Nada puede arruinarme la felicidad que tengo en el rostro, la bese, bueno no, me beso. ¡Me beso! Después de tanto tiempo, sus labios siguen mantenido la suavidad de mil algodones, su cuerpo sigue latiendo cuando estoy cerca y me sigue queriendo tanto como yo a ella, sigo enamorada, ¡Sigo sintiendo! ¡Sigo viviendo!
Le dejé dos mails está mañana a la Dra. Colorado, no quería enviarle un mensaje, vi más conveniente dos Gmail, ya que no va a verlos ahora mismo y eso es muy bueno, me da tiempo a cometer más locuras, por ejemplo, el abandono completo de las pastillas, no es algo que necesitaba, no necesito un suplemento para que mis emociones vivan, necesitaba sentir, saber que dentro de mí todavía existe la capacidad de tener sentimiento y latir, dios todavía puedo sentir.
Bajo las escaleras de dos en dos, me detiene Jacobo al final de estás y me mira analizante.
—¿Qué le ha pasado señorita?
—Nada
—La veo más radiante, brillante, ¿te sentís bien? —coloca su mano en mi frente y sacudo mi cabeza, mi madre esta en la mesa bebiendo un té con su mirada en ambos. —¿Qué planes tienes para hoy? —pregunta recostando su cuerpo en la agarradera de la escalera
—No lo sé, a penas voy despertando —me quito de su lado, me acerco a las tazas, tomo una y observo el café, hoy puedo tomar café. Me hecho una cucharada grande de la sustancia, dos de azúcar, un poquito de agua y a batir, que se mezcle con fuerza, con vitalidad, que el café me de fuerza para este día. Adeline besa mi mejilla, observa lo que bato y la quita de mis manos, ella comienza a batirlo. —yo puedo hacerlo
—Siéntate —ordena y no quiero hacerle la contra, correspondo, tomo el lugar enfrente de mi madre. Sus ojos azules me analizan como siempre, pero está vez lo hacen con más detenimiento.
—¿Dónde estuviste ayer? —pregunta, le miro —me cruce a Brooke en el supermercado
—Fui a la institución
—¿A qué?
—Cosas que hacer.
—Emma —suplica —no soy tu enemiga, no me trates como si fuera tal
—Nunca dije que fueras mi enemiga mamá —llevo una tostada a mi boca
—¿Por qué me ocultas las cosas? ¿Por qué no me dices la verdad? Solo quiero que me digas que estabas con ella —observo la negación rápida de Adeline detrás, sus desesperación porque diga que no fue así. —Lo aceptaré si así fue.
—Estaba con Gustavo
—Y con ella
—Y ¿Qué te parece? —golpea la mesa con tanta fuerza, que su taza de té se vuelca y cierra los ojos con tanta fuerza, lleva la mano a su abdomen y trata de controlar la respiración como en los programas de yoga para embarazadas.
—Voy a dar una vuelta —susurra, toma las llaves de su auto y Jacobo limpia el desastre que ha dejado su esposa, alias mi madre. Me da una mirada de desaprobación, luego escucho el portazo de la puerta de entrada, bienvenida la paz sea y la tranquilidad, Adeline deja la taza de café enfrente de mí.
—Tenias que decirle que no —murmuro —no es contigo en realidad, Emma, es con ella misma, son sus hormonas cada vez más odiosas y sus ganas por que el embarazo termine.
—Es una mujer complicada —susurra Jacobo mientras tira al cesto las servilletas que están mojadas y untadas en té.
—¿Quieres ir a pasar el día a la playa? —pregunta Adeline —tengo el día libre y puede ayudarte a ti un poco de sol
—¡Es una excelente idea! dejen a Jacobo solo con su madre, claro —suelto una risa incapaz de ser contenida del todo y miro a Adeline, sus ojos esperan una respuesta, asiento.
—Invita a Brooke —asiento, tomo mi teléfono del bolsillo y le texteo rápidamente, obtengo de inmediato una respuesta de su parte. Es un si absoluto, quiere escapar de su casa tanto como yo y en cuanto termino de beber mi café subo escaleras arriba a buscar entre tanta pocas cosas mi bikini, no tengo el mismo cuerpo que tenia a los 18 años, ahora estoy más delgada, descuidada y lo único tonificado que tengo es el dedo gordo del pie. Lo demás está todo suelto.
Fueron cinco años duros.
—Adeline, ¿mis trajes de baño? —recuesto mi cuerpo en el marco de su puerta, esta hincada en el suelo buscando algo debajo de la cama.
—Busca en la habitación de Adri, una caja que dice ropa interior. —asiento.
Abro su habitación, sigue igual de limpia, impecable y sin un sola muestra de desprolijidad, las cajas están apiladas a un lado, no termino de entender porque hicieron esto, de quitar todo lo mío y renovar la habitación de 0. Entiendo el punto de Jacobo, pero... ¿Por qué apilar mis cosas aquí como si de verdad hubiera muerto?
Abro la caja que se me ha indicado, detrás de está hay unos diez cuadros apilados con fotos del niño que se supone es el hijo de Adri, ¿Por qué las han puesto aquí? ¿No querían que yo las vea?
—¡¿Las encontraste?! —me grita desde el otro lado de la habitación
—¡Si! —dejo el cuadro en su lugar, es un niño precioso, tiene sus ojos, pero no es su rostro y sus facciones ha den ser de alguien más. Salgo con la caja de mi ropa interior camino a mi cuarto, tiro todo sobre la cama y doy vueltas para encontrar alguna que me sea cómoda. Finalmente toma una bikini de una sola pieza de color negro, me voy al baño a cambiarme rápido y regreso ya vestida.
—¡¿Eso es un tatuaje?! —me giro asustada
—¡Shhhhhhh! —le hago callar —no le digas a mamá
—¡No!, definitivamente no, si ella ve eso —toma mis hombros y me gira el cuerpo con rapidez, el tatuajes es una serpiente que comienza en mi cintura izquierda y rodea la misma hasta mi espalda baja. —si lo ve, entra en labor de parto, ¿Cuándo te hiciste eso?
—Fue en el verano pasado, estaba con...
—¿Con quién? ¿Quién carajo te animo a eso? ¿Brooke? —niego
—No importa quien, no es tan feo, solo no le digas a mamá —niega sin quitar sus ojos de mi cintura, si tuviera un traje de baño más cerrado nadie lo hubiera visto, pero no, a la Emma de 18 años le gustaba mostrar todo lo que tenía. —Lo verá en algún momento, pero que no sea en estos momentos, ya me odia lo suficiente —sus ojos se clavan en mi rostro como si mis palabras le hicieran un ruido tremendo.
—Ella no te odia
—No, no, sé que no —miento. La verdad ya es algo que no habita en mi corazón, estoy tan oscura que cada día me lleno más de mentiras. —Solo digo —el timbre de la casa me salva, tomo uno de mis vestido y me lo coloco encima, la cartera que tengo encima de mi cama y la mano de Adeline, para arrastrarla fuera de mi cuarto. —Debe ser Brooke, te espero abajo.
Bajo las escaleras tan rápido, ignoro el saludo de Jacobo, en la puerta me topo con el cuerpo sonriente de mi amiga, empujo su cuerpo fuera y la arrastro dentro del auto de Adeline.
—Adeline vio mi tatuaje —confieso, lleva ambas manos a su boca y se reincorpora en el asiento trasero.
—¿Qué le has dicho?
—Casi se me escapa hablar sobre ya sabes quien —miro hacia la casa, esperando que no abra la puerta.
—Emma tienes que decirle la verdad, a ella, aunque sea, que alguien de tu familia sepa, algún día no vas a poder contener todo lo que tienes guardado y cuando eso pase, te vas a llevar a mucha gente encima.
—Necesito tiempo, Brooke, no es tan fácil.
—Nada se hizo para que sea fácil, pero ya no tienes 18 o 20 años, estás cada día más consciente de lo que pasó y no podés tatuarte todas las cicatrices —señalo levemente mi cuello. La puerta del piloto se abre, ambas nos sobresaltamos.
—¿Qué hacen ambas detrás? Alguna que venga adelante, no soy el taxi de nadie —se queja Adeline, Brooke me mira y se pasa al asiento de adelante. No tardamos mucho para que comience el viaje y ella a hablar de cualquier otra cosa.
Brooke le va indicando por donde tiene que ir, por donde no doblar y los semáforos a los que tiene que frenar, me rio, Adeline está hasta la coronilla de las indicaciones de mi amiga, recuerdo que con su ex novio era iguales, nunca hablamos porque fue que lo dejo.
Nuestra relación con Brooke en la universidad no fue tan cercana como parece, yo estudiaba y ella estudiaba mucho, nos veíamos debes en cuanto y... cuando me metía en problemas ella era quien me iba a sacar de la comisaria. Hay un trasfondo muy oscuro, unos largos meses en los que Brooke dejo de hablar conmigo, por mi culpa y eso no es algo que se lo he contado a alguien, solo a la Dra. Colorado.
Deslizo mi mano por la serpiente, pero no es la serpiente en sí, es lo que tapa, lo que está cubriendo y lo que camufla con la tinta negra. Siento la piel levantada, la pequeña montaña que el tiempo hizo cicatrizar, mi dolor acumulado en la cintura.
"El aroma a devastación es insoportable, hay tanto recuerdos borrosos de la noche anterior y las botellas se esparcen por el suelo, algunas rotas con los cristales clavados en el suelo, en mi cintura. En el sillón yace un cuerpo dormido, también está lastimado, en su brazo una jeringa, enterrada en profundidad en su vena y con dificultad me acerco a su cuerpo. Golpeo su rostro varias veces, no obtengo reacción alguno, está tan dormido... drogado. Me encamino hacia el cuarto de baño, abro la puerta y dentro está el, lavando su rostro con agua helada.
Me da una mirada rápida, toma la toalla de la cara a su lado y seca los restos de desastre, de sangre seca. No matamos a nadie, solo a nosotros y nuestros cuerpos. Baja la tapa del baño, suspira pesadamente y recuesta su cuerpo sobre esté, estira su mano para tomar la mía, me atrae con mucho cuidado a su cuerpo. Su cabello es negro, muy oscuro y sus ojos tienen un marrón estremecedor, con su mano comienza a quitar los cristales rotos."
—¡Emma! —despierto del recuerdo y miro a Brooke. —Llegamos.