.

— Bueno, porque mejor no me dices cómo quieres que te diga.

— Me gusta cuando me dices Tae, pero solo cuando es para mencionar mi nombre frente a otras personas. Me agrada cuando me dices bella flor del campo, aunque me gustaría saber qué tipo de flor soy – el menor mordió su labio inferior sintiéndose nervioso por lo que mencionaría.

— Supongo que hay más – Taehyung asintió, aun sin decir nada – Bueno, dime ¿Qué es eso que no dejas salir de tus labios? – cuestionó Jungkook en un susurro cerca del oído del menor haciéndole erizar la piel.

— Si tuviera que escoger un nombre para que sea exclusivo para mí, preferiría que fuera como, bonito. Me hace sentir que te refieres a mí como Kim Taehyung y no como una idea diferente de mí.

— Mi bonito – el rubor en las mejillas del menor fue instantáneo – ese será tu nombre – murmuró el doctor besando la delicada piel del cuello de Taehyung, subiendo hasta su barbilla, llegando hasta sus labios –, pero tengo uno más.

— ¿Cuál?

— Mi dulce pecado.

Fue apenas un susurro contra sus labios, haciéndole buscar más cercanía con el cuerpo contrario, derritiéndose en las manos que paseaban por su cuerpo, tirando de los cordones en su espalda, sacándole un jadeo al ajustarlos logrando hacer que sus belfos se rozaran apenas. Los labios de Taehyung eran tan suaves y delicados, como si estuviera en contacto con los pétalos de una flor, tan ansiosos por ser poseídos.

La punta de la lengua de Jungkook paseó lentamente por el labio inferior de Taehyung haciéndolo gemir gustoso, aferrándose más a su cuerpo, pidiendo más de él en cada movimiento.

Bésame.

No había necesidad de pedirlo, ni siquiera murmurarlo, pero Jungkook adoraba la manera desesperada con la que Taehyung le buscaba en cada encuentro que tenían sus labios, tan necesitado, tan perdido en el deseo como para no dar cabida a una duda u otro pensamiento que no fuera el tener el contacto de los labios contrarios sobre los propios.

Taehyung bajó sus manos pasando por el cuello del doctor para obligarlo a lanzarse dentro del pozo profundo que los hacía caer en una danza de lengua, dientes, labios y uno que otro jadeo. Entre delicados tactos, el menor delineó el cuerpo contrario, hasta llegar a los brazos de Jungkook, que parecían no estar dispuestos a soltarlo.

— Tócame – pidió tan bajo que su murmullo fue callado con una lamida en sus labios – Jungkook, tócame.

— Es lo que intento – susurró Jungkook, mordiendo el lóbulo derecho de Taehyung e intentando desatar los cordones del vestido –, pero no puedo. Creo que me gustan más los vestidos que son sencillos. Esos sueltos, sin tantas capas cubriendo tu cuerpo. Aunque ahora creo que la mejor manera de tenerte es sin nada de eso encima, ¿No te sientes incómodo?

— Un poco – Taehyung se veía bonito, verdaderamente hermoso, con la cara sonrojada, los labios hinchados. Sus manos no dejaban de tocar los brazos de Jungkook para luego hacer puños con la tela para exigir cercanía – estaría mejor si lo quitas.

— Ah, ¿es así? – cuestionó el mayor volviendo a besar el cuello del menor, quien dio espacio para que Jungkook pesara en toda su piel – me encantaría hacerlo, pero ¿no estabas cansado?

— Podemos descansar estando en la cama.

— Comienzo a sospechar que lady Sophie está ansioso por probar esos placeres de los cuales hablamos anoche – Taehyung mordió su labio inferior, intentando de manera fallida ocultar el rubor que comenzó a pintar sus mejillas – ¿es por eso que la mujer nos dio esta habitación no es así?

— Solo quería poder descansar contigo, y bueno...

— ¿Que te haga delirar de placer? ¿Hacer que nombres una y otra vez a tu Dios?

— ¡Jungkook! – el menor lo empujó un poco logrando soltarse de su agarre, sus pasos lo llevaron hasta tomar asiento en la cama, hundiéndose un poco – ya hemos hablado de eso... es un mandamiento, no puedo olvidar lo que se me ha enseñado por años de un día para el otro.

El doctor se acercó hasta él, estirando su mano una vez lo tuvo a su alcance, delineando sus facciones con la yema de sus dedos, paseando por cada línea hasta llegar a los labios, los cuales también se dedicó a dejar un delicado rocen en ellos, obteniendo una reacción inesperada por parte del menor quien entreabrió la boca dejando que el pulgar de Jungkook siguiera haciendo eso que le provocaba un cosquilleo en el estómago.

La punta de la lengua de Taehyung hizo aparición dejando humedad en el tacto suave, no pudiendo evitar besar de cierta manera el pulgar de Jungkook, sacándole un jadeo al mayor cuando sintió un leve raspón propinado por los dientes del menor, quien no dejaban de buscar tener más del doctor, de ese tacto que le nublaba la mente.

— Me gustaría hacerte olvidar cada uno de esos mandamientos – murmuró Jungkook acercándose a sus labios, dejando un suave roce, tan delicado que parecía ser un fantasma de algo que no se concretó – ¿dejarás que lo haga?

— Sí.

Estaba completamente perdido en la devoción por la pasión que sentía por Jungkook, cada una de las frases donde se le inculcaba el amar profundamente la religión que tanto se empeñaron en enseñarle ahora cobraba un sentido diferente. Tan de repente, no más de un mes atrás, él jamás habría esperado estar sintiendo esa explosión de emociones, provocadas por ese alguien que le veía con tantas ganas de tenerlo, como si el mundo entero se limitara a su sola presencia.

Se convirtió en sus ganas de vivir, de sentir, de amar...

Sus dientes rasgaron hasta llegar a la carne, provocándole un sangrado junto con un ardor incómodo en su dedo, el cual no había dejado de tortura desde que volvió de la estación del tren. Había oscurecido y el último tren ya había pasado por el pueblo, eso definitivamente eran malos augurios, no podía ser posible.

— Padre Jung – la voz de la chica lo hizo sobresaltarse, encontrándola con una lámpara de aceite, iluminando el resto del granero en el cual él no había dejado de susurrar plegarias para pedir por el bien de Jungkook y Taehyung – ¿Dónde está mi hermano y el doctor Jeon?

— No lo sé Hana. Dijeron que estarían aquí al anochecer y el último tren ni siquiera se detuvo para dejar pasajeros en la estación. Espero que nada malo les haya ocurrido.

— Y ¿qué tal si encontraron la manera de huir?

— Es imposible Hana, no hay manera.

— Pero y si la hubiera.

— He dicho que no. Yo sé que Jeon no pondría en peligro de esa manera a tu hermano, mucho menos arriesgar su propia carrera solo por huir con un muchacho.

— Es mi hermano de quien habla y el doctor Jeon, él...

Hana hizo silencio no queriendo hablar de más, no deseando mencionar nada de lo que pudo escuchar la noche anterior, porque, aunque se había quedado dormida en un punto de la tortuosa curación, fue capaz de ser consciente de ciertas murmuraciones entre ambos. Era algo que no quería creer porque de todas esas veces que los vio en sus paseos esperaba que esa sonrisa en su hermano no fuera por lo que imaginaba.

Era incrédula que Jeon respondiera de esa manera a los caprichos de su hermano y, sin embargo, lo hacía, en cada una de las veces no importaba cuán caprichoso se comportara Taehyung, Jeon siempre tendría esa sonrisa, no como las que solía dar por cordialidad a todas las personas, parecía que las sonrisas que hacía con Taehyung eran exclusivas para él.

Sus sospechas fueron más que acertadas cuando entre su poca inconsciencia escuchó risas y apenas se atrevió a ver aquella escena, se vio obligada a cerrar sus ojos nuevamente sin tener éxito en borrar aquella imagen. Jungkook besaba a su hermano de una manera en la cual no había visto jamás, sus padres no se demostraban esa clase de afecto, sus hermanas tampoco lo hacían con sus cuñados, pero eran demostraciones demasiado puras las que tenía el doctor con su pequeño hermano.

— Padre Jung, mi hermano y el doctor Jeon... ellos...– no era correcto revelar aquello, se sentía algo incorrecto romper esa ilusión en el rostro de su hermano y Jungkook no era ajeno a eso – ¿usted cree que estarán bien?

— Hana no tienes de qué preocuparte. Lamento, si me dejé llevar antes, sé que Jeon siempre está cuidando de tu hermano y puede parecer que es un imprudente, pero créeme no es así, ignora mi pesimismo, por favor.

— Creo que es inevitable pensar lo peor cuando no sabemos absolutamente nada de ellos ¿Teme que algo malo les haya pasado estando en el pueblo?

— Sí, debió ser tan malo como para llevarlo al punto de perder el último tren, supongo que ese algo que los retrasó tendrá una buena explicación cuando regresen.

La menor se acercó aún más al padre, notando el rosario en su mano, el cual no dejaba de apretar entre sus dedos. Hana dejó la lámpara junto con las velas que daban una iluminación tenue, para luego atreverse a tomar la mano del hombre, quien ya estaba acostumbrado a ese gesto por parte de ella, quien de inmediato se inclinó a besarle el dorso de la mano.

— No pensemos en lo peor, Padre. Si usted piensa en esas cosas que me espera a mí, perderé la esperanza, al igual que su santidad – Hoseok se soltó del agarre de Hana, envolviendo la pequeña mano entre las propias, regalándole una sonrisa.

— Tienes toda la razón, no debemos pensar en lo peor. Espero que para mañana estén en el primer tren con dirección aquí, quizá regresen cansados sin haber encontrado un lugar para pasar la noche o tener comida.

— Entonces los esperaremos de la mejor manera. Puedo preparar pan y cocinar algo que les reponga las energías, solo no se moleste con ellos, no con mi hermano, sé que él habrá estado tan emocionado con ese viaje que puedo apostar que el doctor Jeon no pudo resistirse a sus encantos.

— Más bien a sus actos viles y manipuladores, tendré que hablar muy seriamente con Taehyung cuando regresen – acotó Hoseok como última queja de la noche, sintiéndose un poco mejor al haber conversado con Hana – por ahora será mejor que descansemos, ya mañana hablaremos con ellos. No entiendo cómo Jeon puede dejarse caer en las artimañas de un joven como Taehyung.

El Padre siguió murmurando una y otra vez pequeñas quejas al aire mientras se alejaba un poco del lugar, tan solo unos cuantos pasos lejos de Hana, quien se detuvo a observar las imágenes religiosas.

— En ocasiones no podemos luchar contra lo que nos dicta el corazón – murmuró Hana volviendo a tomar la lámpara de aceite – por favor Dios, no castigues a mi hermano por corromper un alma como la del doctor Jeon. Sé un padre bueno y ve con ojos de amor lo que se ha formado entre ellos.

El padre Jung regresó la mirada hacia ella al notar que no le estaba siguiendo, no comprendiendo muy bien la mirada triste de la menor.

Le había llevado más tiempo de lo esperado, el llegar hasta ese lugar donde parecía un pueblo normal dentro de las tierras pertenecientes al Vizconde de Portman, era una población pequeña que se beneficiaba de la gentileza de aquella familia, jamás había estado en ese lugar hasta ese día.

Su travesía lo llevó hasta una pequeña casa en el campo, alejada de todo, bastante acogedora a decir verdad, sin embargo, eso no le quitaba la incertidumbre de lo que encontraría ahí, siendo guiado por aquella mujer. La propiedad estaba rodeada por un pequeño arroyo en el cual una adorable niña de cabellos rubios cortaba flores silvestres.

— Hola Alice – llamó la mujer a su lado, haciendo que la menor prestara atención a su presencia, borrando su pequeña sonrisa al notar que no estaba sola – ¿están tus padres? – la niña asintió, alzando su brazo para señalar con su dedo la casa de la cual salía humo por la chimenea – gracias, pequeña. Muy bien doctor Choi, ¿está listo?

— ¿Qué me asegura que lo que dijo es verdad?

— Tendrá que verlo con sus propios ojos, pero prométame que después de esto hará lo necesario para que estas personas sean protegidas de cualquier acto malicioso.

— Eso lo veremos. Si es así como usted lo menciona, entonces podrá ser digno de incluso llegar a oídos de su majestad.

— Después de usted.

La mujer le indicó el camino hacia la puerta de la casa, llegando al mismo tiempo que la pequeña Alice, quien comenzó a llamar a su padre, escuchándose de inmediato la voz de alguien en el interior.

— Alice, de nuevo, cerraste la puerta – la impresión de tener la mirada intensa de aquel hombre extraño que acompañaba a la adorable mujer que era conocida por asistir partos en todo el pueblo, le hizo estremecer, buscando cubrirse de cierta manera con sus brazos, mientras que su hija se aferraba a sus piernas – ¿señora Hall?

— Hola John, lamento esta visita tan repentina, pero este buen hombre ansiaba conocerte a ti y a tu peculiar familia.

Ambos estaban estupefactos, sin embargo, en todo aquello Seok Choi era quien más incrédulo se sentía a pesar de estar viendo justo eso. No era posible, se negaba a creer en las palabras de esa partera, pero ahora, siendo testigo de aquello, era casi imposible negarlo. 

Hola mis personitas bellas, espero estén teniendo un bonito día, noche o tarde, cuál sea la hora en la que me estén leyendo, espero hayan disfrutado el capítulo. Me gusta leer sus comentarios y espero que haya algunas teorías divertidas con este en particular.

Manténgase saludables, por favor personitas, recuerden la comida es buena, el agua es necesaria, las horas de sueño nos ayudan a vivir y el ignorar a personas que no aportan nada a nuestra vida nos da mucha más tranquilidad para nuestras mentes. También está bien estar mal, no todo el tiempo estaremos del mejor ánimo, son pequeños parches grises, pasajeros como nubes que se van con el viento.

Purple hearts para todos...

Lady Jeon Sophie... jejeje

Imagen edit del padrecito para pedir por sus almas pecadoras

Padre Jung

33 años 


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