Desilusión

By HalechaRose

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"Elowin y sus amigas están emocionadas por empezar su nueva vida universitaria en Cambridge, pero todo cambia... More

Prólogo
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPÍTULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPÍTULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22

CAPITULO 7

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By HalechaRose

El sonido de la alarma me despertó. Me quedé unos cinco minutos en la cama, después me levanté y tomé una ducha fría. Al salir, abrí el armario y agarré un vestido largo con flores y unos tenis. Terminé de vestirme y bajé a la cocina a desayunar. Por suerte, mi madre ya me había dejado el desayuno en la mesa. Terminé de comer, tomé mi mochila, abrí la puerta y vi a mi madre esperándome en el auto.

—¡Buenos días, mamá! —dije mientras abría la puerta.

—¡Buenos días, cariño! ¿Cómo amaneció mi princesa?

—¡Muy bien, mamá! Mucho mejor que ayer.

—¡Qué bien, cariño!

Mi madre conducía y yo estaba emocionada por saber cómo fue la cita de Stella y Asher. Moría por saberlo.

"Llegamos."

—¡Cuídate mucho, mamá! Y ten un buen día de trabajo, te quiero.

—¡Igual, cariño! Pórtate bien.

Entré al patio y vi a las chicas sentadas en la esquina de la fuente.

—¡Buenos días, niñas!

—¡Buenos días, hermosa! —respondió Elina.

—¡Buenos días, cariño! —respondió Stella.

—¡Stella, ya cuéntanos cómo te fue en la cita de ayer! —dijo Elina.

—En realidad, la cita estuvo muy divertida. Aunque al principio, Asher estuvo muy pensativo, luego empezamos a hablar y todo fluyó. Él y yo tenemos los mismos gustos por las cosas caras. También descubrí que tenemos muchas cosas en común y lo mejor de todo es que él me llevará a conocer a sus padres hoy en la noche. Además, me dijo que su papá es el dueño del banco más popular de aquí.

—¡Wow! Sabía que él era un chico rico —dijo Elina—. Pero nunca pensé que lo fuera tanto.

—¡Lo mismo digo! Pero, ¿no crees que es muy pronto para que ya te lleve a conocer a sus padres?

—¡Por supuesto que no, Eloy! Estoy muy emocionada por conocer a sus padres.

—Si esta es tu decisión, te apoyamos —dijo Elina.

—Sí, te apoyamos —dije sonriendo.

—¡Gracias, mis reinas! —dijo Stella.

—¡Oigan, Asher y Milán! —anunció Elina mientras venían hacia aquí.

—¿Qué? —dije con cara de asombro y el corazón latiendo acelerado.

—¡Qué guapo está! —dijo Stella—. Mírenlo, siempre tan formal.

—Milán se ve tan lindo —agregó Elina.

Me quedé paralizada mientras ellos se acercaban.

Asher se acercó y le dio un beso a Stella en la mejilla, mientras Milán le besaba la mano a Elina.

—¡Buenos días, Eloy! —dijo Milán.

—¡Buenos días! —respondí.

—¡Buenos días, niña! —me saludó Asher.

—Me disculpan un momento, iré a tomar un poco de aire. Tengo mucho calor.

—¿Estás bien, cariño? ¿Quieres que te acompañemos? —preguntó Elina.

—¡No, nena, tranquila!

Me dirigí hacia la puerta de la universidad y me quedé mirando los árboles, pensando que definitivamente sería muy difícil alejarme de este chico. Él y Stella van a tener una relación muy pronto y tendré que verlo todos los días.

—¿Por qué tan pensativa?

—¿Qué haces aquí? No deberías estar con Stella —dije mientras miraba los árboles.

—Esa no fue la pregunta que hice —dijo Asher.

—No tengo por qué darte explicaciones. ¿Acaso eres psicólogo o algo parecido?

—¡Puede ser! —dijo Asher mientras se acercaba a mí.

Se acercaba tanto que nuestros labios estaban a unos centímetros de tocarse, pero luego vi que sacó una lagartija y la tenía sostenida en la mano. Di un salto hacia atrás del susto.

—¿De dónde sacaste esto? —pregunté.

—¡Estaba en tu cabello! Si no hubiera venido aquí, esa lagartija se habría quedado en tu cabello. En realidad, no me sorprendería porque pareces un árbol con tantas flores que usas.

—¡Ve al grano! Si viniste aquí solo para molestarme, te sugiero que te regreses por donde viniste.

—Eres una malagradecida —dijo Asher.

—Y tú, un grosero —respondí.

—Ahora yo soy el grosero. Sabes algo: no quiero pelear contigo. Stella me mandó a buscarte y por eso vine.

—Hubieras empezado por ahí.

—Entremos, que nos están esperando.

—¡Está bien! —accedí.

Las chicas ya habían entrado. Los únicos que quedaban en el patio eran Asher y yo, esperando que el profesor no hubiera llegado.

Entramos y, por suerte, no estaba el profesor. ¡Qué alivio!

—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Stella.

—Es que yo y tu futuro novio tuvimos un malentendido.

—¿Ahora por qué? —preguntó Elina.

—Estaba tranquila tomando aire y de repente apareció preguntándome en qué estaba pensando. Le dije que no tenía por qué darle explicaciones y después me dijo que tú lo mandaste a buscarme.

—Sí, yo le dije que te fuera a buscar porque ya era hora de entrar —dijo Stella—. Pero no pensé que fueran a discutir de nuevo.

—¡Ay, Stella, qué mala idea! —dijo Elina—. Sabes muy bien que estos dos se llevan muy mal.

—¡Silencio! Ya llegó el profesor —anunció Stella.

—¡Buenos días, chicos! Espero que estén muy bien. Hoy les vengo a informar que mañana no habrá clases porque los profesores y yo estaremos preparando algunos temas para ustedes, donde incluirán prácticas. Así que tomen este día de descanso porque cuando regresemos vamos a trabajar mucho. Ahora quiero que abran su libro en la página 15 y respondan las preguntas.

—Chicas, ¿y si hacemos una pijamada hoy en la noche? —dijo Elina.

—No voy a poder ir —dijo Stella—. Porque Asher me llevará a conocer a sus padres hoy en la noche.

—¡Está bien!

—Chicas, mejor respondamos las preguntas para que no nos regañen —dije en tono bajito.

El día estuvo muy largo. Los chicos entregaron las preguntas y el profesor estuvo escribiendo algunos temas en el pizarrón.

Hasta que al fin llegó la hora del almuerzo.

—Chicos, ya pueden ir a almorzar. Los espero aquí en una hora —ordenó el profesor.

Las chicas y yo bajamos a la cafetería y tomamos asiento.

—¿Quién quiere ir a buscar el almuerzo? —preguntó Stella.

—¡Yo! —dije levantando la mano.

—Yo quiero dos sándwiches y un jugo de naranja —pidió Stella.

—A mí una torta de fresa y agua embotellada —pidió Elina.

—¡A la orden! —accedí mientras buscaba la comida.

Cuando me dirigí hacia el área de comida, vi a Asher y Milán yendo a nuestra mesa. La orden tomó unos minutos, después me la entregaron y la llevé a nuestra mesa.

—Déjame ayudarte —inquirió Asher mientras tomaba las bandejas que traía en la mano.

—¡Gracias! No tenías que haberte molestado —expliqué mientras me dirigía a mi asiento.

Tomé asiento y comencé a tomar mi licuado de frutas.

—¡Eloy, te tenemos una buena noticia! —anunció Stella.

—¿Qué noticia? —pregunté mientras tomaba mi jugo.

—"Asher hará una fiesta mañana en su casa y nos invitó a las tres para que fuéramos.

—¿Una fiesta? —contesté mientras ponía el jugo en la mesa.

—¡Sí, nena, nos vamos a divertir! —dijo Elina.

—Lo voy a pensar, pero no creo que vaya.

—¡Anímate, Eloy! —dice Stella—. Necesitas divertirte. Además, nunca sales de tu casa y mucho menos has tenido novio. Es una buena oportunidad para salir y divertirte un poco.

—¡Stella tiene razón! —dijo Elina.

—¡Estoy de acuerdo con Stella! —propuso Milán—. No te aburrirás, anímate, además estarán tus amigas.

—¡Déjenla! Si no quiere ir, que no vaya —exclamó Asher—. Ni que fuera una superestrella.

—¡Voy a pensarlo, Stella! —dije mientras miraba mal a Asher.

—¡Sí, cariño! Piénsalo.

Tal vez debería ir, pero este chico Asher es un fastidio.

Una hora después...

—Niños, ya es hora de entrar —dice Stella levantándose de la mesa.

Entramos al aula y nos fuimos a nuestros asientos.

—¡Chicos! —gritó el profesor—. Para concluir nuestras clases de hoy, voy a hacerles algunas preguntas a cada uno de ustedes y lo responderán según lo que creen...

"Empezaremos por usted, señorita Elowin.

—¿Por qué? ¡Qué vergüenza!

—¿Usted está de acuerdo con el machismo? —preguntó el profesor.

—¡No, profesor! —contesté.

—¿Por qué?

—Porque tanto los hombres como las mujeres tenemos los mismos derechos y nadie es superior al otro.

—¡Excelente!

Lo hice bien, ¡qué emoción!

—Cariño, estuviste impresionante —dijo Stella.

—Dejaste al profesor con la boca abierta, increíble —halagó Elina.

Después, las preguntas continuaron y ya me estaba dando sueño.

Una hora después...

—Chicos, esto fue todo por hoy. Espero que mañana tengan un magnífico día. No olviden repasar los temas.

—¡Al fin! Ya me estaba aburriendo! —dijo Stella.

—¡Yo igual! —dijo Elina.

—Chicas, ya llegó mi madre, me tengo que ir. Tengan cuidado —dije mientras las abrazaba.

—¡Sí, nena, no te preocupes! Te llamaremos.

Luego, me dirigí al auto de mi mamá.

—¡Hola, mamá!

—¿Cómo te fue hoy, mi cielo? —preguntó mi mamá mientras encendía el auto.

—¡Muy bien, mamá! El profesor nos informó que mañana no tendremos clases.

—Esto es bueno, así descansarás.

—¡Así es, má!

Estábamos casi por llegar cuando, de repente, el auto ya no arrancó.

—¿Qué pasó? —pregunté.

—¡No lo sé, hija! Tendremos que bajar y vigilar si alguien se detiene a ayudarnos.

—¡Está bien! Pero dudo que alguien se detenga.

—¡Ten paciencia, hija! Esperemos unos minutos.

Estuvimos media hora paradas y ningún auto había pasado, hasta que...

—¡Hija, mira! ¡Se acerca un auto! —gritó mi mamá.

Cuando miré por la calle, vi el auto de Asher. Detuvo su auto y luego bajó.

—¿Pasa algo? —preguntó Asher.

—¡Sí, joven! Lo que pasa es que nuestro auto ya no quiere arrancar y no sabemos qué hacer, porque estamos en la mitad de la calle y no hay un taller mecánico cerca.

—¡Tranquila, señora! Déjame revisarlo —inquirió Asher.

—¡Nadie pidió tu ayuda! ¿Acaso tienes algún rastreador para saber dónde voy a estar? Además, ¿desde cuándo eres mecánico?

—Hija, ¿por qué le hablas así al joven? Está ayudándonos. ¿Qué te pasa?

—No se moleste, señora. Ella me trata así siempre. Es una malvada. No entiendo cómo usted puede ser la madre de esta niña, si usted es toda un ángel.

—¿Ustedes se conocen? —preguntó mi mamá.

—¡Sí, mamá! Él y yo estudiamos en la misma universidad.

—¿Y por qué te portas así con él?

—Ella es así conmigo —dijo Asher.

—¡Ya cállate! —dije.

—¡Eloy, suficiente! Deja de comportarte como una niña. Disculpe, joven.

—No tiene que disculparse. Revisaré el auto y, si todo sale bien, se irán tranquilas a su casa.

—¡Pero, mamá! —dije enojada.

—¡Pero nada! —exclamó mi madre.

Luego, fui a ver qué estaba haciendo este chico.

—¡Déjame adivinar! Nos estás ayudando para impresionar a Stella.

—No lo estoy haciendo para impresionar a "Stella" —contestó.

Asher estuvo revisando el auto y yo estaba caminando de un lado a otro.

—Señora, usted podría subir y encender el auto, ¡por favor! —ordenó Asher.

—¡Sí, hijo! —accedió mi madre mientras subía a encenderlo.

—¡Sí funciona! —gritó mi madre emocionada.

—¡Pan comido! —dijo Asher.

—¡Hijo, muchas gracias! No sé qué habríamos hecho si no hubieras detenido tu auto para ayudarnos. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

—En realidad, sí. Quisiera pedirle un pequeño favor, si no le molesta.

—¡Sí, hijo, dime!

—¿Podrías decirle a tu hija que acepte
___ la invitación que le ofrecí para la fiesta que organizaré mañana en mi casa?

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