Los pisos de la mansión estaban cubiertos con alfombra, por lo que no se podían escuchar pasos, incluso cuando caminaba un hombre corpulento como el Gran Duque. Ella lo persiguió frenéticamente por la mansión.
El lugar donde se detuvieron fue un dormitorio.
Probablemente se preparó con prisa, pero estaba decorado para ser el dormitorio perfecto para la pareja. Los elegantes muebles de madera negra y la estética oscura en general le daban una sensación muy acogedora, y las armas y armaduras que colgaban de las paredes parecían indicar que esta era su habitación.
—Esta es la habitación en la que tú y yo nos quedaremos.
Ella notó la terrible fatiga en su voz.
Se pasó las manos por la cara.
—Tu trabajo es hacer una cosa. Estar a mi lado cuando duermo.
Ella miró al Gran Duque en estado de shock.
'¿De qué está hablando?'
'¿No es natural que una pareja duerma junta?'
Añadió más antes de que ella pudiera hablar.
—Lo más importante es permanecer despierta.
—¿Quiere que me quede despierta? ¿Toda la noche?
—Sí, mantente despierta y mírame.
'¿Quieres que... haga qué?'
Agarró una espada de la pared y se la arrojó. Cuando lo agarró y lo desenvainó, la longitud y el peso se ajustaban perfectamente a su físico.
Habló en un tono sombrío.
—Si la tarea es difícil de manejar, puedes cortarme. No guardaré rencor.
—¿Qué...?
Antes de que pudiera preguntar más, llamó a los sirvientes. Les dijo que cerraran la puerta de la mansión porque no quería visitas.
—Prepara un baño para mi esposa. Llévala contigo.
Fue guiada al baño por doncellas silenciosas. La habitación ridículamente lujosa parecía una pintura, pero la llevaron a la bañera detrás de la partición sin poder apreciar la belleza de la habitación.
Las sirvientas rápidamente le quitaron la ropa, que estaba sucia por el viaje, y vertieron agua caliente en la bañera.
Miró por la ventana, sumergida en agua vertiginosamente fragante. El sol se estaba poniendo. Hermosos colores tiñeron el cielo.
La confusión que seguía nublando su mente no desapareció. De hecho, se había vuelto más grueso.
No podía entender lo que quería decir con irse a la cama, pedirle que no durmiera mientras él dormía, y cómo estaba bien cortarlo.
Quizás tuvo algo que ver con su razón para traerla aquí. Ella era un caballero talentoso.
Las criadas le dieron un nuevo conjunto de ropa interior y pijama y salieron de la habitación.
Regresó al dormitorio, asombrada de lo suave que era su ropa nueva.
***
El Gran Duque ya estaba en el dormitorio cuando ella regresó. Usando solo una túnica oscura, su cuerpo parecía casi perfecto.
Como mujer, obviamente estaba asombrada.
Ella no dijo nada, notando su cansancio. Se acercó y tocó el timbre junto a su cama. Las cortinas de las ventanas se cerraron meticulosamente.
Después de que se extinguió el fuego, la única luz de la habitación provenía de unas pocas velas alrededor de la cama.
El Gran Duque se acostó en la cama como si se derrumbara, sin siquiera cubrirse con una manta.
—No te duermas. Por ningún motivo. Si quieres ver el sol mañana por la mañana.
Ella asintió con la cabeza, a pesar de que todavía tenía cientos de preguntas sobre su situación. Ella acercó una silla y se sentó a su lado, con la espada en sus brazos.
El Gran Duque se durmió en un instante. Solo su respiración ligera le aseguró que estaba durmiendo, no muerto.
Contó, en un esfuerzo por mantener sus ojos cansados enfocados y despiertos.
¿Cuánto tiempo había pasado?
¿Una hora?
¿Dos horas?
Su cuerpo, cansado de viajar, exigía dormir. Ella miró al hombre que dormía a su lado con angustia.
Entonces, de repente, abrió los ojos.
***
Abrió los párpados lentamente.
Ella lo llamó sorprendida.
—¿Su Excelencia?
El Gran Duque no respondió. Lentamente se levantó y se bajó de la cama.
Deambuló por un momento y tomó una espada larga que colgaba de la pared. Su mirada turbia escaneó la habitación, la vio y se detuvo.
'De ninguna manera...'
Instintivamente desenvainó la espada que sostenía. Al mismo tiempo, blandió su espada hacia ella.
Sus espadas se encontraron con un sonido de choque agudo.
Mientras peleaban, se dio cuenta de que el Gran Duque estaba loco, probablemente sonámbulo. Sin embargo, era muy fuerte en comparación con ella. Siempre que sus espadas se encontraban, sus brazos temblaban levemente y era empujada hacia atrás.
No había ninguna posibilidad de ganar si luchaba contra él de frente.
Ella lo llamó, evitando por poco un golpe dirigido a su cabeza.
—¡Su excelencia, Duque Morte!
Pero él no respondió. Su espada hizo un sonido espeluznante cuando la empujaron a un lugar difícil de defender. Pensó que le pasaría algo si seguía luchando a la defensiva.
Giró su cuerpo hacia la cama para que su espada rebotara. Tan pronto como él se balanceó, ella golpeó la parte posterior de su cuello con la culata de su espada.
El duque se tambaleó y luego cayó sobre la cama.
'¿Está él...?'
Respiró hondo y examinó al hombre caído. Incluso cuando ella lo empujó cautelosamente con la punta de su espada, no hubo movimiento.
Se alejó apresuradamente de la cama y se sentó debajo de la ventana. El sueño que había estado presionando sus párpados hacía mucho que se había ido.
'¿Es por eso por lo que me dijo que lo cuidara? Pero, ¿por qué una persona dormida haría esto de repente? A menos que... ¡estuvieran poseídos por un demonio!'
Quería huir, pero no tenía adónde ir.
Volvió a guardar la espada en su vaina y la sostuvo con fuerza en sus brazos, para poder sacarla en cualquier momento. La espada en sus manos temblorosas hizo un sonido de traqueteo.
'Aterrador...'
Bajo la luz de las velas, arrugó su cuerpo para volverse lo más invisible posible.
***
No fue hasta que los pájaros piaron al amanecer que el Gran Duque abrió los ojos. Tan pronto como se despertó, miró a su alrededor apresuradamente. Y cuando la encontró acurrucada contra la pared, abrió mucho los ojos.
—Estas viva.
Ella no pudo evitar responder.
—¿Quería que estuviera muerta?
—No, es solo... estoy sorprendido.
Cuando lo vio salir de la cama, se puso de pie tambaleándose. Le escocían los ojos cansados y temblaba después de sentarse junto a la ventana en pijama fino. Esa noche había sido más dura que el viaje de los últimos días.
Su cuerpo temblaba por la conmoción y la fatiga.
El gran duque la miró fijamente y se ajustó la túnica. Luego tomó una manta de la cama.
—¿Quieres esto?
Tan pronto como él dio un paso hacia ella, ella dio un paso atrás.
—... Gracias por tu duro trabajo. Te lo explicaré todo más tarde, así que descansa. Puedes comer tan pronto como te despiertes.
Había muchas cosas que quería preguntarle, pero estaba demasiado cansada. Se quedó dormida tan pronto como su cuerpo golpeó la cama.
***
Cuando abrió los ojos, el sol ya estaba alto en el cielo. Se sintió renovada, pero con mucha hambre.
Tocó el timbre. Las ancianas, que parecían ser doncellas, entraron con la cabeza gacha.
—¿Está levantada, madame?
Parecían ser muy amables. Torpemente pidió algo de comer y agua para lavarse.
El Gran Duque ya se había ido hace mucho tiempo.
Se lavó la cara con agua fría, que tenía pétalos flotando, y se cepilló el cabello con un peine dorado.
Cuando terminó, llegó su comida. Consistía en algo blando que parecía carne grasosa, huevos blandos y pudín. Todo era comida que era difícil de conseguir en su territorio.
Comió lo más lento posible para no verse hambrienta frente a los sirvientes.
—Llego tarde para saludar, madame. Soy Sumona, la doncella principal.
—Hola, Sumona.
—Haré todo lo posible para que se sienta cómoda. Si tiene alguna pregunta o necesidad, no dude en preguntar.
Amarion vaciló un momento. Solo había una cosa por la que sentía curiosidad.
—Ah... ¿qué le pasa por la noche?
La anciana se estremeció levemente ante sus palabras. Rápidamente manejó su expresión, pero no pudo enmascarar el temblor en su voz.
—Su excelencia, ¿se despertó anoche?
—Sí. ¿Qué está mal con él?
Hubo un gran revuelo entre las doncellas. Sumona detuvo sus susurros con una mirada feroz. Pero sentía curiosidad por su historia, así que volvió a preguntar.
—¿Que sabes?
La solterona, que desconfiaba de la pregunta, respondió con cuidado.
—En realidad, pensamos que su excelencia no se despertó anoche. Si lo hiciera, pensamos que habrías resultado gravemente herida.
Amarion abrió mucho los ojos. Sus palabras no solo eran incomprensibles, sino también un poco extrañas.
'Entonces, desde el Gran Duque hasta los sirvientes, ¿todos sabían que iba a sufrir así...?'
Sumona se inclinó profundamente frente a Amarion, cuya expresión se había oscurecido.
—Lo siento, madame. Es el secreto más profundo del maestro... No podría decírselo con anticipación.
—No. Está bien...No es como si alguien hubiera resultado herido. Solo tengo curiosidad sobre la causa.