Al lado del escenario divisaron a Irene y Seulgi, y fueron hacia ellas.
Rosé no sabía si agarrar la mano de Lisa con fuerza o no. Los nervios por como todo el mundo se quedaba mirándolas hizo que la presionara al fin.
- Tranquila - le susurra sintiendo el temblor de la rubia. - Creo que tu farsa está dando resultado. - dice en un tono agradable.
A Rosé no era lo único que le preocupaba. No paraba de mirar a su alrededor por si veía a Suzy. Aun no sabía como se lo tomaría, por lo que sus piernas parecían un flan.
- Hola chicas. - saludo Irene antes de abrir sus ojos como platos cuando comprobó que Rosé y Lisa venían de la mano.
- Y bien..., ¿ahora que tenemos que hacer? - replicaba Jisoo.
- Lo de siempre amor, subir ahí y saludar a todos los aficionados. Prometiendo muchos títulos y bla, bla, bla...- le contestaba Jennie con desgana- En todas las previas hacen lo mismo. Parece que no lo sabes ya. - le recuerda malhumorada subiendo al escenario para presentar al equipo.
Jisoo guardó silencio cabizbaja y Lisa se le quedó mirando, esperando a que reaccionara. Al ver que no lo hacía, inclino su cuerpo hacia Rosé.
- Creo que tu amiga la castaña necesita follar con urgencia. - dijo en un tono bajo para que no la escucharan. -Yo podría hacerle un favorcito, pero con el carácter que tiene le cobraría muy caro.- prosiguió con ironía.
Rosé se atragantó y comenzó a toser para luego recriminarle con la mirada su falta de tacto.
- Es la novia de una compañera tuya y mi mejor amiga ¿Ni si quiera eso lo respetas?.-pregunto entre dientes soltando de mala manera su mano.
- Solo era una broma...- se pone seria- Le haría un descuento por ser conocida.- le sonríe de medio lado divertida.
Rosé le dio un leve golpe en el pecho y en voz baja empezaron a discutir como dos niñas pequeñas, sin darse cuenta de quien se les aproximaba.
- ¡Bae!- la llamaba Jisoo- Eres la segunda capitana. Tienes que subir conmigo. - ordenaba.
Rosé no la vio, pero al escuchar a su amiga se apresuró en volver a agarrar de la mano a Lisa.
- Buenas noches, Roseanne -
- Hola Suzy.- se giró ella fingiendo una sonrisa que desaparecería después de ver la expresión de la chica.
- Hola, Manobal-
- Hola. - respondió en forma de saludo disfrutando del momento.
Para empeorar más la situación, a Lisa no se le ocurrió otra cosa que pasar su brazo por encima de los hombros de Rosé. Ese gesto hizo que Suzy se retirara y fuera al lado de Jisoo para subir al escenario.
- ¿ Qué haces?.- se aparta ella muy molesta.
- Actuar. ¿No quieres que todos sepan que estamos saliendo?. Pues esta es la mejor manera de decir que ahora eres mía. Aunque a Suzy no le haya gustado nada.- le suelta para incomodarla más.
- No digas tonterías, no soy tuya. - protesta.
- Hola, parejita. - interrumpió Mason.
Ambas, al escuchar la voz del padre, se tensaron y mostraron las mejores de sus sonrisas.
- Papá...- le da un beso en la mejilla para después estornudar una vez que se separó de él.
- Mi niña, ¿estas bien? Estas pálida y ...- le toca la frente. - Algo caliente. - se preocupa.
- Si, solo es un resfriado. - lo calma- Esta noche voy a dormir a la mansión. - le notifica.
- ¿Y eso?-
- Es una larga historia. Después te cuento en casa. Ahora ve ...- le pide - la gente está esperando tu discurso.-
- Lo siento cariño, pero algunos socios vendrán después para jugar al póker.- se lamenta- Pero hablamos luego y buscamos una solución, vale?.- la besa en la frente.- Lalisa...- Mason guiño un ojo a la chica y sube al escenario junto a Jennie.
- Puedes remediar tu calentura en mi piso. - le proponía Lisa.
- Cállate...- cerraba los ojos porque su dolor de cabeza comenzaba a darle guerra. - Voy a tomar algo...- se va hacia Irene para que la acompañase.
Luego del discurso de Mason, Jisoo y Suzy acompañadas por Chaerin, hablaban a sus aficionados sobre la importancia que tendría ganar un nuevo campeonato para Seúl después de un tiempo sin hacerlo.
Una a una fueron presentando a toda la plantilla dejando a Lisa para el final. Cuando la pelinegra subió, todos la recibieron con gritos y aplausos. Gustosa por decir unas palabras, vacilo con algunas bromas antes de decir algo coherente.
- No prometo títulos, pero si trabajo y esfuerzo para poder ganar los partidos. Muchas gracias por su recibimiento. No podría haber escogido un lugar mejor para jugar y vivir. - unos ensordecedores aplausos hicieron que parara de hablar y aprovechó para mirar a Rosé que esperaba con Irene en la barra a ser atendidas. -Aunque estoy segura que Seúl me dará muchas más cosas de las que espero.¡Vamos Hyundai!- animaba gesticulando una leve sonrisa cuando cruzo su mirada con la rubia.
Irene se empezó a reír cuando vio que las mejillas de Rosé enrojecían.
- ¿De qué te ríes? -
- Te estas poniendo como un tomate, amiga. Te gusta tu vecina y tú le gustas a ella...- tarareaba poniéndole melodía a su última frase y haciendo un pequeño baile.
- Yo no estaría muy segura de eso. - le replica.
- ¿A no?, has aceptado salir con ella, se dan la mano. El siguiente paso ya sabes cual es. – Irene pone pucheros y le lanza besos.
Rosé se contagia de la risa de su amiga, no sin antes de darle un cariñoso manotazo en la cara para que parara.
- Quiero demostrarle que no es oro todo lo que reluce. - comenta metafóricamente para no tener que seguir dando explicaciones.
- Bah! tonterías, Rosie. - se apoya en la barra- Te gusta y es normal, es guapísima, es simpática y algo ya has cambiado en ella. -
- ¿Y se puede saber en qué lo he cambiado? - se cruza de brazos.
- Ha parado de desnudarnos con la mirada. -
- No lo creo, sigue haciéndolo. - le aclara.
- Lo hace contigo, pero a Jennie y a mí ya nos ha dejado tranquilas. -
Rosé chista molesta y decide ignorar los comentarios ocurrentes de su amiga. Su cabeza no podía aguantar más las bromas de Lisa, las miradas recriminadoras de Suzy, los reproches de Jennie y ahora a Irene. Solo quería que la noche terminase ya e irse a dormir a su apartamento. Pero ya ni eso le quedaba, Jisoo y Jennie lo ocupaban ahora mismo y para empeorar no podía ir a la mansión al tener su padre visita.
Lisa bajó del escenario pidiéndole a Jisoo que la acompañase. Ambas se pusieron en la punta más despejada de la barra, a unos metros de distancia de las chicas.
- Unnie, reacciona. - le regañaba Lisa. - Tu mujer necesita con urgencia un buen meneo. ¿Hiciste lo que te dije? -
- Diablos, Lisa. Ten paciencia, tenía pensado en hablar con ella...-
- No quiero que hables, quiero que te la folles. Salir de la rutina, sorprenderla y que sepa que tú eres la única que la hace disfrutar. - le aconseja.
- Y si se pone demasiado melosa y me pide que ...-
- Que noooo...- se harta- Tu solo dedícate a taparle la boca con más sexo. Nada más. Así que ve hasta allí- señala el lugar donde están las chicas- y llévatela a rastras si es necesario. - le ordena.
- Esta bien. - se anima - Voy a ir y le voy a hacer el amor como nunca se lo han hecho. - se decía más para sí misma que para Lisa mientras iba directamente hacia Jennie que se reunía con Irene y Rosé.
Lisa observó desde la lejanía como Jisoo le susurró algo a su novia. La agarró del brazo sin darle ninguna opción de despedirse de sus amigas y se fueron de la fiesta, quedando estas asombrada por el repentino secuestro.
Lisa esbozó una risa y se apuntó un tanto más. Su plan le estaba saliendo redondo y ahora tenia a Rosé a su merced. No iría a dormir a la mansión por estar su padre con amigos. Entonces quedaba volver a su piso y dormir con la parejita. Pero si Jisoo y Jennie se reconciliaban, seguramente no sería ella quien las interrumpiesen. Después quedaba la tercera opción. El apartamento de ella. Su cabeza no paraba de maquinar y no tenía ni por asomo darle tregua a esa mimada chantajista.
- Hola guapa.- saludaba una voz femenina a su espalda sacándolo de sus pensamientos.
- ¿Que tal, Señora Lee? - la reconoció y se giró sonriente.
- Hace unos días que no se nada de ti. - dice con tristeza.
- Será portada eres la mujer de mi entrenadora y no me dijiste nada. -
- Lo siento. Yo tampoco sabía que eras el nuevo fichaje. - se justifica apoyándose en la barra junto a ella. - Aun así me ha gustado verte y que sepas que no te he olvidado.- confiesa sugerente.
- No quiero que tu esposa me parta las piernas. Son las únicas herramientas que tengo para trabajar. -
- No son las únicas. - disimuladamente Minzy pasa la mano por la entrepierna de la chica en un leve roce.- ¿Nos vemos antes del partido?. Me pasaré un rato por los vestuarios y te quitaré la tensión para que juegues mejor. - le susurra antes de dejarla solo.
Rosé contemplaba la escena horrorizada en la otra punta de la barra. Arrugó un poco el labio en señal de asco y se volvió a mirar al grupo que estaba actuando en ese momento.
- ¿Esos son celos, primita? - se reía Seulgi mientras daba un trago a una cerveza.
- ¿Que dices? - le quita la botella de las manos.
- Ehhhhhh-
- Mañana tienes partido y tienes prohibido beber. Si la entrenadora te ve...- le recrimina.
- Vale, vale..., que aguafiestas eres. De todos modos, no me mete a jugar...- se consuela apoyándose en su novia.
- ¿Que le habrá pasado a Jisoo para que se llevara a Jen corriendo? - preguntó Irene a una Rosé que ni si quiera la escuchaba. - ¡Eh!.- la agarro del mentón.- Espero que no estés buscando a quien tú y yo sabemos- exclama enfadada y enigmática para que Seulgi no se entere.
- ¿Qué?, No! - le retira la cara. - Solo quería saber dónde está. - dice algo avergonzada.
- Rosie...- le suplica con la mirada. -¡Se acabó! Seul, si nos disculpas...- se aleja de su novia para llevarse por el brazo a su amiga a un sitio apartado.
- Suéltame, Irene. No soy una niña. - forcejea.
- Pues a veces lo pareces. - la suelta al fin.
- Mira- comienza a explicarse- No puedo ir a la mansión porque mi padre tiene visita. Chu y Jen están en mi apartamento. No tengo donde pasar la noche. Y....- arruga la cara para confesarse- So-hee no está en casa y Suzy me ha invitado. - dice con énfasis.
- ¿Qué pasa con Lisa? - preguntaba una Irene indignada.
- Lisa está bien, pero nos estamos conociendo. No es nada serio por ahora. -
- ¿Y por qué no te quedas con ella? - le propone.
- ¿Que? - rió a carcajadas. - Estas loca Unnie. No me lo voy a tirar.- negaba con la cabeza.
- No te estoy diciendo eso. Pero puedes comprobar cómo se comporta contigo. Si es una chica romántica, respetuosa y dulce o la idiota que crees que es.-
- No creo que sea tan respetuosa, querrá echarse encima de mi al momento que me meta en su piso. -
- ¿Y? Un clavo saca otro clavo. - intenta serenarse aconsejándola - Escucha Rosé, sabes que yo no soy como Jennie, tengo más paciencia y nunca me meto en tus asuntos. Pero esta vez tengo que decirte que vas a hacerte mucho daño. Está casada y con una niña en camino. - se refiere ahora a Suzy- ¿No es suficiente para mandarlo al demonio? -
- Lo sé, ¿vale? Lo sé- le tiembla la voz- Y por eso lo voy a intentar con Lisa, pero necesito tiempo. -
- ¡No, Rosie! - alzo los brazos al cielo maldiciendo- Piénsalo... - le agarra de la muñeca para mostrarle a Lisa en la distancia- Avanzas o ...- le señala a Suzy en la dirección opuesta. - Te estancas.-
Rosé guardó silencio por un momento pensativa, pero unos segundos después y sin dudarlo, se fue hacia Suzy. Provocando que Irene resoplara y desistiera de seguirla.
La castaña hablaba muy animada con IU cuando se calló al ver a Rosé.
- Hola, nena. - dijo bajito.
- Hola...- apretaba el bolso nerviosa por si alguien los podría escuchar. - Oye, quiero explicarte lo de Lisa. Ella y yo, solo...-
- ¿Lisa? - la interrumpió mostrando desagrado por llamarla por su nombre. - Hasta hace unos días era señorita Manobal. No puedo creer que te guste esa payasa. - concluía molesta. -
Rosé río irónica y recibió con agrado la escenita de celos. Aunque la irritaba de sobremanera que reclamara un derecho que no le pertenecía y sobre todo sin haber hecho aun nada con Lisa. Eso fue lo último que pensó antes reaccionar para responder.
- Tengo derecho a salir con quien quiera y no puedes prohibírmelo. ¿Te recuerdo en qué situación estamos? -
- Si, pero ¿con ella? Es una idiota, solo va tras tuya por ser quién eres y así poder acostarse contigo. En cambio, yo te amo y dejaré todo por ti. Pronto podremos estar juntas. Por favor, Rosie, lo hablaremos en mi casa. Ven conmigo hoy. - hizo el amago de agarrarle la mano, pero se contuvo.
Rosé se pasó un mechón tras la oreja y la miró vacilante para después mostrarle una sonrisa tierna.
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Lisa miraba a su alrededor por si se encontraba con alguna cara conocida hasta que de repente apareció Irene con Seulgi
- ¿Tu prima donde se ha metido? - preguntó intrigada.
- No sé...-
- Está hablando con unos amigos y se va retrasar. Es mejor que no la esperes. - le aconsejaba Irene con tristeza y tirando de su novia para irse.
Lisa apretó su mentón enojada porque al final esa niña a desaparecido a la más mínima y la ha dejado tirada. Con mal sabor de boca, decide que su noche ha terminado, por lo que no se despidió de nadie y se fue de la plaza para volver a su apartamento.
- Eh! Espera...- le gritaba Rosé
- ¿Qué haces aquí? - preguntó extrañada, pero con un atisbo de alegría.
- He venido contigo, ¿no? - le recordaba.
- Tu amiga me dijo que te habías quedado con unos amigos. Que no te esperara. - dice haciéndose la molesta.
- Ahm..- mentalmente le dio las gracias a Irene por cubrirla- Si, pero es una cita y no tengo por costumbre dejar plantado a nadie.- se apresura en decir para cerrar el tema.
Aunque que se moría de ganas por estar con Suzy, tenía que seguir su plan de darle celos. Se fue hecha una furia cuando se negó a ir con ella, así que ella misma se felicitó por no sucumbir a sus deseos.
Ambas caminaron hasta el edificio en silencio. Cada una inmersa en sus cosas, no sabían que lo que les rondaba por sus cabezas era el mismo pensamiento. Donde se quedaría Rosé a pasar la noche.
- ¿Al final no te quedas en la mansión? - pregunta aguantando la risa.
- Conozco las eternas partidas de póker de mi padre. Muchos viejos bebiendo, jugando y discutiendo de dinero. Sin contar que se presente alguna señorita para hacerles compañía. - le explica cuando llegan al principio de la escalera.
- Vaya, vaya... Mason sabe cómo divertirse. - dijo con sorna.
- Sr. Park. - le rectifica.- No creas que estoy de acuerdo con lo que hace, pero esta solo y sé que un hombre tiene sus necesidades.- sigue subiendo.
- ¿O sea que tu padre hace bien, pero yo mal? -
- Tu cobras por ello. - le reprocha.
- Y tu padre paga por ello. ¿ Qué diferencia hay?-
- Que él hace poco que perdió a su mujer - dijo muy seria mirándola fijamente a los ojos y deteniendo su paso. - Y tú lo haces por pagarte tus caros caprichos. - sigue subiendo, dejándola atrás.
Llegan a la tercera planta y Lisa se apoyó sobre su puerta observando como decidía si tocar o no en su apartamento.
- Podrías quedarte conmigo. Si quieres...- propuso con simpatía sabiendo que no le quedaba otra.
La rubia pasó de su oferta y toco en la puerta. Rezando a todos los santos para que Jennie abriese, esta tardó un poco, pero cuando lo hizo solo asomó su cabeza.
- ¡Rosé... ¡- exclamo con una risa nerviosa. - ¿No ibas a dormir en la mansión? -
- Si...- contesto avergonzada. - Es que mi padre tiene póker hoy, ya sabes...-
- Oh, dios mío. Lo siento...- la agarro de la muñeca para que se acercara a ella y así Lisa no las escuchase- Chu por fin tiene la noche- dice ilusionada.- Tu también podrías tener la tuya.- le sugiere susurrándole.
- Si, si, si...- le corta para que no siga- Disfruta, anda. - termina suspirando.
- Oh gracias, amiga. - le da un beso en la mejilla. - Tu también- le guiña un ojo- Te debo una muy grande. Adiós Lisa.- lo despide rápidamente cerrando de un portazo.
Rosé respiró hondo y se giró para la pelinegra. Esta ya había abierto su puerta y hacía un gesto con la mano para que pasara.
- Olvídalo...- dijo Rosé yendo para las escaleras.
- ¿Y dónde vas a ir?- se cruzaba de brazos divertida.
- Existen los hoteles, ¿sabes? -
- Venga, Rosé..- la agarra de la mano deteniéndola.- No te voy a comer..-
- Mmmh...¡no!.-
- Te prometo que no haré nada que no me pidas. - pone su cara de niña buena para convencerla.
- No creo que sea una buena idea- titubea.
- Pues yo creo que es la mejor. Así le confirmaremos a tus amigas que nos estamos conociendo más profundamente. - le debate encantada por verla confusa.
- No quiero ninguna tontería o me largaré- se arriesga al fin, advirtiéndole mientras que se escapa de entre sus brazos para entrar.
Una Lisa complacida, sigue los pasos de la rubia hasta dentro de su apartamento y cierra la puerta mostrando una sonrisa pícara.
- ¿Quieres tomar algo? - le pregunto la pelinegra abriendo la nevera.
- En realidad, si tuvieses una aspirina me harías un gran favor. - se agarra el tabique de la nariz.
- ¿Te duele mucho? - buscaba en uno de los armarios algún medicamento que pudiera servir.
- Un poco - tose poniéndose la mano en el pecho.
- Toma...- pone un par de pastillas en la mesa de la cocina.- Para el resfriado.- le indica poniendo un vaso de agua al lado.
- Gracias. -
Lisa sintió pena por la rubia. No se veía bien y realmente estaba muy pálida. Conseguido su propósito al tenerla ya en su apartamento, prefirió no ponerle las cosas más difíciles y dejar sus ataques por hoy.
- Buscaré algo para que te cambies. - fue hacia su habitación.
- No hace falta. Dormiré así vestida.-
- No seas tonta, Rosé. - hace caso omiso y saca de un cajón una camiseta- Eres mi invitada, quiero que estés cómoda. - se la tira desde lejos.
- Para dormir en el sofá no necesito más. Tan solo una manta. -
- ¿En el sofá?. No puedo permitir que una mujer duerma en un sofá. Te dejaré mi cama. - le ofrece.
- ¿En serio? - preguntó extrañada por la repentina amabilidad.
- Pues claro. No creas que soy siempre una idiota. - responde alzando el brazo mostrando la dirección que tenía que seguir para cambiarse.
Un rato después, la rubia sale del baño tirando hacia abajo de la camiseta de basket que le prestó Lisa. La llegaba casi a la altura de las rodillas, pero aun así le parecía muy corta.
- Ya? - Lisa cambiaba las sábanas de la cama cuando la vio aparecer. La camiseta dejaba al descubierto sus lisas y blancas piernas. Imaginarse que debajo solo llevaría su ropa interior la volvía loca. Tuvo que contenerse para no decirle lo preciosa y sexy que estaba.
Rosé se fijó como la miraba y recordó la conversación con Irene. En un acto reflejo hizo por tapar más sus piernas y temió haber despertado a un león hambriento.
- Un bonito detalle cambiar las sábanas. - dijo ella refiriéndose a las tantas mujeres que han podido dormir allí.
- Soy una buena anfitriona. - acomodó la almohada y termino sacudiéndose las manos - Ya está listo. -
- Gracias, supongo. - aún seguía sin fiarse de ella.
La rubia se metió rápidamente en la cama para taparse con la sabana y dio la espalda a Lisa. Esta, se encogió de hombros y aprovecho que la luz del cuarto era tenue para desvestirse allí mismo. Se sacó la camisa por la cabeza y se despojó de los pantalones, en top y boxers.
Rosé no podía concentrarse en dormir ante tanto ruido tras ella, por lo que abrió sus ojos y vio reflejado en el largo espejo que tenía al lado de la mesita la musculosa espalda de Lisa. Definitivamente sus amigas tenían mucha razón en cuanto a lo buena que estaba. Deseando volver a cerrar los ojos, sus parpados se negaron a responderla y los dejó abiertos. Tomo el riesgo de disfrutar del espectáculo y mandó al carajo su razonamiento.
Cuando la pelinegra se giró para subirse el pantalón del pijama, la sorprende observándola. Pronto la rubia se hizo la dormida y Lisa disimulo una sonrisa encantada. Sin reparo, se metió en la cama junto a ella y se puso cómoda con las manos atrás su cabeza.
La rubia pegó un salto cuando la notó tumbarse. Agarrando las sábanas con fuerza para cubrirse, se volteo a mirarla asustada.
- ¿ Qué haces?- preguntó incomoda.
- Dormir. - cierra sus ojos y se muestra indiferente ante su reacción.
- Se supone que me dejarías la cama. - le recuerda.
- Si, y estas en ella. - hace un gesto con la mano mostrando el sitio donde están tumbados.
- Pero tú me dijiste ...-
- Te dije que te dejaría la cama y aquí estas mentida ¿Creías que yo dormiría en el sofá? - ríe a carcajadas- No, Park. Mañana tengo partido y tengo que descansar en condiciones. -
- Pfffff- indignada, retira la sabana con la que se cubría para irse.
- ¿A dónde vas? - la sostiene de la muñeca antes de que salga. - Podemos compartir cama sin ningún problema. - le explica para que no se lo tome tan enserio.- Te repito que no voy a intentar nada. Ya has comprobado desde que entraste por esa puerta que cumplo mi promesa. -
Rosé no quedó del todo convencida, pero tuvo que darle la razón en una cosa y es que se había estado comportando muy bien con ella desde que accedió pasar la noche en su departamento. Estaba tan agotada que solo quería dormirse de una vez, por lo que volvió a recostarse en su sitio. No sabía lo que le pasaba. Seria por los medicamentos que la tenían tonta, pero ya no tenía más fuerzas para seguir luchando contra Lisa.
- Si noto que te acercas, te castro. - la amenaza.
- Wow!, una mujer de armas tomar. No te lo tengas muy creído, ¿eh? - ella se pone de lado apoyando el codo en la almohada. - Bueno... ¿qué te ha parecido nuestra cita? - quiso seguir hablando con ella.
- Estoy cansada, Lisa. Me duele la cabeza y quiero dormir. - educadamente le pide que se calle.
- No seas aburrida y aprovechemos esta tregua. - la anima.
Rosé resopla y se maldice un millón de veces por acceder meterse en esa cama. Cruzó su mirada con la pelinegra y bajo la poca luz que los iluminaba pudo distinguir el brillo intrigante que tenían sus ojos. Luego, su definido torso cubierto solo por un top capto su atención y rápidamente sus pulsaciones se pusieron a mil, haciéndola sentir un calor abrasador en su vientre. Si ya estaba buenísima de espaldas, de frente era aún más atractiva. Afortunadamente para ella solo la contempló un par de segundos y pudo evitar que sus mejillas se enrojecieran.
- Tampoco es que hubiéramos estado mucho tiempo juntas- le responde poniéndose boca arriba y así desviar su vista hacia el techo.
- ¿Te quejas por pasar poco tiempo conmigo? - le bromeaba.
- No. - esboza una pequeña risa.
Lisa admiraba su perfil encandilado en su sonrisa. Era la primera vez que la hacía reír y por extraño que le pareciese, se alegró de ser el causante de ese sonido. Su auto control desaparecía por momentos y no le ayudó mucho que la chica la mirara como lo hizo hace unos segundos.
- ¿No me das un beso de buenas noches? - se atreve a preguntar.
- ¿Tan desesperada estas? - responde divertida.
Lisa disimuló su asombro por ver lo bien que se tomó la pregunta y por seguir con esa tregua que tanto les estaba costando respetar.
- Podíamos practicar. - propone haciendo pucheros recostando su cabeza en la almohada.
- Entonces incumpliríamos una norma. Solo podemos besarnos delante de la gente. -
- O por que tú me lo pidas. - añade.
- También te lo puedo dar voluntariamente, si quiero...- sigue con buen humor a pesar de la insistencia. Tal vez las pastillas tenían la culpa de eso? no lo sabía, pero estaba relajada y cada vez se sentía más cómoda al hablar así con la pelinegra, sin ningún tipo de agresiones por parte de ambas.- Pero podría pegarte mi resfriado y sería una pena que te perdieras el partido.- dijo con falsa pena utilizando la misma estrategia que Suzy para que desistiera.
- No me importaría. Seguro que merece la pena-
Rosé se conmovió al escucharla. A diferencia de Suzy, Lisa si se arriesgaría a que la contagiase por un simple beso de ella. Sabía que intentaba engatusarla, no era tonta, pero extrañamente ese gesto le gustó demasiado. Aunque no lo reconociese con palabras, si lo hizo cuando posó sus ojos en ella.
Lisa no supo si la miraba con miedo o consentimiento. Ante la confusión que le provocaba, quiso aventurarse y movió su brazo lentamente por debajo de las sábanas hasta la rubia. Al notar que no rehuyó, siguió avanzando hasta topar con su cálida mano.
- Por lo que veo no aprecias mucho tu extremidad- le recordaba su antigua amenaza, pero sin ningún afán de apartarse.
- También merecería la pena perderla. -
Pronto desaparecería su estado jovial cuando sintió la mano de Lisa por su costado. Respirando profundamente, no rechazo el contacto, pero tampoco le pondría las cosas fáciles. Con la misma delicadeza que utilizaba ella, miró a esos ojos azules llenos de deseo y se aproximó a pocos centímetros de su cara.
- Hasta mañana, Lili. - dijo en un susurro para ir a por su mejilla y posar sus carnosos labios en la suave piel de la chica.
Ambas dibujaron una media sonrisa y la rubia dio por concluida la conversación. Dándole la espalda, colocó su cabeza en la almohada y cerró sus ojos. Esperaba haberle dejado claro que, si pretendía conseguir algo de ella, tendría que aprender a ser más ingeniosa. Aun así, había algo en esa tailandesa que no la dejaba indiferente, eso lo tenía claro. Con ese último pensamiento cayó rendida por el agotamiento.
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Aquí un nuevo capítulo para que empiecen bien la semana 🖤💖
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