Jed miraba por la ventana sin fijarse en nada en concreto. Dos días, llevaba dos días sin verla, y el teléfono no era suficiente. Al menos había aprovechado el tiempo llevando todas sus cosas a su apartamento. Giró la cabeza hasta el vestidor. Desde allí podía ver la ropa de Briana colgada en las perchas, los zapatos alineados en las barras. Si iba al baño, vería sus cosméticos alineados perfectamente en las baldas. Pero ello no estaba allí. Apoyó la frente en el cristal, y dejó que el aire saliera de sus pulmones. La echaba de menos, nada tan simple, y nada tan duro. Desde la primera vez que habían dormido juntos, no había vuelto a dormir sólo en su cama, ella siempre estaba a su lado. ¿Ya se había acostumbrado?, pues parecía que sí. Dos puñeteras noches sin ella, y no había vuelto a dormir igual que antes. Saber que al despertar, ella estaría allí, ponía una sonrisa en su cara cada mañana. Saber que no estaría, mandaba esa sonrisa a algún lugar detrás del lado oscuro de la luna.
Tenía que hacer algo, o acabaría mordiéndose las uñas, como cuando era niño. ¡Mierda!, él no podía ser tan débil, ella no podía hacerle eso. Briana era sólo una mujer. Golpeó su cabeza contra el cristal. No, ella no era una mujer, era "la" mujer, su mujer. La única que hacía salir al cavernícola que llevaba dentro, la única que le volvía débil como un bebé, la única por la que merecía la pena todo. Aguanta un día más, ella volverá mañana, se decía. Pero eso no lo hacía más fácil. Necesitaba saber que ella volvería a sus brazos, y ¡mierda!, que le echaba tanto de menos como él lo hacía. El teléfono sonó en su pantalón, y lo sacó con rapidez. Aquel tono era sólo para ella.
- Hola, pequeña.-
- Hola, tipo duro.-
- Te echo de menos.-
- Yo a ti también.-
- ¿Te lo estas pasando bien?.-
- Acaban de hacer sus votos, ha sido precioso.-
Pero no iba a decirle que lo primero que sintió al escucharlos, era la necesidad de sentirle a su lado, no, a su alrededor, abrazándola, haciéndola saber, que él sentía lo mismo por ella.
- Me habría gustado estar allí.-
- A mí también, pero ya sabes, era solo la familia.-
- ¿Vuelves mañana, verdad?.-
- En el vuelo de las 6 de la tarde.-
- Estaré allí para recogerte.-
- Lo sé.-
- Te he echado de menos. Creo que eso ya lo he dicho.-
Escuchó la suave risa de Briana al otro lado de la línea.
- Estamos hablando ahora por teléfono. –
- Ya, pero no solo echo de menos tu voz. Echo de menos tocarte, olerte, sentir tu cuerpo cálido a mi lado en la cama.-
- Mañana.-
- Es demasiado tiempo. Estoy tentado de coger un avión y e ir a buscarte.-
- Tienes entrenamiento esta tarde.-
- Dentro de dos horas, lo sé.-
- ¿Harías una cosa por mí?.-
- Lo que sea.-
- Cuando llegues cansado a casa, desnúdate y túmbate en la cama. Coge el teléfono y llámame.-
La ceja de Jed se elevó, al igual que su ánimo.
- ¿Qué tienes pensado, chica traviesa?.-
- Ummm, que sería una buena oportunidad para mi primera vez con el sexo telefónico.-
- ¡Dios!, vas a matarme.-
Jed sintió que su pequeño amigo se alzaba muy interesado.
- Podemos solo hablar sobre nuestros días si lo prefieres.-
- Ah, no, tramposa. Ahora ya has metido el veneno en mi cabeza. No hay manera de que esta noche, mi pequeño amigo y yo, nos olvidemos de tus palabras. Así que más te vale estar acostada y desnuda cuando te llame.-
- De acuerdo. Te espero esta noche.-
- Cuenta con ello. Un beso.-
- Un beso.-
Cerró el teléfono y miró hacia su ingle.
- Va a ser una tarde muy larga, así que relájate. Esta noche, nuestra chica cuidará de nosotros. Bueno, yo lo haré imaginando que es ella. No es lo mismo, pero tendrá que servir.-
El ansioso apéndice dio una sacudida dentro de sus pantalones.
- Mañana, pequeño, mañana comeremos hasta hartarnos.-