- Bien, será mejor que ahora me digas lo que quieres hacer. – dijo ella cruzándose de brazos.
- Yo.. quiero deshacerme de él. – contesté fríamente con algo de miedo, ¿Qué pasa si en realidad ella no está de mi lado?
- ¿Lo quieres matar? Que valiente. – replicó soltando una pequeña risa. – Sólo hay una manera para lograr eso, lo veo difícil si te soy sincera.
- ¿Y cuál es esa forma? – pregunté aún asustado. Un escalofrío me recorrió, empecé a dudar acerca de todo lo que estabamos hablando y su supuesta confianza, debía ser precavido.
- Hace no mucho una de las chicas que vivía aquí quería hacer lo mismo que tú.. Habló conmigo y con Erika debido a que éramos las más cercanas a Adler pero.. hicimos lo que pudimos y ella no logró su cometido. La humillaron en frente de todos y finalmente ella fué a la que eliminaron. – término de hablar con la voz quebradiza. – Si quieres lograr esto entonces no debes hacer lo que ella hizo..
Abrí mis ojos atormentado. Realmente no podía entender por qué Astrid me contaba todo esto, solo me metía miedo y cobardía, nada de eso me ayudaba. Tragué saliva y froté mis manos por el frío.
- A-Astrid, ¿Entonces cómo se supone que voy a lograr esto?
- Es fácil, si sabes a lo que vas entonces no tendrás que preocuparte por tu dignidad. – contestó ella con una sonrisa. – A Adler le gustan las mujeres fáciles, esas que se dejan hacer de todo sin poner límites. Con eso ya ganaste. El problema es.. que tú no eres mujer niño, ya sabes lo que le hicieron a Tom por haber coqueteado con un hombre.
- Ya lo sé.. pero debe haber alguna manera.. – dije cabizbajo. Empecé a creer que tal vez no podría cumplir lo que quería, que tal vez podrían acabar conmigo primero..
- Intenta. – replicó indiferente. – Dije que contabas con mi ayuda asi que eso voy a hacer, ayudarte. Pase lo que pase voy a asegurar que te salgas con la tuya.
La observé con más calma, ella sonrió con los labios juntos. Con la mirada, ella me indicó que entraramos nuevamente al antro detrás de la pared cubierta de grafitis de antes, yo acepté. Mientras ibamos de regreso ella habló.
- Adler está adentro, antes de que llegaras estaba con él pero se puso realmente idiota asi que me alejé. Revisa en el último grupo, allí se encuentran él, Joss, Erika y Kristin, son a los que más repetan de aquí. En ese mismo grupo estaba Tom pero pensaban rebajarlo por lo que sucedió hace unas noches atrás. Acercate y espera a que ellos te hablen, nunca lo hagas primero.
Entramos al antro con algo de dificultad debido a la gran cantidad de gente que se encontraba allí. Sentí que Astrid me sostuvo del brazo con fuerza y me guió hacia un costado del lugar para poder avanzar con rapidez. Al entrar con mayor profundidad al lugar, el olor a distintos tragos llegó a mis pulmones causando que se me dificultara respirar, se hizo aún peor debido a la densidad del aire, me sentí mareado, pero hice mi mayor esfuerzo en seguir caminando. Por más que intenté respirar apropiadamente, todo mi esfuerzo fue en vano cuando alguien que se encontraba fumando exhalo el humo del tabaco cerca de mi nariz haciéndome toser descontroladamente. Sin detenerse, la chica de cabello oscuro que se encontraba guiándome entre la multitud hizo que me agachara un poco.
- Como eres más alto todo el humo de los cigarrillos te llega directo a la cara, ten cuidado, siempre recuerda que todo eso se acumula cerca del techo, mantén la cabeza más agachada. – dijo ella con seriedad
La miré con el rostro deformado por disgusto, ella solo sonrió. Caminamos unos pasos más, yo aún con la cabeza agachada tratando de inhalar la menor cantidad de veces posibles con tal de no hacer que el humo entrara en mis pulmones otra vez. Astrid soltó mi brazo, yo me asusté por unos segundos debido a que el lugar en donde estabamos era bastante oscuro y me costaba ver con claridad. En ese momento, pude divisar a la chica de pelo oscuro hablando con el grupo que había mencionado unos minutos atrás. Adler, Joss, Erika y Kristin. Las chicas traían jeans ajustados acompañados de lindos cinturones plateados, zaparillas Nike y camisetas ajustadas que sólo tapaba una pequeña parte de su torso. En cambio, los chicos traían ropa ancha, no tanto como la de Tom pero se acercaba, además, traían lentes de sol, algo que me parecía muy idiota considerando el clima y el ambiente opaco en el que nos encontrabamos.
Me acerqué un poco a ellos esperándo ser notado por Adler, era el único que me interesaba en ese momento. A solo unos metros de distancia, ví como el chico al que yo buscaba tiró su cigarrillo al suelo y lo pisoteó para poder apagarlo, levanté mi vista y me di cuenta que él sonreía malicioso mientras me observaba. Entré en pánico y mis manos se humedecieron por los nervios. Intenté armarme de valor, todo esto era por Tom, no podía defraudarlo.
- ¡Miren quién está aquí! – gritó Adler mientras se levantaba del amplio sillón negro en el que se encontraba sentado al igual que el resto de su círculo. – ¡El 'hermanito' de Tom! ¿Cómo estás? ¿Vienes por alguna chica? Esta vez tienes que pagar el doble, claro, ¡La última vez tú y el imbécil de Tom se fueron sin darme el dineron que debían!
Me quedé helado tras sentir cómo aquél chico rodeó mi nuca con su brazo y se afirmó de mí dejándose caer un poco y utilizandome de soporte. Él comenzó a avanzar obligándome a seguirlo. Caminamos hacia el grupo de tres personas con el que él se encontraba sentado antes.
– Como eres 'hermanito' de Tom entonces te puedo dar un privilegio. – dijo riendo. El olor a alcohol que salió de su boca me dieron profundas ganas de vomitar. – Puedes elegir a una de esas lindas rubiecitas; mi linda Erika o Kristi. – hizo una pausa y se acercó a mi oido. – Son las que mejor mueven el culo. – susurró.
No sé qué expresión facial puse, pero sentí una horrible sensación de asco, decidí alejarme un poco de Adler haciendo que su brazo cayera de mis hombros. Él me miró confundido.
- ¿Qué haces imbécil? – dijo algo molesto.
- No vine por ellas. – contesté intentando estar a su nivel pero con el abdomen apretado del miedo que sentía en aquél momento.
- ¿Entonces? ¿Quieres droga, una cerveza? O tal vez.. – replicó soltando una risa. – ¿Ya metieron preso a tu 'hermanito'?
Sentí un nudo en la garganta. Enseguida Tom vino a mi mente lo que provocó que mi pecho doliera como la vez en la que ví como se lo llevaban hacia unas horas atrás. Suspiré intentando que mis fuertes ganas de llorar desaparecieran.
- Ah si, pero no es lo que me interesa en este momento. – mentí. Recordé lo que Astrid me había dicho, Adler adora a las mujeres fáciles. – Solo quiero un poco de diversión.
- Diversión ah.. entonces siéntate aquí con nosotros, aún tenemos mucho rato. – contestó él dirigiéndose nuevamente hacia la mesa en la que anteriormente se encontraba sentado.
Lo seguí por detrás y me senté a su lado con miedo. Debía pensar en alguna manera de poder atraerlo a mí, ya tenía una buena idea, me faltaba poder perpetrarla. Busqué a Astrid con la mirada pero no lograba encontrarla por ninguna parte. Empecé a pensar mejor las cosas para no cometer ningún error al momento de llevar a cabo todo. Me dediqué a observar con detensión al grupo de personas que se encontraban sentados conmigo.
Pude recordar a Joss, él había llamado a Tom la noche pasada mientras nos encontrabamos juntos en el auto. Es un chico muy delgado con tés pálida, pude notar la poca fuerza que tenía, además de que su torso estaba rodeado por una venda que cubría una parte de aquella zona en dónde supuse que tenía el disparo del que Tom me habló. La venda estaba manchada con sangre, significaba que la herida seguía abierta y debía doler, moverse para él debía significar sufrimiento, por eso se encontraba tan quieto. Supe enseguida que no sería un obstáculo, él no podría impedir que Adler se fuera conmigo.
Kristin.. ¡¿Kristin?! Reconocí a la chica de inmediato, ¡Era la mujer con la que Gustav se había encontrado la primera noche que estuvimos en el bar! Se me hizo increíble, ya me dolía la cabeza de tantas personas que coincidían con otras haciéndo un inmenso círculo. Me detuve un momento, era probable que ella me recordaba, pero intenté calmar mi mente pensando en que tal vez no se fijó tanto en mí debido a que pasó gran parte de la noche junto a Gustav. Quise pensar que no vió nada de lo sucedido con Tom, si no, estaría acabado. Se notaba que no mostraba mayor interés por Adler, más bien mostraba interés por un chico que se encontraba a unos metros de nosotros, era muy obvio que no pondría resistencia si yo me llevaba a Adler.
Finalmente, Erika. La chica que me saludó amablemente en el bar, la chica que ayudó a Tom a curbrir sus heridas.. la hermana de Astrid. Tragué saliva acongojado cuando ella me miró al mismo tiempo que yo la miraba a ella. Me transmitió intranquilidad, miedo, angustia. Tras observarla un rato más pude notar la incomodidad con la que se movía y hablaba, me pareció muy obvio que ella no estaba feliz aquí, más obvio se me hizo juntando el echo de que ayudaba a Tom, de que eran amigos, de que también estaba del lado de Georg. Ella no era mala persona, sé que no intentaría ayudar a Adler.
Bajé la vista hacia mis manos, las tenía apoyadas sobre la mesa. Comencé a jugar con mis anillos como de costumbre, me ayudaba a liberar un poco de estrés. Ahora que tenía claro que las barreras que juré imposibles de pasar, eran solo una distracción para subir mi paranoia, sentí más tranquilidad. Volví a levantar la vista en busca de Astrid, pero al contrario de la vez pasada, esta vez si pude verla, ella se acercaba a nosotros. Se paró justo en frente del costado de la mesa a mi lado y me guiñó un ojo disimuladamente.
- ¡Adler, estoy muy aburrida! – hizo pucheros. Me sentí un poco desconcertado por aquella actitud por su parte, pero sabía que en frente de Adler tenía que comportarse de manera distinta. – ¿No tienes a alguien nuevo para mí?
- Claro que sí mi linda niñita. – contestó Adler malicioso. Cubrí mi boca con los nudillos de mi mano derecha tras oir esas sucias y degeneradas palabras. No pude sentir más que disgusto. – ¿Recuerdas a este tipo? Se acostó contigo anoche, la pasaron bien. – dijo burlesco finalmente.
- Yo.. claro. – contesté incómodo.
Astrid le regaló una sonrisa entusiasta y se alejó un poco de la mesa esperando a que yo la siguiera. Me levanté del sillón finjiendo ganas. Ella tomó mi mano y me guió entre la multitud al igual que hace unos minutos atrás. Llegamos hasta unas escaleras de metal oxidado que estaban no muy lejos de la salida trasera del antro. Decidí fijarme en todo lo que veía. En el resinto habían dos salidas, una delantera y una trasera, no tenía ventanas por ningún sitio. Desde las escaleras se veía la barra y una gran parte de lo que sería la pista central del antro. Seguimos subiendo hasta que llegamos al lugar de anoche, un especie de pasillo en donde habían puertas de cada lado. Avanzamos hasta la puerta de ayer y entramos a la habitación.
- Bien, no pude escuchar lo que hablaron por la música asi que cuéntame. – dijo Astrid sentándose en la cama.
- No sucedió mucho.. – hice una pausa mientras me sentaba a su lado. – Me dijo que podía tener privilegios por ser 'hermano' de Tom y que podía acostarme con una de las chicas que estaban ahí; Erika o Kristin. Me incomodó bastante entonces intenté acercarme más a Adler por lo que me habías contado, pero no hizo más que hacerme sentarme a su lado. – contesté sin ánimo.
- Mmm.. tal vez nos lleve más de una noche hacerlo todo.. a ver, cuéntame exactamente qué quieres hacer.
- No hace falta que te de tanto detalle, sólo necesito dos cosas. – dije con firmeza.
- ¡Claro! ¿Cuáles serían? – preguntó ella ladenando su cabeza.
- Necesito que mantengas reservada una de estas habitaciones, la mejor de todas.. – hice una pausa y tragué saliva un poco nervioso. – Y lo otro que necesito, es un puñal.