El amante joven

By LuisaBarbieri80

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Ann Houston es una exitosa periodista estadounidense especializada en espectáculos que era como una estrella... More

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3
Extra 4
Extra 5

Capítulo 4

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By LuisaBarbieri80

Alice y Ann, las hijas de Alfred y Abigail Houston, siempre fueron unas hermanas muy unidas, que lo compartían todo y se amaban, aunque alguna pequeña pelea se diera entre ellas por cosas que a veces las hermanas discuten. Cuando Alice tenía dieciocho años recién cumplidos y a Ann le faltaba unos tres meses para llegar a los catorce, Harold White apareció en la vida de la hermana mayor, descubriendo esta lo que era sentir amor por un hombre, por aquel que se convertiría en su compañero de vida. Este hecho hizo que las prioridades de Alice cambiaran y poco a poco empezara a alejarse de Ann, quien aún tenía una mentalidad muy infantil al gustarle perder el tiempo saltando la soga, manejando bicicleta o leyendo algún comic que encontraba en la biblioteca del pueblo. Al principio no fue fácil para Ann aceptar que su hermana ya era una mujer y que por eso había cambiado su forma de actuar y sus intereses, pero pudo superar ese momento gracias a la Señorita O'hara, la bibliotecaria del pueblo de Sisters, quien una tarde que la adolescente fue a leer un comic, le pidió que la ayudara a clasificar los nuevos libros y revistas que habían llegado, descubriendo Ann un mundo que no conocía al encontrar información de todo tipo en las revistas que ayudaba a fichar y ubicar en los anaqueles. Ann empezó a usar su tiempo libre ayudando en la biblioteca con la condición de que la Señorita O'hara la dejara leer las revistas que hablaban de moda, cine, teatro, música y museos, algo que no conocía porque en su pequeña localidad no se hallaba nada de ello.

Sin embargo, el gusto por las noticias y reportajes sobre diferentes manifestaciones del arte no impidió que en Ann se despertara un fuerte anhelo cuando su hermana se casó con Harold y se le comunicó la decisión de la pareja de vivir en Londres, ciudad de donde provenía el novio. Ann no podía concebir la idea de vivir lejos de su hermana, sin poder verla por años, ya que Los Houston no era una familia pudiente que se pudiera dar el lujo de pagar tres pasajes de avión de ida y vuelta a Londres cada año a pasar una temporada con la querida Alice. Ahí fue que Ann, con semanas para cumplir dieciséis años, decidió que se casaría con un hombre rico que pudiera cumplirle todos sus caprichos, o al menos el de viajar cada año a Londres para pasar tiempo con su hermana mayor.

En el principio de su vida, Ann Houston fue una niña pueblerina que desconocía las oportunidades que tenía de crecer como una profesional si es que terminando la escuela se animaba a asistir a una universidad. Y es que las mujeres en Sisters solo eran amas de casa, y si no se casaban, como la Señorita O'hara, terminaban haciendo algún trabajo que los hombres no querían realizar, como el de bibliotecaria o de recepcionista en la Oficina de Correo. Ann, al igual que su hermana y madre, solo iba a terminar la secundaria, por lo que nunca había escuchado de la posibilidad que tenía de asistir a la universidad, estudiar una carrera, trabajar en ella, destacar y convertirse en un ser independiente. Es por ello que la única idea que tuvo para no vivir tan alejada de Alice fue casarse con un hombre rico y poderoso que por amor a ella pagara, sin objetar, los pasajes de avión para visitar a su hermana cada año.

El cuerpo de Ann había cambiado considerablemente en los últimos dos años. Con la llegada del período menstrual sus caderas se habían anchado, su busto crecido y había ganado varios centímetros de altura, superando en estatura a su madre y hermana. Por las revistas que leía, supo que físicamente ya podía ser considerada una mujer, aunque siguiera gustándole leer comics y peinar a escondidas a sus muñecas, por ello decidió modificar su vestuario, dejando atrás los anchos pantalones que llegaban a sus tobillos o pantorrillas para comenzar a usar vestidos cuyas bastas de las faldas con las justas tocaban sus rodillas; unos que ajustaba mucho en su cintura y busto, para que se note ese detalle de su cuerpo sin tener que mostrarlo, ya que no usaba un pronunciado escote.

Todo el pueblo se dio cuenta de que Ann Houston ya no era una niña, sino que se estaba encaminando a ser toda una mujer, una muy bella, cuando la vieron caminar desde su casa hacia la escuela con ese bonito vestido que le pidió a su madre que le ayudara a coser para ella. Alfred y Abigail miraban con orgullo y algo de pena a su menor hija, ya que se estaba convirtiendo en una bella y buena mujer, pero extrañarían las ocurrencias de esa niña que siempre fue muy curiosa.

Mientras que Ann caminaba luciendo ese vestido que mostraba la madurez que su cuerpo estaba alcanzando, los ojos de los hombres la seguían muy interesados. No solo los jovencitos como ella la observaban, sino también los jóvenes adultos y hasta aquellos que tenían la edad de su padre o su abuelo. La hija menor de Alfred y Abigail Houston era muy bella, y ahora todos lo sabían, por lo que sería cuestión de días o semanas para que los pretendientes empezaran a rondarla.

A los tres días del cambio que había mostrado, como si se tratara de la metamorfosis de una oruga a mariposa, Ann acompañaba a su padre antes de ir a la escuela hacia el supermercado donde este trabajaba como jefe de la sección de carnes y congelados para adquirir y luego llevar a casa algunos productos que su madre y hermana necesitaban para preparar la cena de esa noche. Ann estaba caminando por los pasillos del negocio de abastos buscando los productos que su madre había anotado en una hoja de papel cuando se topó con un hombre alto, guapo, que se notaba mucho mayor que ella, que la miraba con tal intensidad que la hizo sonrojarse y esquivar la mirada.

Este hombre la saludó e inició una breve conversación con la recién nombrada señorita, preguntándole su nombre y qué hacía en el supermercado tan temprano. Ella, que era inocente y estaba cautivada con ese hombre mayor, respondió a cada una de sus preguntas sin cuestionarse que no lo conocía. Al final ese encuentro no pasó a mayores, ya que el atractivo hombre se despidió de ella cuando otro, que tampoco había visto anteriormente, se acercó a este para decirle algo en secreto y hacer que emprendiera marcha fuera del establecimiento. Ann no ocupó su mente con la imagen de ese llamativo, pero algo intimidante hombre cuya sonrisa le pareció provocativa, ya que los deberes de la escuela, el pasar la mayor cantidad de tiempo al lado de Alice y los flirteos que jovencitos como ella le ofrecían la distrajeron del recuerdo del desconocido, pero volvería a acordarse de este una semana después, cuando dejó su puesto en la mesa familiar para ir a abrir la puerta de su casa que era insistentemente golpeada. Ann se quedó inmóvil y con la boca abierta al encontrarse con la figura de ese alto y guapo desconocido que ahora llevaba un ramo de flores y una canasta con distinta clase de bocadillos que se veían caros y finos.

- ¿Puedo pasar? –se escuchó decir al atractivo extraño.

- Disculpe, pero mis padres me han enseñado a no permitirle el ingreso a desconocidos –el hombre sonrió con un toque de burla que a Ann no le gustó, pero ignoró por lo que este le diría después.

- Acabo de presentarme y preguntar por tu padre –el impacto de verlo ahí, en el pórtico de su casa, fue tal que no prestó atención a lo que este guapo personaje le había dicho.

- Perdón, ¿me podría repetir su nombre para hacerlo pasar y anunciarlo ante mi padre? –el hombre suspiró con notorio fastidio, pero luego sonrió gustoso y estaba a punto de darle a Ann la información que requería, pero se vio interrumpido por el padre de esta.

- ¿Joven Clark? –era la voz de Alfred con notoria sorpresa.

- Buenas noches, Señor Houston. He venido a hablar con usted de un asunto que me importa muchísimo. ¿Puedo pasar? –ante la pregunta que hiciera el guapo desconocido, Alfred movió a Ann de enfrente de la puerta y abrió esta de par en par para que el inusual visitante ingrese a la humilde estancia de su casa. Luego lo guio hacia la sala y le invitó a tomar asiento.

- Dígame, joven Clark, ¿en qué puedo ayudarle? –preguntó nervioso Alfred porque el hombre que tenía enfrente no era más que el único hijo varón de la Familia Clark, los millonarios del pueblo, dueños de más de la mitad de los negocios, incluido el supermercado donde trabajaba, cuyos dividendos aportaban a la economía de las familias del pueblo de Sisters.

- Hace unos días atrás me topé con su hija Ann en el supermercado y he quedado prendado de ella –que el joven Clark sea tan directo sorprendió a Alfred, ya que no esperaba que el tema que llevó a su casa a un miembro de la familia más adinerada del pueblo sea su hija Ann-. Alfred Houston, estoy aquí para pedirle que me permita cortejar a Ann. Me gustaría conocerla, que sea mi novia, y si ella está de acuerdo, casarnos cuando cumpla la mayoría de edad.

Arthur Clark tenía veintiséis años cuando se encontró a una bella e inocente Ann Houston de dieciséis andando por los pasillos del supermercado del pueblo de Sisters. Era el único hijo varón de Peter y Madison Clark, por lo que se sabía que sería el heredero universal de la fortuna de esa familia. Muy pocos eran los que recordaban al joven Clark, ya que este dejó Sisters a la edad de diez años, cuando sus padres decidieron que sería mejor para él estudiar en una gran ciudad y no en un pequeño pueblo. Después de tantos años alejado de su familia, Arthur volvió para aprender junto a su padre el manejo de los negocios que tenían, además que ya había acabado sus estudios de post grado, por lo que había completado su educación y estaba listo para ocuparse de los asuntos comerciales y financieros de Los Clark.

En Alfred llegó a manifestarse dos emociones muy distintas ante el pedido y la proyección a futuro que hiciera Arthur Clark. Primero llegó la alegría por lo orgulloso que se sentía al saber que un Clark había puestos los ojos en una de sus hijas, pero no demoró mucho en llegar el miedo, ya que ese hombre era diez años mayor que Ann y un completo desconocido porque al irse del pueblo no pudo verlo crecer, por lo que no sabía si sus intenciones eran buenas o todo lo contrario. «Él ha hablado de matrimonio, eso es bueno, ¿no?», se cuestionaba a sí mismo Alfred sin saber qué respuesta darle a Arthur quien empezaba a mirarlo con fastidio.

- He traído estas flores para la bella Ann y esta canasta con los más finos y deliciosos bocadillos que mi familia importa para abastecer las tiendas de delicatessen que tenemos en Portland. ¿Podría llamarla, así como al resto de la familia, para entregar los regalos con los que he venido a su hogar? –ante el pedido de Arthur, Alfred solo atinó a dejar su asiento y dirigirse al comedor para pedirle a la familia, incluido Harold como el esposo de Alice, a que lo acompañen a la sala.

- Familia, les presento a Arthur Clark, el hijo del Señor Peter y la Señora Madison –los otros miembros de la familia de Alfred no podían creer que un joven con tanto dinero estuviera en la sala de su casa, sentado sobre ese viejo y feo sillón.

- Joven Arthur, ¡cómo ha crecido! –dijo Abigail acercándose a él para saludarlo-. Lo recuerdo bien porque en varias oportunidades su madre me pidió arreglar alguno que otro atuendo de los tanto que tenía y lucía muy bien. Me alegra ver que se ha convertido en un buenmozo joven –Ann quiso reír por el comentario de su madre, ya que le pareció tonto, pero calló por el codazo que oportunamente Alice atinó entre las costillas de la jovencita.

- La recuerdo bien, Señora Abigail. Por favor, reciba este detalle que he traído para que degusten en familia –dijo Arthur y la madre Houston tomó la canasta llena de diferentes tipos de embutidos, quesos y encurtidos.

- ¿Y esas bonitas flores? –preguntó Abigail con una voz muy alegre.

- Son para la bella Ann –la jovencita empezó a toser al atragantarse con su propia saliva, ya que la tomó por sorpresa que ese apuesto, pero misterioso hombre haya pensado en llevarle flores.

- ¿Para mí? –preguntó Ann cuando se recuperó de la tos y pudo hablar. Arthur asintió con la cabeza, dejó su asiento y caminó hacia Ann para entregarle el regalo que adquirió para ella-. Gracias, son muy bonitas, pero no es mi cumpleaños –el ocurrente comentario de la jovencita hizo que Arthur sonriera.

- No tendría que serlo para tener la intención de regalarte flores, bella Ann –soltó Arthur antes de que Alfred pudiera decir algo-. Este es el primer detalle que te entrego para expresarte mi interés por ti –Abigail, Alice y Harold miraron a Alfred, pidiéndole que explique lo que acaba de decir Arthur Clark.

- El joven Clark ha venido hasta nuestro hogar para pedir mi consentimiento al cortejo que quiere iniciar con Ann –la joven dejó de mirar las flores para fijar la vista en su padre, cuya expresión facial no supo leer. Luego miró a Arthur, quien le sonreía de esa manera que le pareció provocativa, pero que a más tiempo la observaba, encontraba rastros de burla.

- ¿Qué dices Ann? ¿Aceptas que frecuente tu casa para conocerte y ver si podemos ser novios? –la joven no sabía qué contestar ante las preguntas de Arthur, pero recordó la clase de hombre con la que quería desposarse por el anhelo de poder viajar a Londres y ver a su hermana todos los años.

- Sí, acepto. Quiero conocerlo y saber si podemos ser novios y luego esposos –la seguridad con la que pronunció esas palabras convenció a Alfred de permitir que Arthur visite cuando quiera a su hija, pero el miedo que sintió no se desvaneció por más entusiasmada que contemplara a su querida Ann.

Durante un mes Arthur Clark estuvo frecuentando a Ann en su casa para conocerla. El joven siempre era muy educado, sin mostrar fastidio en la falta de opulencia en los ambientes de la casa de Los Houston ni en las ropas de Ann, ya que él siempre llegaba bien vestido, con atuendos que se veían eran de marcas caras. Asimismo, en cada visita llevaba consigo algún detalle para la familia, además de un regalo para Ann. Poco a poco Arthur se metió al bolsillo a todos Los Houston, incluido Harold, por lo que veían a bien que inicie una relación formal y exclusiva con la menor de la casa. Una noche que llegara para visitarla como hacía casi a diario, Arthur le dijo a Ann que después de ese tiempo que se tomó para conocerla, se había percatado que ella era la mujer que quería para compartir su vida. Hincando una rodilla en el suelo de la sala de la casa de Los Houston y tomando las manos de Ann entre las suyas, Arthur le pedía a la adolescente que sea su novia, que esperaba que el amor creciera entre ellos y que llegaran al matrimonio. Ann no estaba enamorada, pero sí deslumbrada por los regalos de Arthur, así que no dudó en aceptar su propuesta, y fue ahí que recibió su primer beso, uno que no sintió especial ni mágico como se había imaginado que sería, pero no le dio mucha importancia porque su ahora novio le dijo que al día siguiente la llevaría a comprar ropa de mejor calidad, ya que empezarían a salir juntos, y al estar ante los ojos de todo el pueblo, ella debía lucir a la altura de un Clark.

Los primeros tres meses de relación con Arthur fueron buenos, mas en Ann no despertaba lo que el verdadero amor hacía que apareciera en los jóvenes: el deseo de intimar con el ser amado. Los besos de Arthur le parecían muy fríos, como si a él le costara muchísimo unir sus labios a los de ella, pero esa idea la alejaba de su mente cuando repasaba las palabras que una vez le dijo su novio: «Para mí es un poco difícil ser apasionado contigo cuando sé que aún eres una menor de edad. Estoy dando todo de mí para respetarte hasta el día en que cumplas dieciocho años y pueda convertirte en mi esposa, ahí sí me dejaré llevar».

El retorno de Arthur a Sisters había causado que el pueblo tomara renombre entre las grandes ciudades del estado de Oregon, como Portland, ya que el joven Clark había llegado con un plan de negocio que interesó a su padre y puso en ejecución de inmediato: la creación de un resort con campo de golf. Los turistas empezaron a llegar en grandes grupos, haciendo que la ciudad se viera más transitada y los negocios de hotelería de otras familias también crecieran, así como el de restaurantes. Arthur no había llegado solo, lo hizo con un joven a quien presentó como su mejor amigo, David Jones, a quien conoció en la universidad, y cuya experiencia en el sector hotelero benefició al proyecto de Los Clark. Cuando Arthur se topó con Ann en el supermercado, ya había transcurrido casi un año desde su retorno, pero al estar pendiente de los nuevos negocios no había convivido con la gente del pueblo, por lo que solo algunos empleados que trabajaban desde hace varios años atrás con su padre lo habían visto y podido saludar, uno de ellos fue Alfred, por lo que pudo identificarlo cuando lo vio parado en el pórtico de su vivienda.

Durante los tres primeros meses de relación con Ann, Arthur hizo que su joven novia lo acompañara muy seguido a cenar con sus padres en la gran casa que Los Clark tenían en Sisters. A Peter y Madison les hubiera gustado que su hijo les presentara a alguna joven de familia acaudalada, que hubiera conocido durante sus años universitarios, como su novia, pero aceptaron a Ann como la pareja de Arthur porque este se empecinó con que respetaran su elección, ya que si no lo hacían él dejaría Sisters y no lo volverían a ver. Al considerar que siempre había sido un hijo modelo, los esposos Clark decidieron concederle a su único hijo varón la libertad de elegir a la mujer que quisiera como su compañera, por lo que eran amables con Ann.

A la par que deslumbraba a Ann con sus regalos, Arthur empezó a llenar de privilegios a Alfred en el trabajo. Al mes de haber iniciado formalmente la relación con la hija de este, el joven Clark ascendió al padre Houston, haciéndolo subgerente del supermercado, con un salario que era el doble del que tenía como jefe de la sección de carnes y congelados. Poco a poco Arthur se estaba ganando el aprecio y confianza de Alfred, y cuando estuvo seguro de que el padre de Ann no le negaría el permiso para sacar a pasear a su hija hasta entrada la madrugada, este pudo llevar a Ann a conocer el lado oscuro que tenía y estaba ocultando bien a todos en el poblado de Sisters.

A la par de los nuevos negocios que se estuvieron gestando, Arthur estuvo también dedicándose a otros que David Jones se encargaría de manejar. Al contratar a una constructora de Portland para la edificación del resort y asegurarse de que su padre ni sus empleados de confianza se encarguen de algún tema del nuevo negocio, pudo mantener oculto a todos en el pueblo de Sisters la construcción de un night club a una hora del resort, en un camino alterno que habían adaptado hacia el pueblo de Tumalo. Esa noche que pidiera a Alfred el permiso para llevar a pasear a Ann y que llegarían pasada la medianoche, Arthur llevó a su joven novia a este recinto. La joven no conocía el camino por el cual su novio manejaba, pero no desconfió en ningún momento porque este ya se había ganado su confianza.

A las afueras del recinto parecía que estaba vacío, pero tras pasar un corredor al cruzar la puerta de ingreso, se llegaba a un gran salón en donde las luces de neón y la fuerte música no fue lo que llamó la atención de la joven Ann. Por todos lados en ese recinto se podía ver gente drogándose; bebiendo alcohol como si fuera agua; otros más osados estaban sosteniendo relaciones sexuales enfrente de todos. Ese lugar era como una réplica de Sodoma y Gomorra en una pequeña escala, como si toda la perversión que había en esos dos pueblos, según los relatos que narra La Biblia, se hubiera concentrado en ese lugar perdido en la nada.

- ¿Por qué me has traído aquí? –preguntó Ann muy nerviosa, con ganas de querer llorar.

- Para que me conozcas mejor y sepas cómo será tu vida de ahora en adelante –el rostro de Arthur se había desfigurado en una mueca que a la joven Houston le pareció macabra.

- ¿Qué piensas hacerme? –soltó muy asustada.

- Nada. Tú estarás bien, así como tu familia si haces lo que yo te pida –Arthur tomó un mechón de cabello de Ann entre sus dedos y empezó a jugar con él.

- ¿Qué quieres que haga? –la voz de la joven indicaba que en cualquier momento empezaría a llorar.

- Que finjas que eres feliz conmigo, que yo te amo y que todo está bien entre los dos.

- ¿Por qué?

- Necesito cubrir quién soy, y eso lo haré con tu ayuda.

En el internado que enviaron a Arthur, este sufrió de tocamientos indebidos y luego fue abusado sexualmente por uno de sus maestros. Al crecer lejos de su familia y tras todas las amenazas que el infame abusador le hacía sobre que iba a quedar como un vil mentiroso porque nadie le creería que el profesor de más años trabajando íntegramente en ese internado había podido tan siquiera tocarlo, el hijo de Peter y Madison Clark no pudo acudir a nadie que pudiera salvarlo de las garras de aquel depravado. Arthur creció odiando a ese hombre, a sus padres, a sí mismo y al mundo entero. Cuando dejó el colegio y entró a la universidad, conoció lo que la noche esconde en la oscuridad de sus horas, perdiéndose por algunos meses entre los excesos de las drogas, alcohol y sexo desenfrenado, pero David Jones lo rescataría de ese mundo cuando lo conoció, acto que haría que Arthur se enamorara de él al haber sido el único ser humano que en todo ese tiempo se había preocupado por él.

Para recuperar la paz que Arthur perdió por todo lo que ese mal maestro le hizo, David concibió la idea de que el joven Clark necesitaba hacer justicia por sus propias manos, por lo que planearon atraer al maestro a una trampa. Ellos habían estudiado el comportamiento del mal educador y sabían que durante las vacaciones de verano gustaba alquilar un apartamento cerca del barrio rojo de la ciudad a donde iba para contratar los servicios de algún atractivo muchacho. David se haría pasar por uno de esos servidores sexuales y aceptaría pasar la temporada con el exmaestro de Arthur. La sorpresa que se llevó el depravado abusador de niños al ver a Arthur sobre la cama de la habitación del apartamento que rentaba en secreto cuando incursionaba en el barrio rojo fue tal que trastabilló y cayó de bruces. Al saber que algo malo le ocurriría, empezó a suplicar por su vida, pero ni Arthur ni David iban a escucharlo, mucho menos perdonarlo. Pasaron los días y nadie sabía qué le había ocurrido al maestro, ya que no lo habían visto llegar a su domicilio oficial ni acercarse al internado para iniciar la planificación del nuevo año escolar. Como nadie sabía de sus pecaminosas costumbres, no lo buscaron en ese apartamento en el barrio rojo hasta que se venció el pago del alquiler, un mes después. El dueño de la propiedad encontró el cuerpo descompuesto del maestro dentro de la bañera, completamente desangrado, con los dedos quebrados de ambas manos, la lengua cortada y los ojos colgando de sus órbitas.

El haber sido cómplices de un asesinato que las autoridades no pudieron dar con el perpetrador, hizo que la relación de Arthur y David se intensificara, convirtiéndose en amantes. David supo mantener a Arthur controlado y que lograra culminar la universidad sin mayores inconvenientes, ya que era consciente que necesitaban que este aparentara ser una persona normal para no perder la cuantiosa fortuna de sus padres. Cuando llegó el momento de regresar a Sisters, Arthur llevó consigo a David, presentándolo a sus padres como su mejor amigo, uno que conoció en las aulas universitarias. Los planes de estos dos eran apoderarse de la fortuna de Los Clark para hacer lo que quisieran con ella, pero antes debían seguir aparentando que Arthur era el hijo perfecto, por lo que necesitaban que se casara para que así su padre le cediera su fortuna, luego se desharían de los progenitores en algún accidente que planearían.

Ann fue la elegida para fingir ser la novia de Arthur por ser muy joven y provenir de una familia donde el principal sustento provenía del trabajo del padre en uno de los negocios de Los Clark. La falta de experiencia y la dependencia económica de su familia harían de ella un ser fácil de manipular por medio de amenazas. Además, su belleza haría pensar a cualquier que ese fue el motivo por el cual el heredero de Los Clark cayó rendido a sus pies, y al estar profundamente enamorado decidió hacerla su esposa, cubriendo así la verdad del hijo de Peter y Madison Clark.

Tras escuchar de la propia boca de Arthur sobre sus preferencias sexuales, la relación que sostenía con David y que ella solo sería una pantalla para obtener la herencia de su padre, que luego la dejaría ir con una cuantiosa fortuna en su cuenta bancaria, Ann empezó a llorar y a gritar que no quería estar en ese lugar, que la llevara de regreso a casa. Este le pedía a la joven Houston que se calle, que deje de hacer escándalo, pero ella no podía dejar de llorar. Al perder la paciencia, Arthur le propinó un fuerte golpe en el estómago, para que le faltara el aire y así dejara de llorar. Ann, además de ser una presa fácil por lo ya mencionado, tras recibir ese golpe sumó un punto más por lo que sería una persona completamente manipulable por Arthur y David: había aprendido a tenerle miedo a su novio tras la ruda forma que tuvo para callarla.

Esa noche, Ann regresó a casa notoriamente nerviosa.Su cuñado fue quien le abrió la puerta y percibió que la joven no estaba bien. CuandoHarold le preguntó si algo malo le había sucedido para lucir tan deplorable,ella alegó que solo se sentía cansada, que necesitaba dormir. Al insistir sucuñado y mencionar que si Arthur le había hecho algo impropio podía confiar enél para hacerla respetar, Ann negó con la cabeza y señaló enérgicamente que sunovio no se había sobrepasado, que no se atreva a hablar mal de él porque es unbuen hombre. Ann no podía permitir que Harold le reclamara algo a Arthur, yaque este conocía a gente de mal vivir y temió por su cuñado, a quien Alicenecesitaba más que nunca porque ya estaba en el cuarto mes de gestación. Haroldno volvería a tocar el tema, por lo que su esposa y suegros no se enterarían delo nerviosa que lucía su hija cuando llegó de esa primera salida nocturna consu bien portado novio.

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