29 | Llamarada
Llegamos a una casa grande y supe que allí vivía Edwin, tan pronto llegamos, Sprite toca bocina y de inmediato sale con una chica a su lado.
—Hasta que por fin llegan, me secaba esperándolos— dice con sarcasmo.
Me echo a reír y me limito a saludarlos alegremente, una vez que me bajo de la moto.
—Solo nos tardamos unos cuantos minutos y ya estás con esa mamada— refuta Sprite con una sonrisa en su rostro.
Edwin solo se ríe y se dirige hacia el interior de su casa.
—¡Voy por las llaves del auto, aguarden! —Vocifera cuando casi va entrando a su casa.
—Es insoportable— dice la chica que aún sigue con nosotros.
—Macary esa es la novia de Edwin; Sasha Michel— la observa a ella y luego a mí—, Sasha, ella es Macary Leit, mi chica.
Ella arruga el ceño y de inmediato plasma una sonrisa en su rostro, como si de repente lo comprendiera. Yo, por mi parte, estoy perpleja en el lugar sin saber qué decir o qué hacer ante lo dicho.
"Mi chica"
Eso sí que no me lo esperaba, estoy sonrojada y ardida a la vez, y es que ¡con toda razón lo estoy!
Sprite parece notarlo y me toma de la mano como para que me sienta con más seguridad de lo que ha dicho anteriormente, y de alguna manera eso me hace sentir plena y alegre pero por otro lado, me hace sentir culpable...
—Es un gusto— espeta Sasha, dedicándome una sonrisa.
—El gusto es todo mío.
Ella asiente.
La verdad es que la chica es muy bonita y agradable, tiene el cabello a la mitad de la espalda y tiene un cuerpo muy esbelto y seductor. Lleva un crop top blanco de mangas largas y una falda de cuero de color negro.
Sprite se sube a la moto y lo entra a la pequeña marquesina que hay en la casa y sale de una vez.
Edwin no se hace esperar y llega con las llaves en manos, así que Sprite se encamina hacia la Jeepeta Mercedes Benz 2018 aparcada unos metros delante de nosotros. El me sostiene de la mano y voy a su lado con toda la actitud que me caracteriza.
—Sprite, deja que las chicas vayan atrás para que se conozcan mejor— dice Edwin, montándose en su posición de conductor— nosotros vamos delante.
—Me parece buena idea —espeta Sasha, abriendo la puerta de atrás.
—De ninguna manera— suelta de pronto— tú con tu chica de copiloto, y yo con la mía atrás— finaliza, corriendo a Sasha del asiento trasero.
Me indica que entre y el también lo hace.
—Nadie te la va a robar, Sprite— musita Edwin riéndose.
Sprite le dedica una mirada fulminante y la risa de Sasha resuena en el vehículo.
Yo también suelto una risa.
—Gracias— le susurro.
El me toma el agradecimiento con un beso profundo, tomando de mis labios con pasión y causando que partes de mi cuerpo empiecen a calentarse. Le correspondo el beso de igual manera y lo disfruto. Nos apartamos pronto ya que sabemos que no estamos solos.
Las luces de la Jeepeta están apagadas y agradezco por ello, Edwin pone música y el ambiente se siente muy sólido, por suerte.
Por el trayecto, sé hacia dónde nos dirigimos y me embarga una sensación de miedo al recordar lo que pasó allí la primera y última vez que fui, pero trato de mantener todas las sensaciones extrañas a raya para no dañar el momento.
Como si Sprite supiera lo que pienso, me saca de mi ensimismamiento.
—Quise innovar y por primera vez quise venir sin tener problemas de por medio— sus ojos marrones penetran en los míos.
—Pues creo que es lo mejor que has hecho.
—Traerte, sí.
—No, digo haber venido sin que tengas problemas que te atormenten.
—Y yo digo que lo mejor que he hecho es traerte conmigo de nuevo— rectifica, dejándome tensa.
Antes de que pueda decir algo, aparcamos en frente de la vieja casa de Sprite. Edwin y Sasha se bajaron al unísono.
No sé porqué Sprite y yo nos quedamos allí, sumidos en un silencio para nada extraño, y él no espera a que diga nada, ni mucho menos que me baje del vehículo, solo toma mi mandíbula y me besa nuevamente, así que yo no puedo ocultar el deseo que le tengo y lo tomo por el cuello y le como la boca como había querido desde que aparcó en mi casa. Él suelta un gruñido en mis labios y más adelante yo suelto otro, su lengua busca la mía con desesperación y al momento se la concedo.
—¡Que diablo eh! ¡Bajen ya!
Nos exaltamos con el insulto que vino desde afuera y el golpe en la ventana. Me echo a reír y Sprite hace lo mismo, ignorando por completo a su amigo.
Intuitivamente miro hacia abajo y veo como se ve su entrepierna abultada, y algo se vuelve más débil y húmedo en medio de mi entrepierna.
—Así es que me tienes— espeta, agarrándose con fuerza sobre el pantalón.
Mi boca se vuelve agua y no puedo argumentar nada en el momento.
—Será mejor que bajemos.
—Sí —trago saliva— es lo mejor.
Salimos y nos encaminamos a la vieja casa, Edwin está preparando dos copas de licor para el y para Sasha y ella está tratando de conectar el estéreo con su móvil.
—¿Entonces nosotros no tomamos alcohol que solo estás preparando dos copas? —espeta Sprite en dirección a Edwin.
—Usted sírvase lo suyo y lo de su chica— le pasa por el lado con una sonrisa burlona en el rostro —ni siquiera sé lo que quieren tomar.
Sprite le dedica una mirada recriminatoria.
—Ponte cómoda, hermosa, ya vengo —me dice antes de encaminarse a la cocina.
Me sonrojo y asiento yendo hacia el mueble en el que una semana atrás, Sprite y yo estabas en un punto de quiebre.
—Me gusta esa música — musito, más para Sasha que para Edwin.
—Es una de mis favoritas de The Weekend.
—Tienes buen gusto musical entonces.
—¿Y yo? ¿Tengo buen gusto musical? —Sprite aparece a mi lado de momento, hablándome al oído.
Sé perfectamente porqué lo pregunta y eso hace que inmediatamente mi mente viaje a la primera vez que lo hicimos, bajo las notas musicales de Bad Bunny.
—Sería un delito decir que no lo tienes— le susurro al oído, aprovechando que Sasha se besuquea con Edwin.
Sus comisuras se curvan en una sonrisa y me da un corto beso.
Bebo de mi copa de vino y el también lo hace, mirándome como si quisiera desnudarme con la mirada, y no me sorprendería que sea eso lo que exactamente quiere justo ahora.
Edwin y Sasha se incorporan del asiento y se van hacia el interior de la casa, agradezco que lo hagan ya que me sentía incómoda con ellos aquí.
—Eres hermosa, Macary—, me acaricia mi mejilla con su pulgar.
—Eso ya lo sé, y me lo dicen todos— siseo muy cerca de su boca.
—Entonces voy a desnudarte. Eso no lo puede hacer cualquiera.
Toma de mi labio con fiereza y lleva una mano hacia mi entrepierna sin tapujos. Jadeo entre sus labios y eso hace que nuestro beso se intensifique.
Sprite me quita la copa que tengo en las manos, la pone en la mesita que tenemos en frente de nosotros y se posa sobre mi regazo, besándome por la mandíbula y todo mi cuello.
Mi entrepierna palpita y no hago más que soltar algunos jadeos desesperados. Sprite no se resiste más y va tras mi vestido, quitándolo de un solo tirón.
Me quedo en ropa interior y el me contempla detalladamente, antes de quitarse el pantalón con desespero.
Quiero decir algo, decir que no quiero que lo hagamos aquí pero la verdad es que no me importa, no me importa que Edwin y Sasha estén allí dentro y en cualquier momento puedan salir, lo cierto es que con Sprite nunca me han importado los riesgos y no sé si eso sea bueno o malo.
No pasa mucho tiempo cuando Sprite está a punto de darme su primera envestida, estoy deseosa y me muero por sentirlo dentro de mi una vez más, pero él me hace esperar en el momento que empieza a chupar mis pechos con fiereza.
—Sprite... por favor...
—¿Que por favor qué?
Me dice entre mis tetas y me desespera aún más que me haga esto intencionalmente.
—Sabes lo que quiero— gruño.
—No, no lo sé —espeta con voz exasperada, tomando su miembro y sobándolo en mi entrepierna.
Suelto unos gemidos.
—Eso... eso es lo que quiero...
—¿Ah sí? —jadea.
Entonces es allí cuando me embiste y suelto un gemido muy fuerte, capaz que me escucharon Edwin y Sasha. Igual no me importa, disfruto de lo rico que se siente tener a Sprite dentro de mí, mientras su boca busca la mía con desespero.
—Me encanta, Sprite —gimo entre sus labios.
Él intensifica sus movimientos y todo se siente tan placentero, tan rico que me siento al borde del éxtasis.
En los siguientes minutos Sprite se echa en el sofá a mi lado, exhausto.
Su respiración está descontrolada y no me puedo creer que hayamos tenido el valor de hacerlo aquí mismo, como si estuviésemos completamente solos.
Suelto una pequeña risa.
—¿De qué te ríes? ¿No te gustó?
Alzo la mirada hacia él.
—Por supuesto que sí me gustó — sonrío—, solo que no me puedo creer que lo hiciéramos aquí.
—Eso pasa porque me quieres— espeta, incorporándose del sofá y dándome un beso corto.
—No lo creo.
Reprimo una risita.
Se voltea hacia mí bruscamente, mirándome atentamente.
—¿Ah no? —enarca una ceja— ¿Estás segura de eso?
—Muy segura— miento.
Entonces se abalanza sobre mí y grito fuerte, sin poder contener la risa.
—Ya verás lo que te haré.
—¡No, Sprite! —grito más fuerte al momento que veo que empieza a hacerme cosquillas— ¡Desgraciado de mierda! —Las risas me impiden decir los millones de insultos que quisiera decirle justo en este momento.
—Eso es para que en tu vida vuelvas a decir que no me quieres— me señala con el dedo índice.
—¡Pero si no lo hago! —vuelvo a mentir, riendo.
—Esta si no te la perdono, Macary Leit.
Dicho eso, intento apartarme de él pero es tarea imposible, ya que me toma por la cintura y me tira en su hombro como un trapo. Se encamina a no se donde y la risa no me deja ni respirar y siento que voy a vomitar el poco alcohol que consumí esta noche.
—¡Sprite, marica, estoy desnuda! —le grito para que me suelte.
—¿Y qué?
Ríe a carcajadas y me doy cuenta que poquitas veces lo he visto reírse de esa manera, que mayormente siempre está serio y si ríe, no es como ahora. Así que me doy cuenta de lo feliz que ambos estamos siendo en este momento de locura.
—¡Que me bajes ya!
—¡Lo haré, lo haré! —responde al momento que me baja.
Me trajo hacia el baño y es allí cuando entiendo su nivel de ocurrencias.
—¡Eres un estúpido! —le gruño.
—Corroboro —se ríe y me arrastra hasta la ducha.
—No te burles de mí, acabas de hacer que casi vomite por toda esta casa.
—Eso no es un problema— dice con obviedad —problema es si vuelves a repetir lo de hace unos minutos.
—Ya no lo haré, lo prometo— le digo, acercándome a su boca y mentiéndonos en la alcachofa.
—Eso espero.
—Me la he pasado genial aquí.
—Aquí no, conmigo— aclara Sprite, posando su mano por todo mi cuerpo.
—Sí, contigo.
Nos terminamos de bañar y salimos de allí para colgarnos nuestras ropas e irnos porque ya estaba tarde. Nos vestimos y a los pocos minutos Edwin y Sasha ya estaban reunidos con nosotros listos para irnos.
—Aquí se ha gozado mucho ¡eh! —el comentario de Edwin no me sorprende para nada.
Mis comisuras se curvan con la sonrisa que se forma en mi rostro.
—Como también se ha gozado allá dentro— secunda Sprite.
Sasha se sonroja de inmediato y no hay que ser demasiados expertos como para saber que allí pasó de todo.
Al cabo de un rato, ya estamos en la carretera de camino a casa, y la emoción que llevo dentro es tanta que siento que en cualquier momento voy a explotar.