Cuando su madre llega sus amigos ya se habían ido. Dream le estaba ayudando a Drista con su tarea, aunque en realidad Drista era la que le tenía que explicar todo y él solo lo hacía más difícil.
—...Y acá debo sumar —le explica Drista.
—¿Por qué? —pregunta Dream con el alcohol aún en su cuerpo.
—¡Porque ahí dice que debo sumar!
—Ah... claro.
Su madre se asoma por la puerta feliz de ver a sus hijos.
—¡Adivinen qué! —exclama su madre, sorprendiéndolos.
—¡Mamá! ¿En qué momento llegaste?
—Acabo de llegar. ¿Qué tal? ¿Están haciendo la tarea?
—Sí, le ayudaba a Drista.
—¿¡Me ayudabas!? ¡Querrás decir estorbar!
—La intención es lo que cuenta —dicw su madre divertida—. Me dieron el trabajo.
—¿¡En serio!? —se asombran sus dos hijos.
—¡Sí, comienzo a trabajar el lunes!
—¿Entonces ya no irás a buscarme a la escuela?
—No, cariño. Ya eres una niña grande, puedes llegar sola a casa.
Drista suspira molesta.
—Está bien.
—Bien. Los dejo para que terminen con lo suyo.
—¡No, llévate a Clay!
—¡Malagradecida! —exclama Dream, ofendido—. Uno queriendo ayudar y así lo tratan.
Dream se levanta de la silla aún ofendido, haciendo el drama de su vida y sale de la habitación de su hermana sin decir más.
...
Era lunes y tenía su examen en las tres primeras horas. La verdad es que no se tenía fe, pero al menos esperaba aprobar. Había descuidado sus estudios demasiado y apenas cumplía con algunas tareas, así que los exámenes eran su última oportunidad para pasar de curso.
Llega a la clase y ve a todos sus amigos nerviosos.
—Siento que no voy a aprobar —murmura Karl, mordiéndose las uñas.
—Yo estudié, pero aún así tengo miedo —dice Sapnap esta vez.
Quackity por su parte ya se había resignado. Lo único que le quedaba era la fe y sus tareas mal presentadas.
El profesor a cargo les asigna su sitio para el examen y Dream tiene la suerte de sentarse detrás de Sapnap, uno de los más estudiosos de la clase, y al lado de la chica más inteligente del curso.
Les entregan el examen y por un momento olvida hasta su nombre. No entiende nada, absolutamente nada. Es como si el examen estuviera escrito en chino, porque no tiene ni la menor idea de qué hacer. Por suerte solo es marcar, por lo que podía copiar fácilmente y eso hace.
Al comienzo logra copiarle a la chica de al lado con facilidad hasta que la mano de alguien aparece en su vista y toma su examen.
—Wastaken, a dirección, por favor.
—Pero...
—Ahora —dice completamente serio.
—¡Lo siento, le prometo que no lo volveré a hacer, pero por favor devuélvame el examen! ¡Estoy a nada de reprobar!
—Eso debió pensar antes de copiarse de su compañera.
Dream pasa su mano por el cabello queriendo arrancárselo por el estrés, pero lo suelta y se tranquiliza antes de hacerlo.
—No tuve tiempo para estudiar. Deme otra oportunidad.
—Tuvo todo el fin de semana.
—¡Estuve ayudando a mi hermanita!
—¿Todo el fin de semana?
—¡Trabajo después de clases!
—Vaya a dirección. No pienso repetirlo una vez más.
Dream se levanta haciendo bastante ruido al mover su silla. Se repite una y otra vez en su cabeza "no llores, por favor, no llores", pero siente que si alguien le habla va a llorar.
Llega a la oficina del director y se sienta afuera al ver que está cerrado. Espera unos minutos hasta que lo ve salir junto a la madre de George. ¿Que hacía ella ahí?
La mujer no lo nota en primeras instancias, pero cuando lo hace le dedica una hermosa sonrisa.
—Ay, mi niño, ¿qué haces aquí?
—Me mandaron a dirección por copiar en el examen —dice mediante una risa amarga.
—¿No estudiaste?
—No... George me ayudó un poco hace unos días, pero creo que soy muy tonto —sus ojos se cristalizan—. Voy a reprobar, señora Davidson. No quiero repetir de curso.
La mujer lo abraza y soba su espalda con cariño.
—No digas eso, mi niño. Ya verás que todo saldrá bien.
—No, ya nada va a salir bien. Soy inútil —su voz se quiebra cuando las lágrimas empiezan a caer por su rostro, mojando la blusa de la mujer—. Solo soy una estúpida carga. No puedo hacer nada bien.
—No eres ninguna carga. Eres un chico fantástico y muy listo.
—Eso no es cierto.
—Claro que lo es. Mira dónde estás. Has llegado más lejos que muchos y estoy segura que llegarás más lejos si no te rindes. No importa cuántas veces repitas de curso, lo importante es acabar.
—Pero yo no quiero quedarme atrás.
—No es quedarte atrás, es ir a tu ritmo, mi niño —la madre de George lo toma cuidadosamente de las mejillas y le da un beso en su frente—. Cuídate. Nos vemos en la cafetería.
La mujer lo deja en medio del pasillo dejándolo con miles de dudas y miedos.
El director lo hace pasar a su oficina y siente que en cualquier momento va a vomitar por los nervios.
—¿La conoce? —le pregunta el director.
—Es la jefa de la cafetería donde trabajo.
—Ya veo... Me han avisado que copiaste en un examen.
—Sí, lo hice.
—Sabes que eso se castiga con una suspensión de una semana, ¿no?
—Lo sé...
El hombre se levanta de su asiento y busca algo en una de las gavetas.
—Clay Wastaken, ¿no?
—Sí, señor.
Por fin saca una carpeta con todo su historial académico. Lo mira detenidamente. La mayoría de sus calificaciones están en rojo. El año anterior apenas logró pasar, y ahora no parecía ni siquiera cerca de lograrlo.
—Aunque le diera la oportunidad de retomar sus exámenes, no tendría la mínima posibilidad de pasar de curso. Lo lamento.
Dream se resigna a llorar y simplemente abandona la oficina. Sale del instituto y toma el transporte público para llegar a la cafetería.
Es mucho más temprano de lo que suele ir y la clientela es poca. George lo saluda con la misma sonrisa de siempre e incluso le guiña el ojo. Él trata de sonreírle de vuelta, pero solo le muestra una mueca sin gracia.
—¿Qué tal tu examen, amor?
—No quiero hablar de eso.
—¿Tan mal te fue? —su tono se vuelve preocupado.
Dream no responde y simplemente lo esquiva para cambiarse el uniforme.
—Aún falta para tu turno.
—No importa. Si quieres no me pagues estas horas extras.
George mira al único cliente que está en la cafetería y se acerca amablemente a él.
—Disculpa, ¿cree que pueda retirarse? No voy a cobrarle nada de lo que consumió.
El hombre al escuchar tal oferta, simplemente se retira sin decir más. George cierra la puerta de la cafetería y le da la vuelta al letrero para indicar que estaba cerrado. Su madre probablemente iba a matarlo, pero habían prioridades que se llamaban Dream.
Va hacia al almacén y antes de que Dreams salga lo empuja nuevamente hacia adentro.
—¿Q-qué haces? —pregunta Dream, confundido.
—Háblame.
—¿De qué?
—¿Qué te pasa?
—Nada.
George lo besa de imprevisto.
—¿Por qué...?
—Si no quieres contarme está bien, Dream, pero recuerda que puedes confiar en mí.
—Gracias...
—¿Alguna vez te he dicho que te ves bien con el uniforme? Porque estoy seguro que te ves mil veces mejor sin él.
—¡George! —Dream se cubre el rostro avergonzado.
—¡Lo siento! No puedes mandarme un testamento jurándome tu amor y no esperar que te esté deseando.
—Yo también estaba deseoso por verte.
George atrapa nuevamente los labios de Dream con los suyos. Al comienzo es una suave caricia que se intensifica poco a poco volviéndolo más pasional. Dream pone su mano sobre la cintura del más bajo apegándose a él. Gime sobre su boca al sentir la calidez de su lengua contra la suya.
—¿Tu mamá está arriba?
—Estamos completamente solos.
Dream sonríe.
—Perfecto.