— ¿Te pensas que en serio estoy saliendo con tu primo? ¿A vos te falla? — me toqué la cabeza, dando a entender todo — Te vengo a buscar a vos, que hace días que no le contestas a tu familia, haciendo que me manden mensajes a mí — remarque la palabra — A quien no ven hace mas de un mes.
— Yo elijo a quien le quiero contestar y a quien no — se justificó y frunci el ceño.
— ¿Que mierda te pasa? ¿Me estas jodiendo? — pregunté, sin dejarlo responder — Todo bien con que no me contestes a mi, pero tus papás y tus hermanos estaban super preocupados y encima en vano, porque ni vale la pena preocuparse con alguien que no le importa nada.
Noté como tensaba la mandíbula y apretaba sus puños. Mis palabras le habian afectado.
— Anda a resolver tus problemas primero, después podes opinar de los demás — dijo y yo lo desconoci, no podía creer que justamente él me esté diciendo esto.
— Sos un forro Matías, en serio — note que mis ojos se cristalizaron — Yo te quiero ayudar y vos me tratas así, andate a la mierda.
Arranqué a caminar para el lado contrario de donde estaba él. Sentí como me caía una lagrima, pero me la limpie rápidamente mientras caminaba.
Sentí sus pasos atrás mío.
— No llores — me agarró del hombro, haciendo que paré de caminar — No dale Vicky.
— Encima que me tratas para el orto, te busqué por todo Buenos Aires, me haces preocupar al pedo idiota — liberé todos mis pensamientos — Yo nunca te quise tratar mal a vos o hacerte mal.
Me miró arrepentido, pero no podía olvidar todo lo que me habia dicho hace unos minutos con una sola mirada.
— Perdoname Vicky, no te quise decir todo eso — agarró mi mano, que estaba helada.
— ¿Era necesario desaparecer de la vida por tres dias? ¿Vos sabes lo preocupado que estaba tu hermano? Imagínate tu mamá — lo reté, ignorando su pregunta.
Noté como evitaba mi mirada. Había dado en el punto justo con el comentario de su mamá. Nuestras manos seguían agarradas y no iba a soltarlo.
No obtuve una respuesta de él.
— ¿Estás bien? — pregunté, al sentir como le temblaba la mano.
— No.
Respondió y se fue caminando de manera rápida a su auto. Se me hizo difícil alcanzarlo ya que claramente era mucho más rápido que yo.
Se metió en el auto y yo me metí en el de copiloto.
—Sabes que podes confíar en mí, pero necesito que me cuentes — apoyé una mano en su pierna, mientras el miraba a la calle.
— No te importa — frunci el ceño ante su respuesta — Te llevo a tu casa — frunci todavia mas el ceño
— No estoy viviendo en mi casa, llevame a lo de mi abuela — expliqué
— ¿Por que?
— No te importa — sonreí falsamente.
Le iba a jugar con la misma moneda claramente. No me respondió nada a eso y prendió la radio.
Sonaba Karma de Taylor Swift. Sentí su mirada de reojo y no pude evitar sonreír.
Al ver mi sonrisa cambió la radio inmediatamente y le pegué en el hombro, haciendo que la ponga devuelta.
— Es por aca — indiqué, ya que el nunca habia visitado la casa de mi abuela.
Dobló por donde le dije y seguimos el camino en silencio.
— ¿Hasta cuando te quedas? — pregunté — Y no me digas "Ni ti impirta" — imite su voz — Porque te juro que te rayo todo el auto.
Lo hice sonreír de costado, pero todavía no veía ni atisbos del chico que habia conocido en tal boliche.
— Me quedan tres semanas acá — contestó y yo asentí.
No podía enojarme con el, sinceramente. Sus palabras me habian dolido, pero al mirarlo solo podia sentir cariño.
Cuando llegamos a la casa de mi abuela, le dije que paré y paró.
Nos saludamos con un simple chau y entré a mi casa. Le mandé mensajes a Agustín, avisándole que estaba todo bien y me dijo que ya les habia respondido Matías.
Llamé a Giulia y le conté lo ocurrido. Lo puteó en mil idiomas a Matías, pero me daba la razón en que algo le estaba pasando. Habíamos quedado con unos amigos de la facultad a la noche.
— ¿Donde estabas nena? — preguntó mi abuela Marta
— Me fui a dar una vuelta. Hoy salgo abue — comuniqué
— Dale hermosa, llevate llave.
Me cambié y me maquille tranqui, la verdad que me daba paja maquillarme últimamente. Sonreí ante el beso de mi abuela y agarré la llave.
Nos juntabamos en lo de Giulia y después salíamos, que realmente me daba paja pero iba a ir a desquitarme un poco.
— Que mujer, la puta madre — sonreí al verla vestida hermosa realmente.
— Estan por llegar los demás.
Cuando decía los demás se refería a 2 personas más. Bruno y Eli.
Pusimos música y obviamente Giulia puso La Joaqui y odiamos.
— Dos besitos porque tres mucha plata — cantó y rodé los ojos.
Me gustaba escuchar esta música pero solamente en el boliche, no era algo que disfrutaba escuchar.
Llegaron Bruno y Eli, estaban los dos re tiernos. Son pareja y son lo mas shippeable del mundo.
Comimos unas pizzas y previamos un toque. La idea era no gastar mucho en el boliche, ya que teníamos que vender un riñon para comprar algo ahi adentro.
Me planche el pelo rápidamente y el papá de Giuli nos llevó.
Pasamos enseguida porque no habia tanta fila raramente. Teníamos vip porque habiamos pagado, sinceramente estar en la parte normal era un quilombo ya que se llenaba muchisimo y si querías respirar era imposible.
Ví como Bruno y Eli se fueron para un costado de la rondita donde estábamos bailando, quedando solo Giuli y yo.
Yandel 150 era la canción que estábamos bailando. Se escuchaba saturada la canción, haciéndonos reir.
— Los otros dos ya se fueron, que polleras — comenté
— Recordá que también vos me dejaste a mí para irte con Matías — me señaló y levanté los brazos admitiendo la culpa.
— Igual vos también me dejaste sola una vez y en su departamento — reclamé, haciendo que se ría.
Sentí como desviaba su mirada a atrás mío y entrecerraba los ojos. Me di vuelta, sin disimulo. Me arrepentí al instante cuando choque miradas con Matías, que inmediatamente se estaba acercando a mí.
— Hola Giuli — le dió un beso y sentía como se tambaleaba, estaba re en pedo — A vos no te saludo sos re mala — enarque una ceja.
— Estas en pedo? — pregunté, aunque no necesitaba respuesta, desprendía literalmente olor a fernet.
Negó con la cabeza como un nene chiquito. Pero después casi cae cuando se quiso sentar y lo tuve que agarrar.
Lo agarré por los hombros y el enseguida puso sus manos en mi cintura. Ningun boludo.
— Ah para algunas cosas te haces el boludo — recriminé y me miró con los ojos entrecerrados.
Busque a Giulia con la mirada y ya habia desaparecido, que pendeja.
Me solté del agarre de Matías, haciendo que me mire feo.
— Que te haces ahora, si hoy a la tatde me trataste para el orto — lo señalé.
Notaba que no entendía lo que estaba diciendo.
— Te extraño — soltó de la nada, abrazándome. Me agarró desprevenida totalmente.
Le acaricié la espalda lentamente. Me hacia acordar lo borracho que estaba el dia que nos conocimos.
— Estas bien? — le pregunté por como cuarta vez en el día.
Negó con la cabeza y noté como se le cristalizaron los ojos.
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