—¡Wow! —exclamó Nina sin poderlo evitar.
—¿Wow? —preguntó el griego, sonriendo.
—¡Wow! —volvió a exclamar al mirarlo sonriera, era como ver en el futuro, aunque estaba segura de que su futuro no tendría nada que ver con el hombre que estaba frente a ella y mucho menos con su hijo— Lo siento, lo lamento mucho. —se disculpó de inmediato— Es que usted se parece muchísimo al robot, dio témpano de hielo, que diga Xandro. —su boca se abrió cuando miró como el precioso hombre entrado en años frente a ella se carcajeaba al escucharla, no pudo evitar ponerse roja como un tomate.
—Ahora entiendo todo. —musitó dejando de reírse— soy Xandro Kalonimos, el padre del robot. —se presentó extendiendo la mano hacia ella— Es un placer conocerla, señorita.
—Soy Karenina Orlova, el placer es mío, Todos me dicen Nina. —dijo sonriendo aun con la cara completamente roja.
—Lindo nombre, quería conocer a la persona que conduce el jeep de mi Sol. —comentó.
—Pues soy yo, su hijo me lo prestó, mi automóvil se descompuso, pero ya voy a regresarlo, creo que hoy será el último día que lo use. —se apresuró a aclarar.
—Puedes utilizarlo el tiempo que necesites, nosotros no lo necesitamos, solo es algo sorprendente que mi hijo haya prestado el jeep de su madre. —comentó empezando a caminar a su lado.
—Es que somos amigos y sabe que sería por un corto tiempo. —comentó Nina sin saber que decir, era mucho más alto que el robot, sus ojos eran de un negro igual de intensos que los del tempano de hielo y estaba segura de que su cabello debió haber sido del mismo color que el de su hijo, solo que esta versión mayor tenía el cabello completamente gris, pero eso no le restaba nada de belleza, se miraba mucho más atractivo.
—¿Amigos? ¿Solamente amigos? —cuestionó el grandote.
—Sí, somos amigos. —confirmo.
—Qué raro, porque él no presta sus cosas ni a su familia, si supieras lo que batalla Zeus, para que le preste un videojuego.
—¿Zeus? —preguntó Nina sorprendida de que le hablara con tanta familiaridad.
—Si mi nieto mayor y sobrino del robot, pero me alegra que tenga amigas en las que pueda confiar tanto que le preste sus cosas. —dijo deteniéndose en la puerta de supermercado— Si me permites preguntar ¿Cuantos años tienes Nina?
—Tengo diecinueve años. —respondió.
—Eres muy joven, mi nieto Zeus tiene veinte años, podrían ser amigos. —comentó solo para saber su reacción.
—Yo vivo en New York ¿Dónde vive su nieto? —preguntó sin saber mucho qué decir o que hacer ¿él quería que fuera amiga de su nieto? Posiblemente no le parecían las relaciones con diferencias de edad, pero parecía que le llevaba muchos años a la madre del robot, pensó.
—Vive en Atenas, pero viene seguido a visitar a su tio Xandro quien vive también en New York, tal vez te lo presente cuando regrese a vivir de nuevo allí. —comentó sonriendo al confirmar que la rubia estaba interesada en su hijo, pudo verlo en su rostro— Creo que estoy hablando demasiado y quitándote tu tiempo, debes estar apurada.
—Un poco, a decir verdad, tengo que preparar algunas cosas, pero tengo que comprar los ingredientes. —le contó.
—¿Eres cocinera a eso te dedicas? —preguntó con curiosidad.
—No, de hecho, ahora mismo estoy en un viaje, por mi año sabático, pero entraré después del verano a la universidad, estudiaré gastronomía.
—Es una linda profesión, eso quiere decir que eres una buena cocinera.
—Mas o menos. —dijo sonriendo.
—Entonces no te quito más tu tiempo, me despido, ha sido un placer conocerte, cuida del jeep de mi Sol. —dijo extendiendo la mano hacia ella.
—Lo hare, también ha sido un placer conocerlo. —dijo regalándole una preciosa sonrisa.
—Adiós Nina.
—Adiós. —dijo la rubia mirando como daba media vuelta para caminar hasta donde estaban dos camionetas subió a la primera y la otra lo siguió.
—Parece que ya conozco a toda la familia del robot, todos son tan amables. —murmuró antes de entrar al supermercado.
Mientras Nina recorría los pasillos del supermercado en busca de los ingredientes para preparar los postres, Xandro trabajaba junto a su hermano y auditorías en el complejo vacacional.
—Buenos días, lamento la tardanza. —dijo su padre quitándose el abrigo.
—Buenos días. —saludaron todos.
—¿Por qué llegas tarde? ¿Está todo bien? —le preguntó Ares.
—Todo bien, solo que me encontré una rubia caminó aquí. —comentó acercándose para saludar de mano a los auditores— ¿Cómo va todo señores?
—Realmente el gerente hizo un gran esfuerzo queriendo ocultar los números, pero su hijo hizo un mejor trabajo encontrando los errores. —respondio uno de los auditores.
—Bien, entonces ya que tengamos todo lo necesario hay que proceder contra él.
—Eso haremos.
—¿Qué rubia te encontraste en el camino? —le preguntó Xandro Jr. Aunque estaba seguro de que se trataba de Nina.
—La que conduce el jeep de mi Sol. —respondió tranquilo tomando asiento junto a él.
—¿Hablaste con Nina?
—Sí, es muy amable y preciosa, creo que deberíamos presentarle a Zeus. —dijo viendo la reacción de su hijo por el rabillo del ojo, mientras miraba a Ares.
—Sería buena idea, yo también la conocí y es muy bella, sin duda haría buena pareja con Superman. —estuvo de acuerdo Ares, siguiéndole el juego a su padre.
—Se lo que están tratando de hacer, no voy a caer en su juego. —declaró.
—¿De qué hablas? —preguntó su padre. —Quieren ver cómo reaccionó a que Nina pueda ser novia de Zeus.
—No, de verdad creo que harían una buena pareja con mi nieto, ella es preciosa e inteligente. —le aclaró.
—Yo también pienso lo mismo. —dijo su hermano.
—No vamos a presentarle a Zeus a Nina.
—¿Por qué no? ¿estás con ella? ¿ustedes tienen una relación? —cuestionó el grandote— Ella me dijo que solo eran amigos.
—Somos… —guardo silencio intentando encontrar las palabras correctas y que los celos que crecían en su interior no lo hicieran más.
—¿Son? —preguntó Ares intentando no sonreír.
—Somos más que amigos, tú lo sabes, no puedo creer que estés pensando en presentársela a tu hijo. —respondió molestó, aunque intentó ocultarlo su frente lo delató, pues su ceño se marcó.
—¿Son novios? ¿Ella es mi nuera? —inquirió su padre.
—No, no es mi novia, no es tu nuera, solo, solo es mía. —declaró llamando la atención de todos los presentes pues habia levantando la voz.
—Fuertes declaraciones! —exclamó Ares.
—Muy fuertes. —dijo sonriendo su padre— ¿Ella sabe que tiene dueño?
—¡Kátara! por favor no se metan en esto, con permiso. —dijo poniéndose de pie para salir de la sala de juntas, no se detuvo hasta que estuvo fuera del complejo y respiro profundo el aire fresco— ¡Kátara! —volvió a exclamar, dándose cuenta de lo que acababa de confirmar.
Se lo negaba cada vez que pasaba por su mente, de verdad le gustaba la rubia, no sabía ni como se habia metido en todo su maldito sistema, pero no quería verla con nadie más, mucho menos con su sobrino, no quería que nadie más la tocara, quería que se quedara con él, que no se fuera, pero no podía pedírselo, era demasiado joven, necesitaba vivir muchas experiencia, antes de pensar siquiera en tener una relación formal, no podía ser un maldito egoísta, por eso siempre evito las mujeres mucho más joven que él, lo habia logrado hasta que se encontró con la ardilla, pensó pasando la mano por su cabello.
—¿Por qué tan agobiado cariño? —escuchó la voz de su madre, giró el rostro y la miró acercarse a él.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
—Tenía una cita para el spa, quiero probar todos los tratamientos que ofrecemos ¿quieres entrar conmigo? —dijo antes de darle un beso en la mejilla.
—¿Quién te trajo? —inquirió después de saludarla.
—Pues tu papá ¿Quién más?
—Tú también hablaste con Nina. —quiso saber.
—No, solo tu padre, me bajé a la farmacia y ella iba al supermercado. —le contó con una de sus relumbrantes sonrisas— Lindo suspiro. —señaló al escucharlo— ¿Qué sucede? ¿qué es lo que te agobia?
—Nada importante.
—No parece que no sea importante ¿es por la rubia linda? —cuestionó y él asintió— Tu padre solo la saludó, no le dijo nada sobre ti, solo tenía curiosidad de conocerla, esa es mi culpa por hablar de ella.
—Papá quiere que conozca a Zeus. —murmuró, Sol sonrió mirando a su pequeño de cuatro años en ese momento, el mismo niño que se enojaba cuando no obtenía lo que quería.
—Ya veo, bueno creo que son de una edad, harían bonita pareja, además tu dijiste que solo son amigos, no veo el problema ¿me equivoco? —dijo pasando su mano por el cabello oscuro de su hijo.
—Tú sabes que somos más que amigos, es algo complicado.
—Tonterías, si fuera tan complicado como tu lo piensas, no existiera. —dijo dándole un suave golpe en la nuca— Te recuerdo que tu papá me lleva muchos años y he sido la mujer más feliz sobre la tierra desde que estamos juntos.
—Es diferente.
—¿Por qué lo es? —inquirió.
—Porqué lo es, los tiempos son diferente, no quiero que después se arrepienta de lo que no hizo por estar con alguien como yo.
—¿Alguien como tú?
—Sí, alguien enfermo como yo, ella es joven y tiene mucho que vivir.
—Hablas como si fueras a morir mañana, tú mismo has dicho que tu enfermedad no es una sentencia de muerte. —le recordó— Además se te olvida una cosa.
—¿Cuál?
—Que ella también debe de decidir si quiere estar contigo, a lo mejor a Nina no le importa que estés enfermo, si te cuidas bien…
—Ta vez ahora o, pero más adelante sí, cuando mis manos tiemblan más de lo que lo hacen ahora, cuando pierdo la fuerza y rompo todo lo que cargo, no voy a atarla a mí, además no solo es mi enfermedad, Nina es joven, tiene que experimentar muchas cosas.
—Cariño a penas le llevas nueve años, los dos son jóvenes, pueden hacer muchas cosas juntos…
—No lo creo. —la interrumpió.
—Eres un robot tan terco. —dijo dándole un golpe suave en el abdomen— Piensa las cosas, veras que estas siendo muy egoísta, pero contigo mismo. —se puso en puntas para darle un beso en la mejilla— Ahora acompáñame a mi día de Spa. —dijo tomándolo de la mano, sin decir nada más, lo conocía muy bien y sabía que no cambiaría de opinión si seguía insistiendo con lo mismo.
—No creo que sea una buena idea, tengo que ir a trabajar.
—No tienes que hacer nada, tienes tu año sabático, que ellos se encarguen, un dia de masaje en el spa te vendrá bien para que aclares tu mente y sepas que hacer con tu rubia.
—Bien. —aceptó siguiéndole.
(…)
Después de hacer el supermercado pasó al taller de Ramón quien le pago más de lo que esperaba por el escarabajo, agradeció que todo estuviera saliendo bien, asi podría viajar mucho más cómodas pues el dinero ya no era el problema, solo que ahora no tenían tanto tiempo, pero disfrutarán del resto de su viaje lo más que pudieran, se prometió mientras terminaba de hacer los postre, hizo dos tartas de leche de pájaro, además de hacer otros postres que su mamá le enseñó, con el tiempo justo se preparó para su último día en la cafetería, estaba por salir de la cabaña cuando recibió una llamada de Edward diciéndole que no tenía que trabajar esa tarde, que la esperaban a su cena de despedida, le agradeció y aprovecho el resto de la tarde para terminar de empacar, solo dejó lo que utilizaría esa noche y el dia siguiente que el robot la habia invitado a cenar.
(…)
—Preparare la cena. —declaró su madre cuando salieron del complejo.
—Yo no cenaré con ustedes, hoy es la cena de despedida de Nina, será en la cafetería después de cerrar, Edward se encargó de eso, al parecer es una tradición. —comentó.
—Sí, así es. —dijo Sol sonriendo.
—Están invitados si quieren ir. —les dijo el robot.
—Me encantaría, pero tengo que ver unas cosas con el horario de Atenas. —comentó Ares.
—Nosotros tampoco iremos, estamos cansados. —declaró su padre.
—Bien, podrían dejarme en la cafetería, por favor. —les pidió mirando el reloj, habían salido tarde del complejo, porque el imbécil de Kevin al parecer habia decidido largarse del pueblo, así que prepararon junto a los abogados la denuncia para presentarla al día siguiente ante las autoridades.
—Claro.
Cuando entró a la cafetería, después de insistir que no necesitaba guardaespaldas, encontró que solo estaban los trabajadores y amigos de Nina.
—Llegas tarde. —le dijo Edward dándole una botella de cerveza.
—Trabajo en el complejo.
—¿Cómo va todo?
—Mal, pero no quiero hablar de eso. —dijo antes de beber un pequeño trago, esa cerveza debía durarle toda la noche, no podía excederse— ¿Dónde está Nina?
—Acaba de entrar a la cocina. —respondió— Ponte cómodo, iré a ver en qué puedo ayudar.
—Gracias.
Saludó al resto de los presentes que ya los conocía pues en su mayoría trabajaban también en el bar, se sentó en una de las mesas que estaba cerca de la ventana.
—Parece que no quieres estar aquí. —dijo Nina sentándose en el sofá frente a él.
—Hola ¿Por qué dices eso? —cuestionó.
—Hola, porque estás apartado de todos. —señaló.
—Solo estaba pensando en unas cosas de trabajo.
—Hummm, así que este es el verdadero robot. —dio sonriendo.
—Sí, bueno cuando hay algunos problemas en el negocio. —comentó— Pero no hablemos de eso ¿Cómo estás?
—Yo estoy muy bien, por cierto, conocí a tu versión mayor en la mañana.
—Me disculpo por eso, mis papás son un poco entrometidos. —dijo antes de tomar un trago de cerveza.
—Todos los papás lo son, no importa la edad que tengamos. —comentó sin borrar la sonrisa en sus labios— tu papá es muy guapo, creo que serás igual que él.
—¿Lo crees?
—Sí, eres idéntico a él, ahora que lo vi de cerca, pude confirmarlo. —respondió de buen humor, él solo asintió.
—Dejando a un lado a mis padres ¿Cómo vas con tus maletas?
—Genial, ya tengo todo empacado, por cierto. —dijo metiendo las manos en su pantalón vaquero— No voy a necesitarlo ya. —le extendió las llaves del jeep— Muchas gracias por prestármelo.
—No es nada. —tomó las llaves y la guardó en el bolsillo de su pantalón— ¿Qué pasó con tu escarabajo?
—Hoy fui a ver a Ramón y me lo compro, asi que oficialmente no tengo escarabajo, aunque creo que le diré a mi papá que me compre uno para cuando vaya a la universidad, creo que se verá lindo circulando por París. —le contó emocionada.
—¿París? —preguntó.
—Sí, no te he contado, fui aceptada en todas las universidades a las que solicite entrar, así que ahora debo tomar una decisión a cuál asistir, en el top tres está París, San Sebastián y New York, mis papás están felices, me dijeron que puedo elegir la que quiera. —le contó.
—Muchas felicidades ardilla, sabía que eras inteligente. —dijo regalándole una sonrisa.
—Gracias, por eso hemos decidido continuar con el viaje lo antes posible, nos vamos este sábado.
—Pasado mañana. —musitó.
—Sí, asi que solo te quedan dos noches con esta ardilla habladora. —bromeó— Después podrás descansar de mí.
—Menos mal. —continuo la broma, la rubia se rio.
—Nina ven. —la llamó Pam.
—Voy. —respondió poniéndose de pie— Ahora vuelvo témpano de hielo.
La observó conversar y reírse con sus amigos, iba a irse fuera del país a estudiar, no podía decirle que se quedara con él…