Entre las Glicinas de la Cál...

By biamki

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~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ --"Son hermosas, ¿Verdad?"-- --"Lo son, realmente lo son."-- --"Entonces permít... More

~ Primera parte ~
~ Segunda parte ~
~ Tercera parte ~
~ Cuarta parte ~
~ Quinta parte ~
~ Sexta parte ~
~ Séptima parte ~
~ Novena parte ~
~ Décima parte ~
~ Onceava parte ~
~ Doceava parte ~
~ Treceava parte ~
~ Catorceava parte ~
~ Quinceava parte ~
~ Dieciseisava parte ~
~ Diecisieteava parte ~
~ Dieciochoava parte ~

~ Octava parte ~

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By biamki

Mientras ambas reposaban y dormían apareció la mayor de las Kocho y se encontró con la tierna escena.

Shinobu: Que haré con ustedes. - Suspiró mientras sonreía. Despertó a Kanao y le pidió que la ayude para llevar a Akiko a su cuarto para que descanse y así ellas también poder descansar.

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Akiko despertó en aquel pastizal por segunda vez, usando el mismo conjunto solo que esta vez recordó todo. Gritó en busca del chico más no consiguió respuesta alguna.

Akiko: Empiezo a creer que todavía no está dormido. - Suspiró cansada. - Supongo que esperaré. - Dijo para recostarse en el suelo cubierto de pasto.

Y entonces apareció aquel muchacho, se veía confundido, Akiko cuándo lo vió corrió hacía él y dijo..:

Akiko: ¡Aquí estás! - Entusiasmada. - Dios, te busqué por un buen tiempo.

Rengoku: Ésto es muy raro, ahora sí recuerdo aquel sueño pero cuándo desperté no pude recordarlo. - Habló confundido.

Akiko: Sí...A mí también me pasó, es algo muy raro. - En el tiempo que pasó ahí no se había puesto a pensar en ese detalle. - ¿Alguna idea de por qué suceda ésto?

Rengoku: ¿Tú eres familia de Shinobu? - Preguntó curioso, ya la había reconocido gracias a que la vió ese mismo día en la reunión de hashiras.

Akiko: Sí, ahora que me lo pongo a pensar... - Pensó unos segundos. - ¡¡Tú eres ese rubio que estaba en la reunión de hashiras!! - Gritó con un leve sonrojo apuntando al joven que tenía enfrente.

Rengoku: ¡¡Sí, así es, soy yo!! - Proclamó orgulloso. - Entonces tú eres Akiko, ¿verdad? - Y se le formó una gran sonrisa en el rostro.

Akiko: ¡Así es! Soy la Tsuguko de Uzui. Él me entrenó todo este tiempo y, cómo veras, soy bastante fuerte. - Alardeaba.

Rengoku reía ante lo que la chica mencionó.

Rengoku: ¿Sabés porqué podemos vernos en sueños pero al despertar no recordamos nada? - Buscaba una respuesta ante la rareza de la situación.

Akiko: No tengo idea. - Dijo confundida, mirando los lares. - Es una bonita pradera.

Rengoku quedó en silencio y miró el gran pastizal que se encontraba frente a ellos. Entonces volteó hacía el rostro de la menor, admirando cada centímetro de aquel, viendo sus labios finos y delicados, sus mejillas adornadas con lindas pecas, sus cejas finas y ahí miró sus ojos, estaba fascinado ante la menor hasta que esta rompió el silencio:

Akiko: Ya basta de mirarme. - Dijo avergonzada. - T-Tratemos de averiguar el por qué de todo ésto.

Rengoku: ¿E-Eh? ¡Ah! ¡Sí sí! - Apartó la mirada con rapidez mirando a los lados. - Es realmente bonito este lugar. - Habló.

El pastizal era casi tan grande como una pradera, a lo lejos unos girasoles lo adornaban, el sol se posaba a la izquierda y el cielo era de un azul claro con muy pocas nubes en él. Había un gran árbol junto a ellos, se trataba de un árbol de Glicinas, Akiko se acercó a él y olió una glicina que colgaba.

Akiko: Huele muy bien, nunca tuve la suerte de cruzarme una glicina en toda mi vida. - Exclamó mientras agarraba la flor. El rubio se limitó a mirarla mientras su corazón latía rápido y fuerte, entonces se acercó a dónde estaba la joven.

Rengoku: Las glicinas suelen florecer en primavera. - Mucitó llamando la atención de la joven. - Son hermosas, ¿verdad? - Miró a la pelinegra.

Akiko: Realmente lo son. - Sonrió ante la mirada del rubio.

El rubio sacó una flor del gran árbol y se la dió a la joven. Esta se sonrojo ante aquella acción y tímidamente agarró la glicina.

Akiko: G-Gracias.. - Miraba al suelo mientras aceptaba el regalo.

Rengoku: No hay de qué. - Y antes de que sus manos dejen de tocarse este deposito un beso en la mano de la joven haciendo que se sonroje aún más. - Te ves linda cuándo te sonrojas. - Rió.
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Entonces ambos despertaron, el sol ya se posaba alto en el cielo dando inicio a el largo día que les deparaba.

Akiko: "¿Estoy en mi...habitación?" - Pensó confundida ya que la noche anterior no recordó haberse dormido. - Supongo que sí. - Habló en voz alta. - Mmm, hoy me gustaría ir a entrenar con el joven Kamado...Le preguntaré a Shinobu si puedo. - Y así cómo habló, se preparó y salió en busca de la de ojos morados. La encontró en la cocina desayunando, rápido se acercó y preguntó. - Bubuuu, ¿crees que hoy pueda entrenar con el joven Kamado?

Shinobu: Buenos días a ti también, Akiko. - Miró a la joven. - Kamado ya se encuentra entrenando junto a sus compañeros, están dónde Aoi. Kanao está con ellos, seguro se alegrará de verte. Vé. - Y le sonrió.

Akiko: ¡Gracias Bubuu~! - Gritó dándole un abrazo a la mayor para después salir e ir directo hacía dónde estaba el joven Kamado.

Al llegar se encontró con otros dos jovenes además de Tanjiro lo cuál la dejó extrañada ya que no los había visto antes, uno de ellos portaba una cabeza de jabalí y el otro tenía el pelo amarillo con puntas naranjas, ésto solo la dejó mas confundida.

Akiko: ¡Hola! - Saludó al entrar. - Me dijeron que Kanao se encontraba aquí, entrenando a unos jóvenes. Vine a sumarme a la diversión. - Sonrió en grande.

?: ¡¡Una hermosa muchacha!! ¡¡Oh, casate conmigo bella dama!! - Gritó el de puntas naranjas, corriendo hacía la joven y arrodillándose.

Tanjiro: ¡Zenitsu! - Exclamó corriendo hacia el rubio para alejarlo de la joven. - Disculpalo, es así siempre. - Habló y al instante hizo una reverencia en símbolo de disculpa.

Akiko: Que raro fue eso...Bueno no importa. ¡¡Tanjiro~!! - Gritó emocionada y abrazó al menor. - Veo que ya estás mejor que antes, que rápido te curas me impresionas. - Dijo, rompiendo el abrazo.

Tanjiro: Me alegra verla a usted también, señorita Akiko. - Soltó una leve carcajada.

Akiko solo le sonrió y enseguida fue dónde Kanao a saludarla.

Akiko: ¡¡Kanao~!! - E hizo lo mismo que con el joven Kamado. - Cuéntame qué hacen. - Sonrió.

Kanao: Íbamos a empezar justo cuándo llegaste, Akiko. - Le devolvió la sonrisa.

Aoi: Señorita Akiko, es bueno verla, ya que usted se sumará explicaré de nuevo. - Aclaró su garganta y habló. - Primero los jovenes deben ir con las niñas, estás les ayudaran a relajar los músculos mediante el estiramiento. Luego irán donde Kanao la cuál estará sentada en esa mesa con los vasos llenos de infusión. Allí harán los siguiente: Deben echarle esa infusión al oponente pero si este les sostiene el vaso antes de levantarlo no podrán moverlo. Luego entrenarán junto con nosotras tres, ya que se sumó usted, todo el cuerpo. Es cómo el juego de las traes. - Concluyó.

Akiko: ¡¡Que ganas de empezar!! - Gritó entusiasmada. - ¡¡¡Vamos vamos!!!

Así los jóvenes primero pasaron por el estiramiento luego por el lugar de Kanao y llegaron a dónde Akiko y las demás.

Akiko: ¡Bien! A la cuenta de 3....2.....1 ¡Ya! Atrapenme si pueden. - Empezó a correr mientras el de cabeza de jabalí la perseguía, no logró alcanzarla por más que lo intente y se rindió. Era el turno del rubio, este era rápido pero Akiko lograba esquivarlo y no pudo alcanzarla tampoco. Llegó el turno de Tanjiro el cuál tampoco logró hacer mucho, apenas y pudo rozar el haori de Akiko. Así estuvieron entrenando 5 días más.
Zenitsu e Inosuke dejaron de venir a entrenar y solo quedó Tanjiro.

Akiko: ¿Porqué se fueron? - Preguntó curiosa.

Tanjiro: No lo sé. - Dijo extrañado. - Luego hablaré con ellos, mientras tanto me encantaría recibir un entrenamiento de usted. - Hizo una reverencia.

Akiko sonrió en grande y accedió al instante. Gracias a que Uzui fue su entrenador, Akiko le dió un entrenamiento muy pesado y cansador.

Tanjiro: G-Gracias por el entrenamiento. - Habló cansado. - Nos vemos mañana, señorita Akiko. - Saludó para retirarse caminando lento.

Akiko: ¡¡Nos vemos, Tanjiro~!! ¡¡Que duermas bien!! - Gritó mientras saludaba con la mano.

Akiko decidió retirarse del lugar una vez limpió todo el desastre y fue directo hacía el jardín. Mientras iba para allá, se topó con el rubio de mechas rojas y fue directo a hablarle.

Akiko: ¡¡Rengoku!! ¡Hola~! - Habló feliz.

Rengoku: ¡Señorita Akiko, que gusto verla! - Dijo sonriendo y nervioso. - ¿Que la trae por aquí? - Preguntó extrañado por verla afuera tan tarde, normalmente Akiko no salía de noche.

Akiko: Acabo de entrenar a Tanjiro, creo que me excedí un poco de todas formas. - Rió nerviosa.

Rengoku: Oh, ¡que genial! Yo estoy por irme hacía una misión. Dicen que hay un demonio que está atacando a la gente, han enviado cazadores allá y no han regresado. A mi parecer se puede tratar de una de las Doce Lunas, una Creciente para ser exactos. - Esta vez su tono de voz cambió a uno serio.

Akiko: ¿Crees que es una de las Doce Lunas dices? - Habló confundida pero emocionada. - ¡¡Déjame ir contigo porfavor!! - Juntó sus dos manos en forma de plegaria. - ¡Te serviré de ayuda y no seré un estorbo! - Exclamó tratando de convencer al mayor, este solo se sonrojó ante la situación y accedió. Akiko se despidió feliz y fue hacía su habitación.

Akiko: Tendré que avisarle a Shinobu que iré con Rengoku. - Entonces luego de procesarlo por unos segundos cayó en cuenta que viajaría con él y su corazón empezó a latir con rapidez, sus mejillas se tornaron carmesí y sus manos sudaban. - Viajaré con Rengoku... - Dijo para sonrojarse aún peor. Ella no entendía porqué mientras estaba con él sentía mariposas en el estómago, su cara arder y nervios por todo el cuerpo. Sentía cosas nuevas y confusas, entonces pensó que le daba muchas vueltas al asunto y que mejor sería descansar para recobrar energías.

Akiko salió de su habitación para ir a bañarse y poder dormir, llegó al baño y prendió la ducha mientras se desvestia. Entonces un rostro se presentó en su memoria, era Rengoku, su cara se tornó roja al instante y sacudió su cabeza a los lados para quitar esa imágen de su mente. Era raro para ella ya que sentía que lo había visto antes al rubio pero no sabía dónde. Entró a la ducha y mientras caía el agua sobre su espalda y torso dejó que sus pensamientos fluyan. Solo le mostraban la cara del antes mencionado y empezó a imaginar una vida con él, se veía a ella y a él casados y felices, con hijos, en una misión, en un gran pastizal de casi el tamaño de una padrera. Paró de imaginar gracias a que sintió un leve deja vu con el último escenario, trató de averiguar porqué más no logró hacerlo. Se dió por vencida y terminó de enjuagar su cabello y cuerpo. Salió, se vistió y fue directo a su habitación para lograr dormir. Otro día terminaba y ella solo estaba más confundida.

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