-Soy más fuerte que mis miedos-
En todo el día hemos estado los tres juntos, intentando compartir cada momento, porque mañana el avión que nos llevará de regreso sale temprano.
La Luna se ve como una pintura en el cielo nocturno. Saco el celular y tomo algunas fotos para mi abuela. Ella me tiene un poco pensativa, ya que dijo que tenía algo por contarme, pero que me lo diría cuando regresará, ya que era mejor decirlo en persona.
—Eres bellísima—dice un Thomas anonado. Pongo los ojos en blanco, en vez de ver La Luna me está viendo a mí. Escucho la risa de Susan a mi otro lado.
—Eva, creo que lo tienes tonto—dice.
—Sí, Susan estoy así por ella—me hala hacia él. Me besa en la frente, en la punta de la nariz y se queda viendo mis labios. Solo nos hemos besado una sola vez y fue en mi cumpleaños, desde entonces no ha vuelto a ocurrir. Aunque a veces he tenido el impulso de besarlo, pero me he abstenido. El comienza a acercarse...
—Oigan...Oigan...no se pongan románticos en frente de mí, sino me sentiré como la que está de "más"—interrumpe Susan. Ambos nos sonrojamos y apartamos la mirada.
—Hay pocas personas ¿Qué hora es? —Pregunta Thomas.
—8: 45 pm. Deberíamos regresar, recuerden que no podemos estar más de las nueve fuera—responde Susan.
—Tienes razón—digo.
Nos encaminamos a regresar, pero cuando pasamos por una de las cabañas al aire libre se escucha un grito. Mi cuerpo se pone alerta y agarro la mano de Thomas.
—¿Qué...Qué fue eso?—Pregunta Susan asustada.
—No lo sé—responde Thomas.
Se escucha otro grito y luego risas masculinas. Los recuerdos de aquella noche se agolpan en mi mente.
"Los tres se ríen y cada vez sus risas se vuelven más entonadas molestando mis tímpanos. Intento escapar, pero no puedo"
—¡Suéltame!—Grito otra vez. Pataleo e intento escapar.
—¡Suéltame!—grita una voz femenina proveniente de la cabaña.
Lo sé de inmediato y no dejaré que otra chica pase por eso. Suelto la mano de Thomas y corro hacia ese lugar.
—¡Evangeline, espera!—grita Thomas a mi espalda.
Corro, corro. ¡No dejaré que otra chica pase por eso! ¡No dejaré que ninguna otra chica sufra! ¡No dejaré que un maldito desgraciado, vuelva a ponerle un dedo encima a una mujer!
Llego al lugar. Son dos tipos, uno de ellos tiene a la chica agarrada y el otro intenta quitarle la ropa. Ellos no me han visto aún. Eso me da la oportunidad de buscar algo para golpearlos. Tomo un jarrón de porcelana con flores dentro y me acerco. El tipo que tiene a la chica sostenida me ve e intenta avisarle al otro, pero antes de que lo hago le estrello el jarrón al que está despaldas en la cabeza. Él se toca la cabeza y voltea hacia donde estoy. Lo reconozco de inmediato, es Edward. La furia se adueña de mí, estaba intentado abusar de otra chica. El comienza a acercarse y me quedo firme donde estoy. Levanta la mano para tocarme el rostro, pero agarro su mano y lo detengo a medio camino. "Tú eres más fuerte que tus miedos. Levántate y enfrenta al mundo." Esas palabras resuenan en mi mente.
—¡No volverás a tocarme!—grito. Entierro mis uñas en su brazo y luego lo golpeo con mi rodilla en su zona íntima. Da dos pasos atrás y cae de rodillas en el suelo. En eso llegan Thomas y Susan. El otro chico, suelta a la chica e intenta escaparse, pero Thomas lo agarra antes de que se vaya. Susan y yo ayudamos a la chica, que está llorando en el suelo.
—Ya llamé a la policía, espero que no se demoren—informa Susan.
—Ellos...ellos...que... querían hacerme daño—dice entre sollozos la chica. Por su aspecto puedo notar que solo tiene unos catorce años.
—Shisss...tranquila...ya no lo harán. Estas a salvo—La rodeo con mis brazos y dejo que se recueste de mi pecho.
—Vaya, vaya hacia que tengo a mis dos chicas aquí—dice Edward de una forma asquerosa. Se para del suelo aún adolorido.
—¡No somos de nadie más que de nosotras mismas!—le gritamos al mismo tiempo.
—Se ven tan lindas enojadas, que ya no se acuerdan de...
—¡Eres un asqueroso de mierda!—Susan lo golpea con su bolso varias veces.
Thomas termina con el otro chico y agarra a Edward antes de que pueda hacerle daño a Susan. Hago contacto visual con la promesa en mis ojos y los suyos dicen; Tranquila, no romperé esa promesa.
—Así que tú eres su novio—intenta provocar a Thomas, pero como él no le hace caso continúa—...pues te digo que ella ya no es...
—¡Cállate!... sino fuera porque le prometí algo a Eva, ya te hubiese golpeado—grita Thomas.
La policía llega al lugar y los padres de la chica también, pero antes de que se lleven a Edward, lo que dice llama mi atención y permanece en mi cabeza repitiéndose una y otra vez.
—Pues, ya que llamaron a la policía, debo aclarar que esa noche eso paso porque tú madre te vendió por una gran suma de dinero, que obviamente no iba a rechazar. No soy el único que deberían arrestar.
Isabella no sería capaz de eso. Es imposible, Edward debe de estar mintiendo. Una persona tiene que ser muy malvada para hacer algo así.