La temperatura en la oficina y entre sus cuerpos aumenta con cada beso, caricia y prenda en el piso. Los sonidos obscenos mueren en la boca contraria, deformándose en jadeos sin sentido y gemidos que a ninguno de los dos les preocupa que lleguen a oídos ajenos, pues Minho le había asegurado que las paredes estaban diseñadas para mantener el ruido puertas adentro.
Jisung suelta un gemido indecoroso en el momento que la lengua del pelinegro recorre su cuello expuesto, sus muñecas siendo aprisionadas arriba de su cabeza por una mano de Minho mientras está boca arriba contra uno de los cómodos muebles de la mini sala que convenientemente tenía instalada.
La camisa del alfa está abierta hasta el último botón, permitiendo una imagen clara de su pecho y abdomen que derrite el cerebro de Jisung en pensamientos nada inocentes que se deshacen en un quejido cuando Minho le abre las piernas y las enreda en su propia cadera, frotando directamente sus erecciones desnudas.
—¡Minho! —la exclamación que abandona su boca suena lastimera, arrastrando la sílaba final de su nombre.
—Eso te gusta, ¿no es así, cariño? —pregunta con una media sonrisa pintada en sus labios, respirando con dificultad y apropósito en el cuello del menor.
A duras penas pudo asentir, sintiendo la libertad de sus muñecas que empezaba a arderle por la presión ejercidas sobre la piel.
Minho observa su rostro ruborizado, los labios entreabiertos e hinchados y los ojos desorientados sumidos en placer, una imagen que hace palpitar su corazón y algo más.
Abre el paquete plateado que dejó minutos antes sobre la mesita para después colocarse el condón lo más rápido que las piernas de Jisung se lo permiten. Por suerte sus dedos ya habían hecho el trabajo de expandir su interior y prepararlo para él, así ahora podía pasar a la mejor parte.
Entra en él de a poco sin perderse la forma en que su boca se abre sin soltar ruido alguno y en como sus ojos se cierran por la lentitud con la que es llenada su zona sensible. Sus manos escalan por sus hombros y le entierra las uñas en la piel, apenas sintiendo un leve ardor que es borrado por la satisfactoria sensación de sus paredes calientes.
Cuando las piernas de Jisung se afianzan en sus caderas se da cuenta que es la señal que necesita para empezar con el vaivén de sus embestidas. Los gemidos agudos de Jisung no se hacen esperar, tampoco los gruñidos bajos del alfa. Ambos están eclipsados por el deleite que sus cuerpos unidos experimentan con cada estocada, el omega ni siquiera es capaz de protestar cuando los dedos de Minho se ciernen de manera posesiva en su cintura. Sus huellas dejarán marcas, de eso no hay duda; encontrarse gustoso por tal acto es en realidad lo que le lleva a cuestionarse a sí mismo.
El acuoso sonido pugna en sus oídos con descaro, Jisung agradece enormemente estar en una posición donde le es más fácil recibir las embestidas sin cuidado del alfa. Durante el celo no se detuvo mucho tiempo en comprobar su tamaño, pero ahora siente que todos los rumores indecorosos sobre lo grande que era son una verdad de la cual podría dar testimonio.
Sin detener el ritmo de sus penetraciones, Minho se inclina sobre su cuerpo para dejar un camino de besos húmedos que van desde su cuello hacia arriba, terminando en su boca. Mete su lengua para iniciar un beso desordenado en donde los gemidos de Jisung vibran sobre sus labios, los sonidos acuosos de sus pieles chocando aumentan frenéticamente cuando Minho encuentra el punto dulce del omega.
—Más fuerte... por favor... —Jisung logra formular una oración entre cada beso, tomando aire también y aferrándose a la espalda del alfa.
Una risa burlona choca en su cuello, sintiendo después una mordida que le roba el aire.
—Como tú quieras, cariño.
Minho obedece su petición penetrándolo más brusco y elevando sus caderas para dar de manera más certera, deleitándose con los gemidos y gritos con su propio nombre. Por su parte, Jisung usa sus piernas como impulso contra el pene palpitante en su agujero y así poder tener su ansioso orgasmo más rápido.
Los ruidos que salen desde el fondo de su garganta lo avergonzarían por estar teniendo sexo en un lugar tan público, aunque en este momento su omega caprichoso combinado con las feromonas ajenas en toda la oficina se han encargado de quitar cualquier rastro de pudor en su persona.
Al ver a Jisung hecho un desastre y descomponerse en el éxtasis, Minho lleva una de sus manos a su miembro para acariciarlo y jugar con sus testículos, de esta manera darle doble estimulación a su débil cuerpo sometido a su antojo.
Cuando las embestidas se vuelven mucho más erráticas, sus piernas ya no se sostienen con la misma fuerza en la cadera ajena. Trata de balbucear peticiones para que baje la velocidad, pero el inmenso placer nubla su cerebro y la capacidad del habla, en su lugar saliendo gemidos guturales que probablemente lo dejarán con dolor de garganta después.
En algún punto la presión en su vientre se sintió como una anticipación de su clímax, Jisung no puede seguirle el ritmo a las exigencias del alfa, por lo que solo se deja llevar cuando el orgasmo lo alcanza y los característicos hilos blancos terminan sobre su abdomen. La liberación de Minho le llega con su última estocada, él acabando dentro del condón y retirándose segundos más tarde.
Sus respiraciones agitadas intentando regularse son lo único que se escucha entre las cuatro paredes, eso hasta que Minho decide romper el silencio.
—Increíble como siempre. —dice a modo de cumplido. Jisung bufa tirándole sus pantalones a la cara.
—Idiota. Se supone que hablaríamos sobre como revelaríamos a la prensa sobre nuestro compromiso, no que me terminarías cogiendo en tu sillón.
—¿Uh? Que raro, no parecías quejarte hace un momento cuando estaba entre tus piernas. —esquiva el manotazo que voló hacia su muslo, poniéndose de pie para vestirse. Jisung desde su lugar lo imita.
—Eres... —está a punto de soltar un repertorio entero de groserías que conoce y otras que se inventaría, pero prefiere morderse la lengua y conservar la calma, había asuntos más importantes que atender. —Como sea, aún no hemos resuelto nada.
—Las ganas que nos traemos yo creo que sí.
—Pon atención, alfa tonto. Al menos dime que recuerdas lo que te estaba diciendo antes de que empezaras a quitarme la ropa.
Sus ropas están en su lugar aunque arrugadas y mal acomodadas. Jisung cruza una de sus piernas por encima de la otra mientras observa como Minho se coloca a su lado, acercándose a él tanto que invade su espacio personal.
—¿Hmm?
—Ahg, eres desesperante de verdad. —se contiene de lanzarle otro golpe en parte porque sabe que el alfa puede frenarlo antes de siquiera tocarle la cara. —Mis padres quieren una explicación. Vieron las fotos y les prometí que hoy hablaría con ellos cuando regrese. Tienes que venir a cenar hoy.
—Voy a conocer a mis suegros, maravilloso, debo asegurarme de causar una buena impresión.
El ceño de Jisung se frunce por la diversión en el tono de Minho.
—Tómate esto en serio, tarado.
—Lo hago, no te preocupes. Sé exactamente que decir para agradarles, solo tenemos que seguir con lo que practicamos.
—¿Y qué con lo otro? ¿cuándo revelarás que somos pareja? —pareja. La palabra todavía sonaba extraña cuando la usaba para referirse a lo que ambos tenían. Pero es la verdad, frente a las cámaras eso es lo que serían.
—En estos días estaba pensando sacar el anuncio, Jeongin se encargará de los detalles para una entrevista con seventeen.
—¿Ah? —los ojos de Jisung se expanden en sus cuencas. —¡Qué emoción! ¡¿puedo ir?! Quisiera conocerlos. Soy un gran fan de su música y tengo un crush enorme con Hoshi desde los dieciocho.
Minho lo mira como si un cuerno hubiese emergido de su frente.
—Estoy hablando de la revista seventeen, no el grupo.
Se expone la vergüenza sobre su rostro en tintes rojizos que cada vez suben de intensidad y muerde la parte interna de su mejilla sin llegar a lastimarse de verdad. Tal vez su burbuja de fan no lo dejó pensar sensato con algo que, evidentemente, estaba muy claro.
—Ah.
—Y, un segundo ¿cómo que crush? ¿tenías más además de mí? —el interés brilla en sus ojos a medida que se acerca como un gato sigiloso a punto de saltar sobre un ratón. —Ese chico... Hoshi, es omega, ¿debo cuidarme también de los de tu casta?
Jisung se reserva el derecho de reír y sonrojarse por el comentario, en el fondo sabe que solo quiere molestarlo. En su lugar pellizca una mejilla de Minho, estirándola hasta que este se queja del dolor.
—No te hagas el gracioso ahora.
—Esto también es importante. Si mi esposo tiene ojos para otras personas entonces debería estar al tanto si los omegas le atraen. Simples medidas para estar alerta, ya sabes.
—Dices puras estupideces. Silencio. —demanda. —Y claro que tenía más artistas que me gustaban, no soy ciego y no tiene que ver con que sea omega o no, cuando alguien es atractivo sé reconocerlo. —se detiene a pensar un poco en la situación para después encarar a Minho con una ceja arqueada. —¿por qué? ¿celoso?
—¿Celoso yo? —se carcajea de forma falsa, peinando su cabello hacia atrás. —Para nada. Después de todo quien va a tomarte como esposo seré yo y no ese tal Hoshi.
Jisung tose al sentir como la saliva se atasca a mitad de su garganta. Las bromas de ese tipo siempre surtían el mismo efecto cuando venían de la boca de Minho.
—Como sea, deberíamos estar revisando asuntos de la boda o de la empresa, por cierto, ¿cómo vas con eso?
Minho se tensa un momento, aunque los extremos de sus labios nunca bajan ni se deforman en una mueca por lo que Jisung lo toma como una buena señal.
—Para ser sincero todo marcha bien. Mi padre está organizando todo para su retiro y que pueda quedar al tanto, hay demasiado papeleo aburrido del que no me puedo librar, pero para fin de mes debería estar todo en orden.
—Eso suena bien. Me alegro por ti.
—Es genial, dentro de poco obtendré lo que siempre he querido y todo gracias a ti.
Jisung le regala una sonrisa sin dientes, de pronto sintiéndose cohibido.
—Conmigo o con alguien más lo hubieras logrado de igual manera, quien debe estar agradecido por esta relación soy yo.
—Pero me da gusto que seas tú. Lo digo en serio. —y por su tono alegre Jisung puede afirmar que es honesto en sus palabras.
Minho ladea la cabeza, mirándolo con una chispa de ternura. Por un segundo a Jisung se le detiene la respiración.
En ese momento la puerta se abre de un golpe provocándoles un sobresalto a los dos, Changbin aparece en el marco de la puerta luciendo como si estuviera a punto de pisar una pasarela.
—¡Aquí están! Llevo buscándolos desde hace mucho y ustedes cogiendo. Siempre me hacen lo mismo. —Changbin se cruza de brazos en una pose digna de una diva. —Ni siquiera tienen respeto por la empresa.
—Nosotros no-
—Ahórratelo, Minho. Esta oficina huele a sexo, no tienes vergüenza.
—Ya mamá. —resopla virando los ojos. Changbin enarca una ceja.
—En lugar de distraer a Hanji con esta clase de actividades, deberías moverte a la sala de juntas, ¿se te olvidó que tenemos una reunión sobre la nueva campaña?
Jisung ve cruzar una mezcla entre pánico y sorpresa en el rostro de Minho por una fracción de segundo, antes de ponerse de pie y arreglar con desesperación su ropa lo mejor que puede. Lo escucha balbucear maldiciones al aire que mueren antes de terminarlas y solo puede pensar en lo gracioso que se ve así.
—Por supuesto que lo olvidaste. Vaya, Minho, ¿desde cuándo eres así? tu eficiencia está dejando mucho que desear. —lo reprende Seo con ojos y tono serios. Aunque a Jisung le pareció que lo estaba haciendo por molestar más que nada.
Parece ignorar el regaño, aunque una mueca aparece en su rostro tan rápido como se va. Quizás estaba frustrado consigo mismo, quizás molesto por perder el tiempo con él. Elimina ese último pensamiento porque su omega se ve afectado, y además, no sería su culpa si fuera el caso.
—Jisung, debo irme. Nos vemos en tu casa esta noche, estaré ahí más tarde. —el omega asiente a sus palabras, tratando de mostrarse serio ante la situación. De igual forma, él se pone de pie para irse, su horario de trabajo finalizó hace un buen rato y tenía que organizar la cena de Minho con sus padres en tiempo récord.
—De acuerdo. Nos veremos allí, suerte con tu campaña. —sonríe por inercia, no teniendo esperanza de que Minho le responda el gesto. Pero se siente correcto en su interior cuando lo hace.
—Una cosa más, Jisung, se me olvidaba preguntarte que tipo de flores le gustan a tu madre.
Una sonrisa torcida aparece en sus labios. —Azucenas azules.
Después de cerrar la puerta y encaminarse en el pasillo, puede escuchar los regaños y sermones de Changbin haciendo eco en la habitación.
[...]
El reloj en su pared marca las nueve y media, uno de sus pies se mueve ansioso encima de su otra pierna. Jisung se siente asfixiado por la tensión incómoda en medio de la sala, sobre la cabeza de todos los miembros de su familia y le disgusta no saber como proceder. Su omega también está inquieto, tanto que tuvo que tomar inhibidores que no delataran su estado nervioso casi cardíaco, no quería sonar dramático, pero Minho debía haber llegado hace media hora y su impuntualidad era la razón principal de la presión creciente en su pecho dolorosamente.
Es la tercera vez que exhala buscando relajarse, pero sigue sin conseguirlo. Por el contrario, su lobo se entristece todavía más con el paso de los segundos sin ver una sola señal del alfa.
—Jisung, tranquilízate. Su trabajo es muy apretado, seguro ya está en camino. —su madre intenta consolarlo lo mejor posible usando ese tono cariñoso y maternal tan familiar en ella.
—Tu mamá tiene razón. —se une su padre, dando un apretón suave a su hombro. —Conozco lo largas que suelen volverse esas reuniones, dale tiempo.
—Ya le he dado media hora, papá. —la voz del omega tiembla en sus labios, no sabe a ciencia cierta si es de la decepción o de la molestia. Todo indica que es un poco de ambas.
No es que le hiriera de verdad, no se trata de él en realidad. Su preocupación gira entorno a sus padres y lo mucho que quiere que aprueben la relación, que si bien el acuerdo de matrimonio ya estaba firmado hace mucho, le gustaría que ellos lo aprobaran y tengan la mejor impresión de Minho. Necesita el visto bueno de su parte, así un peso de sus hombros sería liberado.
Sí, sin los inhibidores su olor amargaría las paredes a su alrededor, pero está convencido que es más por sus padres que por algún motivo ligado a sus emociones y sentimientos inexistentes.
—Démosle más tiempo entonces. Si no se aparece aquí antes de las diez, yo mismo le quiebro todos los dientes. —el intento de hacerlo reír por parte de Seungmin funciona a medias. Sus padres le dirigen miradas serias, pero al menos aligera el peso en su corazón.
El sonido del timbre resuena en sus oídos ni bien pasa medio minuto desde que habló su hermano. Se acelera su ritmo cardíaco como si estuviera en una montaña rusa y su cuerpo se mueve por sí solo, poniéndose de pie. Está aquí, finalmente llegó.
—La amenaza dio resultado al parecer. —El beta muestra una sonrisa de lado mientras la mirada de sorpresa del alfa se posa sobre su hijo menor.
—Que coincidencia, ¿cómo hiciste eso, hijo?
—Tengo influencia en el más allá. —canturrea. Al segundo su madre le da un sape en la cabeza y Seungmin sisea por el golpe.
Jisung carraspea para llamar su atención. La postura en extremo recta delata como se encuentra en realidad, con los sentidos a flor de piel a causa de los nervios. Se dirige a la puerta casi trotando, en su cabeza resuenan los latidos de su acelerado corazón.
Antes de abrir la puerta se toma un breve momento para inhalar aire hasta llenar sus pulmones y luego dejarlo ir en una lenta exhalación. Su mano tiembla al girar la perilla, incluso su lobo se lamenta y rasguña en su interior.
Una rara mezcla de menta con chocolate y el olor húmedo de las flores cosquillea en su nariz cuando finalmente tiene a Minho frente a frente, o bueno, un enorme ramo de docenas de rosas rojas está en medio, impidiendo que pueda verlo.
—¿Qué es...?
—Para ti, cariño. —la cabeza de Minho se asoma a un costado para que pueda verlo, luciendo muy guapo y sonriendo como un príncipe.
—Gracias. —es todo lo que puede decir. Las malas emociones abandonan su cuerpo para dar paso a un fuego acogedor que se instala en su pecho y en su rostro.
—Llegas tarde, Romeo. —Seungmin aparece a su lado provocándole un sobresalto porque no lo escuchó llegar. Escanea al alfa de pies a cabeza con descaro. —Pero supongo que tu ramo buchón lo compensa, ¿no es así, sung?
—¡Seungmin! Ay, Minho, disculpa a mi hermano, tiene una personalidad complicada. —lo excusa, empujando el cuerpo de su hermano como si fuera una pluma.
Minho entrecierra los ojos como si estuviera tratando de recordar algo. —Siento que la cara de tu hermano me parece familiar de algún lado...
La cabellera pelirroja vuelve a asomarse por el marco de la puerta con los ojos brillantes en picardía, dignos de un niño a punto de hacer una travesura.
—Fui yo quien evitó que le clavaras los colmillos a Jisung esa noche en el club, de nada.
—¡Seungmin!
—Ya veo. —las orejas de Minho adquieren un tono rosa que fácilmente podría pasar desapercibido, pero Jisung lo nota.
—Basta de esto. Minho, pasa por favor, déjame presentarte a mi familia de forma apropiada. —le echa una mirada de muerte al beta, quien gira la cabeza para evitar otro regaño. —Dame el ramo, buscaré un lindo lugar para colocarlo.
No esperaba que pesara tanto, se trata de rosas después de todo, pero al cargarlas por su cuenta se siente como si tuviera mancuernas en las manos, no unas tan pesadas, pero le parece curioso y él nunca se queda con las preguntas para sí mismo.
—No quiero ser grosero, ¿pero sabes exactamente cuántas son?
—Por supuesto, yo las pedí. —no pasa por alto su tono juguetón. Hasta ese instante, Jisung ve un ramo de azucenas azules en sus manos que es mucho más pequeño a comparación del suyo. —Son cien rosas.
Sus ojos se abren de la incredulidad. No imaginó que Minho fuera a tener un detalle así de "romántico" con él, aunque teniendo en cuenta que debe dejar una buena impresión a su familia no se sorprende por su gesto, al fin y al cabo todo es parte del teatro que su relación es, frente a los demás deben ser los enamorados perfectos.
—Jisung, ¿pasa algo, hijo o porque tarda...?
Su padre se interrumpe a sí mismo cuando ve la tercera presencia en su recepción, un ramo gigantesco que cubre a su hijo del torso para arriba y a Seungmin lanzando miradas extrañas al alfa casi desconocido para él.
—Oh, vaya.
—Señor Kim. —Minho le llama. —Me da gusto volver a verlo. —hace una reverencia que imita el alfa más grande, pero en un ángulo más pequeño. Sus fosas nasales se llenan de sus fuertes feromonas dominantes.
—Igualmente, señor Lee.
—Puede decirme Minho sin problema, soy la pareja de su hijo ahora, dejemos las formalidades. —comenta en tono gentil, con una sonrisa amable tirando de las esquinas de sus labios, formando unas pequeñas arrugas allí. Minkyu abre la boca por la declaración, que si bien se la imaginaba, no creyó que fuera tan directo desde la primera vez.
—P-por supuesto, Minho.
Jisung desearía que se hiciera un hueco debajo de sus pies y se lo tragara hasta el centro de la tierra. Su cara arde en la vergüenza y se siente patético por estar actuando como un adolescente; no sería la primera vez que llevaba a alguien con quien salía a su casa, esta ni siquiera era una relación real, y sin embargo todo se sentía diferente cuando Minho entraba en la ecuación.
Sacude la cabeza para recobrar la postura y apagar todos los instintos de su tonto omega. Su madre se une a ellos, sonriendo y saludando con educación a su invitado.
—Señora Kim, esto es para usted. Tome. —le extiende el ramo de azucenas dejando también un beso sobre el dorso de su mano, tan caballeroso que Jisung podría suspirar.
—¡Muchas gracias! No te hubieras molestado.
—No es ninguna molestia. Lo hago con todo el gusto del mundo. —Minho gira la cabeza para hacer contacto visual con él, observando como traga saliva lentamente. —Creí que sería adecuado ahora que tengo el privilegio de salir con alguien tan maravilloso como lo es su hijo. Las flores son un pequeño obsequito por criar a la persona de la que estoy enamorado.
Las palpitaciones en su corazón van subiendo hasta alcanzar un punto en el que cree que podría tener taquicardia. El chillido bajo y complacido de su madre solo lo hunde más en su vergüenza, ¿es que nadie puede actuar normal? Por amor a la luna.
—Bueno... —el enorme ramo es dejado con cuidado sobre una mesita del living, pues la verdad es que en su casa no hay un jarrón tan ancho para depositarlo. —Ahora sí, déjenme presentarlos como corresponde. —pide la atención de todos con un carraspeo, poniéndose a un lado de Minho y permitiendo que este entrelace sus manos por lo bajo, dejando un tierno apretón de ánimo. —Mamá, papá, Seungmin; les presento a Minho. Sé que lo conocen y también sé que han escuchado los rumores, esa es la razón por la que decidí organizar esta cena, para confirmarles que es verdad que Minho y yo estamos saliendo.
Se felicita mentalmente por no tartamudear ni vacilar en sus palabras. Minho también se une con unas caricias inocentes en su hombro que dicen claramente "estoy aquí, tranquilo". Los rostros de su familia son poemas escritos por diferentes personas; Seungmin está sonriendo como un rey del crimen que siempre tiene todo bajo control, con esos ojos marrones tenaces que se clavan sobre la silueta del alfa, una amenaza sutil, pero efectiva porque nota como Minho evita su mirada. En el rostro de su madre se refleja la felicidad, la perfecta hilera de dientes perlados les da su aprobación y las arrugas formándose debajo de sus mejillas es prueba de su sinceridad.
Con su padre la cosa es un poco más complicada pues su serenidad pone a trabajar la mente de Jisung en situaciones donde él no esté de acuerdo. Se mantiene así, asintiendo con la cabeza a las palabras de su hijo sin emitir una sola palabra.
—¡Es una gran noticia, hijo! —exclama la omega. —Me alegra mucho verte de la mano con este alfa tan encantador ¡y pensar que de jovencito te gustaba mucho coleccionar las revistas donde salía en la portada!
—Mamá, no es necesario que digas eso. —murmura entre dientes. —Mejor pasemos al comedor antes que la cena se enfríe.
Casi arrastra a Minho a la mesa por el miedo que a su madre se le ocurra soltar otro dato innecesario sobre como vivía su fanatismo. Tiene suficiente con los nervios causado por anunciarle a sus padres sobre la relación.
—Perdón si no dije nada hace unos minutos, estaba procesando la noticia, no quería verme descortés. —Minkyu dice mientras toma una cuchara para la sopa. —Pero quiero que sepan que estoy feliz por ustedes. Jisung sabe que lo que más me importa es la felicidad de mi familia, así que si se quieren, que bueno que decidieran estar juntos.
La mujer le da la razón. —Sabía que estaban en algo desde que vi las fotos en esa boda, pero quise esperar a que nuestro sung nos lo contara. Por nuestra parte tienen el apoyo de todo.
—Es un alivio para Jisung y para mí que acepten esta relación, a él le preocupaba mucho la opinión que ustedes pudieran tener. —el alfa se toma un momento para admirar al omega a su lado. —Quiero que sepan que las intenciones que tengo con su hijo son las mejores. Quizás sepan de algunos escándalos de citas que he tenido en mi pasado, pero les puedo asegurar que Jisung es realmente importante para mí y no planeo hacerle daño.
De repente una tensión empieza a crecer desde abajo. Ni siquiera se impresiona por lo directo que está siendo Minho respecto a todo, su personalidad se caracteriza en gran parte por ello. Sin embargo, ahora él no puede meter las manos al fuego por él, Lee Minho es uno de los alfas con más cotilleo alrededor de su vida amorosa, los rumores iban y venían todo el tiempo. Para alguien de su generación aquello no era realmente importancia, pero tal vez para sus padres, gente más conservadora y tradicional, la reputación determinaba más que solo su pasado.
—Me agrada que seas franco, Minho, así me dejas a mí también serlo. —responde Minkyu con firmeza, haciendo contacto visual. El aire se atora en la garganta del rubio. —Siendo honesto, sí he oído bastante sobre ti, investigué un poco sobre tu vida amorosa luego de que vi esas fotos y escuché los rumores de que ahora salías con mi hijo.
Jisung tuvo el impulso de frenarlo, pero su cuerpo no responde y lo único que le queda es seguir siendo espectador de las palabras de su padre. Minho a su lado está tranquilo, su semblante impasible como siempre y no rompe el contacto visual mientras desliza una mano debajo de la mesa para volverla a entrelazar con la de su prometido.
—Entiendo eso, señor Kim.
—Quiero que sepas que yo no soy quien para aceptarte o no, Jisung está grande y sabe tomar sus propias decisiones, por eso confío en que hizo una buena elección al elegirte. No me malentiendas, me preocupa mucho que mi hijo llegase a salir herido porque conozco su corazón y lo frágil que es, pero también tengo claro que las relaciones de nuestro pasado, si bien repercuten en la persona que somos hoy en día, no determinan nada. —sonríe de lado, la primera señal de emoción que ha mostrado desde que el azabache llegó a su hogar.
Es entonces que Minho corresponde con otra sonrisa que no muestra sus dientes, simplemente las comisuras elevándose hacia los lados. La calidez de sus caricias ejercidas con el pulgar sobre el dorso de la mano de Jisung logran relajarlo, y los lobos de ambos encuentran la calma con el pequeño e insignificante roce.
—Créame señor Kim, Jisung es una persona que no quiero perder en la vida.
Su omega se siente en una nube rosa de fantasía, rodeado de brillos de diferentes colores. En su mente, muy en el fondo de ella, las palabras de Minho toman un sentido mucho más profundo, uno que se talla en su corazón a fuego.
La cena a partir de ahí marcha muchísimo mejor, tanto que Jisung pudo deshacerse finalmente de la horrible ansiedad que lo sofocaba desde que invitó a Minho a su casa. La conversación se centró más en conocer a Minho, preguntas sobre su trabajo y personalidad que pudiera decir algo más que "futuro heredero de una empresa millonaria". A ciencia cierta, Jisung no puede asegurar si su padre está cien por ciento conforme con él, pero al menos se ve interesado y pone de su esfuerzo, de ser otro el caso las cosas se hubieran arruinado antes de llegar al postre.
Tampoco le quita el crédito a Minho. El hombre tiene la labia necesaria para encantar a las personas, una prueba era su madre, lo que lo lleva a preguntarse si no le dolerá mantener una sonrisa perfecta desde hace más o menos una hora.
—La cena estuvo deliciosa, ¿a quién debo felicitar?
—Yo la cociné. Creo que soy bueno en el área. —admite el hombre mayor sin sonar pretencioso.
—Lo es. La compañía también fue agradable, gracias por invitarme.
—Ahora que eres novio de sung puedes venir cuando quieras, eres casi parte de la familia. —Yerin menciona.
—Bueno, mamá, para eso deberá casarse con Jisung, ¿no crees? —el beta toma la palabra. Su hermano mayor quiere jalarlo del cabello, sabe muy bien lo que está haciendo y hacia que rumbo desea llevar la conversación.
Minkyu casi escupe de vuelta al vaso tras escuchar a su hijo menor. Una broma inofensiva es lo que piensa, la realidad es que Seungmin quiere ver el mundo arder... un poco.
—Pero no debemos presionarlos, ellos sabrán cuando sea el momento.
—Uh, de hecho hay algo que queremos decirle, señor Kim.
Jisung siente el corazón en la boca a nada de salir por su garganta sabiendo lo que se viene a continuación. Una cosa es contarle a sus padres sobre su nueva relación, otra muy diferente era anunciar su compromiso en la misma noche.
—Le dije que lo mío con Jisung es en verdad importante y tengo toda la intención de tenerlo en mi vida. —sostiene la mano del omega y la alza lentamente sobre la mesa. El anillo de compromiso resalta en su anular casi como un mal chiste. —¿Ve la sortija en su dedo? Yo se la puse ahí cuando le pedí matrimonio.
Se escucha un jadeo de asombro a coro por parte de los señores Kim, Jisung se encoge en su asiento. Su lobo parece alterado nuevamente expulsando ligeras feromonas que en realidad no testifican de su estado, no obstante, Minho no necesita percibir la amargura o acidez en su olor para saber que está preocupado, se ha vuelto un experto en leer al omega con una simple mirada.
—¿Están comprometidos, Jisung? —su padre se dirige directamente a él, no usa un tono que sugiera que esté molesto.
—Escucha, sé que parece apresurado, pero no es así. —las inseguridades que lo acechan se cuelan desesperantes en su voz.
—Jisung hizo esta cena para darles a conocer nuestra decisión.
—Vaya, sí que es pronto. —susurra la señora Kim viéndose consternada por primera vez en la noche. —¿Puedo preguntar por qué lo decidieron así?
El azabache carraspea, irguiendo la espalda para tomar una postura más recta y dar una apariencia más seria. —Verán, Jisung y yo nos conocimos en un club hace poco tiempo, pero desde que lo vi mi lobo siempre lo ha querido a él.
Nadie dice nada porque no quieren interrumpirlo. La brisa nocturna moviendo las hojas de los arboles afuera junto con las respiraciones de los presentes son lo único que llena el espacio.
—Puede parecer una locura, pero no necesito más tiempo para saber que quiero pasar mi vida con él. —ladea la cabeza, observándolo con algo que parece cariño. —Después de todo, cuando me di cuenta que era mi omega destinado, no dudé ni un segundo en pedirle que una su vida con la mía.
—¡¿Son destinados?! —la omega salta de su lugar poniendo las manos sobre la mesa. —¡Santa luna! ¡Jisung, felicidades!
—¿Cómo que destinados? ¿qué...? ¿eso es verdad? ¿no es una excusa para casarse tan pronto?
Minho deja un corto beso sobre los nudillos del omega, enfocando su visión en su suegro cuando levanta la cabeza.
—Nunca mentiría con eso. Es la verdad, por eso es que deseo casarme con él. Estamos destinados a estar juntos. —contesta seguro, envolviendo todo en una burbuja donde sus palabras saben a miel y suenan reales para el lobo de Jisung y por un segundo le cree.
Minkyu exhala como su hubiera estado reteniendo una tormenta en sus pulmones para después decir. —No sé que decir, este tipo de experiencias son demasiado especiales. Mi esposa y yo somos destinados, por eso entiendo lo fuertes que son este tipo de relaciones. Ahora veo porque su amor es tan intenso desde el inicio.
—A nosotros solo nos queda respetar su decisión y apoyarlos, saben que cuentan con nosotros. —secunda la mujer, regalándole una sonrisa pequeña.
Jisung siente un nudo en su garganta que no suelta, evitando mirar a sus padres en todo momento o siente que se pondrá a llorar frente a todos. Por alguna razón que desconoce, la escena se siente especial tanto para él como para su lobo y es una nueva sensación para ambos. La confusión lo invade al igual que un extraño cosquilleo en el estómago al que no quiere ponerle nombre.
Veinte minutos después sus padres se despidieron para irse a dormir, había sido un día largo para todos, lleno de emociones para los señores Kim y, pese a comprender la situación por la sabiduría que los años le otorgaron, aun persistía cierta preocupación por su hijo, sobre todo del patriarca de la familia.
A los pocos segundos Seungmin siguió a sus padres con la excusa de que no tenía ánimos de ser la tercera rueda. La noche aún era joven dentro de su concepto, pero al día siguiente tenía clases importantes a primera hora de la mañana y no podía permitirse desvelarse más tiempo. Minho no pensaba decirle a Jisung, pero su nuevo cuñado le causó cierto temor a su alfa.
A las once y media decidieron parar con la velada. El propósito principal ya se había cumplido y era mejor descansar después de agotar la batería emocional de Jisung. Minho, al contrario, lucía muy tranquilo y no tuvo ningún problema con los nervios o eso es lo que aparentó a lo largo de la cena.
—¿Lo hice bien, cariño?
El omega pone los ojos en blanco. —Nadie está escuchando, ya puedes dejar de utilizar esos apodos cursis.
Es tomado de la cintura por las fuertes manos de Minho sin darle tiempo para protestar, su cara quedando a centímetros de la contraria. La luz de la luna baña el rostro de Minho con su color perlado, una imagen que le robaría el corazón a cualquiera y digna de una portada de revista.
—Descubrí que me gusta decirte así. —responde con diversión, relamiendo sus labios. —Entonces dime, ¿lo hice bien?
Le da un golpe en el hombro con la fuerza de un soplo de primavera, recibiendo un dramático siseo del alfa.
—Ellos te aceptaron. Estoy seguro que creen que eres una buena pareja para mí, de lo contrario se opondrían al compromiso, no importa si fueras mi alfa destinado o no.
—Tu padre es bastante intimidante en su papel de padre.
—Tiene qué. Así son los alfas con sus hijos, más aún cuando se trata de un omega. Pero créeme, él te aceptó.
Minho pone una sonrisa de dientes en su rostro. Su cabello ceniza baila con la brisa y un mechón cae sobre su frente, entre ceja y ceja.
—Tengo una buena labia, te dije que me lo dejaras todo a mí. Soy muy bueno fingiendo.
Jisung le da la razón con un lento asentimiento de cabeza, ignorando lo mejor que puede el pinchazo en su pecho que las palabras del mayor causaron. Su lobo de pronto siente ganas de lloriquear, en su garganta se forma un nudo incómodo que nubla también su vista.
—Lo fuiste. No creo que duden de tu amor por mí. —responde en un extraño tono automático. Da gracias que la oscuridad no de una vista completa de sus ojos pues no sabría explicar el porqué se le han cristalizado de la nada.
—Tal vez debería considerar la actuación más adelante, ¿no crees? —bromea. Él no es consciente de la nueva guerra interna que se ha formado en el más bajo.
—No pierdes nada con intentarlo.
Se quedan segundos sin decir algo más, a una corta distancia que ya no es cómoda para el omega. La cercanía está quemando su alma, apuñalando su corazón con una lentitud tortuosa. El toque de Minho es frío y quisiera apartarlo, pero no tiene la voluntad para decírselo, porque si abre la boca lo único que saldrán serán penosos lloriqueos de su animal.
—Me debo ir ahora. Mañana tendremos un día ocupado, tú tendrás reunión con los de publicidad para hablar sobre tu lanzamiento al mercado y yo daré la entrevista donde confirmaré nuestra relación. —el alivio se expande por el cuerpo de Jisung cuando Minho lo suelta y se aleja dos pasos de él. Una parte todavía quiere que se quede más tiempo, que lo toque y que lo bese, pero no va a pedirle nada. Suficiente por hoy.
—Entonces al fin lo anunciaras.
—Solo me estaba deteniendo para que habláramos antes con tus padres, ahora no tengo obstáculos. Mientras más rápido se haga, más rápido recibiré mis acciones en la empresa.
Asiente una vez más, ya acostumbrado a hacerlo cuando las palabras le hacen falta.
—Entiendo. —responde lo más neutral que puede.
Los ojos de noche caen sobre su rostro, analizando sus facciones y aspirando su aroma para detectar el más mínimo cambio.
—¿Estás bien, Jisung? Te siento raro.
Las banderas rojas se levantan en la cabeza rubia; no quiere dar explicaciones y si está cerca del alfa más tiempo lo más probable es que se eche a llorar en sus brazos. Un espectáculo patético que su orgullo le ordena no dar.
—Solo estoy cansado, ya sabes. —sus fuerzas se van en la falsa sonrisa de calma que le da al más alto. —Mañana nos vemos.
Minho le sonríe, convencido de su respuesta. La brisa se vuelve más fría y sabe que debe irse, pero su alfa no quiere dejar a Jisung tan pronto.
Como el único consuelo que puede dar, se acerca a él de nuevo, ignorando por completo el ruido que emite el omega desde su garganta. Se agacha un poco, sintiendo las respiraciones calientes mezclarse y contrastar con el ambiente fresco. Jisung bate las pestañas rápidamente en una danza nerviosa mientras que los latidos del alfa se mueven con pausa, calmados.
Cierra los ojos al dejar un pequeño beso en el arco de cupido, apenas un toque inocente que no tiene que significar nada, pero que a la vez se moría por hacer.
—Mañana nos vemos, cariño. —dice, no siendo consiente del mar al que está condenando a Jisung.
Mientras la silueta de Minho se pierde entre las sombras y su visión cristalizada, Jisung se pregunta si existiría la probabilidad de que se esté enamorando de su prometido y futuro esposo falso.
Acabo de llegar a mi casa y ni siquiera lo edité T__T si hay un error dispénsenme.