VIAJE A OTRO MUNDO

By kfjdkdnaz

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Empeze a leer este tipo de historias y me han gustado demasiado,así que, porque no hacer una propia? More

PROLOGO
CAP 1:RECONOCIMIENTO
CAP 2: NUEVO HOGAR Y PRIMERA BATALLA
CAP 3: MÁS ALLA DE LA ISLA
CAP 4: DESEMBARCO HOSTIL
CAP 5: BATALLA DE SOULS
CAP 6: Relaciones diplomáticas no tan diplomaticas
CAP 7: OPERACIÓN GHENER
CAP 8: SORPRESA INESPERADA
CAP 9: NUEVAS CRIATURAS
CAP 10: CAÍDA DE SOMORE (parte 1)
CAP 11: CAIDA DE SOMORE(parte 2)
CAPITULO 12: LIMPIEZA
CAP 13: SUPERVIVENCIA
CAP 14: DERROTA
CAP 15: CONTRATAQUE
A
CAP 16: INVASIÓN ALIADA
CAP 17: ALIADOS
CAP 18: INSURGENTES parte 1
INSURGENTES parte 2
CAP 20 : OPERACIÓN ROSARIO
CAP 21: PAZ?
CAP 22: REENCUENTRO FAMILIAR Parte 1
AVISO
CAP 23: REENCUENTRO FAMILIAR Parte 2
CAP 24: LUNAPARK
AVISO
Aviso rapido
ESTADO DEL GOBIERNO ARGENTINO
ATENCION!!!

VIAJE IMPREVISTO (I)

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By kfjdkdnaz

En una gélida y oscura noche, enclavada en la base aérea denominada "Marimbio" en una apartada isla de asombrosa belleza y misterio, se desarrollaba un acontecimiento que pronto marcaría los anales de la historia.

En ese lugar, un imponente avión de transporte de la variante AC-130 Hercules, reconocido por su envergadura y capacidad de carga, se encontraba meticulosamente sometido a los preparativos necesarios antes de emprender su crucial travesía. Su destino era Somore, un escenario marcado por la adversidad y la contienda, donde las tropas luchaban tenazmente por preservar la esperanza y el orden en medio del caos.

Dentro de la aeronave, el piloto, dotado de una determinación inquebrantable, se encaminó hacia la imponente cabina, corazón tecnológico del Hercules. Con manos diestras, activó los poderosos motores que yacían latentes, y mientras el rugido de su potencia resonaba en la oscuridad de la noche, aguardó con un palpable aire de anticipación. Antes de iniciar el vuelo, sabía que la aprobación de la torre de control era imperativa, pues solo con su beneplácito podría alzar vuelo hacia los cielos sombríos que lo aguardaban.

Después de una pausa cargada de expectación, finalmente llegó el ansiado momento: la torre de control, como un faro en la distancia, otorgó su aprobación con un tono estático que cruzó el éter y llegó a los oídos del piloto. Era la señal que esperaba, el permiso para despegar y enfrentar los desafíos de la travesía que se avecinaba.

Con un empuje gradual pero firme, los potentes motores respondieron al llamado del piloto y el avión, como una bestia majestuosa, comenzó a deslizarse por la pista de despegue. Con cada metro ganado, la tensión en la cabina se acentuaba, pero también lo hacía la confianza en la habilidad del piloto para guiar a la aeronave hacia el cielo nocturno.

No obstante, lo que los valientes pilotos y la dedicada tripulación no sabían en ese momento era que el destino les tenía reservada una giro inesperado y desconcertante. Un giro que pondría a prueba su coraje, su pericia y su capacidad para enfrentar lo desconocido en una noche que prometía revelar secretos y desafíos que ni en sus más audaces pesadillas habrían imaginado.

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A medida que las agujas del reloj avanzaban inclementes, el panorama desde la cabina del avión permanecía inmutable, sumiéndose en una monotonía de nubes que parecían no tener fin. La ansiedad se agudizaba con cada minuto que pasaba, y la incertidumbre se cernía como una sombra persistente sobre los pilotos y la tripulación.

Contrastando con las expectativas basadas en experiencias anteriores de vuelos similares, los demás aviadores habían compartido relatos de un viaje típico de alrededor de cinco horas en este tipo de aeronave. Sin embargo, en esta ocasión, cinco horas habían transcurrido sin mostrar señales de aproximación al anhelado continente. Las dudas comenzaban a asomar sus cabezas inquietantes: ¿habrían errado el rumbo en su navegación? ¿O tal vez la velocidad a la que avanzaban no era la adecuada para alcanzar su destino en el tiempo previsto?

Mientras el combustible se iba agotando inexorablemente, la situación se tornaba más crítica. La imposibilidad de dar marcha atrás se presentaba como una realidad ineludible. No les quedaba otra opción más que mantener su rumbo original y mantenerse expectantes ante lo que aguardaba en el horizonte.

El corazón de la cabina, una vez lleno de determinación y confianza, se encontraba ahora inmerso en una tormenta de emociones: el temor y la incertidumbre se mezclaban con una resuelta voluntad de enfrentar lo desconocido. Los rostros de los pilotos reflejaban la lucha interna entre la necesidad de respuestas y la confianza en sus habilidades y decisiones.

En este tenebroso escenario, aguardar y avanzar eran las únicas alternativas disponibles. Con cada gota de combustible que se consumía y cada milla que se alejaban de la familiaridad, la determinación de alcanzar tierra firme se fortalecía, alimentada por la valentía y el espíritu indomable que caracterizaban a aquellos que habían dedicado sus vidas a surcar los cielos y afrontar los desafíos que estos les presentaban.

En el interior de la cabina, la presencia de los dos pilotos era un testimonio silencioso de su dedicación y concentración. A lo largo de las extensas horas transcurridas, sus voces se habían limitado exclusivamente a discutir el estado operativo del avión y su curso.

Sin embargo, el copiloto, abrumado por la pesadez del silencio y el peso de la incertidumbre, finalmente decidió romper la barrera de la monotonía. Con una voz que reflejaba la inquietud que lo había carcomido, se dirigió al capitán en busca de respuestas ante la perspectiva desconcertante que se cernía sobre ellos.

"Capitán... ¿qué rumbo tomaremos si no logramos divisar tierra firme?", cuestionó con una mezcla de ansiedad y curiosidad, tratando de dar voz a los pensamientos que, sin duda, habían ocupado la mente de ambos.

La respuesta del capitán, aunque sincera, dejaba entrever la magnitud de la situación inédita que enfrentaban. "No lo sé", admitió con una franqueza que reflejaba su asombro ante la situación. "Nunca antes me había encontrado en una circunstancia como esta".

El peso de la realidad se palpaba en sus palabras, marcando la complejidad de la posición en la que se hallaban. La incertidumbre, esa emoción insidiosa que se había apoderado de todos los presentes, se manifestaba con toda su fuerza. A pesar de su experiencia, a pesar de las innumerables horas de vuelo, esta era una prueba para la que ninguno de ellos estaba preparado. En medio de la vastedad de las nubes y la incertidumbre del futuro, los dos pilotos se encontraban en un territorio desconocido, enfrentando un dilema que exigiría de ellos no solo habilidades técnicas, sino también la capacidad de tomar decisiones audaces y adaptarse a lo inesperado.

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Después de largas horas de incertidumbre y navegación en medio de las nubes, finalmente, un destello de esperanza emergió en el horizonte de la cabina. La visión de tierra firme, con sus contornos y matices, llenó a los pilotos con un palpable alivio y satisfacción.

"¡Mira, capitán! ¡Allí está!", exclamó el copiloto con un tono de asombro en su voz, señalando a través de la ventana mientras la silueta de la costa se perfilaba en la distancia.

El capitán, instintivamente, soltó un suspiro de alivio, una sonrisa fugaz cruzando su rostro fatigado. "Hemos llegado", afirmó con firmeza, mientras la sensación de triunfo llenaba el aire de la cabina.

Una oleada de alivio y alegría invadió la cabina cuando los pilotos finalmente rompieron en risas, una liberación de tensión acumulada por horas. Habían llegado a lo que creían ser su destino anhelado.

El capitán, con determinación, pidió al copiloto que consultara el mapa para guiarlo hacia la pista de aterrizaje esperada, mientras la adrenalina de la situación les mantenía en un estado de alerta constante.

"Consulta el mapa y guíame hacia la pista", instruyó el capitán, depositando su confianza en la habilidad del copiloto para descifrar las coordenadas y conducirlos de manera segura hacia el suelo.

El copiloto asintió con respeto y se dispuso a cumplir la orden, extrayendo un considerable trozo de papel que albergaba las claves para orientarse. Sin embargo, el silencio que se apoderó de la cabina tras unos minutos de concentración intensa dejó a los pilotos perplejos.

El capitán, notando la ausencia de respuesta, inquirió preocupado: "¿Qué ocurre?"

Con un tono sombrío, el copiloto respondió: "No encuentro ninguna referencia, señor, y el lugar en el que nos encontramos tampoco se asemeja a lo que muestra el mapa".

Una maldición murmurada por el capitán encapsuló el desconcierto que todos compartían en ese momento. Rayos de frustración se reflejaban en sus palabras, una expresión de desaliento ante una realidad que se alejaba aún más de lo que habían anticipado.

Justo cuando parecía que la situación no podría volverse más tensa, el destino les tenía reservada una sorpresa aún más impactante.

Un estruendo ensordecedor reverberó desde fuera de la cabina, resonando en los corazones de los pilotos y tripulantes, cuyo reconocimiento del sonido llenó la atmósfera con un silencio cargado de aprehensión.

"Oh no...", susurró el piloto, con una mezcla de temor y resignación en su voz, mientras su mirada se dirigía hacia la fuente del sonido que tanto conocían.

Emergiendo de entre las nubes como una pesadilla encarnada, la criatura mitológica tomó forma en la visión de todos: un majestuoso y aterrador dragón rojo, con ojos ardientes que parecían prender fuego a la atmósfera misma. La tensión en la cabina se volvió palpable, una ráfaga de adrenalina surgiendo en respuesta a la amenaza que se les presentaba.

"¡Dragón!", exclamó el copiloto, su voz mezcla de asombro y miedo, encapsulando el reconocimiento compartido de la criatura legendaria que se abalanzaba sobre ellos.

Conscientes de la falta de defensas en su avión ante el poderío del dragón, la única opción que quedaba era huir. La necesidad urgente de escapar se materializó en un grito desesperado del piloto: "¡Agárrate!"

Con una destreza que solo un aviador experimentado podría mostrar, el piloto llevó a cabo un brusco y audaz giro, una maniobra diseñada para evadir a la criatura alada que se cernía amenazadoramente. Las fuerzas gravitacionales y el rugido del motor se fusionaron en un intento frenético por escapar de las garras del dragón, mientras el avión se convertía en un punto fugaz en el cielo, luchando por encontrar un refugio en medio de la inmensidad del firmamento y la ferocidad del enemigo inesperado.

A pesar de los esfuerzos desesperados del piloto por evadir al dragón, la criatura persistía implacablemente en su persecución. La agitación reinante en la cabina se reflejaba en la determinación de los pilotos por mantenerse un paso adelante de la amenaza mortal que se cernía detrás de ellos.

Sin embargo, en un momento de distracción momentánea por parte del piloto, el dragón aprovechó su oportunidad con rapidez y audacia. Con un movimiento ágil y certero, logró acortar la distancia entre ellos, su mandíbula afilada mordiendo el ala derecha del robusto avión. El sonido metálico del impacto se mezcló con el rugido del motor, creando una sinfonía discordante de destrucción.

La gravedad reclamó su dominio sobre la situación, y el avión, ahora gravemente dañado y fuera de control, comenzó a descender en picada hacia el suelo. La cabina se llenó de una mezcla de conmoción, desesperación y resignación, mientras la tierra se aproximaba a una velocidad aterradora.

En medio del caos que se desataba en la cabina, los pilotos se enfrentaron a un dilema abrumador: la inevitabilidad del impacto inminente. La situación había pasado de ser una lucha por la supervivencia a un enfrentamiento contra la realidad cruda y cruel. El tiempo parecía ralentizarse mientras el avión descendía en espiral, un reflejo de la lucha humana por el control en un escenario que estaba más allá de su dominio.

En medio de esta lucha desesperada, la pregunta que quedaba en el aire era si habría alguna forma de escapar a la trayectoria que los conducía hacia un destino incierto y potencialmente fatal.

El pulso del piloto martillaba en su pecho, un ritmo frenético que reflejaba la intensidad de la situación. Con una habilidad y determinación sobrenaturales, se esforzaba por recuperar el control del avión, luchando por estabilizarlo en medio de la caída en picado. Su mente funcionaba a toda velocidad, calculando trayectorias y maniobras en una carrera contra el tiempo y la gravedad.

Cada segundo parecía una eternidad mientras se acercaban rápidamente al suelo. Sus manos se aferraban con firmeza a los controles, ajustando los alerones y elevadores en un intento desesperado de modificar la trayectoria del avión. La tripulación, atónita ante la desgarradora realidad que se avecinaba, compartía en silencio el miedo y la esperanza que dominaban el ambiente de la cabina.

A pesar de todos los esfuerzos del piloto, la inevitabilidad de la colisión se aproximaba. La tierra, convertida en un objetivo imposible de evitar, se acercaba con una velocidad aterradora. Las emociones se mezclaban en un torbellino de sensaciones, desde la impotencia hasta la resignación, pasando por la esperanza de un milagro de último minuto.

Y entonces, lo inevitable finalmente sucedió. Con un impacto que sacudió la aeronave hasta sus cimientos, el avión entró en contacto con la tierra. El ruido ensordecedor del choque resonó a través del metal y los huesos, una sinfonía de caos que marcó el final de su lucha desesperada.

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En la tranquilidad de la pequeña llanura, un árbol solitario servía de refugio a una figura humana que reposaba cómodamente mientras se sumergía en la lectura de un libro. El mundo parecía estar en armonía, hasta que una discordante interrupción rompió el silencio.

Un estruendo ensordecedor emergió del cielo, capturando la atención de la persona bajo el árbol. Con la lectura interrumpida, levantó la mirada y sus ojos se abrieron ante la visión de un espectáculo aterrador. Una masa ardiente descendía del firmamento a una velocidad vertiginosa, un espectáculo que solo podía evocar una profunda sensación de asombro y temor.

En cuestión de segundos, la masa impactó contra la tierra con una violencia catastrófica, generando una explosión que reverberó a través de la llanura. La fuerza de la detonación sacudió el suelo, enviando ondas de choque a través del aire y perturbando la paz que una vez reinó en ese rincón apartado.

Ante la magnitud del evento, la persona bajo el árbol no pudo evitar expresar sus pensamientos en voz alta.

-Umm... espero que esto no sea obra tuya Ei...- musitó con una mezcla de humor y preocupación en su tono. Su atención se volvió hacia el lugar del impacto, una necesidad urgente de entender lo que había sucedido guiándola.

Con pasos decididos, la mujer se puso en movimiento, dirigiéndose hacia el epicentro de la explosión. Mientras avanzaba, la tierra aún temblorosa bajo sus pies, la incertidumbre y la curiosidad se entrelazaban en su mente. Lo que encontraría en el lugar del impacto permanecía envuelto en un misterio que solo el tiempo y su propia exploración podrían desentrañar.

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CONTINUARA:)

Hola!

Hace poco se me ocurrio una idea medio falopa, pero que a la vez tengo muchas ganas de desarrollar.

Ademas, publique este capitulo para no dejar la historia tan abandonada.

Tengan una linda mañana/tarde/noche.

Hasta luego!

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