POR TI © (NUEVA VERSIÓN EN ED...

By bywillows

2K 218 45

El instituto siempre ha sido una etapa complicada... Llena de relaciones. Llena de contradicciones. Y sobre t... More

ANTES DE LEER
Prólogo
1."Vuelta a la realidad."
2."Un huracán que arrasa con todo a su paso."
3."Nuevo enemigo añadido a la lista."
4."Ni por ti, ni por nadie."
5."Débiles y fáciles de quebrantar."
6."Ojalá alguien te desgarre el alma como ameritas."
7."¿Te ha gustado lo que has visto?"
8."Nuestra diversión es una pequeña parte de lo que puede llegar a ser."
10.Hasta que mi alma se consuma en llamas.

9. Maduros... hasta que cometemos nuestro error determinante.

128 9 10
By bywillows


Irina

Estoy perdida, no sé ni quién soy, ni dónde me encuentro.

De lo único que pueden ser conscientes mis cinco sentidos en este momento es de los brazos firmes que cubren mis pechos, jugando con ellos de forma ruda y sensual, haciéndome sentir como la protagonista de un juego más que excitante.

Sin pensarlo, inclino mi cabeza hacia el lado cuando percibo que su lengua comienza a recorrer mi cuello, como si intentara describir un dibujo el cuál no sé cómo interpretar.

Siento como mi piel se congela al no sentir más su tacto, pero de forma inmediata vuelvo a arder en llamas al ser consciente de que su mejilla roza la comisura de mi labio mientras su mano desciende por mi cuerpo, hasta buscar el vértice entre mis piernas.

Comienzo a jadear al ritmo de sus lentas pero tortuosas caricias, no puedo abrir los ojos, es como si hubiese quedado cegada por la morbosa situación.

—Abre los ojos, tienes que verme —me susurra su voz ronca y no dudo en cumplir la orden.

Pero, al abrirlos, suelto un chillido cuando noto como me penetra con dos dedos, sosteniendo mi barbilla con fuerza y tan solo permitiéndome ver sus ojos azules.

¿Cuánto dolor debe de ocultarse tras esa mirada oceánica?

—No te adentres tanto en el abismo, o finalmente acabarás ahogada, ahogada conmigo —sus dedos no paran de hacerme gemir como si no estuviese capacitada para hacer otra cosa—. Aunque será un placer corromperte poco a poco, hasta que seas totalmente dependiente de mí.

Un frío asolador me envuelve cuando noto que ya no está. Ahora lo único que me rodea es una marea que trata de llevarme hasta el fondo. Trato de nadar, de verdad que lo intento con todas mis fuerzas, pero no lo logro.

Unas manos finas con las uñas rojas como la sangre me sostienen los hombros con fuerza. Tampoco puedo ver quién es, por lo que empiezo ahogarme, siendo presa de la falta de aire.

—Te lo advertí antes, por eso huiste, y te lo advierto ahora —dice con voz amenazante—. Frena esto antes de que convierta tu vida y la de tus seres queridos en un puto infierno.

Pego un salto en la cama e intento recuperar el aire para volver a llenar mis pulmones.

¿Qué tipo de sueño ha sido ese? Nunca jamás había soñado algo igual.

Descubro mi cuerpo de la pequeña sábana que lo cubría, hasta esa fina tela me parece ahora mismo demasiado con lo acalorada que me encuentro

Me dirijo hacia el baño de inmediato para poder refrescarme la cara o algo así, pero en cuanto pongo un pie en el suelo me doy cuenta de lo desorientada que me encuentro, por lo que tardo un poco en llegar a mi destino.

Maldigo al comprobar ante el espejo que tengo el labio lleno de heridas por aparentemente unas mordeduras que yo misma me he hecho dormida.

¿Pero en qué tipo de monstruo me transformo estando dormida? ¿Aprobaría esto Freud?

Limpio perezosamente los restos de sangre que hay sobre mi barbilla y me lavo los dientes, erradicando el sabor férreo de la sangre.

Cuando trato de volver a mi habitación, me encuentro a mi padre muy enfadado en mitad del camino.

—¿Sé puede saber qué haces despierta tan tarde? —Me reprende y pongo los ojos en blanco.

—Un ritual satánico con una gallina, pero no sé dónde la dejé, la estoy buscando —respondo entrando en mi habitación, pero su fuerte mano me atrapa del hombro antes de que pueda dar un paso más.

—Ni te atrevas a vacilarme. Ya no estás en Islandia y por tanto has de responder a mis órdenes —trago saliva, prácticamente me está mirando como un asesino en serie—. Y no permitiré que te conviertas en lo aquí se convierten la mayoría de las adolescentes. Tú no vas a llegar embarazada a casa —me observa con cautela—. Así que extrema tus precauciones.

Me da una palmada en el omoplato nada amigable y se dirige de nuevo a su habitación, supongo que para volver a atormentar a mi madre con su presencia.

Como te odio, James Brooks.

Cierro la puerta de mi habitación con fuerza y echo el pestillo, no vaya a ser que le dé por entrar con un cuchillo y acabé con mi vida, la cual ha estado prácticamente vacía, pero me gustaría hacer algo con ella antes, ¿sabéis?

Tras dar unas novecientas vueltas en la cama, decido que no puedo dormirme ni a tiros, por lo que cojo el móvil para ver si puedo hacer algo interesante. Lo único que se me ocurre es videollamar a Marina, sabiendo cómo es, seguro que está despierta.

En cuanto veo la cara de Marina aplastada contra la almohada y con los ojos entrecerrados, sonrío. Solo ella es capaz de regalarme estos retratos tan graciosos.

—¿Estás despierta? —Me muerdo la lengua al ser consciente de la gilipollez que acabo de preguntar.

No, que va —se da la vuelta abandonando su postura lateral—. Es que soy sonámbula y tiendo a contestar videollamadas durante la fase REM.

Ambas reímos por su respuesta y frunzo el ceño al percatarme de algo.

—¿No estás con Pablo? —Pregunto extrañada, ya casi tomo por costumbre verlos juntos.

Se acaba de ir —dice rascándose la nariz—. Ha sido una noche... interesante —afirma con cara de perversión y mis mejillas se tiñen de rojo.

—¡Marina! —Exclamo entre risas, siendo correspondida de inmediato por ella.

Chica, de verdad. Tienes que encontrar a alguien pronto que te alegre un poco. Pareces una señora formal del siglo XIX —bromea y un escalofrío me recorre entera cuando recuerdo como los dedos de Mark han estado rozando la piel de mi cuello sutilmente hace apenas unas horas. Muerdo mi labio y veo como Marina abre los ojos atónita—. Tú me ocultas algo, cuéntamelo antes de que decida ir a tu casa y matarte.

Me incorporo en la cama y me rasco la cabeza, pensando en cómo contarle todo lo que ha ocurrido hoy.

Vamos, sin anestesia.

—He pillado a Mark y a Diana follando en un balcón y me he quedado mirando... Hasta que han terminado —Marina abre la boca—, casi soy drogada por un par de maleantes si no fuera porque Mark lo ha evitado, por cierto, les ha pegado una paliza importante. No veas con Mr. Hámster —mi mejor amiga trata de decir algo, pero yo le sigo contando—. Me ha llevado a casa, mis padres seguían despiertos, por lo que nos hemos quedado dentro de su coche hablando de sexo y con una tensión horrorosa —Marina mira hacia el lado—. Ah, y me ha dicho que me tocara hasta que el orgasmo amenazara con paralizarme el corazón —me quedo pensativa, creo que ya lo he dicho todo—. Al fin y al cabo, no me lo he pasado tan mal.

Observo en silencio como Marina se empina la botella de agua hacia su boca mientras espero a que conteste.

—Vamos por partes —dice enroscando el tapón del recipiente—. Lo de Diana y Mark no ha debido de ser muy interesante, ya que ellos dos se odian —me ahorro decirle que a quién ha mirado Mark desde que he aparecido en escena ha sido a mí—. Pero deberías controlar ese voyeurismo. En cuanto a lo de los maleantes... Debes tener más cuidado, esta ciudad es un nido de víboras y no puedes confiar en nadie. Tenlo muy presente. Y respecto a Mark, voy a tener que hablar seriamente con él —dice muy seria y ocasiona que me ríe.

—¿Y eso por qué? —Pregunto con curiosidad, ¿acaso es su madre?

—No quiero que crea que tiene derecho a tratarte como las trata a todas. Tú eres mi mejor amiga, y por tanto, parte del grupo de amistades. Y eso a una amiga no se le hace.

—¿Me estás diciendo que por ser tu amiga tengo que ser amiga de Mr. Hámster?

—No, solo que tú no vas a ser un polvo de una noche, no se lo voy a permitir —dice muy convencida y asiento. Es casi lo mismo que le he dicho yo en el coche al rubio.

Me mira cautelosa y me pongo nerviosa.

—No habéis hecho nada, ¿verdad? —Quiere asegurarse.

—No, no —evito decirle lo del roce que hemos mantenido durante unos segundos, esta es capaz de despellejar a Mark vivo. No quiero que mi mejor amiga vaya a la cárcel.

—Bueno —mira hacia el otro lado—. La verdad es que yo siendo tú, me habría dejado hacer de todo —me río y ella hace lo propio—. ¿Quién es capaz de resistirse al chico más guapo del instituto y estar tan tranquila contándolo? No aprovechas nada los momentos.

Aprovechar el momento. Me entra dolor de cabeza cuando recuerdo lo que mi padre me ha dicho hace escasos minutos.

—No te lo pierdas, mi padre me ha amenazado con llegar embarazada a casa. Menuda paranoia llevan los dos —me quejo hastiada y Marina suelta una risa sarcástica.

—Me parece increíble que por ser jóvenes se crean que no tenemos un sentido de la responsabilidad —se queja ella también y asiento.

Los jóvenes podemos ser maduros... hasta que cometemos nuestro error determinante.

*:・゚✧ *:・゚✧ *:・゚✧ *:・゚✧*:・゚✧

Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que los lunes son horrorosos, abominables y esperpénticos.

Pero creedme, es aún peor cuando llegas al patio de entrada a las ocho de la mañana y todo el mundo te mira fijamente, como si fueses un bicho gigante que en cualquier momento les va a morder. Vaya panda de imbéciles, ¿ahora que coño les pasa?

Me limito a llegar al jardín interior que se sitúa en el centro del edificio, el único espacio del instituto donde se puede respirar algo de tranquilidad.

Abro la puerta de cristal y respiro profundamente el aire que sientes en cuanto sales de esa cárcel. Busco un banco que esté cerca de la fuente y trato de tranquilizarme para poder afrontar este día.

No obstante, mi paz dura poco, ya que una Marina algo exaltada casi se me tira encima.

—Tía, estás en boca de todos, ¿a quién has matado? —Pregunta con emoción.

¿Están hablando de mí? Pero si no he hecho nada, al menos que yo sepa.

—No he hecho nada —me justifico y me levanto a toda prisa, presa de los nervios. No me gusta ser el centro de atención. Marina me sigue apresurada y yo aprieto más el paso.

—¡Más despacio coño, no estamos en clase de gimnasia! —Dice cuando me alcanza.

Me dirijo hacia la taquilla ignorando la mirada acusadora de todos, pero desgraciadamente no puedo evitar oír cuchicheos.

—... sí, sí. Es la nueva la que está a su lado en la foto

—Es que me parece súper fuerte que haga eso.

Aprieto los puños a mis costados y no me detengo en ningún momento, que digan lo que quieran. El problema viene cuando llego a la taquilla y veo que está empapelada por un folio que se repite, cubriendo toda la superficie de esta.

Me quedo parada en cuánto veo de qué se trata. Es un artículo que parece ser periodístico, al distinguir quiénes protagonizan la foto, arranco el que se sitúa en posición central para poder leerlo mejor.

«EL SECRETO DE BAILEY, ¿SU NUEVO AMOR OCULTO?» Titula el artículo y noto como mi cara enrojece, ¿pero qué mierda es esta?

«El sábado por la noche pudimos ser testigos de algunos gestos que delataban al chico de oro, Mark Bailey con la nueva alumna recién llegada de Islandia, Irina Brooks. Pudimos ver como salían agarrados del brazo de la propia casa de la novia de Mark, Diana Boyd. Luego, tras un exhaustivo esfuerzo, conseguimos verlos en el coche de Bailey coqueteando claramente. Nada extraño hasta ahora, ¿verdad? Lo que nos extraña es que la nueva no acabara sucumbiendo a los placeres carnales que podría haber obtenido de Mark, ya que la vimos abandonar el coche algo asustada, quedando Bailey satisfecho. ¿Significa esto algo? ¿Es ella alguien especial para él? Seguiremos investigando. »

Siento como la sangre hierve en mis venas al ver la foto adjuntada. Se nos aprecia a mí y a Mark justo en el momento en el que él me comentaba lo de la maldita luna y la jodida diversión, agarrando mi colgante. Ambos estamos sonrientes.

—Vaya, parece que la hemos liado, chocolates —me sobresalto cuando veo como la mano de Mark se posa sobre mi taquilla, siendo consciente de los considerables centímetros de altura que me saca. Me fijo en sus ojos azules, parecen divertidos y hacen que me sienta confusa. Estoy enfadada, pero esa mirada me intimida.

¿Pero qué?

—¿Te divierte? —Pregunto con toda la hostilidad del mundo y él simplemente se encoge de hombros.

—Estoy acostumbrado, no es la primera vez. Quien lleva el Shore Secrets es una persona muy pesada —me quedo con la boca abierta por su pasotismo, ¡yo estoy de los nervios!

Por cierto, ¿acaba de decir Shore Secrets? ¿El instituto tiene su propia prensa? ¡¿Pero qué tipo de broma pesada es esta?!

Cuando voy a replicarle, oigo unos tacones pisando fuerte cerca de nosotros. Unos tacones que se detienen enfrente nuestra.

Diana nos mira con decepción, bueno, a él lo mira con decepción. A mí me mira como si fuera a sacarme los ojos en cualquier momento. Se cruza de brazos, niega con la cabeza y se va indignada.

Cuidado, se ha enfadado la reina de Snoblandia, probablemente acabes sin cabeza.

Ambos la ignoramos y estrujo el papel entre mis manos para luego estamparlo contra su pecho. Finge que le ha dolido para quitarle hierro al asunto, pero a mí no me hace ni puta gracia.

—Frena esto. Ya. No me manejo bien en situaciones de estrés, y aunque tú estés acostumbrado a ser el jodido popular, el chico de revista, el típico malote, yo quiero pasar desapercibida y estar tranquila, ser la marginada, en pocas palabras. Primer aviso —digo señalándole con el dedo. Su semblante se oscurece, no le ha gustado nada lo que le he dicho.

—No te preocupes, chica marginada, que el malote popular frenará esto —me asegura con toda la seriedad del mundo. Veo como se aparta de mí para ir a clase, no sin antes mirarme detenidamente—. Deberías aprender a juzgar cuando ya conoces algo a la persona, en vez de llenarte la boca generalizando por las apariencias. No me hagas creer ya que eres como toda esta basura.

Veo cómo se va con paso firme y siento algo de remordimiento por todo lo que le he dicho. Siendo sinceros, no, no se lo merecía

—Tía, ¿pero qué... —Doy un salto al ser consciente de que Marina ha estado ahí todo el tiempo.

Me giro para mirarla, ella también está algo desconcertada por lo que acaba de ocurrir.

—¡Irina Brooks! —Noto que mi corazón da un vuelco al oír que alguien me llama a gritos. No puedo aguantar tantos sustos a la vez. Abro los ojos como platos en cuánto veo que una chica bajita, con pecas y dos trenzas me mira expectante. En su mano derecha lleva un micrófono, va en serio, ¡un puto micrófono!, en el que se lee Shore Secrets y una pequeña libreta en su mano izquierda—. ¿Nos puedes confirmar que tipo de relación existe entre tú y Mark? ¿Por qué os hemos visto tan tensos? ¿Hay problemas en el paraíso?

Pégale por chismosa.

—La verdad es que... —abre sus ojos emocionada cuando cree que le voy a contar algo confidencial—. La derivada es la pendiente de la recta tangente por la que pasa un punto —suelto al azar y huyo a toda prisa.

Sí, acabo de vacilarla diciéndole un paradigma matemático, que ni siquiera sé si lo he dicho bien, pero siempre le vendrá bien saber algo y no meterse tanto en la vida de los demás.

Marina me acompaña hasta la primera clase, a la que por cierto, llegamos ya cinco minutos tarde. Agradezco que esté bastante apartado, así puedo tranquilizarme por el camino.

Mi gozo en un pozo.

En cuando llegamos, sigo escuchando comentarios que se refieren a nosotros.

—... ¿pero has oído como discutían? Esos tienen algo serio. Mark Bailey nunca busca complicaciones.

—¿Has visto lo que ha publicado Becca en la cuenta del Shore Secrets? Se ve que la nueva es una erudita en matemáticas...

Mentira.

Además, ¿cómo coño le ha dado tiempo a publicar eso? ¡Si se lo acabo de decir!

Trato de ignorar todas esas habladurías y me centro en el profesor, que parece que está algo molesto con gran parte de la clase.

—Hoy la mitad de vosotros llega tarde... No voy a poner ningún retraso en la sede electrónica, ya que sé que a vuestra edad los conflictos intrafamiliares pueden resultar en algo malo. Y no quiero que os encontréis en un deteriorado estado anímico.

Tomamos asiento y comenzamos a sacar los apuntes que el profesor repartió hará unas dos semanas. Parece que la de sexualidad va a ser una asignatura interesante.

Veo como Mark entra el último de todos, buscando ocupar su asiento junto a Diana, que ya lleva un buen rato sentada. Antes de sentarse, veo como le da un pequeño papel a una chica morena. Lo ignoro y miro hacia el frente, centrándome en el transcurso de la clase.

Tras comernos una charla de aproximadamente tres cuartos de hora sobre por qué es importante trabajar en grupo, y sobre los diferentes temas que vamos a trabajar durante el trabajo de curso, el profesor da las últimas pinceladas y explica con quién vamos a trabajar.

—El tema os lo enviaré por correo esta misma tarde a cada grupo. Bien, procedamos a formar los grupos, primero había pensado que... —deja de hablar en cuanto ve que alguien tiene una duda—. ¿Sí, Bailey?

Me giro para comprobar que es él el que tiene el brazo levantado. Y sí, y no solo eso, sino que además también me mira de forma desafiante.

—¿Podríamos hacer nuestras propuestas para las parejas? —Pregunta y siento como todo mi sistema nervioso se pone alerta. La clase solo nos mira a nosotros.

—Claro, ¿con quién le gustaría ir?

Mark cruza los brazos con chulería mientras Diana mira hacia otro lado, claramente enfadada.

—Pienso que la señorita Brooks sería una gran compañera para poder desarrollar el proyecto junto a mí —propone alzando con seguridad sus cejas.

Miro al profesor, el cual se encoge de hombros y asiente.

—Si a su compañera le parece bien, ya sabe que...

—Acepto —interrumpo sosteniéndole la mirada a Mark. Si quiere retar a alguien, que rete a quién no se atreva a plantarle cara, porque conmigo lo va a tener muy difícil. No pierdo detalle de cómo sus ojos se abren sorprendidos por un momento, pero de inmediato se entrecierran con astucia.

Mark y yo seguimos mirándonos, como si nada más existiera a nuestro alrededor, como si no pudiéramos escuchar el ruido de sorpresa que emite la clase.

Me giro de nuevo al profesor, que ya ha empezado a nombrar las propuestas de las parejas restantes cuando noto como un aliento golpea suavemente la piel de mi nuca. Me tenso.

—Chocolates, te voy a enseñar a conocer antes de juzgar. Pero no me voy a hacer responsable de las consecuencias —me advierte y sonrío de forma ladina.

—Bueno, siempre te va a venir bien bajar del Olimpo al que estás acostumbrado —le aseguro.

Que empiece la guerra.

*:・゚✧ *:・゚✧ *:・゚✧ *:・゚✧*:・゚✧

—Lo sabía, sabía que eras el típico niñito rico —digo al entrar en su casa por primera vez, es de esas típicas de revista de decoración, esas que nominan a concursos y cosas así. Aunque tengo que admitir que me gusta como el blanco y el negro dan un contraste en toda la decoración.

—Di que sí, tú sigue con tus ideas y tu mente cerrada —dice claramente molesto mientras supongo que me lleva a dónde hace los deberes, que por supuesto no es su habitación, no, es un pequeño estudio con vistas increíbles hacia el jardín, que por supuesto, cuenta con piscina.

—Pero no te ofendas, quién la haya decorado tiene buen gusto —admito un poco molesta.

—Vale, pues felicito a mi madre —se quita la sudadera, lo cierto es que esta estancia es algo cálida... Y más cálida siento que se pone cuando me fijo en la pequeña porción de abdomen que queda al descubierto antes de que se baje la camiseta. No puedo pasar por alto la V que se le marca—. ¿Te apetece algo de beber?

—No sé —digo intentando volver en mí tras lo que he presenciado.

—Traeré algo de café, llevo todo el día agotado —dice con los brazos en jarras antes de empezar a ir hacia la cocina.

No pierdo el tiempo y agarro una silla que está en la esquina para ponerla al lado de la que ya está en el escritorio. Me fijo en una fotografía enmarcada en la que se aprecia a una mujer extremadamente bella llevando un pequeño niño rubio en brazos. Trato de descifrar si efectivamente se trata de Mark.

—A ver si te gusta... Es uno de mis cafés favoritos... Lo trae mi madre de Italia —Deja de hablar en cuanto se da cuenta de que estoy mirando fijamente esa foto. No tarda en dejar el café sobre la mesa y poner la foto boca abajo, para que deje de verla. Me fijo en la gran rosa en llamas que cubre su antebrazo derecho, un detalle que no había visto antes.

Mark se sienta a mi lado y desbloquea el portátil que está colocado sobre un soporte bastante efectivo para estudiar. ¿Cómo no va a sacar esas notazas si está más preparado que un astronauta?

—No tengo mucho tiempo, como te he comentado antes, he quedado con alguien dentro de una hora —dice entrando al correo que le ha enviado el profesor.

Me siento incómoda de que me esté hablando esa forma tan seca, y más siendo yo la invitada. Me habría gustado ir a mi casa, pero sabía que si metía a alguien del sexo opuesto ahí, mis padres lo estarían torturando para que confesara una relación conmigo.

—Oye, ¿no crees que sería mejor empezar a llevarnos medianamente bien? Vamos a estar trabajando juntos todo el año —sonríe amargamente.

—Chocolates, era un plan.

—¿Un plan? —Ahora me siento desconcertada.

—Sí, tú me tendrías que haber dicho que no para dejar claro que no quieres ni verme en pintura y acabar con el rumor de que somos algo. Porque no somos nada ni pretendemos serlo —me mira fijamente y me quedo hipnotizada con ese azul que taladra a mi verde—. Porque es eso lo que querías, ¿no? Que acabara todo. Fíjate, tan malo no soy.

Me quedo procesando la información. ¿Lo ha hecho por mí? ¿Para que deje de ser el show del instituto?

Eso te pasa por terca.

—Pero claro, tú has dicho que sí, y no has hecho otra cosa más que avivar la llama del cotilleo estudiantil —niega con la cabeza—. Pero, la realidad es que te has convertido en mi plan fallido, chocolates.

—Joder... Lo siento... Yo...

—No te preocupes, hay un plan B, solo dame unas horas —dice convencido, zanjando el asunto y disponiéndose a leer el mensaje del profesor—. Nos ha tocado la sexualidad en los adolescentes. ¿Por qué se enamoran? Las primeras locuras por amor y toda esa movida...

—Parece fácil —digo intentando animar.

—No lo es —me contradice—. Siempre hay que saber lidiar con varios contextos, la vida no es siempre igual para algunos. No todos respondemos a un mismo patrón instaurado por la sociedad.

Eso me hace pensar en lo que le he dicho antes, he sido muy cruel con él sin que se lo mereciese. Sin meditarlo, pongo mi mano sobre su brazo. El roce de su piel me provoca una sensación muy extraña. Me mira intrigado, pero no rehúsa mi contacto

—Oye, Mark, perdón por todo lo que te he llamado en el instituto, me he dejado llevar por el enfado...

Suspira algo agotado.

—Irina, mira, no te conozco de nada, pero eres la mejor amiga de Marina —aprieta los labios al nombrarla—, así que quiero creer que eres diferente, que no eres como toda esa gente que se alimenta de las desgracias humanas, abandonando sus propias vidas y perdiéndose en una espiral de ideales que se deben aceptar y cumplir para encajar en su maldito puzle.

—Yo no soy así, Mark. Y te lo voy a demostrar —Afirmo con seguridad, algo atónita por la profundidad de la conversación. ¿Quién habría dicho que Mr. Hámster era tan complejo?

Las apariencias, cuidado.

—Irina, aunque no te lo creas, yo no soy el típico chico malo del instituto. Simplemente soy un chico al que la vida ha jodido mucho —me dice con una seriedad que asusta.

Sé que en su día me propuse no creer en nadie, pero a veces la verdades vienen cargadas de dolor, y he sido capaz de ver el dolor en sus ojos. No sé si quiero conocer lo que su mirada oculta, y eso en parte, me aterra.

*:・゚✧ *:・゚✧ *:・゚✧ *:・゚✧*:・゚✧

—... Y no sé, como que con él es todo diferente, ni siquiera sé qué es lo que estoy sintiendo, pero me gusta. Me gusta mucho —afirma Marina, pero yo solo oigo una voz distorsionada pensando en esa conversación que he tenido con Mark. Me ha dejado pensativa el muy cabrón—. No me estás escuchando, pero no importa —Marina me saca de mi ensimismamiento—. ¿Cómo has quedado con Mark? —Pregunta con curiosidad, y por primera vez en mucho tiempo, no sé cómo coño explicar algo, por lo que lo evito.

—Nada en especial, solo nos hemos organizado y demás —Marina asiente y ambas nos quedamos tumbadas sobre su cama mientras dejamos que un silencio tranquilizador nos envuelva.

Pienso en todo lo ocurrido hoy, decía que odiaba los lunes, pero al final, ha dado más de lo que esperaba este día. Casi como si supiera que estoy pensando en él, recibo un mensaje en Instagram suyo.

Lo abro intrigada y veo que es una publicación del Shore Secrets. En ella se ve cómo Mark besa con vehemencia a la misma pelinegra a la que le ha dado la nota en clase. Muerdo mis labios, sin saber cómo sentirme.

Leo su mensaje y le respondo tras observar la imagen más de lo necesario.

Ya está solucionado, mañana en el instituto no te mirará nadie. ¿Contenta?

Mucho, gracias Mr. Hámster.

De nada, chocolates.

Apago el móvil y me tumbo completamente sobre las sábanas. Respiro profundamente bajo la mirada inquisidora de Marina, tiene el móvil encendido, supongo que estará mirando la nueva noticia.

—Ya sé que te jode que esté en nuestro grupo, pero Mark es así, no se lo tengas en cuenta. Tú solo no te fíes de él y listo —me aconseja Marina y asiento.

Ojalá poder contarle a mi mejor amiga el porqué de mi reacción. Está tan engañada, pero si lo piensas bien, las mentiras nos brindan una protección ante el desaliento que puede llevar consigo una verdad.

Continue Reading

You'll Also Like

2.6M 165K 73
Quizás te habían dicho que es un abogado novato, pero no es verdad. Es el diablo en persona: ruso, millonario, codiciado, peligroso y sin escrúpulos...
114K 9.5K 50
Es frágil dicen. Puede salir lastimada afirman. Porque sí, Perséfone De Luca es la personificación de un Ángel, lo que ellos no saben es que ese Ánge...
3.1M 198K 103
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
6M 268K 95
Ella quería salir de todo eso Y Él la devolvió a ese mundo sin saber Él sólo buscaba cierta diversión en esa fiesta...