En el momento que vio alejarse el pelirrojo de Langa, Joe no desperdició nada de tiempo en acercarse a Langa y sentarse frente a él.
―Entiendo que sea tu primera misión y estés emocionado por ayudar ―comenzó a decir en voz baja, pero Langa lo escuchó atentamente y con el ceño fruncido en leve confusión―. Pero creo que estás siendo un poco... muy ambicioso ahora mismo.
― ¿Cómo? ―Langa no parecía entender.
Joe suspiró, pasando una mano por su cabello con cansancio.
―Elige cualquier otro omega, si lo que nos dijeron de él es cierto entonces no queremos arriesgarnos demasiado.
Langa lo miró por unos cuantos segundos, su fruncido profundizándose a medida que pensaba más. Joe no tenia idea de lo que estaba pasando por la cabeza del joven alfa en aquel momento, pero tuvo un pequeño, muy pequeño presentimiento de que algo importante había sucedido en el corazón del otro.
―Entiendo su preocupación, Kojiro-sensei ―Joe elevó ambas cejas en leve sorpresa al escuchar su inesperado tono seco pero formal―. Pero piénselo más detenidamente, ¿vale? Si logramos tener a Reki de nuestro lado, la misión se volvería mucho más fácil para nosotros...
Joe se reclinó en el asiento, cruzándose de brazos.
― ¿Cuál es tu plan? ―preguntó, optando por un tono de voz serio también, su mirada oscureciéndose-. Ya que parece que sabes lo que estás haciendo, cuéntame un poco más.
Langa se sobresaltó en su asiento, desviando su mirada hacia sus zapatos con rapidez y bajando la cabeza levemente. Joe tardó por un minuto descifrar porque el otro había adquirido un comportamiento sumiso de la nada, hasta que logró captar el hecho de que había usado su voz autoritativa que normalmente es usada en omegas.
―Lo siento, no quise-
―Creo que debería ir a calmarse un poco ―interrumpió Langa―. Después le explicaré lo que tengo pensado... pero allí viene ya Reki. Si me disculpa.
Sin nada más que decir, Langa se levantó de su asiento y se dirigió directamente hacia el omega, Reki, con el que estaba hablando antes. Joe miró al par con expresión severa, notando como el otro chico actuaba de forma nerviosa y miraba hacia atrás como si estuviese esperando que alguien más se le acercase a pesar de haber empezado a hablar con Langa. Despegó su mirada de ellos, no queriendo verse sospechoso o extraño al tenerlos tan fijos en su punto de vista.
Volvió a caminar hacia el bar, esperando que realmente Langa supiera lo que estaba haciendo. Se lamentó por el hecho de haber usado su voz para darle una orden a otro alfa, que para colmo era joven e inexperto en varios aspectos. Si, era un genio, un prodigio incluso, pero aún era un adolescente.
Nada más que un niño.
Sintió una palmada sobre su hombro, y tuvo que resistirse para no darse la vuelta y darle un puñetazo a quien sea que lo haya tocado.
―Intestaste razonar con él y no resultó, ¿verdad? ―era uno de los hombres con los que estaba hablando antes de que Langa se alejara para conocer al omega―. Vas a tener que tenerlo vigilado si no quieres que se meta en un problema serio.
Joe pidió otro trago, reposando los brazos sobre el mostrador del bar.
―Es ingenuo, se entusiasma fácilmente ―se encogió de hombros―. Como sea, me aseguraré de que nada extremo pase.
Pasó las siguientes horas de la siguiente manera; hablando con diferentes alfas y sonsacándoles información gracias a su personalidad abierta y simpática que causaba, de forma natural, que otros se acercasen a hablar. De vez en cuando se obligaba a sí mismo a acercarse a algún omega solitario, para seguir aparentando y no verse fuera de lugar al estar tan solo hablando con otros alfas.
Vigiló a Langa de reojo, siempre atento a cualquier tipo de movimiento que hacia hacia el omega. Sin embargo, Langa realmente parecía solo querer hablar con Reki, ya que en ningún momento se acercó demasiado a él ni hacia ademanes de tocarlo. Su mirada, en cambio, era suave y calmada al posarse sobre el pelirrojo, estando al parecer sumamente atento a lo que sea que el otro decía.
Por otro lado, sin que Joe se diese cuenta, los demás omegas que estaban también en el evento comenzaron a fijarse como el hombre peliverde nunca se molestó en sobrepasarse con ninguno de ellos. Era triste tan solo pensarlo, pero todos los alfas de allí se habían, al menos, acercado a un omega para pasarle mano y obligarlos a pasar el rato para saber si de verdad querían meterse en la cama con ellos o no.
Incluso Langa no había llamado la atención, ya que Reki tuvo que dedicar su tiempo a estar sentado con él hablando. Joe se sorprendería su supiese esto, pero como no tenia idea de lo que los jóvenes estaban pensando entonces siguió con lo que estaba ya haciendo. Si, puede que se haya acercado a omegas de vez en cuando, pero nunca inició contacto físico y, si el omega con el que estaba en el momento intentaba seducirlo dentro de su actuación, Joe simplemente los alejaba con un sutil y suave empujón o agarraba las manos del otro para alejarlos de sus zonas privadas, todo eso sin distraerse de su conversación con otros alfas y sin llamar la atención.
Era poco decir que dejó a los omegas estupefactos su gran falta de interés.
Joe, en cambio, pensaba que estaba haciendo un espléndido trabajo en cuanto se trataba de encajar.
Dejando que el omega que estaba a su lado previamente se levantara y fuese a otro lado, se dirigió hacia el otro hombre con el que estaba hablando desde un inicio y por alguna razón no se ha aburrido de él todavía.
―Una duda, cuando Snow mostró interés en el pelirrojo de antes ―al mencionar aquello, la actitud animada del grupo se desvaneció de a poco―. ¿No que podemos arrendar a cualquier omega que se nos de la gana...?
―Ah... ―uno de ellos se tensó―. Claro que podemos, es solo que los omegas de los altos mandos no están disponibles... a menos que seas muy cercano a sus dueños. Aun así, no lo hacen tan a menudo.
Otro asintió―. Snake, el dueño del pelirrojo, es tan territorial que va a los extremos. Adam, por otro lado, es mucho más aterrador pero igual de extremista, es mejor alejarse de ellos incluso si... son tentadores.
Joe anotó mentalmente todo lo que consideraba importante de cada conversación que ha tenido hasta ahora, y progresivamente logró liderar el tema hacia Adam, quien era el líder de la organización.
Recordó la conversación de mucho antes, cuando le advirtieron a Langa sobre el omega. Al parecer Snake era la mano derecha de Adam... Con todo lo que tenían ya sobre S, aún habían demasiados aspectos desconocidos, así que le sorprendió el hecho de que nadie sabia aun que Adam no hacia todo solo y que tenia alguien de confianza a su lado. Era de esperar, ya que los que estaban al tanto de esta misión de infiltración era tan solo un muy pequeño grupo confiable dentro de la JPD, ya que era bien sabido entre todos la alta posibilidad de que algunos detectives y policías estuviesen pasando sus ratos libres acá.
Un espía era lo que menos necesitaban, pero no podían darse el lujo de descartar aquel hecho.
Si Langa lograba hacer lo que tenia en mente y ganarse la confianza de Reki, entonces... efectivamente, como le había dicho antes, la misión seria mucho más fácil.
Los hombres continuaron hablando entre ellos, sin importarles el silencio pensativo de Joe.
―Ese chico no sabe lo que esta haciendo ―murmuró uno de ellos, observando a Langa y Reki con ojos entrecerrados―. Apple ha sido el único omega que Snake ha tenido en esta última década, nunca aceptó otro más.
Joe lo miró con curiosidad, aunque por dentro estaba celebrando por haber obtenido ese poco de información que podría ser relevante.
― ¿Apple? ¿El pelirrojo?
―Si ―continuó―. Snake lo adora, no quiero ni estar acá cuando se entere de que un alfa cualquiera lo esta cortejando.
Aquello elevó los niveles de preocupación en Joe de manera repentina. Fue en ese instante que también se dio cuenta como Langa ya tenia el nombre real del omega juzgando por como solo lo llamo "Reki" en vez de "Apple". Se preguntó como fue que logró hacer eso tan rápido...
Bueno, no tenia que olvidar que el muchacho era demasiado listo para su propio bien.
Unos minutos más tarde, uno de los alfas se fue para divertirse con un omega que acababa de arrendar. Joe recordó que aun no había escogido a uno, pero cada vez que lo pensaba más detenidamente, más le disgustaba.
―Oye, cariño ―Joe llamó la atención de una omega que pasó justo al lado de él. Se sintió mal al ver lo tensa que se puso, pero mantuvo su sonrisa encantadora, parte de su acto―. ¿Dónde está el baño más cercano?
―Oh... ehm, si vas por el pasillo de la izquierda-
―¿Qué tal si mejor me guías hacia allá, mmh? ―preguntó, arqueando una ceja. El grupo de alfas comenzaron a reírse a su lado, portando sonrisa pícaras y desviando la mirada con diversión al notar lo que Joe aparentemente estaba haciendo.
Notó como las manos de la chica comenzaron a temblar, pero rápidamente las juntó para disimularlo.
―Claro... sígame.
Reprimió las ganas de dar un pesado suspiro, no le gustaba la manera en que causaba tanto medio sobre ella. Joe todavía no lograba entender como una persona podría sentirse atraído por alguien tan joven, la pobre no parecía tener más allá de 16 años y sin embargo, ya tenia la apariencia de una persona que ha visto lo peor que el mundo ha tenido que ofrecer.
Mientras caminaba a su lado, se preguntó cuanto tiempo ha pasado ella acá. Juzgando por su actitud llena de resignación y ojos nublosos, como si no estuviera mentalmente en el presente, diría que más de un año.
Llegaron al baño, era solo uno para que cualquiera lo usase. Por dentro era lujoso y era evidente que una gran cantidad innecesaria de dinero fue gastada para su construcción. La omega se plantó frente a él, mirando el suelo y esperando algún tipo de orden por parte de Joe.
Casi de inmediato dejo caer su máscara, acercándose al lavadero para mojar su rostro. No pasó por alto como la chica se sobresaltó al verlo acercarse, solo para mirarlo llena de confusión y alivio al ver que la ignoró.
―Lo siento, la verdad es que no quiero hacer nada de... lo que sea que estés imaginado ―negó cabizbajo con ojos puestos en el lavadero, mientras que las manos las apoyó en el tocador.
―...Disculpa, pero de verdad que no entiendo ―admitió la chica casi en un murmullo.
―No lo sobre pienses ―hizo un gesto con la mano, como si quisiera disipar algo en el ambiente―. Voy a estar acá un rato... quiero ordenar mis pensamientos. Si no quieres salir y lidiar con ellos aún, puedes quedarte acá y relajarte.
Cruzó los brazos delante de sí, apoyándose en la pared de atrás y cerrando los ojos. No se molestó en ver la reacción de la omega no muy lejos de él, pero pudo sentir una leve sensación de incertidumbre proviniendo de ella.
Un minuto después escuchó la puerta de uno de los cubículos del baño abrirse y cerrarse. Cuando abrió los ojos, la chica se había ido de su lado para esconderse. Guardó silencio, no queriendo molestarla.
Pensó entonces, en que debería hacer a partir de ahora. Probablemente Langa ya tenia su parte de la misión controlada, ya que se había ensimismado con aquel omega. ¿Qué es lo que diría Kaoru ahora...?
Su atención se vio abruptamente interrumpida gracias al sonido de la puerta del baño abrirse. Joe observó con trepides como el que entraba era nada más que un niño, literalmente más joven que la chica escondida en el cubículo.
El chico se detuvo en la entrada con ojos bien abiertos, congelándose al ver que ya había alguien más en el baño y que para variar era un alfa. Joe desvió la mirada, intentando ignorar al muchacho pero le resultaba imposible.
Con paso lento y cauteloso, como si de un gato asustado se tratase, el chico se acercó hacia el lavadero. Joe observó desde el rabillo del ojo su apariencia, sus ropas estaban casi rotas como si alguien quiso arrancarlas a la fuerza. La llave del lavamanos se abrió, el sonido del agua quebrando el silencio lúgubre que se había posado dentro del baño.
Miró como el chico llenaba una botella vacía con agua para luego volver a vaciarla, repitiendo aquel proceso unas veces más.
Cuando estaba aparentemente satisfecho, le dirigió una mirada dubitativa a Joe antes de salir del baño.
Lo último que notó de él eran que sus pupilas estaban dilatadas, recordándole a aquellas imágenes de tiburones que vio una vez en un libro sobre vida marina. Ojos negros, asustados, sin vida como una muñeca.
Sintió ganas de vomitar.
Ya estoy harto de este maldito lugar, pensó, pasando su mano por su rostro.