25 de Enero, 2022.
Payton.
Pasaron siete días desde que la besé por accidente. Y pasaron tres desde que me estoy replanteando muchas cosas.
¿Fue un accidente? Si.
¿Y por qué siento que soy el único al que le afectó? Salimos juntos hace tres días y ella parecía de lo más normal posible. Yo, en cambio, por dentro me estaba replanteando más cosas de las que jamás me había replanteado. Y me estaba comenzando a asustar.
Para ella, solo había sido un beso más y ya.
Para mí, ese beso había puesto mi mundo de cabeza.
¿Qué me estaba pasando? Se supone que soy el que debería estár pensando las cosas con claridad. Ella es una niña, y yo también, pero ambos estamos en etapas diferentes.
Por alguna razón, había veces en las que estaba componiendo tranquilamente y simplemente a ella se le ocurría aparecer en mi mente de la nada.
Terminé escribiendo 23 canciones sobre ella. Y sólo van menos de 10 días desde que la ví por primera vez.
T/n.
Las malditas tres de la mañana y yo no había logrado pegar el maldito ojo.
Al menos Apolo me hacía compañía. Pero ¡¿por qué diablos no lograba dormir?! ¡No es una acción tan complicada!
Sentí el frío piso bajo mis pies pero no le tomé importancia. Abrí el ventanal de mi balcón y salí afuera. Por supuesto, Apolo me siguió.
Hacía un frío de morirse, pues todavía no había terminado Enero y seguía el invierno. Por suerte, mi pijama era de cordero por dentro, lo que lo hacía infinitamente calentito. Además, también me había puesto un hoodie negro que también llevaba peluchito dentro.
Me senté en el suelo y levanté la vista al cielo. Por suerte, se veían las estrellas.
—¿Puedo preguntarte algo? —le pregunté al perro junto a mí. El me miró sin responder, pero escuchando—¿Está mal que el beso me haya gustado?
Apolo ladró.
—Esa no es una respuesta muy clara de tu parte. —bajé mi mirada y lo miré—Además, cállate que despertarás a todos. —reí.
Apolo soltó un ruido extraño, parecido a un bufido y lo acaricié.
—Corrijo mi pregunta, ¿está mal que me haya gustado que Payton me haya besado? —hice una pausa—Sí piensas que está mal, dame la pata.
Le extendí la mano pero el perro solo se quedó mirándome.
—¿Te parece bien? —fruncí el ceño—¿Desde cuando estás de acuerdo en algo que digo?
El perro se recostó en el suelo junto a mí. Solté un bufido y me acosté en el suelo junto a él, apoyando mi cabeza en su estómago.
Mi celular sonó y lo tomé.
Payt 💘
¿Dormir en el suelo
de tu balcón en medio
de Enero?
Que mejor manera
de tomar un resfriado.
Apolo es más cómodo
que cualquier otra cosa.
¿No puedes dormir?
Parece como si fuera
la tarea más difícil
del mundo.
*Llamada entrante Payt💘*
Contesté la llamada y me incorporé, mirando hacia su ventana.
—Hola, acosador. —sonreí—¿Ahora te dedicas a espiarme desde tu ventana?
El estaba parado frente a la ventana de su habitación, mirándome con el celular en el oído y una sonrisa en el rostro.
—Es una de mis nuevas tareas favoritas, sí. —bromeó.
Solté una pequeña risa.
—¿Tampoco puedes dormir? —le pregunté.
—Llevo intentándolo desde las once, me rendí hace dos horas. —admitió.
—¿Y te gustaría aceptar una invitación de última hora a ver Avengers? —le pregunté.
—Es una oferta que sería incapaz de rechazar.
—Perfecto. —sonreí—¿Te veo abajo en diez?
—Voy para allá.
La llamada finalizó y lo ví alejarse de su ventana. Yo me metí a mi habitación con Apolo y el se fue a acostar sobre la alfombra.
—Ya vuelvo. Te pido y ruego que no hagas ningún ruido cuando vuelva con Payton. —me acerqué y dejé un beso en su cabeza.
Salí de mi habitación y caminé por el pasillo hasta llegar a las escaleras, bajé rápidamente y fuí hacia la cocina. Puse agua a calentar y luego me dirigí al mueble junto al horno, que era el mueble en el que guardábamos todos los snacks. Saqué un paquete de papas fritas Lays y lo dejé sobre la encimera de mármol.
Mientras sacaba un paquete abierto de yerba de una de las alacenas, mi celular sonó.
Payt 💘
Ábreme. Se me congelan
los órganos.
Sonreí y salí de la cocina. Caminé unos cuantos pasos y llegue a la puerta de entrada. Al abrirla, me encontré al castaño mirando su celular.
—Buenas noches, señor, ¿qué se le ofrece? —sonreí.
El me miró.
—¿En estos momentos? No estar muriendo de hipotermia.
Ni siquiera temblaba el exagerado.
Me hice a un lado para dejarlo pasar y entró. Cerré la puerta sin hacer ruido y lo tomé de la mano para guiarlo a la cocina. Antes de poder dar dos pasos, el me jaló hacia su cuerpo y choqué contra su pecho.
—¿Ni siquiera un hola? ¿Un besito?
Revoleé los ojos y sonreí.
—Hola. —murmuré y me paré de puntillas para dejar un beso en su mejilla.
El sonrió y dejó un beso en mi cabeza. Luego me dejó guiarlo a la cocina y al entrar rápidamente apagué el agua caliente.
Tomé el mate de otra de las alacenas, al igual que la bombilla de uno de los cajones, y comencé a verter la yerba en el primer nombrado.
—¿Qué es eso? —Payton frunció el ceño.
Al ver su cara de pánico no pude evitar reírme en voz baja. Claramente por la yerba, Payton pensaba que era otra cosa.
—Tranquilízate. —lo tomé del brazo—No es nada malo. Verás que una vez que lo pruebes, amarás haberme conocido.
—Yo amo haberte conocido. —murmuró.
Sonreí.
Terminé de preparar el mate, vertí el agua en el termo y tomé el azúcar.
Y antes de que digan algo, el mate me gusta de ambas maneras, amargo y dulce, pero si llegaba a darle amargo a Payton iba a odiarme por el resto de su vida. El mate amargo es otro nivel.
—Toma el paquete de Lays. —le ordené—Y llegas a hacer un solo ruido y juro que te asesino.
(....)
Finalmente llegamos a mí cuarto sin haber hecho ningún ruido.
Al entrar, Apolo se levantó rápidamente y observó a Payton.
—Ojo con ladrar porque te mato flaco. —señalé al perro con mi dedo índice, después de dejar el mate y lo demás en el escritorio.
Payton me miró confundido.
—¿Por qué me miras como si fuera un mutante? —reí.
—Porque todo el tiempo dices blablablabla y no entiendo nada. —se quejó.
Sonreí.
Puse la película en la televisión y la acomodé para que se viera bien desde la cama. Luego, ambos nos sentamos en mi cama con la comida y preparé el primer mate, que lo tomé yo porque suele ser el más fuerte. Luego le dí el otro a Payton y el me puso cara extraña.
—¿Toman todos del mismo lado?
—Ustedes los americanos son muy asquerositos. —fruncí el ceño y él me miró mal.
—Tú eres mitad americana, así que cállate. —me señaló con su dedo índice y yo le saqué la lengua.
—Ahora, reglas antes de beber.
—¿Hay reglas para beber esto? —me volvió a hacer la cara extraña.
—Llegas a mover la bombilla y te mato. —levanté las cejas—Llegas a destruir la montañita y te mato. Llegas a hacerme cara de asco y te echo de mi casa.
—¿Hay algo con lo que no vaya a correr riesgo de terminar en la calle ya sea vivo o muerto? —me preguntó, algo asustado.
—Prueba. —le dije.
El acercó la bombilla a su boca y probó el mate. Tardo unos segundos en hacer algún gesto, pero finalmente, pareció encantado.
Semejante alivio.
—¿Te gustó? —le pregunté.
El asintió antes de volver a tomar, lo que me hizo sonreír.
Me enamoro más.
¿Dije me enamoro?
Olvíden que dije eso.
Luego puse play a la película y seguimos tomando mate mientras también comíamos papas fritas.
(....)
Al despertar, sonreí al asimilar que me había dormido abrazada a él. Sus labios estaban a la altura de mi frente y me tenía enrollada con uno de sus brazos.
Por el ventanal, se podía ver que estaba amaneciendo, pero no lo suficiente como para que el sol llegara a alumbrar mi habitación. Payton tenía que irse, o podían llegar a descubrirnos.
Puse mi mano en su pecho (en realidad, en su camiseta) y un escalofrío me recorrió la columna vertebral.
—Payt. —murmuré—Oye.
El se movió un poco y a penas abrió los ojos para mirarme.
—Uy, que buena manera de despertar. —el sonrió y con su brazo me atrajo todavía más hacia su cuerpo, volviendo a cerrar los ojos.
—Payt. —sonreí—Debes irte.
—¿Me estás echando? —el frunció el ceño, todavía con los ojos cerrados.
—Estoy evitando que nos metamos en un lío. —intenté safarme de su agarre pero el no me dejó—Payton. Vamos.
Me saqué su brazo de encima y me incorporé. Él repitió mi acción, y se quedó mirándome.
—¿Qué? —le pregunté, acomodando un poco mi cabello—¿Por qué me miras así?
—¿Así cómo?
—Así como... —lo pensé—Borracho.
—Tengo dos razones. —el levantó su dedo índice—La primera es que me acabo de despertar. La segunda —el levantó su dedo medio—, es que me acabo de despertar y tengo que asimilar que me levanté junto a tí, que no sé cómo haces para verte tan hermosa por las mañanas.
Me tapé la cara rápidamente al ponerme completamente roja.
—Deja de decir eso.
—¿Por qué? Es verdad. —el rió y me tomó de la muñeca para atraerme hacia él y abrazarme.
—No es verdad. —lo miré al separarnos.
—¿Qué tengo que hacer para que sepas que es verdad? —el corrió un mechón de cabello de mi cara.
—No lo sé. —levanté y bajé los hombros.
—Yo creo que sí. —él posó su mano en mi mandíbula y comenzó a acariciar el borde con su dedo.
En ese momento me dí cuenta que estábamos más cerca de lo debido. Podía sentir su aliento, y estaba segura que el podía sentir a mi corazón queriendo salir de mi pecho.
—¿Qué...? —no pude terminar de formular la pregunta porque sus labios llegaron a los míos.
Puse mi mano en su nuca y se lo seguí. Su mano libre bajó a mi cintura y tras dar un pequeño apretón terminé con una pierna a cada lado de su cadera. Más cerca de él de lo que nunca había estado con ningún chico.
Abrí los ojos repentinamente, ya era de día. Mi corazón iba a mil por segundo.
Miré junto a mí y Payton seguía dormido. Había sido un sueño.
Me pasé la mano por la cara estresada. Ahora ni siquiera podía soñar algo que no esté relacionado con él.
Me quité su brazo de encima y me levanté para ir al baño. Cerré la puerta detrás mío con un suspiro y me puse frente al lavamanos. Las ojeras que había tenido las dos noches anteriores habían desaparecido bastante.
Me lavé los dientes y la cara para hacer mi skincare. Cepillé mi cabello y me puse el óleo que usaba para hidratarlo cada mañana. Luego volví a salir del baño y el castaño ya estaba despierto, mirando su celular.
—Buenos días. —sonreí mientras agarraba mi celular de la mesita de noche.
—Buenos días. —me dió una sonrisa de boca cerrada.
Y entonces caí en cuenta de que había pasado la noche con él.