Agotante | Harry Potter x Str...

By CrissWritter

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Jenna Harrington es una simple estudiante de la escuela en Hawkins, con sus amigos. Pero algo cambia en su vi... More

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•End of Second Year•
•Start Third Year•
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JENNA
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EPÍLOGO
•Start Four Year•
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•End of four year•
•Start Five Year•
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•End Of The Five Year•
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THE FINAL WAR
•End of the five year•
•Start Six Year•
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•End of the six year•
•Start Seven Year•
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•End of the seven year•
AGRADECIMIENTOS

•Thirteen•

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By CrissWritter


•¡HAPPY CHRISTMAS FRIEND!•
_______

____________

Después de haber ayudado a Daphne a hacer su equipaje y haber acompañado a ambos amigos a la estación de tren por la mañana, Jenna había estado con el trío de oro por Hogwarts.

Ya que no había nadie más en el castillo, tan solo un par de alumnos más, y no eran de Gryffindor, los tres la invitaron a quedarse en su sala común y dormir en la habitación junto a Hermione. Así que, la pelinegra se hizo una pequeña maleta para los días de vacaciones y se instaló en el dormitorio de su amiga.

☃️_____☃️______☃️

La mañana de navidad había llegado y la pelinegra, se había despertado de manera natural ese día. Se giró para mirar por la ventana y así ver la cantidad de copos de nieve que traía consigo la nevada.

Desde las mazmorras, no se podían apreciar esas vistas, ni despertarse por los rayos de sol atravesando el ventanal.

Estuvo un rato, más dormida que despierta, planteándose su existencia hasta que por fin decidió espabilarse. Tardó unos segundos en levantarse de la cama. Tal vez minutos o una hora, pues se había quedado sentada en el borde de ésta, sin siquiera moverse.

Se colocó sus calentitas zapatillas de andar por casa y caminó un par de pasos hasta la cama de la castaña.

—Herms... —susurró—. —Hermione es navidad! —la tambaleó un poco pero ésta no despertaba. Con un suspiro, gateó por la cama y se acercó al oído de la Gryffindor.

Con una sonrisa maliciosa y pensándoselo una poco, sopló fuertemente en su oreja.

Hermione se sobresaltó y dejó ir un grito ahogado por el susto mientras se reincorporaba y colocaba su mano en el corazón. La Slytherin comenzó a reír dejándose caer entre las escarlatas sábanas.

—Eso a sido cruel. —dijo recuperándose Hermione. Jenna sonrió y se acercó a ella para besar su mejilla—.

—Feliz navidad Hermione. —felicitó sonriente. Hermione la abrazó—.

—Feliz navidad Jenna.

Ambas se tomaron una rápida ducha de agua caliente, se peinaron y secaron el pelo, y se vistieron. Jenna maquilló un poco los ojos de Hermione y le hizo una coleta. Acomodó unos cuantos mechones de flequillo.

—¿Sabes que este año estás hermosísima? —hizo saber la Slytherin. Hermione sonrió y negó—.

—Vamos a despertar a los chicos. —propuso—.

(...)

—Ya era hora. —rodó los ojos Jenna cuando ambos Gryffindors bajaron a la sala común caminando adormiladamente. Harry sonrió frotándose los ojos—.

—Feliz navidad. —felicitó acercándose—.

—Igualmente. —deseó buscando a Ron con la mirada. Volvió a mirar al azabache—. —¿Turrón? —pregunto agarrando un platito—. —Habéis tardado tanto que me ha dado tiempo a ir a las cocinas.

—Si, gracias.  —aceptó agarrando un trozo mientras la miraba a los ojos—.

—¿Eso que huelo es turrón y galletas al horno? —ambos miraron al pelirrojo, Harry, girándose, para poder ver que venía en dirección al plato.

—Si. También hay leche caliente. —ofreció ella mientras Ron devoraba las galletas—.

—Te...amo... —dijo con la boca llena. Ella alzó las cejas y dejó el plato en el respaldo del sofá escarlata para luego agarrar ella también comida—.

—¿Que haremos hoy? —preguntó Hermione. Los tres se limitaron a encogerse de hombros mientras comían—. —Bueno, voy a por los regalos. —avisó subiendo las escaleras. Los demás asintieron de acuerdo—.

—¿De qué son estas? —preguntó Weasley—.

—Están rellenas de chocolate. —respondió ella agarrando una, Ron abrió mucho la boca y agarró una mirándola como si fuese el mismo cielo. Jenna se levantó de su lado y caminó hacia Harry—.

—Hoy podríamos salir a dar una vuelta y hacer guerra de nieve. —propuso—.

—Es una idea increíble. —asintió él. Los pasos de Hermione volvieron a hacerse notar y bajó con un montón de paquetes. Algunos, levitando tras ella.

—¿Yo también tenía? —preguntó extrañada la Slytherin—.

—Si. Supongo que te lo habrán mandado con mucha antelación. —se encogió de hombros con una sonrisa. Los dejó todos sobre la mesa.

Los niños cuatro se acercaron y comenzaron a leer los envoltorios mientras habrían los paquetes.

Jenna abrió primero el de su madre, algo menos desesperada que Harry y Ron.

Era una bonita y pequeña caja cuadrada, bien envuelta, con un hermoso brazalete color esmeralda.

A este punto, Ron ya estaba aniquilando los dulces que había abierto con impaciencia.

Dejó la cajita en la mesa con cuidado y agarró el regalo de Steve.

Negó con la cabeza cuando vio que Steve le había regalado unos finos y caros pendientes. Junto con una nota, alegando que quiera o no, la invitaría a bailar un día de estos.

—Tú hermano es el mejor! Deben de ser súper caros! —dijo asombrada la Gryffindor. Jenna la miró alzando una ceja—.

—Que ni piense que voy a salir a bailar con él y me voy a poner un vestidito de esos con unos tacones. —dijo con una mueca agarrando los regalos de sus amigos—.

—Jenna, también hay un suéter para tí! —exclamó Ron. Jenna se giró sonriente—. —Enserio? —preguntó emocionada. El pelirrojo asintió y le dio un bonito y abrigado suéter color negro con su inicial tejida en blanco .

—Le hablé de ti. —explicó— —Y le dije que te gustaba el negro.

Jenna lo miró agradecida y lo abrazó fuertemente.

—Gracias Ronald. —agradeció separándose—. —Voy a dejar las cosas a la habitación y vuelvo. —dijo—.

—Voy contigo. —se apresuró la castaña.

<><><>

Cuando Jenna bajó, llevaba puesta el suéter echo por la señora Weasley y a Orión en brazos.

Observó como Ron y Harry estaban súper felices. Hermione todavía estaba arriba así que se acercó.

Abrió mucho la boca cuando vio como Harry desenvolvía un paquete largo y estrecho.

—¿Qué es? —preguntó acariciando al felino y acercándose más—.

—No sé.. —murmuró abriendo el paquete. Todos ahogaron un grito al ver lo que era. Se trataba de una brillante y nueva escoba, demasiado bonita como para ser real—.

Ron se acercó rápidamente a verla.

—No puede ser... —negó ella—. —¿Esa es...? 

—La saeta de fuego! —exclamó Ron—. —Es la más rápida y nueva de todo el mundo. Vale una fortuna!

—Es demasiado... ¿Quien te la ha enviado?  —dijo deslumbrada la Slytherin. Harry pasó la mano por la saeta de fuego —.

—Bueno... los Dursley no han sido. Eso seguro.

—Ron abrió mucho la boca—. —Ya sé quién a podido ser! El profesor Lupin!

—Qué? —rió Harry—. —No, no Lupin no ha podido ser. Mira, si tuviera tanto dinero, podría comprarse una túnica nueva.

—Eso es verdad. —aceptó Jenna—. —No creo que haya sido él.

—¿Qué pasa? —preguntó Hermione entrando con Crookshanks en brazos. Se detuvo al ver la escoba—. —¡Vaya, Harry! ¿Quién te la ha enviado?

—No tengo ni idea. No traía tarjeta.

El rostro de Hermione se tornó serio. Se mordió el labio con nerviosismo.

—Qué pasa? —pregunto Extrañado Ron. Hermione dejó a Crookshanks en el suelo para que pudiera jugar con Orión—.

—No sé —murmuró—. —Pero es raro, ¿no os parece? Lo que quiero decir es que es una escoba magnífica, ¿verdad?

Ron suspiró exasperado.

—Es la mejor escoba que existe, Hermione. —hizo saber vagamente—.

—Ya... y cuesta demasiado dinero.. —siguió. Jenna sabía a dónde iba a parar. Pero prefirió no comentar nada y alejarse un poco—.
—Bueno, ¿quién enviaría a Harry algo tan caro sin si quiera decir quién es? —continuó—.

—¿Y qué más da? —se impacientó Ron—.

Jenna agarró rápidamente al negro gato cuando vio que se acercaba al bolsillo de Ron, en busca de la rata. Murmuró una regañina hacia el pequeño felino y se sentó con él en un sofá alejado mientras lo agarraba con precaución—.

—Harry, —dijo Ron—, —¿Puedo montar en ella luego? Después de ti claro.

Harry iba a contestar cuando Hermione se le adelantó.

—¿No creéis que no debéis montarla? —inquirió—.

—Y que quieres que haga Harry con ella? Barrer el suelo? —preguntó con molestia. En ese momento, Jenna apretó más su agarre contra su gato, que se estaba volviendo loco por correr tras la gata, pero un escándalo se produció cundo Crookshanks saltó hacia el roedor.

—¡LLÉVATELO DE AQUÍ! —bramó enfadado Ron a Hermione notando las garras del animal sobre su bolsillo. Orión luchaba para ir junto a su amigo y atrapar a la rata pero Jenna se resistía y lo regañaba mientras que el gato canela luchaba contra Ron para comerse a su presa.

Ron agarró a Scabbers por la cola y fue a propinar un puntapié a Crookshanks, pero calculo mal y le dio al baúl de Harry, que había sido bajado allí pocos minutos antes, volcándolo.

Ron se puso a dar saltos, quejándose de dolor. Mientras que a Crookshanks se le erizó el pelo y Orión arañó a Jenna, logrando así, salir disparado hacia su destino. Un silbido agudo y metálico llenó el dormitorio.

El chivatoscopio de bolsillo se había salido de los viejos calcetines de tío Vernon y daba vueltas encendido en medio del dormitorio. El pequeño gato se fue corriendo por el susto escaleras arriba pero Crookshanks todavía insistía.

—¡Se me había olvidado! —alzó la voz Harry—. —Nunca me pongo esos calcetines si puedo evitarlo...

—Sería mejor que sacaras de aquí a ese gato —dijo Ron furioso. Sentándose en el reposa brazos del sofá mientras se frotaba el dedo gordo del pie—.  ¿No puedes hacer que pare ese chisme?

—preguntó irritado a Harry mientras Hermione salía a zancadas del dormitorio. Todavía, los ojos amarillos de Crookshanks miraban maliciosamente a Ron.

Todo se quedó en silencio. Jenna prefirió irse tras su amiga, a la que habían oído cerrar la puerta de su dormitorio con un portazo.

________

La mañana de navidad en la sala común de Gryffindor no fue lo bien que se esperaba. El  espíritu navideño estuvo ausente.

Hermione y Jenna habían encerrado a sus mascotas en el dormitorio. La castaña, muy enfadada por que Ron le había intentado dar una patada y Jenna tratando de reconciliarlos. Al final, se dio por vencida y subió a su habitación para hablar a través de los espejos con Max y contarle lo sucedido mientras Harry y Ron, en su dormitorio, admiraban la escoba.

(...)

A la hora del almuerzo, los cuatro se reunieron para dirigirse al Gran Comedor.

Al entrar, pudieron apreciar que habían arrimado las mesas en los muros, y que ahora sólo había una en en mitad del salón.

Sentados, se encontraban allí los profesores Dumbledore, McGonagall, Snape, Sprout y Flitwick, junto con Filch, el conserje, que se había quitado la habitual chaqueta marrón y llevaba puesto un frac viejo y mohoso.

Sólo había otros tres alumnos: dos del primer curso, muy nerviosos, y uno de quinto de Slytherin, de rostro huraño. Jenna lo miró mal.

—Felices Fiestas! —dijo Dumbledore cuando
los tres se acercaron a la mesa—. —Como somos tan pocos, me pareció absurdo utilizar las mesas de los colegios. ¡Sentaos, sentaos!

Los tres se miraron y se sentaron en el extremo de la mesa.

—¡Cohetes sorpresa! —exclamó Dumbledore entusiasmadamente alargando a Snape el extremo de uno grande de color de plata. Snape lo tomó a regañadientes y tiró. Sonó un estampido, el cohete salió disparado y dejó tras de sí un sombrero de bruja grande y puntiagudo con un buitre disecado en la punta.

Jenna sonrió entre dientes aguantándose la risa por la desgana y desmotivación del profesor de pociones.

—¡A comer! —Alentó sonriente Dumbledore a los presentes.

Todos comenzaron a servirse. A Jenna se le hacía algo raro comer con los tres Gryffindors y, sobretodo, con los profesores, sin embargo, no dijo nada y pensó en otra cosa.

La profesora Trelawney entró al Gran Comedor, llegando algo tarde.

—¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! —Dumbledore se puso de pie. Era algo raro verla allí. Solía comer sola y pocas veces se la veía por el castillo. Jenna se llevó el tenedor a la boca, pensando que si fuera profesora, probablemente sería igual de solitaria.

—He estado consultando la bola de cristal, señor director —hizo saber  Trelawney con su voz más lejana—. —Y ante mi sorpresa, me he visto abandonando mi almuerzo solitario y reuniéndome con ustedes.¿Quien soy yo para
negar los designios del destino? Así que dejé la torre y vine a toda prisa, pero les ruego que me perdonen por la tardanza.

—Por supuesto —Dumbledore parpadeó—.—Permíteme que te acerque una silla.

—Con la varita, hizo que una silla se acercara.  Dio unas vueltas antes de caer ruidosamente entre los profesores. Jenna llevó su copa dorada a la boca para beber un poco—.

Sin embargo, la profesora Trelawney no se sentó. Sus enormes ojos aumentados por los grandes cristales de sus gafas habían vagado por toda la mesa y de pronto dio un leve grito.

A Jenna se le desvió el líquido y casi se atraganta por el sobresalto. Ron le dio leves golpecitos en las espalda. Pocos segundos después, cerró fuertemente los ojos y asintió dando a entender que estaba bien. Miró a la mujer.

—¡No me atrevo, señor director! iSi me siento, seremos trece! ¡Nada da peor suerte! ¡No olviden nunca que cuando trece comen juntos, el primero en levantarse es el primero en morir!

—Nos arriesgaremos, Sybill —dijo con impaciencia la profesora McGonagall—. —Por favor, siéntate. El pavo se enfría. —alentó.
Trelawney dudó, pero luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, como esperando que un rayo cayera en la mesa.

(...)

Fue una comida algo extraña e incómoda. Con pequeñas discusiones entre McGonagall y Trelawney. Jenna no hablaba mucho. Pero de vez en cuando asentía a los reclamos de Hermione hacia ella y pretendía hacer como que la escuchaba.

Finalmente, recogieron sus platos para levantarse una vez habían terminado cuando Harry y Ron se levantaron a la vez. La profesora dio un grito.

—¡Queridos míos! ¿Quién de los dos se ha levantado primero? ¿Quién? —preguntó angustiada—

—No sé —dijo Ron mirando a Harry con inquietud.

—Dudo que haya mucha diferencia —interfirió Minerva fríamente—. —A menos que un loco con un hacha esté esperando en la puerta para matar al primero que salga al vestíbulo.

Jenna tuvo que aguantarse la risa, cosa que no pudo evitar Ron.

_________

Después de un paseo con la nieve junto a Orión, al llegar a la sala común de Gryffindor, se sorprendió al ver a la profesora McGonagall salir por el cuadro de la dama gorda con la escoba de Harry.

Ambas se miraron extrañadas. Jenna se quitó sus cascos y los dejó reposar en su cuello mientras fruncía el ceño.

—Harrington... —murmuró Minerva—.

—Oh... hola. —saludó incómoda—. —¿Esa es la escoba de Harry? —preguntó señalándola. La profesora la miró y asintió—.

—Se la he requisado por motivos de seguridad. —aclaró—.

—Ah... ya veo. —dijo sin saber mucho que decir. Se acercó al cuadro.

—Harrington. —dijo ya yéndose. La pelinegra se giró curiosa—. —No hay ningún problema en que se quede en la sala común de Gryffindor en navidades. No pretenderá estar sola no? —dijo amablemente. Jenna sonrió un poco y asintió incómoda—.

—Gracias profesora McGonagall. —agradeció—.

(...)

Una vez entró en la sala común, vio a los tres Gryffindors discutiendo.

—¿Que pasa? —preguntó con el ceño fruncido—. —¿Por qué discutís?

—Por que Hermione se ha chivado de la Saeta de fuego a McGonagall y ahora se la ha quitado a Harry! —dijo furioso mirando a la castaña. Jenna se acercó—.

—A, ya. Eso. —dijo simplemente. Los chicos se mostraron sorprendidos—,

—¿Tú sabías? —preguntó el azabache—.

—Me acabo de cruzar con ella. Llevaba tu escoba.

—¡No lo puedo creer Hermione! Ahora por tu culpa Harry se ha quedado sin la Saeta de Fuego! —gritó el pelirrojo—.

—Oye! No la trates así. —defendió la pelinegra poniéndose al lado de su amiga—.

—Haber si entendéis que una escoba así no se puede desmontar como si nada!

—Haber si usas un poco el cerebro y entiendes que Harry no puede montar algo tan caro y sin nombre cuando hay un asesino suelto que lo quiere matar! —reprochó igual la pelinegra—, —Tienes que ser más responsable Ronald?

—No lo puedo creer! Por vuestra culpa no podré volar! Te tengo que recordad que la mía se me rompió?

—Ya sé que la tuya se rompió Potter. Yo misma la cogí pero Hermione tiene razón!

—¡No la tiene! —gritaron los dos. Hermione ya tenía los ojos aguados. Subió corriendo hacia su dormitorio y cerró de un portazo.

—Que no ves que me ha quitado mi escoba? —le preguntó Harry—.

—Has sido muy duro con ella. Hermione solo se preocupaba por ti. Te podría haber pasado algo malo. Si McGonagall no lo considerase, no te la hubiese quitado. —le dijo enfadada. Miró fusilando a Ron y se giró para subir las escaleras—.

___________

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